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POLICÍA NACIONAL DEL PERÚ

ESCUELA DE EDUCACIÓN SUPERIOR TÉCNICO


PROFESIONAL

PIURA – SEDE
SULLANA

UNIDAD ACADÉMICA

ALUMNOS:

MATERIA:

TEMA:

CATEDRÁTICO:

SECCIÓN:

2023
INTRODUCCIÓN
Históricamente los conceptos de antijuricidad y culpabilidad sobre la distinción
entre aspectos objetivos y subjetivos del delito. Esta correspondencia no es
arbitraria. La lesividad de un hecho para bienes jurídicos ajenos depende ante
todo de la realización de cambios físicos en el mundo exterior que puedan
afectar a los objetos en los que se encarna el bien. La representación del autor
de estos hechos o los motivos o intenciones con que los realizo son, en
principio, indiferentes, pero su presencia es esencial para la imputación
subjetiva del hecho. Ya hemos visto, sin embargo, que desde el primer
momento se plantearon problemas que venían a contradecir la posibilidad de
una distinción como esta. Posteriormente, cuando la discusión en torno al
injusto se hace explicita de forma abierta con la polémica de las teorías que
aceptaron y con el injusto objetivo reconocieron que al menos la presencia de
una acción es el presupuesto mínimo del injusto. Las escasas excepciones a
esta regla ya han sido también examinadas.

Con este acuerdo en base, la posterior evolución de la teoría del delito


muestra, durante muchos años, un progresivo enriquecimiento subjetivo de la
antijuricidad a costa de la culpabilidad. En este apartado se trata de examinar
algunos de los hitos fundamentales en este proceso, del que solo hay acuerdo
doctrinal en algunos puntos, con el fin de determinar, no solo si están
justificados, sino, además, si ello afecta de alguna manera a la propia distinción
de antijuricidad y culpabilidad. Se examinará la exigencia de una acción, el
reconocimiento de los denominados elementos subjetivos del injusto; la
modificación del tipo de los delitos dolosos inspirada por el finalismo; la
concepción individual de la capacidad de acción en la omisión; la
individualización del deber de cuidado en el delito imprudente; el
desplazamiento del conocimiento de la prohibición al injusto.

I. JUSTIFICACION DEL PROBLEMA


Conocedores de la época que nos toca vivir, y en particular nosotros como
alumnos de la PNP estamos llamados a entender los conceptos y clases de
antijuricidad para mantener al margen a las personas que incurren en ella, por
lo tanto, debemos analizarlo en profundidad.

Es todos esos problemas que nos incurre a leer y tratar de analizar las
circunstancias de la ley como futuro profesional de la ley en cuidado de la
sociedad.

ll. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Por lo dicho anteriormente, con este trabajo estaremos en la necesidad de


apoyar a la sociedad que requiere de nuestro apoyo en guiarle cuando ellos
requieren de nuestros servicios.

Como todo efectivo policial estamos seguros de querer tratar de ayudar en las
necesidades posibles a la población donde nos tocara realizar como policías.

lll. OBJETIVOS

- Analizar el concepto de antijuricidad desde diferentes puntos de vista.


- Identificar la legitima defensa desde los diferentes casos que se
desarrolla.

lV. MARCO TEORICO

ANTIJURICIDAD

CAPITULO I

1.1. CONCEPTO DE ANTIJURICIDAD

La antijuricidad de un acto consiste en el juicio objetivo y general que se


formula en base a su carácter contrario al orden jurídico. No es posible admitir,
por esto, una noción especifica de antijuricidad para cada dominio del derecho.
Sin embargo, esto no significa que los efectos sean los mismos: en el derecho
civil, ella da lugar a la simple reparación del daño; en derecho penal, al
contrario, es una condición indispensable para imponer una sanción.

De acuerdo a lo que hemos explicado respecto a la elaboración de los tipos


legales, podemos reafirmar que el legislador describe actos “ que forman parte
el bloque injusto del cual se talla una parte delimitándola, con el fin de que
quede perfectamente encerrado en fronteras lo que por ser injusto se castiga”
la simple adecuación de una acción a un tipo legal, no comporta la afirmación
de su carácter antijurídico. Es necesario, además, que se compruebe la
ausencia de toda causa de justificación. Por lo que es de matizar la afirmación
de que la tipicidad no es sino un incidió de antijuricidad, en el sentido de que
también es fundamento, porque un acto antijuridico es penalmente relevante
solo cuando se adecua a un tipo legal. Correcto es decir que esto ultimo no
prueba el carácter antijuridico del acto, ya que puede presentarse alguna causa
de justificación.

Aprovechando esta situación, el legislador no ha incorporado a nuestro Código


una definición positiva de la antijuricidad. Se limita a señalar las circunstancias
que hacen lícitos los actos que reúnen los requisitos fijados en la definición
legal de la infracción (tipo legal). Esta definición proporciona, pues, solo una
tosca imagen del suceso; lo que da lugar a que numerosos actos de la vida
diaria estén en si sujetos al efecto del tipo legal y que se tenga que recurrir a
las causas de justificación para portar una prueba de derecho positivo en la
jurídicas de estas acciones. En derecho penal, una acción es antijuridica
cuando se adecua a un tipo legal y no concurre ninguna causa de justificación.

Con cierta frecuencia, se diferencia entre antijuricidad formal y material;


entendiéndose por la primera oposición del acto a la norma prohibida o
preceptiva, que se encuentra implícita en toda regla jurídico-penal (por ejemplo,
no matar en relación al art. 150 C.P.). Por antijuricidad material se comprende,
por el contrario, el carácter dañino del acto, materializando en la lesión o en la
puesta en peligro de un bien jurídico. Este criterio diferenciador no es del todo
correcto y crea mas bien confusión. La noción de antijuricidad es integral, ya
que la violación de la norma lleva en si siempre la lesión o puesta en peligro de
un bien jurídico.

En nuestro contexto normativo, esta distinción resulta casi superflua, porque las
causas de justificación han sido reguladas con bastante amplitud.

Según Zaffaroni, la antijuricidad no surge del derecho penal, sino de todo el


orden jurídico, porque la anti normatividad puede ser neutralizada por un
permiso que puede provenir de cualquier parte del derecho.

La antijuricidad consiste en la constatación de que la conducta típica (anti


normativa) no está permitida por ninguna causa de justificación (precepto
permisivo) en ninguna parte del orden jurídico (derecho penal, civil, comercial,
laboral, etc.).

Es decir, como expresa Fontan Balestra, la antijuricidad es el resultado de un


juicio en cuya virtud se afirma el disvalor objetivo y substancial de una acción
humana, confrontándola con el ordenamiento jurídico en su totalidad;
incluyendo los principios generales del derecho.

La antijuricidad constituye la sustancia del delito. El delito es por esencia un


acto contrario al derecho. Por esa causa se puede afirmar que la adecuación
típica constituye un indicio de antijuricidad, que supone el enjuiciamiento de
una acción adecuada a un tipo penal, a la luz de lo que disponen las reglas que
integran el ordenamiento jurídico, y la afirmación de su disvalor.

La antijuricidad es el resultado de un juicio en cuya virtud afirmamos la


injusticia de una acción concreta.
1.2. CARÁCTER UNITARIO DE LA ANTIJURICIDAD

El derecho es un todo unitario y coherente, en cuyo seno rige el principio lógico


de no contradicción; una acción no puede ser simultáneamente conforme y
contraria a las reglas que integran ese todo.

El derecho penal no contiene ilicitudes que no sean tales para el resto del
derecho.

La antijuricidad es una solo; no se puede sostener la antijuricidad


específicamente penal: la unidad de esa totalidad normativa, lo expresa la regla
del art. 1071 cód. Civil el ejercicio regular de un derecho propio o cumplimiento
de una obligación legal, no puede constituir como ilícito ningún acto causa
general de exclusión de la antijuricidad, esta que repite el cód. Penal art. 34
inc.4, al declarar impunes las acciones cometidas en tales circunstancias.

1.3. ANTIJURICIDAD OBJETIVA Y SUBJETIVA

La antijuricidad afirma el disvalor de una acción humana objetivamente


considerada, y no el disvalor de la actitud asumida por su autor (es posible que
una acción sea contraria al derecho, y que el autor no sea culpable)

Binding opina lo contrario y afirma que no hay ilicitudes inculpables, toda


antijuricidad para ser tal debería ser culpable. Esta teoría es rechazada por el
derecho vigente.

En primer lugar, la aplicación por el juez penal de una medida de seguridad a


una imputable requiere la comisión de una acción típica objetivamente
antijuridica.

En segundo lugar, si las acciones de los inimpugnables no son antijuridicas, no


cabria responsabilidad penal para el que colabora con un loco en la comisión
de un delito, porque no estaría ayudando a realizar una acción antijuridica.

En tercer lugar, el art. 34 inc. 1 cód. Penal demuestra que una acción puede
ser considerada objetivamente como criminal, aunque su autor no haya podido
comprender esa criminalidad.

Existe para nuestra ley una criminalidad objetiva al margen de la culpabilidad,


lo cual explica la existencia de medidas de seguridad exclusivas del derecho
penal.

1.4. ANTIJURICIDAD SUBSTANCIAL, FORMAL Y MATERIAL

Según Von Liszt el acto es formalmente contrario al derecho, en tanto que es


trasgresión de una norma establecida por el estado, de un mandato o de una
prohibición del orden jurídico; el acto es materialmente antijuridico en cuanto
significa una conducta contraria a la sociedad (antisocial). Esquemáticamente
la división se presenta de la siguiente manera:
Soler acierta en que aquello que Von Liszt llama antijuridicidad formal, no es
otra cosa que la adecuación al tipo, o sea, el punto de partida para sospechar
la antijuricidad substancial de la acción. La afirmación de la antijuricidad de una
acción, no depende de la trasgresión de una prescripción legal, sino la
consideración de la acción a la luz de lo que establece la totalidad del
ordenamiento jurídico, incluidos los principios generales del derecho, es decir
aquellos que son comunes a todas sus normas, precisamente porque no son
especificas o particulares de algunos sectores de ellas.

La antijuricidad importa una valoración de naturaleza substancial y no


meramente formal, porque más allá de una transgresión de una norma
determinada, importa el quebrantamiento de los principios que constituyen la
base del ordenamiento jurídico y el consiguiente menoscabo de las finales de
justicia y bien común que determina su existencia.

La afirmación de la antijuricidad de una acción no se agota en su contradicción


formal con un determinado precepto del derecho, sino en su contrariedad con
los principios y finalidades del orden jurídico.

Es necesario que la acción se traduzca en la lesión de un bien jurídico porque


la finalidad del derecho todo, radica en la tutela de los bienes jurídicos.

1.5. RELACIONES ENTRE TIPO Y ANTIJURICIDAD:

La adecuada típica de una acción, la cual supone al menos su igual formal,


constituye un incidió de la antijuricidad de ella, aunque no la afirmación
definitiva de esta por cuanto una conducta típica puede no ser
substancialmente injusta en virtud de la concurrencia de una causa de
justificación.

1.6. CAUSAS DE JUSTIFICACION EN GENERAL

La justificación es la contrapartida, el opuesto de la antijuricidad; de ahí que la


justificación exija la puesta en juego de todo el ordenamiento jurídico. Es por
eso que las causas de justificación provienen de los principios generales del
derecho, de ahí que las enumeradas en el código penal son solo algunos y no
las agotan.

En principio podemos afirmar, de acuerdo al llamado método regla-excepcional,


que para nuestra ley toda conducta típica es antijuridica (regla) a menos que
concurra una de las causas de justificación específicamente previstas en el
código penal: pueden dividirde en dos grupos: las que corresponden al imperio
de necesidad y legitima defensa. Las que obedecen a la lógica interna, propia
de todo sistema jurídico. El cumplimiento de un deber y el legitimo ejercicio de
un derecho, autoridad o cargo.

A las primeras corresponde el estado de necesidad y la legitima defensa, y en


las segundas esta el cumplimiento del deber y el legítimo ejercicio del derecho.
DOCTRINA CLASICA: lo deducía del texto legal, restringiendo el número de
autorizaciones a un catálogo cerrado, pues todas las causas de justificación
debían estar expresamente previstas en una norma de derecho positivo.

DOCTRINA MODERNA: Para identificarlas no es suficiente un análisis


meramente dogmático como en el caso anterior, pues están reguladas
conjuntamente con las demás eximenes, por lo cual se requiere un criterio que
permita la diferenciación.

Teorías monistas y dualistas: existe discrepancia en la determinación de estos


principios justificantes.

Hay teorías que han procurado desarrollarlos:

TEORIAS MONITAS: Sostiene que las causas de justificación responden a un


solo principio. Así, por ejemplo, las que fundamentan la autorización en que la
realización de la acción causa más utilidad que daño social.

Estas se ven obligadas a recurrir a un alto grado de abstracción, y por lo


consiguiente carecen de la precisión necesaria.

TEORIAS DUALISTAS:

Sostienen que es imposible explicar todas las causas en base a un principio


único. Si bien ciertos principios sirven para explicar algunas, es necesario
integrarlos con otros que sirven de base a las restantes. Por ello se aceptan los
propios. Justificantes básicos que dan explicación al conjunto de las causas de
justificación:

El principio de ausencia de interés: permite explicar el efecto justificante del


consentimiento del ofendido, en los casos que en que el mismo es legalmente
procedente.

El principio de interés preponderante: sirve para fundamentar las restantes. Sin


embargo, admite distintas interpretaciones.

EL DERECHO PENAL ES EXTREMA RATIO

Es principio básico que el derecho penal es el último o extremo instrumento a


utilizar por parte del Estado, lo cual implica su carácter subsidiario y
fragmentario. Esto es, ha de utilizarse siempre que no hay otro medio menos
grave para los derechos de la persona y, por eso mismo siempre tendrá un
carácter puntual o discontinuo. Además, por ser extrema ratio y por
consiguiente la herramienta más grave a disposición y a utilizar por el Estado,
ello exige que el ciudadano esté dotado del máximo de garantías, lo que se ha
denominado Derecho Penal Mínimo. En la actualidad, sin embargo, se
pretende dar por superado el derecho penal mínimo, sobre la base de la
expansión del derecho penal y en una confusión entre un derecho liberal, en el
sentido de reconocimiento de la libertad del ciudadano, y un derecho neoliberal,
que aspira a la reducción radical del Estado y por consiguiente del derecho
penal a una mínima expresión, a su línea dura primitiva (homicidio, secuestro,
robo) 1 • En principio una expansión del derecho penal a nuevos bienes
jurídicos (medio ambiente, calidad del consumo, delitos socioeconómicos),
propios de la complejidad de la sociedad moderna, no es una contradicción con
el derecho penal mínimo, en la medida que se mantengan las garantías y el
carácter general de extrema ratio. Es por eso que pretender aceptar un
derecho penal de dos velocidades y aún de tres ( derecho penal del enemigo)',
significa simplemente no sólo desmontar las garantías, sino también abjurar del
carácter de extrema ratio del derecho penal. No se trata de desmontar las
garantías según sea la pena aplicable ( diferenciar entre penas privativas de
libertad y otras -restrictivas de libertad y pecuniarias-), no es a eso que debe
tender una alternativa en el sistema penal, sino que manteniéndose las
garantías propias al derecho penal, el sistema pueda considerar otro tipo de
soluciones al conflicto, como es la justicia reparatoria o la mediación. Es cierto,
y no se puede negar, que por diferentes razones (seguridad ciudadana,
criminalidad organizada, terrorismo, narcotráfico, responsabilidad de las
personas jurídicas, globalización) los Estados tienen una tendencia no sólo a
aumentar los ámbitos de punibilidad, sino también a desmontar las garantías,
pero esa realidad es una constante de la historia del Estado Moderno; baste
recordar el positivismo naturalista o la escuela de Kiel. El Estado siempre
buscará razones para aumentar su poder penal y hoy con la ayuda de los
medios de comunicación de masas la tarea resulta más fácil, pues logra un
apoyo social. Ceder ante ello es abandonar el camino de la profundización de
la democratización del Estado, uno de cuyos aspectos fundamentales, pues
toca aspectos valorativos elementales, es precisamente el sistema penal. Es
por eso que un planteamiento de derecho penal mínimo no significa
necesariamente una restricción a la intervención del Estado, sino a profundizar
la relación entre ciudadano y Estado, y en ese sentido la máxima ampliación
posible de las garantías'. En suma, el carácter de extrema ratio del derecho
penal y más aún del sistema penal es irrenunciable, pues si fuera prima ratio,
ello significaría que dejaría de ser derecho, de reconocer la dignidad de la
persona, su autonomía ética.

LO QUE ES ANTIJURIDICO EN EL DERECHO PENAL LO ES PARA TODO


EL DERECHO

El derecho penal está constituido por hechos típicos, esto es, que hechos de la
vida real se pueden atribuir (a través de un proceso valorativo), a un tipo legal,
es decir, a la descripción por la ley de un ámbito situacional. Este es el primer
aspecto garantista sobre el cual se construye el delito. Pero con ello no basta,
es necesario que ese hecho o ámbito situacional típico tenga el carácter de
subsidiario, que no haya en el ámbito del derecho una reacción de menor
entidad. Por eso mismo que al ser esa descripción legal el último recurso en el
ámbito del derecho, necesariamente al establecerse como un ilícito penal, será
un ilícito al mismo tiempo para todo el derecho. No podría ser de otra manera.
Es por eso que la ilicitud penal requiere de diferentes niveles. En primer lugar,
que haya un bien jurídico protegido, esto es, una necesidad elemental para una
relación social valorada jurídicamente. En segundo lugar que haya realmente
una afección a ese bien jurídico protegido, es decir, un resultado jurídico, es
decir, se trata de la exigencia de objetividad y no de subjetividad de la
imputación, de otro modo no se estaría ante un derecho penal del hecho, sino
de autor. Ello es una garantía básica del derecho en su conjunto, de la que
ciertamente el derecho penal no podría prescindir, lo cual no es contradictorio
con el carácter personal del injusto, en el sentido de que ciertamente el hecho
típico es de personas, es su obra Y, por consiguiente, ha de considerarse cómo
interactúan las personas. En tercer lugar, aparece precisamente como
necesario que ese resultado jurídico se pueda imputar objetivamente al hecho
típico, de ese modo se cumple plenamente el requisito de objetividad: bien
jurídico, resultado jurídico, relación de imputación. Pero todos estos requisitos
positivos no bastan, se requiere, además, con el objeto de lograr la total
integración a la plenitud del derecho, que no haya causas de justificación, las
cuales pueden surgir de cualquier ámbito del ordenamiento jurídico. En otras
palabras, precisamente por el hecho de que el derecho penal es extrema ratio,
para que un hecho sea sancionado con pena es necesario que no exista dentro
de todo el ordenamiento jurídico ninguna norma que le reconozca a la persona
su derecho a actuar de esa manera. Con lo cual entonces queda
completamente asentado que el hecho típico antijurídico posee este carácter
en todo el ámbito del derecho. En ese sentido hay unidad del ordenamiento
jurídico, pues cuando se usa el recurso extremo de la pena, no podría
constatarse que el hecho al cual se aplica es conforme a derecho en otro
ámbito del ordenamiento jurídico, ello implicaría una contradicción insalvable.

LO QUE NO ES ILICITO EN EL DERECHO PENAL NO NECESARIAMENTE


LO ES EN TODO EL ÁMBITO DE TODO EL DERECHO

En el apartado anterior hemos señalado que el primer aspecto clave en la


antijuricidad es la existencia de una objetividad que es propia a todo el
derecho, es decir, que todo el derecho desvalora. Para el derecho en su
conjunto es significativo que en un conflicto personas resulten muertas, sin
patrimonio o que se destruya el medio ambiente en que viven, etc. Nada de ello
es indiferente para el derecho. Es por eso que lo antijurídico penalmente, es
también antijurídico en todo el derecho. ¿Pero qué sucede cuando un hecho
típico no es antijurídico en virtud de la existencia de una causa de justificación?
Significa ello que ese hecho que implicó ciertamente la presencia de un bien
jurídico, su afección y, además, la constatación de la relación de imputación
entre la afección y el hecho realizado, no ha de tener por principio relevancia
alguna en ningún otro ámbito del ordenamiento jurídico. Es decir, es posible
sostener que la unidad del ordenamiento jurídico desde la perspectiva que lo
sancionado en el derecho penal, al ser extrema ratio, no puede ser lícito en otro
ámbito del ordenamiento, también implica que lo que es lícito en el campo
penal en virtud de una causa de justificación necesariamente también lo será
en todo otro ámbito del ordenamiento jurídico. En tal sentido se inclina, a pesar
de que advierte los problemas de ello, Sanz Morán, pero termina afirmando
que, aunque puedan darse algunos casos excepcionales diferentes, que en
todo caso habría que discutir, ellos "en modo alguno suponen un quiebre del
principio de unidad del ordenamiento jurídico. En verdad, si se es consecuente
con el principio de que el derecho penal es extrema ratio, la conclusión debería
ser diferente, pues el legislador entonces ha de guiarse por el principio de
subsidiariedad, esto es, siempre preferir una sanción que no tenga el carácter
de pena. Si ello es así quiere decir, que a un hecho que no es antijurídico, es
decir, que no queda dentro de los ámbitos del último recurso que tiene el
Estado frente a un determinado comportamiento, podría ciertamente aplicarle
una sanción de otro carácter. En principio, resulta jurídicamente chocante, que
a pesar de que se ha afectado una necesidad elemental para la convivencia
social sin embargo se afirme de modo absoluto que ello no puede traer sanción
alguna en otro ámbito del ordenamiento jurídico y que si así sucede sólo sería
algo como una excepción que confirmaría la regla de unidad férrea del
ordenamiento jurídico. Luego, sin perjuicio de que más adelante
profundizaremos el tema estimo que podemos afirmar que la unidad del
ordenamiento jurídico surge desde la existencia de un hecho típico antijurídico,
precisamente por el carácter de extrema ratio del derecho penal; pero por el
contrario tal unidad en modo alguno se puede predicar cuando el hecho típico
no es antijurídico, pues entonces sería desconocer el carácter subsidiario del
derecho penal y que en todo el ordenamiento jurídico existen diversas y
múltiples sanciones (civiles, administrativas, policiales, etc.) que precisamente
se aplican de forma general y ordinaria, cuyos presupuestos son totalmente
diferentes a los de la sanción penal, pues respecto de ellos no se exigen las
garantías que son indispensables en el campo del derecho penal, como por
ejemplo, el principio de legalidad de los delitos y las penas, precisamente
porque en este ámbito está en cuestión la base de un sistema democrático esto
es, la relación entre ciudadano y Estado. De modo entonces que lo que es lícito
para el derecho penal no necesariamente lo será en todo el ordenamiento
jurídico. Por lo demás ello es lo que sucede de modo general en el
ordenamiento jurídico, pues un hecho puede ser lícito en el ámbito civil y ser
sancionado en lo administrativo. Es una falacia la unidad del ordenamiento
jurídico desde la perspectiva de la licitud y menos aún hacia todo el
ordenamiento jurídico, lo único verdadero es que lo que es ilícito en derecho
penal, lo será para todo el ordenamiento jurídico y ello no es tanto por el
principio de unidad, sino por la circunstancia de que el derecho penal es
extrema ratio, el último recurso del Estado.

LAS LLAMADAS "NORMAS PERMISIVAS" SON UN COMPLEJO


NORMATIVO

Para quienes sostienen una antijuricidad puramente formal, esto es, como
ausencia de causas de justificación, ciertamente resulta difícil concebir que
subsista un ilícito en otro ámbito del derecho, pues no hay la posibilidad de otra
valoración'. Esto es, la norma permisiva tiene un contenido simple, que
prescinde de la integridad de la situación a que está referida. Con mayor razón
todavía para la teoría de los elementos negativos del tipo legal, pues las
causas de justificación no representan normas, sino simples reglas de
delimitación del tipo legal, que por ello tienen el carácter de elementos
negativos del tipo legal, y por consiguiente ni siquiera quedaría en pie la
valoración típica. Pero las normas permisivas están referidas al
comportamiento de una persona en una situación determinada, de modo
entonces que tampoco pueden prescindir de esa situación y tienen que entrar
por consiguiente a valorar los diferentes aspectos de esa situación. Luego, no
tienen un contenido simple como las normas de prohibición ("se prohíbe
matar", "el que mate ... "), aunque ya las normas de mandato, a diferencia de
estas últimas, requieren realizar una valoración más compleja, ya que por
referirse a una no-acción, tienen necesariamente que valorar una situación
determinada, pues de otra manera no sería posible valorar la acción que ha de
realizarse respecto de ella. La antijuricidad tiene un carácter material y formal y
por consiguiente la afección a un bien jurídico y su imputación objetiva al hecho
típico, resultan aspectos fundamentales y anteriores a resolver si existen o no
causas de justificación. La antijuricidad es más que una valoración puramente
negativa, esto es, la no presencia de causas de justificación, luego
necesariamente hay que partir considerando que hay una situación valorativa
que es trascendente para el conjunto del ordenamiento jurídico, como es la
afección a un bien jurídico. Es por eso que las llamadas normas permisivas
implican un proceso normativo complejo, pues tienen inevitablemente que
considerar además del reconocimiento del derecho a actuar en una
determinada situación, el grado de merecimiento que surge de esa situación en
que se ha afectado un bien jurídico y por consiguiente que puede haber
aspectos de dicha situación que requieren una consideración desde otros
ámbitos del derecho. Desde esta perspectiva habría en principio que conceder
que respecto de cualquier causa de justificación se puede plantear que queda
subsistente, por lo menos, un ilícito de carácter civil, si bien la doctrina
predominante se inclina por la posición contraria, esto es, que la presencia de
una causa de justificación excluye cualquier consecuencia de carácter jurídico,
detrás de lo cual está el planteamiento de la unidad del ordenamiento jurídico
ya criticado en la perspectiva unilateral o absoluta. Sin embargo, por otra parte,
todos los autores reconocen que en el estado de necesidad surge una
consecuencia de carácter civil. Así, en el caso que Pedro para salvar su vida en
grave peligro en virtud de una inundación desvía las aguas que, al desviarse
sobre un predio vecino, producen la muerte de un rebaño de ovejas, si bien se
reconoce valorativamente el derecho a actuar en esa situación, a salvar la vida
como interés preponderante frente a la propiedad de las ovejas, al mismo
tiempo surge una valoración de merecimiento respecto de la situación en que
se ha afectado un bien jurídico ajeno. Es decir, el reconocimiento del derecho a
actuar, por valoración del interés preponderante, no es suficiente al mismo
tiempo para excluir una valoración de merecimiento respecto al
aprovechamiento en esa situación de un bien ajeno, lo que posibilita que en el
ámbito del derecho civil se constante un ilícito y se establezca como sanción
una indemnización de perjuicios. En otras palabras, no es que no haya estado
de necesidad. Esto es, a pesar de que su comportamiento constituye un hecho
típico de daños y que considerado el nivel de la antijuricidad hay una afección
al bien jurídico (en el caso propiedad), imputable objetivamente, sin embargo,
no constituye un ilícito penal, no es antijurídico, por la existencia de un estado
de necesidad (conforme la teoría del interés preponderante). Otra cosa es que
ese hecho, con las características descritas, puede dar lugar en otro ámbito del
derecho, a un ilícito (en el presente caso un ilícito civil). En suma, en el
contenido de la llamada norma permisiva en realidad hay dos normas, una de
reconocimiento de un derecho' y como tal, entonces, no podría ser
desconocida en otro ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido sí que
efectivamente hay unidad del ordena _ miento jurídico. Sería totalmente
contradictorio o absurdo que se reconociera un derecho y por otra parte se
negara ese derecho. Pero junto a la norma de reconocimiento de un derecho,
hay una norma de merecimiento y en este caso sí que la situación es diferente,
pues se trata de valorar una situación y por consiguiente se trata de una
valoración compleja que permite que todo el ordenamiento sea considerado y
que resulte entonces que desde un determinado ámbito del derecho surja· una
responsabilidad determinada (civil, administrativa, tributaria, etc.)

LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN CUANTO CONCRECIÓN DE LAS


NORMAS PERMISIVAS PUEDEN DEJAR SUBSISTENTE UN ILICITO EN
OTRO ÁMBITO DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO

Hemos señalado que las normas permisivas tienen un contenido valorativo


complejo y que, junto al reconocimiento de un derecho, comprenden además el
grado de merecimiento de la situación determinada en que se ejerce el derecho
reconocido. Luego, entonces, en una causa de justificación al considerarse la
perspectiva del merecimiento, puede suceder que quede subsistente un ilícito
en otro ámbito del ordenamiento jurídico. En general la doctrina, como hemos
señalado, reconoce esta segunda valoración en el caso del estado de
necesidad, pero de un modo excepcional y de características sui generis, en
virtud de la existencia de un "bien inocente". El tema a debatir reside entonces
en si este planteamiento se puede generalizar a todas las causas de
justificación. En primer lugar, habría que señalar que es falso que el bien sea
siempre "inocente". Por ejemplo, Pedro por error inevitable se introduce en una
propiedad ajena, dado que los deslindes no están claros, y es atacado por un
perro guardián sumamente agresivo de gran tamaño del dueño del predio, al
que mata para evitar una lesión grave. En este caso el bien afectado no es
"inocente", sin embargo, también habría que llegar a la

conclusión de que tendría lugar la indemnización civil al dueño del predio por la
afección su propiedad: el perro, a pesar de que es evidente que hubo estado
de necesidad y que por consiguiente su hecho típico no es antijurídico. Ahora
bien, para no analizar cada causa de justificación en particular, estimo que es
más adecuado hacerlo respecto de la causa de justificación que por excelencia
se estima fuerte y que por consiguiente según la doctrina tradicional no podría
dar lugar a un ilícito en otro ámbito del ordenamiento jurídico, esto es, la
legítima defensa. De partida, sin embargo, habría que señalar que también la
legítima defensa puede recaer en o implicar un "bien inocente". En efecto
Pedro ante el ataque de José se esconde detrás de un jarrón chino ajeno
sumamente valioso que queda destruido por el golpe de un bate de béisbol, o
bien, Pedro al defenderse de José rompe un cuadro de pintura ajeno de gran
valor que estaba al lado de éste. En ambos casos no hay duda de que Pedro
actuó en legítima defensa. Sin embargo, muchos autores con el objeto de
fundamentar la posibilidad de una acción indemnizatoria y por consiguiente la
existencia de un ilícito diferente al penal, sostienen que por una parte habría
una legítima defensa y, por otra, un estado de necesidad', lo cual ciertamente
no se corresponde con lo realmente sucedido, pues no hay duda de que Pedro
actuó en defensa propia. Otra cosa diferente es que, desde el punto de vista de
la valoración de la situación, sea necesario llegar a la conclusión que, desde
una perspectiva de merecimiento, queda subsistente un determinado ilícito de
carácter civil al aprovechar en su defensa una cosa de otro. Pero podría
pensarse que en el caso de la legítima defensa, lo que sería la diferencia con el
estado de necesidad, solo correspondería considerar un ilícito cuando se trata
de "bienes inocentes". Sin embargo, ello tampoco es así. En efecto, si Pedro en
un error inevitable entra en un predio ajeno, por el hecho de no estar
completamente demarcados los límites y entra en discusión con el dueño, que
para terminar el diálogo le azuza un gran danés en su contra y Pedro para
evitar graves lesiones lo mata, ciertamente ha actuado en legítima defensa,
pero desde un punto de vista valorativo de merecimiento de la situación,
aparece que subsiste un ilícito civil que da lugar a una acción indemnizatoria.
Más aún, entre los requisitos que generalmente se contemplan para la legítima
defensa está a falta de provocación suficiente. Ahora bien, en un caso
determinado puede no constatarse la suficiencia, pero establecerse que hubo
alguna provocación. En tal caso también pareciera que subsiste desde un
punto de vista valorativo un ilícito de carácter civil, que daría lugar a una
determinada acción indemnizatoria. En otras palabras, respecto de ninguna
causa de justificación, aún la propia legítima defensa, se puede afirmar en
forma absoluta que la exclusión de ilicitud penal no implica necesariamente la
falta de ilicitud en todo el ámbito del derecho. Muy por el contrario, siempre
puede subsistir, según el caso concreto, una ilicitud de otro orden, civil,
administrativo, etc." De esta manera queda demostrado que el predicar un
hecho como antijurídico en el ámbito penal, por ser el derecho penal extrema
ratio y porque abarca tanto aspectos formales como materiales, ello implica al
mismo tiempo que ese hecho es ilícito en todo el ámbito del derecho. Lo cual a
su vez se puede plantear también como consecuencia de la unidad del
ordenamiento jurídico. Pero precisamente por ser el derecho penal extrema
ratio, la circunstancia de que un hecho no sea antijurídico por la existencia de
una causa de justificación, esto es, que no sea un ilícito penal, no significa
necesariamente que no pueda constituir un ilícito en otro ámbito del derecho.
Ello se debe a que determinar la no antijuricidad penal no sólo implica
establecer el reconocimiento de un derecho y por tanto de una norma de
reconocimiento, sino que además la complejidad de valoraciones que surgen
en relación a la situación en que trascurre la causa de justificación y que
abarca la norma permisiva a través de valoraciones de merecimiento (normas
de merecimiento) en relación al comportamiento llevado a cabo. De esta
manera entonces se reafirma también en segundo término, la unidad del
ordenamiento jurídico, pues la no ilicitud en un ámbito del derecho y con mayor
razón en el ámbito penal, por ser el último recurso del Estado, no puede excluir
la posibilidad de ilicitud en otro ámbito del derecho. En suma, la circunstancia
de que un ilícito penal lo sea al mismo tiempo para todo el ordenamiento
jurídico y que lo que no es un ilícito penal no excluya la posibilidad de un ilícito
en otro ámbito del derecho, es antes que nada una consecuencia del carácter
de extrema ratio del Derecho Penal y sólo en segundo término lo es en razón
de la unidad del ordenamiento jurídico.

1.7. CAUSAS DE JUSTIFICACION EN PARTICULAR

Las causas de justificación en particular básicamente son las siguientes:

- Estado de necesidad
- Legítima defensa
- Legítima defensa privilegiada
- Defensas mecánicas predispuestas
- Cumplimiento de un deber
- Legitimo ejercicio de un derecho, autoridad y cargo
- Consentimiento
- Lesiones médico-quirúrgicas
- Lesiones deportivas
Enumeración de las causas de justificación:

El cumplimiento de un deber: art. 34 inc.4. Ese deber deberá ser legal, este
principio radica en el art. 1071 del cod. Civil el ejercicio regular de un derecho
propio o el cumplimiento de una obligación no pueden constituir ilícito alguno.

El legitimo ejercicio de un derecho: art. 34 inc. 4. Seria contradictorio reconocer


la existencia de un derecho cuyo ejercicio constituyera un ilícito. Excluye la
antijuricidad de la conducta y quien obra conforme al derecho.

Legitimo ejercicio de autoridad: art.34 inc. 4. Entre estos se encuentran los


poderes de corrección que imparten la patria potestad de los padres sobre sus
hijos menores.

El ejercicio de los poderes disciplinarios sobre sus asociados que es propio de


ciertas corporaciones civiles (clubes, federaciones deportivas, etc.).

El estado de necesidad: no es punible, el que causare un mal por evitar otro


mayor inminente a que ha ido extraño. En este caso la ausencia de
antijuridicidad proviene e la necesidad de evitar un riesgo cuya concertación no
puede ser evitada sino mediante el sacrificio y un bien jurídico. Supone de la
preexistencia de una situación de peligro para un bien jurídico que solo puede
ser salvado con el sacrificio de otro bien jurídico interior al primero.

1.8. REQUISITOS DEL ESTADO DE NECESIDAD:

a. Existencia de un bien jurídico en peligro inminente.


b. Que esta situación no pueda conjurarse sino a través de sacrificio de
otro bien jurídico.
c. Que el bien jurídico sacrificado sea de jerarquía inferior al salvado.
d. Que el que obra en estado de necesidad haya sido totalmente ajeno
a la producción de la situación de peligro que trata de conjurar.
e. Que el agente no haya tenido a su cargo la obligación jurídica de
confrontar el riesgo, o sea el deber de soportar el mal que lo
amenaza.

1.9. CONFLICTO ENTRE BIENES:

En caso de que los bienes sean iguales (matar a otro para salvar la propia) hay
diferencias doctrinarias. Soler que lo mira desde el punto de vista subjetivo dice
que la propia vida es siempre mas importante que la ajena, en cambio Cabral
que lo analiza desde el punto de vista objetivo, dice que nunca hay justificación
por matar a otro en estado de necesidad.
1.10. LEGITIMA DEFENSA

Es una especie de estado de necesidad, ya que el agente obra acuciado por la


necesidad de impedir o repeler la agresión de que es objeto.

Aquí también, en el caso de conflicto entre dos bienes debe prevalecer el de


mayor jerarquía. Pero en este caso la valoración cambia porque la acción del
agresor es injusta, mientras que la del que se defiende esta dentro del derecho,
es por eso que en el caso de que se trate de matar a otra para que no maten
esta conducta es aceptable y encuadra de la legitima defensa.

ELEMENTOS

A. AGRESION ILEGITIMA: La legitima defensa debe ser una reacción


contra el peligro que supone para un bien jurídico el obrar injusto e
otra persona.
B. NECESIDAD RACIONAL DEL MEDIO EMPLEADO PARA
IMPEDIRLA O REPELERLA: A estos se le agrega que deberá ser
oportuna, ni prematura, ni tardía.
C. FALTA DE PROVOCACION SUFICIENTE POR PARTE DEL QUE
SE DEFIENDE: El que se defiende no deberá haber irritado, excitado
o inducido al agresor. La provocación entonces, será la voluntad
deliberada de inducir a alguien a hacer alguna cosa en estado de
irritación o enojo. Pero esta provocación debe ser suficiente, lo cual
será cuando fuese de semejante magnitud como para atenuar, no
justificar la agresión ilegitima.

CAPITULO ll

2.1. CONDICIONES DE LA LEGITIMA DEFENSA

Es necesario analizar las condiciones o requisitos exigidos por la ley para que
se configure la causa de justificación conocida como Legitima Defensa. La
primera de las circunstancias es descrita en el código penal como agresión
ilegitima por parte del que resulta ofendido por el hecho.

La palabra agresión, utilizada por la ley, ha de entenderse en el sentido amplio


de una conducta que constituye un ataque o una ofensa a la persona o
derechos que constituyen un ataque o una defensa a la persona o derechos de
otro, y precisando más, de acuerdo a lo que exige el código penal, una
conducta o comportamiento del hombre que se traduce en una ofensa o ataque
verdadero, actual o inminente a la persona o derechos de otro.

De esta manera, comprendiendo de manera amplia el concepto de agresión, no


se limita a su significación restringida de acontecimiento físico o material de la
persona, de vías de hecho, ya que también se pueden defender otros derechos
además de la vida y la integridad física.
La necesidad del medio empleado debe ser proporcional a la agresión ilegitima.
No toda agresión tiene igual jerarquía ni puede desencadenar justifica mente
una acción. La agresión ilegitima pude ir desde una leve molestia hasta una
agresión de tal entidad que comprometa la vida de quien pretenda haber
obrado en legítima defensa.

La situación de riña en que dos personas se colocan voluntariamente, aunque


de la victima haya partido la primera agresión, excluye el concepto jurídico de
legitima defensa, pues ya el objeto del que hiere o mata no es simplemente
rechazar o impedir una ilegitima agresión sino pelear y causar daño, al
contrario; quien acepta la riña, acepta también todos los accidentes que en tal
cuestión de fuerza puede sobrevenir.

La legitima defensa y la riña cuerpo a cuerpo tienen de semejanza que en


ambas hay agresión y, por consiguiente, defensa, y se diferencian
principalmente en que en la primera el autor de la muerte, de la lesión o el
daño, va obligado a la lucha, impelido por la necesidad de defender su vida o
sus derechos, sin ningún otro medio ambiental y humano de alcanzarlo; es
decir, en términos generales, hay uno totalmente culpable y otro totalmente
inocente.

Y por eso, es causal eximente de toda responsabilidad y pena; en tanto que, en


el segundo, o riña cuerpo a cuerpo, no hay ninguno exento de toda culpa, pues
se provoca y se acepta en una de las tantas formas en que puede originarse un
lance entre dos personas.

CAPITULO lll

3.1. CUMPLIMIENTO DE UN DEBER O EN EL EJERCICIO LEGITIMO DE UN


DERECHO, OFICIO O CARGO

Es otra causa de justificación, conocida como el cumplimiento de un deber o el


ejercicio legitimo de un derecho, señalándose textualmente que no es punible
el que obre en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legitimo de un
derecho, autoridad, oficio o cargo, sin traspasar los límites legales, por
supuesto.

Todas las causas de justificación prácticamente pueden reducirse a esta causal


amplia que consagra el código, según la cual se justifica el hecho típico cuando
es realizado en cumplimiento o en ejecución de la ley, con lo cual se establece,
como principio que responde a una exigencia lógica del sistema, que cuando el
derecho autoriza o faculta, impone o exige un determinado comportamiento,
este no puede considerarse penalmente ilícito, de esta manera, si en virtud de
cualquier norma jurídica, sea de derecho publico o privado, una conducta es
lícita, no puede a la vez ser considerada como ilícita en el ámbito penal.

En primer lugar, el código penal hace referencia en el articulo mencionado, a la


justificación de quien actúa o realiza un hecho, que aparece objetivamente
como típico, en cumplimiento de un deber. Sería ilógico que el ordenamiento
jurídico imponga a un sujeto la obligación de actuar y luego a responder por la
acción realizada.

Obviamente, debe tratarse de un deber jurídico y no de otra índole (moral o


religiosa), impuesto, por lo tanto, por el ordenamiento jurídico, pero que puede
estar fundado no solo en una ley formal sino también en un reglamento, en un
derecho o en una ordenanza. Debe, asimismo, señalarse, que la determinación
del deber puede provenir de la costumbre, siendo uno de los casos, en que
aquella, como fuente de normas no penales, sirve de fuente al derecho penal.

Se debe también aclarar, que, al tratar la ley en esta causal del cumplimiento
del deber, en general, y luego entrar en consideraciones especificas relativas al
ejercicio de la autoridad, oficio o cargo, debe entenderse en este caso que la
referencia se concreta a los deberes que imponen directamente a los
particulares y no a los que deriven de las funciones, cargos u oficios que
desempeñan.

3.2. EL DEBER COMO CAUSA DE JUSTIFICACION

Entre estos deberes cuyo cumplimiento puede dar lugar a la realización de


acciones típicas que resultan justificadas, puede mencionarse la obligación que
tiene el testigo de declarar la verdad sobre los hechos en relación a los cuales
se le interroga y en tales declaraciones revela hechos alusivos al honor o a la
reputación de una persona, o a la obligación de todo ciudadano de comparecer
e informar a los cuerpos legislativos o a sus comisiones en las investigaciones
que aquellos realicen, y en tal virtud, exponen hechos que puedan ser
considerados deshonrosos para terceros.

En estos casos, la conducta queda justificada por cumplimiento del deber.

Interesa, aun así, destacar, que el cumplimiento del deber que justifica una
conducta típica supone la necesidad de que esta se produzca, al enmarcarse
en el campo de la obligación impuesta y que, además, no se exceda el sujeto
traspasando los límites del deber.

El testigo que narra hechos deshonrosos de un tercero, sin que ello sea
necesario, no estaría amparado por el cumplimiento del deber y, dada la
necesidad, se exige que no incurra en exceso en su narración, caso en el cual
solo sería procedente la atenuación.

Forma parte de la tradición jurídica latina, y también lo acoge el ordenamiento


jurídico, el principio ya afirmado por el Derecho romano.

El conflicto en este caso surge entre una norma que tipifica un hecho como
delictivo y otra norma vigente que faculta la realización de tal hecho, la cual
debe prevalecer, por una exigencia lógica del sistema al consagrar un derecho
cuyo ejercicio legitimo implica el sacrificio de un bien jurídico que en tales
circunstancias queda justificado.

LEGITIMA DEFENSA DE TERCEROS


El código dice en el art. 34 inc.7: que aun mediante provocación suficiente por
el agredido subsiste la justificación si el tercero defensor no ha participado en
dicha provocación.

LEGITIMA DEFENSA PRIVILEGIADA

Hay dos hipótesis; aquel que durante la noche rechaza el


escalamiento o fractura de lo cercados, paredes o entradas de su
casa cualquier sea el daño causado por el agresor (art. 34 inc. 6).

EL CONSENTIMIENTO

El consentimiento valido y oportuno del titular de un bien jurídico disponible


excluye la antijuricidad del obrar de quien lo lesiona. Esto será valido solo si se
trata de bienes disponibles, la vida por supuesto no lo es. En el caso de las
lesiones (donar sangre, tatuaje, corte de uñas y pelo) el consentimiento es
válido, pero si fueran graves o gravísimas.

LESIONES MEDICO QUIRURGICAS

Si el mal ocasionado es mayor que el que pudiera haber ocurrido (se corta una
pierna para evitar una infección), habrá justificación.

No habrá problema, si en el caso de una operación hubo consentimiento, pero


si no lo hubo y la operación salió mal, entonces se deberá determinar si el
cirujano actúa contrariando o no la voluntad presupuestada del paciente.

LESIONES DEPORTIVAS

Solo podrán considerar las lesiones leves en el caso de los deportes de riesgo
(boxeo); si la practica del deporte no es bajo ningún aspecto riesgoso entonces
no habrá justificación por ningún tipo de lesiones (futbol).

3.3. CUMPLIMIENTO DE UN DEBER: LA OBEDIENCIA JERARQUICA

Distintos supuestos.

La obediencia jerárquica presupone una estructura jerarquizada establecida por


el derecho.

La obediencia debida puede tener varios supuestos:

1. Que la orden sea impartida legítimamente.


2. Que la orden sea no sea legal salvo en la forma.
3. Que la orden manifiestamente ilegal se cumpla en forma que
configure en injusto.
4. Que la orden manifiestamente antijuridica del superior jerárquico,
se cumpla.
5. Puede ser que el subordinado tenga conciencia efectiva de la
antijuricidad de la orden, pero que se encuentre en estado de
necesidad inculpante.

De las cinco hipótesis que acabamos de mencionar, vemos que la primera y la


segunda son casos de atipicidad por cumplimiento de un deber jurídico, la
tercera es un estado de necesidad justificante; la cuarta es un error de
prohibición y la quinta es un estado de necesidad exculpante.

EJERCICIO DE UN DERECHO

En principio, ejercen sus derechos todos los que realizaron conductas que no
son prohibidas. (principio constitucional de reserva).

Causal de justificación genérica. Es un enunciado genérico. Hay que remitirse a


otra parte del ordenamiento jurídico para ver cual era la autoridad o derecho del
que era titular. Ejemplo: derecho de retención. CC art. 3939. No se puede
prever en el código Penal todas las autorizaciones.

LEGITIMA DEFENSA

En la actualidad se reconoce únicamente la naturaleza de justificación de la


legitima defensa, a partir de Hegel, quien la explica igual que la pena ( la
negación del delito, que es la negación del derecho, luego la negación de la
negación es la afirmación, la legitima defensa es la afirmación del derecho)

El problema no es la naturaleza, sino su fundamento. Se lo define por principio


de conservar el orden jurídico y e garantizar el ejercicio de los derechos.

El fundamento de la legitima defensa es único porque se basa en el principio


que nadie puede ser obligado a soportar el injusto. Se trata de una situación
conflictiva en la cual el sujeto puede actuar legítimamente porque el derecho no
tiene otra forma de garantizarle el ejercicio de sus derechos, o mejor dicho de
sus bienes jurídicos.

3.4. CARACTERES DE LA DEFENSA PROPIA

La defensa propia o de sus derechos abarca la posibilidad de defender


legítimamente cualquier bien jurídico. El requisito de la racionalidad de la
defensa exige una cierta proporcionalidad entre la acción defensiva y la
agresiva, cuando ella sea posible, es decir que el defensor debe utilizarse el
medio menos lesivo que tiene en sus manos. Así puede defenderse cualquier
bien jurídico, a condición que la defensa no exceda los límites de la necesidad.

Requisitos: necesidad racional del medio empleado. Falta de provocación


suficiente.
Tiene requisitos legales, que a falta o ausencia de ellos impide la legitima
defensa.

Agresión legitima: es el ataque hacia un bien jurídico tutelado por un hombre.


La agresión debe ser conducta típica y antijuridica, o sea un injusto, para que
de pie a quien lo padece para defenderse. Debe ser cualquier bien jurídico.

Proporcionalidad en la defensa: frente al ataque el sujeto que lo padece esta en


condiciones de ejercerla, pero debe hacerla en forma proporcional al ataque.
La defensa no puede afectar con mayor intensidad de la que recibe. El medio
no es detonante en la proporción, pero hay que utilizar el menor agresivo. La
proporcionalidad está dada por el acto de defensa y el medio menor agresivo
que se tenga a mano. La reacción de la defensa debe ser antes, nunca
después; porque parecería una venganza y cesa el estado de necesidad.

Falta de provocación suficiente por parte del que se define: este debe ser ajeno
a la agresión, no provocada porque si la provoca no puede ejercer la legitima
defensa. La provocación debe ser suficiente y esto esta dado por las
características de los sujetos y la intensidad de la misma; no hay un parámetro,
se lo analiza en cada caso en particular.

3.5. ESTADO DE NECESIDAD JUSTIFICANTE

En este supuesto, el que sufre el mal menor no a hecho nada contrario al


derecho y, no obstante, debe soportar el mal, porque el que lo infiere se
encuentra en una situación de necesidad en la que el conflicto factico le impone
una elección. El mal que se quiere evitar puede provenir tanto de una fuerza de
la naturaleza como de una acción humana.

3.6. EXCESO DE JUSTIFICACION

Tanto la antijuricidad como la culpabilidad son características graduables, es


decir, que un injusto será mayor o menor según el grado de antijuricidad del
mismo. Estas disposiciones han dado lugar a diferentes interpretaciones,
aunque Zaffaroni indica que son conductas dolosas, solo que, con un menor
contenido de antijuricidad, es decir, un injusto menor, indicando que solo caben
en el articulo 35 los casos de conducta que comienzan siendo conformes a
derecho y se prolongan en el tiempo ya fueron del amparo del tipo permisivo,
por haber cesado sus caracteres, entendiendo que para nada se requiere error
en esta disposición.

CAPITULO IV

4. PRESUPUESTOS DE LA ANTIJURICIDAD

Los presupuestos de la antijuricidad requieren para su existencia de dos


presupuestos; primero que se de como consecuencia de la tipicidad, esto es,
que la tipicidad se traduzca simplemente en un indicio de antijuricidad, y esta
solo cobre vigencia en los casos en que no se presente una causa de
justificación; y segundo, la existencia de un desvalor de acción y de resultado
en el comportamiento desplegado por el sujeto activo, lo cual se traduce en que
la acción y el resultado ocasionados con motivo de la primera deben analizarse
de manera conjunta y bajo ninguna circunstancia de manera independiente.

En atención a lo anterior, es necesario a nivel de presupuesto de la


antijuricidad analizar una acción típica, la cual refiera a su vez el desvalor de
acción y el desvalor de resultado.

Podemos señalar que el desvalor de acción y el desvalor de resultado


constituyen los elementos característicos de la antijuricidad se encuentran en
un contexto eminentemente valorativo, siendo inadmisible integrarla con
aspectos objetivos de manera exclusiva.

V. ANALISIS

La teoría del delito se ha encargado de estudiar los elementos comunes a


todos los delitos, es decir los elementos necesarios que requieren los delitos
para su configuración. Doctrinalmente se ha establecido que los elementos
esenciales para la configuración del delito son tres: tipicidad, antijuricidad y
culpabilidad. En tal sentido, si la conducta realizada por un sujeto es típica,
antijurídica y culpable, entonces nos encontraríamos frente a un delito. Estos
elementos, vale decir, se rigen por la preclusividad. Esto quiere decir que para
que se configure el delito se deben haber verificado los tres, uno después del
otro, porque si uno no se verifica, entonces no se podrá pasar a analizar el
siguiente. En el presente artículo nos encargaremos de mencionar brevemente
los elementos del delito y de desarrollar, es específico, el elemento de
antijuricidad.

Para empezar, es necesario tener en consideración como presupuesto a los


elementos esenciales del delito, que son la tipicidad, la antijuricidad y la
culpabilidad. En primer lugar, la tipicidad analiza si la conducta o el hecho
realizado por el sujeto están previstos en la ley penal. En segundo lugar, la
antijuricidad analiza si la conducta típica está permitida por el ordenamiento
jurídico, esto porque lo antijurídico es aquello contrario a derecho, pero no todo
lo típico es antijurídico. En tercer lugar, la culpabilidad analiza a la persona y su
culpabilidad en la acción realizada; en tal sentido, se analiza la imputabilidad
del delito a la persona, por ello el conocimiento del delito es necesario para
establecer la culpabilidad: no comete delito aquella persona que no sabe que
su conducta es típica y antijurídica. Con todo esto se puede afirmar que los dos
primeros elementos del delito giran en torno a la acción del sujeto (conducta),
mientras que el tercer elemento gira en torno al sujeto mismo.

Una vez establecidos los tres elementos, nos abocaremos al análisis del
segundo elemento esencial del delito: la antijuricidad.  Este elemento, al igual
que la tipicidad, tiene el foco de análisis puesto en la conducta realizada por el
sujeto. Lo que se analiza es si la conducta realizada considerada como típica
se encuentra justificada por el ordenamiento jurídico. Lo normal es que si el
hecho es típico también sea antijurídico; no obstante, habrá excepciones, como
veremos más adelante.

Las excepciones antes mencionadas se generan cuando una conducta típica


(normalmente antijurídica) es justificada por el ordenamiento jurídico en
general, es decir el ordenamiento no considera que esa conducta sea
antijurídica por las características del caso. Es necesario acotar respecto a esto
que la justificación no se limita al derecho penal, ya que puede que otras ramas
del Derecho sean la fuente de justificación.  En ese sentido estaríamos
haciendo referencia a una justificación extrapenal.

Ahora bien, para que una conducta sea antijurídica debe darse tanto la
antijuricidad formal como el material. En la primera se analiza si la conducta
típica es rechazada por el ordenamiento. En la segunda se analiza si la
conducta ha lesionado o puesto en peligro un bien jurídico protegido. No
obstante, todo lo anterior, es posible que una conducta típica sea justificada por
el ordenamiento jurídico. Las “causas de justificación” son aquellos motivos por
los que una conducta típica deja de ser antijurídica. Las causas de justificación
pueden ser perfectas o imperfectas. Serán perfectas cuando concurran tanto
los elementos objetivos, como los subjetivos (objetivos: que cada elemento de
cada causa de justificación exista; subjetivos: que el sujeto actúe de acuerdo a
una causa de justificación). Serán imperfectas entonces cuando no concurran
todos los elementos.

VI. CONCLUSIONES

dentro de la concepción del conocimiento de la antijuricidad debemos de


abordar necesariamente algunos aspectos básicos en cuanto a sus
delimitaciones: la conciencia y la duda de la desaprobación jurídico penal, así
como su divisibilidad y potencialidad.

Al poner en cuestionamiento de que tan claro debe ser el conocimiento de la


prohibición, señala que le autor actúa en error de prohibición cuando al cometer
el hecho, es decir en el momento de la acción, le falta comprensión del injusto.
A lo que surge el planeamiento de que significa esta comprensión del injusto
con cuya presencia se excluye desde el principio un error de prohibición, a lo
que dando una solución viable sostiene que si el autor, al cometer el hecho,
siempre tuviera que pensar en la prohibición, la mayoría de los delincuentes
actuarían bajo un error de prohibición pues, al ejecutar el hecho, tienen en la
cabeza cosas distintas de la prohibición.

Ponderado los argumentos de la teoría del dolo y de la culpabilidad, opino que


los motivos que hablan a favor de la teoría restringían de la culpabilidad son
más atendibles, en función a que ofrece un mejor tratamiento al error de
prohibición.

Considero importante y vital que el autor pueda percatarse de la prohibición de


la acción como momento propio de los delitos imprudentes. En ellos es preciso
también la conciencia potencial, al igual que en los delitos dolosos, de la norma
prohibitiva del resultado como exigencia del principio no hay pena sin
culpabilidad. La contradicción entre la total realización típica y el ordenamiento
jurídico ha de poder ser actualizada en la conciencia el autor.

Frente a la problemática del conocimiento eventual, las discrepancias


doctrinales frente a la reseña postura dominante han seguido dos líneas. La
primera, que entiende que basta con representarse seriamente la posibilidad de
que el hecho este prohibido para hablar de conocimiento eventual de la
antijuricidad. Mientras que la segunda, que con independencia de que sus
posiciones en torno a los supuestos en que ocurre conocimiento eventual de la
antijuricidad coincidan con las dominantes, entiende que dicho conocimiento,
aunque desde luego excluye el error de privilegio respecto al conocimiento con
seguridad.

Debe de recogerse la posición en la que se acepta al conocimiento eventual


como conocimiento seguro de la antijuricidad, ya que quien tiene la
representación de hacer algo posiblemente injusto y acoge esta posibilidad en
su voluntad, tiene consciencia del injusto.

VII. RECOMENDACIONES

En este trabajo se podrían trasladarse estas propuestas de flexibilización de los


límites de la conciencia de la antijuricidad a nuestro Derecho positivo. Como ya
hemos visto, el modelo de tratamiento legal del error de prohibición se ordena
aparentemente en torno a la conciencia de lo injusto, pero depende en realidad
del término evitabilidad El primer modelo español se ordenaba aparentemente
en torno al concepto de error, pero dependía en realidad de la conciencia
positiva de la antijuricidad.

Se debe señalar también que el nuevo CP es susceptible de ser interpretado


en esta misma clave psicologicista. Sin embargo, el nuevo modelo legislativo
español pivota auténticamente en torno a la noción de error, de tal manera que
el resto de conceptos se conforman secundariamente sobre esta base.

Se debe efectuar la mención alguna a conciencia de lo injusto, conocimiento de


la antijuricidad, creencia sobre la licitud o cualquier otra representación o dato
psicológico que predetermine directamente el concepto de error. El legislador
español no establece expresamente que la efectiva comprensión de la
antijuricidad sea un requisito que fundamente la responsabilidad plena del
sujeto.

Se debe efectuar mención alguna a conciencia de lo injusto, conocimiento de la


antijuricidad, creencia sobre la licitud o cualquier otra representación o dato
psicológico que predetermine directamente el concepto de error. El legislador
español no establece expresamente que la efectiva comprensión de la
antijuricidad sea un requisito que fundamente la responsabilidad plena del
sujeto. A diferencia del StGB, el error de prohibición no se presenta como el
aspecto negativo, como el reverso de la conciencia de lo injusto. Legalmente,
error es un concepto primario.
Se debe tener noción que la mayor o menor restricción de la punibilidad estará
vinculada también a la resolución de otras cuestiones. Algunas, externas,
especialmente la determinación del objeto del dolo natural y su incidencia en la
delimitación entre error de tipo y error de prohibición. Otras, internas, como el
objeto de la conciencia de la antijuricidad. Así, por ejemplo, una conciencia
actual del injusto que se conforme simplemente con la posibilidad de que la
conducta sea contraria a los valores inspiradores del ordenamiento jurídico no
parece mucho más garantista que un modelo desligado ocasionalmente del
dato del conocimiento pero que considere motivo atendible el desconocimiento
del carácter penalmente prohibido del hecho y que no tienda a cargar la
confusión normativa al ciudadano sino al Estado.

VIII.BIBLIOGRAFIA

file:///C:/Users/TOSHIBA/Downloads/TDFS3de3.pdf

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/1/44/9.pdf

file:///C:/Users/TOSHIBA/Downloads/Dialnet-
AntijuricidadYCausasDeJustificacion-6263236%20(2).pdf
MARCO TEORICO

ANALISIS

CONCLUSIONES

RECOMENDACIONES

BIBLIOGRAFIA

ARIAL 12

ESPACIO 1.5

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