Está en la página 1de 19

UNIDAD 7 DERECHO PENAL

Antijuridicidad y su Aspecto Negativo

Introducción

A partir del 16 de junio de 2016, la antijuridicidad es el único elemento positivo del delito
que se mantuvo intacto, sin reformas sustanciales que modificaran su estructura. Hablar
de este elemento del delito es hablar de un juicio de valor objetivo que se hace de una
conducta o hecho típico que lesiona o pone en peligro al bien jurídico tutelado (Calderón,
2015: 19).

Lo anterior significa, que gracias a la antijuridicidad podemos identificar que conductas


son consideradas como licitas o ilícitas; desde el punto de vista penal, serán:

Lícitas
Cuando se trate de conductas desarrolladas conforme a derecho, pues se tratan de
conductas que no producen una sanción penal, ya sea prisión o medida de seguridad.

Ilícitas
Cuando el sujeto activo del delito desarrolle una conducta prohibida por la Ley Penal, es
decir, despliega una conducta contraria a derecho.

En palabras de Plascencia Villanueva (2004: 133), la antijuridicidad es un concepto que


sirve de referencia para los comportamientos típicos contrarios al contenido de una
norma inmersa en la ley penal.

Para que una conducta sea considerada antijurídica es necesario que previamente se
hayan acreditado dos requisitos:

Primero

La tipicidad de la conducta del sujeto activo del delito (compuesta por la conducta,
el dolo neutro, el tipo penal y el razonamiento lógico).

Segundo

La ausencia de alguna causa de justificación de la conducta típica.

Es decir, sí la conducta desplegada por el agente asocial encuadra en una figura


delictiva, entonces, es necesario determinar sí esa conducta típica trae como
consecuencia una acción u omisión contraria a derecho, y sobre todo, trae como
consecuencia un resultado contrario a derecho, que no se encuentre justificado por la ley
penal (esto es, que no se acredite alguna causa de justificación, también conocida como
causa de licitud de la conducta típica).

Hasta este momento, sabemos que el delito es una conducta típica, y ahora antijurídica.
Es por ello que, dentro de esta unidad, estudiemos más a fondo este elemento, en su
dimensión positiva y negativa.

Objetivo particular

Establecerá los elementos del delito que sustentan la responsabilidad penal personal;
explicará en qué consiste la imputabilidad penal, su naturaleza jurídica y ubicación
sistemática, así como su aspecto negativo, la culpabilidad y las principales teorías que la
explican, cuáles son y en qué consisten las diferentes causas de inculpabilidad.

Temario

Unidad 7. Antijuridicidad y su Aspecto Negativo

 7.1. Antijuridicidad y licitud
o 7.1.1. Historia del concepto de antijuridicidad
o 7.1.2. Antijuridicidad general y penal; formal y material; y objetiva y
subjetiva
o 7.1.3. Problemática del consentimiento ante la tipicidad y la antijuridicidad
o 7.1.4. Las causas de justificación (otras denominaciones) y sus fundamentos
 7.2. Las causas de justificación (otras denominaciones) y sus fundamentos
o 7.2.1. Defensa legítima
o 7.2.2. Estado de necesidad
o 7.2.3. Ejercicio de un Derecho
o 7.2.4. Cumplimiento de un deber

Antijuridicidad y licitud
La antijuridicidad es el elemento positivo del delito, y la licitud de la conducta es el
elemento negativo del delito, ya que una conducta es antijurídica cuando no existe alguna
causa de justificación (licitud). 

El penalista Muñoz Conde, en su libro Teoría general del delito, sostiene que la
antijuridicidad "es un juicio negativo de valor que recae sobre un comportamiento
humano y que indica que ese comportamiento es contrario a las exigencias del
ordenamiento jurídico" (2012: 82).
Por su parte, Juan Andrés Hernández Islas afirma que doctrinalmente se ubica a la
antijuridicidad en un doble aspecto: uno formal y otro material. "El primero se refiere a la
contradicción entre el hecho y la norma, o mejor dicho, esa contradicción entre la
conducta humana y la prohibición o mandato contenido en la ley penal. Por su parte, el
segundo existe cuando esa transgresión de la ley afecta los intereses de la sociedad; esa
exteriorización de la conducta, que lesiona, que agrede a la colectividad" (2006: 100).

Recordemos, que la antijuridicidad se refiere a todas las acciones u omisiones que son
contrarias a derecho, y debido a ello, se aplica la sanción prevista en la norma jurídica.

No obstante, especificadamente, en materia penal la Suprema Corte de Justicia de la


Nación señala que "la antijuridicidad implica que la conducta desarrollada por el sujeto
activo contraviene lo que dispone la norma jurídica, lo que puede darse cuando no exista
una excluyente de responsabilidad o haya una causa de licitud" (SCJN, 2003: 7).

Historia del concepto antijuridicidad

Todos los sistemas doctrinales consideran a la antijuridicidad como un elemento del


delito. Sin embargo, su historia la podemos dividir en dos grandes momentos:

Primer momento. Antijuridicidad objetiva


Este momento histórico corresponde al causalismo, el cual se puede considerar como el
primer sistema doctrinal que utiliza el modelo conceptual analítico (el delito compuesto
por más de dos elementos). En esta época, se considera que la antijuridicidad tiene un
carácter objetivo.

Luis Jiménez de Asúa 


Define bien el carácter objetivo de la antijuridicidad, al afirmar que “lo antijurídico es
objetivo al ligar el acto con el Estado, no siendo antijurídico lo captado por el dolo, sino el
deber de no violar las normas jurídicas” (1954: 302).

En este momento histórico la antijuridicidad no tiene connotaciones subjetivas que están


relacionadas con la culpabilidad, es decir, con el dolo o la culpa. Lo relevante para el
derecho penal es que la conducta (acción u omisión) implique el deber de no violar el
ordenamiento jurídico imperante en ese momento.

Máxime si partimos del hecho que, a partir de la aparición de la figura de representación


política, todo el pueblo sabe que conductas están prohibidas y cuáles no. Lo que significa
que realizar una conducta antijurídica implica no respetar los bienes jurídicos protegidos
por el Derecho.

En esta época, existen dos corrientes teóricas que estudian el carácter objetivo de la
antijuridicidad: 
 El carácter objetivo de la conducta: la antijuridicidad se puede obtener sólo de la
conducta (acción u omisión), desplegada por el sujeto activo del delito.
 El carácter objetivo de la conducta-resultado: La antijuridicidad se puede obtener
tanto a la conducta como al resultado obtenido por el sujeto activo del delito. En
virtud del cual se afectó un bien jurídico protegido.

En este sentido, la antijuridicidad es la desaprobación de la conducta humana frente al


orden jurídico establecido, en un lugar y tiempo determinado.

Segundo momento. Antijuridicidad subjetiva

Surge a partir del sistema doctrinal del finalismo. Desde este momento se reconoce que la
antijuridicidad tiene también un carácter subjetivo. Por lo que la antijuridicidad es objetiva
(resultado) y subjetiva (anímico). 

Welzel (1993: 61) explica el carácter subjetivo, pues sostiene que la antijuridicidad es un
juicio de valor objetivo, en tanto se pronuncia sobre la conducta típica a partir de un
criterio general: el ordenamiento jurídico. El objeto que es estimado como antijurídico, es
decir, la conducta típica de un hombre, constituye una unidad de momentos del mundo
externo (objetivos) y anímicos (subjetivos).

A partir del finalismo, el carácter subjetivo de la antijuridicidad se refiere no sólo al


resultado producido por la acción (carácter objetivo) generado por el agente asocial, es
decir, el daño o puesta en peligro (resultado) del bien jurídico tutelado no genera, por si
misma, la antijuridicidad. 

Para que exista antijuridicidad es necesario, además del resultado, el carácter anímico de
la conducta, es decir, es antijurídica porque el agente asocial tiene la actitud de producir el
daño o puesta en peligro del bien jurídico tutelado.

En esta tesitura se encuentra Aldo Moro, quien afirma que en la antijuridicidad “el
acatamiento lo mismo que la violación son necesariamente procesos de voluntad” (1949:
30).

Posterior al finalismo, las teorías post-finalistas perfeccionan la omisión como una forma
de producir la antijuridicidad, pues se sostiene que el carácter subjetivo de la
antijuridicidad también se produce por la violación a un deber jurídico que es
objetivamente necesario cumplir.

De esta forma, en
la actualidad podemos definir a la antijuridicidad
con aquella conducta contraria a derecho que produce un daño o
puesta en peligro al bien jurídico tutelado, ya sea que el resultado
se produzca con dolo, o con culpa.

Antijuridicidad general y penal, formal y material, y objetiva y subjetiva

Ahora sabemos que la configuración actual de la antijuridicidad está compuesta por dos
elementos: un resultado que daña o pone en peligro a un bien jurídico; y una voluntad de
producir el resultado, o en su caso, un incumplimiento a un deber jurídico que es
objetivamente necesario cumplir. Sólo si se satisfacen esos dos elementos podemos decir
que una conducta es contraria a lo previsto por la norma jurídica establecida en la ley
penal. 

Para profundizar en el análisis de la antijuridicidad es necesario realizar las siguientes


clasificaciones.

General

Se refiere a la violación de una norma jurídica, misma que puede ser de cualquier materia.
Por ejemplo, el incumplimiento del pago de renta es una violación al artículo
2425, fracción I, del Código Civil Federal, y como tal tiene como consecuencia jurídica la
recisión del contrato de arrendamiento, tal y como lo disponen los artículos
2483, fracción IV, y 2489, fracción I, del Código Civil Federal. Por su parte, tratándose de
materia penal, la violación a una norma jurídica trae como consecuencia una sanción, que
puede ser desde una multa hasta una pena privativa de la libertad. 

Bajo esta clasificación, la antijuridicidad es unitaria, aplica para todo el derecho, la única
diferencia es la materia que regula y la consecuencia que acarrea el incumplimiento a lo
dispuesto por la norma jurídica.

Penal

Se refiere a que la antijuridicidad es un elemento del delito que implica, como sostiene la
SCJN, que la conducta desarrollada por el sujeto activo contraviene lo que dispone la
norma jurídica, lo que puede darse cuando no exista una excluyente de responsabilidad o
haya una causa de licitud.

Formal

La antijuridicidad constituye una transgresión a la norma dictada por el Estado,


contrariando el mandato o la prohibición del ordenamiento jurídico (Pavón, 1999: 333).

Material

El contenido material de la antijuridicidad consiste en la lesión o puesta en peligro de los


bienes jurídicos o de los intereses jurídicamente protegidos, o en el solo atentado contra
el orden instituido por los preceptos legales (Pavón, 1999: 335). En este sentido, la
antijuridicidad se constituye con la ofensa al bien jurídico tutelado por las normas, se
concibe al delito como socialmente dañoso.

Objetiva

La antijuridicidad es objetiva porque se produce un resultado que daña o pone en peligro


al bien jurídico protegido, derivado de la acción u omisión del sujeto activo del delito. De
aquí, que la antijuridicidad es contraria a la norma jurídica por haber causado un daño o
puesta en peligro al bien jurídico tutelado por esa norma jurídica.

Subjetiva

La antijuridicidad es subjetiva porque el agente asocial tiene la actitud de producir el daño


o la puesta en peligro del bien jurídico tutelado, o en su caso, porque se produjo la
violación a un deber jurídico que es objetivamente necesario cumplir. De aquí, que la
antijuridicidad es contraria a la norma jurídica penal porque la conducta típica se cometió
con dolo o culpa.
Problemática del consentimiento ante la tipicidad y la antijuridicidad

Por cada elemento positivo del delito existe su elemento negativo. Normalmente, cada
elemento negativo es exclusivo, es decir, no se repite en algún otro elemento. 

Sin embargo, el consentimiento es la excepción a la regla, ya que el consentimiento es el


elemento negativo de la tipicidad, y simultáneamente, de la antijuridicidad. Debido a ello,
esto puede representar un problema a la hora de procurar e impartir justicia.

No obstante, lo anterior, esta posible confusión se resuelve cuando analizamos la


función del consentimiento.

Si el consentimiento tiene la función de eliminar la tipicidad

Se debe acreditar que antes de que se desplegara la conducta que encuadra en un tipo
penal, existió el consentimiento del sujeto pasivo del delito, por lo que no debe
considerarse como delito, pese a que se presenta el exacto encuadramiento de la
conducta del agente social en la descripción legal considerada como delito. En este tipo de
casos, el consentimiento como excluyente del delito se denomina “consentimiento de la
víctima que recaiga sobre algún bien jurídico disponible”. Su fundamento legal se
encuentra en el artículo 405, fracción II, del Código Nacional de Procedimientos Penales,
en relación con el artículo 29, apartado A, fracción IV, del Código Penal para el Distrito
Federal. 

Cada persona tiene derechos subjetivos que se encuentra respaldados en una norma
jurídica, que, en materia penal, esos derechos subjetivos se encuentran protegidos por el
bien jurídico, es por ello, que todas las personas pueden disponer de sus bienes jurídicos,
pero no todos los bienes jurídicos pueden ser disponibles, dependerá de cada situación.

En el delito de estupro el bien jurídico es el normal desarrollo de la sexualidad, el cual es


un bien jurídico no disponible porque un menor de edad no tiene capacidad de ejercicio,
eso significa que su consentimiento no excluye la responsabilidad penal. Caso diferente es
el supuesto de una relación sexual sostenida entre mayores de edad con consentimiento,
ya que, en ese supuesto, se trata de una relación sexual consensuada, pues de no existir el
consentimiento se configuraría el delito de violación.

Si el consentimiento tiene el objetivo de eliminar la antijuridicidad

Se debe acreditar que, pese a que no existe consentimiento previo, el consentimiento se


presume porque la conducta desplegada por el agente asocial se presentó en condiciones
tales que permiten deducir fundadamente que el titular del bien jurídico lo habría
otorgado. Su fundamento legal se encuentra en el artículo 405, fracción II, del Código
Nacional de Procedimientos Penales, en relación con el artículo 29, apartado B, fracción
V, del Código Penal para el Distrito Federal.

Por otra parte, es importante diferenciar entre el consentimiento y formas de terminación


de un procedimiento penal, pues la misma puede representar una problemática en su
ejercicio profesional. Aunado a esto, el estudio de este apartado le permitirá obtener
información relevante a la hora de realizar una acusación o defensa de un caso.

En este sentido, tratándose de la antijuridicidad la presencia del consentimiento provoca


la licitud de la acción u omisión, desplegada por una persona.

Ahora bien, la ausencia del consentimiento implica la integración de un delito que da lugar
a un procedimiento penal. Lo que significa que debe atenderse al delito para determinar si
es posible terminar el procedimiento penal desde la integración de la carpeta de
investigación con un criterio de oportunidad, o en su caso, una vez que se dicta el auto de
vinculación al proceso con un acuerdo reparatorio o una suspensión condicional del
proceso, hasta antes de que se dicte el auto de apertura al juicio oral. 

La diferencia entre una y otra forma de terminación del procedimiento penal es


la naturaleza del delito, atendiendo a su culpabilidad. Pues para delitos culposos es
procedente el acuerdo reparatorio y para los delitos dolosos es procedente la suspensión
condicional al proceso.

Acuerdo reparatorio 

El artículo 186 del Código Nacional de Procedimientos Penales define al acuerdo


reparatorio como: “aquéllos [acuerdos] celebrados entre la víctima u ofendido y el
imputado que, una vez aprobados por el Ministerio Público o el juez de control y
cumplidos en sus términos, tienen como efecto la extinción de la acción penal”. 

Dichos acuerdos son procedentes desde la presentación de la denuncia o querella hasta


antes de decretarse el auto de apertura de juicio, en los siguientes casos:
Suspensión condicional del proceso

Por su parte, el artículo 191 del Código Nacional de Procedimientos Penales, establece


otra forma de terminación anticipada del proceso penal, la suspensión condicional del
proceso, que es definida como “el planteamiento formulado por el Ministerio Público o
por el imputado, el cual contendrá un plan detallado sobre el pago de la reparación del
daño y el sometimiento del imputado a una o varias de las condiciones que refiere este
capítulo, que garanticen una efectiva tutela de los derechos de la víctima u ofendido y que
en caso de cumplirse, pueda dar lugar a la extinción de la acción penal”.

La suspensión será procedente una vez dictado el auto de vinculación a proceso hasta
antes de acordarse la apertura de juicio, en los siguientes casos:

La diferencia entre el consentimiento y las formas de terminación de un procedimiento


penal es el tiempo: si el consentimiento se dio con anticipación a la realización de la
conducta, o se deduce fundadamente por el contexto en que se dio la conducta, entonces,
se trata de una causa de licitud, en cambio, si una vez que se ha consumado la conducta o
se ha puesto en peligro un bien jurídico tutelado, se puede dar el consentimiento para
terminar con un procedimiento penal.

Por último, si una vez que se ha consumado la conducta o se ha puesto en peligro un bien
jurídico tutelado, sin el consentimiento del sujeto pasivo del delito, puede aplicarse
el criterio de oportunidad, y de esta forma terminar con un procedimiento penal,
sin tomar en cuenta si existe o no consentimiento del sujeto pasivo del delito para esta
decisión.

De acuerdo con el artículo 256, del Código Nacional de Procedimientos Penales, para la


procedencia de un criterio de oportunidad es necesario que se cumplan con los siguientes
requisitos:

Artículo 256. I.
Se trate de un delito que no tenga pena privativa de libertad, tenga pena
alternativa o tenga pena privativa de libertad cuya punibilidad máxima sea de
cinco años de prisión, siempre que el delito no se haya cometido con violencia.

 Artículo 256. II.


Se trate de delitos de contenido patrimonial cometidos sin violencia sobre las
personas o de delitos culposos, siempre que el imputado no hubiere actuado en
estado de ebriedad, bajo el influjo de narcóticos o de cualquier otra sustancia que
produzca efectos similares.

Artículo 256. III.


Cuando el imputado haya sufrido como consecuencia directa del hecho delictivo
un daño físico o psicoemocional grave, o cuando el imputado haya contraído una
enfermedad terminal que torne notoriamente innecesaria o desproporcional la
aplicación de una pena.

Artículo 256. IV. 


La pena o medida de seguridad que pudiera imponerse por el hecho delictivo que
carezca de importancia en consideración a la pena o medida de seguridad ya
impuesta o a la que podría imponerse por otro delito por el que esté siendo
procesado con independencia del fuero.

Artículo 256. V. 


Cuando el imputado aporte información esencial y eficaz para la persecución de un
delito más grave del que se le imputa, y se comprometa a comparecer en juicio.

 Artículo 256. VI. 


Cuando, a razón de las causas o circunstancias que rodean la comisión de la
conducta punible, resulte desproporcionada o irrazonable la persecución penal.

A partir de todo lo anterior, se nos presentan tres escenarios distintos:


Las causas de justificación (otras denominaciones) y sus
fundamentos

El elemento negativo de la antijuridicidad se denomina causas de justificación, pero


también puede denominársele causas de licitud. Todo depende de la perspectiva que se
utilice. 

Se denominarán causas de justificación porque son excluyentes de delito consideradas


como excepciones de ley, ya que la conducta no es delictiva porque el sujeto imputado
actúa conforme a derecho, pese a ser una conducta típica es una excepción de ley.
Se denominan causas de licitud porque son excluyentes de delito consideradas como
permisos, o autorizaciones, para despegar la conducta típica.

Es por ello, que Gerardo Armando Urosa Ramírez afirma "que las causas de justificación
son permisos, autorizaciones, o excepciones que la ley contempla para eliminar el carácter
antijurídico de la conducta, bajo determinadas circunstancias" (2006: 194). Como señala
Eduardo López Betancourt, "dentro de las causas de justificación el agente obra con
voluntad consiente, en condiciones normales de imputabilidad, pero su conducta no
será delictiva por actuar conforme a derecho, y por ello, no puede lesionar ningún bien
jurídico" (2006: 153).

Ante esto, la legislación penal mexicana prevé cuatro causas de justificación: El


consentimiento presunto, defensa legítima, estado de necesidad, ejercicio de un derecho
o cumplimiento de un deber. La idea central o esencia de cada causa de justificación es la
siguiente:

 Consentimiento presunto: Acto consensuado.


 Legítima defensa: Agresión real.
 Estado de necesidad justificante: Peligro real.
 Ejercicio de un derecho: Derecho subjetivo establecido a favor del gobernado.
 Cumplimiento de un deber: Deber jurídico del servidor público.

A continuación vamos a analizar a fondo cada una de las causas de justificación.

Legítima Defensa 

La legítima defensa es una excluyente de responsabilidad, específicamente, es una causa


de justificación o de licitud. Se encuentra previsto en el artículo 405 , fracción II ,
del Código Nacional de Procedimientos Penales , en relación con el artículo 29, Apartado
B, fracción I, del Código Penal para el Distrito Federal.

Se presenta cuando se repele una agresión real, actual o inminente y sin derecho, en
defensa de bienes jurídicos propios o ajenos, siempre que exista necesidad de la defensa
empleada y no medie provocación dolosa suficiente e inmediata por parte del agredido o
de su defensor. Lo que nos permite deducir que sus elementos son: 
Se presume que existe legítima defensa, salvo prueba en contrario, cuando se cause un
daño a quien por cualquier medio trate de penetrar o penetre, sin derecho, al lugar en
que habite de forma temporal o permanente el que se defiende, al de su familia o al de
cualquier persona respecto de las que el agente tenga la obligación de defender, a sus
dependencias o al sitio donde se encuentren bienes propios o ajenos respecto de los que
exista la misma obligación. 

Igual presunción existirá cuando el daño se cause a un intruso al momento de


sorprenderlo en alguno de los lugares antes citados en circunstancias tales que revelen la
posibilidad de una agresión.

Estado de necesidad

Es una excluyente de delito, específicamente, una causa de justificación. Se encuentra


previsto en el artículo 405, fracción II, del Código Nacional de procedimientos Penales, y
en el artículo 29, Apartado B, fracción II, del Código Penal para el Distrito Federal. 

Es importante precisar que existen dos tipos de estados de necesidad, y la diferencia que
existe entre uno y otro está relacionada con el valor del bien jurídico tutelado.

Esto es, si el bien jurídico lesionado es de menor valor que el salvaguardado, se trata de
una causa de justificación (estado de necesidad justificante); pero si el bien jurídico
lesionado es de igual valor que el salvaguardado, se trata de una causa de inculpabilidad
(estado de necesidad disculpante o exculpante).

Dicho lo anterior, el estado de necesidad Justificante se presenta cuando el agente obra


por la necesidad de salvaguardar un bien jurídico propio o ajeno, de un peligro real,
actual o inminente, no ocasionado dolosamente por el sujeto, lesionando otro bien de
menor valor que el salvaguardado, siempre que el peligro no sea evitable por otros
medios y el agente no tuviere el deber jurídico de afrontarlo.

Como puede percatarse, el estado de necesidad justificante es una causa de licitud


establecida a favor de los gobernados cuando el sujeto activo del delito no es un servidor
público, pero dadas las condiciones existe un peligro real, por lo que ante ello, el sujeto
activo del delito se ve obligado a lesionar otro bien jurídico de menor valor. 

Entonces, tenemos que los elementos que deben satisfacerse son: 

Ejercicio de un derecho

El ejercicio de un derecho es una excluyente de delito, específicamente, una causa de


justificación. Se encuentra previsto por el artículo 405, fracción II, del Código Nacional de
Procedimientos Penales , y en el artículo 29, Apartado B, fracción IV , del Código Penal
para el Distrito Federal. 

El ejercicio de un derecho se presenta cuando el agente realice una acción o una omisión
atendiendo a su derecho, siempre que exista necesidad racional de la conducta empleada
para ejercerlo. Lo que nos permite deducir que sus elementos son:

1. Como elemento adicional previo, que el agente tenga a su favor un derecho


subjetivo, previsto en un ordenamiento jurídico.
2. Que el agente realice una acción o una omisión atendiendo a su derecho.
3. Que exista necesidad racional de la conducta empleada para ejercerlo.

Esto significa que pese a que una conducta sea típica, ésta es desplegada conforme a
derecho, en virtud de que el agente tiene a su favor un derecho subjetivo previsto en una
Ley, Código, Reglamento, Constitución, Tratado o Instrumento Internacional, mismo que
está ejercitando. Por lo que no es ilícito que una persona ejercite un derecho.

Cumplimiento de un deber 

Esta es una excluyente de delito, específicamente, una causa de justificación. Se encuentra


previsto por el artículo 405, fracción II, del Código Nacional de Procedimientos Penales ,
y en el artículo 29, Apartado B, fracción III, del Código Penal para el Distrito Federal.

Podemos considerar al cumplimiento de un deber como un permiso o autorización,


establecida a favor de los servidores públicos para desplegar acciones u omisiones, que si
bien son conductas típicas consideras como delictivas, estas se encuentran justificadas.

Por ello, el cumplimiento de un deber se presenta cuando el agente realice una acción o
una omisión atendiendo a su deber jurídico, siempre que exista necesidad racional de la
conducta empleada para cumplirlo. Lo que nos permite deducir que sus elementos son:

1. Como elemento adicional previo, que el servidor público se encuentre obligado en


un ordenamiento jurídico, a cumplir con un deber inherente a su cargo o puesto. 
2. Que el agente realice una acción o una omisión atendiendo a su deber jurídico.
3. Que exista necesidad racional de la conducta empleada para cumplirlo.

Si durante un robo a un vehículo automotor, un policía se percata de esa conducta


delictiva, y con el fin de evitarlo se ve obligado a disparar su arma de fuego, y como
producto de ello, se priva de la vida a uno de los sujetos activos del delito, entonces,
opera a favor del policía la causa de justificación de cumplimiento de un deber.
Consentimiento presunto 

Esta es una excluyente de delito, específicamente, una causa de justificación. Se encuentra


previsto por el artículo 405, fracción II, del Código Nacional de Procedimientos Penales ,
y en el artículo 29, Apartado B, fracción V, del  Código Penal para el Distrito Federal.

El consentimiento presunto como causa de justificación se presenta cuando el hecho se


realiza en circunstancias tales que permitan suponer fundadamente que, de haberse
consultado al titular del bien o a quien esté legitimado para consentir, éstos hubiesen
otorgado el consentimiento. Esto nos permite deducir que sus elementos son:

1. Que el agente realice una conducta típica delictiva.


2. Que no exista consentimiento previo a la realización de la conducta típica delictiva.
3. Que las circunstancias en que se dio la conducta típica permitan suponer
fundadamente el consentimiento.
4. Que de haberse consultado al titular del bien o a quien esté legitimado para
consentir, éstos hubieran otorgado el consentimiento.

Como hemos estudiado, la antijuridicidad es el segundo elemento positivo del delito, su


objetivo principal es distinguir entre conductas que son consideradas como contrarias a
derecho, y conductas que son consideradas como licitas (legales).

El aspecto negativo de la antijuridicidad son las causas de justificación, que son


consideradas como aquellas conductas permitidas por el derecho, a fin de facilitar la
convivencia social. Esto es, una causa de justificación es una excluyente de
responsabilidad penal que se materializa ante situaciones que pese a ser típicas, no son
antijurídicas, porque el Estado las considera como conductas que las personas si pueden
realizar para proteger los bienes jurídicos tutelados propios y ajenos.

Bibliografía

 Calderón Martínez, Alfredo, Manual de Teoría del Delito y Juicio Oral, México,


Centro de Investigaciones del Sistema Acusatorio A.C., 2015.
 Hernández Islas, Juan Andrés. Mitos y realidades de la teoría del delito, México,
Jahi, 2006.
 Jiménez de Asúa, Luis. Tratado de derecho penal, 5.ª ed., Buenos Aires, Editorial
Losada, 1963, t. III.
 López Betancourt, Eduardo, Teoría del delito, 13.ª ed., México, Porrúa, 2006.
 Moro, Aldo, La antijuridicidad penal, Buenos Aires, Bibliográfica Argentina, 1949.
 Muñoz Conde, Francisco, Teoría general del delito, 3.ª ed., Bogotá, Temis, 2012.
 Plascencia Villanueva, Raúl, Teoría del delito, México, UNAM-IIJ, 2004.
 Pavón Vasconcelos, Francisco, Derecho penal mexicano, México, Porrúa, 2006.
 Urosa Ramírez, Gerardo Armando, Teoría de la ley penal y del delito, México,
Porrúa, 2006.
 Welzel, Hans, Derecho Penal Alemán, 4.ª ed., trad. de Juan Bustos Ramírez y Sergio
Yáñez Pérez, Chile, Jurídica de Chile, 1993.

Documento institucional

 Suprema Corte de Justicia de la Nación, Manual del justiciable. Materia penal,


Dirección General de la Coordinación de Compilación y Sistematización de Tesis,
México, 2003, disponible en https://bit.ly/2TLIqk6 , consulta: 12/02/2019.

Legislación

 Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Código Penal para el Distrito Federal,
última reforma publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal 22/12/2017,
disponible en https://bit.ly/1DcrebK, consulta: 12/02/2019.
 Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, Código Civil Federal, última
reforma publicada en el DOF 09/03/2018, disponible en https://bit.ly/1b9DnzI,
consulta: 12/02/2019.
 Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, Código Nacional de
Procedimientos Penales, última reforma publicada en el DOF 17/06/2016,
disponible en https://bit.ly/1PhhfZl, consulta: 12/02/2019. 
 Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, Código Penal Federal, última
reforma publicada en el DOF, 05/11/2018, disponible en https://bit.ly/2DpaxBx,
consulta: 12/02/2019. 

Audiovisual

 Carbonell, Miguel, Cine para abogados, [archivo de video], 01/04/2016, disponible


en https://youtu.be/qnLYHRzv9J4, consulta: 19/02/2019.

Mi experiencia de aprendizaje

¿Legítima defensa o cumplimiento de un deber? 


Cuestionario 

Ahora que sabemos que el primer elemento positivo del delito es la tipicidad, y el segundo
es la antijuridicidad, es necesario realizar una actividad integradora que nos permita
interiorizar el conocimiento que ha estudiado.

Lo anterior significa que esta actividad tiene el objeto de desarrollar su capacidad analítica
y de resolución de casos. En el caso que analizará debe determinar qué causa de
justificación se acredita, esto es, si se trata de una legítima defensa o de un cumplimiento
de un deber, o en su caso, si se trata de una conducta típica y antijurídica. La presente
actividad se dividirá en tres etapas:

Primera etapa. Estudio dogmático del caso práctico.


Para realizar su actividad deberá descargar y realizar la lectura del
archivo ¿Legítima defensa o cumplimiento de un deber? Posteriormente, deberá
completar el cuadro.
Segunda etapa. Investigación documental del caso. 
Ahora que ha identificado la conducta típica que se configura, el siguiente paso es
determinar si esa conducta típica es antijurídica. Para ello, en el archivo que ha
descargado previamente, deberá ubicar la segunda parte de la actividad de
aprendizaje, en la cual deberá atender todos los puntos con la información
solicitada.

Recuerde que, sus fuentes de información deben ser confiables, puede investigar en
el Semanario Judicial de la Federación y Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, entre otras.

También podría gustarte