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A. Crítica gnoseológica
Hume críticará la validez de los conceptos de la metafísica (Dios, alma...). En su teoría del
conocimiento, Hume distingue entre impresiones (percepcion inmediata, viva e intensa) e ideas
(copia mental de una impresion). Para que una idea tenga significado debe corresponderle una
impresión. Es decir, la validez del conocimiento dependen de las impresiones de los sentidos. Y
puesto que los conceptos de la metafísica no se basan en ninguna impresión, la metafísica no tiene
validez como saber.
B. Crítica ético-moral
Para Nietzsche la metafísica y la religión son la historia de un gran error, que comienza con la
división metafisica platónica entre el mundo real y el aparente y se acentúa con el cristianismo.
La metafísica comete dos errores:
Niega el mundo cambiante y finito de los sentidos, e inventa un falso mundo trascendente,
inmutable, eterno y racional, que sería el verdadero.
• Establece unos falsos valores morales contrarios a la vida: humildad, castidad...
Nietzsche defenderá el mundo supuestamente aparente, el de los sentidos, basado en una realidad
en continuo cambio (Heráclito) y una nueva moral, con unos valores que dicen «sí» a la vida y a lo
natural: pasiones, instintos, voluntad de poder.
C. Crítica histórico-política
Según el marxismo la metafísica es una explicación errónea de la realidad, ya que se basa en un
pensamiento idealista (abstracto) y antidialéctico (cree en un orden inmutable). Además, la
metafísica es un producto ideológico, es decir, una visión deformada de la realidad, que sirve para
defender los intereses de la clase dominante en detrimento de la clase trabajadora.
La metafísica será superarada gracias a la praxis revolucionaria del materialismo histórico, que
se centra en las condiciones materiales (no ideales) de vida.
3.2. La sustancia y los accidentes del ser y las causas del devenir
«Sustancia» es aquello que "existe por si mismo" y permanece inalterado a pesar de los
cambios. Etimologicamente deriva del verbo latino sub-stare, que quiere decir «estar debajo» o «ser
soporte de algo» (de los accidentes). La sustancia es «lo que un ser es», es decir, aquello que
identifica a algo como tal y lo diferencia de lo demás. Para Aristóteles, la sustancia se identifica con
la esencia de las cosas.
Los accidentes son aquellas características de los objetos que no son fundamentales para la
configuración del objeto y que desaparecen con los cambios que sufren esos objetos. Los
accidentes necesitan de la sustancia, pues no tienen consistencia por sí mismos, es decir, tienen que
estar «en otro».
El propio Aristóteles habla de dos tipos de sustancias:
La sustancia primera. Es el individuo o sujeto del que se predican varias cosas. La sustancia
(«Pedro») soporta esos predicados («alto»), pero los sujetos no están soportados por nada, pues son
irreductibles a otra cosa.
La sustancia segunda. También se predica de la sustancia primera, pero a diferencia de los
accidentes, indica algo esencial. Por ejemplo, cuando decimos que «Andrés» es «hombre», eso no
es algo accidental, sino esencial, indica que pertenece a la especie humana. Por tanto, «hombre» es
una sustancia segunda, ya que esta también puede soportar accidentes.
En el pensamiento moderno, se define la sustancia como «aquella cosa que existe de tal manera
que no necesita de otra para existir». En sentido estricto, solo Dios podría serlo. Descartes admite
otras dos: el alma (res cogitans) y el mundo de los cuerpos (res extensa). Sin embargo, Spinoza
defiende que solo puede existir una única sustancia, que él denomina «Dios-Naturaleza» (Deus sive
Natura).
A. Sobre la realidad
Para la concepción cualitativa, la realidad es un todo orgánico, ordenado bajo una perspectiva
teleológica: todo tiende a alcanzar su fin natural, el azar no existe ya que la naturaleza no hace
«nada en vano». Aristóteles recoge la imagen de la naturaleza como una gran obra de arte, sugerida
en el Timeo de Platón: los seres vivos muestran la misma finalidad y constitución armónica que en
el cielo los movimientos de los astros. No obstante, los atomistas defienden una perspectiva
mecanicista: el origen determina el desarrollo de las cosas y no su finalidad.
B.Sobre el universo
La concepción de los antiguos griegos se basaba en las siguientes creencias:
La esfericidad de la Tierra, la defendieron Platón, Aristóteles y los pitagóricos, gracias a las
observaciones realizadas al alejarse un barco en la costa y a los eclipses lunares en los que la Tierra
proyecta su sombra sobre la Luna.
El geocentrismo. Se considera que la Tierra es el centro del universo. Pero ya Aristarco de
Samos apunta un sistema heliocéntrico.
La existencia de dos mundos diametralmente opuestos. Envueltos en esferas, la Luna actúa
como frontera entre ambos:
o El mundo supralunar. Se caracteriza por el movimiento regular y circular, (que es el
movimiento perfecto) y está compuesto por un quinto elemento (el éter, que es incorruptible, eterno
y divino). Esta constituido por esferas fijas, concéntricas, en las que se insertan la Luna, el Sol y los 5
planetas conocidos. Más allá se sitúa el primer motor inmóvil, que hace que gire la primera esfera
(la de las estrellas fijas) y esta transmite el movimiento hacia el centro del universo, la Tierra.
o El mundo sublunar. Constituido por una Tierra inmóvil y por el movimiento rectilíneo
vertical, debido a que los cuatro elementos constitutivos buscan su lugar natural: el fuego y el aire
se mueven de manera natural hacia arriba, mientras que el agua y la tierra lo hacen hacia abajo.
Esta perspectiva de los dos mundos será replanteada por Ptolomeo, quien mantiene el principio
básico de la circularidad de las esferas e introduce ligeros cambios con la idea de los epiciclos y
ecuantes.
En 1687 Isaac Newton publica Principia mathematica philosophia naturalis, obra en la que
desarrolla la ley de gravitación universal y con la que se pueden explicar tanto los movimientos
terrestres como los celestes. Se elimina así la distinción aristotélica entre el mundo sublunar y
supralunar, y se consolida la idea de uniformidad en el cosmos. De ese modo, el modelo newtoniano
se convierte en el ideal de la nueva ciencia por su carácter de universalidad y capacidad predictiva.
Además, quedan establecidos los rasgos de la nueva cosmovisión moderna:
Mecanicismo. Las leyes científicas (universales y eternas) explican con exactitud matemática
los movimientos del universo. Este es concebido como una gran máquina comparable a un
mecanismo de relojería.
Determinismo. El universo se convierte en una realidad teóricamente predecible en su
totalidad a partir de la obtención de datos exactos.
Reubicación del ser humano en el cosmos. No siendo ya el centro, sino una mota en la
inmensidad del cosmos, aun mantiene algo de su grandeza gracias a su capacidad racional, con la
cual ha descubierto la estructura y las leyes del universo.
Crisis de los conceptos de la metafísica tradicional (aristotélico-tomista). En especial,
respecto a la idea de Dios y a la idea de alma (redefinida como res cogitans).