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DESARROLLO PERSONAL I

EDUCACIÓN PRIMARIA I

TEMA: Inteligencia emocional y competencias emocionales

Definición:

La inteligencia emocional se define como un conjunto de habilidades que una persona


adquiere por nacimiento o aprende durante su vida, donde destaca la empatía, la motivación
de uno mismo, el autocontrol, el entusiasmo y el manejo de emociones.

Luego de la teoría desarrollada por Gardner en


la Universidad de Harvard sobre las inteligencias
múltiples, el concepto de inteligencia emocional fue
utilizado por primera vez en el año 1990 con Peter
Salovey y John Mayer, dos psicólogos norteamericanos,
para luego ser trasladado a un libro homónimo escrito
por Daniel Goleman.

Este tipo de inteligencia no consiste en alterar la


capacidad de generación de emociones con respecto a
diferentes estímulos del entorno, sino se relaciona más con la reacción que una persona
tiene frente a ellas, que muchas veces son más impactantes que las emociones en sí que
desencadenan esta acción.

 Características de la Inteligencia Emocional

Personas con alto grado de Inteligencia Emocional:

1. Prestan atención a sus emociones: las personas que desarrollan este tipo de
inteligencia analizan sus emociones y las escuchan, no solo se limitan a sentirlas.

2. Conocen sus sentimientos y no los reprimen: estas personas son auténticas y


sinceras, ya que expresan sus sentimientos de forma clara.

3. Analizan sus proyectos y sueños: no viven en un sueño constante, sino que saben
razonar sobre lo que sienten y si alguna meta puede ser alcanzada o no.

4. Tienen un balance constante en sus acciones: saben que todo tiene su lado bueno o
malo, por lo que dirigen su atención a las cosas que pueden solucionar o que pueden
ser de utilidad para ellos mismos.

5. No toman nada personal: cuando una persona los altera o algo en su entorno no sale
como lo tenían planeado, analizan qué pudieron haber hecho mal y qué cosas mejorar
a futuro. No se concentran en algo que no pueden controlar.

6. Son autocríticos con sus acciones: las emociones no los controlan, ellos controlan lo
que deciden hacer con ciertas emociones y reconocen cuando algo se les fue de las
manos.
7. Se fijan en las emociones de otras personas: intentan ser siempre empáticos con
sus semejantes para saber cómo expresan sus emociones. Así, se relacionan mejor
con los demás.

8. Conocen siempre gente nueva pero se rodean de aquellos con los que tienen una
conexión: A través de otras personas, conocen diferentes puntos de vista y
comparten más con aquellos que son compatibles con la suya. No pierden tiempo en
relaciones tóxicas ahorrándose así una incomodidad innecesaria.

9. Se motivan a sí mismos constantemente: estas personas se emocionan cuando


sucede algo que les gusta o realizan una acción determinada. No se enfrascan en por
qué ya no les motivan cosas antiguas, sino que buscan siempre renovar su emoción
con nuevas experiencias.

 COMPETENCIA EMOCIONAL

Se describe como la capacidad que tiene una persona para expresar sus propias emociones
con libertad. No obstante, este término está bastante cercano al de inteligencia emocional.
La diferencia entre ambas radica en que esta última es una especie de núcleo del conjunto
de habilidades para razonar con las emociones. Por su parte, la competencia emocional se
refiere al alcance de un nivel determinado de logro emocional.

Esta competencia se puede aprender y


entrenar. Y determina la habilidad que
tiene una persona para interactuar de
forma constructiva con otras. Además,
está basada en la conciencia de uno
mismo, pues se fundamenta en el
reconocimiento de las emociones
individuales y cómo estas afectan a otras
personas y en la capacidad de mantener
un control emocional.

Hay que tener en cuenta que, para ello, hay que ser capaz de entender nuestras emociones
propias, antes de poder valorar las de los demás.

Una dimensión de la competencia emocional es la competencia social. Según los estudios,


esta se refiere al cumplimiento de las demandas del contexto. Esto es, la capacidad para
responder en consonancia con lo que sienten los demás.

Las habilidades sociales resultan muy importantes en un ambiente de trabajo. Del mismo
modo, para lograr éxito en las relaciones, es importante saber comunicarse de manera
eficaz y saber gestionar conflictos.

A través de la competencia emocional, los seres humanos tenemos la capacidad de actuar en


consonancia con nuestras propias emociones y con las que experimentan otras personas.

El reconocimiento de las emociones personales abre la posibilidad de responder


adecuadamente a las emociones de los demás. Sin conocer previamente las propias, es
difícil poder identificar las ajenas, e incluso ayudar o sentir empatía por otras personas.
Sin embargo, esto es algo a lo que no solemos estar acostumbrados a hacer, por eso nos
cuesta sobremanera. De hecho, aprender a conocer nuestras propias emociones es algo a lo
que no se suele prestar demasiada atención en edades tempranas. En consecuencia, estos
adultos pueden carecer de ese conocimiento de su identidad afectiva a medida que vayan
creciendo.

La competencia emocional también engloba aspectos como la consciencia y la regulación


emocional, así como la autonomía en la expresión de las emociones y la capacidad de
evaluarlas en cuanto a su intensidad, valencia y orientación.

 PRINCIPALES COMPONENTES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL:

1. Autoconocimiento emocional (o autoconciencia emocional)

Se refiere al conocimiento de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos


influyen. Es importante reconocer la manera en que nuestro estado anímico afecta a
nuestro comportamiento, cuáles son nuestras capacidades y cuáles son nuestros puntos
débiles. Mucha gente se sorprende de lo poco que se conocen a ellos mismos.

Por ejemplo, este aspecto nos puede ayudar a no tomar decisiones cuando estamos en un
estado psicológico poco equilibrado. Tanto si nos encontramos demasiado alegres y
excitados, como si estamos tristes y melancólicos, las decisiones que tomemos estarán
mediadas por la poca racionalidad. Así pues, lo mejor será esperar unas horas, o días, hasta
que volvamos a tener un estado mental relajado y sereno, con el que será más sencillo poder
valorar la situación y tomar decisiones mucho más racionales.

2. Autocontrol emocional (o autorregulación)

El autocontrol emocional nos permite reflexionar y dominar nuestros sentimientos o


emociones, para no dejarnos llevar por ellos ciegamente. Consiste en saber detectar las
dinámicas emocionales, saber cuáles son efímeras y cuáles son duraderas, así como en ser
conscientes de qué aspectos de una emoción podemos aprovechar y de qué manera podemos
relacionarnos con el entorno para restarle poder a otra que nos daña más de lo que nos
beneficia.

Por poner un ejemplo, no es raro que nos enfademos con nuestra pareja, pero si fuéramos
esclavos de la emoción del momento estaríamos continuamente actuando de forma
irresponsable o impulsiva, y luego nos arrepentiríamos. En cierto sentido, buena parte de la
regulación de las emociones consiste en saber gestionar nuestro foco de atención, de
manera que no se vuelva contra nosotros y nos sabotee.

Se ha observado que la capacidad de autocontrol está muy ligada a la habilidad a la hora de


utilizar el lenguaje: en muchos aspectos, saber gestionar adecuadamente las propias
emociones depende de encontrar narrativas que nos permitan priorizar más unos objetivos
a largo plazo que otros que tienen que ver con ceder a los impulsos de lo inmediato. Esto
encaja con el hecho de que la Inteligencia Emocional comparte tiene mucho en común con la
Inteligencia Verbal; tal y como se ha visto al analizar las puntuaciones en pruebas de
inteligencia de muchos individuos, ambos constructos psicológicos se solapan mucho.
3. Automotivación

Enfocar las emociones hacia objetivos y metas nos permite mantener la motivación y
establecer nuestra atención en las metas en vez de en los obstáculos. En este factor es
imprescindible cierto grado de optimismo e iniciativa, de modo que tenemos que valorar el
ser proactivos y actuar con tesón y de forma positiva ante los imprevistos.

Gracias a la capacidad de motivarnos a nosotros mismos para llegar a las metas que
racionalmente sabemos que nos benefician, podemos dejar atrás aquellos obstáculos que
solo se fundamentan en la costumbre o el miedo injustificado a lo que puede pasar.

Además, la Inteligencia Emocional incluye nuestra habilidad a la hora de no ceder a las


metas a corto plazo que pueden llegar a eclipsar los objetivos a largo plazo, a pesar de que
los segundos fuesen mucho más importantes que los primeros si nos fueran ofrecidos
también a corto plazo (proyectos ambiciosos, planes de ganar mucha experiencia, etc.).

4. Reconocimiento de emociones en los demás (o empatía)

Las relaciones interpersonales se fundamentan en la correcta


interpretación de las señales que los demás expresan de forma
inconsciente, y que a menudo emiten de forma no verbal. La
detección de estas emociones ajenas y sus sentimientos que
pueden expresar mediante signos no estrictamente lingüísticos
(un gesto, una reacción fisiológica, un tic) nos puede ayudar a
establecer vínculos más estrechos y duraderos con las
personas con que nos relacionamos.

Además, el reconocer las emociones y sentimientos de los


demás es el primer paso para comprender e identificarnos con
las personas que los expresan. Las personas empáticas son las que, en general, tienen
mayores habilidades y competencias relacionadas con la IE.

5. Relaciones interpersonales (o habilidades sociales)

Una buena relación con los demás es una fuente imprescindible para nuestra felicidad
personal e incluso, en muchos casos, para un buen desempeño laboral. Y esto pasa por saber
tratar y comunicarse con aquellas personas que nos resultan simpáticas o cercanas, pero
también con personas que no nos sugieran muy buenas vibraciones; una de las claves de la
Inteligencia Emocional.

Y es que este tipo de inteligencia está muy relacionado con la Inteligencia Verbal, de
manera que, en parte, se solapan entre sí. Esto puede ser debido a que parte del modo en el
que experimentamos las emociones está mediado por nuestras relaciones sociales, y por
nuestra manera de comprender lo que dicen los demás.

Así, gracias a la Inteligencia Emocional vamos más allá de pensar en cómo nos hacen
sentirnos los demás, y tenemos en cuenta, además, que cualquier interacción entre seres
humanos se lleva a cabo en un contexto determinado: quizás si alguien ha hecho un
comentario despectivo sobre nosotros es porque siente envidia, o porque simplemente
necesita basar su influencia social en este tipo de comportamientos. En definitiva, la
Inteligencia Emocional nos ayuda a pensar en las causas que han desencadenado que otros
se comporten de un modo que nos hace sentirnos de un modo determinado, en vez de
empezar pensando en cómo nos sentimos y a partir de ahí decidir cómo reaccionaremos
ante lo que otros digan o hagan.

Ejemplos de inteligencia emocional:

 Valorar los triunfos de los demás sin caer en comparaciones con otras personas o
uno mismo.

 Aceptar los errores cometidos y ser capaces de perdonarse así mismo para
aprender de lo ocurrido.

 No juzgar el hecho de sentirse bien o mal más que por lo que son: emociones
transitorias que pasarán con el tiempo.

 Analizar las reacciones inmediatas a las emociones, interpretarlas y aprender de


cada una de ellas para manejarlas de ser necesario.

 Comprender cuál es la emoción que uno siente y no dejar que el cerebro confunda
una con otra. A veces el enojo puede presentarse cuando en realidad se siente
tristeza.

 Evitar estimulantes como el alcohol, cafeína, drogas o algún fármaco relacionado


para tener ciertas sensaciones.

 Entender que cada persona es individual con sus experiencias y relaciones. Los
sentimientos personales pueden generalizarse para los demás hasta cierto punto.

 Encontrar el equilibro entre los éxitos y errores, no dejándose llevar por el


narcisismo o por una lástima por sí mismo.

 Problemas de salud relacionados con la competencia emocional

Muchos expertos creen que la falta de competencia emocional provoca diferentes


dificultades, que pueden conducir a una represión de las emociones. Así, no expresarlas,
puede conllevar a largo plazo un deterioro de la salud física y mental de la persona.
También aumentan los niveles de estrés, lo que puede causar hipertensión, aumento o
pérdida rápidos de peso o fatiga, por lo que aprender a autorregularlas puede ser efectivo.

Las relaciones deficientes con otras personas pueden causar sufrimiento, debido a la
incompetencia emocional que perciba el propio afectado. Que, a la postre, genera gran
insatisfacción y hasta frustración por la falta de intercambio emotivo que entraña.

Aunque existen muchas dificultades que pueden obstaculizar el desarrollo de la


competencia emocional, la inteligencia emocional juega un papel importante en la capacidad
que tiene una persona para aprenderla.

Si reprimes tus emociones o tienes serias dificultades para poder manejarlas,


identificarlas y expresarlas, debes saber que esto tiene solución. Acude a tu terapeuta de
confianza para que te acompañe durante ese camino.

La competencia emocional se aprende, aunque será necesaria la paciencia, pues lo aprendido


puede no surtir un efecto inmediato. Ten paciencia, porque lo más probable es que sea más
bien progresivo. No dañes tu salud por miedo o temor a enfrentarte a lo que se puede
aprender. Nadie nace sabiéndolo todo.

Según Howard Gardner, no existe una sola inteligencia, sino varias. Entre ellas encontramos
la inteligencia intrapersonal y la interpersonal.

La intrapersonal hace referencia al conocimiento emocional de uno mismo. Es decir, a la


capacidad de controlar nuestras emociones, regularlas e interiorizarlas.

La interpersonal sería la inteligencia dirigida hacia los demás, es decir, orientada a


reconocer emociones y sentimientos ajenos. La empatía entraría dentro de ella.

Según Gardner, las inteligencias no son estáticas, sino que se pueden desarrollar. Cada uno
de nosotros nacemos con cada una de estas inteligencias, sin embargo, solemos estar
capacitados para desarrollar una o varias de ellas. La competencia emocional residiría en
ambos tipos de inteligencia.

Así pues, nuestra competencia emocional se puede mejorar. Y uno de los beneficios de
desarrollarla es la posible mejora sustancial que podemos percibir en nuestra relación con
nosotros mismos y con los demás.

La competencia emocional es fundamental para el autoconocimiento y para aprender a


enfrentar las situaciones cotidianas de formas más sanas y constructivas.

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