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Corte Suprema de Justicia

Sala de Casación Laboral


Magistrado Ponente: GERMÁN VALDES SÁNCHEZ
Fecha: 24 de julio de 2.003
No. de Rad: 20332
Acta N°. 54

Resuelve la Corte el recurso de casación que interpuso la COMPAÑÍA SURAMERICANA ADMINISTRADORA DE


RIESGOS PROFESIONALES Y SEGUROS DE VIDA – SURATEP. S.A. contra la sentencia proferida por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Medellín el 13 septiembre de 2.002 en el juicio ordinario laboral que promovió BEATRIZ
CECILIA GRANADA OBANDO contra la sociedad recurrente.

I. ANTECEDENTES

BEATRIZ CECILIA GRANADA OBANDO, en calidad de cónyuge sobreviviente de JAIME ALBERTO GONZALEZ
RINCÓN y en representación de sus hijos JAIME ALEJANDRO y LUZ ADRIANA GONZALEZ GRADA, demandó a la
COMPAÑÍA SURAMERICANA ADMINISTRADORA DE RIESGOS PROFESIONALES Y SEGUROS DE VIDA S.A. –
Suratep S.A., con el fin de que se condenara a ésta a reconocerle y pagarle las prestaciones económicas a que hubiere
lugar con ocasión de la muerte de su esposo; el auxilio funerario; la pensión de sobrevivientes; y, los intereses causados
desde cuando debió pagarse dicha pensiona.

La demandante fundamenta las anteriores pretensiones en que su cónyuge JAIME ALBERTO GONZALEZ RINCÓN, con
el que convivía y del cual dependía económicamente, falleció como consecuencia de un accidente de trabajo ocurrido el
28 de febrero de 1999, que aquél en el momento de su muerte se encontraba vinculado con la empresa P.A. P. LTDA, la
que inicialmente se denominó “Servicargo Express y Cía. Ltda.” Y luego”servicargo Ltda.”; que la empleadora notificó a
SURATEP S.A, la ocurrencia del anterior accidente de trabajo el 11 de marzo de 1.999; y, que la mencionada ARP se ha
negado a reconocerle las prestaciones aquí reclamadas, aduciendo que el deceso de su esposo no fue con ocasión de
su trabajo.

La Entidad demanda al contestar la demanda se opuso a las pretensiones del demandante. Respecto a los hechos en
que ésta fundamentó sus pretensiones expresó que unos eran ciertos, que otros no lo eran y que los demás no le
constaban. Propuso las excepciones inexistencia de la obligación y falta de causa para pedir, mala fe y falta de nexo
causal entre el trabajo desempeñado por el trabajador fallecido y el accidente sufrido.

El Juzgado Noveno Laboral del Circuito de Medellín, mediante Sentencia del 15 de enero de 2.0002, absolvió a la
compañía demandada de todas las pretensiones y se abstuvo de condenar en costas.

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Apeló la parte demandante y el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, Sala Laboral, en la Sentencia aquí
recurrida, declaró que la muerte del Señor JAIME ALBERTO GONZÁLEZ RINCÓN se produjo como consecuencia de un
accidente de trabajo y condenó a la demandada a reconocer y pagar a la señora BEATRIZ CECILIA GRANADA
OBANDO, en su calidad de cónyuge sobreviviente de JAIME ALBERTO GONZALEZ RINCÓN y a sus hijos JAIME
ALEJANDRO Y LUZ ADRINA GONZALEZ GRANADA, la pensión de sobrevivientes en cuantía de $365.625 mensuales,
distribuida en un 50% para aquélla y un 50% para ambos hijos, hasta la fecha en que éstos cumplieran la mayoría de
edad, momento a partir del cual sus cuotas acrecerán la de la cónyuge, quedando en el 100% , incluyendo los
incrementos anuales legales y las mesadas adicionales de junio y diciembre de cada año.
En lo que se contrae al recurso de casación el Tribunal dijo lo siguiente:

“...Es verdad que el art. 16 del Decreto 1295 de 1.994, consagra la obligatoriedad para los empleadores de las
cotizaciones al sistema general de riesgos profesionales y que el no pago de dos o más (sic) de ellas periódicamente,
implica además de las sanciones legales, la desafiliación automática de ese sistema general de riesgos, quedando a
cargo del respectivo empleador la responsabilidad del cubrimiento de tales riesgos profesionales; pero también lo es, que
esta drástica sanción, en la práctica la padece es el trabajador o sus causahabientes, que en la mayoría de los casos es
ajeno a dicha situación, por no estar enterado de la irregularidad y que no tiene porque asumir las funestas
consecuencias del incumplimiento del empleador, ni de las desidia o negligencia de la aseguradora en promover las
diligencias o acciones que la ley le da para ejercitar los cobros o hacer imponer las sanciones del caso a los
empleadores incumplidos. Dicha sanción, como tal, no puede tomar por sorpresa al afectado directo, quien si bien no
hizo parte del convenio de afiliación, no obstante ser el beneficiario directo, debe al menos hacérsele conocer que no se
encuentra activo, para que si a bien lo tiene busque la manera de remediar la situación para no quedar desprotegido en
esos riesgos.

“...En este caso particular se desconoce el porqué la sociedad empleadora desde el 1° de diciembre de 1.997 no efectuó
las cotizaciones a Suratep a que estaba obligado y el porqué la aseguradora de los riesgos profesionales no cumplió la
función de recaudo que le confiere el art. 80, lit c) del Decreto 1295 de 1994, o las acciones de cobro contra el
empleador que le otorga el art. 23 del mismo Decreto, aún con intereses de mora, y el art. 10 del Decreto 1772 de 1.994
reglamentario de las cotizaciones y el art. 24 de la Ley 100 de 1.993, incluso como crédito privilegiado dela primera clase
de que trata el art. 2495 de. C.C., por disposición del art. 270 ibidem, o siquiera haber informado, como dice la
apoderada de la parte recurrente, al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social sobre el incumplimiento de la empleadora
en dichos pagos, para efecto de las sanciones consagradas en el art. 91 de la ley acabada de citar. Quiere decir que
asumió una conducta absolutamente pasiva, no en contra de la empleadora, sino del trabajador que es el beneficiario y
en este caso particular de su familia que por vía judicial busca el reconocimiento de las prestaciones económicas a que
tiene derecho por la muerte de su cónyuge y padre, conducta que como se dijo no tienen éstos que soportar, ni dilatar su
obtención con más demandas a la empleadora ; ya quedarán a la aseguradora las sanciones pertinentes contra ella, al
haberle desplazado en últimas el art. 16 del Decreto 1295 de 1.994 el cubrimiento del riesgo por el no pago, toda vez que
la primera llamada a responder por el pago de las prestaciones sigue siendo la aseguradora.

“Así lo contempla el Decreto 1530 de 1996, reglamentario de la Ley 100 de 1993 y posterior al Decreto 1295 de 1994:

>Art. 8°. – Prestaciones a cargo de la entidad administradora de riesgos profesionales. Será responsable del pago de las
prestaciones de que trata el Decreto 1295 de 1994, la entidad administradora de riesgos profesionales a la cual se
encuentre afiliado el trabajador al momento de ocurrir un accidente de trabajo o se diagnostique una enfermedad
profesional.

La entidad administradora de riesgos profesionales que tenga a su cargo las prestaciones de que trata el inciso anterior,
continuará con esta obligación aun en e aquellos casos en que el empleador decida trasladarse de entidad
administradora, se desafilie del sistema por mora en el pago de las cotizaciones, o se desvincule laboralmente el
trabajador.

En caso de que la enfermedad profesional o el accidente de trabajo o sus secuelas, se diagnostiquen con posterioridad a
la desvinculación laboral del trabajador, las prestaciones deberán ser pagadas por la última ARP que cubrió el riesgo
ocasionante del daño ocupacional. La ARP que cubrió el riesgo podrá acudir al procedimiento señalado en el artículo 5°
del Decreto 1771 de 1994>.

“Entonces de acuerdo con disposición expresa, la desafiliación del sistema por mora en el pago de las cotizaciones no
exonera a la entidad administradora de riesgos profesionales del pago de las correspondientes prestaciones”.

II. EL RECURSO DE CASACIÓN

Fue propuesto por la entidad demanda, concedido por el Tribunal y admitido por esta Corporación .
Con él pretende que la Corte case la sentencia del Tribunal y que, en su lugar, confirme el fallo absolutorio de la primera
instancia.

Con esa finalidad propuso un cargo contra la sentencia del Tribunal, que no fue replicado por la demandante.

El cargo denuncia que “El fallo acusado interpretó erróneamente el articulo 16 del Decreto Ley 1295 de 1.994 y,, como
consecuencia de ello, aplicó indebidamente los artículos 80, literal c y 23 del mismo Decreto Ley 1295, el articulo 10 del
Decreto 1772 de 1994, los artículos 24, 91 y 270 de la Ley 100 de 1993 y 8° del Decreto Reglamentario 1530 de 1996.
Así mismo, el fallo recurrido aplicó indebidamente los artículos 47 de la Ley 100 de 1993, 50 y 54 del mismo Decreto
1295 y 86 de la dicha ley 100”.

En la demostración del cargo se dice:

“1. Por razones de técnica, el cargo acepta los siguientes hechos que halló demostrados el sentenciador ad quem : a)
Que el Señor Jaime Alberto González Rincón fue trabajador de Servicargo Express y Cía. Ltda.; b) Que la empleadora
Servicargo Express afilió a Suratep al Señor González el 1° de diciembre de 1997; c) Que con posterioridad a tal
afiliación, Servicargo no le pagó a Suratep ninguna cotización para amparar al Señor González en sus riesgos
profesionales, a pesar de lo cual el dicho señor siguió figurando en el sistema de la aseguradora; d) Que el 28 de febrero
de 1999 el Señor González Rincón murió en accidente de trabajo, estando al servicio de su empleadora Servicargo
Express y Cía. Ltda.. Lo que no admite el ataque es la tesis del Tribunal en cuanto a que, a pesar del absoluto
incumplimiento de Servicargo en el pago a Suratep de las cotizaciones que legalmente estaba obligada a sufragar para
el caso del Señor González, sea Suratep y no Servicargo quien deba responder por las consecuencias pecuniarias
derivadas del accidente de trabajo en que pereció el Señor González. Y se opone a esa tesis por las razones que van a
expresarse en seguida:

“2. Por mandato de la ley, el patrono debe proteger y brindarles seguridad a los empleados en la ejecución de las labores
que les sean propias. Ello significa que el empleador no solamente debe proteger al trabajador contra los riesgos
derivados de la actividad que realice sino también ampararlo contra las demandas contingencias inevitables del trabajo
humano subordinado, como el envejecimiento, la enfermedad o la invalidez comunes o la pérdida del empleo, por
ejemplo.

“ Y dada la trascendencia colectiva que tiene la tarea de salvar de la indigencia a quienes viven de su esfuerzo cotidiano,
el legislador creo un sistema de seguridad social contributivo y obligatorio, que se nutre con los aportes obligatorios del
empleador o de éste y el empleado, los cuales deben pagarse cumplidamente a la entidad organizada para atender el
riesgo de que se trate; además de las mencionadas cotizaciones o aportes, debe existir la afiliación de los trabajadores a
la empresa que cubra cada uno de los distintos riesgos. Por consiguiente, para que el respectivamente de la seguridad
social contraiga la obligación de atender y amparar al afiliado cuando sea victima de algún daño o siniestro derivado del
riesgo o de la contingencia laboral asegurada, es necesario que exista una afiliación y que esté vigente y que las
cotizaciones hayan sido efectivamente sufragadas en el instante de sobrevenir el hecho causante del daño.

“Precisamente esto es lo que ocurre con el sistema general de riesgos profesionales regulado por el Decreto Ley 1295
de 1.994, donde tales riesgos son manejados y asegurados por las entidades Administradoras de Accidentes de Trabajo
y Enfermedades Profesionales, y a las que los patronos deben afiliar obligatoriamente a sus trabajadores (sea al ISS o
alguna otra de aquellas entidades ) y pagarles cumplidamente, por su exclusiva cuenta, las cotizaciones
correspondientes, cuyo valor se ajusta dentro de los parámetros fijados por la ley.

“Así resulta que cuando el empleador cumple celosamente con su deber de afiliar y de pagar las cotizaciones que
correspondan a cada trabajador, queda legalmente subrogado por la Administradora de Riesgos Profesionales en la
atención de tales eventos y, al sobrevenir el siniestro asegurado, las indemnizaciones, pensiones y otras erogaciones
ocasionadas por el siniestro, correrán por cuenta de la Administradora y no del patrono asegurante.

“Pero, del propio modo, la falta de afiliación del trabajador o el no pago de las cotizaciones pertinentes deja en cabeza
exclusiva del patrono renuente o incumplido el atender a las consecuencias pecuniarias que ocasionen el accidente de
trabajo o la enfermedad profesional que aquejen a la victima del siniestro. Además esa conducta ilegítima le acarrea al
empleador irrespetuoso de sus deberes legales las sanciones previstas por la ley para ese incumpliendo o renuencia.

“Así lo tiene dispuesto expresamente el articulo 16 del dicho Decreto Ley 1295 , aún para la simple falta de pago de dos
cotizaciones periódicas.

“Esta drasticidad extrema de la norma ha buscado morigerarla un tanto la jurisprudencia de la H. Sala, como se lee en la
sentencia del 5 de marzo de 2002 (Radicado N°. 17.118,juicio de Ubeimar de Jesús Vásquez Zuluaga v/s ISS, Ponente
Doctor Francisco Escobar), uno de cuyos apartes transcribe el fallo recurrido.

“Pero acontece que el asunto sub judice es diametralmente distinto del fallado en esa sentencia, donde, según se lee, se
trataba de la simple mora en satisfacer dos cotizaciones aisladas en el tiempo, hab0iéndose cubierto a las demás sin
reparo alguno del ISS (que recibió tales cotizaciones sin habérsele pagado una anterior), sucediendo lo mismo en el
caso decidido por el fallo del 2 de noviembre de 2001 (Radicado N°. 16.344 , Magistrado Ponente Doctor Francisco
Escobar), citado por la Sala en dicha sentencia del 5 de marzo de 2.002.

“Pues bien, como se dijo en el párrafo anterior, el caso sub judice es totalmente distinto de los que acaban de analizarse,
porque ahora Servicargo Express (llamado después P.A.P. Ltda. ) jamás cotizó a nombre de su trabajador fallecido
Jaime Alberto González Rincón para los riesgos de accidente de trabo y enfermedad profesional, pues se limitó a afiliarlo
gratuitamente a Suratep, según lo reconocen la sentencia recurrida y lo acepta el cargo.

“Entonces, la renuencia absoluta y rotunda a cotizar no puede equipararse a la simple falta de pago de dos cotizaciones
aisladas (habiéndose pagado todas las demás , que son los casos fallados por la H. Sala, según acaba de verse), sino
más bien a un desobedecimiento real y absoluto de la ley, disfrazado de su acatamiento formal mediante una afiliación
irrita del trabajador González a Suratep (que figuró apenas nominalmente en el sistema de Suratep).

“Finalmente, es cardinal tener en cuenta en lo que atañe al aludido falle del 5 de marzo de 2.002, la inteligente y
ecuánime aclaración del voto que hizo el H. Magistrado Doctor Valdés Sánchez, que remata con esta frase
incontrastable:

< No veo con la misma claridad que pueda derivarse para el organismo de seguridad social la obligación de una
comunicación como requisito para que opere la desafiliación y por eso, entendiendo las ondas del tal mecanismo,
considero pertinente hacer más énfasis en el otro argumento al cual me he referido en esta declaración>.

“5. Así las cosas, al estudiar detenidamente el fallo del Tribunal antes transcrito, resultan dos ideas principales, que son
las que le sirven como fundamento a la decisión:

“1) Que aunque el artículo 16 del Decreto Ley 1295/94 consagra la desafiliación automática del trabajador al sistema de
riesgos profesionales cuando el empleador incumpla el pago de dos o más cotizaciones, el artículo 8° del Decreto
Reglamentario 1530 de 1996 (posterior al Decreto Ley 1295 de 1994) prevé que la entidad administradora de riesgos
profesionales continuará siendo responsable ante la ocurrencia de un siniestro, aún cuando exista mora patronal en el
pago de las cotizaciones.

“2) Que la H. Sala de Casación Laboral, en sentencia del 5 de marzo de 2.002, expuso una tesis concerniente a que la
desafiliación automática no lo es tanto, pues, para que opere, es necesario que exista algún tipo de notificación al
trabajador perjudicado sobre la voluntad de la administradora de riesgos de extinguir la afiliación y que <que si las
administradoras siguen percibiendo cotizaciones una vez detectada la mora o no las devuelven en plazo prudencial... es
dable presumir que prefirieron sanear la situación y dejar vigente la afiliación > (Magistrado Ponente –doctor Francisco
Escobar, Radicado N°. 17118).

“Ante esos planteamientos del Tribunal, es fundamental precisar lo siguiente :

“1) El Decreto Reglamentario 1530 de 1996, en su encabezamiento, dice textualmente : <Por el cual se reglamenta
parcialmente la Ley 100 de 1993 y el Decreto – Ley 1295/94. El Presidente de la República de Colombia, en uso de sus
facultades constituciones y legales, en especial de las conferidas en el artículo 189,numeral 11 de la Constitución
Política, DECRETA...>. Es claro, entonces, que el contenido del Decreto 1530 debe estar sometido en un todo al
contenido de las normas que reglamenta, complementándolas , pero nunca excediendo lo en ellas dispuesto, menos
aún, regulando temas no tratados en éstas, como es el caso del artículo 8° que no-solo cambia el contenido del artículo
16 del Decreto Ley 1295 de 1.994, sino que choca frontalmente contra lo que en él se dispone. “Así, como consecuencia
directa de esto, y en atención al riguroso respeto propio del Estado de Derecho de la jerarquía normativa, debe primar lo
estipulado en el ya citado artículo 16 del Decreto – Ley 1295 de 1.994, y no lo previsto por el 8° del decreto
Reglamentario 1530, como lo ha reiterado insistentemente la jurisprudencia del H. Consejo de Estado.

“Queda así en claro el dislate del Tribunal cuando da preferencia en su aplicación al dicho artículo 8° del Decreto
Reglamentario 1530 (que como su nombre lo indica tan sólo reglamenta), cuando en realidad ha debido atenerse,
exclusivamente, a lo establecido por el artículo 16 del Decreto – Ley 1295 de 1994, norma de superior jerarquía y que,
como ya se dijo, fue objeto de una reglamentación excesiva, espuria y pretermitoria de los preceptos constitucionales y
legales que le dan origen.

“2) Al examinar en forma completa, y o fraccionada, la sentencia del 5 de marzo de 2.002 de la H. Sala (Magistrado
Ponente Doctor Francisco Escobar Henríquez) se observa que en el caso que dirimió, la empresa había afiliado al
trabajador y había pagado múltiples cotizaciones (faltándole dos).

“Si se comparan las situaciones, la que sirvió de base a esta decisión de la H. Sala y la actualmente sub judice, sin
mayor dificultad se aprecia que se trata de hechos radicalmente distintos, pues mientras en el primer evento hubo
afiliación y cotizaciones en el segundo tan sólo hubo afiliación pero nunca cotizaciones, hecho que tuvo por demostrado
el Tribunal y que, desde luego, no se discute.

“El artículo 4° del Decreto 1295 de 1994 (Características del Sistema), en sus literales d, e, h, i, dispone literalmente :
<d) la afiliación de los trabajadores dependientes es obligatoria para todos los empleadores; e) El empleador que no
afilie a sus trabajadores al Sistema General de Riesgos Profesionales, además de las sanciones legales será
responsable de las prestaciones que se otorgan en este decreto; h) Las cotizaciones al Sistema General de Riesgos
Profesionales están a cargo de los empleadores; i) La elación laboral implica la obligación de pagar las cotizaciones que
se establecen en este decreto>.

“De tal forma es innegable que se trata de una vinculación de carácter eminentemente oneroso y que son dos los
elementos indispensables lo que dan nacimiento a la relación entre el asegurado y la administradora, una afiliación y
unas cotizaciones, ambas de responsabilidad exclusiva del empleador, de modo que si faltare alguna de ellas, esa
relación no surge a la vida jurídica y, por tanto, es absolutamente ineficaz. Sólo la situación intermedia, es decir afiliación
con algunas cotizaciones efectivamente pagadas, pues debe ser susceptible de una interpretación discrecional ( como lo
entendió la Corte en el fallo tantas veces citado) pues mal podría alguien alegar un derecho sobre algo que nunca ha
existido, como lo predica la lógica más primitiva.

“De la conjunción de todos los anteriores planteamientos, resulta claro, pro tanto, que:

“1) La sentencia del 11 de julio de 2.002, radicación N°. 16.573, Magistrado Ponente Doctor Fernando Vásquez Botero,
contempla como una de las principales característica del sistema de seguridad social el que se trata de un régimen
contributivo que supone la obligación de cancelar unos determinados aportes por parte de los vinculados al mismo, como
postulado esencial para su equilibrio financiero y viabilidad.

“2) La sentencia del 5 de marzo de 2.002, Radicación N°. 17.118 Magistrado Ponente Doctor Francisco Escobar
Henríquez, acoge que es factible una interpretación discrecional de la desafiliación automática de los trabajadores al
Sistema General de Riesgos Profesionales, pero sí y sólo si han existido cotizaciones aceptadas y recibidas por la
administradora, que eran los fundamentos de hecho del asunto que dirimió (es decir, que la relación jurídica entre el
empleador y la administradora, que beneficia, haya nacido a la vida jurídica):
“3) Es obvio, por tanto, que las jurisprudencias de la H. Sala en ambos casos, aunque se basan en distintas situaciones,
coinciden en un mismo aspecto: la indispensable necesidad de pagos de aportes o cotizaciones al sistema de la
seguridad social.

“4) Lan horma que rige en el asunto sub judice es el artículo 16 del Decreto – Ley 1295 de 1994 pues el que usa el
Tribunal, esto es el 8° del Decreto Reglamentario 1530 de 1996, por su jerarquía y su carácter espurio y desbordante de
las leyes que reglamenta, no es aplicable, como ya se expuso.

“En consecuencia, queda patente el yerro de hermenéutica del Tribunal en su fallo al desconocer el claro sentido del
artículo 16 del Decreto – Ley 1295 de 1.994, extraviando su sindéresis al acoger una sentencia que no es pertinente para
el presente caso ( la del 5 de marzo de 2.002, pues ella parte del principio de la existencia de unas cotizaciones al
sistema que en el asunto sub judice no se dieron), y no reconociendo la del 11 de julio de 2.002 que, mutatis mutandi, si
se adapta plenamente el caso en cuestión y que, al igual que la anterior, supone como requisito sine qua non para la
reclamación de los beneficios de la seguridad social los pagos efectivos de las cotizaciones exigidas pro la ley en cada
uno de los eventos. Y, peor aún, apoyándose el Tribunal en una norma reglamentaria que precisamente choca de
manera frontal y de forma con el texto legal que pretendía reglamentar (artículo 8° del Decreto 1530 de 1996).

“No debe perderse de vista que sostener la tesis de que la falta absoluta de cotizaciones no impide que la aseguradora
de riesgos profesionales tenga que asumir y responder por las consecuencias monetarias de los siniestros derivados de
tales riesgos, conduce fatalmente a la muerte o a la quiebra de dichas aseguradoras por simple consunción pecuniaria.

“Los razonamientos anteriores demuestra, sin necesidad de más lucubraciones, que el Tribunal ad quem interpretó
erróneamente el artículo 16 del Decreto Ley 1295 de 1994, como lo acusa el cargo, y como consecuencia de ello, aplicó
indebidamente las demás normas incluidas en la proposición jurídica de dicho cargo, incluso el artículo 8° del Decreto
Reglamentario 1430 de 1996,cuyo contenido choca frontalmente con los artículos 4° y 16 del Decreto Ley 1295 de 1994
(que estatuyen lo contrario de lo previsto por el mero Decreto Reglamentario 1530), por lo cual la sentencia recurrida ha
debido abstenerse de aplicarlo en aras de la supremacía de la ley sobre el reglamento dentro del orden jerárquico
normativo propio de un Estado de Derecho como el colombiano y según jurisprudencia constante a ese respecto del H.
Consejo de Estado.

“Los mencionados quebrantos normativos en que incurrió el fallo acusado deben conducir a casarlo, como
respetuosamente le pido proveer a la H. Sala.

“Es indispensable anotar finalmente que la circunstancia de que la señora Beatriz Cecilia Granada Obando no hubiera
incluido como demandada ala Empresa Servicargo Express y Cía. Ltda. No la inhibe para demandarla ahora, dado que
según lo tiene definido la H. Sala desde hace largos años, el status de jubilada (que es el que persigue obtener para ella
no prescribe, sino que apenas las simples mensualidades pensionales no reclamadas a tiempo son las que pueden
afectarse con el fenómeno de la prescripción. O sea que una decisión adversa a la señora Granada Obando en el
presente juicio no la inhabilita para dirigir su reclamo contra el verdadero responsable de atenderlo, es decir, quien fue el
patrono de su difunto esposo”.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE

La inconformidad de la censura con la sentencia del tribunal estriba, fundamentalmente , en que esa corporación haya
condenado a la entidad Administradora de Riesgos Profesionales demandada a pagar a los beneficiaros del trabajador
fallecido JAIME ALBERTO GONZALEZ RINCÓN, la pensión de sobrevivientes, siendo que dicho ente de seguridad
social no estaba obligado a reconocer tal prestación, toda vez que al momento de sobrevenir el hecho de la muerte de
aquél su empleador se encontraba en mora en el pago de las cotizaciones de ley, pues desde cuando se le afilió a la
Compañía Suramericana de Riesgos Profesionales y Seguros de vida – Suratep – no hizo los aportes de ley pertinentes,
razón por la cual correspondía al empleador incumplido atender las consecuencias provenientes del accidente de trabajo
sufrido por su empleado.

Ciertamente , para que el empleador quede legalmente subrogado por la Administradora de Riesgos Profesionales en la
atención de las prestaciones económicas ocasionadas por un accidente de trabajo de sus empleados, es necesario que
aquél, como lo dispone el Decreto Ley 1295 de 1.994 (letras c), d) del art. 4), afilie a éstos a una de dichas entidades y
efectué cumplidamente las cotizaciones definidas en la Ley (Art. 16), pues de no proceder así, queda a cargo del
empleador la responsabilidad del cubrimiento de los riesgos profesionales.

En efecto, el artículo 16 del Decreto 1295 de 1.994, prevé la obligatoriedad de las cotizaciones al sistema general de
riesgos profesionales a cargo del empleador y frente a la mora de su pago establece :

“... El no pago de dos o más cotizaciones periódicas, implica además de las sanciones legales, la desafiliación
automática del sistema general de riesgos profesionales, quedando a cargo del respetivo empleador la responsabilidad
del cubrimiento de los riesgos profesionales. Para la afiliación a una entidad administradora se requerirá copia de los
recibos de pago respetivos del trimestre inmediatamente anterior, cuando sea el caso”.

No se desconoce que el Régimen de los Riesgos Profesionales (art. 23 del Decreto Ley 1295 de 1994 y 17 del Decreto
Reglamentario 1772 de 1994) contempla mecanismos efectivos para que las entidades administradoras de tales riesgos
cobren a sus afiliados, con sus respetivos intereses de mora, las cotizaciones dejadas de hacer, por lo que no se
justificaría que el trabajador destinatario de la seguridad social, quien normalmente desconoce la situación de
incumplimiento de su empleador, quedara ante un posible desamparo frente a la ocurrencia de un siniestro, ya que el
empleador no cuenta con los mismos elementos ni con la misma estabilidad de una entidad de seguridad social, por lo
que resulta consecuente colegir que las dichas administradoras cuentan con medios a los que deben acudir en procura
de impedir el desequilibrio en lo que significa un régimen contributivo, para que funcione en la forma como ha sido
diseñado.

Pero lo anterior no impide aceptar la perentoriedad con que la norma transcrita contempla el traslado dela
responsabilidad por la materialización de los riesgos profesionales para ubicarla en cabeza del empleador cuando éste
incurre en la situación de la mora allí prevista, lo cual resulta más claro en un caso como el presente en el que el
incumplimiento patronal no admite ninguna posibilidad de disculpa dado que desde la afiliación de su empleado no
realizó ninguno de los pagos a los que estaba obligado.

Es pertinente destaca, que se trata de un sistema, el de riesgos profesionales, en el que se cubren unas contingencias
que surgen específicamente del hecho de prestarse el servicio para el cual el trabajador ha sido contratado, por lo que
existe un nexo necesario entre la actividad empresarial del empleador y la potencialidad del daño que la misma pueda
resultar para el empleado, lo cual brinda una explicación a la mecánica de cubrimiento que supone ubicar la carga de las
cotizaciones exclusivamente en cabeza del empresario, ala vez que le adjudica al mismo la facultad de decisión sobre la
administradora a la cual se vincule para que ella atienda a sus trabajadores.

Lo expuesto conduce a aceptar el planteamiento del cargo, pues efectivamente el tribunal derivó de la norma, unos
condicionamientos para que la misma opere que ella no contempla, incurriendo así en su equivocado entendimiento, sin
que el mismo pueda superarse con base en el artículo 8 Del Decreto 1530 de 1.996, pues el mismo cubre una situación
diferente a la que atiende el artículo 16 del Decreto 1295 de 1994, pues éste supone el acaecimiento del accidente o
enfermedad después de presentada la mora y aquel se refiere al in suceso ocurrido antes de la misma.
En la forma anterior la Sala recoge el entendimiento que plasmó sobre la disposición analizada en las sentencias
dictadas con fechas 2 de noviembre de 2001 y 5 de marzo de 2002, Radicaciones Nros. 16344 y 17118
consecutivamente.

El cargo prospera y en sede de instancia con las mismas consideraciones hechas para el estudio en casación, se
confirmará la decisión de primer grado.

Sin costas en casación. Las instancias son a cargo de la parte demandante.

En mérito de lo expuesto, la corte Suprema de justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre de la
República de Colombia y por autoridad de la Ley CASA la sentencia proferida por el tribunal Superior de Medellín el 13
de septiembre de 2002 dentro del juicio ordinario laboral que promovió BEATRIZ CECILIA GRANADA OBANDO contra
la COMPAÑÍA SURAMERICANDA ADMINISTRADORA DE RIESGOS PROFESIONALES Y SEGUROS DE VIDA –
SURATEP, y en sede de instancia CONFIRMA la decisión de primer grado.

Sin costas en casación. Las de las instancias quedan a cargo de la parte actora.

GERMAN VALDES SÁNCHEZ.

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