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ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

Magistrada ponente

SL3336-2018
Radicación n.° 56383
Acta 26

Bogotá, D. C., ocho (8) de agosto de dos mil dieciocho


(2018).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


AMPARO MOLINA OSPINA actuando en nombre propio y
en representación de PAULA ANDREA TRIANA MOLINA y
NORMAN MAURICIO TRIANA MOLINA, contra la
sentencia proferida por la Sala Laboral de Descongestión
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá el 31
de octubre de 2011, dentro del proceso adelantado por ellos
en contra de la sociedad OMIMEX DE COLOMBIA LTDA.
hoy, MANSAROVAR ENERGY COLOMBIA LTDA.

I. AUTO

Se acepta el impedimento manifestado por el Magistrado


Giovanni Francisco Rodríguez Jiménez.

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II. ANTECEDENTES

Amparo Molina Ospina, actuando en nombre propio y en


representación de Paula Andrea, Norman Mauricio y Carlos
Alberto Triana Molina, presentaron demanda en contra de
Omimex de Colombia Ltda., hoy, Mansarovar Energy
Colombia Ltda., con el fin de que se declarara que Víctor
Alberto Triana García falleció como consecuencia de un
accidente de trabajo al servicio de la compañía, y como
consecuencia de ello, se reconociera y pagara a su favor
una indemnización total y plena de perjuicios acaecidos
tras el fallecimiento del citado trabajador el 20 de enero de
2002, el mayor valor del «Seguro Colectivo de Vida» con base
en el último salario devengado, el mayor valor entre la
pensión de sobrevivientes de origen común que percibe la
señora Amparo Molina Ospina a título personal y en
representación de los demás demandantes, y la pensión que
les correspondería por el Régimen de Riesgos Laborales; el
valor de los auxilios y becas educativas para los hijos
procreados con éste, la cancelación del gravamen
hipotecario que pesa sobre la vivienda del trabajador
fallecido, la reliquidación de las prestaciones sociales
pagadas al causante al 30 de noviembre de 2001 con base
en la fecha real de ingreso a la compañía, las vacaciones del
último año de servicios y la indemnización por mora en el
pago de salarios y prestaciones sociales.

De forma subsidiaria a la pretensión relacionada con el


pago de la diferencia en la mesada recibida por la pensión

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de sobrevivientes, solicitaron que se condene a la empresa a


presentar «el reporte extemporáneo del siniestro que ocasionó
la muerte de su trabajador […] y asuma los intereses y
sanciones a que haya lugar ante la Aseguradora de Riesgos
Profesionales […] a fin de que la Entidad efectúe el
reconocimiento y pago de la Pensión de Sobrevivientes […]». A
renglón seguido, en subsidio de la reliquidación de las
prestaciones sociales al 30 de noviembre de 2001,
solicitaron que se declarara «como no efectuado el pago de la
cesantía y la invalidez del pacto de salario integral, por no
haber cumplido la empresa con el requisito señalado por la
Ley para la válida incorporación del trabajador al Régimen
de Salario Integral […]».

Como fundamento de sus peticiones, señalaron que Víctor


Alberto Triana García se vinculó a la empresa Texas
Petroleum Company el día 1º de julio de 1974 mediante un
contrato de aprendizaje que se convirtió a partir del 16 de
mayo de 1977 en un contrato de carácter laboral a término
indefinido que se mantuvo sin solución de continuidad.
Indicaron que el 7 de octubre de 1995 operó una
sustitución de empleadores entre las empresas Texas
Petroleum Company y Omimex de Colombia Ltda. y que el
30 de noviembre de 2001 el trabajador «se incorporó al
régimen de salario integral» y la empresa efectuó la
liquidación final de prestaciones sociales desde el 16 de
mayo de 1977, sin que se le pagaran las acreencias
laborales equivalentes a aquel primer período del contrato
de aprendizaje. Aseguraron que el último cargo
desempeñado fue el de «Supervisor de Producción» en el

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municipio de Cocorná (Antioquia) y que a partir del 1º de


diciembre de 2001 devengó un salario integral de
$4.300.000.

Afirmaron que en el ejercicio de sus funciones conoció y


denunció el hurto de combustibles en la zona donde
prestaba sus servicios por lo que fue sujeto de amenazas en
contra de su vida, y que el 18 de enero de 2002 dentro de
su jornada laboral y movilizándose en un vehículo de la
compañía, fue secuestrado por terceros desconocidos. El 20
de enero de 2002 fue hallado el cadáver del señor Triana
García dentro de los predios de la empresa demandada,
deceso que se produjo en circunstancias violentas y
relacionadas directamente con el cargo y las funciones que
desempeñaba por lo que se configuró un accidente de
trabajo, sin que la empresa demandada lo reportara a la
administradora de riesgos laborales e incurriendo en culpa
en la medida en que no garantizó el bienestar y la vida del
trabajador.

Señalaron que para el momento del fallecimiento existía un


seguro colectivo de vida a favor del trabajador pero cuyo
pago a los beneficiarios fue inferior al que les correspondía
dado que la empresa no reportó el último salario real del
causante y sin tener en cuenta el origen profesional de la
muerte. Finalizaron indicando que tampoco la empresa
reportó al Sistema de Seguridad Social Integral el verdadero
salario del trabajador. Tras el fallecimiento, sus hijos no
han recibido los beneficios de auxilios y becas educativas a
los que tienen derecho y tampoco se ha hecho cargo el

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empleador de solicitar a una empresa aseguradora el pago


del valor del crédito hipotecario que tenía el causante y que
se encontraba cubierto por una póliza. Afirmaron haber
reclamado a la compañía el 5 de agosto de 2002, sin haber
recibido respuesta.

La sociedad Omimex de Colombia Ltda., hoy, Mansarovar


Energy Colombia Ltda., contestó oponiéndose a las
pretensiones de la demanda. Aceptó la existencia de la
relación de trabajo pero sólo desde el 16 de mayo de 1977,
aduciendo no tener conocimiento de ninguna vinculación
previa. Aclaró que el cargo del trabajador Triana García era
el de «Supervisor de Operaciones II» y que su fallecimiento no
pudo darse como consecuencia de un secuestro en ejercicio
de sus funciones dado que no existe ningún fundamento
para ello. Aceptó que a partir del 30 de noviembre de 2001
ingresó al régimen de salario integral e indicó que la
empresa cumplió con las cotizaciones al Sistema de
Seguridad Social Integral con el salario que devengaba y
que su muerte fue calificada como de origen común. Señaló
que los beneficiarios de los auxilios de la compañía los
disfrutaron mientras cumplieron con los requisitos exigidos
y que los seguros de vida se pagaron en la forma como
previamente estaba estipulado en cada caso. Manifestó no
constarle nada acerca de las condiciones personales o
familiares del trabajador fallecido.

Propuso las excepciones de prescripción, compensación,


inexistencia de las obligaciones reclamadas y pago.

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III. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Quince Laboral Adjunto del Circuito de Bogotá,


profirió fallo el 30 de septiembre de 2010, por medio del
cual resolvió absolver a la sociedad demandada. Fundó su
fallo en que no se comprobó que la muerte del trabajador
Víctor Alberto Triana García fuera de origen laboral y menos
aún, que existiera culpa del empleador en ella.

IV. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación de la parte demandante, conoció del asunto la


Sala Laboral de Descongestión del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, que en sentencia del 31 de
octubre de 2011, confirmó la decisión apelada.

Como sustento del fallo, afirmó que la parte demandante no


cumplió con el deber de demostrar los hechos en los que
fundó sus pretensiones, en la medida en que «de la prueba
recaudada, documental y testimonial», no se podía inferir la
existencia de lo narrado en la demanda correspondiente al
presunto robo de combustible que conoció y denunció el
trabajador fallecido y que por ello, hubiera recibido
amenazas contra su vida, así como no estaban demostradas
las condiciones de tiempo, modo y lugar en las que ocurrió
el homicidio que indican los demandantes, de forma que no
era posible colegir que se tratare de un accidente de trabajo
con culpa suficientemente comprobada del empleador.
Aseguró que los testigos María Inés Mendoza Guzmán y
Carlos Alberto García Bernal indicaron que desconocían

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amenazas en contra del trabajador por razón del cargo que


desempeñaba y que de aquellas estuviera enterada la
empresa.

Finalizó señalando que la estipulación sobre el salario


integral se ajustó a lo dispuesto en el artículo 132 del
Código Sustantivo del Trabajo y que la sustitución de
empleadores que operó entre Texas Petroleum Company y la
sociedad demandada, se efectuó respecto del contrato que
la primera suscribió con el causante el día 16 de mayo de
1977 y no respecto del contrato de aprendizaje que alega la
parte actora, el cual se encontraba terminado y liquidado
además que difería por su naturaleza y condición, del
contrato de trabajo.

V. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la parte demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

VI. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretenden los recurrentes que la Corte case la sentencia


impugnada en cuanto absolvió a la empresa demandada
por las peticiones de la demanda relacionadas con la
indemnización plena de perjuicios, el reconocimiento del
mayor valor del seguro de vida y la indemnización por mora;
para que en sede de instancia, la Sala revoque el fallo de
primer grado respecto de aquellas peticiones y proceda a

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condenar a la sociedad demandada sobre las pretensiones


de la demanda, de forma indexada.

Con tal propósito formularon un cargo por la causal


primera de casación, por la vía indirecta, el cual tras haber
sido replicado, pasa a ser examinado por la Corte.

VII. CARGO ÚNICO

Acusaron la sentencia recurrida de violar la ley sustancial


por la vía indirecta, por aplicación indebida de los artículos
216 y 19 del Código Sustantivo del Trabajo; 63, 1602, 1604,
1613 y 1614 del Código Civil; lo que produjo la aplicación
indebida de los artículos 56 y 57 del Código Sustantivo del
Trabajo; 9, 21, 56, 58 y 91 del Decreto 1295 de 1994, en
relación con los artículos 174, 175 y 177 del Código de
Procedimiento Civil aplicables por integración normativa
por el artículo 145 del Código Procesal del Trabajo y de la
Seguridad Social, los artículos 60 y 61 de éste, y los
artículos 13, 65, 132 y 289 del Código Sustantivo del
Trabajo.

Como errores ostensibles de hecho, enlistaron:

- No haber dado por demostrado, estándolo, que la muerte del señor


Víctor Alberto Triana García fue un accidente de trabajo.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que la muerte del señor


Víctor Alberto Triana García ocurrió por culpa suficientemente
comprobada del empleador.

- No dar por demostrado, estándolo, que la muerte del señor Víctor


Alberto Triana García ocurrió cuando se encontraba en el lugar de
trabajo.

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- No haber dado por demostrado, estándolo, que la empresa conocía de


las situaciones adversas y conflictivas en esa zona.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que la empresa


demandada no observó ninguna norma de seguridad industrial, ni de
seguridad física aplicable al señor Víctor Alberto Triana en su lugar de
trabajo.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que la empresa


demandada no contaba con protocolo de seguridad, o reporte de
desplazamiento del señor Víctor Alberto Triana entre los días 18 y 20
de Enero de 2002.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que el cuerpo sin vida del
señor Víctor Alberto Triana apareció en las instalaciones de la
demanda, con un letrero colocado por sus homicidas.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que la empresa


demandada omitió brindar protección y seguridad a su trabajador.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que hubo nexo causal


entre la negligencia, imprudencia y omisión en el cumplimientos de
reglamentos y normas de seguridad por parte de la Empresa y el
asesinato de su trabajador Víctor Alberto Triana García.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que la empresa


demandada incurrió en negligencia, descuido de su trabajador y
completa omisión en el cumplimiento de reglamentos y procedimientos
de seguridad,

- No haber dado por demostrado, estándolo, que si existieron


amenazas contra el Señor Triana antes de la muerte del mismo.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que el señor Víctor Alberto


Triana se transportaba siempre en carros de la Empresa y que estaba
en uno de ella cuando fue secuestrado.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que la empresa


demandada omitió efectuar el informe del accidente de trabajo del
señor Víctor Alberto Triana.

- No haber dado por demostrado, estándolo, que la empresa


demandada no tenia (sic) afiliado al personal que prestaba servicios en
tres campos de explotación petrolera ubicados en Puerto Nare, Cocorna
(sic) y Puerto Boyacá a RIESGOS PROFESIONALES, para los años 2001
y 2002.

- No tener por probado, estándolo, que la Empresa incumplió las


obligaciones atribuibles al empleador, referidas a la prevención de
riesgos profesionales.

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- No tener por probado, estándolo, que la parte demandada incumplió


su obligación de procurar y mantener el cuidado integral de los
ambientes de trabajo en que prestaba sus servicios el trabajador
fallecido.

- No haber dado por demostrado estándolo, que por haber ocurrido la


muerte de manera accidental los deudos beneficiarios del trabajador
tenían derecho a un seguro de vida colectivo concedido por la empresa
equivalente al doble, uno por amparo básico de vida de 20 salarios y
otro por indemnización adicional, es decir, 40 salarios mensuales.

- No haber dado por demostrado estándolo, que el seguro de vida


colectivo concedido por la empresa demandada equivalente a 40
salarios por muerte accidental, debieron pagarse con el salario del
trabajador, como señala la póliza.

- No haber dado por demostrado estándolo, que la liquidación del


seguro de vida colectivo, solo pagado como muerte natural, se liquidó
con un salario de $3.010.000, diferente al que tenía pactado el
trabajador en el momento de la muerte que era de $4.300.000.00.

- No haber dado por demostrado, estándolo, salario integral pactado


entre la empresa y el trabajador el 30 de noviembre de 2001, mes y 20
antes de su muerte, no correspondió a una compensación real,
resultado inferior a lo que legalmente le correspondía.

- Que tanto en el no pago completo del seguro de vida como en la


conformación del salario integral existió mala fe de la empresa
demandada.

Como pruebas mal apreciadas señalaron:

- Comunicación de fecha octubre 6 de 1995 suscrita por Robert Galbrat


(f126).
- Documentos obrantes a folios 204 a 206 donde aparece entre otras el
lugar de trabajo (Campo Teca) donde se desempeño (sic) el señor Víctor
Alberto Triana.
- Formato de Acta de levantamiento de Cadáver, donde se describe el
lugar del hecho, expedido por la Alcaldía Municipio de Puerto Nare.
(fl.331).
- Comunicación de 15 de mayo de 2008 enviada al Juzgado 15 Laboral
por la Administradora de Riesgos Profesionales Suratep S.A.
comunicando que para los años 2001 y 2002 la empresa demandada
no se encontraba afiliada a esta Administradora, y con relación al
señor Víctor Alberto Triana, manifiestan que jamás estuvo afiliado por
ninguna empresa a esta administradora.
- Oficio No. 476 enviado al Juzgado 15 Laboral del Circuito de Bogotá
por la FISCALIA GENERAL DE LA NACION, Unidad Seccional de
Fiscalía de Puerto Nare en la cual informa entre otras que al occiso
Triana le fue encontrado sobre el abdomen un pedazo de cartón con un
letrero "ESO LE PASA A LAS RANAS POR SAPOS Y METIDOS".

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- Oficio No. 116 enviado al Juzgado 15 Laboral del Circuito de Bogotá


por la FISCALIA GENERAL DE LA NACION, Unidad Seccional de
Fiscalía de Puerto Nare en la cual informa que se tramito (sic) la
Investigación previa No.997, y en donde aparece el Acta de
levantamiento de cadáver en la cual el Inspector de Policía de Puerto
Nare hace constar que el cadáver del señor Triana García fue
encontrado en la carretera del Campo Teca de OMIMEX LTDA.
Igualmente afirma que el señor víctor Alberto Triana García LABORABA
COMO SUPERVISOR DE OPERACIÓN AL SERVICIO DE OMIMEX EN EL
CAMPO DE TECA, JURISDICCION DE PUERTO NARE.
- Liquidación final de prestaciones sociales del causante (fl. 209).
- Confesión: Contestación de la demanda: Respuesta a los hechos Nos,
10 y 13.
- Estipulación sobre salario integral (folios 29 y 30).

Como pruebas no apreciadas, adujeron:

- Finiquitos de indemnización de mayo 20 de 2002.


- Carta de septiembre 19/02 Gerente Virtual de Liberty Seguros
dirigida al director de Recursos Humanos de la demandada.
- Certificado de Seguro de Vida, suscrito por Seguros Liberty.
Renovación Octubre 16/01.
- Certificado de Seguro de Vida, suscrito por Seguros
Liberty.Refacturación.Mayo 16/01. (folio 196)
- Comunicación de enero 13/09 dirigida al Juzgado por Representante
Legal para asuntos judiciales de Liberty Seguros (folio 577).
- Carta dirigida al Gerente General de la demandada OMIMEX por
Liberty Seguros, Gerente Sucursal 74. (folios 578 y 579).
- Estipulación sobre salario integral (folios 29 y 30).
- Liquidación definitiva Cesantías por cambio de régimen a Salario
Integral (folio 31).
- Comunicación de enero 13/09 dirigida al Juzgado por Representante
Legal para asuntos judiciales de Liberty Seguros (folio 577).
- Confesión: Respuesta a los hechos 18 y 19 de la demanda (folio 174)
Respuesta a los hechos 20 y 21 de Ea demanda (folio 174).

Como prueba no calificada no apreciada, señalaron los


testimonios de Myriam Inés Méndez Guzmán, Luis
Armando Moreno Caviedes, Fernando Guzmán Mosos, Luis
Alfonso Guzmán, Luz Ángela Daza y Carlos Alberto García
Bernal.

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En desarrollo del cargo, indicaron que el análisis del


Tribunal fue ligero en la medida en que se apoyó en el
testimonio inexistente de María Inés Mendoza Guzmán y de
las pruebas del expediente quedó demostrado que el señor
Víctor Triana García sufrió un siniestro ocurrido por causa
y con ocasión del contrato de trabajo que al momento de su
fallecimiento se encontraba vigente. Manifestaron que el ad
quem debió ver que si el contrato al 20 de enero de 2002 se
encontraba vigente, desde el 18 de enero del mismo año,
«[…] el contrato existía y el actor estaba prestando sus
servicios a la demandada». Aseguraron que quedó probado
que el finado empleaba vehículos de propiedad de la
empresa para movilizarse y por ende, el infortunio del 18 de
enero de 2002 ocurrió estando en cumplimiento de sus
funciones y a cargo de la compañía, en adición a que dos
días más tarde apareció su cuerpo sin vida dentro de las
instalaciones de la compañía «circunstancia que demuestra
que nunca salió del radio de acción de la empresa», lo que
confirmó el informe de la Fiscalía General de la Nación, el
acta de levantamiento del cadáver y el testimonio de
Miryam Inés Méndez Guzmán; el primero de los
documentos que además dejó sentado que el trabajador
laboraba para la empresa demandada, lo que demuestra
que no sólo ocurrió con ocasión del trabajo sino en
ejecución del mismo.

En el mismo sentido, criticaron del Tribunal que no hubiera


considerado que la empresa fue omisiva en el cuidado del
trabajador pues al saber que la zona era peligrosa, no tomó
ninguna clase de precaución para proteger a los

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trabajadores, entre ellos, el causante, en la medida en que


no aportó ningún protocolo de seguridad ni previno los
riesgos del trabajo, ni afilió al personal al Régimen de
Riesgos Laborales, ni realizó investigación del accidente de
trabajo y tampoco lo reportó. Afirmaron que el
desconocimiento de los autores materiales del homicidio, no
resta la calidad de accidente de trabajo del fallecimiento del
trabajador Triana García, por lo que se configuró la culpa
patronal señalada. Indicaron que los testigos omitidos por
el Tribunal como Luis Armando Moreno, Fernando
Guzmán, Luis Alfonso Guzmán y Luz Ángela Daza sí daban
fe de las amenazas que recibía el trabajador fallecido,
relacionadas con sus funciones.

Respecto del seguro colectivo de vida, adujeron que el


Tribunal olvidó estudiar las pruebas que obraban en el
plenario que demostraban que no les fue pagado en la
forma cómo estaba pactado a cargo de la aseguradora y que
debía hacer cumplir la empresa, dado que no recibieron el
valor adicional de indemnización por muerte accidental, que
incrementaba el valor recibido por la cobertura básica de la
póliza por la muerte, correspondiendo cada concepto a 20
salarios mínimos mensuales legales vigentes cada uno y de
forma concurrente, todo lo cual no analizó el ad quem. En el
mismo sentido, indicaron que la póliza se tasó sobre un
salario inferior al devengado por el trabajador, dado que no
se actualizó la verdadera cifra que recibía aquel, lo que
impactó el monto que recibió la familia.
En lo tocante al salario integral, aseguraron que el Tribunal
no vio que el monto pactado en la suma de $4.300.000 no

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correspondía al «valor compensatorio real que de antemano


permite la ley», en la medida en que antes de la conversión
al salario integral, el trabajador se encontraba devengando
un salario ordinario variable de $4.194.395, por lo que al
ser incrementado en el porcentaje que influía el factor
prestacional equivalente a cesantías, primas e intereses a
las cesantías por 17,66%, el salario integral verdadero que
debía tener el trabajador debía ascender a la suma de
$4.935.125.

Finalmente, manifestaron que el ad quem no atendió la


mala fe del empleador que se concentró en liquidar de
manera incorrecta el salario integral y en desconocer los
beneficios del seguro de vida colectivo que «[…] por tratarse
de una prestación social extralegal es generadora de la
indemnización moratoria como el propio salario […]» y el
empleador guardó silencio frente a «[…] un error evidente de
la aseguradora cuando era su deber como empleadora velar
por un pago real acorde con póliza y frente a unos deudos
que lamentaban y estaban desorientados ante la
desaparición de su gestor y sostenedor […]».

VIII. RÉPLICA

El opositor intervino para señalar que la censura se


equivocaba al fijar el alcance de la impugnación parcial
cuando la decisión le fue totalmente adversa. Además de
ello, indicó que el análisis que realizó el Tribunal acerca de
la existencia o no de un accidente de trabajo y de la
presunta culpa del empleador en éste, fue acertado en tanto

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resultó evidente la carencia de prueba por la parte actora,


interesada en aquella declaración. Insistió en que los
errores que le atribuyen al ad quem no quedaron
demostrados en la magnitud que exige el recurso.

IX. CONSIDERACIONES

Los reproches que a través del recurso extraordinario de


casación le hace la censura al Tribunal se concentran
principalmente en tres aristas: a) no tener por probado que
la muerte del trabajador Víctor Alberto Triana García fue
producto de un accidente de trabajo en el que medió culpa
del empleador; b) no tener por acreditado que existió un
pago deficitario de un seguro de vida contratado por el
empleador a favor de los familiares del trabajador fallecido;
y c) no tener por demostrado que el pacto de salario integral
que fue aplicado al trabajador causante, fue ineficaz.

Sin embargo, advierte la Sala que sólo el primero y el último


de los ataques citados pueden válidamente constituir
motivo de pronunciamiento por la Corporación, en la
medida en que el segundo de los reproches relacionado con
el pago deficitario del seguro de vida no fue motivo de
decisión por parte del Tribunal. De esta manera, si el ad
quem omitió cobijar con su fallo –debiendo hacerlo-, la
inconformidad que plantearon los apelantes respecto del
mal pago derivado de los derechos nacidos en el contrato de
seguro de vida que beneficiaba al trabajador Triana García
y a su núcleo familiar, eran los mismos interesados quienes
debían acudir a los remedios procesales del caso para

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conjurar dicha situación, desatando los recursos del caso


para forzar al ad quem a fallar sobre lo que constituía una
pretensión inobservada de la demanda. Con ello, el silencio
de los impugnantes debe entenderse como una aceptación
del fallo en los linderos en los que fue proferido y, por ende,
aquel reproche no tiene el mérito para desatar la
competencia de la Corporación.

Por las razones expuestas, el estudio de la Sala se contraerá


exclusivamente a los problemas jurídicos relacionados con
la naturaleza laboral o no de la muerte del trabajador Víctor
Alberto Triana García y la culpa que en ello hubiere tenido,
o no, el empleador; así como la eficacia del pacto de salario
integral que fue aplicado en vida al trabajador.

1. El deceso del trabajador Víctor Alberto Triana García


y su naturaleza respecto de la relación de trabajo con la
sociedad demandada

No fue objeto de discusión que el trabajador Víctor Alberto


Triana García falleció el 20 de enero de 2002, de forma
violenta, por impacto de proyectiles de arma de fuego. La
parte demandante, como se dijo, insiste en que aquel
deceso ocurrió en circunstancias asociadas con la labor que
desempeñaba el trabajador al servicio de la sociedad
demandada, al tiempo que ésta lo niega y asegura que el
suceso desafortunado comportó un evento de origen común.
El ad quem, a su turno, se limitó a declarar que no se
encontraba probado que el fallecimiento del trabajador

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ocurriera como «[…] consecuencia de un accidente de trabajo


y por culpa, suficientemente comprobada, del empleador».

Para lo que en su conjunto, la censura comenzó por insistir


en tener por acreditado el traspaso de la explotación de los
campos «Nare», «Teca» y el «Oleoducto Velásquez-Galán» de la
sociedad Texas Petroleum Company a Omimex de Colombia
Ltda., hoy Mansarovar Energy Colombia Ltda., en el mes de
octubre de 1995 y el «Campo Teca» como lugar de trabajo
del fallecido Víctor Triana García. Ello, por sí solo, no
demuestra nada diferente a lo que aceptó la sociedad
demandada y obvió el Tribunal, comoquiera que no fue
discutida la labor desempeñada por el trabajador ni el lugar
de sus operaciones.

Ahora, en asocio con el Formato de Acta de Levantamiento


de Cadáver expedido por la Alcaldía municipal de Puerto
Nare, y otros documentos del plenario, la censura pretende
derivar la certeza de que el móvil del deceso tuvo relación
directa con la prestación del servicio del trabajador, de lo
que acusa al ad quem de haber obviado. Sobre el primero de
estos documentos, importa decir a la Sala que ya ha tenido
la oportunidad de sentar con antelación que los elementos
de juicio que se incorporan al expediente como prueba
documental pero que constituyen verdaderamente un
documento declarativo de terceros, no permiten la
configuración de un error de hecho susceptible de ser
estudiado en sede extraordinaria, y su análisis sólo será
procedente en la medida en que se demuestre error sobre
una prueba que sí sea calificada.

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Así lo recordó la Corporación en providencias CSJ SL, 6


marzo 2012, radicación 43422; CSJ SL, 28 octubre 2009,
radicación 34899; CSJ SL, 28 octubre 2009, radicación
35421; CSJ SL, 20 octubre 2009, radicación 36230; CSJ
SL, 15 septiembre 2009, radicación 35420; CSJ SL, 12
agosto 2009, radicación 36487; CSJ SL, 3 agosto 2009,
radicación 35297; CSJ SL, 25 junio 2009, radicación
35740; CSJ SL, 10 junio 2009, radicación 35466; CSJ SL, 9
junio 2009, radicación 34309; CSJ SL, 28 abril 2009,
radicación 35.872; CSJ SL, 31 marzo 2009, radicación
32.510; CSJ SL, 10 marzo 2009, radicación 34748 y CSJ
SL, 10 junio 2008, radicación 32166, entre otras.

Particularmente en la sentencia CSJ SL, 17 marzo 2009,


radicado 31484, aclaró la Corte:

“(.…) Aunque, a raíz de la reforma introducida al ordinal 2 del artículo


277 del C. de P. C., por el artículo 23 de la Ley 794 de 2003, para la
apreciación de los documentos declarativos emanados de terceros, ya
no se requiere la ratificación de su contenido <…mediante las
formalidades establecidas para la prueba de testigos…>, ni su
apreciación se debe hacer <…en la misma forma que los testimonios…
>, como lo exigía la anterior norma, sino que, simplemente, <…se
apreciarán por el juez sin necesidad de ratificar su contenido, salvo
que la parte contraria solicite su ratificación>, tal como lo prevé el
actual texto legal, y ya lo había previsto el ordinal 2 del artículo 22 del
Decreto 2651 de 1991 y lo adoptó definitivamente el numeral 2 del
artículo 10 de la Ley 446 de 1998, dichos cambios legislativos no
alcanzan a variar la vieja tesis de la Corte de que los documentos de
esta naturaleza no son prueba calificada en casación, pues, si bien, tal
postura había estado basada en el carácter no autentico del
documento, toda vez que, para poder ser apreciado en juicio requería
de su ratificación, también se ha venido considerando que, no obstante
ratificarse éstos en el proceso, tenían una naturaleza intrínseca
testimonial, lo cual, si bien se apoyaba en el mismo texto legal, que
exigía que fueran apreciados <…en la misma forma que los
testimonios>, según lo disponía inicialmente el artículo 277 del C. de P.
C., no por haberse eliminado tal previsión del legislador, puede decirse

18
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

que ha desaparecido su condición de testimonio, así sea extraprocesal,


ni que para su valoración no se deban seguir las mismas reglas de
apreciación y crítica de este tipo de pruebas, lo cual se ofrece claro en
el caso presente, en donde los referidos documentos son actas de
declaraciones rendidas por testigos ante el propio empleador, en donde
se debe ser más riguroso al momento de determinar su valor de
convicción.

En este orden de ideas cabe seguir sosteniendo que, por su naturaleza


intrínseca testimonial, lo documentos simplemente declarativos
emanados de terceros, no constituyen prueba calificada en casación,
por lo que no se podrá asumir su estudio, sino en la medida que se
demuestre error respecto de una prueba que sí lo sea”.

Ergo, sobre aquella probanza, no podría permitirse análisis


alguno salvo que se demostrara error evidente sobre alguna
prueba que sí fuera calificada en casación. Con todo, de allí
tampoco se deduce nada diferente a lo que fluye de otros
documentos, que siendo hábiles en casación fueron
recopilados dentro del curso de la primera instancia, en el
sentido de tener por cierto que se halló un cadáver, que fue
identificado con el nombre de Víctor Alberto Triana García,
cuya ocupación era «Supervisor de operación OMIMEX», en
«Carretera lado derecho subiendo campo Teca OMIMEX LTD.,
a un costado de uno de los potreros de la Hacienda LA
CABAÑA lugar despoblado y solicitario (sic)».

Efectivamente, el oficio n.° 476 del 14 de diciembre de


2006, proferido por la Unidad Seccional de Fiscalía de
Puerto Nare, de la Dirección Seccional de Fiscalías de
Antioquia, permite evidenciar el trámite de la investigación
previa radicada bajo el consecutivo n.° 997 por el delito de
«Homicidio y hurto calificado y agravado», sin identificación
de sindicados o imputados por la muerte del trabajador

19
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

Víctor Alberto Triana García, en el que la autoridad de


investigación certificó:

Hechos: Según informe policivo de enero 22/2002, en versiones


suministradas por familiares del occiso VÍCTOR ALBERTO TRIANA
GARCÍA, quienes manifestaron que éste fue plagiado por desconocidos
el día 18 de enero de 2002 en el puerto fluvial del corregimiento de
Puerto Perales jurisdicción de Puerto Triunfo (Ant.), y hallado el cuerpo
sin vida en enero 21/2002 en zona rural, a un costado de la vía que de
Puerto Nare conduce a Puerto Triunfo, lugar despoblado, sobre el
abdomen le fue encontrado un pedazo de cartón con el letrero “ESO LE
PASA A LAS RANAS POR SAPOS Y METIDOS”. En enero 21/2002 se
practica por parte del Inspector de Policía de Puerto Nare la diligencia
de levantamiento de cadáver.

En enero 2/2003 la Unidad Transitoria de Descongestión Delegada


ante Jueces Penales de Circuito de Antioquia en Medellín, profiere
RESOLUCIÓN INHIBITORIA. En febrero 6/2004 pasan las diligencias
al archivo de esta Unidad.

En el mismo sentido, el mismo despacho del Fiscal 42


Seccional de Puerto Nare, adscrito a la Dirección Seccional
de Fiscalías de Antioquia, en el oficio n.° 216 del 15 de
septiembre de 2008 (mencionado por la censura como oficio
n.° 116), indicó con destino al proceso, que:

[…] me permito informarle que en esta Unidad Seccional de Fiscalía se


tramitó la Investigación Previa N° 997, la cual se encuentra en el
archivo con resolución inhibitoria de septiembre de 2/2003, proferida
por la Unidad Transitoria de Descongestión Delegada ante los Jueces
Penales del Circuito de Antioquia, por el delito de homicidio, donde es
occiso: VÍCTOR ALBERTO TRIANA GARCÍA, quien se identificaba con la
C.C.: 7.246.780 de Puerto Boyacá, en la referida investigación reposa
el acta de levantamiento de cadáver de enero 21 de 2002, en la cual el
Sr. RODRIGO GONZÁLEZ ZAPATA, Inspector de Policía de Puerto Nare,
hizo constar que el cadáver del Sr. TRIANA GARCÍA fue encontrado en
la carretera del Campo Teca de OMIMEX LTDA., con varias heridas
producidas por arma de fuego. Al igual reposa la diligencia de
necropsia N° 003 de enero 21/2007, practicada por el Dr. JORGE
ANDRÉS POSADA CARRASCAL, Médico Rural del Hospital Octavio
Olivares de Puerto Nare, en la que concluyó que la muerte del Sr.
TRIANA GARCÍA fue consecuencia natural y directa de choque
traumático debido a heridas por proyectil de arma de fuego, que
causaron trauma craneoencefálico severo y lesión del parénquima

20
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

pulmonar con hemotórax masivo. El Sr. VÍCTOR ALBERTO TRIANA


GARCÍA laboraba como Supervisor de Operación al servicio de OMIMEX
en el campo Teca, jurisdicción de Puerto Nare. Los hechos tuvieron
ocurrencia el 18 de enero de 2002.

De lo visto, vale decir que no halla la Sala la presunta


existencia de un accidente de trabajo y la comprobación de
la culpa del empleador en éste, respecto del fallecimiento
del trabajador Triana García. Luego, no se aprecia un error
protuberante del ad quem en la valoración de los descritos
elementos de prueba, que pudieran constituir los errores de
hecho que describió la censura.

Efectivamente, las probanzas denunciadas por la censura y


analizadas por la Corte, bien permiten acreditar lo que
nunca estuvo verdaderamente en discusión en el juicio: que
el trabajador Víctor Alberto Triana García prestaba sus
servicios a la empresa Omimex de Colombia Ltda., hoy
Mansarovar Energy Colombia Ltda., en condición de
«Supervisor de Operaciones» en el sitio de trabajo
denominado «Campo Teca», y que el 18 de enero de 2002 fue
raptado por hombres desconocidos, apareciendo su cuerpo
sin vida dos días después, muerte que fue ocasionada por el
impacto de proyectiles de arma de fuego. El mérito de los
citados documentos no alcanzan a acreditar con certeza que
la muerte del citado trabajador estuviere asociada
indisolublemente a su servicio al otrora empleador Omimex
de Colombia Ltda., así como tampoco, que éste hubiera
tenido responsabilidad por acción u omisión en la
ocurrencia de aquel. No se demuestra con claridad, como
erradamente lo argumentan los recurrentes, que el

21
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

secuestro y la muerte hubieran ocurrido dentro de los


linderos de las instalaciones del empleador (y no sólo en el
área común de la vasta explotación petrolera), y con ocasión
de la actividad a éste prestada, lo que era piedra angular de
cualquier reclamo de responsabilidad.

El Tribunal echó de menos las pruebas de la


responsabilidad del empleador en el deceso del trabajador
Triana García, probanzas que tampoco advierte la Corte con
el despliegue argumental de la censura. El infortunio que
rodeó al empleado y a su núcleo familiar por más dramático
que resultare, no puede ser en el sub lite objetivamente
atribuido a la ligereza o descuido del empleador, a quien
tampoco puede suponerse ubicado en la misma senda de
un victimario desconocido para, so pretexto de su presunta
inacción, llevar tranquilidad a los deudos del fallecido y
resarcir los perjuicios que han tenido no otro origen sino en
la turbulenta realidad social de algunas regiones del país.

Sobre la existencia de la responsabilidad del empleador en


un accidente de trabajo que dé lugar a la indemnización
plena de perjuicios conforme el artículo 216 del Código
Sustantivo del Trabajo, ya esta Sala tuvo la oportunidad de
sentar en la providencia CSJ SL15114-2017, que la
actividad humana subordinada, puesta al servicio de una
persona natural o jurídica, entraña riesgos que le son
propios y que pueden afectar la integridad del trabajador o
su vida misma. Este riesgo -que es objetivo en la medida
que pervive porque existe el empleo y es inherente a éste-,
es lo que está cubierto bajo el amparo del Sistema de

22
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

Riesgos Laborales con las restricciones y condicionamientos


impuestos por la legislación.

A su turno, el riesgo que nace en desarrollo del trabajo pero


no necesariamente con ocasión del mismo, y que tiene la
condición de no ser congénito o innato a la actividad
dependiente desarrollada, es lo que trasciende el cobijo
ordinario del Sistema y dada su calidad de excepcional,
debe ser asumido por quien dio lugar a su creación, por
acción u omisión. En líneas generales, a ello se reduce la
distinción básica entre el riesgo objetivo y el riesgo subjetivo
en materia de riesgos laborales, que tiene relevancia de cara
a establecer quién asume la responsabilidad de mitigar el
riesgo o soportar las consecuencias de la configuración de
un siniestro.

De allí que haya sido discutida en innumerables ocasiones,


la procedencia o no de la acumulación de indemnizaciones
entre las que son reconocidas por el Sistema General de
Riesgos Laborales según el Decreto 1295 de 1994 y la Ley
776 de 2002, y el empleador en los términos del artículo
216 del Código Sustantivo del Trabajo, cuando ha dado
lugar a la creación de un riesgo extraordinario para alguno
de sus trabajadores. La posición sentada con antelación por
esta Corporación en torno a ello, es que resultan
compatibles, dado su diferente origen y finalidad.

Así lo sostuvo la Corte en reciente sentencia CSJ SL10731-


2017, y de tiempo atrás en providencias CSJ SL, 22 abril
2008, radicación 27736; CSJ SL, 17 octubre 2007,

23
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

radicación 29609 y CSJ SL, 12 noviembre 1993, radicación


5868.

En efecto, nada obsta para que el riesgo objetivo y propio


del trabajo sea cubierto por un sistema legal que tiene por
fin mitigar los peligros asociados a la actividad humana
subordinada, y, de forma concurrente, pueda ser obligado
un empleador que permitió, produjo o, en todo caso, no
evitó, un daño extraordinario que el trabajador no tenía la
carga de soportar y que el sistema legal no está en
capacidad de asumir de forma ordinaria, precisamente, por
su naturaleza ajena a la habitualidad del servicio y sus
contingencias.

Sin embargo, lo que resulta trascendente para establecer la


asignación de responsabilidad al empleador por eventos
ocurridos en el marco de un contrato de trabajo, en los
términos del artículo 216 del Código Sustantivo del Trabajo,
supone la comprobación más allá de cualquier duda
razonable, de la culpa que tuviere el empleador mismo en el
resultado que debió evitarse, ya fuere por acción u omisión.

A su vez, en torno al alcance y efectos del artículo 216 del


Código Sustantivo del Trabajo, tiene dicho la Sala en la
misma sentencia CSJ SL15114-2017 y entre otras, en la
sentencia CSJ SL9355-2017, reiterada en la sentencia CSJ
SL12862-2017, que:

Tal y como lo ha explicado esta Sala, la condena a la indemnización


ordinaria y plena de perjuicios consagrada en el artículo 216 Código
Sustantivo del Trabajo, debe estar precedida de la culpa suficiente del

24
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

empleador en la ocurrencia del accidente de trabajo o la enfermedad


profesional, de modo que su establecimiento amerita además de la
demostración del daño originado en una actividad relacionada con el
trabajo, la prueba de que la afectación a la integridad o salud fue
consecuencia de su negligencia en el acatamiento de los deberes de
velar por la seguridad y protección de sus trabajadores (art. 56 C.S.T.).

De manera particular, tales obligaciones se encuentran consagradas en


los numerales 1 y 2 del artículo 57 del Código Sustantivo de Trabajo,
según las cuales los empleadores deben «Poner a disposición de los
trabajadores, salvo estipulación en contrario, los instrumentos
adecuados y las materias primas necesarias para la realización de las
labores», y procurarles «locales apropiados y elementos adecuados, de
protección contra los accidentes y enfermedades profesionales en
forma que se garanticen razonablemente la seguridad y la salud».

De igual manera, el artículo 348 del mismo estatuto preceptúa que toda
empresa está obligada a «suministrar y acondicionar locales y equipos
de trabajo que garanticen la seguridad y salud de los trabajadores», y
adoptar las medidas de seguridad indispensables para la protección
de la vida y la salud de los trabajadores, lo cual guarda armonía con
las disposiciones en materia de salud ocupacional y seguridad en los
establecimientos de trabajo que prevén dentro de las obligaciones
patronales las de «proveer y mantener el medio ambiente ocupacional
en adecuadas condiciones de higiene y seguridad» (art. 2 R.
2400/1979).

En esa misma línea el artículo 84 de la Ley 9 de 1979 estableció que,


entre otras obligaciones, los empleadores están impelidos a
proporcionar y mantener un ambiente de trabajo en adecuadas
condiciones de higiene y seguridad; establecer métodos de trabajo con
el mínimo de riesgos para la salud dentro de los procesos de
producción; cumplir y hacer cumplir las disposiciones relativas a salud
ocupacional; responsabilizarse de un programa permanente de
medicina, higiene y seguridad en el trabajo destinado a proteger y
mantener la salud de los trabajadores; adoptar medidas efectivas para
proteger y promover la salud de los trabajadores mediante la
instalación, operación y mantenimiento, en forma eficiente, de los
sistemas y equipos de control necesarios para prevenir enfermedades y
accidentes en los lugares de trabajo y realizar programas educativos
sobre los riesgos para la salud a que estén expuestos los trabajadores
y acerca de los métodos de su prevención y control.

Ya en el marco del Sistema General de Riesgos Profesionales, hoy


Sistema General de Riesgos Laborales, se reiteró la obligación a los
empleadores de «procurar el cuidado integral de la salud de los
trabajadores y de los ambientes de trabajo» (art. 21 del D. 1295/1994).

A partir de lo visto, adviértase cómo las disposiciones sustantivas


laborales de salud ocupacional –hoy Seguridad y Salud en el Trabajo-
y riesgos laborales, han sido unívocas en comprometer al empleador a
cuidar y procurar por la seguridad y salud de los trabajadores, y

25
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

adoptar todas las medidas a su alcance en orden a prevenir los


accidentes y enfermedades profesionales, en perspectiva a que «la
salud de los trabajadores es una condición indispensable para el
desarrollo socio-económico del país, su preservación y conservación son
actividades de interés social y sanitario» (art. 81 L. 9/1979).

De otro lado, en lo que respecta a la indemnización total y


ordinaria de perjuicios derivada de la existencia de un
accidente de trabajo, ha reiterado la Sala en la providencia
CSJ SL17026-2016, ratificada en sentencia CSJ SL10262-
2017, que una condena por aquel concepto:

[…] exige la demostración de la culpa patronal, que se establece


cuando los hechos muestran que faltó «aquella diligencia y cuidado que
los hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios», según
la definición de culpa leve que corresponde a los contratos celebrados
en beneficio de ambas partes, de modo que cuando se reclama esta
indemnización ordinaria, debe el trabajador demostrar la culpa al
menos leve del empleador, y a este que tuvo la diligencia y cuidados
requeridos, para que quede exento de responsabilidad.

No basta entonces con sólo plantear el incumplimiento del


empleador en las obligaciones de cuidado y protección a
favor del trabajador, comoquiera que la indemnización
plena de perjuicios reglada por el artículo 216 del Código
Sustantivo del Trabajo, «[…] no es una especie de
responsabilidad objetiva como la del sistema de riesgos
laborales, para que opere la inversión de la carga de la
prueba que se reclama» en razón a que debe estar acreditado
el accidente y las circunstancias en las que ha tenido
ocurrencia, y «[…] que la causa eficiente del infortunio fue la
falta de previsión por parte de la persona encargada de
prevenir cualquier accidente […]» (CSJ SL, 10 marzo 2005,
radicación 23656; CSJ SL10262-2017; CSJ SL10417-2017;
y CSJ SL17026-2016).

26
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

Demostrados los supuestos de la responsabilidad del


empleador por quien está interesado en su declaratoria,
corresponde a su turno a éste acreditar «[…] que no incurrió
en la negligencia que se le endilga, mediante la aportación
de pruebas que acrediten que sí adoptó las medidas
pertinentes en dirección a proteger la salud y la integridad
física de sus trabajadores», lo que supone una suerte de
inversión de la carga de la prueba, ante la existencia de una
negación indefinida, en los términos del artículo 177 del
Código de Procedimiento Civil -hoy 167 del Código General
del Proceso- (CSJ SL11147-2017). Así lo ha reiterado la
Sala, entre otras, en las sentencias CSJ SL17026-2016,
CSJ SL7181-2015 y CSJ SL, 7 octubre 2015, radicación
49681.

Lo dicho, no supone, en todo caso, que exista una


presunción de culpa del empleador en la ocurrencia de un
accidente por el desarrollo de una actividad que pueda
llegar a ser catalogada como peligrosa (CSJ SL11086-2017),
conclusión proscrita de antaño por la Sala (CSJ SL, 30
marzo 2000, radicación 13212; CSJ SL, 5 septiembre 2000,
radicación14718; y CSJ SL, 20 junio 2012, radicación
42374); sino que, a la probanza del trabajador de los
hechos que dan lugar a la culpa del empleador, se sigue la
necesidad de acreditar por éste último que se considera
diligente. Ello, por cuanto sólo tras la culpa comprobada del
empresario, se habilita la condena por indemnización plena
de perjuicios (CSJ SL11826-2017 y CSJ SL11303-2017).

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SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

En el asunto sub examine, como se dijo, no resultó claro


que el desafortunado fallecimiento del trabajador Víctor
Alberto Triana García hubiera tenido un nexo causal con su
actividad al servicio del empleador, por lo que no se
equivocó el ad quem cuando declaró que no habría lugar a
la asignación de responsabilidad de la sociedad demandada
si no se habían demostrado con suficiencia por los
interesados, las condiciones específicas en las que el deceso
fue con causa o con ocasión del servicio.

Vale aclarar que la empresa demandada nada confesó sobre


el particular en la contestación de la demanda como
equivocadamente lo anuncia la censura, comoquiera que se
limitó a aceptar los hechos sobre los cuales no existió
controversia ni al inicio ni durante el desarrollo del pleito,
dado que sólo se refirieron al cargo desempeñado y el hecho
objetivo de la muerte del trabajador. En igual sentido,
tampoco de una certificación de la Administradora de
Riesgos Laborales Suratep extendida a órdenes del
despacho judicial donde cursó por la primera instancia el
proceso, el 15 de mayo de 2008 se puede establecer que
hubo negligencia del empleador en la afiliación de sus
trabajadores al Régimen de Riesgos Laborales durante los
años 2001 y 2002, comoquiera que lo que se deduce de
aquella comunicación es que no era esa la Administradora
de Riesgos Laborales a la que estaba afiliada en aquella
época la empresa empleadora, de lo que no se sigue que
nunca hubieran estado protegidos los trabajadores por los
riesgos asociados al trabajo.

28
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

No sobra aclarar por la Corte, que no se trata de declarar


que un secuestro y la muerte que sobreviniere a éste por
terceros desconocidos o por grupos al margen de ley aún si
son susceptibles de ser identificados, no pueda constituir
un accidente de trabajo en el que pueda mediar culpa del
empleador que permita la efectividad de la reparación plena
de perjuicios de que trata el artículo 216 del Código
Sustantivo del Trabajo; en la medida en que lo que
verdaderamente hace posible aquella consecuencia adversa
al empleador es la acción u omisión en la que incurre y que
permite el daño asociado al servicio que el trabajador no
está en la capacidad y obligación de soportar, ni el Sistema
General de Riesgos Laborales de cubrir.

En la providencia CSJ SL13074-2014, la Corte reconoció la


responsabilidad del empleador en la muerte que devino a
uno de sus trabajadores tras haber sido secuestrado por
grupos armados ilegales, pero, bajo el supuesto de la cabal
comprobación de que había sido previamente enterado del
riesgo personal que corría el funcionario y haber desoído la
solicitud de traslado y protección que había elevado éste.

En aquella providencia la Sala dijo:

Pero en lo que debe insistir la Sala es en que la decisión impugnada se


basó, en esencia, en que a pesar de conocer el empleador que el
trabajador tenía problemas con la comunidad y que en la zona donde
el causante presentaba el servicio había presencia de la guerrilla, obvió
todo ello y expuso su integridad física. Aquí también es riguroso repetir
que estas conclusiones no son derruidas en el cargo enfilado por la vía
fáctica.

[…]

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SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

En ese orden de ideas, ha dicho la Sala, es absolutamente


indispensable que se evidencie un patente comportamiento omisivo o
negligente del empleador antes de que ocurran los hechos, para ser
condenado a la indemnización plena de perjuicios y ello fue lo que
encontró acreditado el juez de apelación y que la recurrente no logra
destruir, pues, insístase, no vio actos de la demandada tendientes a
evitar los hechos fatídicos.

No hay que pasar por alto que hay eventos en los que efectivamente el
empleador sí puede adoptar medidas para prevenirle a sus
trabajadores un deterioro físico o sicológico, y aún la muerte, como por
ejemplo, optar por la reubicación, petición que fue elevada por el
causante, omitida por la demandada.

En el sub lite, a diferencia de la decisión transcrita,


permaneció en la penumbra de la duda que la labor
desempeñada por el trabajador finado pudiera haberse
relacionado con su secuestro y trágica muerte, y que el
empleador hubiera tenido conocimiento previo y suficiente
de ello, de manera que le hubiera sido dable tomar una
actitud activa y prevenir el deceso, ya fuere por el
reforzamiento de la protección física personal al trabajador
en riesgo, o por su traslado a un escenario de trabajo
diferente donde pudiera eliminarse o al menos mitigarse la
posibilidad de sufrir un atentado en contra de su integridad
o su vida.

Fueron los anteriores elementos de duda los que no


permitieron al ad quem acceder a las pretensiones de la
demanda, lo que no encuentra desacertado la Sala.

Ciertamente el ad quem no hizo otra cosa sino llegar a


conclusiones que se muestran ajustadas a derecho bajo el
artículo 61 del Código Procesal del Trabajo y de la
Seguridad Social, dado que en el marco de la autonomía

30
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

judicial que acompaña sus decisiones, no encontró probada


la existencia de un accidente de trabajo, y menos aún de la
responsabilidad del empleador. A ello apunta precisamente
el mencionado artículo que confiere al juzgador la
posibilidad de formar libremente su convencimiento
«inspirándose en los principios científicos que informan la
crítica de la prueba y atendiendo a las circunstancias
relevantes del pleito y la conducta procesal observada por
las partes. […]»; sin someterse a una tarifa legal para la
valoración de las pruebas. La discrepancia –aún si fuere
profunda- del litigante cuyas pretensiones o excepciones
son desestimadas por la justicia en sede ordinaria, no
supone per se un error que funde un cargo en casación.

Ahora bien, el Tribunal fundó su fallo también en


testimonios que fueron oportunamente reprochados por la
censura. Sin embargo, debe recordarse que su examen en
casación le está vedado en principio a la Corte, dada la
restricción que contiene el artículo 7 de la Ley 16 de 1969.
Y, como no se ha demostrado error de valoración de la
prueba calificada, dicha prohibición debe mantenerse, por
lo que se hace innecesario profundizar en su análisis.

2. La validez del pacto de salario integral

Finalmente, en lo que respecta a los errores de hecho que le


atribuye la censura al Tribunal relacionados con la
presunta invalidez del pacto de salario integral que cobijó al
trabajador, basta decir por la Sala que no se advierte yerro
del ad quem que encontró suficiente el pacto del 30 de

31
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

noviembre de 2001 que obra en el plenario, a la luz del


artículo 132 del Código Sustantivo del Trabajo.

Lo anterior, por cuanto la conjetura en la que fundan los


recurrentes el vicio del pacto de salario integral está
exclusivamente asociada al hecho que el monto de éste
debió ser mayor, lo que escapa por completo al juicio de la
Sala mientras aquello no venga acompañado de la prueba
de que está por debajo de los límites legales o que fue
producto de una indebida e injustificada desmejora de los
derechos irrenunciables del trabajador. En efecto, para la
censura, el acuerdo de salario debió suponer un cálculo
más alto del que realmente fue pactado por las partes, pero
omitieron demostrar que hubiera algún vicio del
consentimiento en el acto que se derivó de la autonomía
reconocida a las partes por el artículo 132 del Código
Sustantivo del Trabajo, y se aleja de la argumentación del
yerro protuberante que es preciso acreditar en la sede
extraordinaria. No sobra recordar que el disenso con el
criterio del fallador de segundo grado no constituye per se
un motivo de casación, y menos, la acreditación automática
del error ostensible.

El artículo 87 del Código Procesal del Trabajo y de la


Seguridad Social, modificado por el artículo 60 del Decreto
528 de 1964, exige para el planteamiento del cargo por la
vía indirecta la destreza del casacionista para llevar a la
Corte a la certeza de la equivocación del ad quem. Así lo ha
dicho la Sala con antelación «Si la violación de la ley
proviene de apreciación errónea o de falta de apreciación de

32
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

determinada prueba, es necesario que se alegue por el


recurrente sobre este punto, demostrando haberse incurrido
en error de derecho, o en error de hecho que aparezca de
modo manifiesto en los autos» (CSJ SL2478-2017).

Luego, el error de hecho en materia laboral, «[…] se


presenta, según el caso, cuando el sentenciador hace decir al
medio probatorio algo que ostensiblemente no indica o le
niega la evidencia que tiene, o cuando deja de apreciarlo, y
por cualquiera de esos medios da por demostrado un hecho
sin estarlo, o no lo da por demostrado estándolo, con
incidencia de ese yerro en la ley sustancial que de ese modo
resulta infringida» (CSJ, 11 febrero 1994, radicado 6043,
reiterada en CSJ SL5988-2016 y CSJ SL4032-2017), y
además, para que se configure, es indispensable que venga
acompañado de las razones que lo demuestran, y como lo
ha dicho la Corte, que su existencia aparezca notoria,
protuberante y manifiesta.

Las anteriores razones resultan suficientes para dar al


traste con el cargo elevado.

Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo de la


recurrente, pues su recurso no salió avante y fue replicado.
Se fijan como agencias en derecho la suma de tres millones
setecientos cincuenta mil pesos ($3.750.000), que se
incluirán en la liquidación que el juez de primera instancia
haga, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 366 del
Código General del Proceso.

33
SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

X. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia y por autoridad de la
ley, NO CASA la sentencia dictada el treinta y uno (31) de
octubre de dos mil once (2011) por la Sala Laboral de
Descongestión del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá, dentro del proceso ordinario laboral seguido por
AMPARO MOLINA OSPINA actuando en nombre propio y
en representación de PAULA ANDREA TRIANA MOLINA y
NORMAN MAURICIO TRIANA MOLINA en contra de la
sociedad OMIMEX DE COLOMBIA LTDA. hoy,
MANSAROVAR ENERGY COLOMBIA LTDA.

Costas como quedó dicho en la parte motiva de la


providencia.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA

OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA

34
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Radicación n.° 56383

GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ


(Impedimento)

VIDEO SENTENCIA DE SECUESTRO

1. Preguntas
● III SENTENCIA EN PRIMERA INSTANCIA: 6 renglones
1. pregunta ADRIANA
● IV SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA: 1 hoja
1 pregunta ADRIANA
● V RECURSO DE CASACIÓN: 2 renglones
Pregunta: ¿Qué recurso puede interponer el demandante
para apelar la decisión de la corte?
Respuesta:
a. Recurso de apelación
b. Recurso de casación
c. Todas las anteriores
ADRIANA
● VI ALCANCE LA IMPUGNACIÓN: 1 Página
1. preguntas ADRIANA
● VII CARGO ÚNICO: 8 A LA PÁG 14

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SCLAJPT-10 V.00
Radicación n.° 56383

5 preguntas MARYORI
● VIII REPLICA: MEDIA PÁGINA
1. preguntas ADRIANA
● IX CONSIDERACIONES: 2 consideraciones;
PRIMERA CONSIDERACIÓN Página 15 a 31
10 preguntas KATHERINE
● SEGUNDA CONSIDERACIÓN: Página 32 A 34
2 preguntas MARYORI
● X DECISIÓN: ½ página
1 pregunta ADRIANA

2. Video
● Edición de video: Yuliana
● Construcción de antecedentes de forma gráfica:
Jhonatan
https://www.powtoon.com/

I AUTO: 2 Renglones
II ANTECEDENTES: 3 hojas
Duración: 2 minutos.

3. Personajes
● Presentador: Yuliana
● 4 concursantes: Jhonatan; Maryori, Adriana;
Katherine
● Opciones
Llamada de un amigo
50/50
Llamada telefónica

FECHAS DE ENTREGA

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Radicación n.° 56383

Preguntas martes 1 de septiembre.


Video de Jonathan Martes 1 de septiembre
Fecha tentativa de grabación de video: viernes y sábado
28 y 29 de agosto.

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