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Universidad Católica de Córdoba

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA

Trabajo 1

Comentario a la obra Edipo Rey desde las lecturas de Rene Girard y Michel Foucault

Asignatura: Humanismo Cristiano.

Docentes: Daniel López, sj.

Estudiante: Federico Martín Vidal Britos, sj.

30 de mayo de 2023

1
Introducción

La experiencia de la verdad.

El presente trabajo pretende ahondar en la tragedia de Edipo comentando los efectos del
ensamble de las verdades que se van sucediendo en la obra, a partir de los aportes de
Michel Foucault y la ley de las mitades. Este efecto será focalizado especialmente sobre
Edipo y el Coro; atendiendo a su representación de pueblo. A priori, se puede decir que en
Edipo la verdad va encontrándose con la necesidad de mitades faltantes hasta formar el
objeto único1: la verdad sobre su origen. Es en esta necesidad que Edipo ejerce el poder-
saber2 con violencia vengativa sobre los obstáculos que amenazan su soberanía. Se plantea
en esta necesidad a Rene Girard, con su teoría de la mímesis del deseo y mecanismo
sacrificial, para explicar el comportamiento de Edipo en su experiencia de la verdad. Pero
el pueblo, ¿qué poder ejercer con sus mitades de la verdad?; ¿cómo lo ejerce?; y,
finalmente, ¿cuál es su experiencia de la verdad?

Desarrollo
Sin pueblo no hay soberano.

El pueblo se presenta ante Edipo padeciendo una peste, hace memoria de su encuentro con
la Esfinge, a modo de esperanza. Edipo sufre y por ello envió a Creonte para informarse de
lo que debe hacer o decidir para salvar a la ciudad. El hecho que Edipo pida a Creonte
hablar frente al pueblo destaca un deseo común entre las partes (rey-pueblo). Esta
información, que salvará a la ciudad, se da por una doble condición: en primer lugar,
encontrar al culpable del asesinato de Layo; y, en segundo lugar, desterrar al culpable o
expiando el homicidio con otro. Es decir, la venganza. El ambiente cambia repentinamente,
de la salvación a la condenación; como el culpable se encuentra en tierra de Tebas, nace la
incertidumbre y la sospecha: una rivalidad. Pero Edipo es hábil, con pocas pistas y el
tiempo lejano del homicidio, se dispone rápidamente a realizar cualquier cosa para salvar a
Tebas. Disipa el auge de la rivalidad. El Coro relata el sufrimiento del pueblo, mientras

1
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.
2
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.

2
padece la espera de la mitad faltante culpable. El vínculo mutuo soberano-pueblo se funda
en el recuerdo, el respeto y admiración. Ante la incertidumbre de cómo llevar a cabo el
descubrimiento del homicida: Edipo elocuentemente propone hacer justicia como camino y
Corifeo, en concreto, al adivino Tiresias. Ambos fragmentos propuestos parecen
corresponderse con la mitad que pide al culpable. El pueblo lo recibe y se deja conducir.

La rivalidad recíproca.

Tiresias representa a lo divino y terrenal, se sitúa entre la profecía y el testimonio;


salvándose, salva a la ciudad. Ante el pedido de Edipo, Tiresias se niega y hace ademán de
retirarse, es cuando se manifiesta el primer enojo de Edipo cuando menciona: “¿sabes y
quieres callar?3” Esto es inaudito para un temperamento como el de Edipo. El saber se
ejerce con poder, y encuentra salida acusando a Tiresias. Al menos, Edipo lo podría acusar
de culpable por omisión de información, pero el enojo puede más y sin pruebas embiste.
Tiresias responde también con cólera e ironías –pues conoce una verdad inapelable-, el
pueblo observa y escucha, pero sin llegar a una definición. Entonces también Creonte es
acusado de confabularse con Tiresias. La amenaza es mutua, vidente e invidente no pueden
corresponderse. Se desata entonces la rivalidad y ante el miedo surge la defensa. Surge el
caos como alteración a la paz; el pueblo está confundido. El pasado de Edipo se encuentra
bloqueado por el poder-saber y el ejercicio autoritario de este, y a partir de este momento
con más fuerza por la cólera. Sin embargo, el coro-pueblo recuerda la Esfinge y afecto a
Edipo y se afirma que nunca lo acusará de un crimen. El poder soberano se encuentra
garantizado en esta intervención. La verdad de Edipo confirmada en la fidelidad del pueblo.
Aparentemente hay una armonía, ninguna de las mitades se inclina a tener supremacía
sobre la otra. Pero la tensión está instalada y un nuevo ensamble ejerce su atracción, pide la
mitad de la solución. La rivalidad se da dentro con Creonte y fuera con Tiresias -en el
ejercicio de su mitad hombre-, de la ciudad que busca salvación y representa el objeto
fragmentado de las verdades.

La verdad encuentra alteridad.

3
Sófocles, Edipo Rey, 1º Episodio.

3
El mandato llega a Tebas desde lo divino, el destino se presenta como inevitable: Él murió
(Layo) y ahora nos prescribe (el oráculo) claramente que tomemos venganza de los
culpables. La mimesis encuentra fluidez en esta prescripción de venganza del pasado, que
pretende ser un camino para alcanzar la verdad. Íntimamente ligada a la ira y al placer, de
quien ostenta algún tipo de poder. Siendo hija de la violencia y contraria a la reconciliación,
la venganza aquí se da como una pasión (hybris) que pide una restitución del orden; puede
ser esta mediante un sacrificio, un castigo, o una violencia radicalmente distinta. “Se piensa
en una violencia decisiva y terminal, en una violencia que ponga fin, de una vez por todas,
a la violencia4”. De esta manera la venganza violenta se filtra para alcanzar la justicia y la
paz, ¿violencia, justicia y verdad son compatibles?; ¿cómo se resuelve entonces el círculo
vicioso de la violencia originado en la muerte de Layo?, la verdad impacta en Edipo y en el
pueblo sufriente, pero cada parte despliega miméticamente una búsqueda. En Edipo el
despliegue se da en su círculo familiar y en el pueblo en la mitad-espera de la resolución y
mitad-amparada en la promesa de su rey. La violencia no está aún esparcida, pero si la
verdad. El regicidio, parricidio, el incesto y la peste no se corresponden aún, falta el
culpable sobre quien descargar la venganza y responsabilidad. La búsqueda se encuentra
ceñida por la alteridad, surge la negación como defensa, tanto para el pueblo como para
Edipo.

La violencia revelada.

El Corifeo mediador trata de solapar a Creonte, cuando Edipo brusca -y asustadamente- lo


acusa con insistencia. El miedo es real por la sucesión al trono de Creonte. Lo ve como
enemigo manifiesto. Se producen acusaciones y contraacusaciones que no integran ninguna
verdad, son réplicas sin interpretaciones satisfactorias. Sin embargo, Edipo en ejercicio del
poder, rechaza y desea la muerte del hermano enemigo, no se conforma con el exilio. La
venganza se alimenta de los esfuerzos de cada cual por deslumbrar la verdad. El deseo de
salvar a la ciudad se traslada a encontrar al culpable entre Edipo y Creonte-Tiresias;
Yocasta vuelve a centrar el problema tratando de aplacar la violencia recíproca 5 instalada
entre ambos, representa al equilibrio siendo hermana y esposa. Pero, la violencia sigue

4
R. GIRARD, La violencia y lo sagrado, Barcelona, Editorial Anagrama, 1995, p. 34.
5
Cfr. Rene Girard, La violencia y lo sagrado, Editorial Anagrama, 1995, p. 50.

4
revelándose cuando Yocasta menciona el intento de infanticidio de Layo, es irónico que
esta información salvífica condene a Edipo, quien desbloquea sus recuerdos e se inquieta en
su ánimo y ve disminuido su poder soberano. Los temas que esconden a la violencia
comienzan a descomponerse: el infanticidio, parricidio, incesto, regicidio. “Las huellas de
la violencia pueden y deben borrarse, pero no sus efectos 6”. Por esto, la reciprocidad pasa a
la violencia unilateral, aún sin objeto donde descargarse. Es el mismo Edipo conversando
con Yocasta que se revela en verdad: la descripción del asesinato de Layo encuentra su
mitad en el recuerdo del ebrio que insultó a Edipo, el punto en común: la cólera de ambos
momentos. Posteriormente Edipo dice a Yocasta que le dirá verdad completa. El Corifeo se
llena -completamente- de miedo. Es todo espera.

“El criado que volvió, el único que pudo salvarse7”

Esta verdad salvífica es más colectiva pues encuentra su correspondencia con la peste del
pueblo. El pueblo mimetiza su deseo. Ya el intento de infanticidio de Layo queda
justificado por una violencia anterior manifestada por profecía del oráculo a este y por la
esperanza del Coro-pueblo de salvar la ciudad de más muertes. La eficacia de Layo fue
temporal y limitada (catártica). Así como Layo temió por el poder, ahora Edipo teme perder
el poder-saber de manos de Creonte y Tiresias, se forma el triángulo mimético donde Edipo
y el poder se repiten. El capital de odio y desconfianza sigue en Tebas, los efectos de las
huellas de violencia no fueron borrados. El saber ha disimulado la verdad de la violencia de
Edipo. El monopolio de cólera se derrumba, inicialmente situado por encima de la peste,
Edipo ya no decide desde la cumbre y excesos del enojo. Hasta este punto, nadie se parecía
a Edipo, ni él a nadie, había eliminado todas las diferencias 8 asesinando a su padre y
casándose con su madre. Era único, pero la “racionalidad esconde su naturaleza 9”. El
pueblo busca la paz de la peste ya sin avalar la soberanía de Edipo.

Mecanismo de la unanimidad violenta10.

6
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.
7
Sófocles, Edipo Rey, 4 º Episodio.
8
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.
9
Cfr. Rene Girard, La violencia y lo sagrado, Editorial Anagrama, 1995, p. 21.
10
Cfr. Rene Girard, La violencia y lo sagrado, Editorial Anagrama, 1995, p. 91.

5
El coro se pone de acuerdo resolver las profecías de Layo. La rivalidad con Creonte y
Tiresias desaparece. El Coro pueblo ha escuchado la resolución (no aún la ejecución) de
este asesinato olvidado, la paz de la peste ensambla su mitad; mientras habla con los dioses,
la verdad se desplaza de lo divino a lo terrenal, de reyes a un mensajero, pastor y criado (el
pueblo). Si bien “Pólibo ha muerto, la peste y la resolución de la muerte de Layo siguen
incompletos11”; Edipo trata de olvidar artificial y nuevamente. Pero las falacias habladas
entre Yocasta y Edipo son disfraz. Pretenden repetir la “misma mezcla impura de cosas
innombrables12” continuando juntos en el trono. El mensajero-pastor portador de dos
mitades: salvación y condena. Edipo la recibe en ese orden, salvado de niño y condenado
de adulto; el pueblo, por su parte, condenando a Edipo se salva. Ambos se unen en este
mecanismo dirigiéndose al coro-pueblo preguntando por el último eslabón de la verdad;
quien es el mismo pastor que Yocasta había propuesto anteriormente. Pero esta, busca
olvidar todo, Edipo obedece por atracción a la verdad de su origen.

Un acercándose un pastor.

El criado que se dedicó a cuidar los rebaños es interrogado por Edipo. Su identidad es
confirmada por el Mensajero y la información previa, (ejemplo: los rebaños de Citerón, el
tiempo antiguo de los hechos pasados; y la más importante el niño que este entregó al
Mensajero). Es curioso lo que sucede aquí: Edipo ejerce el poder con contundencia y
violencia con amenazas para hacer hablar al Criado, se da en él un vaivén entre el enojo y
la determinación, pues es la verdad de su origen la que está en juego. Parece ser una
violencia con un origen diferente. La génesis de su origen tiene dos mitades: su madre lo
entrega a la muerte con previa orden del padre, pero Edipo también hizo experiencia de la
compasión por parte del Criado. El Coro en su función de narrador expresa su lamento en el
recuerdo de Edipo como salvador y rey de Tebas, y por la desdicha actual de ser esposo e
hijo de su madre, “culpable del asesinato de Layo y responsable de la peste 13”. No apunta a
la cólera como principio de la peste-verdad, más bien, al destino y el tiempo omnividente.

Crisis sacrificial.

11
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.
12
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.
13
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.

6
Las no-diferencias están dadas, las categorías dentro del palacio se han revelado y disueltas.
Yocasta muere; el Sirviente comunica al Corifeo, no se termina de saber que sucedió con la
muerte, pues Edipo este precipitó gritando y no fue posible ver cómo terminó Yocasta. El
Corifeo (el coro) es mediador de la muerte de Yocasta. Si había algo peor que la madre-
esposa viva, ahora lo es muerta. Se sabe luego que Edipo se extirpa ambos ojos para no ver
más lo que no debía ver ni conocer a los que no quería conocer. El Corifeo, en esta
mediación de la situación, también interroga hasta con cierto juego de palabras: “¿y está
ahora algo tranquilo el infeliz?14” Edipo es recibido por el Corifeo.

La víctima propiciatoria.

La mitad faltante de la crisis es el orden, que termina por absorberlo. Edipo que
injustamente ejercía el poder es alejado de Tebas. Aunque digno de compasión por la
cantidad de dolor humano que padece, falta aún el último acto. Este héroe no puede verse ni
oírse por nadie. El pueblo acoge a Edipo, el terror de la verdad solo se hace soportable en
Edipo en su amistad con el Corifeo. Si bien Edipo no puede ver más, la otra mitad está en
que otros los pueden ver, y entre estas personas: sus hijos, especialmente las dos niñas.
Edipo culpable y víctima15 acepta el destino, cualquiera que él sea. Antes salvado para
sufrir, ahora expulsado para andar en la verdad. Frente a sus hijas Edipo vuelve a ver las
diferencias, busca aún dominar sobre el final, ya sin poder, pero sabiendo completamente.
La purificación de las pasiones se da hasta lo último. Su pasado poderoso ya no disfraza su
presente. Creonte se lleva a Edipo, finalmente.

Conclusión

Rasgos de la experiencia de la verdad en Edipo y el Pueblo.

En Edipo el encuentro con el otro-obstáculo16 son percibidos con violencia y deseo.


Violencia que busca eliminar la amenaza de su soberanía. La misma rivalidad espiral
14
Sófocles, Edipo Rey, Éxodo.
15
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.
16
Cfr. Rene Girard, La violencia y lo sagrado, Editorial Anagrama, 1995, p. 38.

7
determina la fuerza de su deseo. Con la venganza el deseo se vuelve ambivalente entre
buscar salvar la ciudad en unidad con el pueblo y luego encontrar al culpable para satisfacer
su cólera. Una vez que la violencia ha alcanzado su paroxismo, la misma dinámica
mimética que la originó lleva al pueblo a coincidir sobre el objeto único que formó los
fragmentos de las verdades esparcidas. Edipo es retirado paulatinamente del colectivo,
primero y prestamente por Creonte cuando es llevado dentro del palacio; y luego Edipo,
con lo último que le resta de poder, en su propia promesa, pide al nuevo rey Creonte sea
desterrado de Tebas. La elección de Edipo sobre sí mismo dejó la violencia contenida en su
persona. La eliminación de la víctima constituyó, aparentemente, un principio de
reorganización social. El sujeto mimético continúa convencido de que su deseo es auténtico
y no duda sobre su derecho de goce y plenitud por encima de los demás. Esto justifica el
arrojo de Edipo a un “no-lugar”.

Tomando la teoría de Foucault de las mitades, ¿cómo se completa la verdad experimentada


por estos polos: rey y pueblo? Pareciera únicamente con más violencia. Existen enteros que
deben separarse, o porque llegan a un límite o porque nunca debieron unirse, “si se posee el
saber es preciso renunciar al poder17”. La renuncia es ir contra el deseo propio. Al final,
Edipo vive el terror y el pueblo la compasión. Aun así, el pueblo, acepta el sacrificio-
mandato divino y violento; también sabe que es necesario para la salvación de la ciudad.
Entonces, ¿la violencia sigue esparcida y reforzada en su dinámica? Aparentemente, pues al
no haber objeto, el deseo aumenta (carga de violencia 18), pero también la compasión. La
relación final en el diálogo de Edipo con el Corifeo revela una reconciliación; resignificada
por una base tensa -en el largo camino que ha de seguir Edipo-, como cual hilo estirado en
ambas mitades.

Miméticamente desear es creer en la trascendencia divina del mundo sugerido por el Otro,
quien complementa con su mitad. La reconciliación es signo de amistad.

No se debe proclamar feliz a ningún mortal,

17
Cfr. Michel Foucalut, La verdad y las formas jurídicas, Editorial Gedisa, 2005, pp. 35-61.
18
Apunte de clases.

8
antes de llegar al término de su vida sin haber sufrido desgracia alguna.

Bibliografía

Apuntes de clase.

De la Cruz Herrea, J. Poetas dramáticos griegos, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Aristófane.


México, D.F. Editorial Océano.

Contreras, I. (2016). La verdad como Aletheia, un trágico asunto en Edipo Rey de Sófocles.
Revista Alpha (42). ISSN 0718-220. Santiago, Chile. Recuperado:
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-22012016000100011.

Foucalut, M. (1978). La verdad y las formas jurídicas. Editorial Gedisa, S.A. Barcelona,
España.

Girard, R. (1995). La violencia y lo sagrado. Editorial Anagrama SA. Barcelona, España.

Trejo, A. (2017). Deseo mimético e identidad: Pensar a la violencia en el mundo actual.


Revista Sincronía, núm. 72, pp. 143-173. Universidad de Guadalajara.

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