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Fundamentos Rapidez de Reacción Frecuencia Rapidez aislada

Fundamentos

Existen múltiples definiciones del término rapidez, sin embargo, a juicio de los autores, Platonov
es preciso en su conceptualización, como se muestra en el Esquema No.1.

Sin embargo, la propia rapidez va a estar relacionada con la complejidad de las acciones que se
ponen de manifiesto en los movimientos que son ejecutados, ante determinadas tareas
motoras. (Esquema No.2).

La rapidez elemental es la forma más simple de manifestación de la rapidez y se asocia y va a


ser desarrollada de forma priorizada en el PEFOIMA (Esquema No.3).

La rapidez elemental depende de múltiples factores, sin embargo, los que se muestran en
el Esquema No.4 responden a aquellos que son determinantes para su evolución más efectiva.

La operatividad del mecanismo neuromotor (Esquema No.5) evoluciona muy poco con el
entrenamiento, pero es muy importante para las carreras más cortas, como es el caso de los 60
m en que compiten los niños, sin embargo, la capacidad de movilizar rápidamente el conjunto de
acciones motoras se constituye en el factor dominante de esta capacidad (Esquema No.6).

La rapidez compleja es aquella manifestación de la rapidez donde se ponen de manifiesto, de


forma integral, las capacidades locales de la actividad motora, en determinada actividad
deportiva, sin embargo, ella no es el centro en PEFOIMA, pues es preciso desarrollar en el niño
que se inicia en el atletismo, primeramente las acciones locales, para posteriormente
interrelacionarlas entre sí.

El desarrollo de la rapidez transita por dos etapas básica (Esquema No.7), destacándose que
en el PEFOIMA, que se corresponde con el momento inicial de la etapa 1, el mayor esfuerzo es
realizado a favor del desarrollo de la rapidez elemental.
Esas reflexiones conducen a que el desarrollo de la rapidez en el Período de Formación Inicial
Multilateral en Atletismo debe dirigirse al empleo preferencial de los ejercicios que se muestran
en el Esquema No.8.

Los ejercicios de rapidez de reacción.

Este grupo estará conformado por aquellos, cuyos componentes garantizan disminuir el tiempo
de reacción ante una señal visual, auditiva o propioceptiva, desde diversas posiciones
iniciales. Deben primar los ejercicios encaminados a las llamadas reacciones simples por encima
de las complejas, por las características propias del atletismo, es decir, que las respuestas rápidas
ante un estímulo auditivo deben ser centro del desarrollo. Sin embargo, no puede obviarse que
se trata de un niño que requiere para la vida de un amplio espectro de velocidad de reacción,
tanto antes estímulos de tipos diversos como antes respuestas de igual carácter.

En este primer período va a dirigir más la atención a la rapidez de la respuesta que a la técnica
de los movimientos, aún sin descuidar esta última, pues a los efectos de los objetivos del ejercicio,
lo más importante es disminuir el período oculto del tiempo de reacción.
El profesor debe tener muy claro que aún utilizando el método de juegos, la concentración de la
atención dirigida a la reacción motora agota mucho al niño, por lo que debe evitarse realizar
excesivas repeticiones de un mismo ejercicio, recomendándose cambiar sistemáticamente la
posición inicial, mediante el empleo de posturas tales como bocabajo, bocarriba, sentados, de
pie, arrodillados, de lado y otras múltiples del ingenio de los educadores.

Sin embargo, los métodos competitivos y de juego deben tener primacía, por su influencia en
crear un ambiente emotivo y facilitar la predisposición psicológica para la reacción rápida.

Los ejercicios para el desarrollo de la frecuencia o tempo de los movimientos.

En la literatura los términos frecuencia y tempo de los movimientos son tratados como sinónimos,
por lo que en este libro son usados indistintamente. Este grupo de ejercicios tendrá primacía en
el desarrollo con los niños de 10-11 años, por encima de cualquiera de los otros cinco grupos,
porque el principiante se encuentra en una edad muy favorable para su desarrollo y no puede
olvidarse que a los 13-14 años culminará el período crítico de su evolución. Ya más adelante su
evolución se tornará muy lento y será tarde.

El fundamento de tal prioridad está centrado en los requerimientos que reclamarán cualquiera
de las disciplinas del atletismo, en que finalmente se especialice el principiante. El proceso de
formación del atleta está apenas en sus inicios, y aunque el niño muestra inclinación por el
atletismo, aún es temprano para saber cuál será su prueba de especialización futura.

Para el desarrollo de la velocidad se emplean dos métodos básicos de organización de los


movimientos, como se especifica en el Esquema No.9:

El método analítico debe su nombre, a la tendencia en el proceso de entrenamiento de la


rapidez, hacia el desarrollo de los diferentes componentes que garantizan una alta velocidad de
los movimientos. Es decir, se incide en el desarrollo de cada una de las partes que actúan en la
velocidad: el empuje extendido, el contacto con la pista en el metatarso, la elevación de las
piernas, la postura del cuerpo, el movimiento de zarpazo de las piernas y otros, mientras que
el método sintético se caracteriza por el desarrollo de la rapidez de forma integral, con
ejercicios que tiendan al movimiento completo.

En el PEFOIMA primará el empleo del método analítico, pues es una premisa básica que, para
desarrollar la rapidez, la técnica debe mostrarse de una forma correcta. Con independencia que
se utilice la carrera propiamente dicha como ejercicio, la atención estará centrada en los
componentes del movimiento. Por ejemplo, si realiza carrera progresiva en la distancia de 50 m,
se le explica que el énfasis será puesto en la elevación de la rodilla al frente, o en la culminación
del empuje del pie, etc.

Los desplazamientos han de ser cortos, con duración entre 3 y 6 segundos, primando las
repeticiones con velocidades variadas, de acuerdo con el esquema No.10.
Para el desarrollo de la frecuencia de los pasos primará el uso de los métodos de juego y
competitivo, aunque será también empleado el método de repeticiones estándar (Esquema
No.11).

Lo más común es aplicar un test inicial en el que se determine, con una distancia de 60 m, tanto
el tiempo en las distancias de 40 m, 50 m y 60 m como cuál es la frecuencia máxima del niño
entre los segmentos 30-40, 40-50, 50-60 m y los propios 60 m. Es una medición sencilla. Sólo
basta con contar la cantidad de pasos en que recorre esos tres segmentos y el tiempo
correspondiente, empleando el contenido del esquema No.12.

Una vez se conocen los resultados iniciales de la frecuencia de los pasos, el niño está en
disposición de comenzar a desarrollarla.

La familia básica de los ejercicios que deben ser utilizados, estará siempre asociada con los
juegos. Deben emplearse ampliamente aquellos que a continuación se detallan, aunque más
adelante, cuando sea abordado el grupo de ellos dirigidos al aprendizaje técnico, esta familia de
ejercicios será ampliada:

 Carrera con énfasis en recorrer la distancia con una gran cantidad de pasos y en
el menor tiempo posible: 30-60 m (se deben contar los pasos, intentando en cada
nueva repetición ejecutar un número mayor de ellos).

 Juegos de relevos.

 Juegos deportivos con reglas especiales (fútbol, baloncesto)

 Carreras con líder 10-50 m.

 Carreras progresivas 30-60 m.

 Arrancadas (salidas) en diferentes posiciones iniciales: 10-25 m

 Pasos cortos relajados: 20-50 m.

 Carrera elevando muslos: 30-50 m.

 Saltos alternos: 20-40 m.

 Carrera en tramos de 10 a 50 metros.

 Carreras con subida del régimen de velocidad: 30-50 m.

 Carreras con subida y bajada del régimen de velocidad:40-60 m.

Debe respetarse el descanso prolongado entre ejercicios de forma tal que el sistema
neuromuscular esté totalmente recuperado antes de realizar la nueva repetición, para facilitar la
ejecución de los movimientos al máximo de velocidad y, como norma, no será utilizado un
volumen mayor de 300 m, para evitar que el trabajo se transforme en resistencia alactácida. Sería
preferible utilizar algunas series de 2-3 repeticiones cada una, donde se emplee tanto entre
repeticiones como entre series un descanso prolongado, para lograr una recuperación funcional
efectiva para realizar la nueva repetición del ejercicio.
Siempre que se esté utilizando ampliamente el método analítico, mediante la repetición de los
ejercicios que ayudan al aprendizaje de los componentes que intervienen en los movimientos de
la velocidad, la intensidad de ejecución estará entre el 80 y 90 % y no mayor, aunque en
ocasiones se le da la oportunidad al niño de emplear intensidades superiores para comprobar si
la técnica de ejecución se muestra estable a una velocidad mayor. Es muy útil emplear el método
de contraste, realizando repeticiones de ejercicios donde se alterne, por ejemplo, cada 5 metros
o cada 3-5 pasos, la carrera con una contracción máxima de toda la musculatura, con la carrera
con una relajación total, para que en el establecimiento de ese contraste el niño adquiera el
sentido de la relajación. Este ejercicio podría realizarse también alternando ese contraste de
contracción-relajación en carreras alternas, es decir, por ejemplo: 30 m totalmente contraído,
pausa de 2-3 minutos y luego 30 m realizando todo lo contrario, es decir, totalmente relajado.
También se realizan repeticiones donde se enfatiza en la relajación de los músculos faciales, por
su influencia en la relajación total del cuerpo.

También podría utilizarse el método de incremento de las sensaciones


propioceptivas, alternando la ejecución de ejercicios con los ojos cerrados y los ojos abiertos,
para elevar el sentido motor de la ejecución, aunque teniendo muy presente que esta método
debe utilizarse con un solo niño en el centro de la pista, guiado inicialmente por el sonido de un
silbato.

Cuando se emplee el método sintético, la intensidad de ejecución no será menor del 90 %.


Velocidades inferiores no conducen al desarrollo de la rapidez. El diapasón de las velocidades
debe moverse entre el 90 y el 100 %, pero sin olvidar la relajación necesaria que debe estar
presente en cada ejecución y que, independientemente que se utilice la carrera integral como
ejercicio, en cada repetición debe indicársele al niño una tarea analítica, por ejemplo, extender
la pierna en el empuje..

No puede perderse de vista que el grupo etáreo Infantiles (de 10-11 años) debe mostrar un
desarrollo acusado de la frecuencia de los pasos y hacia su desarrollo debe estar centrada, en
gran medida, la formación de la velocidad. Periódicamente debe evaluarse el comportamiento de
la frecuencia máxima de los pasos, evaluando la cantidad de pasos, según lo ya explicado en el
Esquema No.12 e introduciendo modificaciones de la tendencia de los ejercicios con ese fin, en
correspondencia con los resultados obtenidos.

El niño de 10-11 años no es sometido a un plan de entrenamiento sino a un programa de


formación, por lo que los plazos competitivos, relacionados con la forma deportiva, no tienen una
real importancia. Ello permite realizar modificaciones sistemáticas de la acción de las cargas de
preparación, en correspondencia con la respuesta de su organismo, sin pensar en una
periodización estrecha. Adoptar otra actitud es hacer primar el campeonismo sobre la formación.
Es prioridad básica obtener un campeón, pero en los Juegos Olímpicos o en el Campeonato del
Mundo para adultos, no antes.
Los ejercicios dirigidos a la rapidez de los movimientos aislados.

A este grupo de ejercicios pertenecen aquellos que se utilizan para incrementar la velocidad de
ejecución de los despegues en los saltos y del esfuerzo final o posición de fuerza en los
lanzamientos. En el caso de los niños en el PEFOIMA, ellos se desarrollan ampliamente mediante
las repeticiones reiteradas que realizan de los ejercicios de la metodología de enseñanza del
lanzamiento de la pelota y de los saltos de longitud y altura, que son abordados en la preparación
técnica, así como aquellos que son ejecutados en la preparación de fuerza, relacionados con los
saltos y lanzamientos, que serán tratados en el capítulo homónimo.

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