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COMPASIÓN

La compasión es un valor humano que conjuga la empatía y la comprensión hacia el sufrimiento de


los demás.

La palabra compasión deriva del griego συμπάθεια (sympatheia), cuya etimología indica un
sentimiento de simpatía, y del latín cumpassio, que enfatiza en la sensación de tristeza.

La compasión es un valor que permite que todos sean tratados con igualdad al comprender las
miserias. También empuja a ayudar a los otros en su sufrimiento. La compasión es un efecto que
surge de la simpatía, la tristeza, la comprensión y la empatía frente a aquellos que se encuentran
en una situación peor que la propia.

Además de la mezcla de sentimientos que la compasión provoca, esta impulsa a la ayuda y a la


caridad para mejorar la situación de los otros. A su vez, nos recuerda a dar gracias por las cosas
que tenemos y por las mejores condiciones en que nos tocó vivir.

Gracias a la compasión se ejercita también la justicia y la tolerancia, como es el caso, por ejemplo,
de la participación en las instituciones de ayuda humanitaria y las fundaciones. Otro ejemplo, son
los movimientos creados para la protección e igualdad de las minorías raciales, culturales, sociales
y sexuales.

LEYENDA

Echemos un vistazo más de cerca a la historia de Lázaro.

En “Ven, sígueme” de esta semana leemos sobre la historia de un hombre llamado Lázaro, que era
amigo del Salvador.

Cuando Jesús supo que Lázaro estaba enfermo, dijo: “Esta enfermedad no es para muerte, sino
para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (Juan 11:4). Él sabía que
podía levantar a Lázaro de entre los muertos, dando a la gente otro testimonio de que Él, Jesús,
era el Mesías.

El Salvador esperó dos días más antes de dirigirse a la casa de Su amigo. Para cuando llegó,
¡Lázaro llevaba muerto cuatro días! Las hermanas de Lázaro, María y Marta, dijeron lo mismo: Si
hubieses estado aquí antes, él no habría muerto.

Ahora bien, Jesús sabía que estaba a punto de levantar a Lázaro de entre los muertos; sabía que
esa triste historia estaba a solo unos minutos de un final feliz milagroso. Mientras María, Marta y
sus amigas lloraban, Jesús pudo haber dicho: “No lloréis. Todo va a salir bien. Ya veréis”.

Pero no lo hizo. ¿Qué hizo Él?

“Y lloró Jesús” (Juan 11:35).

El Salvador hizo lo que se supone que deben hacer los discípulos: “llorar con los que lloran”
(Mosíah 18:9; véase también Romanos 12:15). Siglos después, Jesús mismo les decía a José
Smith y a los santos: “Viviréis juntos en amor, al grado de que lloraréis por los que mueran”
(Doctrina y Convenios 42:45).
Por supuesto, eso no significa que DEBES llorar cuando alguien muera; todos tenemos diferentes
formas de mostrar duelo. Más bien significa que ser compasivo es algo bueno; la sensibilidad, ya
seas hombre o mujer, es buena. Seguimos el ejemplo del Salvador cuando demostramos nuestro
amor de manera apropiada y hacemos saber a las personas que nos importan.

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