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La definición adoptada para Salud Pública es la establecida por la Organización Mundial de la Salud
(OMS) promulgada en su carta fundacional considerando que “La salud es un estado de completo
bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
A pesar de la ampliación del concepto, existen autores que han replanteado dicha definición,
como Milton Terris quién suprime el término “completo”, haciendo énfasis en la percepción
subjetiva del bienestar, como también otras que consideran la capacidad del individuo a adaptarse
a su medio.
Es así como la definición es de carácter flexible, intentando adecuarse de mejor forma al contexto
que la establece para funcionar como base para el establecimiento de objetivos que van desde lo
individual a lo poblacional.
SALUD – ENFERMEDAD
DETERMINANTES DE LA SALUD
De la definición de salud se desprende su complejidad. Son muchos los factores que interactúan
para lograr determinar la condición de salud o enfermedad.
Se da mayor relevancia los factores ambientales respecto a los genéticos debido a que los
primeros son considerados más fácilmente modificables (aún cuándo esto constituye sólo un
supuesto) y por el significativo impacto demostrado en múltiples ocasiones del entorno sobre el
individuo y su estado de salud o enfermedad.
Otra forma de evaluar los determinantes de la salud es la que propone Tarlov quien define cinco
grupos los cuales se encuentran relacionados entre sí y con disciplinas que los abordan:
De esta forma se pretende ordenar estos distintos factores con el objetivo de identificar cuáles son
las condiciones que los determinan y así plantear posibles intervenciones con el fin de mejorar el
nivel de salud de la población.
Causas
Estas pueden ser las causas de las enfermedades infecciosas:
Síntomas
Cada enfermedad infecciosa tiene sus signos y síntomas específicos. Entre los signos y
síntomas generales que son frecuentes en muchas enfermedades infecciosas se incluyen:
Fiebre
Diarrea
Fatiga
Dolores musculares
Tos
¿Se pueden prevenir las enfermedades infecciosas?
Las siguientes medidas son las mejores maneras de evitar las enfermedades
infecciosas:
Las bacterias
Las bacterias son unos organismos unicelulares diminutos que obtienen sus
nutrientes del ambiente en que viven. En algunos casos, ese ambiente será tu
propio organismo o el de otro ser vivo.
Algunas bacterias son buenas para nuestros cuerpos: ayudan a que el sistema
digestivo funcione correctamente e impiden que entren bacterias nocivas en su
interior. Algunas bacterias se utilizan para fabricar medicamentos y vacunas.
Pero las bacterias también pueden causar problemas, como las caries, las
infecciones del tracto urinario, las infecciones de oído o la faringitis estreptocócica.
Los antibióticos se utilizan para tratar infecciones de origen bacteriano.
Los virus
Los virus son incluso más pequeños que las bacterias. No son ni siquiera células
completas. Solo son material genético (DNA o RNA) empaquetado dentro de una
cubierta proteica. Los virus necesitan otras estructuras celulares para
reproducirse, lo que significa que no pueden sobrevivir a no ser que vivan dentro
de otro organismo (una persona, animal o planta).
Los virus pueden vivir durante una cantidad muy reducida de tiempo fuera de
células vivas. Por ejemplo, los virus contenidos en fluidos corporales infectados
pueden vivir sobre superficies, como los mostradores, las mesas o los asientos del
inodoro, durante muy poco tiempo, pero se mueren enseguida a menos que
invadan a otro huésped.
Los hongos
Los hongos son organismos multicelulares parecidos a las plantas. Obtienen los
nutrientes de las plantas, los alimentos y los animales en ambientes húmedos y
cálidos.
Muchas infecciones por hongos, como el pie de atleta y las infecciones por
levadura, no representan ningún peligro para una persona sana. De todos modos,
las personas que tienen el sistema inmunitario debilitado (debido a enfermedades
como el SIDA o el cáncer), pueden desarrollar infecciones por hongos más graves.
Los protozoos
Los protozoos son organismos unicelulares como las bacterias. Pero son de
mayor tamaño que las bacterias y contienen núcleo y otras estructuras celulares,
lo que los hace más parecidos a las células de las plantas y de los animales.
Lavado de manos
Lavarse las manos con agua y jabón es una medida de higiene personal que
previene la propagación de numerosas enfermedades, tanto las que se transmiten
por vía fecal-oral como las infecciosas, que pueden pasarse si alguien con las
manos sucias se toca cavidades como los ojos, la nariz o la boca. Los cinco
momentos clave para lavarse las manos con jabón son: después de defecar;
después de limpiar el trasero de un bebé; antes de alimentar a un niño; antes y
después de preparar alimentos, y antes y después de comer.1 No menos
importante también es lavarse las manos al llegar a casa.
Bañarse
Bañarse después de una emergencia asociada con agua sólo debe hacerse si se
tiene agua limpia y segura. Escuche a las autoridades locales para más
instrucciones al respecto. En ocasiones, aunque el agua no sea segura para beber
se puede utilizar para bañarse.
Higiene Dental
Cepillarse los dientes después de una emergencia asociada con agua sólo debe
hacerse con agua limpia y segura. Escuche a las autoridades locales para
averiguar si el agua del grifo es segura de usar.
Higiene de manos
Lavarse las manos, lavar las tablas de cortar, las superficies de apoyo, los
cuchillos y otros utensilios después de que hayan tenido contacto con
alimentos crudos.
Lavar bien los vegetales y las frutas antes de comerlos.
Cocinar bien la carne. Los jugos deben ser transparentes y el interior no
debe estar rosado.
No comer huevos crudos ni mal cocidos. Algunos alimentos como la salsa
holandesa casera, el aderezo César y otros aderezos para ensalada
caseros, el tiramisú, el helado casero, la mayonesa casera, la masa de
galletas y los glaseados pueden contener huevo crudo.
No consumir leche ni otros productos lácteos (quesos) crudos o no
pasteurizados. Asegúrese de que estos alimentos tengan una etiqueta que
diga que son “pasteurizados”.
TIPOS DE ENFERMEDADES
1. Enfermedades oncológicas
Conocidas como cáncer, se refiere a una gran cantidad de enfermedades caracterizadas por
el desarrollo de tumores. Los tumores son causados por un desarrollo anormal de un grupo
de células que se dividen de manera incontrolable y que tienen la capacidad de infiltrarse y
destruir los tejidos del organismo. Pueden afectar a cualquier parte del cuerpo humano y
tienen la capacidad de extenderse por este mediante el proceso llamado metástasis.
Las enfermedades infecciosas son aquellas que son causadas por microorganismos como
bacterias, virus, parásitos o hongos considerados. Es importante discernir entre los
microorganismos patógenos y los que no lo son. Durante nuestro día a día y desde que
nacemos estamos en contacto con miles de microorganismos y no todos tienen por qué
causarnos una infección o una enfermedad.
Por la naturaleza de sus agentes etiológicos, los microorganismos, son enfermedades que a
veces se pueden transmitir de una persona a otra. A veces, estos agentes microscópicos
necesitan la participación de insectos u otros animales para transmitirse, son las llamadas
infecciones transmitidas por vectores, siendo la malaria un claro ejemplo de estas.
En otras ocasiones, las personas pueden adquirir infecciones cuando consumen agua o
alimentos contaminados por patógenos. Del mismo modo, también existen agentes
infecciosos que resisten bien en el ambiente, por lo que también hay la posibilidad de
adquirir enfermedades infecciosas tocando objetos contaminados. Si unos buenos hábitos
de higiene son fundamentales para prevenir las enfermedades transmisibles, en esta última
tríada aún adquieren más valor.
3. Enfermedades de la sangre
La sangre es el tejido que circula por los capilares, venas y arterias del cuerpo humano. Su
color carmesí se debe a que los glóbulos rojos, las células que se encargan de transportar
oxígeno por todo el organismo, tienen un pigmento de este color. Pero la sangre no solo
contiene estos sino que también contiene glóbulos blancos y plaquetas, todos inmersos en el
plasma.
Las enfermedades sanguíneas afectan a estos componentes mencionados, así como las
células que se encargan de generarlos (las células hematopoyéticas) e impiden que cumplan
sus funciones.
De tipo agudo o crónicas, algunas pueden ser hereditarias como la hemofilia, mientras
que otras pueden aparecer como consecuencia de otras enfermedades, de efectos
secundarios de algún medicamento o por la falta de ciertos nutrientes en la dieta, como por
ejemplo la anemia.
Si bien actualmente se conocen una gran variedad de enfermedades del sistema inmunitario
(existen más de 300), sus causas no siempre son bien comprendidas, aunque a veces tienden
a ser hereditarias. Muchas son similares en lo que refiere a síntomas, siendo el síntoma
clásico de una autoinmunidad, la inflamación. Son enfermedades que en un momento dado
se pueden hacer más agudas y empeorar, pero de la misma manera también pueden remitir
y los síntomas se pueden hacer más livianos o incluso desaparecer durante un periodo
prolongado.
Dentro de este grupo de enfermedades también existen las denominadas alergias, que
suceden cuando el sistema inmune genera una respuesta exacerbada delante de ciertos
agentes externos como el polen, alimentos, substancias y materiales.
5. Enfermedades endocrinas
El sistema endocrino, a grandes rasgos, está compuesto por ocho glándulas distribuidas por
todo el cuerpo y produce más de 20 hormonas. Las hormonas actúan como mensajeros
clínicos y viajan hacia los tejidos y órganos a través del torrente sanguíneo, y cumplen
funciones en procesos corporales que afectan desde la cabeza hasta los pies: asistiendo a la
función sexual, modulando el estado de ánimo, el metabolismo, el crecimiento y el
desarrollo.
Los niveles de hormonas en sangre pueden desequilibrarse por distintos motivos. Puede ser
por razones genéticas, por determinadas infecciones, el estrés o alteraciones en la
composición de líquidos y electrolitos de nuestro cuerpo. Además, en algunas
enfermedades, el problema puede surgir debido a que el cuerpo no reconoce
adecuadamente las hormonas y estas no pueden desempeñar sus funciones.
Hay una gran variedad de trastornos mentales y cada uno de ellos tiene manifestaciones
distintas. Son síndromes que se caracterizan por causar una alteración en la cognición, la
regulación emocional o el comportamiento de las personas. Según la OMS, su
prevalencia ha ido aumentando a lo largo de los años y causando efectos considerables en
la salud de muchas personas.
Las causas de este tipo de enfermedades son muy variadas. Puede deberse a un factor
genético y, por lo tanto, pueden ser hereditarias, como consecuencia del estrés o incluso a la
alimentación. En algunas, puede deberse a infecciones perinatales o a riesgos ambientales,
como la enfermedad de Minamata, que es un síndrome grave causado por un
envenenamiento con mercurio.
Hay un punto muy interesante que es necesario incluir. Los determinantes de salud mental
no solo incluyen características individuales tales como la capacidad de las personas a
gestionar sus pensamientos y comportamientos, sino que también intervienen factores
sociales, culturales, económicos y políticos. El nivel de vida y las condiciones laborales
son dos factores que pueden tener cierta influencia en su desarrollo, además de poder
entorpecer o beneficiar la estrategias terapéuticas.
Formado por el cerebro, la médula espinal y los nervios, el sistema nervioso actúa como un
centro de comunicación de nuestro cuerpo. Dividido en sistema nervioso central y el
periférico, consta de las neuronas, las células especializadas en transmitir señales entre las
distintas partes de nuestro organismo.
El sistema nervioso es uno de los sistemas más complejos y recibe la información de los
órganos sensoriales a través de los nervios, la transmite a través de la médula espinal y
finalmente es procesada por el cerebro. Coordina los sentidos, el movimiento y la
capacidad de pensar y razonar.
A veces, también pueden aparecer de forma repentina o como respuesta a una lesión
(tetraplegia a causa de un accidente) y ocasionar problemas que pueden comprometer la
vida de las personas. Entre sus causas están los trastornos vasculares, lesiones en la cabeza
y en la médula, exposición a tóxicos ambientales, infecciones en el cerebro o un uso
excesivo de medicamentos, drogas y alcohol.
Los ojos conforman nuestro órgano de visión y sin ellos nuestra percepción del mundo
sería, por lo menos, un poco distinta. Son una continuación de nuestro sistema nervioso y se
encargan de captar estímulos sensitivos. Son muchas las personas que padecen de defectos
oculares. La miopía y el astigmatismo son un claro ejemplo de ello, sin embargo, no dejan
de ser errores refractivos (no sensitivos) que se pueden corregir con el uso de lentillas o
gafas.
Las enfermedades oculares varían según la parte del ojo afectado (ya sea la parte interna
o externa), por lo que las causas pueden diferir considerablemente. A veces, pueden estar
originadas por problemas vasculares. Un claro ejemplo es un tipo de retinopatía que se
puede dar a las personas con diabetes que daña a los vasos sanguíneos del ojo. También
pueden estar causadas por traumatismos o por procesos degenerativos.
Por lo que respecta a enfermedades de la parte exterior del ojo, los agentes ambientales
juegan un rol propiciante. Por ejemplo, la blefaritis, un trastorno que afecta a los párpados,
puede estar causada por sequedad ocular o ácaros (entre otros).
9. Enfermedades auditivas
Las enfermedades auditivas siguen la misma tónica que las del grupo de la visión. Nuestras
orejas hospedan el sistema auditivo, el conjunto de órganos que hacen posible el sentido del
oído. Son enfermedades que pueden estar provocadas por afectaciones al tímpano, pequeña
membrana que actúa como tambor, aunque también pueden ser producto de afecciones
neurosensoriales. El signo que las define es la pérdida de audición.
Estas pérdidas de audición pueden originarse por causas transitorias. Por ejemplo, en la
infancia, hay niños que sufren de otitis reiteradas que comprometen su audición y que les
puede generar una sordera de mayores si no se detecta a tiempo.
También existen una serie de causas que no se pueden revertir, como las anomalías
genéticas, la exposición reiterada a un ruido (pérdida de audición acumulativa), efectos
secundarios de ciertos fármacos, entre otros.