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Yo Creo – Amén
1
Cf, Ratzinger, Joseph - Introducción al Cristianismo. Pag 7.
2
Cf, Ídem
3
Cf, John Henry Newman, Gramática del Asentimiento, pág. 88
nos es solo un conocer de Dios intelectualmente estricto, porque solo con la luz del
Espíritu Santo podemos acceder a sus misterios. Por tanto, una de las labores que debe
tener la Teología y el teólogo es la capacidad, dada por la gracia de explicar el tema en
cuestión con las palabras más sencillas, pero sin perder la esencia misma del misterio.
Por lo general la palabra “teología” a veces nos asusta debido a que pareciera un
tecnicismo intelectual que nos podría llevar a la soberbia del conocimiento desbalanceado
de la gracia de Dios y como citaba el Papa Benedicto XVI podría hacernos comportarnos
como payasos, un payaso que solo hace y dice las cosas como si fuera un monologo de
rutina. También diría Benedicto XVI: Dios es siempre nuevo, capaz de renovar todas las
cosas. Convertir la teología para los hombres seriamente implica como he mencionado no
utilizar la teología como una ciencia necesariamente intelectual, sino que también nos
invita que demos el testimonio de lo que somos y creemos. Es fácil hablar del amor de
Dios teóricamente, por ejemplo. Pero que difícil se vuelve expresarle el amor de Dios a
quien pasa por crisis existenciales o situación de abandono. El Papa Francisco nos dice en
Evangelio Gaudio respecto a esta cuestión “Es un mensaje al cual frecuentemente nos
acostumbramos, lo repetimos casi mecánicamente, pero no nos aseguramos de que tenga
una real incidencia en nuestras vidas y en nuestras comunidades”.4
Para llevar la teología a los hombres debemos recordarles que Dios se ha acercado a ello
y que se sumergió en nuestro mundo para salvarnos y estar eternamente con nosotros,
pero que este pensamiento no se quede solo en una alegoría poética sino más bien que se
convierta en Vida lo que hemos vivido y experimentado.
4
Cf, EG.Papa Francisco 179