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Cuando “ Cantos de vida y esperanza. Los Cisnes y otros poemas comenzó a circular, hacia
fines del mes de junio del año 1905, su publicación fue el acontecimiento literario del año
en Madrid por la cantidad de elogios que recibió de los mejores críticos de la época.
También se produjeron algunas críticas adversas, provenientes de los sectores más
recalcitrantes de la literatura española.
El éxito del libro contrasta con las dificultades que debió enfrentar Darío para su
publicación. Por más de un año sus amigos, los poetas Juan Ramón Jiménez y Gregorio
Martínez Sierra, por encargo de Darío, buscaron inútilmente un editor sin encontrar
ninguno que manifestara interés por el libro. Pero sucedió que, a principios del año 1905,
Rubén recibió un cheque por 6,000 francos del Gobierno de Nicaragua, la mayor suma que
de su gobierno recibió Darío en toda su vida, por el desempeño del cargo de miembro de
la Comisión nicaragüense que en Madrid defendió los derechos de Nicaragua en el litigio
de fronteras con Honduras. En ese entonces, Darío era cónsul de Nicaragua en París. Nos
cuenta don Edelberto Torres en La dramática vida de Rubén Darío , que con ese dinero
Darío decidió publicar sus Cantos de vida y esperanza . El costo de la edición de 500
ejemplares fue de 816.15 pesetas. Rubén costeó la edición de su propio bolsillo.
El joven poeta Juan Ramón Jiménez tuvo a su cuidado la edición, pero fue Rubén quien
dijo la última palabra en cuanto a los poemas que se incorporaron y las secciones del libro.
El libro está dedicado “A Nicaragua. A la República Argentina”. La sección de Cantos de
vida y esperanza está dedicada a José Enrique Rodó. La sección Los Cisnes a Juan Ramón
Jiménez y Otros poemas al doctor Adolfo Altamirano”. Esta sección es la más numerosa
con 41 poemas. El doctor Altamirano fue quien logró arrancarle al presidente José Santos
Zelaya el nombramiento de Darío como cónsul en París, tras siete años de insistencia. Esta
es la breve historia editorial de un libro que hoy está considerado como una de las obras
maestras de la literatura española y universal.
Hay dos aspectos fundamentales en Cantos de vida y esperanza que cabe destacar. El
primero de ellos comprende lo que podríamos llamar los poemas cívicos, donde Rubén se
nos presenta como poeta de la raza, poeta de América y de España, verdadero vate que
profetiza sobre el destino y el porvenir de las “ínclitas razas ubérrimas”. Tales son los
extraordinarios poemas Salutación del Optimista , escrito en sonoros y heroicos
hexámetros; Al Rey Oscar , Cyrano en España , la Marcha Triunfal , Los Cisnes y A
Roosevelt . Estos cantos representan “el momento cenital de la lírica de Rubén”. Hay en
ellos una verdadera profesión de fe en el destino de los pueblos iberoamericanos, que en
nuestros días adquiere nueva vigencia y actualidad. Porque, en un contexto diferente,
siguen siendo válidas las ideas claves que inspiraron estos magníficos poemas de Darío.
Los pueblos iberoamericanos encontrarán en la relectura de estos formidables poemas,
un nuevo evangelio de esperanza, una reiteración en la necesidad de afirmarnos en
nuestra identidad de pueblos mestizos, en nuestras raíces culturales, en nuestros propios
valores, cuya dimensión universal Rubén cantó con maestría sin par.
La otra veta que encontramos en los Cantos es la intimista, la del “hombre que siente”,
como lo subrayó el propio Rubén. Es la angustia vital, las confidencias que aparecen en el
poema con que se inicia el libro (“Yo soy aquel que ayer no más decía”), verdadera
“autobiografía espiritual del poeta”, según Oliver Belmás; y “una alta nota de la poesía en
lengua española”, según Ernesto Mejía Sánchez; los Nocturnos , Canción de otoño en
primavera , que Andrés González-Blanco considera como “una de esas composiciones
definitivas que solo se encuentran en número de dos o tres en la obra de todo gran
poeta”. La obra concluye con el célebre poema Lo fatal , que Gabriel García Márquez
consideraba como la mejor poesía escrita en español y en cualquier otro idioma.
Si Darío hubiese escrito únicamente este libro portentoso, Cantos de vida y esperanza ,
sería suficiente para consagrarlo como el más alto poeta en lengua española de todos los
tiempos
Apreciamos en la poesía de Rubén Darío una notoria influencia francesa; su estilo literario supuso
el inicio de nuevas formas de escritura y la renovación del lenguaje poético.
Este poema está compuesto por cincuenta y un versos ordenados en cinco estrofas irregulares;
son todos versos de arte mayor y rima libre. Gracia a su métrica Rubén Darío consigue que el
lector encuentre una historia, una narración dentro del poema; ofreciendo, además, muchos datos
históricos aunque, eso sí, de una manera muy subjetiva.
Podemos dividir el poema en dos grandes partes. La primera parte se encuentra desde el verso
número uno hasta el verso veintinueve, es decir, las tres primeras estrofas. En esta primera parte
describe el poeta aquello que para él es Estados Unidos y todo lo que caracteriza la “personalidad”
de este Estado. Rubén Darío muestra resentimiento hacia este país del que habla y le atribuye una
serie de calificativos fuertes y atrevidos. Es para nuestro poeta E.E.U.U. un cazador (verso 2), un
invasor (verso 6) y un país primitivo a pesar de todo lo moderno que cree ser (verso 3). Darío se
decanta más por la América indígena, a la que califica de ingenua (verso 7) y de la que destaca su
religión: Jesús, y su lengua: español (verso 8). La segunda parte del poema, desde el verso número
treinta hasta el final, viene introducida y claramente diferenciada por la conjunción “mas”.
Si bien al principio del poema ha atacada a E.E.U.U. y lo ha descrito como el opresor e invasor de
pueblos, y a la América indígena la ha considerado la víctima, ahora da lugar a la descripción de
todo lo importante y relevante que posee esta otra América que no es Estados Unidos. Enumera
una serie de méritos y logros sobre todo culturales de la América original: clásicos poetas que allí
nacieron (verso 31), una escritura propia (verso 33), conocimientos de Astrología y Geografía
(verso 34); además de los aspectos culturales que la salvan de ser “la América ignorante” resalta la
importancia de la humildad de su pueblo, el cual halla la felicidad en la luz del día, el calor y el
favor del fuego o el amor (verso 37). Contrapone la “América española” a la América invadida por
los ingleses (verso 44); y amenaza al pueblo invasor con que algún día podría cambiar la situación
(verso 47). En el último verso el poeta añade que E.E.U.U., a pesar de toda la fuerza que posee, no
llegará nunca a contar con la ayuda de Dios.
Rubén Darío nombra a lo largo del poema muchos personajes históricos que hacen del texto una
rica fuente cultural, destacamos a Alejandro (Alejandro Magno) y a Nabuconodosor (personaje del
Antiguo Testamento); así como aporta elementos religiosos en general (Dios) y católicos en
particular.
Antítesis en el verso 3: se atribuye a E.E.U.U. al mismo tiempo estos dos adjetivos: primitivo y
moderno. Enumeración de adjetivos: soberbio, fuerte, culto y hábil (versos 9 y 10). Hipérbole
cuando dice el autor en el verso 15 que la vida es incendio. En el verso 16 podemos leer una
metáfora con la que se afirma que “el progreso” es “erupción”; y en el verso 47 se compara al aún
inmaduro y sorprendido pueblo víctima de Estados Unidos con muchos cachorros de león.
Seguramente en su día este poema causara muchas controversias. No obstante, la poesía siempre
será una de las más bellas formas de libertad de expresión.
Hijo de un rico comerciante. Educado por tutores privados, más adelante cursó estudios en
Harvard, donde se graduó en 1880, año en que se casa con Alice Hathaway, hija de un
banquero.
En el año 1884 apoya la candidatura presidencial de James Blaine. Los dos años siguientes
vive en un rancho de Dakota, escribiendo artículos para revistas.
En 1886, regresa a Nueva York y reinicia su carrera política, escribe tres libros y se vuelve
a casar con Edith Kermit Carow. Se presentó para alcalde de Nueva York, hizo campaña
para ser candidato por el Partido Republicano en 1888 y fue director de la Comisión del
Servicio Civil (1889-1895) y de la policía de Nueva York (1895). Tras presentarse
nuevamente como candidato a la presidencia por su partido en 1896, fue secretario
adjunto de Marina (1897), organizando la flota de guerra estadounidense en los
momentos previos a la Guerra Hispano-estadounidense. Fundó el Rough riders, cuyo
ataque en la batalla de San Juan, en Cuba (julio de 1898), fue la hazaña más celebrada de la
guerra.
Su política exterior fue denominada Big Stick (política del 'Gran Garrote'). Apoyó la
revolución de 1903 en Panamá que permitió a Estados Unidos adquirir el territorio del
canal, intervino militarmente en la República Dominicana y Cuba para controlar las
economías de ambas, con el fin de favorecer los intereses estadounidenses. Hizo uso de los
canales públicos y privados cuando medió en la Guerra Ruso-japonesa en 1905 lo que le
hizo ganar el Premio Nobel de la Paz, el primero otorgado a un estadounidense.
Casado con Alice Hathaway Lee Roosevelt de 1880 a 1884, y con Edith Kermit Carow
Roosevelt de 1886 a 1919. Fue padre de Theodore Roosevelt, Jr., Alice Roosevelt
Longworth, Kermit Roosevelt, Quentin Roosevelt, Archibald Roosevelt y Ethel Roosevelt
Derby.
Abandonó las filas del Partido Republicano para presentarse como candidato por el Partido
Progresista recién constituido, aunque fue el candidato demócrata, Woodrow Wilson el
vencedor de las elecciones. Abandonó el Partido Progresista en 1916 para apoyar al
candidato republicano contra Wilson, y parecía ser el máximo favorito para las elecciones
de 1920, cuando falleció el 6 de enero de 1919 en Oyster Bay (Nueva York).
Cargos
Tal concepto ilustra la voluntad de Roosevelt para realizar negociaciones y pactos con sus
adversarios internos y externos, pero siempre mostrando la posibilidad de una actuación
violenta como modo de presión. Aplicada a la política de Estados Unidos en América
Latina, la frase mostraba que el régimen de Roosevelt podía presionar a los países
latinoamericanos, particularmente los ribereños del Mar Caribe con una intervención
armada.
Este poema Rubén Darío lo escribió estando en España en 1912. Fue su voz contra la
intervención de EEUU a Nicaragua en ese año (Nicaragua es el segundo país mas
intervenido militarmente por los EEUU en Latinoamérica con 12 intervenciones en nuestra
historia). Rubén se empapo en la mitología Griega desde temprana edad y la refleja en la
mayoría de sus escritos a través de sus dioses y divinidades.
El afán de probar las credenciales criollistas ya tiene sus antecedentes, como hemos visto, en Rodó
y los devotos del americanismo literario. En un artículo publicado en el número aniversario de
Nosotros en 1927 (vol. 57: 219-220), y recopilado en R.F. Giusti y R.A. Arrieta, La
profesionalización de la crítica literaria, Álvaro Melián Lafinur repasa la crítica argentina hasta
aquel entonces, estableciendo un linaje que va desde Juan María Gutiérrez, “patriarca de la
historia y la crítica literarias en el país”, pasando por Santiago Estrada y Carlos Guido y Spano,
hasta Miguel Cané, Martín García Mérou y Norberto Piñero que, junto con Cané y otros, fundaron
la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1896 (109-110). Allí brillan
por su ausencia los modernistas como Rubén Darío y Leopoldo Lugones. El artículo es como una
obra de revisionismo histórico, la revancha de un vocero de los nacionalistas contra el reto a la
hegemonía cultural de parte de los modernistas. Melián destaca y elogia a Ricardo Rojas, Emilio
Becher, Manuel Ugarte y Ernesto Quesada, “un cultor autorizado” (de hecho enemigo de los
modernistas). Elogia igualmente y sin ironía a Calixto Oyuela: “Por su seria consagración a este
género, por el rigor y valentía [...] es de las que más se singularizan en el cuadro de nuestra crítica
literaria” (111), juicio que contrasta marcadamente con el de Roberto Giusti en sus sus propios
recuerdos literarios de Oyuela: “Ese crítico dogmático”; “su casticismo intransigente” (Momentos
2
En el “El rey burgués” (Azul, publicado en 1888), se le presenta al lector una fábula alegórica y
aleccionadora sobre la necesidad de respetar y apreciar las artes creativas. Darío se mofa del rey filisteo en su
palacio, rodeado de objetos culturales de todas partes del mundo. Al no tener sensibilidad artística, el rey no
aprecia el pleno valor de sus posesiones artísticas –es un mero coleccionista. A este mundo llega un poeta
hambriento. Le dice al rey: “Señor, no he comido.” “Habla y comerás”, responde el rey. El poeta da un
discurso largo en el cual invoca los ideales de la creatividad artística, critica los jarabes que pasan por poesía e
impugna a los críticos ignorantes de su arte: “el zapatero critica mis endecasílabos y el señor profesor de
farmacia pone puntos y comas a mi inspiración”. El consejero del rey le dice que deben mandar al poeta al
jardín a darle vueltas al manubrio de una caja de música, símbolo del arte industrial repetitivo: “Pieza de
música por pedazo de pan”, declara el rey. 29-34.
59, 60). Paul Groussac, que se encontraba entre la voz oficial de la tradición y los modernistas,
recibe un mesurado halago de parte de Oyuela (ver Oyuela, citado en Melián Lafinur 111), sin
duda porque estaba todavía vivo y era un crítico de temer, y porque había sido muy ambivalente
hacia el modernismo.
Melián no sólo hace caso omiso a la erupción de los modernistas, tampoco hace referencia a las
literatas de aquella época que coexistían al lado de los hombres de letras, descuido que se repite
50 años después cuando Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo declaran que el campo literario
bonaerense del período en cuestión estaba basado en “una amistad exclusivamente masculina”
(44). Pero veinte años antes habían afirmado Héctor Lafleur y otros en Las revistas literarias
argentinas 1893-1967 (1962) que unos días después de la fundación del Ateneo, las literatas de
Buenos Aires fundaron la Sociedad Proteccionista Intelectual, “cuyo objeto era ‘proteger a las
personas que se dedican al trabajo intelectual’”:
La fundación de esta sociedad de damas, indica que la mujer participaba activamente en el
movimiento literario de la época, circunstancia que merece ser destacada. En una conferencia
pronunciada por Clorinda Matto de Turner en el Ateneo de Buenos Aires el 14 de diciembre de 1895,
por invitación de su entonces presidente, Carlos Vega Belgrano, se despliega con amplitud el parnaso
femenino de entonces: Juana Manuela Gorriti, Eduarda Mansilla de García (“La fantástica Eduarda”),
Josefina Pelliza de Sagasti [...] Juana Manso [...] Ana Pinto [...] Amalia Solano [y 16 mujeres más] (15).
Luego Lafleur y otros añaden seis nombres más de literatas “que hemos espigado en las revistas
de la época” (16). El discurso de Matto de Turner se publicó en el primer número de El búcaro
americano de febrero de 1896, revista dirigida por la peruana misma. ¿Será que los críticos e
historiadores literarios no hayan prestado suficiente atención a las escritoras por el hecho de que
no tomaban parte en los conflictivos debates sobre los méritos artísticos y políticos del
modernismo? De todos modos la omisión es significante.
De sumo interés es la postura de Paul Groussac, otro crítico que emitió juicios ambiguos y a veces
severos sobre la obra de Darío y de los modernistas en general. En Paul Groussac: un estratega
intelectual, opina Paula Bruno sobre la manera en que ejercía Groussac el poder cultural:
Seleccionar los escritos, escribir los comentarios bibliográficos y redactar los “medallones” le permitía
impulsar o censurar trayectorias, establecer límites entre lo aceptable y lo prescindible del mundo de
las producciones culturales, señalar quiénes eran para él protagonistas destacados de la
intelectualidad argentina y quiénes, decididamente, no lo eran. (79).
Y de hecho lo es. Groussac es ya un crítico moderno por, en palabras de Ángel Rama, “los
elementos de independencia crítica, de provocación en el juicio” (Rubén Darío 92).
Al fin el modernismo en Argentina fue gradualmente opacado por el fervor nacionalista con las
celebraciones que se acercaban de 1910, el centenario de independencia. El conflicto entre el
nacionalismo cultural y el cosmopolitismo surge, entonces, debido a un supuesto (pero falso)
antagonismo entre las exigencias de la consolidación nacional y la afirmación y de hecho la
inevitable influencia de otras culturas en la modernidad, especialmente dado el legado cultural del
colonialismo europeo y los avances en los viajes y la comunicación modernos hacia fines del siglo
XIX, que necesariamente ponían a los latinoamericanos en contacto más estrecho con Europa, en
particular los circuitos de consumo cultural modernos. 3 Entonces es cuestión de contexto y grado.
Darío mismo fue tildado de afrancesado, de dilettante cosmopolita y así evasivo y no auténtico. Sin
embargo era un cosmopolita “arraigado”, arraigado en la lengua castellana y esos aspectos de la
cultura hispánica-latina que unían a la mayoría de los latinoamericanos (y a los españoles también)
por encima de las divisiones nacionales sin que esa mancomunidad cultural equivaliera a alguna
auto-evidente subjetividad orgánica, o destino en común. El hecho de que Darío predicaba la
autonomía artística y el abrirse a los cuatro vientos le ganó el título de herético en el monasterio,
pero como insiste Ángel Rama:
No postuló una evasión, ni podía hacerlo, en la medida en que al contrario asumió la situación
histórica nueva con un ingente esfuerzo de comprensión y adecuación a sus veloces imposiciones [...]
ninguna poesía moderna puede prescindir de la aportación del modernismo, que estableció las bases
de una creación autónoma y vigente; nutre la poesía posterior, le permite vivir y desarrollarse. ( Rubén
124-125).
Sin duda. Sin embargo, al tratar el poema “Yo persigo una forma” en Las máscaras del
modernismo, Rama declara que el anhelo desesperado de la forma […] se puede leer como
la historia de la frustración de un proyecto de la solución intermedia de que lo proveyó el
simbolismo, a modo de compensación del fracaso” (54-55).
¿Pero no será que el anhelo de forma del poema no sea más que la proyección alegórica de
parte de una conciencia artística que se transmita al lector de manera doblemente figurativa:
una meditación sobre el arte dentro del arte (aquí la forma poética)? No necesariamente
equivale a un sentimiento de fracaso o frustración: Darío simplemente expresa la naturaleza
necesariamente incompleta del arte (lo que define parte de lo que el arte es). Es un juego de
distanciamiento del artista de su ser creativo, un leitmotiv bastante común en el arte (casi un
3
En Darío, según Ángel Rama, la modernidad corría pareja con el “cosmopolitismo”: “Era ésta la palabra
clave del progresismo de la época y aun el adolescente Martí subtitula su primer periódico patriótico:
‘Democrático y Cosmopolita`.” (“Prólogo” xviii).
clisé). El sujeto meditador evocado en el contenido del poema no es un hecho sociológico –
el Darío “real”– sino una proyección creativa. El artista tiene el derecho al desdoblamiento
psicológico-artístico en sus obras.
Bernard McGuirk hace algo parecido a Rama en su ensayo sobre la relación cuasi-
freudiano entre Darío y Mallarmé en términos de influencia, especialmente los “poemas-
cierre” de Prosas profanas (Darío) y Poesíes (Mallarmé): “tomo el caso de ‘Yo persigo una
forma’ para sugerir que el poema de Darío constituye una ‘deslectura’ creativa del soneto
de Mallarmé ‘Mes bouquins refermés sur le nom de Paphos’” (281). El ensayo se parte de
dos ejes: uno que es estético-filosófico –el principio mallarmeano de “peindre non la chose
mais l’effet qu’elle produit” (“pintar la cosa no tal como es, sino como el efecto que
produce”) (Mallarmé, citado en McGuirk 283)–; y otro que es crítico-filosófico y que viene
de Harold Bloom –“El significado de un poema fuerte es otro poema fuerte, el poema de un
precursor que se mal interpreta, revisa, corrige, evade, tuerce, hace sufrir la parcialidad que
es la propiedad del poema posterior y del poeta precursor” (Bloom, citado en McGuirk 280-
281; traducción mía, J.B.)–. McGuirk hace una comparación de los dos poemas para
mostrar como una limitación estético-filosófica inherente al arte poético de Darío le impide
seguir a Mallarmé hasta la conclusión lógica: el lenguaje gesticula hacia una ausencia no
representable. Parecería, a primera vista, que Darío es incapaz de aceptar ni la trayectoria ni
las implicaciones no-teológicas de la estética mallarmeana. Arguye McGuirk:
Mientras el poema de Mallarmé tiene como objetivo la destrucción irónica de la noción de que la
forma poética puede expresar un contenido como presencia, el soneto de Darío, en su primer verso,
re-establece la forma como objetivo de aquella búsqueda constantemente negada, frustrada sólo por
lo inadecuado de un estilo personal. La ausencia, por consiguiente, no constituye una condición
necesaria, ni mucho menos el objetivo mismo, porque el soneto de Darío implica ya, desde su primer
verso, la persecución de una trascendencia que, cada vez más en su poesía posterior, asumirá la forma
de un logocentrismo desesperado, por no decir una total teleología ética. (285).
Al final del conflicto España fue derrotada y sus principales resultados fueron la pérdida
por parte de esta de la isla de Cuba (que se proclamó república independiente pero quedó
bajo tutela de Estados Unidos) así como de Puerto Rico, Filipinas y Guam, que pasaron a
ser dependencias coloniales de Estados Unidos.
Darío: Antiimperialista
29 enero de 2016
Diez años antes del nacimiento de Rubén Darío, se escenificó la Guerra Nacional con el
filibustero William Walker 1857. El Coronel Félix Ramírez, su “papa Félix”, fue
protagonista de esa guerra que desoló Nicaragua, por lo que siempre escuchó muchas
anécdotas de la misma. Sin embargo, al referirse a Walker, como analista con métodos
científicos, Rubén se distanció de las posiciones de los partidos Liberales y Conservadores
y lo juzga en su justa dimensión:
“William Walker era ambicioso, más el conquistador nórdico no llegó solamente por su
propio esfuerzo, sino que fue llamado y apoyado por uno de los partidos en que se dividía
el país y llega Walker a imperar en Granda y tuvo partidarios nicaragüenses y hasta algún
cura celebró sermón a su favor”.
Darío escribió en Chile acerca del Canal de Nicaragua y la doctrina Monroe:
“Un senador americano dijo un día en unos de sus discursos: “Si Nicaragua nos conviene,
tomémosla”, esto fue en 1854 y el senador era de apellido Brown.
En Paris en 1902 expresó: “ Desde 1895 los Estados Unidos no se preocupaba por la
América Latina… Atacaron México y se anexionaron Texas en 1835, y en 1848, Nuevo
México y California.” Y continúa: “ Buchanan proyectaba el establecimiento de un
protectorado sobre las provincias mexicanas septentrionales y pidió al Congreso el derecho
de entrar en caso necesario en territorios de México, Nicaragua y Nueva Granada, para
defender a las personas y los bienes de los ciudadanos americanos, si el Congreso hubiera
cedido el Presidente de los Estados Unidos hubiera sido pronto el dictador de América
Central.”
Como Corresponsal del Diario La Nación de Argentina en España y París, entonces cuna de
la cultura Mundial Darío, en su Prosa Periodística y connotadamente política, se dedicó a
denunciar las tropelías norteamericanas en México, Advirtiendo a Nicaragua y Nueva
Granada (Colombia), de las maniobras imperialistas por posiciones y expresiones vertidas
en el Congreso de los Estados Unidos y el interés por el Canal por Panamá, convirtiéndose
en un Ideólogo del antimperialismo y defensor de Latinoamérica. Su concepto de
Antimperialismo incluye no solo los aspectos militares, sino, los Económicos lo que aborda
en su artículo “El triunfo del Calibán” en el que expresa:
“No, no puedo, no quiero estar de parte de esos buitres de dientes de plata, son enemigos
míos, son los aporreadores de la sangre latina, son los barbaros…el ideal de esos calibanes
está circunscrito a la bolsa y la fábrica, comen cálculos, beben whisky y hacen millones
enemigos de todo ideales… tiene tiempo para todos los dioses y no creen en ninguno… en
el arte, en la ciencia, todo lo inundan y contradicen no, no puedo estar de parte de ellos, no
puedo estar por el triunfo de Calibán”.-
El poema Era un aire suave se encuentra ubicado en la Francia del siglos XVIII, en donde
trata sobre la descripción de la marquesa Eulalia y su vivencia por lo pagano, por el amor a
los placeres refinados, y el como esta coquetea con varios caballeros en una fiesta por ese
mismo amor. Se podría decir que Eulalia representa a esa mujer modernista, que no teme el
buscar ese amor pasional, ni el destrozar el corazón de esos galanes que la buscan. Y el
poema Blasón es una clase de alabanza realizada al cisne por su gran belleza, su armonía,
su complejidad. En el poema éste va describiendo cada aspecto del cisne con algún
fenómeno de la naturaleza que sea de gran belleza o con algún objeto, como en el momento
que compara las alas de la ave con un abanico, o su cuello que inspira como proa ideal que
navega, al igual que menciona a la condesa que debe cuidar a los cisnes, que gozan de una
gran belleza. En el trasfondo Darío trabaja el cisne como si fuera la poesía, dando a
entender cuan bella y majestuosa es esta, y como a ésta no se le había tomado en cuenta de
una manera relevante, y como la monarquía la había marginado, pero que ya era hora de
cambiar dichos papeles.
Para el segundo caso se están analizando dos poemas extraídos del libro, Cantos de vida y
esperanza, que serían, Letanía de nuestro señor Don Quijote y Tarde del Trópico, que se
ubican en la etapa mundonovista, en donde se valoriza la latinidad en Darío, denotándose
en él el interés que aparece por los temas sociales y políticos de la época.
El poema Letanía de nuestro señor Don Quijote es principalmente una oda realizada a Don
Quijote por su característica de héroe, la valentía que este posee al enfrentarse ante toda
clase de aventuras, su búsqueda por esos ideales caballerescos, es decir, se refiere a los
valores hispánicos representados por Don Quijote, que es un personaje totalmente idealista,
frente al materialismo de las sociedad a principios del siglo XIX. Este es un buen ejemplo
de la defensa de lo hispánico frente a la cultura angla en un momento en que Estados
Unidos ya presentaba rasgos de imperialismo.
En el poema Tarde del trópico, es la descripción de una tarde nublada, que poco a poco va
oscureciéndose ya que esta atardeciendo, y al mismo tiempo se va oscureciendo porque las
nubes de lluvia aumentan y comienza la lluvia, y luego se desata una tormenta. Podría ser
que Darío nos trata de expresar como se va formando una revolución poco a poco,
momento a momento, terminando en un estallido.
Recogiendo todo lo visto en este trabajo, desde la vida del autor Rubén Darío, pasando por su obra
literaria y terminando con un análisis completo de cuatro de sus textos poéticos (pertenecientes a
sus dos más grandes obras, Prosas Profanas y Cantos de vida y esperanza), hemos podido
comprobar que junto con este autor vino una gran revolución sobre la concepción del texto poético,
una revolución donde la parte rítmica, estética y musical, van a la par de el contenido poético de
cada poema, buscando así un equilibrio y una belleza que alguna vez se tuvo y se perdió, una
revolución donde se olvidan los principios planos del realismo y se rescatan los más importantes del
romanticismo. Fue un Hombre que con su vida pesada y llena de obstáculos, y con tan solo una
sarta de hermosos poemas, logro crear una pacífica revolución, una revolución llamada
Modernismo.