Está en la página 1de 14

moralmente al colegio, en cuanto que lo representa, aunque

puede ser obligado jurídicamente por este último a un acto deter


minado ni el colegio puede rechazar los actos personales del pap
La dificultad inherente a esta interpretación está en el hecho de
si ocurriera que el colegio estuviera irreductiblemente divi
sobre una cuestión, especialmente de carácter doctrinal, no se v
qué parte del colegio debería representar su cabeza, que no tend
una potestad personal verdaderamente independiente para dirimm
la cuestión y reconstruir la unidad de dicho colegio.
Una tercera teoría, que parece más adecuada a los datos que
nos ofrece el concilio, es la de DOS SUJETOS INADECUADAMENTE
DISTINTOS: el romano pontífice personalinente y el colegio, esto es,
el romano pontífice junto con los obispos. Se trata de dos sujetos
inadecuadamente distintos, en cuanto que el romano pontífice pue-
de realizar libremente ciertos actos que de ninguna forma competen
a los obispos, ni como individuos ni como colegio, sin el consenti-
miento suyo, mientras que el colegio no puede darse sin su cabeza
ni puede obrar sin su consentimiento (NEP4.a).
La primera interpretación está sostenida por los autores que
mantienen fuertemente la doctrina de la transmisión de la potestad
de los obispos a través de la misión canónica del romano pontífice;
la segunda, por los autores que sostienen la de la comunicación
sacramenta1;la tercera, bien por algunos que mantienen la doctrina
de origen sacramental, bien por otros que-mantienen la de la trans-
misión por vía jerárquica.

283. Se trata de buscar una síntesis entre la doctrina y la


disciplina milenarias expresadas en el CIC 19 17 y las contenidas en
el CIC 1983 sobre la base del Vaticano 11.
L a POTESTAD es UNA, por ser la potestad de Cristo, y es
SAGRADA, bien por esta razón, bien por el hecho de que se confiere
y se ejerce en la Iglesia siempre para fines espirituales en orden a la
salvación, tanto si ha sido dada para realizar actos sacramentales
en sentido estricto u otros actos de santificación como para cumplir
actos de enseñanza auténtica o de gobierno. De todos modos, la
potestad sagrada se ha conferido para realizar MINISTERIOS DI-
VERSOS en la Iglesia. La misma persona puede desempeñar vanos
ministerios -de santificación, de enseñanza auténtica o de gobier-
no-, pero por la distinta intervención de Cristo y de la Iglesia se
distinguen también entre sí respecto al modo de comunicación de
la potestad sagrada y a la reglamentación del ejercicio de la misma.
La variedad de ministerios y la diversa participación y comuni-
Cación de la potestad sagrada pueden comprenderse bien a la luz de
la MINISTERIALIDAD DE TODA LA IGLESIA como pueblo de Dios
para la salvación de los hombres, que abraza todos los aspectos de
su vida y que es participación en el ministerio de Cristo 23.
Precisamente por esta naturaleza suya ministerial, la Iglesia, en
10s sucesores de Pedro y de los apóstoles, es depositaria de la
potestad de Cristo, que así es una en su fuente, pero con una
diversa articulación de su finalización y comunicación, según los
ministerios que se desarrollan en la Iglesia. En efecto, el romano
y los obispos administran la potestad recibida del Señor,
en las diversas situaciones históricas en que vive la Iglesia, para
satisfacer las diversas necesidades tanto dentro como fuera de ella.
En la Iglesia, para el servicio de salvación que presta a los hombres,
según las diversas circunstancias históricas, se amplían o se reducen
q Lie los ministerios o se cambia el modo de actuación de los mismos,
t ad pero en fidelidad a Cristo. Así pueden explicarse aquellos hechos a
ice; los que ya hemos aludido, que de lo contrario resultan incompren-
ión sibles en la vida de la Iglesia, como el ejercicio de la potestad
ria suprema por parte de los elegidos al sumo pontificado antes de ser
--S- consagrados obispos; los obispos-príncipes de Alemania que no
eran consagrados; las abadesas que tenían potestad de tipo episco-
pal; los diáconos y los laicos que ejercían la p ~ t e s t a dde gobierno;
los presbíteros que ordenaban a otros presbíteros o que incluso, en
Alejandría, elegían al patriarca y lo instituían con la imposición de
las manos, etc. No puede decirse que se haya equivocado al admitir
estos hechos y que, por tanto, esas funciones no tenían potestad
sagrada, en cuanto que l a jerarquía, guiada por el Espíritu, si ad-
mite ciertas funciones con el pasar de los años y en diversas partes,
no se equivoca al hacerlo, sino que responde a exigencias históricas
¿'S
concretas, aun cuando luego fueran abolidas dichas funciones al
=re no ser ya Útiles para la vida de la Iglesia y para sus fines. En efecto,
la en la Iglesia está presente el sentido de los límites de su ministeria-
les lidad, y por tanto del poder que Cristo confirió a la jerarquía; ni
lir siquiera sobre la base del principio de la ministerialidad en la
:a Iglesia se puede disponer de lo que es de derecho divino, ni cambiar
31-
23 Cf JUAN PABLO 11, E X . Ap. Christifideles laici, 30 diciembre 1988, n. 2 1, en "AAS" 8 1
(1989) 393-521; E V 1 1 / 1606-1900.

317
una praxis ininterrumpida que se considera conforme con la vol
tad divina, ya que eso seria contrario al hecho de que la minister
lidad es para la salvación.
284. Supuesta entonces la unidad de la potestad sagrada e
Cristo, como fuente primera, y en la Iglesia como fuente segund
hay varios niveles de INTERVENCION DE CRISTOy DE LA IGLESIA
el ejercicio de esta potestad. En las acciones sacramentales en se
tido estricto la intervención de Cristo es plena, ya que se realiz
in persona Christi; pero la intervención de la Iglesia no siempre e
del mismo modo, según la legitimidad o no de esas acciones. En la
acciones de santificación no sacramentales en sentido estricto y en
las de enseñanza y gobierno, realizadas nomine Christi, la interven-
ción de Cristo es distinta de la que se da en las acciones sacramen-
tales en sentido estricto, así como la de la Iglesia, que puede llegar
incluso a retirar su encargo, privando al sujeto de la potestad sa-
grada que se le ha comunicado.
Entonces, los ministerios eclesiales, expresión de la ministe
lidad de la Iglesia, son ejercidos por personas que, en distint
terrenos y con mandatos diversos, tienen una potestad diversific
da, según lo que se les confirió y según el fin para el que se le
confirió. Por eso hay modos diversos de colación de la potestad
sagrada, siempre la misma y siempre Única.
285. Para los MINISTERIOS DE SANTIFICACION la potestad para
realizar los sacramentos en sentido estricto es participada:
- para la confirmación (cf n. 309), la eucaristía (cf n. 3 13), la
penitencia (cf n. 324), la unción (cf n. 338) y el orden sagra-
d o (cf n. 344), sólo por los que han recibido el sacramento
del orden (POTESTAD DE SANTIFICACIÓNSACRAMENTAL DE
ORDEN),al menos en el grado del presbiterado (cáns. 882;
883; 884; 900,§ 1; 965; 1003,g l), o bien en el del episcopado
(can. 1012): en el caso de la confirmación, la misión canóni-
ca de la autoridad jerárquica regula el ejercicio de dicha
potestad, reservándolo actualmente de modo ordinario al
obispo; por el contrario, en el caso del orden sagrado se
reserva exclusivamente a él, aunque en el pasado, como
hemos visto, se les concedió a ciertos presbíteros la facultad
de conferir incluso las órdenes mayores del diaconado y del
presbiterado;
- para el bautismo (can. 861, 9 2; cf n. 303), por todos los
bautizados e incluso, en caso de necesidad, por los no bau-
. tizados,
movidos por recta intención (POTESTAD DE SANTI-
p I ~ SACRAMENTAL);
~ ~ ~ d ~
para el matrimonio (can. 1057, 1), por los mismos con-
utizados (POTESTADDE SANTIFICACIÓN SACRA-

actos de santificación como los sacramentales


), la potestad de santificación es participada ante
OS (POTESTAD DE SANTIFICACIÓN NO SACRAMEN-
L ORDEN)
T ~ DE según competencias propias, pero también por los
laicos (POTESTADDE SANTIFICACIÓN NO SACRAMENTAL).
~ ~ . c o l a c i Óden la potestad de orden afecta necesariamente a la
.,,era ontológica de la persona; por eso, habiéndola recibido en la
el ordenado no puede nunca ser privado de ella, sino
se le puede impedir su ejercicio en todo o en parte (cáns. 1138,
niendo que actuar in persona Christi
pre que lo requiera el bien espiritual de

De esta manera puede también iluminarse el ministerio de los


diáconos, los cuales, aunque no hayan sido ordenados para el sa-
cerdoci~,sin embargo reciben el primer grado del orden sagrado,
que respecto a los sacramentos no da, desde el punto de vista
ontológico, ningún poder nuevo respecto al bautismo, sino sólo
una participación en la potestad de santificación no sacramental de
orden (LG 29a; CD 15a; cf n. 49 1).
' 286. Para los MINISTERIOS DE MAGISTERIO AUTÉNTICO y de
GÓBIERNOECLESIASTICO, realizados nomine Christi (LG 27a), dado
que la intervención de Cristo es diferente y que la colación de la
potestad sagrada de enseñar y de gobernar o de jurisdicción no
afecta a la esfera ontológica de la persona, la Iglesia puede interve-
nir hasta la privación de la misma (cáns. w36, fj 1, 2.0, 3.0; 1338,
¿j 1). En efecto, la potestad de enseñar y de gobernar se transmite
sólo por la comunión jerárquica, y para una mayor protección de
la misma la legítima autoridad eclesiástica la deja expedita para su
ejercicio con la misión canónica. S i a través del acto sacramental se
le confiriera a una persona ordenada la potestad de enseñar y de
gobernar, no podría ésta verse privada de ella, sino sólo impedida
en su ejercicio; pero los cánones no hacen esta distinción entre
persona ordenada y no ordenada.
Dado que los actos de enseñanza autbntica y de gobierno son
actos jerárquicos, la misma y única potestad sagrada es participa-
d a por vía jerárquica (potestad de magisterio y de jurisdicción) en m
grados diferentes según los ministerios diferentes, como actuación
de la ministerialidad de la Iglesia.
287. El OBISPO, junto con el carácter y con la gracia sacra- P'
mental, recibe en la consagración el munus episcopal, que en sí el
mismo es único, en cuanto participación ontológica en la misión y re
vida de Cristo, pero se distingue de forma triple por el cumplirnien. SL
to de las diferentes funciones de santificar, enseñar y gobernar (LG Y
2 1b; NEP 2.a; can. 375, 5 2). ai

Para que el obispo pueda ejercer su munus, por derecho divino


tiene que estar en comunión jerárquica con la cabeza del colegio ];
los miembros del mismo. Esto se requiere por el hecho de que sin
la comunión jerárquica el obispo, al no ser miembro del colegio, no
puede ser asumido en el oficio, y por tanto no tiene la potestad de
enseñar y de gobernar o bien, al decaer de su oficio, queda total-
mente privado de él o al menos impedido en su ejercicio (LG 21b;
22a; 24b; NEP 2.=; cáns. 375, 5 2; 336; 1336, 5 1, 2.0, 3.0) y se le
prohíbe ejercer la potestad de orden, que ha recibido en virtud de
la consagración (can. 1338,g 2).
288. Para que el obispo sea MIEMBRO DEL COLEGIO no basta
la consagración válida, sino que se requiere que sea también legí-
tima, con el libre nombramiento por parte del romano pontífice o
la confirmación de su elección (can. 377, 5 1) y el mandato ponti-
ficio si no es el mismo romano pontífice el que consagró al nuevo
obispo (can. 1013). De este modo el obispo entra en la comunión
jerárquica con la cabeza del colegio y sus miembros (LG 22a; NEP
2.a; can. 336). Si la consagración es ilegítima, es decir, si el romano
pontífice niega la comunión apostólica o jerárquica, el obispo no es
miembro del colegio y no puede ser asumido en el oficio (LG 24b),
en cuanto que se encuentra fuera de la plena comunión con la
Iglesia católica (can. 1382).

I El obispo legítimo, al estar en la comunión jerárquica y ser


miembro del colegio por derecho divino (missione divina), es hecho
el
t¿
inmediatamente participe por Cristo de la potestad plena y suprema
de gobernar y de enseñar sobre toda la Iglesia, de la que es depo-
sitario el colegio de los obispos, ya que persevera en él el colegio de
los apóstoles. Así pues, el obispo no puede ejercer dicha potestad
1 "
fT
más que cuando el colegio es convocado por su cabeza para que -
actúe como tal (NEP 4.a; cáns. 337; 338; 341). El colegio, con su
cabeza y nunca sin ella, desempeña de este modo en la Iglesia el 6:
C
de representarla y de gobernarla a toda ella en la unidad
1e. de la fe y de la caridad (LG 22b; 25; NEP 3.8, 4;: can. 336).
289. El ROMANO PONT~FICE, como sujeto también él, a título

,,Personal, de la potestad plena y suprema de enseñar y de gobernar


la Iglesia universal por derecho divino (missione divina), la
inmediatamente de Cristo desde el momento en que acepta
, elección, pero debe ser integrada en la consagración episcopal,
Y Por tanto no puede ejercerse, por la actual disposición eclesiástica,
antes de la consagración (can. 332, 5 1) 24. En efecto, en virtud de
la misma consagración episcopal, el romano pontífice y los obispos
son iguales Y se encuentran en la misma comunión sacramental,
pero en virtud de su ministerio el romano pontífice es cabeza de
toda la Iglesia y del colegio, y por tanto es verdaderamente superior
a todos los obispos en la línea jerárquica (LG 22b; can. 333, 5 1).
Si el romano pontífice recibiera su potestad de la consagración
episcopal, no tendría una verdadera independencia de los obispos
ni se vería en qué consiste la diferencia intrínseca entre el episcopa-
do y el sumo pontificado, de manera que este último sea la realidad
-en torno a la cual está constituida la misma jerarquía, tal como la
quiso Cristo. El ministerio del romano pontífice, en efecto, es el de
garantizar la unidad y la indivisibilidad del colegio como principio
:sí- y fundamento perpetuo y visible de la fe y de la comunión en la
caridad (LG 18b), y por consiguiente el de representar a todo el
eo
íti-
colegio y a toda la Iglesia y gobernarla (LG 22b).
:YO 290. Entonces son dos los sujetos de la plena y suprema potes-
ión tad de enseñar y de gobernar en la Iglesia universal: el romano
"P pontífice por sí solo y el romano pontífice junto con los obispos;
.t: pero se trata de DOS SUJETOS INADECUADAMENTE DISTINTOS, ya
es que por la especificidad de su ministerio en la Iglesia sólo el romano
h), -pontífice puede poner ciertos actos que no competen de ningún
.a modo a los obispos ni como individuos ni como colegio (por ejem-
plo, convocar y dirigir el concilio, establecer o aprobar sus normas
de acción, nombrar a los obispos o confirmar a los legítimamente
i:r elegidos, dar el mandato pontificio, dar o negar la comunión apos-
ho tólica, etc. (LG 22b; 24b; NEP 3.", 4."; cáns. 331, 333; 337; 338;
r,a 340; 341).
O-
3
J
29 1. El OBISPO LEGÍTIMO,miembro del colegio episcopal, por
'd medio d e la MISION C A N ~ N I C Arecibe del romano pontífice la asig-
ue
su 24 Cf PABLO VI, Const. Ap. Romano PontiJici eligendo. 1 octubre 1975, n. 88, en "AAS"
el 67 (1975) 644; E V 51 1541.
nación de una Iglesia particular o bien de otro oficio. Con la
lación del oficio queda también investido de la potestad de enseñ
y de la potestad de gobernar legislativa, administrativa yjudicial
la Iglesia particular que se le ha confiado, O la potestad de gobier
administrativo o judicial necesaria para cumplir con el oficio
se le ha conferido (LG 24b; NEP 2.'; cáns. 146; 147; 369; 376;
5 1; 391). Dado el vínculo tan estrecho que se ha de conservar en
el rnunus episcopal recibido en la consagración y la potestad
enseñar y gobernar recibida por transmisión jerárquica, para
ésta quede integrada como potestad episcopal en la consagración (ci
antes de que sea ejercida, el que ha sido promovido al episcopadi
si no está impedido para ello, debe ser consagrado dentro de tr '
meses desde la recepción de las cartas apostólicas y de todas form
antes de tomar posesión de su oficio (can. 379). Para que el obispo
reciba de Cristo la potestad particular de enseñar y de gobernar e
la Iglesia que se le ha confiado por derecho divino, se requier
como condición necesaria la comunión jerárquica; y esto siempr
ha sido así. La misión canónica del romano pontífice, que puede
hacerse de varias maneras (LG 24b), se requiere por derecho ecle-
siástico para que esta potestad quede libre para su ejercicio y para
que de este modo quede mejor protegido el derecho divino de la
comunión jerárquica. De este modo se comprende tanto la praxis
del primer milenio como la del segundo, y se percibe con claridad
que la misión canónica del romano pontífice es un acto instrumen-
tal respecto a la transmisión de la potestad de Cristo a los obispos,
y no de delegación de la potestad pontificia.
-.
Los presbíteros por medio de la misión canónica reciben del
obispo, y en algunos casos del romano pontífice, diversos oficios;
junto con los cuales se les transmite la potestad de gobierno admi~
nistrativa o judicial necesarias para desempeñar un ministerio par-
ticular en la Iglesia (PO 6a; 7b; LG 28a.b.d). -
292. Aunque la POTESTAD DE MAGISTERIO corresponde dk
suyo sólo al romano pontífice como sucesor de Pedro, y a los
obispos, o individual o colectivamente, como sucesores de los após-
toles e investidos del ministerio de garantizar la integridad de la fe
(LG 25; cáns. 749; 752; 753), sin embargo también algunos presbí-
teros, debido a la incidencia pastoral del ministerio que desempeñan
en la Iglesia (por ejemplo, los superiores generales de institutos
clericales de derecho pontificio), pueden ser llamados por la auto-
ridad suprema al concilio, incluso con voto deliberativo (can. 339,
5 2; cf can. 223, 5 1, l.Q, 3.0 y 4.0, CIC 1917), dada su participa-
322
mo sacerdocio y ministerio de Cristo (PO 7a; 1; 2b;
el rnunus del ministerio del obispo (PO 7b; 2b) y
. ?
misma mision apostólica que les ha confiado Cristo

293. La misma POTESTAD DE GOBERNAR, para desempeñar un


cualquiera que no requiera la participación en el sacer-
dacio jerárquico,
. puede transmitirse o también delegarse por medio
lela mision canónica, junto con un oficio, también a los diáconos
S ?

~áns.274, ¿j 1; 129, ¿j 1) y a los laicos (can. 129, ¿j2).


También los moderadores y los capítulos de institutos de vida
consagrada y de las sociedades de vida apostólica, en grado diver-
,O según la naturaleza de estos Últimos (clericales o laicales, de
derecho pontificio o de derecho diocesano, exentos o no exen-
tos), participan de la misma potestad sagrada de gobierno para que
puedan desempeñar el ministerio de gobernar tales institutos o
sociedades (cáns. 596; 618). De manera semejante, los moderadores
de las asociaciones públicas de fieles (can. 317, ¿j 1).
Se puede concluir entonces que la potestad es una, en cuanto
que es la potestad de Cristo conferida en la Iglesia, transmitida de
diversas formas a través del romano pontífice y de los obispos o
también delegada por ellos, para alcanzar una variedad de fines
espirituales a través del ejercicio de diversos ministerios, sacramen-
tales o no. Para los ministerios que requieren el orden sagrado,
tanto la potestad de santificación respecto a algunos sacramentos
(confirmación, eucaristía, penitencia, unción, orden sagrado: po-
testad sacramental de orden) o a algunos sacramentales (potestad
no sacramental de orden), como la de enseñar auténticamente
(potestad de magisterio) o la de gobernar (potestad de jurisdicción),
se transmiten sólo a aquellos que están en los diversos grados del
orden sagrado; por el contrario, tanto la potestad de santificar,
sacramental (bautismo, matrimonio) o no (sacramentales), como
la de gobernar, cuando van anejas a oficios que no requieren el
orden sagrado, se transmiten o se delegan, en diversos grados tam-
bién, a aquellos que no están constituidos en él. De esta manera se
afirma la unidad de la potestad sagrada en la Iglesia, pero también
su diversificación orgánica.
Finalmente, está claro que los clérigos son hábiles para la po-
3- testad de gobierno eclesiástico o de jurisdicción en virtud de la
2
ordenación misma (can. 129, tj l), para desempeñar los ministerios
clericales a los que están propiamente llamados en la Iglesia. P o r
esta razón sólo ellos tienen derecho a recibir un oficio que requier
la potestad de orden y la de jurisdicción (can. 274, 5 1; cf n. 141
Los laicos, a su vez, por el bautismo tienen la capacidad de
asumidos por los pastores a oficios eclesiásticos para desempeñar
determinados ministerios (no clericales) en la Iglesia (can. 228,g 1)
que pueden requerir también el ejercicio de la misma potestad d '
gobierno eclesiástico según norma del derecho (can. 129, 5 2), pero
sin que esto constituya un derecho suyo, porque se trata de una
cooperación en los ministerios propios de los pastores.
CAPÍTULO
11

EL OFICIO ECLESIÁSTICO

1. DEFINICION Y ELEMENTOS CONSTITUTIVOS

-, 294. La definición de oficio eclesiástico, ligeramente modifi-


*

~ a d arespecto a la que se encuentra en PO 20b, es propuesta en el


canon 145,§ 1: se trata de cualquier encargo (munus), constituido
establemente por disposición divina o eclesiástica, que' hay que
ejercer por un fin espiritual.
Entonces, de manera general, en su aspecto ético y jurídico, el
oficio eclesiástico indica el servicio que se rinde a la comunidad en
el ámbito de ejercicio de una función (munus).
LOSELEMENTOS CONSTITUTIVOS que surgen de esta definición
son los siguientes:
P. 1) Encargo (munus): función a la que van anejos ciertas obli-
gaciones y derechos (can. 145,g 2).
2) Estabilidad objetiva: es dada por el derecho de que el oficio,
en su conjunto de obligaciones y de derechos, es constituido por la
autoridad competente con carácter de permanencia en el ordena-
miento jurídico eclesial, es decir, hasta que la misma autoridad lo
,modifique o lo suprima. De este modo el oficio preexiste a la
colación del mismo a una persona y sigue existiendo después de
que ésta lo pierda.
. 3) Disposición divina o eclesiástica: según que el origen del
oficio,)r por tanto la determinación de los deberes y de los derechos,
se manifieste por voluntad divina (por ejemplo, el episcopado y el
primado del sumo pontífice) o bien por la autoridad eclesiástica
(por ejemplo, el vicario general, el párroco). El derecho eclesiástico
que constituye un oficio puede ser el universal o el particular. El
derecho eclesiástico puede también precisar el contenido de las
obligaciones y de los derechos de un oficio de derecho divino.
4) Fin espiritual: congruente con la naturaleza y la misión d
la Iglesia, aunque sea para la gestión de asuntos temporales (por
ejemplo, el administrador de los bienes temporales eclesiásticos) dP
De suyo, la colación de un oficio no supone la participación en
la potestad ni de orden ni de jurisdicción o gobierno; esto depende
de los diversos tipos de oficios. Los LAICOS, como vimos en el ca.
pítulo anterior, están necesariamente excluidos de todos aquellos
oficios que requieren la ordenación sagrada como prerrequisito; en
todos los demás, sin tener derecho a ellos, pueden ser asumidos por
la autoridad competente cuando son reconocidos como idóneos,
según las disposiciones del derecho (can. 228,§ l), tanto si suponen
el ejercicio de la potestad ordinaria de gobierno o puedan supo.
ner el ejercicio de la misma potestad delegada como si no lo su-
ponen. Los CLERIGOS, por el hecho mismo de estar en el orden
sagrado, tienen un verdadero derecho, que pueden reivindicar, a
obtener oficios cuyo ejercicio requiera la potestad de orden o la de
gobierno eclesiástico (can. 274, 5 1).

295. El oficio eclesiástico debe conferirse con la PROVISIÓN


CANÓNICA(misión canónica), puesto que de lo contrario la colación
es nula (can. 146). La provisión debe hacerse por escrito, para
probar que se ha hecho (can. 156; cf can. 474). La provisión, a no
ser que se establezca otra cosa por el derecho, compete a la auto-
ridad a la que corresponde la erección, la innovación y la supresión
del oficio (can. 148; cf can. 155).
El que ha sido promovido a un oficio eclesiástico debe estar
en la comunión eclesiástica y ser idóneo según el derecho universal
o particular, o bien según la ley de fundación del mismo oficio
(can. 149, 5 1). Si faltan las cualidades requeridas para la validez,
la colación es nula; pero si faltan las condiciones para la licitud es
válida, aunque la provisión puede rescindirse por medio de un
decreto de la autoridad competente (5 2). Igualmente, la provisión
es nula si se ha hecho por simonía o si el oficio no está vacante
de derecho (can. 153, 5 1) o si, a pesar de implicar plena cura de
almas, que requiera el ejercicio del orden sacerdotal, se ha otorgado
a uno que no está ordenado sacerdote (can. 150). La provisión de
un oficio que supone la cura de almas no debe retrasarse sin una
causa grave (can. 151).
de un oficio que es conferido por el derecho mismo
, un tiempo determinado puede hacerse en los seis meses prece-
entes al cumplimiento del tiempo, pero tiene efecto desde que el
ficio vacante (can. 153, § 2).
NO pueden conferirse dos o más oficios incompatibles y toda
*
P
remesa de colación de oficio está privada de efectos jurídicos
1 (,áns. 152; 153, 3).
s i el oficio está vacante de derecho, puede ser siempre confe-
rido, aun cuando siga estando poseído ilegítimamente por algún
otro (can. 154).
. La provisión del oficio, según el canon 147, puede hacerse de
?tascuatro formas:
1) Colación libre: cuando es el superior legítimo el que designa
a.la persona a partir de su libre elección. Se especifica que, a no ser
que el derecho establezca expresamente otra cosa, el obispo dioce-
sano debe proveer por colación libre los oficios en su Iglesia par-
ticular (can. 157).
" 2) Institución: cuando la autoridad competente confiere el
oficio sobre la base de una presentación por parte de una persona
o de un colegio. La autoridad debe instituir al presentado si éste
resulta idóneo para el oficio y lo ha aceptado; si son varios los
presentados que se consideran idóneos, debe ser instituido uno
solo (cáns. 158,§ 1; 163; cf cáns. 159-162). La designación del can-
didato por parte de un colegio o de un grupo de personas se regula
en los cánones 164-179 (can. 158, tj 2).
3) ConJrmación o admisión por parte de la autoridad compe-
tente si precede una elección o una postulación. La elección tiene
que hacerse según los cánones 165-179. El elegido,, personalmente
o por medio de otro, tiene que pedir dentro de ocho días desde la
aceptación de la elección la confirmación a la autoridad compe-
tente; de lo contrario, a no ser que demuestre un justo impedimen-
to, queda privado de todo derecho. La autoridad competente, que
encuentra idóneo al elegido a tenor del derecho, no puede negar la
confirmación, que debe darse por escrito (can. 179, $5 1-3). La
postulación se produce cuando el elegido tiene un impedimento
canónico del que puede y suele dispensar la autoridad competente
(cáns. 180-183).
4) Elección y aceptación si no hay necesidad de confirma-
ción (can. 178). Es el caso del romano pontífice, que obtiene su
oficio primacial con toda su potestad inmediatamente de la acep-
tación de la elección (can. 332, 4 l), y del administrador
(can. 427, 5 2).

3. P É R D I D A DEL OFICIO

296. El oficio eclesiástico, segú.n norma del canon 1


puede perder de siete MANERAS:
1) Transcurso del tiempo para el que ha sido conferido
(cf can. 186).
2) Cumplimiento de los límites de edad definidos por el dere-
cho. El que ha alcanzado los límites de edad puede recibir el titulo
de "emérito" (can. 185).
3) Renuncia: debe hacerse por causa justa (can. 187), con pie-
na conciencia; por eso, si hay un grave temor producido injusta-
mente, dolo o error sustancial, es nula; lo mismo si hay simonía
(can. 188). Es también nula si no se ha hecho por escrito o ante dos
testigos y ante la autoridad competente para la provisión, la cual
no debe aceptar la renuncia hecha sin causa justa y proporcionada
(can. 189, $5 1.2). La renuncia que debe ser aceptada, si no lo ha
sido en el plazo de tres meses no tiene valor; al contrario, la que
no necesita de aceptación surte efecto con la comunicación hecha
por el renunciante, según norma del derecho (can. 189, 3). El
renunciante puede revocar la renuncia mientras ésta no haya sur- =
tido efecto; sin embargo, una vez surtido el efecto, el renunciante
puede conseguir el oficio por otro título (can. 189,g 4).

l El renunciante puede recibir el título de emérito (can. 185). .


4) Traslado a otro oficio por parte de la autoridad que tiene
derecho a la provisión (can. 190, tj 1). Si se hace contra la voluntad
del titular de oficio, se requiere una causa grave y hay que observar
el procedimiento dispuesto por el derecho; el trasladado tiene de-
recho a exponer las razones contrarias (§ 2). El traslado, para tener
efecto, debe hacerse por escrito (8 3). El primer oficio queda va-
cante sólo con la toma de posesión del segundo, a no ser que haya
dispuesto otra cosa el derecho o la autoridad competente (can. 191,
5 1). Hasta la toma de posesión del nuevo oficio el trasladado
percibe la remuneración vinculada al primero (5 2).
5 ) Remoción: debe hacerse siempre por decreto escrito, pero:
- si se trata de oficio para tiempo indefinido o para tiempo
determinado y la remoción se hace antes de que transcurra
el tiempo, se requieren causas graves;
si se trata de oficio conferido a discreción de la autori-
dad, basta una causa justa a juicio de la misma autoridad
(cáns. 192; 193);
si se trata de un oficio con el que se provee al sustento del
titular, la autoridad debe procurar que se le asegure dicho
sustento durante un periodo adecuado de tiempo, a no ser
que se provea de otro modo (can. 195).

6 ) Por el mismo derecho, en tres casos:


. - pérdida del estado clerical;
- abandono público de la fe católica o de la comunión ecle-
siástica;
- atentación de matrimonio, incluso civil, por parte de un
clérigo (can. 194,§ 1).
7) Privación como pena prevista por el derecho por un delito
cometido (can. 196, 5 1).

También podría gustarte