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Derechos de los pacientes

Garay, Oscar Ernesto


Abogado, UBA. Magíster en Bioética y Derecho por la Universidad de Barcelona.

Orígenes del concepto “derechos de los pacientes”. Los derechos de los pacientes son
derechos subjetivos de la persona humana relacionados con su estado de salud-enfermedad. Se
trata del ser humano –en su condición de paciente– que necesita sean respetados sus derechos
humanos fundamentales: a la vida, a la salud, a la integridad física, a la dignidad, a la libertad, a la
información, a la identidad, a la intimidad, a la confidencialidad, al consentimiento informado, a la
verdad, a una muerte digna y otros. Se originaron gradualmente a partir de las ideas del liberalismo
político (se valoró fuertemente el principio de autonomía), el movimiento en pro de los derechos
civiles, el desarrollo de la democracia participativa, el progreso, desde mediados del siglo XX a
nuestros días, del derecho internacional de derechos humanos, la doctrina de los derechos
personalísimos, el auge de la Bioética y otras razones (cambios sociales, políticos, culturales y
económicos); todo ello confluyó para que se tuviera en cuenta la necesidad de formular los derechos
de los pacientes. Derechos que se fundan en los derechos humanos fundamentales de la persona
humana: dignidad y libertad, en igualdad.

Como un valioso antecedente de sistematización de los derechos en cuestión, se puede citar la Carta
de Derechos del Paciente, elaborada por la Asociación Americana de Hospitales (1973).

La Asociación Médica Mundial (AMM), en su XXXIV Asamblea Médica Mundial (1981), expidió la
Declaración de Lisboa-Portugal sobre los Derechos de los Pacientes (actualizada en 1995 en Bali-
Indonesia y revisada en Santiago de Chile, en 2005 (en adelante DL, la cual seguimos en este
trabajo; en el derecho nacional se aplican las normas pertinentes del Código Civil y Comercial [CCyC]
y lo establecido por la ley 26.529 de Derechos de los Pacientes).

Esta necesidad de formular los derechos de los pacientes en cartas o declaraciones se expandió a
Europa, y luego a los países del continente americano. En la Argentina, primero se legisló sobre los
derechos de los pacientes en las jurisdicciones provinciales: Río Negro (ley 3076/1997); Formosa (ley
1255/1997); Tucumán (ley 6952/1999); Neuquén (ley 2611/2008); Chaco (ley 6649/2010). La Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (CABA) dictó, en 1999, la “Ley Básica de Salud” (ley 153), enumerando
en su artículo 4º varios de los derechos del paciente. En la provincia de Córdoba, en una ley
denominada “Carta del Ciudadano” (ley 8835/2000, en su artículo 6º, bajo la denominación
“Derechos a la Salud”, trata sobre los Derechos de los Pacientes. En el ámbito nacional, se
reconocieron los derechos de los pacientes a través de la ley 26.529: Derechos del Paciente en su
Relación con los Profesionales e Instituciones de la Salud (modificada por las leyes 26.742 y 26.812 y
reglamentada por el decreto 1089/2012). La ley 26.529 recibió las siguientes adhesiones
provinciales: Corrientes (ley 5971/2010); Jujuy (ley 5645/2010); Chubut (ley I-436/2010); Catamarca
(ley 5325/2011); Río Negro (ley 4692/2011); Tierra del Fuego (ley 885/2012); Chaco (ley 6925/2011);
Santa Cruz (ley 3288/2012); Buenos Aires (ley 14.464/2012); La Rioja (ley 9585/2014). La Asociación
Médica Argentina (AMA), a través de su Código de Ética para el Equipo de Salud (2001-2011), trata
sobre “Los Derechos y Deberes de los Pacientes” (Cap. 5).

Siglo XX: Pacientes sin derechos. Durante veinticinco siglos la mirada de la Medicina, de la ética
médica, estuvo centrada en el médico; el paciente era considerado un incompetente moral para
decidir sobre su salud y enfermedad. En los albores del siglo XX, occidente reconocía los derechos
humanos y adoptaba la democracia como sistema de gobierno. En cambio, la Medicina, la ética
médica, seguían aferradas a su concepción hipocrático-paternalista. La sociedad argentina se
expresaba culturalmente bajo los patrones simbólicos del paternalismo, el patriarcado y el
autoritarismo. El Código Civil de Vélez Sarsfield (1870-2015) tenía como objeto de regulación al
patrimonio y el sujeto de derecho era el varón. La mujer, en la cultura y en el derecho, no estaba a la
par, sino que caminaba siempre detrás del hombre (la cultura y el derecho fueron impuestas por
construcciones de la masculinidad). El Código de Ética de la Confederación Médica de la República

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Argentina (COMRA, 1955) contenía claramente la filosofía hipocrática-paternalista (si bien se obraba
en beneficio del enfermo, el médico decidía por sí y por el paciente). La relación médico-paciente era
paternalista y vertical. El galeno poseía el saber médico y decidía en consecuencia, sin tener en
cuenta la opinión del enfermo. Ergo, el marco cultural y de derecho hacia impensable que se
reconociesen los derechos de los pacientes.

Los derechos de los pacientes en el siglo XXI. Los tiempos culturales cambian. Las sociedades
mutan. La sociedad de éstos, nuestros momentos temporales, se muestra distinta, ha evolucionado.
Se transformó en un colectivo social más democrático, pluralista e igualitario. Se define como
diversa y pluricultural. En ella caben todas las etnias, opciones de vida, religiones, ideologías,
edades, características personales (culturales, sexuales, físicas, etc.). Acepta la diferencia y
promueve la inclusión social. Muestra cabal del cambio cultural de nuestra sociedad, es que ésta,
lenta y progresivamente (muy dificultosamente) está dejando atrás el patriarcado que sojuzgó a la
mujer a todo lo largo del siglo XX. Las mujeres (y muchos hombres que acompañamos) le dicen no a
la violencia machista. Los derechos humanos son de la persona humana (no sólo del hombre/varón):
hombre, mujer, niño y niña, persona mayor, sufrientes mentales, discapacitados, otros. La persona
es considerada como una substancia racional, portadora de dignidad y libertad. El Código Civil y
Comercial (CCyC, vigente desde el 01/08/2015) tiene como objeto central de regulación la protección
de la persona humana. Es en este (distinto) contexto socio-cultural que en la Argentina fue brotando
la necesidad de legislar sobre los derechos de los pacientes.

Los derechos de los pacientes. Catalogación. Podemos clasificar los derechos de los pacientes
conforme a tres conceptos básicos, a partir de los cuales se derivan los derechos de la persona
enferma: vida-salud, dignidad y libertad-autonomía, y agruparlos tomando como referencia el listado
de la Declaración de Lisboa-Bali (DLB).

Derechos a la dignidad, la vida y la salud. 1. La dignidad no es, en sentido estricto, un derecho


subjetivo, sino un estado o condición inherente, calidad ontológica del ser humano.

Es decir, el ser humano no “es” dignidad sino que “posee” esta calidad, condición o estado propio de
un ser libre e idéntico a sí mismo. El reconocimiento de la dignidad de las personas es el fundamento
moral de la idea de derecho: obliga a considerar a la persona siempre como fin en sí misma y nunca
como medio; establece la inviolabilidad de la persona, asegurando su indemnidad tanto en la faz
externa (salud, integridad biopsicosocial) como interna (privacidad-confidencialidad), e impone la
necesidad de considerar a las personas como sujetos y no como objetos; como portadoras de
dignidad y no de precio. El paciente tiene derecho al “trato digno y respetuoso” (art. 2º inc. b], ley
26.529). 2. La vida (del latín vita) es un atributo inseparable de la persona humana que condiciona
su existencia con el consecuente desenvolvimiento material y espiritual del hombre. Cuando se
habla del derecho a la vida se está haciendo mención expresa a un derecho humano fundamental; el
concepto abarca, como correlativos, el derecho a vivir y el derecho a conservar la vida. 3. Como
directa derivación del derecho a la vida, están el derecho a la salud y el derecho a la integridad física
del hombre. Por ello, en derecho se habla del “derecho a la protección de la salud” o del “derecho a
la preservación de la salud”. Estos son derechos naturales que se fundamentan en las declaraciones
internacionales de derechos humanos. El derecho a la vida está formulado en la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. 1º), en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica (art. 4º, inc. 1º), en la Declaración Universal
de Derechos Humanos (art. 3º), y en la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 6.1). El derecho
a la preservación de la salud está contemplado por la Declaración Universal de los Derechos
Humanos (art. 25) y por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art.
12). El Pacto de San José de Costa Rica dispone que “toda persona tiene derecho a que se respete su
vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción”
(art. 4.1). Como correlativo de esos derechos está el derecho a la asistencia sanitaria. El paciente
tiene derecho a la “asistencia” médica (art. 2º inc. a], ley 26.529); y el derecho a la disposición del
propio cuerpo, en el marco de lo prescripto por el artículo 56 del CCyC.

Derechos a la información y a la educación. 1. El paciente tiene derecho a recibir información


sobre su persona registrada en su historial médico y a estar totalmente informado sobre su salud,
inclusive los aspectos médicos de su condición. Sin embargo, la información contenida en el historial
del paciente sobre una tercera persona, no debe ser entregada a éste sin el consentimiento de dicha

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persona. Excepcionalmente, se puede retener información frente al paciente cuando haya una buena
razón para creer que dicha información representaría un serio peligro para su vida o su salud. La
información se debe entregar de manera apropiada a la cultura local, de forma que el paciente
pueda entenderla. El paciente tiene derecho a no ser informado por su solicitud expresa, a menos
que lo exija la protección de la vida de otra persona. El paciente tiene derecho a la “información
sanitaria” (art. 2º inc. f] y art. 4º, ley 26.529). 2. Derecho a la educación en salud. Es deber del
equipo de salud cooperar con las autoridades sanitarias a proteger el derecho a la educación sobre
la salud y servicios de salud disponibles, incluyendo información sobre estilos de vida saludables y
prevención de las enfermedades con responsabilidad personal de cada uno por su propia salud (DL,
art. 9º).

Derechos a la intimidad, la confidencialidad y la verdad. 1. El principio de intimidad ampara el


derecho a ser dejado a solas, a velar y a excluir de las miradas de terceros, la interioridad, los
pensamientos, el núcleo central de la personalidad. El derecho a la intimidad se fundamenta en la
dignidad de la persona humana. Cuando el paciente es violado en su derecho a la intimidad por el
profesional de la Salud (en forma consciente o inconsciente), hay una afrenta que aquel sufre en su
dignidad. La Declaración Universal de los Derechos del Hombre proclama que “nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de
ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra
tales injerencias o ataques” (art. 12). El Pacto de San José de Costa Rica se pronuncia en similares
términos en el artículo 11.2. La Asociación Médica Mundial prescribe que “la dignidad del paciente y
el derecho a su vida privada deben ser respetadas en todo momento durante la atención médica y la
enseñanza de la medicina, al igual que su cultura y sus valores” (art. 10, inc. a). El paciente tiene
derecho a la “intimidad” (art. 2º inc. c], ley 26.529). 2. Lo confidencial es, según el Diccionario de la
Real Academia Española, “lo que se hace o se dice en confianza o seguridad recíproca entre dos o
más personas”. En el campo de la Salud se relaciona con los conceptos intimidad, privacidad,
confianza y secreto médico. La confidencialidad reside en los datos que una persona brinda a otra en
la creencia que los mismos serán resguardados. La confidencialidad es quebrantada, en cambio,
cuando quien recepciona o es depositario de los datos que le fueron revelados (por ejemplo, por
causa de su profesión: abogados, médicos) los revela a terceros sin justa causa. El secreto
profesional, a su vez, es la contracara del derecho a la confidencialidad. Éste se presenta como un
derecho en cabeza del paciente. Aquél, es un deber ético y una obligación jurídica (y un derecho)
que pesa sobre los profesionales del equipo de Salud. El derecho a la confidencialidad ha sido
regulado en las declaraciones o leyes que se expidieron sobre los derechos de los pacientes. El
paciente tiene derecho a la “confidencialidad” (art. 2º inc. d], ley 26.529). El secreto profesional fue
establecido (como deber-obligación-derecho) en los códigos deontológicos y en las leyes que
reglamentaron las actividades de médicos, odontólogos y otros profesionales de la salud. 3. El
paciente tiene derecho a que los integrantes del equipo de Salud se relacionen con él, respetando el
principio bioético de veracidad (el paciente decide y organiza su vida de acuerdo con la realidad de
su enfermedad). La dignidad del paciente se respeta cuando se le informa en forma completa,
adecuada y conforme a la verdad (no con mentiras, engaños o falsedades).

Derecho a la autodeterminación. 1. El paciente tiene derecho a la autodeterminación y a tomar


decisiones libremente en relación con su persona. El médico informará al paciente las consecuencias
de su decisión. El paciente adulto mentalmente competente tiene derecho a dar o a negar su
consentimiento para cualquier examen, diagnóstico o terapia. El paciente tiene derecho a la
información necesaria para tomar sus decisiones. El paciente debe entender claramente cuál es el
propósito de todo examen o tratamiento y cuáles son las consecuencias de no dar su
consentimiento. El paciente tiene derecho a negarse a participar en la investigación o enseñanza en
medicina. 2. Derechos del paciente inconsciente. Si el paciente está inconsciente o no puede
expresar su voluntad, se debe obtener el consentimiento de un representante legal, cuando sea
posible y cuando sea legalmente pertinente. Si no se dispone de un representante legal, y se
necesita urgente una intervención médica, se debe suponer el consentimiento del paciente, a menos
que sea obvio y no quede la menor duda, sobre la base de lo expresado previamente por el paciente
o por convicción anterior, que éste rechazaría la intervención en esa situación. Sin embargo, el
médico siempre debe tratar de salvar la vida de un paciente inconsciente que ha intentado
suicidarse. 3. Derechos del paciente legalmente incapacitado. Incluso si el paciente es menor de
edad o está legalmente incapacitado, se necesita el consentimiento de un representante legal,
cuando sea legalmente pertinente; sin embargo, el paciente debe participar en las decisiones al

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máximo que así lo permita su capacidad. Si el paciente incapacitado legalmente puede tomar
decisiones racionales, éstas deben ser respetadas y él tiene derecho a prohibir la entrega de
información a su representante legal. Si el representante legal del paciente o una persona
autorizada prohíbe el tratamiento que, según el médico, es el mejor para el paciente, el médico debe
apelar de esta decisión en la institución legalmente pertinente u otra. En caso de emergencia, el
médico decidirá lo que sea mejor para el paciente. El diagnóstico o tratamiento se puede realizar
contra la voluntad del paciente en casos excepcionales, solo y específicamente si lo autoriza la ley y
conforme a los principios de la ética médica. El paciente tiene derecho a la “autonomía” (art. 2º inc.
e], ley 26.529; a la “información sanitaria” (art. 2º inc. f] y art. 4º, ley 26.529); al “consentimiento
informado” (arts. 5º a 10, ley 26.529); a dar “directivas anticipadas” (art. 11, ley 26.529).

Derecho a una atención médica apropiada y de calidad. 1. La atención médica debe ser la
adecuada a la enfermedad del paciente. El paciente siempre tiene derecho a un servicio médico
profesional e institucional, ético e idóneo. Lo que va a variar es el tipo de prestación médica, la cual
debe estar de acuerdo con la enfermedad que padezca el enfermo. El profesional del equipo de
Salud debe proporcionar el servicio médico-científico correcto, y utilizar el instrumental tecnológico
adecuado a la naturaleza de la enfermedad en cuestión, para lograr efectividad y eficiencia en su
trabajo. 2. Derecho a la atención médica de buena calidad. La dignidad del paciente exige que la
atención médica no sea cualquier asistencia, sino una atención médica de buena calidad. Una
asistencia médico-sanitaria de buena calidad debe ser aquella que “supere lo común”, que evidencia
superioridad o excelencia. Para el Código de Ética de la Asociación Médica Argentina, “a pesar de las
dificultades para hallar una definición universalmente aceptada, el concepto de calidad de la
atención en salud está vinculado a la satisfacción de las necesidades y exigencias del paciente
individual, de su entorno familiar y de la sociedad como una totalidad. Se basa en la organización de
un cambio cuyo objetivo es lograr niveles de excelencia en las prestaciones, eliminando errores y
mejorando el rendimiento de las instituciones” (art. 117). 3. Derecho a ser atendido por un médico
que el paciente sepa que tiene libertad para dar una opinión clínica y ética sin ninguna interferencia
exterior. El paciente tiene derecho a que lo atienda un médico que, además de poseer competencia
científica, tenga independencia técnica y moral. El paciente va a tener mayor confianza en la
capacidad y la lealtad del médico, si le consta que éste tiene independencia o autonomía técnica y
moral para decidir según su propio juicio. Así lo establece la Asociación Médica Mundial en sus doce
principios sobre la Prestación de la Atención Médica en cualquier Sistema Nacional de Atención
Médica cuando dice: “La independencia moral, profesional y económica del médico debe ser
asegurada”. 4. Derecho del paciente a ser tratado respetando sus mejores intereses. El tratamiento
aplicado debe ser conforme a los principios médicos generalmente aprobados. El Código
Internacional de Ética Médica de la Asociación Médica Mundial estipula que “el médico debe a sus
pacientes todos los recursos de su ciencia y toda su lealtad”; y ello lo debe poner en práctica,
respetando los mejores intereses del paciente: su vida y su salud, su dignidad y su libertad. Toda la
praxis médica debe ser acorde a la ciencia médica; esto es, a “los principios médicos generalmente
aprobados”. 5. Derecho a que la seguridad de la calidad sea siempre parte de la atención médica.
Los médicos, en especial, deben aceptar la responsabilidad de ser los guardianes de la calidad de los
servicios médicos. La seguridad de la calidad de la atención médica debe ser parte del compromiso
ético del médico del actuar siempre en beneficio del paciente. Las medidas de bioseguridad que se
deben instrumentar en las instituciones conllevan un doble fin: la indemnidad del paciente y la
seguridad del profesional, en cuanto a la adquisición ocupacional de enfermedades. 6. El paciente
tiene derecho a una atención médica continua. El médico tiene la obligación de cooperar en la
coordinación de la atención médicamente indicada, con otro personal que trata al paciente.
Oportunamente, la Declaración de los Derechos de los Pacientes de la Asociación Americana de
Hospitales (1973) prescribió: “10. El paciente tiene derecho a esperar una continuidad razonable de
atención”. El derecho a la salud del que gozan todas las personas empezará a ser realidad si, aparte
de batallar contra otros factores básicos (jurídicos y económicos principalmente), se instrumentan
los medios necesarios para que la accesibilidad en tiempo propio al servicio de salud sea posible –y
durante todo el tiempo que el enfermo necesite ser asistido médicamente (desde el prisma de una
continuidad razonable de la atención médica)–, acercando la realidad al deber ser. 7. El paciente
tiene derecho a recibir de parte de un centro de Salud, de acuerdo con su capacidad, una
evaluación, un servicio o la remisión a otra institución, según lo indique la urgencia del caso. El
paciente, de acuerdo con la patología que presente, y sobre la base de la capacidad instalada de la
institución médica (complejidad y posibilidades tecnológicas y recursos humanos), tendrá derecho a:
i) en caso de urgencia, a que se le brinden los servicios médicos que la urgencia o el estado de

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necesidad indiquen. Se trata de un deber moral y una obligación jurídica de todo establecimiento de
Salud. En caso que la institución no cuente con la capacidad adecuada para atender la emergencia
que presenta el paciente, se deberán tomar las medidas de cuidado médico que el caso requiera, e
instrumentar el traslado del paciente a otra institución; ii) a que se le efectúe una evaluación de su
condición de salud-enfermedad, o se le brinde un servicio de Salud. 8. El paciente tiene derecho a
elegir o cambiar libremente su médico y hospital o institución de servicio de Salud, sin considerar si
forman parte del sector público o privado. Como principio, los pacientes tienen libre decisión para
elegir el médico que los va a atender. Este derecho va a estar sujeto a las modalidades operativas
de los sistemas de atención de la salud: público, seguridad social y privado. 9. Derecho a la segunda
opinión. El paciente tiene derecho a solicitar la opinión de otro médico en cualquier momento. La
libertad de elección en cabeza del paciente, incluye el derecho a una segunda opinión. Es la consulta
del paciente a un segundo médico con el objeto de confirmar el diagnóstico o pronóstico realizado
por el primer médico. El paciente tiene derecho a la “interconsulta médica” (art. 2º inc. g], ley
26.529).

Derecho a la asistencia espiritual y moral y a una muerte digna. La Declaración de Lisboa


(DL) estableció que “el paciente tiene el derecho de recibir o rechazar la asistencia espiritual y
moral, inclusive la de un ministro de una religión apropiada”. Este derecho se relaciona con la
libertad de religión. Y el derecho a una muerte digna se relaciona con la aspiración del ser humano
al “buen morir”, sin sufrimiento, sin dolor, con la adopción de la conducta médica más correcta
posible para que el paciente, próximo a su fin, tenga una buena muerte, sin adelantar ni atrasar
artificialmente ese momento. El derecho a una muerte digna está directamente vinculado con la
atención médica al paciente terminal y con la eutanasia (el paciente tiene derecho a una “muerte
digna”: arts. 5º incs. g] y h]; 7º inc. f], 10 y 11, ley 26.529).

Bibliografía

BERTOLDI DE FOURCADE, María Virginia (2014). Los derechos del paciente. Su recepción legislativa.
En Garay, Oscar Ernesto (Director). Responsabilidad profesional de los médicos. Ética, Bioética y
jurídica: civil y penal, T. I, pp. 245-292. Buenos Aires: La Ley.

GARAY, Oscar Ernesto (2008). Derechos de los pacientes. En TEALDI, Juan Carlos (Director).
Diccionario latinoamericano de Bioética, pp. 249-253. Unesco – Universidad Nacional de Colombia.

GARAY, Oscar Ernesto (2003). Los Derechos Fundamentales de los Pacientes, 1ª ed., pp. 544. Buenos
Aires: Ad-Hoc.

KRAUT, Alfredo (1997). Los derechos de los pacientes, p. 490. Buenos Aires: Abeledo-Perrot.

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Recibido: 28/09/2016; Publicado: 03/2017

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