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SACRAMENTO DEL ORDEN 1

EL SACRAMENTO DEL ORDEN

INTRODUCCIÓN

Un poco de historia…
Los apóstoles se rodean de colaboradores en un primer momento. Mientras vivían los apóstoles,
compartían su autoridad. Obviamente, no había aún sucesión.
En la época de San Ignacio de Antioquía, es cuando se define la distinción entre obispo,
presbítero y diácono. Antes no se distinguía bien entre episcopoi y presbiteroi.

El sacramento del Orden es el sacramento de la sucesión apostólica.


La expresión “orden” viene precisamente de la delimitación orden de los obispos, orden de los
presbíteros, orden de los diáconos. Existe un único sacramento, articulado, por institución
divina, en tres órdenes distintos. No se sucede a los apóstoles en lo que tienen de irrepetible y
único, pero sí se les sucede en el oficio pastoral que desempeñaban.

El sacramento del Orden se dispensa plenamente sobre el Obispo y participadamente en el


sacerdote y el diácono. En realidad, el sacramento del Orden se da en plenitud en el obispo, y
se da participadamente en los presbíteros.
La teología del sacramento del Orden se va a formar y edificar por Santo Tomás, quien lo ve
desde el punto de vista del sacerdote. En la época primitiva, decir “sacerdos” era decir “obispo”.
En los primeros siglos se entendía la figura del presbítero y el diácono desde la figura del
obispo.

Santo Tomas va a definir el sacerdocio desde la Eucaristía: capacidad de celebrar la Eucaristía y


perdonar los pecados. Si se definía al sacerdocio por esta función, entonces era lo mismo ser
Obispo y ser Presbítero, sacramentalmente hablando. El único plus que tendría el Obispo sería
la potestad de jurisdicción, por lo que quedaba zanjada la diferencia entre potestad de orden
ypotestad de jurisdicción.

El CVII no utilizará esta distinción, sino que únicamente hablará de la sacra potestas, que es la
que capacita para ejercer los munera. No se puede ver lo sacerdotal como determinado
únicamente por el ejercicio de la celebración de la Eucaristía y del sacramento de la Penitencia.

En el CVII se habla de la sacramentalidad del episcopado; señalando que hay que entender al
presbítero desde el obispo, como colaboradores del orden episcopal. La missio canonica no es el
origen de la autoridad sino la condición de comunión en el ejercicio de algo que ya se ha
recibido. El Concilio vincula la autoridad jurisdiccional al sacramento. La sacra potestas es una
realidad unitaria. El gobierno y la enseñanza, por ser funciones de toda la Iglesia, han de ser
ejercidas en comunión para que sean legítimas1.

Lo propio del Obispo: Instituir y constituir a un cristiano en cabeza de la Iglesia


sacramentalmente.
Lo propio del sacerdote: recibir la sacra potestas como cooperador del obispo.

El obispo recibe la sacra potestas como Cabeza. El presbítero como cooperador del obispo y en
subordinación a él. La distinción es formal.

1
La sacra potestas, aunque es una capacitación personal, no se otorga para uso y aplicación según el gusto del ministro, sino
para hacer lo que la Iglesia quiere hacer. El ex opere operato no es una mecánica determinista que pueda tener lugar
desgajada de su finalidad. Se tiene que obrar y hacer lo que la Iglesia quiere que se haga.
SACRAMENTO DEL ORDEN 2

La promesa de obediencia del presbítero al obispo es una promesa reclamada formalmente por
la condición del presbítero. Ir contra la obediencia debida al obispo es ir contra el propio ser
sacramental sacerdotal.

NATURALEZA DEL SACRAMENTO DEL ORDEN

LG 18, al comenzar a hablar del episcopado:

En orden a apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor instituyó en


su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo el Cuerpo. Porque los ministros
que poseen la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos
cuantos son miembros del Pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la verdadera dignidad
cristiana, tiendan todos libre y ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación.

El binomio potestad de orden / potestad de jurisdicción tiene una gran utilidad práctica.

En la Edad Media hubo un poco de duda en determinar cuál era la forma y la materia del
sacramento. Algunos pensaban que la forma y materia estaban en la entrega de instrumentos.

En Trento queda claro la institución del orden sacerdotal llevada a cabo por Cristo; junto con
Trento está la Constitución Apostólica Sacramentum ordinis, y la LG son los tres documentos
base sobre la teología del sacerdocio.

{Se ven algunos de los cánones relevantes, pero muy someramente}


SACRAMENTO DEL ORDEN 3

CAN. I. Si alguno dijere, que no hay en palabras de los Obispos: Recibe el Espíritu
el nuevo Testamento sacerdocio visible Santo; o que el Orden no imprime carácter; o
y externo; o que no hay potestad que el que una vez fue sacerdote, puede volver
alguna de consagrar, y ofrecer el a ser lego; sea excomulgado.
verdadero cuerpo y sangre del Señor, CAN. V. Si alguno dijere, que la sagrada unción
ni de perdonar o retener los pecados; de que usa la Iglesia en la colación de las
sino sólo el oficio, y mero ministerio de sagradas órdenes, no sólo no es necesaria, sino
predicar el Evangelio; o que los que no despreciable y perniciosa, así como las otras
predican no son absolutamente ceremonias del Orden; sea excomulgado.
sacerdotes; sea excomulgado.
CAN. VI. Si alguno dijera, que no hay en la
CAN. II. Si alguno dijere, que no hay Iglesia católica jerarquía establecida por
en la Iglesia católica, además del institución divina, la cual consta de Obispos,
sacerdocio, otras órdenes mayores, y presbíteros y ministros; sea excomulgado.
menores, por las cuales, como por
ciertos grados, se ascienda al CAN. VII. Si alguno dijere, que los Obispos no
sacerdocio; sea excomulgado. son superiores a los presbíteros; o que no
tienen potestad de confirmar y ordenar; o que
CAN. III. Si alguno dijere, que el la que tienen es común a los presbíteros; o que
Orden, o la ordenación sagrada, no es las órdenes que confieren sin consentimiento o
propia y verdaderamente Sacramento llamamiento del pueblo o potestad secular, son
establecido por Cristo nuestro Señor; o nulas; o que los que no han sido debidamente
que es una ficción humana inventada ordenados, ni enviados por potestad
por personas ignorantes de las eclesiástica, ni canónica, sino que vienen de otra
materias eclesiásticas; o que sólo es parte, son ministros legítimos de la predicación y
cierto rito para elegir los ministros de Sacramentos; sea excomulgado.
la palabra de Dios, y de los
Sacramentos; sea excomulgado. CAN. VIII. Si alguno dijere, que los Obispos que
son elevados a la dignidad episcopal por
CAN. IV. Si alguno dijere, que no se autoridad del Pontífice Romano, no son
confiere el Espíritu Santo por la legítimos y verdaderos Obispos, sino una ficción
sagrada ordenación, y que en humana; sea excomulgado.
consecuencia son inútiles estas
SACRAMENTO DEL ORDEN 4

Se alude a Hch y a San Pablo como testimonio de la imposición de manos.

El ministerio tienen también un carácter colegial (San Pablo, habla de la imposición de manos
de los presbíteros, 1 Tim 4,14).

Cómo la Iglesia se va autocomprendiendo:

La Traditio Hippoliti, sobre la ordenación de obispos… se ve como una prolongación del don del
Espíritu Santo que los apóstoles reciben en Pentecostés. Eso es lo que se recibe en la
ordenación en orden al cuidado de la grey. Aparece una oración deprecativa al Espíritu Santo, al
momento de imponer la manos sobre el candidato. “Ore el obispo sobre él”. El diácono no se
ordena para el sacerdocio sino para el servicio del obispo (razón por la que sólo le imponía las
manos el obispo y no también el resto de los presbíteros).

San Agustín, habla de un sigillum, de un sello, que implícitamente alude al carácter


sacramental. Es la práctica en la Iglesia de entender que hay algunos sacramentos que no se
reiteran.

LA SUCESIÓN APOSTÓLICA

Jesucristo ha instituido el ministerio apostólico como prolongación de su propio ministerio (“Yo


estaré con vosotros”). A Cristo no se le sucede ni se le sustituye, sino que se le hace presente.
El ministerio apostólico, tiene, por tanto, un carácter de vicariedad, de representación. Jesús
instituye un ministerio que ha de durar hasta el fin de los tiempos. El estaba hablando a los
apóstoles, pero implícitamente alude a la sucesión apostólica, pues los apóstoles iban a morir.

No hay testimonios en el NT de una explícita voluntad de sucesión, pero sí hay implícita una
idea de sucesión apostólica.

Hay una voluntad implícita de Jesús respecto a la sucesión apostólica. La forma concreta e
histórica de cómo se va a suceder en ese ministerio es obra del Espíritu Santo y el Colegio
Apostólico guiado por el mismo Espíritu.

El Magisterio dirá de la estructura Obispo, Presbítero, Diácono, que es de ordenación divina,


pero no de institución del Jesús histórico.

LA INSTITUCIÓN DEL SACRAMENTO DEL ORDEN POR JESUCRISTO

Base escriturística:
Textos relativos a la última Cena: “haced esto en memoria mía…”.
Jn 20,21-23: el poder de las llaves.
Mt 28,18-20: amplificación del texto de Jn (“se me ha dado toda potestad [ exousía] en el
cielo y en la tierra”).

CVII presenta la enseñanza de la S.E. en dos etapas:


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1. Institución de los Doce: reciben autoridad para una misión, una autoridad relacionada con el
Espíritu Santo, que se da a través de un sacramento que capacita para realizar una misión
dentro de la Iglesia.
LG 19:
A éstos envió Cristo, primero a los hijos de Israel, luego a todas las gentes (cf. Rom
1,16), para que con la potestad que les entregaba, hiciesen discípulos suyos a todos los
pueblos, los santificasen y gobernasen (cf. Mt 28,16-20; Mc 16,15; Lc 24,45-48; Jn
20,21-23) y así dilatasen la Iglesia y la apacentasen, sirviéndola, bajo la dirección del
Señor, todos los días hasta la consumación de los siglos (cf. Mt 28,20). En esta misión
fueron confirmados plenamente el día de Pentecostés (cf. Act 2,1-26).

2. La sucesión
LG 20:
Esta divina misión confiada por Cristo a los Apóstoles ha de durar hasta el fin de los
siglos (cf. Mt 28,20), puesto que el Evangelio que ellos deben transmitir en todo tiempo
es el principio de la vida para la Iglesia. Por lo cual los Apóstoles en esta sociedad
jerárquicamente organizada tuvieron cuidado de establecer sucesores.

El mandato está implícito en la promesa de Jesús de que estará con la Iglesia hasta el fin de los
tiempos.
Es la misión la que tiene que perdurar. Por eso los sucesores suceden a los apóstoles en la
misión, no en las cualidades de testigos de la Resurrección . Los apóstoles pertenecen al
momento de revelación de Jesús. Los sucesores suceden en el encargo pastoral.

LA AUTORIDAD ESPIRITUAL DEL MINISTERIO ORDENADO

Se confiere en el sacramento del orden una potestas espiritual, hay una autoridad espiritual.
El CVII en LG 28:
El ministerio ordenado participa de la misión de Jesús como Cabeza.

La misión del Pueblo de Dios es participada por todos a través del bautismo; los munera Christi.
En el caso del sacramento del orden hay una consagración y misión del cristiano que es
esencialmente distinta de aquella dada por el bautismo: diferencia entre el sacerdocio común y
el ministerial.
La Iglesia no se da la salvación a sí misma, sino que la recibe como un don, de ahí la
necesidad de la representatividad de Cristo que tiene lugar en el ministerio.

Sobre los presbíteros (LG 28):


Los presbíteros, aunque no tienen la cumbre del pontificado y en el ejercicio de su
potestad dependen de los Obispos, con todo están unidos con ellos en el honor del
sacerdocio y, en virtud del sacramento del orden, han sido consagrados como
verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, según la imagen de Cristo, Sumo y Eterno
Sacerdote (Act 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para predicar el Evangelio [ enseñar] y apacentar
a los fieles [regir] y para celebrar el culto divino [santificar].

Todo lo que hace el pastor, cuando actúa como tal, está impregnado de la representatividad de
la persona de Cristo Cabeza; impregnado de sacramentalidad.
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Dentro de la misma sustancia de incorporación a la sucesión apostólica, el sacramento del


orden se confiere bajo tres formas distintas. La distinción entre el episcopado y el presbiterado,
no parece residir en el poder material de hacer cosas, sino en el modo y el cómo las hace, y la
vinculación que supone. Esto es así, pues la historia nos presenta el hecho de que alguna vez
un presbítero ha ordenado a otro presbítero, y a un diácono. Lo único que históricamente no ha
hecho un presbítero es ordenar a un obispo.

Según el CVII, el obispo tiene la plenitud del Sacramento del Orden. La palabra “plenitud”
significa que lo hace como Cabeza.

El obispo es el supremo moderador de la liturgia, es el verdadero celebrante de la liturgia. El


presbítero es ontológicamente cooperador del orden episcopal. Recibe el sacerdocio
directamente de Cristo, pero como cooperador. Uno lo recibe como Cabeza, el otro lo recibe
como cooperador.

El que el obispo reciba el sacerdocio como cabeza significa que lo recibe como supremo
moderador del ejercicio del sacerdocio en la Iglesia. En esto se distingue esencialmente del
presbítero.
El primado del Obispo de Roma, tiene como añadido la jurisdicción. Goza de un carisma
especial ad casum, acontecimiento momentáneo y coyuntural, no se trata de un poder
ex opere operato, por lo cual no se puede considerar como un carisma estable, como si
hubiera una configuración cuasi–sacramental. No se tiene una cualidad estable, sino un
carisma momentáneo, que se ejerce en momentos concretos. Por tanto, la condición de
“Papa” no es una condición sacramental2.
El Papa actúa en cuanto obispo. Su manera de ser obispo es según el modo en que
Pedro era Apóstol. El Obispo de Roma actúa como obispo en su Iglesia y en toda la
Iglesia de Dios.
La jurisdicción ha de ser integrada en lo sacramental, sino se corre de caer en el
error ortodoxo, que desvincula totalmente la jurisdicción del aspecto sacramental
de la sacra potestas. En el caso del Papa, la peculiaridad de su potestad sagrada
le viene dada por la peculiaridad de la Sede de la que ha tomado posesión.

Esa relación del presbítero con su obispo, significa que el presbítero ha recibido su sacerdocio
en dependencia sacramental con su obispo.
La palabra “grados” (secundum meriti munus), no está del todo consagrada en el
magisterio.

TRENTO:
Se establece que por ordenación divina hay una jerarquía (no dice “grados”) que se establece
por ordenación divina (no dice “institución divina”): obispos, presbíteros y ministros (término
que utiliza al refierse a los diáconos).

CVII:
LG 28: Dirá que ya desde los primeros tiempos ha habido obispos, presbíteros y diáconos.

Es fundamental considerar la Tradición al momento de articular la doctrina de la jerarquía


obispo–presbítero–diácono.

2
Rahner mantuvo que el papado era como una especie de sacramento.
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¿Puede ser un cristiano ordenado directamente obispo?


Han habido 11 Papas que han sido ordenados directamente de cristianos a obispos. Le
llamaban ordenaciones per saltum, en la Edad Media, al concebirse el Orden entonces como
grados.
Por tanto, el presbiterado y el diaconado no son necesarios para el episcopado. Esto explica que
el episcopado no pueda ser explicado desde el presbiterado y el diaconado. Dentro del
planteamiento de Santo Tomás, habría necesidad del diaconado y el presbiterado antes del
episcopado.

EL EPISCOPADO

LG 20: los Obispos han sucedido por institución divina a los Apóstoles como pastores de la
Iglesia.
LG 23: cada uno de los obispos ejerce su poder pastoral sobre la porción del Pueblo de Dios
que se le ha confiado, no sobre las demás Iglesias.

Hubo errores y herejías, que arrancan de una disputa en Roma, en tiempos de San Jerónimo,
entre diáconos y presbíteros. San Jerónimo apoyaba a los presbíteros, diciendo que los obispos
eran presbíteros, que habían sido elegidos para gobernar la Iglesia (en el fondo eran igual a los
presbíteros). Esta opinión recogida en el Ambrosiaster llegó hasta la Edad Media, lo cual explica
en parte el que Santo Tomás haya mantenido que el obispo respecto del presbítero tenga sólo
un plus de jurisdicción. Al final de su vida, Santo Tomás comenzó a sospechar que ésta no era
la verdadera Tradición.

Siglo XIV, Marsilio de Padua: todos los sacerdotes poseen igual autoridad y jurisdicción por
institución de Cristo. Trento dirá que por divina institución los obispos son superiores a los
presbíteros. Los husitas y wiclefitas repiten este error.

En las Cartas de San Ignacio de Antioquía se ve un claro protagonismo del obispo. En San
Clemente Romano, se ve también este rasgo. Con San Ireneo, es evidente que el episcopado
está aceptado como la máxima autoridad eclesial.

CVII, en LG 21: por la consagración episcopal se confiere la plenitud del sacramento del orden.
Se afirma de manera solemne la sacramentalidad del episcopado (plenitud de la sucesión
apostólica).

EL PRESBITERADO

PO: se hace alusión a la capacidad de los presbíteros de consagrar. Lo hacen en vinculación del
ministerio episcopal y subordinado a él.
PO 2 reitera lo dicho en LG 28: os presbíteros dependen de los obispos en el ejercicio de su
autoridad, para predicar el evangelio, apacentar a los fieles, y celebración del culto divino (el
binomio orden–jurisdicción es sustituido por la mención del tria munera).
Participa en el sacerdocio de Cristo, no en el del obispo. Lo ejercen en dependencia del obispo.

PO 2: el ministerio de los presbíteros, por estar unido al orden episcopal, participa de la misma
autoridad con que Cristo gobierna, apacienta e instruye al pueblo.
La actuación in persona Christi capitis: es lo que expresa la dimensión cristológica del presbítero
(el presbítero se presenta también ante la Iglesia, como cabeza, ante su comunidad).
SACRAMENTO DEL ORDEN 8

Representación de la Iglesia y representación de Cristo se presentan en una misma persona: el


presbítero.

Son sellados con un carácter especial por el Espíritu Santo.

EL DIACONADO

Grado inferior de la jerarquía. Tiene una naturaleza sacramental; no como el caso de las
órdenes menores.
El diaconado nunca ha sido considerado como orden menor.

CVII puso de manifiesto que el diaconado es sacramento (LG 29). El tema del diaconado
provocó debate por tener relevancia respecto al celibato de los sacerdotes. Pablo VI tuvo que
intervenir y mandar a que no se tratara el tema del celibato de los presbíteros. Luego, publicó
la encíclica Sacerdotalis celibatus, en la que recoge la disciplina latina del celibato. La misma
disciplina oriental tiene en sí algunas incoherencias que favorecen el tema del celibato (por
ejemplo, la ordenación de obispos sólo se concede a sacerdotes célibes, no pudiendo contraer
matrimonio después).
Dice que esta disciplina ha sido introducida “no sin una especial inspiración del Espíritu Santo”.

En la Teología, en el fondo, lo que más hay son argumentos de


conveniencia. Estos tienen una coherencia interna particular, que
aunque no fuerzan el modo particular del ser de las cosas sí
tienen un peso relevante.

Reciben la imposición de manos no en orden al sacerdocio sino en orden al ministerio, y al


ministerio del obispo (LG 29).
Tiene funciones relativas al ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad.
Según la autoridad competente se lo indicare, llevan a cabo: “la administración solemne del
bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía, el asistir en nombre de la Iglesia y bendecir los
matrimonios, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y
exhortar al pueblo (oficio profético; también, ésta es su manera de ser pastor), presidir el culto
y oración de los fieles (oficio sacerdotal3), administrar los sacramentales, presidir los ritos de
funerales y sepelios”.

El diaconado es participación del envío de Jesús por el Padre; pero hay dos formas que
participan de modo particular del envío del Jesús por el Padre, serán llamadas sacerdotales (la
celebración de la Eucaristía y el perdón de los pecados), que no están incluidas en el diaconado.

Es bueno, por eso, referirse al sacramento de orden como el sacramento de la sucesión


apostólica, la participación del envío de Jesús por el Padre. Hay pues, dos formas de participar
en la sucesión apostólica que permiten la funcionalidad que llamamos sacerdotal (celebración
de la Eucaristía y el perdón de los pecados), que competen al episcopado y al presbiterado.

Todos pueden llamarse sucesores, pero no todos hacen todo. A unos se les llama sucesores en
plenitud, a otros cooperadores, y a otros diáconos, que participan en algunas de las funciones
de los presbíteros y diáconos.

A los Apóstoles le suceden obispos, presbíteros y diáconos, vinculados en un único sacramento.


3
Lo sacerdotal en Cristo no sólo se vincula a la Eucaristía; lo sacerdotal en Jesús es toda su vida, no se limita al culto.
SACRAMENTO DEL ORDEN 9

EL SIGNO SACRAMENTAL, MATERIA Y FORMA DEL SACRAMENTO

La materia en este caso es el gesto de la imposición de las manos. Desde el NT este es el gesto
propio de transmisión de autoridad (1Tim 4,14; 2Tim 1,6).

Junto con la imposición de las manos se habla de una oración, con la que se realiza esa
imposición de manos.

Se da también otra serie de ritos: la entrega de la patena, la unción de las manos. Pero la así
llamada traditio instrumentorum creó conflictos antiguamente porque se llegó a creer que ésta
constituía parte esencial del signo.

Constitución apostólica, Sacramentum ordinem, de Pío XII:


La Iglesia no puede cambiar lo esencial de los sacramentos, pero sí puede determinar las
condiciones de validez y licitud. Sobre la materia: la materia única es la imposición de las
manos; la forma son las palabras que determinan la aplicación del gesto. En adelante, la
entrega de los instrumentos no es necesaria para la validez del sacramento.

En el Pontificali romani de Pablo VI se recogen los detalles sobre la administración del


sacramento (la imposición de ambas manos, también para el diácono). En la oración se pide
siempre al Espíritu Santo; en cuanto a los diáconos “el don septiforme…”; para los presbíteros
“secundum meriti munus” (oficio subordinado); en la consagración episcopal se pide el Espíritu
“principalem”4, el que recibió Jesús (en el bautismo del Jordán), el que El entregó a los
apóstoles.

EFECTOS

Imprime carácter (una potencia, potestad espiritual). Esto va unido a la capacitación ontológica
para el ministerio.
En Trento se usa la expresión “potestad espiritual”; condenando a los que sostienen que los
sacerdotes sólo reciben una potestad temporal. La potestad recibida es perpetua, capacitando
al que la recibe para ejercer funciones características de Cristo, capacidad de hacer presente a
Cristo Cabeza.

CVII, recoge esta enseñanza tradicional, presentando como un poder de actuar como Cristo
Sacerdote y Cabeza.
Sobre los obispos: LG 21 - «con la imposición de las manos se confiere la gracia del Espíritu
Santo y se imprime el sagrado carácter, de tal manera que los Obispos en forma eminente y
visible hagan las veces de Cristo, Maestro, Pastor y Pontífice y obren en su nombre. Es propio
de los Obispos el admitir, por medio del Sacramento del Orden, nuevos elegidos en el cuerpo
episcopal.»
Sobre los presbíteros: PO 2 - «por la unción del Espíritu Santo son sellados con un carácter
especial.»

Es fundamental entender aquí la diferencia esencial entre sacerdocio ministerial y sacerdocio


común de los fieles.
4
Habla de la principalidad de los que constituyeron las primeras Iglesias. Reciben el Espíritu como Cabeza.
SACRAMENTO DEL ORDEN 10

No se puede hablar de que el ministerio ordenado es “más” que los fieles, pues se trata de una
diferencia esencial, y no de grado.

LA RELACIÓN ENTRE LOS TRES CARACTERES DEL ORDEN

Se puede considerar si el carácter episcopal es o no ampliación del carácter presbiteral. Es una


cuestión debatida.
El profesor piensa que como distintos caracteres, no se van “sumando”, sino que con cada
sacramento se van añadiendo al sujeto la dimensión o peculiaridad propia que se da con cada
sacramento (en la Confirmación: la dimensión misionera; en el Orden en 2do grado: la capacidad
de realizar funciones sacerdotales capitales; etc.). Se da una realidad nueva, una nueva
capacidad, que es un plus con respecto a lo ya dado en el Bautismo.

Se da un aumento de la gracia para ser ministro idóneo de Jesucristo. Se da el don de la gracia


del Espíritu Santo (según Trento). Como todo don y gracia de Dios, está reclamando una vida
conforme a la capacitación recibida. El ministerio y la vida de los presbíteros han de estar de
acuerdo a su condición de ministros de Cristo Cabeza.
PO 12 - «La santidad de los presbíteros contribuye poderosamente al cumplimiento fructuoso
del propio ministerio —porque aunque la gracia de Dios puede realizar la obra de la salvación
también por medio de ministros indignos—, sin embargo, por ley ordinaria, Dios prefiere
manifestar sus maravillas por medio de quienes, hechos más dóciles al impulso y guía del
Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y su santidad de vida, ya pueden decir con el
Apóstol: “Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí” (Gal. 2,20)».

EL MINISTRO DEL SACRAMENTO DEL ORDEN

Se ha visto ya el caso en que dos Papas confirieron por medio de bulas a dos abades la
potestad para ordenar diáconos y presbíteros. {Ojo: para hacer teología no se puede partir
desde el caso extraordinario o de excepción.}

El ministro ordinario del sacramento del Orden es el obispo.

Santo Tomás explicaba por qué eso era así. El obispo está encargado de la ordenación social de
la Iglesia, por lo que el ordenar sería algo más propio del obispo.

Las antiguas órdenes menores no eran sacramento del orden propiamente.

SUJETO DEL SACRAMENTO DEL ORDEN

Condiciones de validez:
1. Estar bautizado. En este punto nunca ha habido duda.
2. Ser varón.

RESPECTO A LA RESTRICCIÓN EXCLUSIVA A LOS VARONES

Conviene conocer la existencia de algunos documentos de la Iglesia al respecto:


SACRAMENTO DEL ORDEN 11

1. Declaración de la CDF, Inter insigniores (15.X.1976). Se recogen los fundamentos tanto en la


SE como en la Tradición en las que se basa la Iglesia para reservar el Orden a los varones
(aprobada por Pablo VI).
2. Carta Apostólica, Ordinatio sacerdotalis, de Juan Pablo II, 22.V.1994. Junto con esta Carta,
está la Respuesta de la CDF a la duda acerca de la doctrina de la Carta Apostólica Ordinatio
sacerdotalis (28.X.1995).

Declaración Inter insigniores

Se dice aquí que la Iglesia nunca se ha sentido capaz de otorgar el presbiterado y el episcopado
a quienes no sean varones. Yves Congar dejó alguna brecha abierta al acceso de mujeres al
diaconado al no considerarlo como parte del orden sacerdotal.

El sacramento del Orden, sin embargo, en sus tres grados, forma todo parte de la sucesión de
los Apóstoles. Hay que preguntar: ¿Se reserva a los varones el sacerdocio o la sucesión
apostólica? El sacramento del Orden es lo que se reserva a los varones. Por tanto, es la
sucesión apostólica lo que se reserva a los varones. Al formar parte los diáconos de la sucesión
apostólica, queda también el diaconado reservado a los varones.

Si se entiende que sucesión apostólica equivale sólo al sacerdocio, entonces este


argumento no se podría mantener, pero no nos parece que este sea el caso.

Se trata de una norma guardada a ejemplo de Cristo. La Iglesia entiende que ante la práctica
de los Apóstoles está ante una realidad que no se siente capaz de cambiar.

Rahner se pregunta por las cuestiones sociológicas del tiempo de Jesús: ¿Podría Jesús
haber elegido mujeres como apóstoles? Ante esto, sin embargo, consta que Jesús no
siempre se dejaba llevar por los acondicionamientos sociales y legales del tiempo (habla
con la samaritana ante la sorpresa de sus discípulos; entraba a la casa de “pecadores” y
comía con ellos). Se plantea también la cuestión de la imagen “devaluada” de la mujer
en aquél tiempo, lo cual sería otro acondicionamiento social. Pero, la supuesta influencia
de ese factor cultural contrasta con el hecho de que en el mundo helénico de aquel
tiempo el sacerdocio femenino estaba bastante extendido. Además, había ya sectas en
aquél tiempo en las que se confería el sacerdocio a las mujeres, algo que los Padres
reprobaron duramente. Se ve así, por tanto, que la influencia social llevaba a la práctica
del sacerdocio femenino y no necesariamente a lo contrario.

El comportamiento del Señor muestra claramente que El dejó una voluntad clara de dejar sólo a
los varones la dignidad Apostólica. Jesús estuvo también rodeado de mujeres, que le fueron
incluso hasta más fieles que los hombres que El se escogió. Sin embargo, el Señor no las eligió
como sacerdotes.

Los Apóstoles y sus sucesores tampoco impusieron las manos a mujeres. Matías, el primer
sucesor, es elegido entre varones. En la S.E., cuando se citan nombres de ministros, sólo se
citan nombres de varones.

Entiende la Inter insigniores que lo que hicieron Cristo y sus sucesores es una norma perpetua.
SACRAMENTO DEL ORDEN 12

Argumentos de conveniencia: los sacerdotes cuando actúan, representan a Jesucristo, actúan in


Persona Christi.5 El ministerio es representación de Cristo–Esposo (esta es la base también de la
conveniencia del celibato sacerdotal; la configuración con Cristo, Esposo de la Iglesia, es lo que
le da la raíz sacramental al celibato).

Carta Ordinatio sacerdotalis

Dice la Carta al final:

4. Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, está
conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y está enseñada
firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro
tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor
meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal
ordenación.

Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que
atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar
en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la
facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser
considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.

El Papa aquí no hace un acto de magisterio infalible (escoge el rango de documento más
pequeño: «carta apostólica»), no es un acto definitorio en sí mismo, la fuerza vinculante de
esta doctrina proviene del magisterio ordinario universal, no la que le da la Ordinatio
sacerdotalis. Lo que se hace es una declaración de que algo pertenece ya al magisterio
ordinario universal de la Iglesia. Se ve aquí, por tanto, un nuevo modo de dar magisterio.

CONDICIONES DE DIGNIDAD PARA RECIBIR EL SACRAMENTO DEL ORDEN

1. Haber recibido el sacramento de la confirmación (aunque no es absolutamente


imprescindible), pero es coherente haber primero recorrido la plenitud de la iniciación
cristiana.
2. Estar en gracia de Dios; el sacramento se recibiría sacrílegamente si el sujeto esta en pecado
mortal. Si existe un óbice el efecto del sacramento tendría lugar, pero la gracia no sería
otorgada. La reviviscencia de la gracia tendría lugar cuando desapareciera el óbice.
3. Tener buenas costumbres (la “santidad de vida y costumbres”, según PO). No se deben
conferir las órdenes sagradas sobre aquel a quien no se esté seguro de tener la idoneidad
canónica.
4. La edad canónica: depende de las épocas. En la disciplina actual (23 años, diaconado; 25,
presbiterado; 35, episcopado).
5. La ciencia de vida (estudio; formación habitual y permanente).
6. El celibato, al menos para la disciplina del rito latino. En la Iglesia oriental es distinto, donde
permitiéndose la ordenación presbiteral a varones casados. En la Iglesia Católica, a manera
de excepción, se ha permitido el ingreso al presbiterado de ministros pertenecientes a otras
confesiones protestantes tradicionales (anglicanos, p. ej.).
5
En el fondo, toda la historia está ya escrita en Cristo. Dios obra gratuitamente, con plena libertad. Así, se revela como Padre, y el Hijo
se encarna como hombre. No se puede caer en una interpretación de la hsitoria que prescinda de la centralidad de la figura de Cristo.
SACRAMENTO DEL ORDEN 13

Las razones del celibato sacerdotal no son esencialmente de índole pragmáticas. Se trata, en el
fondo, de una configuración sacramental con Cristo, Cabeza y Esposo de la Iglesia. Hay un
fundamento simbólico–sacramental. El sacerdocio no es una mera función, sino que conlleva
una configuración ontológica. Si fuera sólo una función, podría ser llevado a cabo sin problema
por mujeres. Las razones de índole pragmáticas no serían nunca suficientes.
La razón tampoco está en dar testimonio de Reino de los Cielos (es lo característico del celibato
vivido en la vida religiosa). La configuración sacramental con Cristo–Esposo es lo que difiere el
celibato sacerdotal del celibato religioso (Cf Pablo VI, Sacerdotalis celibatus).

COMENTARIO A LA PRESBYTERORUM ORDINIS

Trento tenía que salir al paso de la cuestión protestante que negaba el carácter sacerdotal. Esto
trajo consigo un fuerte énfasis en la dimensión cultual del sacerdocio, pero dejando los
aspectos de predicación y enseñanza no muy señalados.
Hasta el CVII el paradigma de vida cristiana era la vidareligiosa. Tras el CVII el
paradigma será la vida del laico, lo cual en su interpretación trajo la pérdida de identidad
de la vocación religiosa y de la vocación sacerdotal.

No se puede contraponer lo sacramental a lo profético, pues esto equivale a perder de vista que
el ministerio implica siempre una profunda unidad de los tria munera (triplex munus). El
ministro es pastor, maestro y profeta. Esta idea aparece mucho en la PO, anotando sobre todo
la mutua unidad de los tres oficios.

De entre los cristianos, algunos de ellos son presbíteros.

PO 2: El Señor Jesús, “a quien el Padre santificó y envió al mundo”, hace partícipe a todo
su Cuerpo místico de la unción del Espíritu con que El está ungido: puesto que en El
todos los fieles se constituyen en sacerdocio santo y real, ofrecen a Dios, por medio de
Jesucristo, sacrificios espirituales, y anuncian el poder de quien los llamó de las tinieblas
a su luz admirable. No hay, pues, miembro alguno que no tenga su cometido en la
misión de todo el Cuerpo, sino que cada uno debe glorificar a Jesús en su corazón y dar
testimonio de El con espíritu de profecía.

Ideas resaltadas por el profesor: Santificación y misión; toda la Iglesia participa de la misión de
Jesús.

PO 2: Mas el mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo, en que
“no todos los miembros tienen la misma función” (Rom 12, 4), entre ellos constituyó a
algunos ministros que, ostentando la potestad sagrada en la sociedad de los fieles,
tuvieran el poder sagrado del Orden, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y
desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los
hombres. Así, pues, enviados los apóstoles, como El había sido enviado por el Padre,
Cristo hizo partícipes de su consagración y de su misión, por medio de los mismos
apóstoles, a los sucesores de éstos, los obispos, cuya función ministerial fue confiada a
los presbíteros, en grado subordinado, con el fin de que, constituidos en el Orden del
presbiterado, fueran cooperadores del Orden episcopal, para el puntual cumplimiento de
la misión apostólica que Cristo les confió.
SACRAMENTO DEL ORDEN 14

Ideas resaltadas por el profesor: el sacerdocio común y ministerial son recíprocos; se habla en
primer lugar de una incorporación a un Orden, que es única en función, y que se desempeña
en conjunto con otros (por lo que el CVII emplea el vocablo “orden de los presbíteros”, más
que hablar de sacerdotes).

PO 2: El ministerio de los presbíteros, por estar unido al Orden episcopal, participa de la


autoridad con que Cristo mismo forma, santifica y rige su Cuerpo. Por lo cual, el
sacerdocio de los presbíteros supone, ciertamente, los sacramentos de la iniciación
cristiana, pero se confiere por un sacramento peculiar por el que los presbíteros, por la
unción del Espíritu Santo, quedan marcados con un carácter especial que los configura
con Cristo Sacerdote, de tal forma, que pueden obrar en nombre de Cristo Cabeza.

Ideas resaltadas por el profesor: el presbítero recibe el sacerdocio de Cristo, no el del obispo; la
palabra carácter y la expresión Cristo Cabeza.

PO 2: Por participar en su grado del ministerio de los apóstoles, Dios concede a los
presbíteros la gracia de ser entre las gentes ministros de Jesucristo, desempeñando el
sagrado ministerio del Evangelio, para que sea grata la oblación de los pueblos,
santificada por el Espíritu Santo. Pues por el mensaje apostólico del Evangelio se convoca
y congrega el Pueblo de Dios, de forma que, santificados por el Espíritu Santo todos los
que pertenecen a este Pueblo, se ofrecen a sí mismos “como hostia viva, santa;
agradable a Dios” (Rom 12,1). Por el ministerio de los presbíteros se consuma el
sacrificio espiritual de los fieles en unión del sacrificio de Cristo, Mediador único, que se
ofrece por sus manos, en nombre de toda la Iglesia, incruenta y sacramentalmente en la
Eucaristía, hasta que venga el mismo Señor. A este sacrificio se ordena y en él culmina el
ministerio de los presbíteros. Porque su servicio, que surge del mensaje evangélico, toma
su naturaleza y eficacia del sacrificio de Cristo y pretende que “todo el pueblo redimido,
es decir, la congregación y sociedad de los santos ofrezca a Dios un sacrificio universal
por medio del Gran Sacerdote, que se ofreció a sí mismo por nosotros en la pasión, para
que fuéramos el cuerpo de tan sublime cabeza”.

Ideas resaltadas por el profesor: los presbíteros participan del ministerio de los apóstoles (por
eso el profesor insiste tanto en que el Orden es el sacramento de la sucesión apostólica ); “el
sagrado ministerio del Evangelio”: Lutero reconoció el ministerio como “la desnuda predicación
de la Palabra”, frente a esto Trento subrayará la dimensión cultual como lo esencial; el anuncio
del Evangelio es parte principalísima de este ministerio; el sacerdocio común del cristiano: está
en los mismos cristianos el ofrecerse como “hostias vivas, agradables a Dios”.

DIMENSIÓN COLEGIAL DEL PRESBITERADO

Con esta expresión se quiere hacer referencia al hecho de que el presbítero queda incorporado
al ordo presbyterorum: el presbítero es presbítero junto con los otros presbíteros. Uno es
presbítero junto con otros. La Iglesia ha tenido esto presente desde muy antiguo.

LG 28:
Los presbíteros, como próvidos colaboradores del orden episcopal, como ayuda e
instrumento suyo llamados para servir al Pueblo de Dios, forman, junto con su Obispo,
un presbiterio dedicado a diversas ocupaciones. En cada una de las congregaciones de
SACRAMENTO DEL ORDEN 15

fieles, ellos representan al Obispo con quien están confiada y animosamente unidos, y
toman sobre sí una parte de la carga y solicitud pastoral y la ejercitan en el diario
trabajo. Ellos, bajo la autoridad del Obispo, santifican y rigen la porción de la grey del
Señor a ellos confiada, hacen visible en cada lugar a la Iglesia universal y prestan eficaz
ayuda a la edificación del Cuerpo total de Cristo (cf. Ef 4,12).

El sacramento incorpora no a un presbiterio en concreto sino a un grupo universal de


presbíteros, al ordo presbyterorum, que se realiza en su materialidad práctica en los presbiterios
locales. El ordo presbyterorum universal existe en su dimensión local dentro de cada
presbiterio.

A su vez, no hay un “presbiterado de la Iglesia universal”, sino que el presbiterado se realiza en


una Iglesia local. No hay Iglesia universal al margen de las Iglesias locales, ni al margen de sus
estructuras jurisdiccionales.

Hay que partir siempre de las realidades sacramentales: ¿qué es lo que hace un presbítero que
le distingue de los demás? Las situaciones canónicas pueden ser diversas, pero lo fundamental
está en lo sacramental. A diferencia de la unidad jurídico–canónica, las circunstancias pastorales
no rompen la unidad sacramental del presbiterio. Pensar lo contrario equivale a olvidar que lo
fundamental del presbítero está en la configuración sacramental que recibe. Ser pastor en la
Iglesia es algo mucho más amplio que realizar actos de jurisdicción.

Hay diversos niveles en la condición del presbítero:


1. nivel sacramental;
2. nivel de diferenciación interior (conceptualmente) - canónigo pastoral (presbíteros
según su lugar de incardinación);
3. nivel de espiritualidad o manera de vivir el presbiterado: sacerdotes religiosos, etc.

Decir “espiritualidad del sacerdote diocesano secular”, implica admitir la existencia de


sacerdotes diocesanos no–seculares.
No se puede identificar “diócesis” con “Iglesia local”; la diócesis es una de las posibles figuras
canónicas para una Iglesia local. Ambos conceptos no se pueden superponer sin más.

Hay que distinguir las nociones teológicas de las jurídicas; es de máxima importancia. No se
puede hacer teología partiendo desde el Derecho Canónico.

LG 7:
Por tanto, los obispos, por el don del Espíritu Santo que se ha dado a los presbíteros en
la Sagrada Ordenación, los tienen como necesarios colaboradores y consejeros en el
ministerio y función de enseñar, de santificar y de apacentar la plebe de Dios.

LG 8:
Los presbíteros, constituidos por la Ordenación en el Orden del Presbiterado, están
unidos todos entre sí por la íntima fraternidad sacramental, y forman un presbiterio
especial en la diócesis a cuyo servicio se consagran bajo el obispo propio.

Idea resaltada: Aunque no se comparta la misma tarea pastoral, hay una fraternidad
sacramental.
SACRAMENTO DEL ORDEN 16

Desde el CVII, la Iglesia se empieza a pensar teológicamente a sí misma.


Es importante saber en qué sentido se toman los términos diócesis y diocesanidad: sentido
amplio de equivalencia a Iglesia local, o sentido estricto (jurídico).

LA ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL (PO 14)

Unidad y armonía de la vida de los presbíteros

14. Siendo en el mundo moderno tantos los cargos que deben desempeñar los hombres
y tanta la diversidad de los problemas, que los angustian y que muchas veces tienen que
resolver precipitadamente, no es raro que se vean en peligro de desparramarse en mil
preocupaciones. Y los presbíteros, implicados y distraídos (ocupados) en las muchas
obligaciones de su ministerio, no pueden pensar sin angustia cómo lograr la unidad de su
vida interior con la magnitud de la acción exterior.

COMENTARIO:
Buscar el Reino y su justicia en todo: éste es el criterio unificador de todo lo que se hace (es el
elogio que Jesús hace a María frente a Marta). Para todo cristiano la primacía la tiene el Reino
de Dios, y en ese sentido, María tiene razón. Entender el pasaje bíblico como sanción de dos
caminos, uno de perfectos y otro de preceptos, es empobrecer grandemente el texto. Por
desgracia, esta interpretación estuvo vigente en la Iglesia hasta el CVII y aún después.

La identidad religiosa se basa en la idea de consejo, consejos que son para todos, pero que en
la vida religiosa se viven de una forma concreta estos consejos. La sustancia y radicalidad con
que se vive la vocación cristiana es la misma para todos, lo que varían son las formas de vivir
esa única vocación a la perfección cristiana.

Antes del CVII, en los “sacerdotes diocesanos” (expresión con la que antes del Concilio se
conoce a los sacerdotes seculares), su vida espiritual se tendía a configurar según el modelo de
la vida religiosa. La vida espiritual del sacerdote secular se constituía muy parecidamente a la
vida religiosa de un convento.

El sacerdote secular no debe buscar su espiritualidad en el “préstamo” de otras espiritualidades,


sino que debe fundamentar su espiritualidad a partir de su condición de pastor: la caritas
pastoralis.
Antiguamente, la actividad fácilmente era entendida como distracción de lo que era
“verdaderamente importante”; la espiritualidad se vivía en la zona del ejercicio de la piedad.

Si la actividad ministerial está transida de caridad pastoral, ella contribuirá a lo espiritual.

«Esta unidad de la vida no la pueden conseguir ni la ordenación meramente externa de


la obra del ministerio, ni la sola práctica de los ejercicios de piedad, por mucho que la
ayuden. La pueden organizar, en cambio, los presbíteros, imitando en el cumplimiento de
su ministerio el ejemplo de Cristo Señor, cuyo alimento era cumplir la voluntad de Aquel
que le envió a completar su obra.»

No se puede separar la vida activa de la vida espiritual.


El Concilio ampliará en este tema de la unidad de vida, profundizando en la caridad pastoral.
SACRAMENTO DEL ORDEN 17

«En realidad, Cristo, para cumplir indefectiblemente la misma voluntad del Padre en el
mundo por medio de la Iglesia, obra por sus ministros, y por ello continúa siendo
siempre principio y fuente de la unidad de su vida. Por consiguiente, los presbíteros
conseguirán la unidad de su vida uniéndose a Cristo en el conocimiento de la voluntad
del Padre y en la entrega de sí mismos por el rebaño que se les ha confiado. De esta
forma, desempeñando el papel del Buen Pastor, en el mismo ejercicio de la caridad
pastoral encontrarán el vínculo de la perfección sacerdotal que reduce a unidad su vida y
su actividad. Esta caridad pastoral fluye sobre todo del Sacrificio Eucarístico, que se
manifiesta por ello como centro y raíz de toda la vida del presbítero, de suerte que lo
que se efectúa en el altar lo procure reproducir en sí el alma del sacerdote. Esto no
puede conseguirse si los mismos sacerdotes no penetran cada vez más íntimamente, por
la oración, en el misterio de Cristo.

El propio ministerio ha de ser la fuente de espiritualidad propia del presbítero; en ese ministerio
se encuentra la unidad de vida del presbítero (Cf prólogo de Mons. Manuel Ureña al libro del
Prof. Ramiro Pellitero, “Sacerdotes seculares hoy”, ed. Palabra).

TRATO DE LOS PRESBÍTEROS CON LOS SEGLARES

PO 9:
«Los sacerdotes del Nuevo Testamento, aunque por razón del Sacramento del
Orden ejercen el ministerio de padre y de maestro, importantísimo y necesario en el
pueblo y para el Pueblo de Dios, sin embargo, son juntamente con todos los fieles
cristianos, discípulos del Señor, hechos partícipes de su reino por la gracia de Dios.
Los presbíteros, por tanto, deben presidir de forma que, buscando no sus
intereses, sino los de Jesucristo, trabajen juntamente con los fieles seglares y se porten
entre ellos como a imitación del Maestro, que entre los hombres “no vino a ser servido”,
sino a servir y dar su vida en redención de muchos”.
Reconozcan y promuevan sinceramente los presbíteros la dignidad de los seglares
y la suya propia, y el papel que desempeñan los seglares en la misión de la Iglesia.
Respeten asimismo cuidadosamente la justa libertad que todos tienen en la ciudad
terrestre. Escuchen con gusto a los seglares, considerando fraternalmente sus deseos y
aceptando su experiencia y competencia en los diversos campos de la actividad humana,
a fin de poder reconocer juntamente con ellos los signos de los tiempos.
Examinando los espíritus para ver si son de Dios, descubran con el sentido de la
fe los multiformes carismas de los seglares, tanto los humildes como los más elevados;
reconociéndolos con gozo y fomentándolos con diligencia. Entre los otros dones de Dios,
que se hallan abundantemente en los seglares, merecen especial cuidado aquellos por
los que no pocos son atraídos a una vida espiritual más elevada. Encomienden también
confiadamente a los laicos trabajos en servicio de la Iglesia, dejándoles libertad y radio
de acción, invitándoles incluso oportunamente a que emprendan sus obras por propia
iniciativa.
Piensen, por fin, los presbíteros que están puestos en medio de los seglares para
conducirlos a todos a la unidad de la caridad: “Amándose unos a otros con amor
fraternal, honrándose mutuamente” (Rom 12,10). Deben, por consiguiente, los
presbíteros asociar las diversas inclinaciones de forma que nadie se sienta extraño en la
comunidad de los fieles. Son defensores del bien común, del que han de cuidar en
nombre del Obispo, y al propio tiempo defensores valientes de la verdad, para que los
fieles no se vean arrastrados por todo viento de doctrina.»
SACRAMENTO DEL ORDEN 18

El sacramento del orden no dice, de suyo, relación al mundo. La relación del sacerdote con el
mundo no ha cambiado por su consagración sacramental. El sacerdote secular, ¿es igual a decir
laico + funciones sagradas?. Según Heb, el sacerdote es “sacado de entre los hombres”. El
sacerdote secular, evidentemente, no va a llevar la vida de un monje. Pero tampoco puede
llevar, externamente hablando, la misma vida que un padre de familia.

Lo propio del sacerdote es su ministerialidad. Ese ministerio puede ser compatible con algunas
de las actividades normales de un laico, pero de igual modo, tiene que abstenerse de otras
determinadas actividades compatibles con la condición de laico. El sacerdote no puede
externamente ejercer funciones sociales que vayan en detrimento de su función de ser
fermento de unidad en su comunidad. El sacerdote, sino se mantiene al margen de las
actividades que no le competen, corre el peligro de perder aquella especificidad que él posee y
que todos esperan de él.
SACRAMENTO DEL ORDEN 19

ANEXO

La ordenación sacerdotal de mujeres


Miguel Ángel Fuentes

El problema de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial es uno de los problemas


más candentes en los países con tradición anglicana y allí donde los autores del progresismo
católico han tenido o tienen fuerza particular. Así, por ejemplo, E. Schillebeeckx O.P. dice:
"...Las mujeres... no tienen autoridad, no tienen jurisdicción. Es una discriminación... La
exclusión de las mujeres del ministerio es una cuestión puramente cultural que ahora no tiene
sentido. ¿Porqué las mujeres no pueden presidir la eucaristía? ¿Por qué no pueden recibir la
ordenación? No hay argumentos para oponerse al sacerdocio de las mujeres... En este sentido,
estoy contento de la decisión [de la Iglesia anglicana] de conferir el sacerdocio también a las
mujeres, y, en mi opinión, se trata de una gran apertura para el ecumenismo, más que de un
obstáculo, porque muchos católicos van en la misma dirección". (E. Schillebeeckx O.P., Soy un
teólogo feliz. Entrevista con F. Strazzati, Sociedad de Educación Atenas, Madrid 1994, pp. 117-
118).

Por parte católica, dos documentos han tocado explícitamente el tema:

•Instrucción de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Inter insigniores, La


cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial, 15 de octubre de 1976.
Enchiridion Vaticanum, Volumen 5 (1974-1976), nnº 2110-2147.
•Carta Apostólica de Juan Pablo II, , 22 de mayo de 1994.
A lo que hay que añadir: Card. Ratzinger Ordinatio Sacerdotalis, "Respuesta a la duda sobre la
doctrina de la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis", del 28 octubre de 1995.

¿Cuál es el motivo último por el que la mujer no puede acceder al sacerdocio


ministerial?

1. A partir de la Tradición

El Magisterio apela a la Tradición, entendida no como "costumbre antigua" sino como garantía
de la voluntad de Cristo sobre la constitución esencial de su Iglesia (y sacramentos). Esta
Tradición se ve reflejada en:

1) La actitud de Jesucristo. Históricamente Jesucristo no llamó a ninguna mujer a formar parte


de los doce. En esto debe verse una voluntad explícita, pues podía hacerlo y manifestar con ello
su voluntad. Jesucristo debía prever que al tomar la actitud que tomó, sus discípulos la
interpretarían como que tal era su voluntad.

Objeción. La objeción más común es que Jesucristo obró de este modo para conformarse con
los usos de su tiempo y de su ambiente (el judaísmo) en el que las mujeres no desempeñaban
actividades sacerdotales.

Respuesta. Precisamente respecto de la mujer Jesucristo no se atuvo a los usos del ambiente
judío. Su actitud respecto de la mujer contrasta fuertemente con la de los judíos
contemporaneos, hasta el punto tal de que sus apóstoles se llenaron de maravilla y estupor (cf.
Jn 4,27). Así:
SACRAMENTO DEL ORDEN 20

•conversa públicamente con la samaritana (Jn 4,27)


•no toma en cuenta la impureza legal de la hemorroisa (Mt 9,20-22)
•deja que una pecadora se acerque en casa de Simón el fariseo (Lc 7,37)
•perdona la adultera, mostrando de este modo que no se puede ser más severo con el pecado
de la mujer que con el del hombre (Jn 8,11)
•toma distancia de la ley mosaica para afirmar la igualdad de derechos y deberes del hombre y
la mujer respecto del vínculo matrimonial (Mt 19,3-9; Mc 10,2-11).
•se hace acompañar y sostener en su ministerio itinerante por mujeres (Lc 8,2-3)
•les encarga el primer mensaje pascual, incluso avisa a los Once su Resurrección por medio de
ellas (Mt 28,7-10 y paralelos).

Esta libertad de espíritu y esta toma de distancia son evidentes para mostrar que si Jesucristo
quería la ordenación ministerial de las mujeres, los usos de su pueblo no representaban un
obstáculo.

2) Actitud de los Apóstoles. Los apóstoles siguieron la praxis de Jesús respecto del ministerio
sacerdotal, llamando a él sólo a varones. Y esto a pesar de que María Santísima ocupaba un
lugar central (cf. Act 1,14). Cuando tienen que cubrir el lugar de Judas, eligen entre dos
varones.

Objeción 1. Puede ponerse la misma objeción: también los apóstoles se atuvieron a las
constumbres de su tiempo.

Respuesta. La objeción tiene menos valor que en el caso anterior, porque apenas los Apóstoles
y San Pablo salieron del mundo judío, se vieron obligados a romper con las prácticas mosaicas,
como se ve en las discusiones paulinas con los judíos. Ahora bien, a menos que tuvieran en
claro la voluntad de Cristo, el ambiente nuevo en que comenzaron a moverse los tendría que
haber inducido al sacerdocio femenino, pues en el mundo helenístico muchos cultos paganos
estaban confiados a sacerdotisas.

Su actitud tampoco puede deberse a desconfianzas o menosprecio de la mujer, pues los Hechos
apostólicos demuestran con cuanta confianza San Pablo pide, acepta y agradece la colaboración
de notables mujeres:

•Rom 16,3-12; Fil 4,3


•Priscila completa la formación de Apolo (Act 18,26)
•Febe está al servicio de la iglesia de Cencre (Rom 16,1)
•Otras son mencionadas con admiración como Lidia, etc.

Pero San Pablo hace una distinción en el mismo lenguaje:

•cuando se refiere a hombres y mujeres indistintamente, los llama "mis colaboradores" (Rom
16,3; Fil 4,2-3)
•cuando habla de Apolo, Timoteo y él mismo, habla de "cooperadores de Dios" (1 Cor 3,9; 1
Tes 3,2).

Objeción 2. Las disposiciones apostólicas y especialmente paulinas son claras, pero se trata de
disposiciones que ya han caducado, como han caducado otras, por ejemplo: la obligación para
las mujeres de llevar el velo sobre la cabeza (1 Cor 11,2-6), de no hablar en la asamblea (1 Cor
14,34-35; 1 Tim 2,12).
SACRAMENTO DEL ORDEN 21

Respuesta. Como es evidente, el primer caso se trata de prácticas disciplinares de escasa


importancia, mientras que la admisión al sacerdocio ministerial no puede poner en la misma
categoría. En el segundo ejemplo, no se trata de "hablar" de cualquier modo, porque el mismo
San Pablo reconoce a la mujer el don de profetizar en la asamblea (1 Cor 11,5); la prohibición
respecta a la "función oficial de enseñar en la asamblea cristiana", lo cual no ha cambiado,
porque en cuanto tal sólo toca al Obispo.

3) Actitud de los Padres, la Liturgia y del Magisterio. Cuando algunas sectas gnósticas heréticas
de los primeros siglos quisieron confiar el ministerio sacerdotal a las mujeres, los Santos Padres
juzgaron tal actitud inaceptable en la Iglesia. Especialmente en los documentos canónicos de la
tradición antioquena y egipcia, esta actitud viene señalada como una obligación de permanecer
fiel al ministerio ordenado por Cristo y escrupulosamente conservado por los apóstoles (I.I.,
2115).

Como testimonio unánime de la Tradición eclesiástica tenemos los documentos oficiales arriba
señalados.

2. A la luz de la teología sacramental

La argumentación central es la anteriormente reseñada; podemos, sin embargo, acceder a otra


vía argumentativa que pone más en evidencia que la tradición que se remonta a Cristo no es
una mera disposición disciplicar sino que tiene una base ontológica, es decir, se apoya en la
misma estructura de la Iglesia y del sacramento del Orden. Los dos argumentos apelan al
simbolismo sacramental.

1) El sacerdocio ministerial es signo sacramental de Cristo Sacerdote. El sacerdote ministerial,


especialmente en su acto central que es el Sacrificio Eucarístico, es signo de Cristo Sacerdote y
Víctima. Ahora bien, la mujer es signo adecuado de Cristo Sacerdote y Víctima, por eso no
puede ser sacerdote ministerial.

En efecto, los signos sacramentales no son puramente convencionales. La economía


sacramental está fundada sobre signos naturales que representan o significan por una natural
semejanza: así el pan y el vino para la Eucaristía son signos adecuados por representar el
alimento fundamental de los hombres, el agua para el bautismo por ser el medio natural de
limpiar y lavar, etc. Esto vale no sólo para las cosas sino también para las personas. Por tanto,
si en la Eucaristía es necesario expresar sacramentalmente el rol de Cristo, sólo puede darse
una "semejanza natural" entre Cristo y su ministro si tal rol es desempeñado por un varón.

De hecho, la Encarnación del Verbo ha tenido lugar según el sexo masculino. Es una cuestión
de hecho que tiene relación con toda la teología de la creación en el Génesis (la relación entre
Adán y Eva; Cristo como nuevo Adán, etc.) y que, si alguien no está de acuerdo con ella o con
su interpretación, de todos modos se enfrenta con el hecho innegable de la masculinidad del
Verbo encarnado. Si se quiere, por tanto, tendrá que discutirse el por qué Dios se encarna en
un varón y no en una mujer; pero partiendo del hecho de que así fue, no puede discutirse que
sólo un varón representa adecuadamente a Cristo-varón.

Objeción 1. La objeción de los anglicanos proclives a la ordenación femenina es que, según


ellos, lo fundamental de la encarnación no es que Cristo se haya hecho varón sino que se haya
hecho "hombre". Por tanto, no es tanto el varón quien representa adecuadamente a Cristo sino
el "ser humano" en cuanto tal.
SACRAMENTO DEL ORDEN 22

Respuesta. El problema está aquí en el sentido de "representación adecuada". Los signos


sacramentales tienen que guardar una representación adecuada, es decir, lo más específica
posibile. Desde este punto de vista, el "ser humano" (varón-mujer) es una representación
adecuada de Cristo pero en su sacerdocio común (el sacerdocio común de los fieles), no de
Cristo en su Sacerdocio ministerial de la Nueva Alianza. El "ser humano" representa
adecuadamente al Verbo hecho carne, pero representa sólo genérica y borrosamente a Cristo
sacerdote. De hecho, el carácter sacerdotal (ministerial) es una subespecificación del carácter
general cristiano que viene dado a todo hombre (varón y mujer) por el bautismo.

Objeción 2. Cristo está ahora en la condición celestial, por lo cual es indiferente que sea
representado por un varón o por una mujer, ya que "en la resurrección no se toma ni mujer ni
marido" (Mt 22,30).

Respuesta. Este texto (Mt 22,30) no significa que la glorificación de los cuerpos suprima la
distinción sexual, porque ésta forma parte de la identidad propia de la persona. La distinción de
los sexos y, por tanto, la sexualidad propia de cada uno es voluntad primordial de Dios: "varón
y mujer los creó" (Gn 1,27).

2) El simbolismo nupcial. Cristo es presentado por la Sagrada Escritura como el Esposo de la


Iglesia. De hecho en Él se plenifican todas las imágenes nupciales del Antiguo Testamento de
Dios como Esposo de su Pueblo Israel (cf. Os 1-3; Jer 2). Esta caracterización es constante en
el Nuevo Testamento:

•en San Pablo: 2 Cor 11,2; Ef 5,22-33 •en San Juan: Jn 3,29; Ap 19,7.9 •en los Sinópticos: Mc
2,19; Mt 22,1-14

Ahora bien, esto resalta la función masculina de Cristo respecto de la función femenina de la
Iglesia en general. Por tanto, para que en el simbolismo sacramental el sujeto que hace de
materia del sacramento del Orden (que representa a Cristo), y luego el sujeto que hace de
ministro de la Eucaristía (que obra "in persona Christi") sea un signo adecuado, tiene que ser
un varón.

Objeción. El sacerdote también representa a la Iglesia, la cual tiene un rol pasivo respecto de
Cristo. Ahora bien, la mujer puede representar adecuadamente a la Iglesia; entonces también
puede ser sacerdote.

Respuesta. Es verdad que el sacerdote también representa a la Iglesia y que esto podría ser
desenvuelto por una mujer. Pero el problema es que no sólo representa a la Iglesia sino
también a Cristo y que esto, por todo cuanto hemos dicho, no puede representarlo una mujer.
Por tanto, el varón puede representar ambos aspectos, pero la mujer sólo uno, el cual no es el
propiamente sacerdotal.

Conclusión

Los errores principales giran en torno a dos problemas. El primero es no concebir


adecuadamente el sacerdocio sacramental, confundiéndolo con el sacerdocio común de los
SACRAMENTO DEL ORDEN 23

fieles. El segundo, es dejarse llevar por los prejuicio que ven en el sacerdocio ministerial una
discriminación a la mujer y paralelamente un enaltecimiento del varón en detrimento de la
mujer; es una falta de óptica: en la Iglesia católica, el sacerdocio ministerial es un servicio al
Pueblo de Dios y no una cuestión aristocrática; es más, esto último es, precisamente, un abuso
del sacerdocio ministerial, semejante al que contaminó el fariseísmo y saduceísmo de los
tiempos evangélicos. Finalmente, los más grandes en el Reino de los Cielos no son los ministros
sino los santos; y -excluida la humanidad de Cristo- la más alta de las creaturas en honor y
santidad, la Virgen María, no fue revestida por Dios de ningún carácter sacerdotal.

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