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SEXO Y SEXUALIDAD

Francisco Fernández Romero

Es necesario, antes de hablar de educación de la sexualidad, definir claramente los


términos y distinguir entre dos palabras que a pesar de ser distintas, frecuentemente
se confunden: sexo y sexualidad

Sexo

El término Sexo, se refiere al conjunto de características anatómico-fisiológicas que


colocan al individuo en uno de los extremos necesarios para la reproducción (1), es
decir, hembra y macho, mujer y varón.

Ahora bien, ¿cuáles son estas características?

Comúnmente se considera que se trata de los órganos sexuales externos: si hay vulva,
es mujer; si hay pene, es varón. Esto es cierto, pero parcial. Además de los órganos
sexuales externos existen otras características fisiológicas que nos distinguen como
mujer y varón:

1. Sexo cromosómico.

Al unirse el óvulo y el espermatozoide ya existe la información cromosómica que


distingue a la célula como femenina o masculina. El óvulo aporta un cromosoma
sexual X, el espermatozoide aporta un cromosoma sexual que puede ser X o Y. La
célula es femenina si su información es XX y es masculina si la información es XY.

2. Sexo genético.

En los cromosomas existen genes que contribuyen a conformar el sexo del individuo.
En especial hay un gen determinante: se le ha llamado SRY y se encuentra en el
cromosoma sexual Y. Este gen tiene información fundamental para que el individuo
sea físicamente varón.

3. Sexo gonadal.

Las gónadas son glándulas que participan de forma muy importante en el desarrollo
sexual. Los ovarios son las gónadas femeninas y los testículos son las gónadas
masculinas.

4. Sexo hormonal.
El cuerpo de mujeres y varones –en especial las gónadas- producen distintas
hormonas y en diferente cantidad, necesarias para el desarrollo sexual: estrógenos y
progesterona en la mujer, andrógenos y testosterona en el varón.

5. Organos sexuales internos.

Canal vaginal, útero y tubas uterinas en el caso de la mujer.


Conductos deferentes, vesículas seminales, próstata, glándulas de Cowper y uretra en
el caso del varón.

6. Organos sexuales externos.

Vulva en el caso de la mujer. Pene y escroto en el caso del varón.

7. Sexo cerebral.

El cerebro en mujeres y varones tiene características distintas, si bien no se sabe con


toda certeza cómo repercuten estas diferencias en la conducta, no hay duda de que
anatómicamente existen diferencias.

Como puede verse, el sexo es algo exclusivamente biológico y que no se limita a la


presencia de los órganos externos. Por supuesto, éstos órganos son una característica
muy importante, pero de ninguna manera la única.

Sexualidad

El término Sexualidad es mucho más amplio, de hecho puede afirmarse que el aspecto
biológico (el sexo) está incluido en él.

La sexualidad es una realidad bio-psico-social, pues abarca a la persona en su


totalidad. Y ya que en ella –la persona- existen estos tres aspectos, ninguno está afuera
de un concepto integral de sexualidad.

La dimensión biológica se ha mencionado ya al hablar del sexo.

La dimensión sociocultural es igualmente fundamental. Tan importante es este


aspecto en los seres humanos y tanto influye la sociedad en el desarrollo de nuestra
sexualidad, que para algunos autores, la sexualidad humana tal como la conocemos y
la explicamos (variable, nunca estática, reflejando nuestros valores) es una
construcción social (2). Nuestra sexualidad hoy, no es igual a la sexualidad de otros
tiempos y otros lugares, es, justamente, resultado de nuestro tiempo, nuestro lugar y
nuestros valores.
El nacer con órganos femeninos o masculinos es apenas el inicio de una larga historia,
ya que por tener unos u otros, socialmente se espera que actuemos y vivamos de cierta
forma. Ser mujer o varón es comportarse, vestir, trabajar, comunicarse de cierta forma,
y permitirse, prohibirse, desear, esperar ciertas cosas. Todo esto es muy variable, de
hecho, puede afirmarse que depende del lugar, la época y la situación.

Algunos de estos aspectos son superficiales, por ejemplo: la sociedad no acepta que un
varón use falda. No hay razones biológicas ni psicológicas para ésto, sin embargo es
así. En otros lugares (Escocia, por ejemplo), la regla cambia.

Sin embargo hay aspectos muchísimo más graves: Por ser varón no solo se le impide
usar falda, también se le prohibe llorar, expresar emociones, ser débil, sentirse
vulnerable, fallar o tener miedo; y está obligado a ser fuerte, duro, insensible,
competitivo, agresivo, conquistador y proveedor.

A ella, por ser mujer, se le prohibe ser competitiva, fuerte, agresiva, tener deseos
sexuales, tomar la iniciativa. Al mismo tiempo se espera de ella que sea bella,
recatada, sumisa, obediente, maternal y dependiente.

Todo esto y muchos aspectos más (roles genéricos, instituciones, estereotipos,


símbolos, historia, reglas, costumbres, valores)constituyen la dimensión social de la
sexualidad, que como se ha dicho, tiene una influencia fundamental en la persona.

Igualmente importante es la dimensión psicológica.

La sociedad puede tener muchas expectativas de cada sujeto según su sexo, pero todos
estos aspectos no se quedan fuera del individuo, por el contrario, poco a poco los va
interiorizando y haciendo suyos hasta que forman parte de su forma de pensar y de
sentir. “...la sexualidad se construye en la mente del individuo a partir de las
experiencias que su naturaleza biológica y su interacción con el grupo les hacen vivir”.
(3)

Muchos son los elementos que se integran a este aspecto: cómo sentimos, pensamos y
nos comunicamos. Están también nuestros miedos, deseos, fantasías y afectos, la
experiencia subjetiva del amor y los demás vínculos. Entre todos éstos, hay dos muy
importantes: la identidad y la preferencia u orientación.

Construimos una identidad sexogenérica, que es la percepción íntima y personal de


pertenecer a uno de los sexos. Además de tener un cuerpo masculino o femenino, la
persona se percibe a sí misma como varón o mujer.

Además de la identidad, existe la preferencia sexual, es decir, la atracción afectiva y


erótica hacia otras personas dependiendo de su sexo: homosexual, si se siente atraído
hacia personas de su mismo sexo; heterosexual, si le atraen personas del otro sexo;
bisexual si le atraen personas de ambos sexos.
En otras palabras, la forma de pensar y de sentir, las emociones y actitudes, miedos,
prejuicios, mitos, preferencias, deseos y aún sueños, forman parte esencial de la
sexualidad humana. Quizá mucho de esto tiene una base en lo biológico y en lo
socialmente aprendido, pero al hacerlo nuestro, al formar parte de nuestra particular
forma de ver el mundo, forma parte de nuestro ser psicológico.

Lo fundamental es tener claro que solo considerando estas tres dimensiones, puede
tenerse una visión integral de la sexualidad humana.

Algunos mitos sobre la sexualidad

Quizá no exista un área del conocimiento humano con tantos mitos como la
sexualidad. Esto no es extraño: los seres humanos tratamos de explicarnos todo lo que
nos rodea, y cuando existe un tema oculto al que no podemos acceder, inventamos
mitos para explicarlo. El problema es que una ves creado el mito, es muy difícil de
erradicar, entre otras cosas, porque los mitos, para ser tales, siempre están disfrazados
de verdad.

Puede decirse, sin miedo a exagerar, que sobre el tema de la sexualidad se han creado
cientos de mitos, sin embargo, en este capítulo solo se tratarán unos cuantos: aquellos
que influyen de forma más grave en el conocimiento y educación de la sexualidad:

Mito 1: La sexualidad se reduce a lo biológico.

Como ya se mencionó, esto es falso. La dimensión Biológica de la sexualidad (el sexo)


es solo una parte del todo. Una visión integral de la sexualidad exige considerar las
dimensiones Psicológica y Sociocultural, ambas tan importantes como la primera.

Mito 2: La sexualidad es necesariamente reproductiva.

De este mito se desprende que la sexualidad debe limitarse al coito (penetración


pene-vagina).

Si bien, la dimensión reproductiva es muy importante, no puede afirmarse que sea la


única. De hecho, muy pocas veces a lo largo de nuestra vida, los seres humanos
ejercemos nuestra sexualidad con la clara finalidad de procrear.
En realidad, existen otras dimensiones o subsistemas igual de importantes y válidos:
existe la dimensión erótica, es decir, aquella por la cual buscamos disfrutar y sentir
placer.

Está también la dimensión afectiva, ya que a través de la sexualidad los seres humanos
expresamos sentimientos y emociones como el amor, la ternura, el apoyo, la amistad,
el consuelo, la aceptación y muchas más.

Existe además una dimensión genérica, pues a partir de la sexualidad asumimos y


mantenemos características (estereotipadas o no) de uno u otro género.

Estos 4 subsistemas: reproductivo, erótico, afectivo y genérico, no están separados


uno de otro. Son partes que integran el sistema mayor que es la sexualidad humana y
que participan (los cuatro) de los aspectos biológicos, psicológicos y socioculturales
de ésta. (4)

Mito 3: La sexualidad es un tema tan privado que debe mantenerse en el ámbito del
hogar.

Sin embargo habría que preguntar qué ocurre cuando ni aún en el hogar se habla del
tema. La sexualidad es un tema que por supuesto pertenece al hogar, pero también a la
calle, a las instituciones educativas, judiciales y de salud, a los medios de
comunicación, a la sociedad en su conjunto, entre otras cosas porque es un tema que
repercute en todos.

Es verdad que la sexualidad es un tema importante, pero eso no lo hace oculto, por el
contrario, se trata de un tema sencillamente humano, tan humano como otros temas
que nos afectan: la ecología, los derechos, la salud, la violencia, la amistad, la vida.

Mito 4: Existen seres humanos sin sexualidad, y si la tienen, es necesario negarla.

Este mito se refiere específicamente a aquellos grupos que por no ser reproductivos (o
porque no deseamos que lo sean) se les niega la posibilidad de ser sexuales, aunque de
hecho lo son: los niños, los ancianos y los discapacitados.

Ante esto solo es necesario decir que todas las personas, por el hecho de ser humanos
son sexuales, y lo son desde antes de nacer hasta su muerte. El ser sexual es una
característica tan innerente a la persona como el ser raciona, social o sensible. Y por
ser sexual, se tiene el derecho al ejercicio de esa capacidad.

Mito 5: La educación sexual de niños y jóvenes es peligrosa porque propicia que el


impulso sexual se despierte prematuramente.

En realidad el impulso sexual está presente independientemente de que se reciba o no


educación sexual. Sin embargo, hay una diferencia importante: un niño o un joven que
ha recibido educación, tiene mayor posibilidad de encausar ese impulso de forma
responsable y creativa, tomar decisiones más conscientes y asumir las consecuencias
de estas decisiones. El conocimiento da poder, mientras que la ignorancia no es
inocencia, sino simple y llana ignorancia.

Mito 6: La forma como mi cultura -mi familia, mi grupo, yo mismo- vive la sexualidad
es la única válida y adecuada.

Es este uno de los mitos más peligrosos, pues es a través de él como puede entenderse
la represión, el dogmatismo, la imposición. Los seres humanos somos
-afortunadamente- muy diversos, y así como existen diferentes formas de concebir la
música, la comida, la literatura, la religiosidad; existen también muchísimas formas de
concebir y ejercer la sexualidad. El respeto a esta diversidad es justamente uno de los
objetivos fundamentales de una auténtica educación de la sexualidad.

Educación de la sexualidad.

A partir de lo que se ha visto, es posible deducir qué características son fundamentales


para realizar una auténtica educación de la sexualidad.

a) Debe ser integral. Abarcar las dimensiones biológica, psicológica y sociocultural;


considerando las manifestaciones reproductivas, eróticas, afectivas y genéricas de
la sexualidad humana.

b) Debe sustentarse en conocimientos científicos. La educación sexual no puede


limitarse a opiniones y puntos de vista subjetivos, para ser verdadera educación es
necesario que parta de elementos objetivos y comprobables, solo así es posible
evitar caer en mitos y prejuicios.

c) Debe integrar el aspecto ético. Si bien es cierto que la educación de la sexualidad


no puede ser valorativa (imponer valores personales), también es cierto que le
corresponde promover valores esenciales, como son: responsabilidad, libertad,
placer, respeto, salud, amor.

d) Debe trabajar lo actitudinal y lo emocional de los educandos. Una "educación"


sexual que solo transmite información, no es auténtica educación. Lo es en la
medida que promueve aprendizajes significativos, es decir, que repercutan en la
vida a partir de emociones reales y actitudes cotidianas

e) Debe ser positiva y propositiva. Lo que quiere decir que no puede quedarse en un
conjunto de prohibiciones o en un simple ennumerar todas las consecuencias
negativas que existen. Es necesario que se refiera a aquello que puede hacerse, a lo
que permite crecer, al placer, a la alegría y a las alternativas reales que se tienen
para lograr ésto.

f) Debe respetar y promover un profundo respeto a la diversidad.

g) Debe ser cálida, abierta, natural, tomada con seriedad pero sin solemnidad.

(1) cfr., ALVAREZ-GAYOU, J.L.., Sexoterapia Integral, p.1


(2) cfr., WEEKS, Jeffrey, Sexualidad.
(3) RUBIO A., Eusebio, Introducción al Estudio de la Sexualidad Humana, en Antología
de la Sexualidad Humana, Tomo 1, p. 31
(4) Cfr., RUBIO A., Eusebio, Introducción al Estudio de la Sexualidad Humana, en
Antología de la Sexualidad Humana, Tomo 1, p. 29-40

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