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CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD

REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.


Expediente 5879-2016
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APELACIÓN DE SENTENCIA DE AMPARO

EXPEDIENTE: 5879-2016

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD: Guatemala, ocho de mayo de dos mil

diecisiete.

Con sus antecedentes y por el recurso de apelación interpuesto por Julio

Alejandro Quinto Tobar, se examina la sentencia de veintiuno de octubre de dos

mil dieciséis, dictada por la Sala Segunda de la Corte de Apelaciones del ramo

Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, constituida en Tribunal de

Amparo, en las acciones constitucionales de amparo acumuladas promovidas por

Rudy Geovanni Navas Siliézar, Jack Irving Cohen Cohen, Gustavo Adolfo Alejos

Cámbara, Juan de Dios de la Cruz Rodríguez López, Flavio Rodolfo Montenegro

Castillo, Julio Alejandro Quinto Tobar, Álvaro Mayorga Girón, Juan Abner Fonseca

Galicia, Dennis Leonel Linares Juárez, Boris Alberto Linares Juárez, Miguel Ángel

Martínez Solís, Rudy Leonel Gallardo Rosales, Adolfo Fernando Peña Pérez,

Mario Rodolfo Contreras Díaz, Daniela de la Luz Beltranena Campbell, Julio César

Aldana Franco, Héctor Hugo Solano Morales, Abner Antonio Rodríguez Vásquez y

Walter de Jesús López Acevedo, contra el Juez Primero de Primera Instancia

Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Mayor Riesgo “B”. Julio

Alejandro Quinto Tobar actuó con el patrocinio del Abogado José Manuel Quinto

Martínez. Es ponente en el presente caso, el Magistrado Vocal II, Bonerge Amilcar

Mejía Orellana, quien expresa el parecer de este Tribunal.

ANTECEDENTES

I. EL AMPARO

A) Solicitud y autoridad: presentado el veinticinco de agosto de dos mil dieciséis,


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en el Centro de Servicios Auxiliares de la Administración de Justicia Penal del

Organismo Judicial y remitido, posteriormente, a la Sala Segunda de la Corte de

Apelaciones del ramo Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente. B) Acto

reclamado: resolución emitida en audiencia oral del veintiuno al veintisiete de julio

de dos mil dieciséis, en la que la autoridad cuestionada decidió ligarlo a proceso

penal por el delito de Financiamiento electoral ilícito. C) Violaciones que

denuncia: a los derechos de defensa, tutela judicial efectiva y al debido proceso,

así como al principio de legalidad. D) Hechos que motivan el amparo: de lo

expuesto por el postulante y del estudio de las constancias procesales, se resume:

D.1) Producción del acto reclamado: a) ante el Juez Primero de Primera

Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Mayor Riesgo “B” –

autoridad cuestionada– se celebró audiencia de primera declaración del postulante

y de otras personas; y b) en esa diligencia, concluida la intervención de las partes,

la autoridad reprochada, en auto emitido del veintiuno al veintisiete de julio de dos

mil dieciséis –acto reclamado–, decidió ligarlo a proceso penal por el delito de

Financiamiento electoral ilícito. D.2) Agravios que reprocha al acto reclamado:

denuncia que la autoridad denunciada: a) no advirtió que cuando el Ministerio

Público efectuó la imputación respectiva en su contra, no indicó la calificación

jurídica del hecho delictivo, por lo que incumplió con lo regulado en el numeral 1)

del Artículo 82 del Código Procesal Penal; b) decidió ligarlo a proceso por el delito

de "financiamiento ilícito", que es una figura delictiva inexistente, por cuanto en el

Código Penal únicamente se encuentran establecidos los delitos de

Financiamiento electoral y Financiamiento electoral ilícito y c) no tomó en

consideración que las acciones que se le imputan consisten en haber "entregado"

cierta cantidad de dinero a la organización política; sin embargo, el segundo


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párrafo del Artículo 407 "N" del Código Penal, en el que la autoridad reprochada

encuadró su conducta, únicamente sanciona el hecho de "recibir" determinada

contribución para el partido político, por lo que es evidente que no concurrían los

elementos necesarios para tipificar su conducta en el delito atribuido. D.3)

Pretensión: solicitó que se otorgue amparo y, como consecuencia, se deje en

suspenso definitivo el acto reclamado, ordenando que se emita nueva resolución

en la que declare falta de mérito. E) Uso de procedimientos o recursos: ninguno.

F) Casos de procedencia: invocó los contenidos en las literales a), b) y d) del

Artículo 10 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad. G)

Leyes que estima violadas: citó los Artículos 12 y 17 de la Constitución Política

de la República de Guatemala; 5 del Código Procesal Penal; 10 y 13 del Código

Penal.

II. TRÁMITE DEL AMPARO

A) Amparo provisional: no se otorgó. B) Terceros interesados: a) Rudy

Geovanni Navas Siliézar, Jack Irving Cohen Cohen, Gustavo Adolfo Alejos

Cámbara, Juan de Dios de la Cruz Rodríguez López, Flavio Rodolfo Montenegro

Castillo, Álvaro Mayorga Girón, Juan Abner Fonseca Galicia, Dennis Leonel

Linares Juárez, Boris Alberto Linares Juárez, Miguel Ángel Martínez Solís, Rudy

Leonel Gallardo Rosales, Adolfo Fernando Peña Pérez, Mario Rodolfo Contreras

Díaz, Daniela de la Luz Beltranena Campbell, Julio César Aldana Franco, Héctor

Hugo Solano Morales, Abner Antonio Rodríguez Vásquez, Walter de Jesús López

Acevedo, Ulises Noé Anzueto Girón, Ana Graciela López Gálvez, Alberto Rafael

De León Escobar, Alex Ricardo Girón Martínez, Boris Orlando Navas Aguilar,

Byron Enrique Barrera Menéndez, Gustavo Adolfo Martínez Luna, Héctor Mauricio

López Bonilla, Ingrid Roxana Baldetti Elías, Ismenia Beatriz Del Val Herrera,
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Jonathan Harry Chevez, Juan Carlos Salguero Barrientos, Juan Luis Ortiz Álvarez,

Judith del Rosario Ruiz Blau, Julián Muñoz Jiménez, Julio René Barrios Ortega,

Julio Rolando Sandoval Cano, Karl Christian Kaehler de León, Luis Fernando

Montiel Dávila, Manuel Augusto López Ambrocio, Marco Antonio Recinos

Sandoval, Mario René Cano Gutiérrez, Marvin Estuardo Díaz Sagastume, Max

Roberto Burgos Faillace, Oscar Ludwing Osorio Ovalle, Otto Fernando Pérez

Molina, Daniel Estuardo Calderón Ángel, Daniel Juan Pablo Pellecer Siliézar,

Dennis Benjamín González Zepeda, Dwight Anthony Pezzarossi García, Edin

Raymundo Barrientos, Raúl Eduardo Castillo Castillo, Rafael Francisco Cetina

Gutiérrez, Emilia Guadalupe Ayuso de León, Edna Maribel Berganza Colindres,

Samuel Aceituno Juárez, Dany Cronwell Gento Mayorga y Dennis Leonardo Lam,

sindicados; b) Ester Noemí Guerrero Gálvez de Wohlers, Milton Oseas Soc

Domingo, Saúl Zenteno Téllez, Ingrid Lisseth Soto Carcuz, Jennifer Candelaria

DellAcqua Lima de Zenteno, René García-Salas Porras y Mynor Estuardo

Cermeño Hernández, abogados defensores; c) Comisión Internacional Contra la

Impunidad en Guatemala y Empresa Portuaria Quetzal, querellantes adhesivas; d)

Procuraduría General de la Nación; e) Contraloría General de Cuentas; f) Terminal

de Contenedores Quetzal, Sociedad Anónima; g) Procuraduría de los Derechos

Humanos y h) Ministerio Público, por medio de la Fiscalía Especial Contra la

Impunidad. C) Informe circunstanciado: la autoridad reprochada efectuó relato

cronológico de los hechos acaecidos en el proceso penal subyacente y, en cuanto

al acto reclamado, indicó: a) el trece de junio de dos mil dieciséis, inició con la

audiencia de primera declaración de cincuenta y siete personas; b) de conformidad

con lo regulado en el Artículo 82 del Código Procesal Penal, el Ministerio Público le

imputó a Julio Alejandro Quinto Tobar los hechos correspondientes en tiempo,


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modo y lugar y c) el veintisiete de julio del mismo año, al resolver, tomó en

consideración los argumentos expuestos por los sujetos procesales y el análisis de

los medios de investigación aportados por el ente acusador, que permitieron

presumir la posibilidad de participación del referido procesado en un hecho

delicitivo, por lo cual dictó auto de procesamiento en su contra por el delito de

Financiamiento electoral ilícito. Adjuntó copia certificada de los discos compactos

que contienen el audio que reproduce la diligencia aludida y de otros documentos

relacionados con el proceso de mérito. D) Medios de comprobación: los

admitidos por el Tribunal de Amparo de primera instancia. E) Sentencia de primer

grado: la Sala Segunda de la Corte de Apelaciones del ramo Penal,

Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, constituida en Tribunal de Amparo,

consideró: “…La falencia del juez que invoca el amparista, al hacer mención del

delito por el cual dicta el auto de procesamiento en su contra, constituye una

actividad procesal, por lo que será ante dicho órgano jurisdiccional en la etapa

procesal oportuna que deberá encaminar su inconformidad mediante los

procedimientos establecidos por la ley procesal. De conformidad con el artículo

203 de la Constitución Política de la República de Guatemala, la potestad de juzgar

y ejecutar lo juzgado corresponde con exclusividad e independencia a los

tribunales de justicia, circunstancia que no permite que el amparo pueda

constituirse en una instancia revisora de lo resuelto, porque en el amparo se

enjuicia el acto reclamado, pero no se puede entrar a resolver sobre las

proposiciones de fondo, ya que es a la jurisdicción ordinaria a quien corresponde

valorarlas o estimarlas. Además, el hecho de que lo resuelto por un tribunal de la

jurisdicción ordinaria, actuando en ejercicio de sus facultades legales, no le sean

favorables a los intereses del amparista, no configura violación constitucional ni


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legal en perjuicio del postulante (…) Lo resuelto por la autoridad judicial recurrida,

se considera no produce un agravio personal y directo de los derechos que le

asisten a los amparistas, en virtud de que el acto reclamado fue emitido

observando y dando cumplimiento a lo regulado en la ley procesal, ya que el juez

de la causa ha actuado dentro de las funciones jurisdiccionales que le otorga la

Constitución y demás leyes ordinarias, entre ellas la de administrar justicia,

habiendo emitido las resoluciones a las que se hace referencia ajustada a derecho,

y el que una resolución sea contraria a los intereses de una de las partes, no

puede considerarse como un agravio. (…) Además, la resolución recurrida

mediante el amparo no constituye un acto definitivo, en virtud que el auto de

procesamiento puede ser reformado de oficio o a instancia de parte antes de la

acusación, garantizando el derecho de audiencia, de ello deviene que no vulnera

derecho constitucional ni legal alguno. En resumen, los amparistas pretenden

mediante el amparo, se revise una decisión judicial, la cual no constituye un acto

definitivo ni es el medio idóneo para impugnar las decisiones judiciales, por lo

tanto, no existe agravio que reparar mediante el amparo por lo resuelto por el

juzgador. Por lo anteriormente considerado, se establece que en las resoluciones

recurridas no existe violación de principios constitucionales ni legales que deban

repararse mediante el amparo, emitiendo el pronunciamiento legal

correspondiente, por lo que los amparos solicitados deben de denegarse, sin hacer

especial condena en costas, por considerarse que los interponentes actuaron de

buena fe”. Y resolvió: “…Se deniegan los amparos solicitados por (…) 6. Julio

Alejandro Quinto Tobar, quien actuó bajo la dirección y procuración del abogado

José Manuel Quinto Martínez (…) II.- Se impone (…) multa de quinientos quetzales

(Q.500.00), para cada uno de los abogados patrocinantes, la cual deberán hacerse
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(sic) efectiva en la Tesorería de la Corte de Constitucionalidad dentro del plazo de

cinco días de estar firme la presente sentencia; en caso de incumplimiento, su

cobro se hará por la vía legal que corresponde…”.

III. APELACIÓN

El postulante apeló, reiterando los argumentos contenidos en el escrito inicial de

amparo.

IV. ALEGATOS EN EL DÍA DE LA VISTA

A) El postulante reiteró los argumentos expuestos en el recurso de apelación.

Agregó que el Tribunal de Amparo de primer grado: a) adujo que debió promover

actividad procesal defectuosa, sin tomar en consideración que contra el auto de

procesamiento no cabe recurso alguno, no siendo procedente agotar ese remedio

procesal y b) argumentó que pretendía constituir el amparo en instancia revisora,

lo cual carece de veracidad, en tanto que su pretensión es que se restauren los

derechos constitucionales que fueron vulnerados por la autoridad cuestionada.

Requirió que se declare con lugar el recurso interpuesto y se revoque la sentencia

impugnada, otorgando la protección constitucional. B) La Procuraduría General

de la Nación, tercera interesada, manifestó que la autoridad reprochada, al emitir

el acto reclamado, actuó en ejercicio de las facultades que le otorga el Artículo 320

del Código Procesal Penal, sin que exista agravio alguno, en tanto su decisión se

encuentra apegada a Derecho. Además, el amparo no puede constituirse en

instancia revisora de lo actuado ante la jurisdicción ordinaria. Pidió que se declare

sin lugar el recurso de apelación y, como consecuencia, se confirme la sentencia

venida en grado. C) La Contraloría General de Cuentas, tercera interesada,

argumentó que no se advierte violación a derechos constitucionales. Solicitó que

se dicte la resolución que en Derecho corresponda. D) La Empresa Portuaria


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Quetzal, tercera interesada, argumentó que el razonamiento del Tribunal a quo

se encuentra ajustado a Derecho, porque determinó que la autoridad objetada

actuó en el ejercicio de sus facultades y lo resuelto no pudo ocasionar agravio al

amparista, siendo evidente que pretende utilizar la presente garantía constitucional

como instancia revisora de lo actuado en la jurisdicción ordinaria. Agregó que el

auto de procesamiento señalado como acto reclamado no es definitivo, en virtud

de que puede ser reformado posteriormente y, por ende, la situación denunciada

debe ser ventilada en la vía ordinaria, pudiendo hacer uso de los recursos que

establece el Código Procesal Penal, por lo que es inviable conocer el fondo del

asunto. Pidió que se declare sin lugar el recurso de apelación y, como

consecuencia, se confirme la sentencia impugnada. E) La Comisión

Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, tercera interesada, indicó

que se han garantizado los derechos de igualdad, debido proceso y libertad

personal a los amparistas. Ademas, la autoridad reprochada cumplió con el deber

de fundamentar su decisión, como lo exige el Artículo 11 Bis del Código Procesal

Penal, debido a que explicó la vinculación de los amparistas con la organización

criminal y la función que cada uno cumplió participando en los hechos por los que

los ligó a proceso, haciendo razonamiento en el que, de forma clara y sencilla,

relacionó los medios de investigación recabados por el Ministerio Público, que le

permitieron determinar la probabilidad de participación de los postulantes en las

acciones delictivas imputadas. Afirmó que el juez reprochado actuó dentro del

ejercicio de sus facultades, sin ocasionar agravio alguno. Refirió que el hecho de

que el caso se diligencie ante un juzgado para procesos de mayor riesgo es legal,

puesto que, para el efecto, se realizó el trámite establecido en la ley. Concluyó que

los postulantes preteden utilizar indebidamente el amparo como instancia revisora


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de lo actuado dentro del proceso penal, sin que exista violación a ningún derecho

constitucional. Solicitó que se declare sin lugar la apelación y se confirme el fallo

de primer grado. F) El Ministerio Público, por medio de las Fiscalías Especial

Contra la Impunidad y de Asuntos Constitucionales, Amparos y Exhibición

Personal, argumentó que la autoridad cuestionada, al dictar auto de

procesamiento contra el postulante, no vulneró derecho constitucional alguno,

porque actuó de conformidad con las facultades que le otorga el Artículo 320 del

Código Procesal Penal, expresando para el efecto las razones de hecho y de

Derecho que sustentan su decisión, en cumplimiento de lo regulado en el Artículo

11 Bis y, para el caso concreto, en congruencia con el artículo 321, ambos de la

ley ibidem. Adujo que la autoridad reprochada, al emitir el auto de procesamiento

contra el ahora postulante, actúo conforme el artículo 203 constitucional y, en ese

sentido, su labor interpretatitva en los asuntos que le competen, no puede ser

subrogada ni suplida por la jurisdicción constitucional, en tanto ello impicaría

realizar la tarea de juicio cuya función intelectual le corresponde con exclusividad a

los jueces del orden común. Señaló que la argumentación del postulante evidencia

que pretende utilizar el amparo como instancia revisora de lo actuado en la

jurisdicción ordinaria, cuestión prohibida por el Artículo 211 del Texto Supremo,

que dipone que en ningún proceso pueden haber mas de dos instancias. Requirió

que se declare sin lugar el recurso de apelación y se confirme la sentencia

impugnada.

CONSIDERANDO

-I-

Tesis fundante

Conforme al Artículo 43 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de


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Constitucionalidad, la interpretación de las normas de la Constitución y de otras

leyes contenidas en las sentencias de la Corte de Constitucionalidad, sienta

doctrina legal que debe respetarse por los tribunales al haber tres fallos contestes

de la misma Corte. Sin embargo, la Corte de Constitucionalidad podrá separarse

de su propia jurisprudencia, razonando la innovación, la cual no es obligatoria para

los otros tribunales, salvo que lleguen a emitirse tres fallos sucesivos contestes en

el mismo sentido.

Con base en la innovación jurisprudencial que se dispone en este fallo, se

sienta el criterio siguiente: salvo evidente violación a derechos constitucionales, no

es viable que en etapas en las que aún existen diversas vías ordinarias de

defensa, se inste el amparo para cuestionar las decisiones asumidas por los jueces

ordinarios en torno al procesamiento de una persona. Esta variación jurisprudencial

atiende a la naturaleza subsidiaria y extraordinaria de la garantía constitucional en

mención.

De esa cuenta, se incumple el presupuesto procesal de definitividad cuando

el amparo se promueve para cuestionar la decisión de procesamiento de una

persona, en tanto que tal decisión es susceptible de ser reformada y analizada

mediante diversas vías en la etapa correspondiente del proceso penal dentro la

jurisdicción ordinaria, en consonancia con su naturaleza subsidiaria y

extraordinaria. (Criterio contenido en sentencia emitida por esta Corte el ocho

de mayo de dos mil diecisiete, en el expediente 5744-2016).

-II-

Sobre la definitividad del acto reclamado

Como cuestión preliminar, esta Corte considera oportuno referirse a la falta

de definitividad del acto reclamado, por haber sido uno de los aspectos señalados
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por el Tribunal a quo al denegar el amparo, argumento que fue sustentado también

por algunos de los sujetos procesales en el trámite de la apelación.

Para abordar el tema, se debe partir de la naturaleza de la garantía del

amparo, ya que si bien, tanto el Artículo 265 de la Constitución Política de la

República de Guatemala, como el Artículo 8 de la Ley de Amparo, Exhibición

Personal y de Constitucionalidad establecen, en sus partes conducentes: “…No hay

ámbito que no sea susceptible de amparo y procederá siempre que los actos,

resoluciones, disposiciones o leyes de autoridad lleven implícitos una amenaza,

restricción o violación a los derechos que la Constitución y las leyes garantizan” (las

negrillas son propias), el término “ámbito”, según la definición contenida en la

vigésimo tercera edición del Diccionario de la Lengua Española, de dos mil catorce,

debe entenderse como el “espacio ideal configurado por las cuestiones y los

problemas de una o varias actividades o disciplinas relacionadas entre sí”; es decir,

no existe materia que no pueda ser discutida por vía del amparo, en atención a que

este funciona como garantía contra la arbitrariedad del poder. Sin embargo, la

amplitud del amparo debe ser interpretada en congruencia con su naturaleza

extraordinaria, subsidiaria y excepcional, así como los principios procesales que lo

rigen, entre estos, la definitividad del asunto, como lo regulan los Artículos 10, literal

h), y 19 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, conforme

los cuales: “…Toda persona tiene derecho a pedir amparo, entre otros casos: (…) h)

En los asuntos de los órdenes judicial y administrativo, que tuvieren establecidos en

la ley procedimientos y recursos, por cuyo medio puedan ventilarse adecuadamente

de conformidad con el principio jurídico del debido proceso, si después de haber

hecho uso el interesado de los recursos establecidos por la ley, subsiste la

amenaza, restricción o violación a los derechos que la Constitución y las leyes


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garantizan…” y “Para pedir amparo, salvo casos establecidos en esta ley, deben

previamente agotarse los recursos ordinarios, judiciales y administrativos, por cuyo

medio se ventilan adecuadamente los asuntos de conformidad con el principio del

debido proceso”.

En congruencia con el contenido de las normas relacionadas, la

jurisprudencia de esta Corte ha sostenido: “…el amparo es un medio protector de los

derechos de las personas, las que están obligadas a hacerlos valer por las vías

establecidas en la ley y solamente cuando éstas (sic) les han sido indebidamente

negadas, o en las resoluciones o actos de autoridad se haya procedido con

arbitrariedad que haga nugatorios tales derechos, con violación a los derechos

fundamentales, es que resulta idóneo acudir al amparo, cuya naturaleza subsidiaria

y extraordinaria no le permite invadir esferas constitucionalmente asignadas con

exclusividad a otros órganos…” [Sentencia de treinta de noviembre de dos mil cinco,

dictada en el expediente 1477-2005].

Refiriéndose a la definitividad, el autor mexicano Ignacio Burgoa afirma:

“…supone el agotamiento o ejercicio previo y necesario de todos los recursos que la

ley que rige el acto reclamado establece para atacarlo, bien sea modificándolo,

confirmándolo o revocándolo, de tal suerte que, existiendo dicho medio ordinario

de impugnación, sin que lo interponga el quejoso, el amparo es improcedente. El

principio mencionado se fundamenta en la naturaleza misma del amparo (…) lo cual

significa que sólo prospera en casos excepcionales, cuando ya se hayan recorrido

todas las jurisdicciones y competencias…”. En ese sentido, el autor mencionado

asegura que “…implica la obligación del agraviado consistente en agotar,

previamente a la interposición de la acción constitucional, los recursos ordinarios

(lato sensu) tendientes a revocar o modificar los actos lesivos…”. [El Juicio de
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Amparo, Cuadragésima tercera edición, Editorial Porrúa, México, 2016, páginas 283

y 284). (Los resaltados son propios del Tribunal).

Por su parte, Martín Ramón Guzmán Hernández afirma que el amparo

prosperará: “…solamente en los casos excepcionales, cuando ya se hayan recorrido

todas las jurisdicciones y competencias, porque se interpusieron los

procedimientos o recursos ordinarios previstos. La sola posibilidad de que la ley

permitiera entablar simultáneamente o potestativamente un procedimiento o un

recurso ordinario y el amparo para impugnar un acto de autoridad, con evidencia se

desnaturalizaría la índole jurídica del último de los medios contralores, al

considerarlo como uno común de defensa, debiendo tenerse en cuenta que los

procedimientos o recursos ordinarios cuya no promoción hace improcedente aquella

garantía constitucional, deben tener existencia legal, es decir, deben estar previstos

en la ley normativa del acto o de los actos que se impugnen”. [El Amparo

Fallido, Corte de Constitucionalidad, Guatemala, 2011, págs. 33 y 34].

En similar sentido se pronuncia Ernesto Martínez Andreu, al mencionar

que: “…El juicio de amparo sólo (sic) procede contra los actos definitivos, es decir

aquellos respecto de los cuales no hay un juicio, recurso o medio ordinario de

defensa, susceptible de revocarlo, anularlo o modificarlo…”. [Los Principios

Fundamentales del Juicio de Amparo. Una Visión Hacia el

Futuro, www.jurídicas.unam.mx, pág. 8]. (El énfasis es añadido).

De las citas transcritas, se puede concluir que una resolución o un acto, no se

consideran definitivos solamente por el hecho que, contra ellos, no quepa la

posibilidad de plantear un recurso (stricto sensu) dentro del proceso judicial o

procedimiento administrativo que corresponda, sino exige que, además, dicho acto o

resolución conlleve necesariamente la posibilidad de que en ellos se materialice la


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violación de derechos fundamentales, que no pueda ser subsanada dentro del

respectivo proceso o procedimiento por cualquier otro medio ordinario de defensa,

que permita modificar, revocar, cerrar o anular el acto agraviante. Esto porque el

amparo es un medio protector de los derechos de las personas, las que están

obligadas a hacerlos valer por las vías establecidas en la ley y solo cuando estas

hayan sido agotadas, si aún se resiente violación a derechos fundamentales, es que

resulta viable acudir al amparo.

Si bien es cierto, esta Corte, en reiteradas ocasiones ha accedido a conocer

solicitudes de amparo cuando han sido promovidas para cuestionar el auto de

procesamiento dictado contra una persona o bien lo decidido en torno a la solicitud

de reforma de este, estimándolas como decisiones definitivas, en el presente caso,

al efectuar reestudio del tema, se asienta el criterio que esas decisiones carecen del

carácter de definitivas, en tanto existen en la jurisdicción ordinaria diferentes

mecanismos para provocar su revisión en el proceso penal.

En ese orden de ideas, es importante considerar que la decisión de ligar a

proceso a una persona, es susceptible de ser modificada mediante su reforma a

tenor de lo establecido en el Artículo 320 del Código Procesal Penal. De igual

manera en el trámite del proceso podrán ejercerse diferentes acciones, peticiones o

recursos que cuestionen la existencia de un auto de procesamiento. De esa cuenta,

en la audiencia de etapa intermedia se podría solicitar el sobreseimiento del caso,

que dejaría sin validez la decisión relacionada. También, según las circunstancias,

discutirse un procedimiento abreviado, la aplicación de criterio de oportunidad, la

suspensión de la persecución penal, entre otros. De mantenerse los reproches

formulados, pueden ser discutidos en las etapas subsiguientes del proceso e

incluso, ser sometido el asunto a conocimiento de los tribunales de apelación


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especial o casación.

Respecto de la reforma del auto de procesamiento, según el contenido del

Artículo 320 del Código Procesal Penal: “…Sólo podrá dictarse auto de

procesamiento después de que sea indagada la persona contra quien se emita.

Podrá ser reformable de oficio o a instancia de parte solamente en la fase

preparatoria, antes de la acusación, garantizando el derecho de audiencia”. (El

resaltado es propio del Tribunal).

Si bien esta Corte se ha pronunciado en cuanto a que: “…La ley procesal

penal, al permitir que el auto de procesamiento pueda ser reformado de oficio o a

instancia de parte, antes de la formulación de la acusación, lleva implícita la

condición de que hayan variado las circunstancias que originalmente llevaron al juez

a la decisión de ligar a proceso penal al imputado; es decir, por ejemplo, que

nuevas diligencias de investigación permitan al juez arribar a motivos racionales que

le indican que el hecho imputado encuadra en una figura delictiva distinta. Para el

efecto, debe tomarse en cuenta que el hecho punible se conforma con todas las

circunstancias concomitantes que lo rodean, por lo que si el juez considera que

nuevas diligencias hacen variar su concepción original del hecho, basándose para

ello en el conocimiento de estas nuevas circunstancias que lo motivan a considerar

razonablemente que el hecho es subsumible en una conducta típica distinta, está

facultado para reformar el auto de procesamiento...” [Sentencia de doce de

noviembre de dos mil quince, dictada en los expedientes acumulados 1629-2015 y

1636-2015. En similar sentido se pronunció en las sentencias de doce de octubre de

dos mil quince y treinta de marzo de dos mil dieciséis, emitidas en los expedientes

acumulados 1224-2015 y 1234-2015, y 5604-2015, respectivamente].

En un nuevo análisis, estima pertinente separarse del criterio aludido,


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considerando que el texto del Artículo 320 citado, no prevé expresamente el

requisito de que, para acceder a la reforma del auto de procesamiento, deban haber

“variado las circunstancias”, por lo cual, la interpretación que estima viable su

reforma únicamente en ese caso, podría tornarse limitativa del derecho de defensa.

Además, es claro que el legislador reguló, en forma expresa en el artículo citado, la

vía ordinaria mediante la cual puede disponerse, en aquella jurisdicción, ya sea de

oficio a instancia de parte, la reforma del auto por el cual se ha dispuesto ligar a

proceso a una persona, lo que evidencia la amplitud de esa previsión, lo cual

encuentra su lógica en el hecho de que, por la naturaleza de los cuestionamientos

que pudieran formularse al auto de procesamiento, es al propio juez de la

jurisdicción ordinaria, a quien corresponde realizar nuevo análisis sobre tales

aspectos y decidir lo que estime pertinente. Permitir que el acto procesal bajo

estudio pueda ser cuestionado directamente por la vía del amparo, equivaldría a

viabilizar que el juez constitucional, en sustitución del juez contralor de la

investigación, analice y decida asuntos ordinarios, como si fuesen de su

competencia.

En conclusión, con relación al procesamiento de una persona, debe tenerse en

cuenta que la competencia para analizar si lo decidido en jurisdicción ordinaria

posee o no debido sustento, constituye tarea propia de los órganos del ámbito penal

ordinario; acceder a revisar tales decisiones por vía del amparo, en etapa en la cual

aún pueden ejercerse todos los mecanismos de defensa correspondientes, implica

desnaturalizar la finalidad de esta garantía, al pretender asignarle a los jueces de

amparo funciones inherentes de la jurisdicción ordinaria, sobre todo si la ley procesal

penal –con base en la interpretación sostenida en este fallo– establece mecanismos

idóneos para que los tribunales ordinarios puedan conocer y resolver acerca de
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posibles vicios o errores en los que se pudo incurrir al ligar a proceso a una persona.

Este nuevo criterio provocará que la tutela de derechos constitucionales se verifique,

en primer término, por medio de los tribunales ordinarios y que únicamente agotados

todos los medios de impugnación previstos en el ordenamiento procesal penal, sea

viable acudir al amparo, en congruencia con su naturaleza de mecanismo

subsidiario de protección de derechos fundamentales.

Esta Corte concluye que no es viable acudir en amparo para cuestionar tanto

la decisión de procesar a una persona como las resoluciones que se dictan sobre los

mecanismos que se promueven para refutar esa decisión, en atención a que no es

dable que los órganos del estamento constitucional se aboquen al análisis de

extremos propios de la jurisdicción ordinaria, salvo evidente violación a derechos

constitucionales.

Es evidente que el auto de procesamiento (y sus consiguientes reformas) no

constituye un acto de autoridad que revista el carácter de definitivo y, por ende, no

es susceptible de ser cuestionado mediante amparo, en tanto que en la jurisdicción

ordinaria existen los mecanismos procesales idóneos mediante los cuales puede

válidamente discutirse su contenido o efectos.

De esa cuenta, el amparo se habilitará únicamente en aquellos supuestos en

los cuales, habiendo finalizado la tramitación de las instancias ordinarias, aún se

resienta violación a derechos fundamentales, en congruencia con su naturaleza de

mecanismo subsidiario de protección.

En tal virtud, con fundamento en los razonamientos expuestos y con base en

la facultad prevista en el Artículo 43 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad, esta Corte se separa de la postura que se había asentado, ya

fuera expresa o tácitamente en anteriores oportunidades, en los que se viabilizó la


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procedencia del amparo para analizar decisiones relativas al procesamiento de una

persona. (Esta postura ya fue sostenida por este Tribunal en sentencia de ocho

de mayo de dos mil diecisiete, dictada en el expediente 5744-2016).

-III-

Análisis del caso concreto

Julio Alejandro Quinto Tobar acude en amparo contra el Juez Primero de

Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Mayor

Riesgo, Grupo “B”, señalando como agraviante el auto por el cual este funcionario

judicial decidió ligarlo a proceso penal por el delito de Financiamiento electoral ilícito.

Del estudio de las constancias procesales y los alegatos de las partes, en

congruencia con lo considerado, se advierte que la resolución que constituye el acto

reclamado, por la que se ligó a proceso al amparista, no posee el carácter de

definitiva porque, como quedó sentado, tal decisión es susceptible de reforma o

pueden hacerse valer los demás mecanismos de defensa idóneos dentro del trámite

del proceso penal, como consecuencia, el amparo promovido incumple el

presupuesto procesal de definitividad que exige el Artículo 19 de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad, lo cual hace que la protección

constitucional resulte improcedente.

Al haber resuelto en similar sentido el Tribunal a quo, procede declarar sin

lugar el recurso de apelación y confirmar la sentencia de primer grado; pero por las

razones aquí consideradas, con las modificaciones de precisar que el amparo se

desestima y no se impone multa al abogado patrocinante, José Manuel Quinto

Martínez, en virtud de que el planteamiento pudo basarse en jurisprudencia

anteriormente sentada.
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-IV-

Conforme al Artículo 272, literal g), de la Constitución Política de la República,

la Corte de Constitucionalidad debe compilar la doctrina y principios constitucionales

que se vayan sentando con motivo de las resoluciones de amparo y de

inconstitucionalidad de las leyes, manteniendo al día el boletín o gaceta

jurisprudencial. En observancia de dicha norma y del principio de seguridad jurídica,

este Tribunal estima que es menester hacer amplia labor informativa y de

divulgación de la innovación jurisprudencial que incorpora este fallo, a fin de que

tanto los tribunales como los justiciables tengan debida noticia y oportuna

información de las reglas procesales que aplican en dichos asuntos.

LEYES APLICABLES

Artículos citados, 265, 268 y 272, literal c), de la Constitución Política de la

República de Guatemala; 8º, 10, 42, 43, 44, 46, 47, 60, 61, 66, 67, 149, 163, inciso

c), 170 y 185 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad; 29 y

36 del Acuerdo 1-2013 de la Corte de Constitucionalidad.

POR TANTO

La Corte de Constitucionalidad, con base en lo considerado y leyes citadas, al

resolver declara: I. Por la inhibitoria presentada por la Magistrada Dina Josefina

Ochoa Escribá, se integra este Tribunal con el Magistrado Henry Philip Comte

Velásquez, para conocer y resolver el presente asunto. II. Sin lugar el recurso de

apelación interpuesto por Julio Alejandro Quinto Tobar –postulante– y, como

consecuencia, confirma la sentencia venida en grado, con la modificación de que se

desestima el amparo planteado y no se impone multa al abogado patrocinante José

Manuel Quinto Martínez. III. Notifíquese y con certificación de lo resuelto, devuélvase

los antecedentes.
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JOSE FRANCISCO DE MATA VELA


PRESIDENTE

BONERGE AMILCAR MEJIA ORELLANA NEFTALY ALDANA HERRERA


MAGISTRADO MAGISTRADO

GLORIA PATRICIA PORRAS ESCOBAR HENRY PHILIP COMTE VELASQUEZ


MAGISTRADA MAGISTRADO

MARTÍN RAMÓN GUZMÁN HERNÁNDEZ


SECRETARIO GENERAL

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