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CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD

REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.

Expediente 4561-2022
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EXPEDIENTE 4561-2022

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD: Guatemala, nueve de enero de dos mil

veinticuatro.

En apelación y con sus antecedentes, se examina la sentencia de veintisiete de

julio de dos mil veintidós, dictada por el Juez de Primera Instancia Penal,

Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de Sololá, constituido

en Tribunal de Amparo, en la acción constitucional de amparo promovida por Luis

Diego Mayorga Dávila contra la Jueza de Paz Penal del municipio y departamento de

Sololá. El postulante actuó con el patrocinio de la abogada Vivian Lissette Dávila Soto.

Es ponente en el presente caso el Magistrado Vocal I, Nester Mauricio Vásquez

Pimentel, quien expresa el parecer de este Tribunal.

ANTECEDENTES

I. EL AMPARO

A) Solicitud y autoridad: presentado el catorce de junio de dos mil veintidós, en el

Centro de Servicios Auxiliares de la Administración de Justicia Penal de Sololá y,

posteriormente, remitido al Juzgado de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y

Delitos contra el Ambiente del departamento de Sololá. B) Acto reclamado:

resolución de dieciocho de mayo de dos mil veintidós, por medio de la cual la Jueza

de Paz Penal del municipio de Sololá rechazó el recurso de reposición interpuesto por

el amparista, contra la resolución que declaró sin lugar la oposición a la desestimación,

en sede fiscal, de la denuncia que el ahora postulante promovió contra Edgar Alfonso

Ruiz Pérez y Evelia Aurora Ramírez Arévalo. C) Violaciones que denuncia: a los

derechos de defensa y a una tutela judicial efectiva. D) Hechos que motivan el

amparo: de lo expuesto por el postulante y del estudio de las actuaciones, se resume:

D.1) Producción del acto reclamado: a) Luis Diego Mayorga Dávila presentó
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denuncia penal contra Edgar Alfonso Ruiz Pérez y Evelia Aurora Ramírez Arévalo, por

la posible comisión del delito de Estafa propia, denuncia que fue desestimada en sede

fiscal por el Ministerio Público; b) contra dicha resolución, ante la Jueza de Paz Penal

del municipio de Sololá –autoridad objetada– el denunciante promovió incidente de

oposición a la desestimación, que fue declarado sin lugar por estimar la juzgadora que

“… el conflicto suscitado entre los sujetos procesales es de carácter mercantil de

conformidad con el artículo 1039 del Código de Comercio…”; y c) posteriormente,

contra tal decisión, el ahora amparista interpuso recurso de reposición con fundamento

en el artículo 402 del Código Procesal Penal que, mediante resolución de dieciocho de

mayo de dos mil veintidós –acto reclamado– fue rechazado por la autoridad

reprochada. D.2) Agravios que se reprochan al acto reclamado: el postulante

denuncia que la autoridad cuestionada: i) no tomó en consideración lo indicado dentro

de la audiencia de oposición a la desestimación, en virtud que el fundamento que utilizó

para rechazar el recurso de reposición fue que el conflicto suscitado entre los sujetos

procesales era de carácter mercantil, de conformidad con lo preceptuado en el artículo

1039 del Código de Comercio de Guatemala; ii) no tomó en consideración la

argumentación relacionada con los documentos individualizados, en los que se

determinaba el error de hecho en la apreciación de la denuncia; y iii) no consideró que

la reposición fue planteada dentro de la audiencia, en virtud de que era el momento

procesal oportuno para realizarlo, limitándose únicamente a indicar que los artículos

402 y 403 del Código Procesal Penal eran claros, sin hacer pronunciamiento alguno

de consideraciones de hecho y Derecho que fundaran tal decisión, lo que convierte la

decisión en “inconclusa”. D.3) Pretensión: solicitó que se le otorgue amparo y, como

consecuencia, se deje en suspenso la resolución que constituye el acto reclamado y

se emita la resolución que en Derecho corresponde. E) Uso de procedimientos y


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recursos: ninguno. F) Casos de procedencia: invocó los contenidos en las literales

a), b) y h) de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad. G) Leyes

que estima violadas: citó los artículos 2°, 12, 28, 29, 203 y 204 de la Constitución

Política de la República de Guatemala; 4° de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y

de Constitucionalidad; 16 de la Ley del Organismo Judicial; y 398 del Código Procesal

Penal.

II. TRÁMITE DEL AMPARO

A) Amparo provisional: se denegó. B) Terceros interesados: a) Edgar Alfonso Ruiz

Pérez –denunciado–; b) Evelia Aurora Ramírez Arévalo –denunciada–; c) Fiscalía de

Asuntos Constitucionales, Amparos y Exhibición Personal del Ministerio Público; y d)

Procuraduría General de la Nación. C) Informe circunstanciado: la autoridad

denunciada, al rendir informe circunstanciado, realizó relato cronológico de lo

acontecido dentro del expediente 07024-2021-00049 a su cargo y, en lo que respecta

al acto reclamado, refirió que: a) en la audiencia se estableció que el Ministerio Público,

con fecha veintidós de febrero de dos mil veintidós, de acuerdo al análisis de los

medios de investigación, procedió a desestimar la denuncia; con fundamento en los

siguientes elementos: i) que Medifam, Sociedad Anónima –que presta servicios

médicos–, Edgar Alfonso Ruiz Pérez y Luis Diego Mayorga Dávila celebraron contrato

de leasing sobre equipo médico; ii) “… En la escritura de sociedad Imágenes Medifam,

S.A…” se estableció, entre otras cuestiones, que las diferencias o conflictos se

someterían a jurisdicción de los tribunales de justicia de la ciudad de Guatemala; iii)

se comprobó que el agraviado se retiró de la empresa dos años después de haber

celebrado el contrato sobre el citado equipo médico, no obstante que el contrato de

leasing tenía vigencia de cinco años; iv) el agraviado reclama la cantidad de ciento

noventa y seis mil quetzales (Q.196,000.00), pero “… el mismo agraviado indica que
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no cumplió con lo pactado…”; y v) se han pagado al agraviado trescientos cincuenta y

seis mil seiscientos noventa y ocho quetzales con noventa y seis centavos

(Q.356,698.96) según los documentos que incorporaron los sindicados para

comprobar los pagos; b) luego del diligenciamiento de los medios probatorios

presentados por el Ministerio Público y por la parte agraviada, declaró sin lugar la

oposición planteada; c) la abogada del agraviado promovió recurso de reposición, con

fundamento en el artículo 402 del Código Procesal Penal por estimar que la resolución

anterior le causa agravio, pues el asunto discutido no es la existencia de una relación

comercial con el sindicado sino el hecho que el dinero que debía ingresar a cuenta de

la sociedad ingresó a cuentas personales de Edgar Alfonso Ruiz Pérez; y d) el recurso

de reposición “… fue declarado sin lugar, por improcedente, rechazando el mismo de

conformidad con el artículo 66, inciso c), de la Ley del Organismo Judicial y de

conformidad con los artículos 402 y 403 del Código Procesal Penal…”. D) Remisión

de antecedentes: expediente 07024-2021-00049 a cargo del Juzgado de Paz del

municipio y departamento de Sololá. E) Medio de comprobación: el antecedente

remitido. F) Sentencia de primer grado: el Juzgado de Primera Instancia Penal,

Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de Sololá, constituido

en Tribunal de Amparo, consideró: “… quien resuelve en la presente acción de

amparo, luego de haber analizado el presente caso es de la consideración que al

amparista debió tomar en cuenta que la resolución que le pudiera causar agravio es la

resolución donde se declaró sin lugar la oposición a la desestimación y no el resultado

del recurso de reposición. La autoridad recurrida en la audiencia llevada a cabo el día

dieciocho de mayo del año en curso, emitió la resolución declarando sin lugar la

oposición a la desestimación en base a (sic) un criterio jurisdiccional pero sobre todo

tomando en consideración los argumentos de los sujetos procesales. En contra de


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dicha resolución se interpuso el recurso de reposición, el cual fue rechazado, con lo

cual se dio el presupuesto procesal de definitividad y eso precisamente es el efecto

procesal de dicho recurso. Por otra parte es importante señalar que de conformidad

con el principio de congruencia, que es una exigencia del contenido de las resoluciones

judiciales, es decir se requiere identidad o correspondencia entre el objeto de la

controversia y el fallo que la dirime, es uno de los elementos que integran la debida

tutela judicial, en el caso que nos ocupa, por una parte se indica que por el amparista

(sic) que la resolución que contra (sic) la cual se interpone la presente acción de

amparo es de fecha dieciocho de mayo del año dos mil veintidós, sin embargo, en el

apartado siete (7) del memorial contentivo referido ‘DE LA EXPRESIÓN DE

AGRAVIOS’, se indica claramente que la resolución proferida por el Juzgado de Paz

Ramo Penal (sic), del municipio de Sololá y departamento de Sololá, es de fecha doce

de abril del dos mil veintidós, le causa agravio ya que la misma contiene una flagrante

violación a los derechos y garantías constitucionales que le asisten, vulnerando su

derecho de defensa, su derecho a tener una tutela judicial efectiva. Al revisar los

antecedentes respectivos se determina que no existe ninguna resolución de dicha

fecha es decir doce de abril del año dos mil dos (sic). De lo anterior, el juzgador

considera que no existe agravio que prevenir o reparar por la vía del amparo, por lo

que el Juzgador considera que no se cumplen con los requisitos de procedibilidad en

la presente Acción Constitucional de Amparo, y en ese sentido así debe resolverse…”.

Y resolvió: “… I) Deniega la acción constitucional de amparo, promovida por Luis

Diego Mayorga Dávila, con el auxilio de la Abogada Vivian Lissette Dávila Soto, en

contra del Juzgado de Paz Ramo Penal (sic) del municipio y departamento de Sololá,

por los argumentos esgrimidos; ll) Se exime al interponente al pago de las costas

causadas; lll) Impone a la Abogada Vivian Lissette Dávila Soto la multa de quinientos
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quetzales, la que deberá hacer efectiva en la Tesorería de la Corte de

Constitucionalidad, dentro del quinto día de encontrarse firme el presente fallo y en

caso de incumplimiento, se cobrará por la vía legal correspondiente…”.

III. APELACIÓN

Luis Diego Mayorga Dávila –postulante– apeló. Reiteró los argumentos expuestos

en su escrito inicial de amparo. Agregó que el artículo 22 de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad regula que cuando la persona haya

omitido el señalamiento de uno o más requisitos en la interposición, o sea defectuosa

la personería, el Tribunal que conozca del caso resolverá darle tramite al amparo y

ordenará cumplir con los requisitos faltantes dentro del término de tres días, situación

que no se observó en el trámite de la acción constitucional, pues es claro que la

resolución que causa agravio es la de dieciocho de mayo de dos mil veintidós, a pesar

del yerro en que pudo haber incurrido en el escrito inicial al señalar la fecha de la

resolución cuestionada.

IV. ALEGATOS EN EL DÍA DE LA VISTA

A) Luis Diego Mayorga Dávila –postulante– reiteró los argumentos expuestos en el

escrito inicial de amparo y en el de apelación. Solicitó que se revoque la sentencia

venida en grado y otorgue en definitiva el amparo. B) Edgar Alfonso Ruiz Pérez y

Evelia Aurora Ramírez Arévalo –terceros interesados– manifestaron que, al

analizar las actuaciones procesales y el informe circunstanciado, se establece que la

decisión del Tribunal de amparo de primer grado se encuentra apegada a Derecho y

no causa ningún agravio al interponente, debido a que la resolución de fecha dieciocho

de mayo de dos mil veintidós resuelve el recurso de reposición, sin embargo, el

amparista argumenta que la resolución que le causa agravio es de fecha doce de abril

de dos mil veintidós, refiriéndose a dos actos totalmente distintos, habiendo


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incongruencia y contradicción. Continúan manifestando que la resolución que se

señala como acto reclamado reúne todos los requisitos de forma y fondo,

respondiendo a los principios del debido proceso. Solicitaron que se declare sin lugar

el recurso de apelación, quedando firme la sentencia de segundo grado. C) El Estado

de Guatemala, por medio de la Procuraduría General de la Nación –tercero

interesado– indicó que dentro del acto reclamado no figuran intereses afectados al

Estado de Guatemala, menores, incapaces o ausentes y, en el presente caso, se

evidencia que la discusión legal de origen se circunscribe a intereses particulares y

personales, por lo tanto, por la naturaleza del conflicto, no existe motivo legal para que

se le haya conferido intervención dentro de la presente acción de amparo. Solicitó que

se tenga por evacuada la audiencia conferida y se emitan las demás consideraciones

que en Derecho correspondan. D) El Ministerio Público, por medio de la Fiscalía

de Asuntos Constitucionales, Amparos y Exhibición Personal, indicó que al

analizar la resolución objetada se establece que lo que se reclama es la infracción de

normas procedimentales, cuyo conocimiento es propio de los tribunales de orden

común, por lo que no se evidencia violación a las normas constitucionales indicadas

por el accionante, esto por razón de que la resolución reclamada fue emitida en el

ámbito de las facultades legales que le corresponden al juez recurrido al examinar el

planteamiento del amparista y decidir declarar sin lugar el recurso de reposición.

Asimismo, expresó que, al emitirse la resolución de dieciocho de mayo de dos mil

veintidós, la autoridad cuestionada no causó agravio alguno al postulante, reparable

por esta vía. También manifestó que la decisión asumida por la autoridad reprochada

no puede ser revisada por la jurisdicción constitucional. Solicitó que se confirme la

sentencia apelada.

CONSIDERANDO
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–I–

Conforme el artículo 43 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad, la interpretación de las normas de la Constitución y de otras leyes

contenidas en las sentencias de la Corte de Constitucionalidad, asienta doctrina legal

que debe respetarse por los tribunales al haber tres fallos contestes de la misma Corte.

Sin embargo, la Corte de Constitucionalidad podrá apartarse de su propia

jurisprudencia, razonando la innovación, la cual no es obligatoria para los otros

tribunales, salvo que lleguen a emitirse tres fallos sucesivos contestes en el mismo

sentido.

Debe denegarse la protección constitucional cuando la autoridad cuestionada,

en el ejercicio de las facultades que la ley le concede, rechaza in limine el recurso de

reposición interpuesto de forma oral contra la resolución que declaró sin lugar la

oposición a la desestimación en sede fiscal, en tanto que esta Corte advierte que el

artículo 403 del Código Procesal Penal, de forma taxativa, únicamente viabiliza dicha

impugnación contra aquellos autos dictados durante el juicio.

–II–

Para dar respuesta al asunto sometido a consideración de esta Corte, se estima

pertinente traer a colación los hechos relevantes acaecidos en el proceso penal

subyacente:

A) De la denuncia ante el Ministerio Público. Ante el Ministerio Público, Luis

Diego Mayorga Dávila presentó denuncia contra Edgar Alfonso Ruiz Pérez y Evelia

Aurora Ramírez Arévalo por el delito de Estafa propia.

B) De la desestimación en sede fiscal. El Ministerio Público decidió

desestimar la denuncia interpuesta por el ahora postulante, por considerar que, del

análisis del caso, determinó que era un asunto meramente mercantil, y que, de
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conformidad con lo previsto en el Código de Comercio de Guatemala, el asunto debió

dilucidarse por medio de un juicio sumario, criterio que le llevó a considerar que no se

debía continuar el trámite por la vía penal, en virtud de que la vía idónea para resolver

el presente caso era la vía civil.

C) De la oposición. Ante esa decisión, la abogada auxiliante del amparista,

Vivian Lissette Dávila Soto, se presentó al Juzgado de Paz del municipio y

departamento de Sololá a solicitar, de forma verbal, audiencia de oposición a la

desestimación llevada a cabo en sede fiscal de conformidad con el artículo 310 del

Código Procesal Penal.

D) Con fecha dieciocho de mayo de dos mil veintidós ante la Jueza de Paz del

municipio de Sololá se llevó a cabo la audiencia señalada para conocer de la oposición

a la desestimación presentada por el postulante. Al oponerse a la desestimación, la

abogada argumentó que su patrocinado entregó a Edgar Alfonso Ruiz Pérez ciento

noventa y seis mil cincuenta quetzales. Monto dinerario que serviría para la

adquisición, mediante leasing [contrato de arrendamiento financiero], de equipo para

diagnóstico médico por medio de imágenes. En el año dos mil quince, convinieron que

adquirían el referido equipo, como una negociación ajena y diferente a las aportaciones

que ya habían hecho a la sociedad anónima en la que ambos son accionistas. También

acordaron que, cuando se finalizara el pago del citado equipo, este pasaría a formar

parte de los bienes propiedad de la sociedad relacionada. Denuncia que el referido

equipo, a pesar de que ya finalizó el contrato de leasing, no pasó a nombre de la

sociedad sino a nombre del sindicado. Con base en tales argumentos, adujo que el

asunto subyacente no era un tema de índole mercantil –como sostuvo el Ministerio

Público– pues la entrega de dinero por el denunciante al sindicado, que debió servir

para la adquisición de equipo para diagnóstico médico por medio de imágenes, que
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posteriormente debía ser aportado a la sociedad, es un tema ajeno a la sociedad.

Señala que el equipo fue facturado a nombre del sindicado, de tal manera que no fue

aportado a la sociedad ni el dinero fue devuelto al denunciante, quien sí cumplió con

hacer la entrega de dinero para que ese equipo fuera adquirido y, posteriormente, fuera

aportado a la sociedad. Sostiene que este es un tema ajeno a la sociedad, ello a pesar

de que en la negociación que denunciante y sindicado hicieron (a título personal), para

la adquisición de equipo para diagnóstico médico por medio de imágenes, convinieron

que el equipo se aportaría a la sociedad, lo que no sucedió. Señala que en la escritura

de constitución se especificaron las aportaciones que cada socio haría, en las que no

figura –según se entiende– la adquisición de equipo para diagnóstico médico por

medio de imágenes. Argumenta que la adquisición del referido equipo no fue

convenida en el marco del contrato social, a pesar de que denunciante y sindicado son

accionistas de una misma sociedad. [Texto extraído del audio que reproduce la

audiencia en la que se produjo el acto reclamado, minutos 00:06:30 a 00:31:06].

La Jueza de Paz del municipio de Sololá resolvió: “… la juzgadora declara sin

lugar el incidente de oposición a la desestimación en sede de fiscalía dentro del

presente caso, tomando en cuenta que entre los sujetos procesales hubo una relación

mercantil de conformidad con el Código de Comercio de Guatemala y la misma puede

ser ventilada en un proceso sumario de conformidad con el artículo 1039 del Código

de Comercio, la presente resolución queda legalmente notificada a las partes de

conformidad con el artículo 160 y 169 del Código Procesal Penal, al quedarse firme la

presente resolución, archívese el caso…”. [Texto extraído del audio que reproduce la

audiencia en la que se produjo el acto reclamado, minutos 00:06:30 a 00:31:06].

E) Contra tal decisión, la abogada auxiliante del amparista, Vivian Lissette

Dávila Soto, promovió recurso de reposición con fundamento en el artículo 402 del
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Código Procesal Penal. Argumentó que habían sido violados los derechos de su

representado –ahora amparista– en virtud de que, tal y como se indicó en la oposición,

en ningún momento se estaba dilucidando que su representado no tuviera relación

comercial con el sindicado, Edgar Alfonso Ruiz Pérez. Señaló que el monto que se

considera defraudado en ningún momento ingresó a las cuentas de la sociedad a la

que se refirió la autoridad reprochada en la resolución que no accedió a la oposición

de la desestimación. Agregó que la resolución proferida por la juzgadora le causa

agravio a su representado, en virtud que le veda el derecho a acceder a una

investigación objetiva, que permita determinar que la negociación (para la adquisición

de equipo para diagnóstico médico por medio de imágenes) fue a título personal; es

decir, al margen de la sociedad en la que el denunciado y sindicado son accionistas.

Señaló que el hecho de que hayan convenido que el equipo para diagnóstico médico

por medio de imágenes que adquirieron, a título personal, se aportaría a la sociedad

en que ambos son accionistas, no hace que el asunto subyacente tenga carácter

mercantil. Sostuvo que el denunciante depositó dinero a cuentas personales del

sindicado para la adquisición de equipo para diagnóstico médico por medio de

imágenes que, una vez adquirido, sería aportado a la sociedad en la que ambos son

socios. Señaló que no hay controversia relativa a la sociedad en la que denunciante y

sindicado son accionistas, sino que se trata de una controversia surgida de un negocio

entre dos personas que son accionistas de una misma sociedad; de tal manera que la

controversia no se relaciona con asuntos relativos a la sociedad en mención. [Texto

extraído del audio que reproduce la audiencia en la que se produjo el acto reclamado,

minutos 01:24:35 a 01:35:18].

F) Ante el recurso instado, el Ministerio Público solicitó que fuera declarado sin

lugar, en virtud que el argumento expuesto por la abogada era que el recurso de
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reposición procede contra las resoluciones dictadas sin audiencia previa, sin embargo,

en el presente caso se llevó a cabo una audiencia, por lo que no era procedente y

carecía de fundamento fáctico jurídico, el recurso instado.

G) La autoridad objetada, de conformidad con el artículo 66 inciso c) de la Ley

del Organismo Judicial, para el efecto, resolvió: “… se rechaza el recurso de reposición

planteado por ser improcedente el mismo, asimismo es muy (sic) claro los casos de

procedencia conformidad con los artículos 402 y 403 del Código Procesal Penal…”.

[Extraído del audio que reproduce la audiencia en la que se produjo el acto reclamado,

minutos 01:24:38 a 01:39:03.]

–III–

Esta Corte, previo a conocer el fondo del planteamiento, estima pertinente hacer

referencia a los argumentos aducidos por el Tribunal a quo para denegar la protección

constitucional pedida, específicamente en cuanto adujo erróneo señalamiento del acto

reclamado. Sobre ese particular cabe indicar que el postulante señaló como lesiva la

resolución que dispuso rechazar para su trámite la reposición que interpuso su

abogada patrocinante contra la resolución que no aceptó la oposición formulada

respecto de la desestimación dispuesta en sede fiscal.

Esta Corte no advierte que exista el erróneo señalamiento que aduce el a quo,

por cuanto si bien el postulante incurrió en error al mencionar la fecha de la resolución

reclamada en algún pasaje de su escrito inicial de amparo, en otras partes del escrito

hace referencia correcta a la resolución de la cual resiente agravio y, en especial al

contenido específico de este (rechazo del recurso de reposición). Cabe precisar que,

teniéndose a la vista las actuaciones, puede advertirse que se trató de un yerro no

trascendental y, darle preponderancia equivaldría a negar el acceso a la justicia

constitucional.
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Precisado lo anterior, se estima pertinente conocer el fondo de la pretensión de

amparo que se formula.

El artículo 66 literal c) de la Ley del Organismo Judicial contempla una

disposición general que faculta a los jueces “c) Para rechazar de plano, bajo su estricta

responsabilidad, los recursos o incidentes notoriamente frívolos o improcedentes…”;

por lo que, en el caso concreto, aunque la autoridad reprochada hiciera alusión a este

fundamento general para rechazar la reposición interpuesta en audiencia, debe

entenderse de la propia intelección del acto reclamado, que el sustento legal utilizado

para el rechazo fue la improcedencia del recurso en la audiencia, para lo que señaló

como normativa aplicable los artículos 402 y 403 del Código Procesal Penal, que

establecen el recurso de reposición en sus dos vertientes (escrita y oral), siendo

entonces irrelevante que este Tribunal considere sobre una disposición de alcance

general que constituyó un mero sustento general para la decisión atacada en amparo.

Asimismo, debe tenerse en cuenta lo relativo al sustento normativo en que se basó el

planteamiento del rechazado recurso de reposición, el cual fue el artículo 402 del citado

Código (reposición escrita) sin embargo, aunque su planteamiento se fundara

[erróneamente] en esa disposición, materialmente el recurso se formuló en audiencia

oral, lo que explica por qué la jueza reprochada fundó el rechazo del recurso en los

artículos 402 y 403 del Código Procesal Penal.

En este sentido, este Tribunal considera que es viable pronunciarse en fondo

sobre las últimas disposiciones aludidas, y más específicamente, sobre la que

contempla el planteamiento del recurso de reposición de forma oral.

En anteriores oportunidades este Tribunal había establecido en su

jurisprudencia que, aunque taxativamente la ley no lo contempla, siempre que se utilice

el procedimiento contenido en el artículo 403 del Código Procesal Penal, es factible


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mas no imperativo utilizar el recurso de reposición contra aquellas decisiones

adoptadas en audiencias distintas de las de la etapa del juicio [sentencias de catorce

de julio de dos mil veintidós, seis de marzo de dos mil dieciocho y trece de marzo de

dos mil quince, dictadas dentro de los expedientes 2801-2021, 5422-2017 y

acumulados 1835-2014 y 1839-2014, respectivamente]; sin embargo, al realizar un

nuevo estudio del asunto, se estimada necesario advertir que dicha impugnación –

oral– resulta inviable en fases distintas a la del juicio, por lo que es necesaria la

adopción de una innovación jurisprudencial, por las razones que se exponen a

continuación.

De la naturaleza del proceso penal y sus resoluciones.

Como cuestión inicial debe resaltarse que, en materia de impugnaciones, si

bien se mantienen ciertas prerrogativas aplicables a todo el proceso penal, también lo

es que para esta etapa se contemplan presupuestos, reglas y principios propios que

rigen la actuación de las partes y, por tanto, son de observancia obligatoria. Estas

disposiciones propias para las impugnaciones, están ancladas en la aspiración que el

legislador plasmó en el Código Procesal Penal, respecto de tener procesos prontos y

eficaces, que cumplan con la ideología pregonada por la Constitución Política de la

República de Guatemala.

Dicha aspiración enmarcó al proceso penal en una dinámica garantista, en la

que el desarrollo de la investigación fuera capaz de resolver los puntos esenciales

contenidos en el artículo 5 del citado Código, con celeridad, humanidad e

imparcialidad, y quedó reseñada en el título tercero –actividad procesal– del libro

primero, relativo a las disposiciones generales, específicamente, en el capítulo séptimo

de dicho título, que establece como principio general, la necesidad de sanear cualquier

actividad procesal defectuosa que pueda tener lugar durante su desarrollo; así las
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cosas, se contempló en el segundo párrafo del artículo 281 de la ley procesal penal

que: “… El Ministerio Público y las demás partes solo podrán impugnar las

decisiones judiciales que les causen gravamen, con fundamento en el defecto, en los

casos y formas previstos por este Código siempre que el interesado no haya

contribuido a provocar el defecto. Se procederá del mismo modo cuando el defecto

consista en la omisión de un acto que la ley prevé” (El resaltado es propio), de esa

cuenta, el proceso penal fue condicionado a determinados límites negativos y positivos

para la práctica de los actos procesales; negativos, al establecer de qué forma no se

pueden fundar las resoluciones –aspiración procesal de la judicatura–, y positivos, al

establecer la obligación de las partes a acudir única y exclusivamente a las formas

y casos previstos en el Código para impugnar actos procesales viciados –aspiración

procesal de las partes–.

De ahí que la lógica de un proceso penal garantista implique que no todos los

actos o resoluciones emitidas puedan ser sometidas a revisión vía impugnaciones, es

decir, que existan actos jurisdiccionales que por su naturaleza no pueden estar sujetos

a control impugnativo; estos actos serían aquellos mediante los que los juzgadores

desarrollan sus facultades discrecionales, o bien, aquellos mediante los que se

viabiliza la consecución del proceso como tal y no contienen el análisis definitivo de

alguna cuestión, pudiendo esta ser discutida a lo largo del proceso, sin ameritar una

segunda discusión de la cuestión en sede ordinaria –menos aún, en sede

constitucional–, por lo que atender a la taxatividad de la materia impugnable y las vías

existentes, no solo se planteó como factible para evitar la existencia de multiplicidad

de alternativas para atacar todas las decisiones que surgen en un proceso y retrasarlo

indebidamente, sino que también se formuló bajo la idea de evitar la expedición de

otras resoluciones –las que resuelvan dichos reclamos– a las que pueda atribuírseles
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el carácter de definitivas –por analizar la sustancia de la cuestión inimpugnable– y, por

ende, se vuelvan objeto de control constitucional (como ha demostrado la actual

práctica forense) siendo esto tendenciosamente utilizado para entorpecer y dilatar el

proceso penal, alejándolo de sus fines.

Así, en cuanto a las decisiones cuyo carácter no se considera impugnable, este

Tribunal se ha pronunciado señalando que, una resolución o un acto no se consideran

definitivos solamente por el hecho de que en su contra no quepa la posibilidad de

plantear un recurso [stricto sensu] dentro del proceso judicial o procedimiento

administrativo que corresponda, sino exige que, además, dicho acto o resolución

conlleve necesariamente la posibilidad de que en esas decisiones de autoridad se

materialice la violación de derechos fundamentales que no pueda ser subsanada

dentro del respectivo proceso o procedimiento por cualquier otro medio ordinario de

defensa, que permita modificar, revocar, cerrar o anular el acto considerado

agraviante. Esto en relación a que el amparo es un medio protector de los derechos

de las personas, las que están obligadas a hacerlos valer por las vías establecidas en

la ley y solo cuando estas hayan sido agotadas, y solo si aún se resiente violación a

derechos fundamentales, es que resulta viable acudir al amparo. [Criterio ha sido

sostenido en sentencias, todas de ocho de mayo de dos mil diecisiete, dictadas en los

expedientes 5744-2016, 5879-2016 y 5875-2016].

En esta materia, en cuanto la definitividad de los autos emitidos en el proceso

penal, específicamente, los que se constituyen como susceptibles de impugnaciones,

se ha pronunciado este Tribunal en cuanto a que un auto definitivo equivale, en

materia penal, a aquel que produce efectos suspensivos o conclusivos en

relación a las finalidades o componentes del proceso penal; y no reviste el

carácter de definitivo, aquella resolución que no le pone fin a ningún asunto o aspecto
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del proceso penal, sino únicamente concluye una incidencia que no trasciende

más allá del ámbito procedimental. (El resaltado es propio) [Criterio sostenido,

mutatis mutandi, en sentencias de treinta de noviembre de dos mil dieciséis, uno de

junio de dos mil dieciséis y siete de agosto de dos mil catorce, dictadas dentro de los

expedientes 3984-2016, 5020-2015 y 1938-2014, respectivamente].

De las impugnaciones y el derecho a impugnar.

Ahora bien, una vez establecida la aspiración del proceso penal en cuanto que

solo sea impugnable lo estrictamente necesario para garantizar sus fines,

manteniendo un adecuado balance entre celeridad y tutela judicial efectiva, este

Tribunal considera oportuno pronunciarse sobre los medios de impugnación.

Estos son mecanismos establecidos legalmente que permiten a los sujetos

legitimados procesalmente peticionar al mismo Juez que emitió la resolución o a su

superior, que reexamine un acto procesal o todo un proceso que le ha causado un

perjuicio, a fin de lograr que la materia cuestionada sea parcial o totalmente anulada o

revocada.

En palabras de Binder, constituyen mecanismos de revisión de resoluciones

judiciales o de los procesos mismos, y a través de ellos se cumple con el principio de

control, que constituye un principio esencial, no solo del proceso mismo, sino incluso

del sistema de justicia en general. [Binder, Alberto. Introducción al derecho procesal

penal, Buenos Aires, 2ª Ed., Ad Hoc, 2004, p. 285].

En cuanto a la necesidad y naturaleza de estos mecanismos impugnativos,

Ernest Beling señala que aquellos a quienes afecte una resolución judicial estarán

frecuentemente descontentos de ella y, en efecto, pues la posibilidad de que los

hombres puedan errar y de que incluso pueda haber mala voluntad hace posible que

la resolución no se haya dictado como debía dictarse. De esa cuenta que la Ley
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permite, por lo tanto, en muchos casos (aunque no en todos) su impugnación,

desarrollando ciertos tipos de actos procesales, que puedan denominarse, en defecto

de una expresión legal, remedios o recursos, y que están encaminados a provocar de

nuevo el examen de los asuntos resueltos. [Beling, Ernest. Derecho Procesal Penal.

España, Editorial Labor S.A., Trad. de Miguel Fenech, 1943, pp. 247-248].

La idea anterior tiene su reflejo en nuestra legislación procesal penal, y se

fundamenta en la posibilidad de que exista error en la decisión judicial, el cual muchas

veces no es intencional, pero siempre causa daño en las pretensiones de las partes

(Vid: artículo 521 del Código Procesal Penal “Indemnización por error judicial”). Así las

cosas, una impugnación no solo es la acción de objetar y contradecir la decisión de un

Tribunal que le es contraria a la parte que la interpone, es decir, la posibilidad de

defenderse ante un error judicial, sino la forma adecuada para lograr el objetivo por

antonomasia perseguido por el Derecho: la justicia.

Esta posibilidad de defenderse ha sido consagrada como un derecho, lo que se

sostiene en tres ideas esenciales: i. se considera que el derecho de impugnación es

un derecho abstracto derivado del derecho de acción o en todo caso se halla vinculado

a este; ii. el derecho de impugnación es una derivación o manifestación del derecho a

la tutela jurisdiccional efectiva; y iii. que el derecho de impugnación es una derivación

o manifestación del derecho a un debido proceso.

Así las cosas, el derecho de impugnar puede ser definido como aquel derecho

abstracto con el que cuenta toda parte procesal para contradecir o refutar una decisión

judicial con la cual está en desacuerdo, debido a que le causa agravio al encontrarse

afectada de error o vicio. En consecuencia, tal y como señala Fernando Iberico, el

fundamento de la impugnación se desenvolvería entre dos pilares, la falibilidad

humana del juzgador y la necesidad, también humana, de no contentarse con una sola
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decisión que va a tener consecuencias sobre los intereses propios de los sujetos

procesales. [Iberico Castañeda, Fernando. Manual de impugnación y recursos en el

nuevo modelo procesal penal, Lima, Academia de la Magistratura/Alternativa, 2007,

pp. 70 y 71].

Sin embargo, tal y como sucede en el caso de todos los derechos, debe tenerse

claro que el de impugnar no puede ser absoluto. Esto adquiere relevancia al

comprender ya no los pilares o razones del citado derecho, sino su finalidad, ello para

no tomar a la impugnación como una institución ilimitada y muchas veces

sobrevalorada, lo cual puede dar como resultado, al permitirse a las partes impugnar

toda decisión judicial, procesos vastos, extensos e ilíricos, donde la efectiva tutela

jurisdiccional brille por su ausencia. De esa cuenta, no toda decisión judicial será

impugnable, pues, si en cualquier providencia judicial, alguien pudiera alegar la

existencia de un error o vicio, todas las impugnaciones tendrían que ser concedidas

(lo cual llevaría a dilaciones indebidas y procesos eternos). [Jordán Manrique, Hernán.

Los límites al derecho de impugnación en general y la apelación en particular: una

visión desde la perspectiva de la efectiva tutela jurisdiccional, Foro Jurídico, Pontificia

Universidad Católica del Perú, Lima, número 04 mayo de 2005, p. 71].

En esa línea, las impugnaciones como instrumentos procesales, solo pueden

garantizar los principios a los que están vinculadas y que desarrollan [acción, tutela

judicial y debido proceso], si al ejercitarse cumplen con el ordenamiento jurídico que

las prevé, atendiendo a los determinados requisitos o presupuestos que se han

diseñado para ello, con el objeto que puedan atacar una resolución –que sea atacable–

pretendiendo que el mismo órgano que la ha dictado o uno diferente, dicte otra que

beneficie a sus pretensiones.

Para reforzar esta idea, el autor costarricense Henry Issa El Khoury, señala: “…
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el procedimiento penal es un camino técnico que deben recorrer tanto el juez como las

partes, para llegar a una meta predeterminada (…) Por lo tanto tenemos que volver a

los dos elementos que citáramos al principio: a) Que las partes son las que interponen

los recursos; b) Que no es toda resolución la que se impugna. Estos dos elementos

nos dan el esquema básico del recurso, ya que implican que todo recurso va a

depender, fundamentalmente, de un acto de voluntad de personas previamente

determinadas, tanto en la ley –de manera mediata– como en el proceso –de manera

inmediata– (…) Por otra parte, la afirmación que hemos hecho de que no es toda la

resolución la que se impugna, es importante; nos indica algo sobre el contenido

conceptual de los recursos. No se impugna toda la resolución; se impugna la parte

dispositiva de la misma” (el resaltado es propio) [El-Khoury, Henry I. Los recursos

ordinarios. Su estudio en el proceso penal vigente a la luz de la doctrina, Costa Rica,

Revista de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Costa Rica, número 33, 1977, pp.

40 y 42.], análisis que permite asentar una idea sobre la que este Tribunal ya se ha

pronunciado mutatis mutandi en cuanto a la confección que debe presentar el agravio

que se presente en amparo –unilateralidad, imperatividad y coercibilidad–, y que para

el proceso penal significaría, como se ha citado en líneas superiores, que solo aquellas

resoluciones que impliquen una decisión de fondo, sean interlocutorias o finales,

pueden ocasionar un agravio susceptible de revisarse en las vías impugnativas.

De los principios que subyacen a las impugnaciones.

Continuando con la delimitación del derecho a impugnar en general, y de las

impugnaciones en materia penal, debe traerse a cuenta lo que este Tribunal ha

pronunciado con antelación en sentencia de tres de octubre de dos mil dieciocho,

dictada en el expediente 6117-2017, en donde se refirió a las formas impugnativas en

el proceso penal de la forma siguiente: “El Código Procesal Penal, Decreto 51-92, del
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Congreso de la República, desarrolla un sistema acusatorio, el cual permite una

persecución penal efectiva y la sanción oportuna de quien infringe la ley penal, pero

garantizando su aplicación dentro del marco de los derechos constitucionales y tiene

como finalidad garantizar la imparcialidad, independencia, igualdad y legalidad del

actuar punitivo del Estado. De ahí que, en su Título III, establece los distintos medios

de impugnación por medio de los cuales las partes intervinientes en el procedimiento

penal tienen la posibilidad de recurrir contra las resoluciones jurisdiccionales que

consideren le ocasionan algún agravio o violación a un interés jurídicamente protegido.

En ese mismo orden de ideas, este Tribunal ha señalado que, en materia recursiva

penal, una de las garantías fundamentales e inviolables del proceso penal, es que los

sujetos procesales pueden hacer uso de las impugnaciones establecidas en la ley para

atacar las resoluciones judiciales que consideren les perjudican, como un medio de

revisión de estas por parte de autoridad competente, ya que por su naturaleza el

proceso penal persigue objetivos de interés público y de facilitación del accionar de las

partes. Así pues, los recursos, son concebidos como las vías procesales que se

otorgan a los distintos sujetos que intervienen en el proceso, para intentar la corrección

de decisiones judiciales que, por ser de algún modo contrarias a derecho ocasionan

un posible perjuicio a los intereses que representan. La facultad de recurrir se

encuentra específicamente regulada por la ley, que establece límites expresos, tanto

en lo subjetivo -respecto a la persona a quien se reconoce la calidad de recurrente-

como en lo objetivo -resoluciones judiciales impugnables-; en cuanto a este último, rige

el principio de taxatividad, que establece que las resoluciones judiciales serán

recurribles en los casos expresamente determinados por la ley, ello en relación a lo

preceptuado en el artículo 398 del Código Procesal Penal…”.

Como se ha hecho referencia en jurisprudencia anterior, las impugnaciones


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contemplan principios propios, de los que pueden desprenderse dos clases, los

subjetivos y los objetivos, siendo los primeros aquellos vinculados a las partes que

están legitimadas para plantearlos, y los objetivos, que radican sobre los postulados

procesales que deben atenderse para su planteamiento; de esa cuenta, algunos de

estos se hallan de forma explícita al inicio del Libro Tercero del Código Procesal Penal,

específicamente, a partir de los artículos 398 al 401 de dicho cuerpo legal, y que

contemplan, entre otros, la impugnabilidad (subjetiva y objetiva), la taxatividad

(legalidad/formalidad), la comunicación y la proposición jurídica/crítica vinculante,

como pilares esenciales para la presentación, conocimiento y resolución en materia

recursiva. Mientras tanto, la doctrina ha desarrollado otros principios, de entre los que

podrían citarse el de unicidad, de trascendencia, dispositivo/congruencia, reformatio in

peius, de inmediación, entre otros.

Sobre estos principios, la doctrina y la jurisprudencia han realizado un extenso

desarrollo; por ejemplo, esta Corte se pronunció en cuanto al principio reformatio in

peius, en sentencia de siete de diciembre de dos mil veintidós, dictada dentro del

expediente 942-2022, y señaló: “… considera necesario referir lo atinente al citado

principio, como límite de actuación de los tribunales de alzada, al conocer el recurso

de apelación especial y de casación; contemplado en el artículo 322 del Código

Procesal Penal, establece: ´… Cuando la resolución solo haya sido recurrida por el

acusado o por otro en su favor, no podrá ser modificada en su perjuicio, salvo que los

motivos se refieran a intereses civiles…´, el principio reformatio in peius, también

conocido como la prohibición de reforma en perjuicio del único impugnante, funge

como límite en materia de impugnaciones, específicamente, en las de apelación

especial y casación, e impide a dichos órganos empeorar la situación jurídica del

impugnante, si la vía o cadena impugnativa fue abierta de manera exclusiva con motivo
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de su recurso, en otras palabras, dicho principio adquiere vigencia cuando el

impugnante resulta perjudicado por el resultado de su propia impugnación –siempre

que la parte contraria no haya impugnado, también–…”; asimismo, la doctrina lo ha

desarrollado, específicamente, el autor colombiano Pérez Pinzón que refiere: “…

significa que cuando el procesado –o su defensa– apela la sentencia de primera

instancia, interpone casación o revisión, el Juez de segunda instancia, el de casación

y el de revisión no pueden empeorar la situación que le ha sido deducida en el fallo

materia de la impugnación o de acción. El principio rige cuando el procesado es

impugnante o actor único…” [Pérez Pinzón, Álvaro Orlando. Los principios generales

del proceso penal, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2004, p. 45], mientras

que Claus Roxin explicó la naturaleza que subyace a este principio, de la forma

siguiente: “… con este principio se pretende lograr que nadie se abstenga de

interponer un recurso por el temor de ser penado de un modo más severo en la

instancia siguiente. Si la fiscalía pretende conseguir una pena más elevada siempre

tendrá que interponer, para ello, un recurso en perjuicio del acusado…”. [Roxin, Claus.

Derecho Procesal Penal, Editores del Puerto S.R.L., Buenos Aires, 2000, pp. 454-455].

También sobre el principio de proposición jurídica, en múltiples fallos se ha

pronunciado este Tribunal, en relación a que esta directriz apunta a la correcta relación

entre el agravio que se señala, la norma que se aduce vulnerada y la solución jurídica

que se propone, mutatis mutandi se ha explicado de la forma siguiente: “… en palabras

de Humberto Vega, se perfila como el principio de proposición jurídica, e implica que

las infracciones para ser denunciables deben ubicarse perfectamente dentro de las

posibilidades especificadas por las exigencias técnicas del recurso y para cada causal

(…); dicha proposición jurídica permite que la autoridad objetada asista al estudio

requerido y, por otra parte, le limita en cuanto al campo que tiene a su disposición para
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realizar el análisis y tomar la decisión que en Derecho corresponde…”. [Criterio

sustentado por esta Corte en sentencias de once y veintiséis de mayo, y siete de julio,

todas de dos mil veintidós, dentro de los expedientes 3062-2020, 2500-2020 y 679-

2021, respectivamente].

Para la discusión jurídica que atiende este fallo, resulta importante hacer alusión

al principio de impugnabilidad subjetiva; la doctrina concuerda que es aquella

cualidad que subyace a una parte que se considera agraviada por una decisión, mas

no implica únicamente la creencia de agravio, sino requiere la correspondencia entre

el interés procesal que la parte procesal ostenta dentro de la causa, con el agravio que

aduce le fue causado. De esa manera, para considerarse legitimada para accionar en

impugnaciones, una parte procesal debe demostrar de qué forma el vínculo procesal

que le une a la causa y el interés que ostenta sobre esta se ha visto afectado por la

decisión. Esta idea tiene estricta relación con otros dos principios, el de trascendencia

y el dispositivo/congruencia, que implican, el primero de estos, que el vicio o error

señalado en la impugnación tenga trascendencia jurídica en la esfera de intereses que

le asisten a una parte, partiendo de su posición procesal y su intervención objetiva para

que este tenga la facultad de hacerlo valer; el segundo, relacionado a que el órgano

encargado únicamente puede conocer y resolver la impugnación de quien está

legitimado para hacerlo, así como darle únicamente los alcances propuestos, cuestión

que explica Ríos de la forma siguiente: “… El Tribunal que decide el recurso conoce

del proceso solo en cuanto a los puntos de la decisión a los cuales se refieren los

agravios, de tal modo que la manifestación concreta del impugnante acerca de los

motivos por el que el fallo resulta injusto constituye la frontera de la competencia

funcional del tribunal ad quem…”. [Ríos, Ramón Teodoro. Influencia de los principios

acusatorio y de legalidad en la impugnación penal, Revista de Derecho Procesal 3:


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Medios de Impugnación. Recursos-II, Rubinzal – Culzoni Editores, Buenos Aires,

1999, p. 373].

De los principios de impugnabilidad objetiva, unicidad y taxatividad

(legalidad/formalidad).

Ahora bien, reduciendo la discusión jurídica al punto central, debe traerse a

cuenta la impugnabilidad objetiva, esta está relacionada con la formalidad y legalidad

de cada medio impugnativo, y consiste en la correspondencia entre el agravio que se

señala, la norma vulnerada, la etapa procesal en que se pretende hacer valer y el

efecto pretendido; esta característica de las impugnaciones le diferencia de cualquier

otra actuación, pues determina y maximiza las posibilidades de que un proceso acuda

a sus fines sin perder el derrotero delineado por la ley procesal penal. En otras

palabras, el cumplimiento de los requisitos objetivamente marcados por el legislador,

solo puede conducir a un correcto ejercicio procesal y tiene como objetivo mantener

un adecuado balance entre la celeridad que exige la tutela judicial efectiva y el valor

justicia que pregona un sistema penal garantista.

Así las cosas, dentro de un sistema penal deben reconocerse, al menos, la

existencia de dos tipos de causas que habilitan la vía recursiva, los vicios y los errores;

en ese caso, el principio de impugnabilidad objetiva solventa la cuestión sobre qué es

impugnable y las formalidades para hacerlo. Para ello, se ancla en sendos principios,

como el principio de unicidad, que se traduce en la lógica normativa detrás del diseño

impugnativo, en tanto que es la propia ley la que establece un determinado recurso

para impugnar determinadas resoluciones, de tal forma que cuando corresponde uno,

normalmente no se admite otro, tal y como señala Hitters, en el sentido de que cada

resolución, generalmente, tolera (o debiera tolerar) un solo carril de impugnación y no

varios. [Hitters, Juan Carlos. Técnica de los recursos ordinarios, La Plata-Argentina,


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Librería Editora Platense, 2ª Edición, 2004, p. 56].

En conexión íntima con la unicidad, el principio de legalidad actúa como

precursor de la seguridad jurídica, y de forma procesal, garantiza la exigencia de

regularidad e igualdad en la aplicación de ley, al exigir que no pueda haber actuación

procesal sin que esté prevista o supuesta en la legislación, toda vez que la falta de

previsibilidad de las formas procesales no puede garantizar una efectiva defensa, tanto

para quien acciona como para quien se opone a ese accionar y, por tanto, erosiona la

posibilidad de un debido proceso material. Este mandato (legalidad) está plasmado en

el artículo 1º del Código Procesal Penal, y en materia de impugnaciones, está

desarrollado en el segundo párrafo del citado artículo 281 de la ley procesal penal, al

referirse de forma expresa que: “… El Ministerio Público y las demás partes solo

podrán impugnar las decisiones judiciales que les causen gravamen, con

fundamento en el defecto, en los casos y formas previstos por este Código…” (el

resaltado es propio).

Y como último pilar que soporta la objetividad en materia recursiva, se

encuentra el principio de formalidad, que refiere nuevamente Hitters, en cuanto a

que los recursos deben –por regla– ejercitarse de conformidad con el procedimiento

prescripto por los códigos rituales [Loc. Cit.], y de no hacerse entraría en juego la

manifestación negativa de este mandato, es decir, el llamado principio de

consumación, según el cual cuando el justiciable ha elegido una vía recursiva de

manera errónea, resulta inviable que pueda subsanar su error aunque el plazo de

interposición previsto legalmente aún no se haya cumplido; esta idea ha sido

desarrollada de forma más intensa para recursos técnicos como la apelación especial

o casación que, inclusive, impiden el cambio de motivo y submotivo luego de haber

sido interpuestos, y posibilitan una única vez la posibilidad para la ampliación u


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corrección, no su sustitución, esto bajo la idea de que la presentación de nuevos

motivos y submotivos supondrían un recurso nuevo y, por tanto, la ampliación del plazo

de interposición en forma fraudulenta.

Así entonces, el mandato que promueven los principios unicidad, legalidad,

consumación y formalidad, ha sido también motivo de desarrollo en la doctrina legal

emanada de esta Corte, relativa a que, bajo el principio de definitividad, quien accione

en amparo debe agotar el planteamiento de los recursos ordinarios, judiciales y

administrativos, por cuyo medio se ventilan adecuadamente los asuntos de

conformidad con el principio del debido proceso, por lo que resultaría inviable la

solicitud de protección constitucional cuando el medio de impugnación agotado es uno

inidóneo, ya que sería fútil el conocimiento del fondo de un amparo que haya sido

instado contra lo decidido a raíz del planteamiento de un recurso o remedio procesal

inviable, considerándose ocioso proseguir su tramitación hasta sentencia, debido a

que no podría prosperar la garantía constitucional instada con el propósito de

cuestionar la actuación de la autoridad cuestionada que fue consecuencia de la

desacertada actividad recursiva del amparista. [Criterio sustentado en sentencias de

tres de julio de dos mil diecisiete, once de octubre y dos de junio, ambas de dos mil

dieciséis, dictadas en los expedientes, 2173-2017, 1784-2016 y 605-2016,

respectivamente].

Bajo las anteriores previsiones, es posible concluir que el derecho a impugnar,

para ser ejercitado, requiere del cumplimiento de condiciones objetivas y subjetivas, lo

que no significa empalmar esos requisitos a imposibles, sino perfeccionar su uso para

satisfacer y efectivizar los fines para los que fueron concebidas.

Es así que, de las previsiones anteriormente citadas y de la naturaleza limitada

de este derecho, tiene lugar el principio más importante que rige la materia de
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impugnaciones, el cual aglomera la impugnabilidad subjetiva y objetiva y les conecta

a los fines procesales perseguidos; este es el principio de taxatividad, que tiene lugar

de forma trascendental en esta materia, no solo porque delimita sujetos, objetos y

materias impugnables, sino porque su misión consiste en maximizar los fines

procesales, haciendo un adecuado balance entre la tutela judicial efectiva y la celeridad

o plazo razonable de los procesos judiciales penales.

El principio de taxatividad garantiza el acceso al recurso, pues satisface la

necesidad del impugnante a que si atiende a las reglas del sistema podrá tener una

respuesta sobre la cuestión impugnada, así como la necesidad de la contraparte a no

verse sorprendida con acciones no previstas en la ley procesal penal y que puedan

retardar el proceso penal indebidamente; tiene su primera manifestación en el artículo

399 del Código Procesal Penal, que regula: “… Para ser admisibles, los recursos

deberán ser interpuestos en las condiciones de tiempo y modo que determine la

ley…”. (El resaltado es propio).

Y también ha sido reseñado por esta Corte en abundante jurisprudencia,

verbigracia, en sentencia de uno de octubre de dos mil diecinueve, emitida en el

expediente 1443-2019, que se pronunció en cuanto que, tanto la doctrina como la ley,

determinan la existencia de límites objetivos y específicos para la interposición de los

medios de impugnación, citando a Alberto Herrarte, quien afirmaba: “… En cuanto a

los límites objetivos, rige la regla de taxatividad. Un recurso solo puede ser concedido

en los casos previstos expresamente por la ley. Algunas veces dicha limitación consta

en forma específica, declarando la ley qué recursos admite una determinada

resolución judicial, y otras lo hace en forma genérica expresándose qué resoluciones

son las susceptibles de un recurso, por ejemplo, cuando se indica que el recurso de

casación sólo procede (sic) contra las sentencias o autos de sobreseimiento…”. (El
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resaltado es propio). [Herrarte, Alberto, Derecho Procesal Guatemalteco, Centro

Editorial Vile Guatemala, 1993, p. 264].

La idea referente a que la taxatividad es un principio con una doble vertiente de

protección, se explica desde la naturaleza misma del proceso penal, pues como es

sabido, en este siempre existirán, al menos, dos partes con intereses que, en algunos

casos, pueden llegar a ser diametralmente opuestos, lo que deviene de la existencia

de dos pretensiones que se mueven en direcciones particulares y que pueden llegar a

ser concurrentes o divergentes.

Por tanto, la necesidad de reglas claras para ambas partes amerita la aparición

de este mandato; podría decirse que, en materia de recursos, la taxatividad es un

elemento indispensable y es la regla general; no se concibe, actualmente, un sistema

de procedimiento penal que no posea alguna regulación. El principio de taxatividad es

una disposición definitiva, lo que quiere significar es que no se puede recurrir una

resolución judicial sino solo de la manera que expresamente lo indique el código

respectivo y en las oportunidades que, también expresamente, se indiquen en el

mismo; la taxatividad abarca no solo las formas y oportunidades para impugnar, sino

también la titularidad del derecho de impugnación. [El-Khoury, Henry I. Óp. Cit., p. 46].

El principio de taxatividad puede ser analizado desde el punto de vista del objeto

y se refiere a que la ley procesal penal debe establecer los casos en los cuales las

resoluciones son objeto de impugnación, también desde el punto de vista de la forma,

que se refiere a que la ley debe determinar al medio con el cual pueden ser

impugnadas las resoluciones, lo que origina una clasificación de los medios de

impugnación a que se hará referencia en apartados ulteriores y, por último, se

manifiesta este principio desde el punto de vista del sujeto, como fue afirmado ut supra,

cuando la ley debe atribuir el derecho a impugnar únicamente a las personas a las
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cuales expresamente señala.

De esa cuenta puede concluirse respecto de este principio que, para impugnar,

la ley debe autorizar expresamente no solo la manera y el momento de hacerlo, sino

también a la persona que lo realice. No se puede, entonces, impugnar la resolución

que la ley no permita, aunque esto vaya en desmedro de la justicia misma. (El

resaltado es propio). [Levene, Ricardo (hijo). Manual de derecho procesal penal:

doctrina, legislación y jurisprudencia, Buenos Aires, Omeba, 2ª Edición, 1967, p. 380].

De la clasificación de las impugnaciones.

Continuando con el análisis de la cuestión, dentro del sistema penal, solo

pueden considerarse recursos aquellos que están dentro del proceso como tal, es

decir, que ocurren durante su sustanciación (medios de impugnación en sentido

estricto); mientras que aquellos que están por fuera del proceso penal, sea porque no

son penales propiamente o porque el proceso ha finalizado, se consideran formas

impugnativas, pero no recursos.

Así las cosas, podrían considerarse medios de impugnación en sentido estricto,

el recurso de reposición, el de queja, de apelación, de apelación especial, y de

casación; mientras que asumirían la calidad de formas impugnativas (fuera del proceso

penal) la acción de revisión, el amparo y la inconstitucionalidad en caso concreto, estas

últimas dos de carácter estrictamente constitucional y subsidiario.

Ahora bien, para clasificar los medios de impugnación en materia penal, la

doctrina ha expuesto diversas categorías que permiten su mejor entendimiento y

diferenciación, considerando este Tribunal traer a colación los criterios clásicos para

ello, que atienden a tres cuestiones: por el órgano competente para conocer del

recurso, por el ámbito de acción del recurso y, por último, por la naturaleza resolutoria

o de la resolución que somete a revisión.


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Devolutivos y no devolutivos (órgano competente):

Esta categoría diferenciadora únicamente opera en relación a los recursos

ordinarios, y se configura en función de qué órgano es el competente para conocer el

recurso; así, existen los recursos no devolutivos, de los cuales conoce y resuelve el

mismo órgano (reposición) y los recursos devolutivos que son los que atribuyen su

conocimiento a un órgano jurisdiccional distinto y superior en grado (apelación) [Robles

Garzón, Juan Antonio y Arturo Álvarez Alarcón (Coords.). Lecciones breves de

derecho procesal penal, Granada, Ed. Comares S.L., 2020, p. 134]. Esta clasificación

también se conoce como recursos propios e impropios, siendo los primeros los de

alzada y, los segundos, los resueltos por el mismo órgano [Iberico Castañeda,

Fernando. Óp. Cit., p. 76.], lo que para la doctrina y jurisprudencia de este Tribunal

sería la clásica distinción entre remedio procesal y recurso, en tanto que los primeros

son de carácter horizontal y, los segundos, de carácter vertical o de alzada.

Ordinarios y extraordinarios (ámbito del recurso):

Esta categorización responde a las formalidades exigidas para la impugnación,

que pueden ubicar al recurso dentro de un ámbito de interposición, conocimiento y

resolución más o menos complejo, se relaciona con la relevancia de los motivos que

sustentan la impugnación, y se dirige a establecer motivos para la admisibilidad y

límites para el conocimiento; los recursos ordinarios son aquellos en los que su

admisión no está determinada por la alegación de unos motivos determinados por la

ley y, por tanto, tampoco limitan el ámbito de cognición o los poderes del órgano ad

quem, es decir, que el órgano a quo y ad quem tienen, ex lege, los mismos poderes

ante la controversia, los cuales pueden ser limitados para el segundo por efecto de lo

alegado por el impugnante (tantum devolutum quantum apelatum); el recurso ordinario

por antonomasia es el de apelación. Por otro lado, los recursos extraordinarios, son
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aquellos en los que la ley fija unos motivos de forma taxativa cuya alegación por el

recurrente constituye un requisito de admisión, como consecuencia de esto, el órgano

llamado a conocer de ellos queda, asimismo, limitado en un doble plano, primero por

la ley, que reduce la cognición a dichos motivos y, segundo, por el/los motivo/s

efectivamente alegados por el recurrente [Robles Garzón, Juan Antonio y Arturo

Álvarez Alarcón (Coords.), Óp. Cit., p. 135]; sobre esta distinción se ha pronunciado

mutatis mutandi este Tribunal de la forma siguiente: “En razón del efecto devolutivo

que ostenta la apelación, el juez Ad quem, asume la plenitud de la jurisdicción, en otras

palabras, el tribunal de alzada tiene la amplitud de conocimiento del juez de primer

grado, circunscrito de lo que es materia de revisión, ello porque, como consecuencia

del recurso de apelación, es investido de la competencia para conocer y pronunciarse

sobre aquello que fue impugnado, con el fin de confirmar, reformar, adicionar o revocar

la resolución recurrida, únicamente en la medida que se haya interpuesto el recurso.”.

[Criterio sostenido, entre otras, en sentencia de nueve de febrero de dos mil veintidós,

dictada dentro del expediente 1189-2021].

Contra resoluciones interlocutorias y definitivas (naturaleza de la resolución

impugnada):

Para tal distinción se parte de la base de la relación del recurso con la cuestión

principal del juicio; desde este cuadrante serían principales los que atacan las

decisiones que ponen fin al pleito, e incidentales los que se dirigen contra las

providencias interlocutorias [Hitters, Juan Carlos, Óp. Cit., p. 67]; en ese sentido, el

proceso penal está estructurado principalmente por dos fases (instrucción y

enjuiciamiento), así la mayoría de resoluciones interlocutorias se van dictando

durante la fase de instrucción [preparatoria e intermedia para el ámbito guatemalteco],

ya que esta fase está integrada por muchas actuaciones que requieren, para su
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práctica, de una resolución procesal [Loc. Cit.], por lo que estas resoluciones son

susceptibles de ser recurridas mediante diversas vías (reposición, apelación o queja).

Por otro lado, estarían las resoluciones definitivas, que ocurren cuando el proceso

termina en una instancia, ya sea por la sentencia que resuelve el fondo del asunto o

un auto que tenga la condición de finalizar la misma, por lo que cabe recurrir dicha

resolución mediante otras vías impugnativas (apelación, apelación especial o

casación).

Del recurso de reposición y sus clases.

Clasificadas las impugnaciones de forma general, corresponde pronunciarse

sobre la que interesa para la cuestión jurídica que se aborda, el recurso de reposición.

En cuanto a este medio de impugnación se ha pronunciado la doctrina y la

jurisprudencia de diversas formas, estableciendo las características que lo revisten; de

esa cuenta, en cuanto a los efectos de su conocimiento y resolución, se entiende como

no devolutivo o impropio, pues es conocido por el mismo órgano jurisdiccional que

emitió la resolución objetada, lo que implica que es de carácter horizontal y, aunque la

ley procesal penal lo catalogue como recurso y no remedio, puede entenderse que su

objetivo está dirigido a la reconsideración de una decisión por parte de la misma

autoridad; en segundo lugar, en cuanto al ámbito de su presentación y análisis, se

considera un recurso ordinario, por cuanto no ostenta motivos o submotivos de

presentación, sino una proposición jurídica general que permite un análisis integral de

la cuestión por parte del revisor; y en tercer lugar, en cuanto a las resoluciones que

somete a revisión, se considera reservado exclusivamente para aquellas

interlocutorias, es decir, decisiones que tengan trascendencia procesal, pero que no

pongan fin al proceso.

El artículo 402 del Código Procesal Penal determina el ámbito de conocimiento


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del citado medio de impugnación, de la forma siguiente: “… El recurso de reposición

procederá contra las resoluciones [autos] (…) que no sean apelables (…) a fin de que

el mismo tribunal que las dictó examine nuevamente la cuestión y dicte la resolución

que corresponda.”, de esa cuenta que también se le considere en la doctrina como la

reconsideración, es decir, aquella forma impugnativa para lograr el reexamen de una

cuestión que ha sido decidida por un órgano jurisdiccional.

En esa línea es definida por el derecho comparado, en donde recibe diversas

denominaciones, pero bajo una misma naturaleza, verbigracia, en la legislación

procesal penal mexicana, en la que se concibe como revocatoria: “En el caso del

recurso de revocación este tiene como fin una autoevaluación del fallo del mismo

juez emisor de una resolución desfavorable para uno de los intervinientes. (…) Es

un medio de impugnación de que disponen los intervinientes agraviados que tiene por

objeto obtener del mismo Tribunal (A quo) que dictó la resolución, que la

examine nuevamente y que resuelva como corresponda.” (el resaltado es propio)

[Escalante, Sonia y Quintero Dagoberto. Los medios de impugnación en el proceso

penal acusatorio oral, México, Dike: Revista de investigación en Derecho, Criminología

y Consultoría Jurídica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, No. 19,

abril–septiembre 2016, p. 145].

Como se ha referido, este medio impugnatorio está dirigido a atacar una

resolución que ha causado agravio y cuyo reexamen estará a cargo del mismo órgano

jurisdiccional que lo expidió, en consecuencia, no se trata de un recurso con efecto

devolutivo; así lo relata César San Martín Castro, específicamente, en cuanto a que,

lo que fundamenta la existencia de este recurso es el principio de economía procesal,

que busca evitar una doble instancia en casos que no se amerita, teniendo en cuenta

la naturaleza de las resoluciones materia de impugnación que, como se ha indicado,


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son autos interlocutorios a través de los cuales únicamente se impulsa el desarrollo

del proceso y disponen actos procesales que no se pronuncian respecto a las

pretensiones principales sino a cuestiones de simple trámite [San Martín Castro,

César. Derecho Procesal Penal, Lima, Editora Jurídica Grijley E.I.R.L., Vol. II, 1999, p.

93], idea que es reforzada por Levene, quien señala sobre la reposición “Se denomina

también recurso de revocatoria y de súplica, y lo resuelve el mismo tribunal que dictó

la resolución impugnada. Se trata de un medio de impugnación que no tiene efecto

devolutivo. Tiene lugar ante los autos interlocutorios, que son los que resuelven

algún incidente o encauzan el procedimiento, a fin de que el mismo juez que los ha

dictado, los revoque por contrario imperio. Se interpone para reparar errores

procesales.” (el resaltado es propio). [Levene, Ricardo (hijo). Manual de derecho

procesal penal tomo II, Buenos Aires, Depalma Editores, 2ª Edición, 1993, p. 656].

Bajo la idea de reconsideración que subyace al recurso de reposición se

encuentra la de la celeridad procesal, como relata el autor arriba citado, en ese sentido,

la ley procesal penal guatemalteca determinó dos casos de procedencia o supuestos

objetivos para el planteamiento de este recurso, diferenciándolos en cuanto a su

interposición, tramitación y resolución.

El primero de estos, es el conocido en la práctica forense como reposición

escrita, y está contenido en el citado artículo 402, que establece lo siguiente: “…

procederá contra las resoluciones dictadas sin audiencia previa, y que no sean

apelables (…) Se interpondrá por escrito fundado, dentro del plazo de tres días y el

tribunal lo resolverá de plano, en el mismo plazo.” (el resaltado es propio). Esta es la

forma original del multicitado recurso, que busca oponerse a decisiones que han sido

emitidas sin la posibilidad de que la parte quien se considera agraviada estuviere

presente para llevar a cabo el contradictorio respectivo, es decir, que funge como la
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manifestación del derecho de defensa establecido en el artículo 12 constitucional, al

darle la posibilidad a la parte procesal que se considera afectada por una decisión

tomada en su ausencia, de defenderse de esta solicitando su reexamen.

El segundo caso de procedencia, es el denominado en la práctica forense como

reposición oral, y está contenido en el artículo 403 del Código Procesal Penal: “Las

resoluciones emitidas durante el trámite del juicio podrán ser recurridas por las

partes tan solo mediante su reposición. En el debate, el recurso se interpondrá

oralmente y se tramitará y resolverá inmediatamente, sin suspenderlo, en lo

posible…” (el resaltado es propio). Este segundo presupuesto constituye una

manifestación propia del contradictorio oral que subyace al proceso penal, sin

embargo, su concepción responde concretamente a la fase procesal en donde se

produce la etapa del juicio, que tiene como fundamento por antonomasia la celeridad

y la oralidad, por lo que el legislador diseñó la forma de atacar alguna decisión

interlocutoria en las audiencias que conforman esta fase, tanto las que están dentro

de la preparación del debate, como la del debate propiamente, que son sustanciadas

con la participación e intervención definitiva de todas las partes procesales.

Asimismo, otra característica de esta segunda forma impugnativa de la

reposición, es su ductilidad, al establecerse en el segundo párrafo de la norma citada:

“… La reposición durante el juicio equivale a la protesta de anulación a que se refiere

la apelación especial para el caso de que el tribunal no decida la cuestión de

conformidad con el recurso interpuesto.”, cuestión que se hace especialmente

relevante para comprender el fin del reclamo contenido en el recurso, así como la

naturaleza misma de esta impugnación [oral] que propugna la celeridad procesal de

los actos propios de la fase del juicio; esta última idea es importante de resaltar, toda

vez que la ley procesal penal, al contemplar el escenario en donde la resolución del
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recurso es infructuosa, es decir, que es declarada sin lugar la reposición oral, le

despoja de cualquier carácter definitivo, pues le atribuye el carácter de una formal

protesta [artículo 282 del Código Procesal Penal: “Protesta. Salvo en los casos del

artículo siguiente, el interesado deberá reclamar la subsanación del defecto o

protestar por él, mientras se cumple el acto o inmediatamente después de cumplido,

cuando haya estado presente en el mismo.” (El resaltado es propio.)] para la

presentación de un motivo de forma en apelación especial [artículo 419 del Código

Procesal Penal: “Motivos. El recurso especial de apelación solo podrá hacerse valer

cuando la sentencia contenga cualquiera de los siguientes vicios: (…) 2) De forma:

inobservancia o errónea aplicación de la ley que constituya un defecto del

procedimiento. En este caso, el recurso solo será admisible si el interesado ha

reclamado oportunamente su subsanación o hecho protesta de anulación, salvo

en los casos del artículo siguiente.” (El resaltado es propio.)]; lo que refuerza la idea

sostenida en apartados anteriores, en cuanto a que los reclamos susceptibles de ser

reponibles [resoluciones interlocutorias] no afectan cuestiones trascendentales y, por

tanto, no son meritorios de detener el proceso, ni habilitar una revisión inmediata vía

otra impugnación, difiriendo el conocimiento del vicio o error procesal oportunamente

protestado, para ser presentado contra la decisión que sí pone fin al litigio [sentencia

o auto definitivo], fórmula que tendría la misma suerte en cuanto a la justicia

constitucional, tornando innecesario y prematuro un reclamo constitucional sobre una

cuestión que aún no se discute a fondo en la vía ordinaria.

De la necesidad de innovar la jurisprudencia en pro de la taxatividad.

Luego de plasmar lo relativo al recurso de reposición, la naturaleza que subyace

a su inclusión en la ley procesal penal y los tipos de reposición que se configuran de

forma taxativa, corresponde explicar las razones esenciales para el giro en la


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jurisprudencia asentada por esta Corte con anterioridad, relativa a extender el uso de

la reposición oral a fases fuera del juicio.

Una primera cuestión estaría anclada en la razón de ser del recurso, como

medio impugnativo de autos interlocutorios, en su generalidad, dictados sin audiencia

previa; como se ha relatado, la lógica detrás de esta inclusión es, necesariamente,

dotar a la parte que se considera afectada, de una forma para atacar una resolución

dictada sin su presencia, por no haber sido convocada, así lo entiende la doctrina, que

señala: “La vía impugnativa, en el caso de estos recursos, se abre solo cuando se dan

resoluciones dictadas sin sustanciación; de ahí que la parte que no ha sido oída antes

de dictarse un pronunciamiento que le causa perjuicio, tiene la oportunidad de lograr

que se rectifique lo resuelto…” [El-Khoury, Henry I. Óp. Cit., p. 59], lo que denota de

manera clara que, el auto interlocutorio que se dicte en las fases previas al juicio, que

en principio no resuelve alguna cuestión de fondo susceptible de afectar intereses de

forma definitiva, sino constituye una decisión procedimental, solo resulta impugnable

en reposición [escrita] si no se ha podido atacar en la audiencia en que se dictó, pues

de haberse podido ejercer contradictorio en ese acto, la discusión sobre este se habría

consumado y el derecho de defensa se vería consagrado, resultando innecesario y

contrario a la celeridad procesal someter a discusión de todas las partes, nuevamente,

una decisión que, no solo ya contó con la participación activa de los presentes al

dictarse y que no requiere tipo alguno de reconsideración, sino que no ocupa la

trascendencia para generar un nuevo estudio en sede ordinaria, quedando a salvo el

derecho de asentar la formal protesta del acto para quien insista en el desacuerdo con

la decisión.

Lo anterior aseverado, empalmaría el punto esencial de este giro

jurisprudencial, en tanto que, si la naturaleza de la reposición en las fases previas al


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juicio está íntimamente vinculada a que en estas fases pueden dictarse resoluciones

sin audiencia de parte, es decir, sin la posibilidad de que aquellas puedan hacer valer

su derecho de defensa, ello implica que, si la parte que se considera afectada sí estuvo

presente durante el acto procesal en donde se dictó la resolución que aduce agraviante

y tuvo intervención activa para contradecir los argumentos de la parte solicitante, no

siendo dicha intervención la que el juez de la causa tomara en cuenta para su decisión,

no es posible someter nuevamente a discusión el tema, primero, por no tratarse de

una cuestión trascendental para el proceso y, segundo, porque de permitirse, se

promovería una suerte de discusión infinita sobre aspectos procesales que pueda

afectar el plazo razonable para el juzgamiento de las cuestiones en materia penal; a

esto se sumaría otra razón de peso, sostenida en que, al permitirse la doble discusión

sobre una cuestión interlocutoria que no es trascendental, esta segunda discusión e

inminente resolución adquiriría el carácter de definitiva, específicamente, para

objetarse en sede constitucional.

Es bajo esta lógica que la interposición de la reposición [oral] en audiencia, se

postule limitada por el Código Procesal Penal únicamente a la etapa del juicio, en

donde la discusión es estrictamente oral y, además, porque la interposición y

resolución de la impugnación ocurre a las puertas o en la etapa final del proceso

[preparación del debate o debate propiamente] y, por ende, no lo entorpecería, pues

puede su resolución ser diferida al acto final del proceso [sentencia] o, en el caso de

fracasar, constituir formal protesta que habilita la apelación especial bajo un motivo

forma [Vid. Artículo 419 del Código Procesal Penal].

Lo anterior es explicado por la doctrina de la forma siguiente: “… El fin de este

recurso es no atacar el fondo del asunto, más bien es para resolver cuestiones de

mero trámite, es decir sin sustanciación, sin entrar al fondo por ello no se ingresa
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al debate previo de los intervinientes…” (el resaltado es propio) [Escalante, Sonia y

Quintero Dagoberto. Óp. Cit., p. 145].

Así las cosas y sostenido en estas razones, este Tribunal considera necesario

girar el sentido de la anterior jurisprudencia, que al extender el uso del recurso de

reposición hacia otras fases procesales distintas a las establecidas taxativamente por

la ley procesal penal, no diferenció la naturaleza y trascendencia de las decisiones que

se convertirían en objeto del recurso, concepción que ha provocado la inclusión de un

medio recursivo más en las actuaciones orales que suceden en las fases preparatoria

e intermedia, inclusive, en fases extra-procesales u otros procedimientos análogos,

alterando el principio de taxatividad y legalidad en materia de impugnaciones, teniendo

como principal consecuencia, precisamente, lo que el Código Procesal Penal pretendió

evitar al diseñar el desarrollo procesal de sus fines, que era la existencia de

mecanismos que pudiesen entorpecer o dilatar el proceso penal de forma infinita.

Así, si bien la jurisprudencia anterior consideró dicha extensión del recurso

como una garantía de la tutela judicial efectiva, al permitir que las partes procesales

tuvieran, en cualquier audiencia oral distinta a las del juicio, la posibilidad de impugnar

vicios procedimentales y sustanciales, tal interpretación ha demostrado, en la práctica

ordinaria y constitucional, la generación de más obstáculos procesales de los que

pretendía eliminar, creando inclusive procedimientos impugnativos paralelos,

utilizados reiteradamente por las partes procesales para atacar indefinidamente

cualquier acto, resolución o decisión emitida en audiencia [esto para lograr acceder a

la vía del amparo], sin atender a que algunos de los anteriores no revisten siquiera la

posibilidad de ser objeto de impugnación alguna, casos a los que se aúnan, más

trágicamente, aquellos en los que, ante la existencia de un medio taxativo de

impugnación, las partes procesales eligen inidóneamente la reposición facultativa,


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provocando el trastorno de la cadena impugnativa y, por ende, la imposibilidad de

dotarles de una tutela judicial efectiva.

Lo anterior ha quedado reflejado de forma contundente en jurisprudencia

reciente emitida por esta Corte, que señaló: “... Vale la pena acotar que, en este caso,

la falta de claridad de lo resuelto por la juez reprochada dejó en estado de indefensión

a la entidad amparista, ya que se vio imposibilitada de plantear el medio de

impugnación que habría resultado idóneo (apelación) ante lo decidido (extinción

de la responsabilidad penal por prescripción); de ahí que el yerro en que incurrió

la autoridad cuestionada, al no decretar el efecto procesal de lo dispuesto

(sobreseimiento), provocó que excepcionalmente se habilitara el planteamiento

del único medio de impugnación al alcance de las partes en la misma audiencia

oral (reposición), no obstante, al emitir el acto reclamado, la citada autoridad no

corrigió su proceder ni confirió los efectos legales que correspondían a su

decisión, sino que se limitó a confirmar lo resuelto, con lo que mantuvo el estado

de indefensión en que colocó a las partes procesales, cuestión que ocasionó agravio

en sus derechos fundamentales.”. [Sentencia de veinte de enero de dos mil veintidós,

dictada dentro del expediente 648-2021].

Entre tantos, el caso anterior pone de relieve una problemática latente en la

práctica forense, provocada por la configuración de un mecanismo impugnativo

facultativo, que no solo ha provocado el retraso del sistema de justicia penal, al debilitar

la imperatividad de las formas previstas dentro de la ley procesal penal para impugnar,

y también ha generado una cantidad considerable de reclamos en la justicia

constitucional sobre cuestiones procesales que no tienen relevancia ordinaria por ser

prematuros o meramente procesales, ni constitucional al no debilitar la esfera de

derechos de las partes procesales que cuentan con sendos mecanismos para
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defenderse a lo largo del proceso penal.

En conclusión, es necesario revertir la jurisprudencia citada en líneas

superiores, eliminando la posibilidad de que la reposición pueda ser facultativamente

planteada de forma oral en cualquier audiencia fuera de la etapa del juicio, a efecto de

garantizar la tutela judicial efectiva de las partes, en plena observancia de los principios

rectores de las impugnaciones y del derecho a impugnar, que consiste en una

prerrogativa de doble vía, y permite la garantía de poder hacerlo, así como la de limitar

a que no se practique de forma desmedida y dilatoria; en este sentido, el anunciado

giro jurisprudencial se fundaría en una idea pragmática: “… aun cuando fuese

justificado usar un criterio ajeno al que ha usado el legislador, habría que dar cuenta

de una dificultad en la aplicación del criterio. Como se ha señalado, en universos del

discurso abiertos, no podemos identificar expresamente a todos los casos individuales

regulados por una norma”. [Navarro, Pablo E. y Laura Manrique. El desafío de la

taxatividad, Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, España, Vol. LVIII, 2005,

p. 826]; en otras palabras, retornar a la taxatividad en la reposición oral solo puede

significar el fracaso que denotó su uso desmedido en la práctica forense, por lo que no

puede ser considerado un retroceso en el garantismo del proceso penal, sino una

realidad que debe ser adoptada para la eliminación de prácticas de litigio malicioso, lo

que no excluye que las partes, en uso de la oralidad, puedan hacer solicitar la

subsanación de vicios o errores procesales, o bien asentar la protesta oportuna que

les permita canalizar sus reclamos en fases ulteriores y mediante las impugnaciones

diseñadas para el efecto.

–IV–

Como cuestión inicial se estima necesario asentar que siendo que la

inidoneidad de la reposición fue el fundamento básico para disponer el rechazo del


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recurso aludido, resulta pertinente pronunciarse, en primer término, acerca de tal

extremo.

El amparista, al promover reposición, invocó el artículo 402 del Código Procesal

Penal que establece: “… El recurso de reposición procederá contra las resoluciones

dictadas sin audiencia previa, y que no sean apelables a fin de que el mismo tribunal

que las dictó examine nuevamente la cuestión y dicte la resolución que corresponda.

Se interpondrá por escrito fundado, dentro del plazo de tres días y el tribunal lo

resolverá de plano, en el mismo plazo…”. La autoridad reprochada, luego de conceder

intervención al Ministerio Público, dispuso rechazar la reposición instada por estimar

que era improcedente.

El amparista reprocha que la autoridad denunciada no consideró que la

reposición fue planteada dentro de la audiencia, en virtud de que era el momento

procesal oportuno para realizarlo, limitándose únicamente a indicar que los artículos

402 y 403 del Código Procesal Penal eran claros, sin hacer pronunciamiento alguno

de consideraciones de hecho y Derecho para la decisión, lo que la convierte en

“inconclusa”.

En el caso concreto, como se ha explicado a lo largo de la ratio decidendi de

este fallo, la autoridad objetada estaba imposibilitada para conocer el recurso de

reposición, pues de hacerlo vulneraría los límites objetivos en materia recursiva,

específicamente el principio de taxatividad, por el que un recurso solo puede ser

concedido en los casos previstos expresamente por la ley –artículo 399 del Código

Procesal Penal– y, tal y como se estableció en el apartado anterior, la reposición en

audiencia está limitada a la fase del juicio.

Por lo considerado, esta Corte concluye que, contrario a lo afirmado por el

postulante, la decisión asumida por la autoridad reprochada no ha ocasionado


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violación a ningún derecho o principio constitucional que amerite la tutela

constitucional, debido a que dicha autoridad actuó conforme a las facultades que la ley

rectora del acto reclamado le confiere, habiendo procedido en ejercicio de la exclusiva

potestad de juzgar, conferida a jueces y magistrados, por los artículos 203 de la

Constitución Política de la República de Guatemala y 403 del Código Procesal Penal.

En razón de lo anterior, debe declararse sin lugar el recurso de apelación

interpuesto y, como consecuencia, confirmar la sentencia de amparo venida en grado,

al ser improcedente el amparo, pero por los motivos expuestos en este fallo, con la

modificación en cuanto a la multa impuesta a la abogada patrocinante, la cual no

procede en el presente caso, por el giro en la jurisprudencia de este Tribunal.

LEYES APLICABLES

Artículos citados y 265, 268 y 272, literal c), de la Constitución Política de la

República de Guatemala; 8º, 10, 42, 45, 49, 52, 53, 60, 61, 66, 67, 149, 163, literal c),

185 y 186 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad; 29, 35 y

36 del Acuerdo 1-2013 de la Corte de Constitucionalidad.

POR TANTO

La Corte de Constitucionalidad, con base en lo considerado y leyes citadas,

resuelve: I. Sin lugar el recurso de apelación interpuesto por Luis Diego Mayorga

Dávila –postulante–. II. Confirma la sentencia venida en grado, con la modificación en

cuanto a precisar que no se impone multa a la abogada Vivian Lissette Dávila Soto,

por el giro en la jurisprudencia de este Tribunal. III. Notifíquese y, con certificación de

lo resuelto, devuélvase el antecedente al tribunal de primer grado.


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Firmado por:
HECTOR Página 45 de 45
HUGO
PÉREZ
AGUILERA
/ CORTE DE
CONSTITUCI
ONALIDAD
Fecha:
09/01/2024
10:52:38
Razón:
Aprobado
Firmado por: Firmado por:
NESTER LEYLA
MAURICIO SUSANA
VÁSQUEZ LEMUS
PIMENTEL / ARRIAGA /
CORTE DE CORTE DE
CONSTITUCI CONSTITUCI
ONALIDAD ONALIDAD
Fecha: Fecha:
09/01/2024 09/01/2024
10:53:35 10:54:00
Razón: Razón:
Aprobado Aprobado

Firmado por: Firmado por:


ROBERTO DINA
MOLINA JOSEFINA
BARRETO / OCHOA
CORTE DE ESCRIBÁ /
CONSTITUCI CORTE DE
ONALIDAD CONSTITUCI
Fecha: ONALIDAD
09/01/2024 Fecha:
10:56:32 09/01/2024
Razón: 10:58:36
Aprobado Razón:
Aprobado

Firmado por:
ANGÉLICA YOLANDA
VÁSQUEZ GIRÓN /
CORTE DE
CONSTITUCIONALIDA
D
Fecha: 09/01/2024
10:59:07
Razón: Aprobado

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