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La lógica se divide en varias categorías según su campo de estudio. La lógica filosófica estudia el
concepto y la definición, la enunciación o proposición y la argumentación utilizando los métodos y
resultados de la lógica moderna para el estudio de problemas filosóficos. La lógica matemática
estudia la inferencia mediante sistemas formales como la lógica proposicional, la lógica de primer
orden y la lógica modal. La lógica informal se enfoca en el desarrollo lingüístico de los
razonamientos y sus falacias. La lógica computacional es la aplicación de la lógica matemática a las
ciencias de la computación.
Los orígenes de la lógica se remontan a la Edad Antigua, con brotes independientes en China, India
y Grecia. Desde entonces, la lógica tradicionalmente se considera una rama de la filosofía, pero en
el siglo XX la lógica ha pasado a ser principalmente la lógica matemática, y por lo tanto ahora
también se considera parte de las matemáticas, e incluso una ciencia formal independiente.
No existe un acuerdo universal sobre la definición exacta o los límites de la lógica.456 Sin
embargo, el ámbito de la lógica (interpretada en sentido amplio) incluye:
Etimología y acepciones
La palabra «lógica» deriva del griego antiguo λογική logikḗ, que significa «dotada de razón,
intelectual, dialéctica, argumentativa» y que a su vez viene de λόγος (lógos), «palabra,
pensamiento, idea, argumento, razón o principio».78i
Del mismo modo existe el concepto sociológico y cultural de lógica como por ejemplo «lógica
deportiva», que en general, podríamos considerar como «lógica cotidiana» - también conocida
como «lógica del sentido común».
Un argumento en este sentido tiene su «lógica» cuando resulta convincente, razonable y claro; en
definitiva cuando cumple una función de eficacia. La habilidad de pensar y expresar un argumento
así corresponde a la retórica, cuya relación con la verdad es una relación probable.
La inferencia es el proceso por el cual se derivan conclusiones a partir de premisas.9 Cuando una
conclusión se sigue de sus premisas por medio de inferencias válidas, se dice que éstas implican
aquella.
Tradicionalmente, se distinguen tres clases de inferencias: las deducciones, las inducciones y las
abducciones, aunque a veces se cuenta a la abducción como un caso especial de inducción.11 Las
inducciones se estudian desde la lógica inductiva y el problema de la inducción. Las deducciones,
en cambio, son estudiadas por la mayor parte de la lógica contemporánea.12
En lógica, la validez es una propiedad que tienen los argumentos cuando las premisas implican la
conclusión. Si la conclusión es una consecuencia lógica de las premisas, se dice que el argumento
es deductivamente válido.13 Algunos consideran estas dos nociones idénticas y usan ambos
términos indistintamente. Otros, sin embargo, consideran que puede haber argumentos que no
sean deductivamente válidos, como las inducciones. En cualquier caso, de las inducciones a veces
se dice que son buenas o malas, en vez de válidas o inválidas.
Está soleado.
No es lunes.
Marte es un planeta.
Para que un argumento sea deductivamente válido, no es necesario que las premisas o la
conclusión sean verdaderas. Sólo se requiere que la conclusión sea una consecuencia lógica de las
premisas. La lógica formal exige únicamente una relación condicional entre las premisas y la
conclusión. Esto es: que si las premisas son verdaderas, entonces la conclusión también lo es (esta
es la caracterización semántica de la noción de consecuencia lógica); o alternativamente: que la
conclusión sea deducible de las premisas conforme a las reglas de un sistema lógico (esta es la
caracterización sintáctica de la noción de consecuencia lógica). Si un argumento, además de ser
válido, tiene premisas verdaderas, entonces se dice que es sólido.
Las expresiones de las que depende la validez de los argumentos se llaman constantes lógicas, y la
lógica las estudia mediante sistemas formales.14