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Acompañante Terapéutico

Incumbencias

Rol del AT

El AT desde la mirada de la ley Nº26.657

ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO

- CONCEPTO

El acompañamiento terapéutico es un dispositivo que permite sostener la continuidad de


tratamientos ambulatorios, en casos en los que a la persona o a los familiares se les dificulte
hacerlo por cuenta propia y cuando los profesionales tratantes evalúen la necesidad.

A lo largo de más de 60 años que lleva esta práctica en nuestro país, ha demostrado ser una
herramienta eficaz en la reducción de recaídas y hospitalizaciones, así como también en la
reinserción de la persona al lazo social.

El acompañante terapéutico es un auxiliar de la salud que cuenta con los conocimientos y


experiencia para abordar los diversos casos.

El “rol del acompañante terapéutico” no responde a standards, sino que se define a partir de la
singularidad de cada sujeto.

Algunas de sus funciones más destacadas son:

-propiciar la emergencia de la subjetividad


- promover el desarrollo del lazo social

- trabajar sobre los puntos de dificultad, haciendo hincapié en los recursos (capacidades)
presentes en la persona y orientar al familiar en el vínculo con el paciente.

En un sentido coloquial acompañar es "estar con otro”.

En cuanto a "acompañar terapéuticamente” indica también "estar con otro/s” pero desde un
marco teórico y referencial que fundamenta un accionar terapéutico, una operatoria con
direccionalidad.

El acompañante terapéutico es un recurso humano preparado para asistir personas que se


encuentran atravesando por alguna circunstancia o proceso, que afecta su salud, es decir, una
crisis, una enfermedad ,una discapacidad, etapa vital, etc.

El acompañante terapéutico es quien sostiene, con su presencia, una función asistencial


específica en el área de la salud, incluido siempre dentro de un equipo que trabaja con la diada
salud – enfermedad.

El acompañante terapéutico cuenta con conocimientos que le permiten transitar junto a su


acompañado, por los procesos antes mencionados, desempeñando un rol centrado en el
apoyo y sostén frente a las dolencias de su asistido.

El acompañamiento terapéutico implica la apertura de otro espacio más al servicio del


paciente y su familia, que ofrece una presencia terapéutica en lo cotidiano de las actividades
de quien padece.

Dicho espacio, a su vez, crea una cotidianeidad con el paciente que va a resultar inédita, ya
que se presta a la construcción de un vínculo en un espacio – tiempo que va a tener
características particulares.

El acompañante terapéutico es un agente de salud que se ubica en lo cotidiano para poder


actuar. De este modo, es capaz de operar sobre lo subjetivo, lo vincular, lo comunitario y lo
social.

Es oportuno indicar que apunta a contener en forma empática al paciente y a su familia,


otorga escucha, contención, apoyo y comprensión psicológica de los procesos por los que
atraviesa el paciente, como sujeto y como miembro de un grupo.
La posibilidad de brindar apoyo, así como otros posicionamientos del acompañante, son
convenidos con el profesional actuante. El carácter de este abordaje es flexible, por ello
comprende la posibilidad de implementar propuestas, estímulos y adecuaciones.

Además el A.T interviene, modera, induce, evita, programa, implementa la mediación, limita,
etc. Con el propósito de otorgar entidad terapéutica a su trabajo.

El servicio se desarrolla y configura según la problemática del paciente, las características


socio - familiares, el momento del tratamiento, los objetivos del mismo y el o los lugares en
donde se llevará a cabo.

Una de las características de este recurso terapéutico es que en todos los casos propone e
incentiva la realización de actividades positivas como la apertura de espacios y contextos de
interacción, apropiación del ocio, actividades recreativas y lúdicas, etc.; apuntando en todos
los casos a mejorar la calidad y estilo de vida.

De lo antes mencionado se desprende que la labor del acompañante terapéutico se adapta a


las características, necesidades y situación de cada paciente. Por ello se desempeña en los
distintos ámbitos en donde se encuentre el sujeto de la atención, ya sea en el domicilio, en la
vía pública o en instituciones.

Una de las tareas del acompañante terapéutico es oficiar de sostén para que el paciente pueda
mantener su función dentro de la familia, la comunidad y el ámbito social. Además desempeña
un rol activo para que el paciente pueda conservar actividades vinculadas con lo laboral y/o
educativo. También coopera con la realización de tareas que promuevan el desarrollo del lazo
vincular - social.

Vale destacar que los acompañantes terapéuticos no enseñan, no formulan demandas al


paciente, no se ubican en lugares de saber – poder, no se ofrecen como modelo de salud, no
piden que el paciente asocie, etc.

Los acompañantes influyen e intervienen en el área intersubjetiva – vincular; por lo tanto se


requiere de un seguimiento por parte de los profesionales a cargo, ya sea para orientar la
operatoria en el sentido terapéutico pertinente o buscado, así como también, para "trabajar”
las vicisitudes que todo vínculo reporta.

•A quiénes va dirigido y cuándo se implementa el acompañamiento terapéutico


Se pueden beneficiar de forma directa, con la implementación del acompañamiento
terapéutico, diversos grupos vulnerables; ligados estos a problemáticas de: salud mental,
discapacidad, adicciones o vejez; así como también pacientes con patologías duales.

El recuso de acompañamiento terapéutico se brinda tanto a niños como a adolescentes,


adultos, adultos mayores y gerontes.

Es importante destacar la importancia de este recurso para la asistencia de pacientes que


atraviesan por crisis de crecimiento o momentos de cambios importantes como: adolescencia,
matrimonio, elección del trabajo, casamiento de los hijos, separación, jubilación, viudez, etc.

El enfoque de trabajo del acompañamiento terapéutico conlleva en si una mínima distancia


que requiere de gran disponibilidad afectiva.

Constituye el método menos agresivo de contención de pacientes descompensados.

•Dispositivo de acompañamiento terapéutico

En este sentido el desempeño del acompañante dentro del dispositivo, se manifiesta con por
lo menos dos caras visibles. Por un lado, lo cotidiano, lo dramático – vivencial, lo intersubjetivo
y que engloba también las actividades a realizar y las posibilidades de sostén del paciente.
Dichas actividades cooperan con la optimización de las condiciones concretas de existencia,
mejorando la adaptabilidad.

Por otro lado, el aporte al dispositivo conjunto, por parte del A.T; integrando al mismo datos
relevantes, para que puedan ser tratados en el encuadre del consultorio por el profesional
actuante.

Conforme a lo expresado lo que va a aparecer como figura, para el paciente ,es la presencia del
A.T en lo cotidiano; es decir la compañía, la posibilidad de intercambio, el encuentro con otra
mirada de la realidad, la oportunidad de realizar tareas que antes no podía, etc. Mientras lo
que va a suceder como fondo será la definición, en equipo, de estrategias de abordaje y otros
lineamientos de pertinencia terapéutica.

•Vinculo acompañante terapéutico – acompañado (paciente).


Uno de los ejes del trabajo del mencionado recurso es el relacionado con la producción y
características del vinculo A.T – paciente. Se puede entender a dicho vínculo, desde nuestra
perspectiva, como una experiencia intersubjetiva móvil, con la forma de elipse dialéctica en la
que se suceden recurrentemente momentos de apertura y cierre en distintos aspectos;
permitiendo recrear el mismo y alejarse de la estereotipias y cristalizaciones.

•Ambitos de intervención y acompañamiento

El acompañante terapéutico se relaciona con el paciente en distintos ámbitos: domicilio,


instituciones de salud, así como también en el afuera, a través de la realización de actividades
pensadas para cada individuo y acorde a los distintos momentos del proceso de tratamiento.

EL ROL DEL AT:

LO QUE SE ESPERA DE UNO ALLÍ DONDE ACOMPAÑA

"En un vigilante de insensatos es menester buscar una contextura corporal bien


proporcionada, músculos llenos de fuerza y vigor, un continente orgulloso e intrépido cuando
llegue el caso, una voz cuyo tono de ser necesario, sea fulminante; además, el vigilante debe
ser una probidad severa, de costumbres puras, de una firmeza compatible con formas suaves y
persuasivas […] y de una docilidad absoluta a las órdenes del médico” (Esquirol, 1838).

Es conveniente, antes que todo, diferenciar el rol de la/s función/es del acompañante
terapéutico, ya que de esta confusión provienen buena parte de las dificultades de in-
definición de nuestro campo (Rossi, 2011). En primer lugar, el rol representa un determinado
tipo de actor (el acompañante terapéutico) en un contexto determinado (el ámbito clínico y
sociocomunitario), lo cual establece una determinada expectativa social acerca de lo que se
puede esperar de ese actor. Berger y Luckmann establecen que un rol “es un correlato de la
institucionalización del comportamiento” (“serie de acciones y tareas tipificadas por tipos de
actores”), “representa un orden institucional” y circunscribe zonas específicas de conocimiento
socialmente objetivado (Berger y Luckmann, 2001).

En este sentido, al Acompañamiento Terapéutico corresponden una serie de acciones y tareas


tipificadas:acompañar, apoyar, contener, etc.; por tipos de actores: los acompañantes
terapéuticos; y un campo de saber específico que lo enmarca y fundamenta: el saber en torno
al vinculo en lo cotidiano, y por supuesto el marco conceptual desde donde se sostiene su
intervención: el psicoanálisis, la psicología sistémica y la psicología social.

Definir el rol del acompañante terapéutico lejos de poner en riesgo la singularidad de lo que se
juega en un acompañamiento, asienta un nexo institucional de comportamiento que permite
delimitar socialmente, entre lo que es y lo que no es Acompañamiento Terapéutico.
No es lo mismo la tarea por la que el acompañante terapéutico es convocado (rol), que las
coordenadas que guían y determinan la ejecución singular de la tarea (función).

Si bien en sus inicios esta indefinición, este dejarse ubicar por las demandas institucionales,
públicas y privadas, facilitó el crecimiento y la expansión del Acompañamiento Terapéutico en
Latinoamérica, permitiéndole integrarse en espacios muy heterogéneos como el ámbito
sanitario, social o judicial, en España, por el contrario, el campo del acompañamiento es
compartido por otras profesiones con mayor historia y soporte institucional que nuestra
actividad. Con lo cual, la necesidad de diferenciarnos de otros enfoques e inscribirnos
institucionalmente en el contexto español cobra especial interés.

Desde el punto de vista del rol, se espera que un acompañante terapéutico siempre priorice
entre sus objetivos: la construcción de un vínculo positivo y de confianza en el marco de una
metodología de lo cotidiano sobre otros objetivos (como higiene, traslados, habilidades de la
vida cotidiana, etc.) entendiendo que lo primero es el camino para llegar a lo segundo. Según
Rossi (2011) el trabajo inicial debe estar encaminado “hacia el establecimiento de alguna
confianza en el vínculo, desde la actitud de cautela y la disposición del acompañante hacia el
diálogo”.

Podría pensarse que esta jerarquización de las prioridades, a la hora de la intervención, varía
cuando el rol del acompañante terapéutico se desarrolla en otros ámbitos como en el ámbito
escolar o de la discapacidad intelectual, dado que el elemento educativo cobra en estos casos
especial interés. Perola práctica demuestra que esto no es así, como demuestran estas dos
elocuentes experiencias de acompañantes en el campo de la discapacidad:

Acompañar a un joven con deficiencia mental es caminar a su lado ofreciendo una ayuda
especializada… Pero sobre todo es un acto de amor que le permite el crecimiento… respetando
sus limitaciones, potenciando sus capacidades. (Guzmán, 2002)

El Acompañamiento Terapéutico, aunque mayoritariamente ha sido dentro de la escuela,


también ha sido fuera de ésta, me he ido con él de campamento, he hecho AT en su casa, nos
hemos ido a lugares recreativos. Todas estas salidas ayudaron sobre todo a fortalecer el
vínculo conmigo, a poder trabajar también con aquellos elementos que pertenecen a su día a
día, como es su casa.(Mirón, 2010).

El “Código de Ética de Acompañante Terapéutico”, elaborado por el equipo de María Laura


Frank y Nilda Graciela Bustos (Frank y Bustos, 2011), es otro apoyo a la configuración del rol,
normas de conducta y principios éticos con una apoyatura legal que orientan al acompañante
para el buen desempeño de su labor, estableciendo sus derechos y deberes.
En cuanto a sus objetivos generales es importante destacar que son aplicables, por su
similitud, aquellos que son propios de otros dispositivos de intervención sociocomunitaria,
demostrando su pertenencia a este ámbito de intervención.

La rehabilitación psicosocial, plantea los siguientes objetivos:

- Apoyar al mantenimiento en el propio domicilio o en el entorno socio comunitario y familiar


en las mejores condiciones posibles.

- Mejorar la situación y calidad de vida de los usuarios

- Evitar situaciones de marginalización y abandono.

- Apoyar a las familias.

- Ofrecer acompañamiento y apoyo para mejorar la vinculación con los servicios de salud
mental y de servicios sociales.

Si bien es cierto que estos objetivos no contemplan la función auxiliar del acompañamiento en
cuanto al tratamiento, son aplicables en tanto se tenga en cuenta esta característica como algo
tácito e intrínseco al Acompañamiento Terapéutico.

El planteo según el cual “El rol del At implica una ardua tarea teórica, que se va a materializar
en la práctica individual de cada Acompañante en relación al acompañado” (Goyeneche y
Piccini, 2011) es correcto dado que el rol se materializa en la práctica individual y por lo tanto
en cada relación. Ahora bien, el principal esfuerzo, “la ardua tarea teórica”, no está en la
definición del rol, sino en el trabajo de dilucidación de las funciones que ocupa el
acompañante en relación a los actores significativos dentro del tratamiento (acompañado,
familia, equipo, terapeuta).

La definición del rol, en tanto tarjeta de presentación del dispositivo, debe ser clara, genérica y
fácilmente comprensible para el entorno en donde el dispositivo pretende insertarse. Desde
esta perspectiva, en sentido general, en la mayoría de los casos el rol del acompañante
terapéutico se asocia a la tarea de proveer “una adaptación ambiental” (Duarte, 2005), un
acomodamiento al mundo del acompañado a modo de una “una red artificial temporal” similar
a lo que Erickson define como “sistema sustitutorio por tiempo limitado” (Erickson en Haley,
1994) “red artificial sustitutiva provisoria”, que de soporte y apoyo, y abra posibilidades al
crecimiento de la persona y su entorno.
Se definirá así un rol a partir de los elementos técnicos constitutivos de esta disciplina, con el
fin de disponer de instrumentos conceptuales que nos permitan diferenciar el
Acompañamiento Terapéutico de otras disciplinas con las que comparte el campo, sin tener
que realizar una larga enumeración de todo lo que no es, como hacíamos hace diez años.

QUÉ ES SER ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO

La reclusión obligada de los que sufren patologías mentales ya fue. Los tratamientos que
operan en el ámbito propio del paciente ganan predicamento. Aquí emerge la figura del
acompañante terapéutico.

El rol que cumplen el profesional es un agente de salud. Es una incorporación nueva dentro de
ese ámbito. Responde a un dispositivo alternativo nuevo que trabaja con patologías complejas
que hasta el momento los métodos tradicionales no podían cubrir. Entonces se trabaja de
manera interdisciplinaria con todo un equipo que trata esas patologías que exceden el ámbito
privado de la atención.

En Argentina en la década del 60 aparecen dos precursores, los doctores Eduardo Kalina y
Jorge García Badaracco. Este último, siendo jefe de Servicio del Hospital Neuropsiquiátrico
Borda, en Buenos Aires, crea una comunidad terapéutica. En tanto que Kalina desarrolla la
figura auxiliar del “acompañante terapéutico”. Para comprender esta creación hay que
entender que antes las políticas estaban vinculadas a pacientes que tenían distintas
enfermedades mentales, y que nosotros llamamos locura. Terminaban internados y casi sin
posibilidades de recuperación.

Es decir, el tratamiento consistía básicamente en la reclusión

La internación institucional equivalía al aislamiento del paciente de su familia. Frente a las


enfermedades mentales había una visión psiquiátrica en la cual predominaba un abordaje más
bien coercitivo, donde además no se contemplaba la posibilidad de que el paciente pudiese
insertarse en la sociedad. Dentro de la práctica clínica psiquiátrica Kalina hace un primer
intento de sostén del tratamiento en el ámbito del paciente, incorporando un agente que él
denominó ‘amigo calificado’. Trató así a un alcohólico, una persona que finalmente pudo
reinsertarse en la vida social. A partir de esta experiencia, se ve la importancia de este nuevo
agente al que se le da un cambio en la denominación. Como la definición de amigo podía mal
interpretarse, en relación a la función que debía cumplir, se acentuaron los aspectos
terapéuticos. Para el período que estamos hablando, la figura se fue institucionalizando en la
Argentina.
El movimiento sobre la formación académica del AT alrededor del acompañante terapéutico
empezó en Buenos Aires y de ahí se extendió al resto de la Argentina. La llegada al interior es
un proceso más lento, aunque sé que la matrícula se ha incrementado mucho en nuestra
región.

Actualmente estamos en el proceso de legitimación y de reconocimiento de la figura del


acompañante. Porque ha habido tres etapas en la historia del acompañante. Una es de
conceptualización, que se dio entre 1960 y 2000, donde se define la práctica, y empiezan las
primeras experiencias. Otra de institucionalización, entre 2000 y 2010, con la creación de la
Asociación de Acompañantes Terapéuticos de la República Argentina – AATRA-. Y por último la
etapa de legalización, en 2010, con la reglamentación de la Ley de Salud Mental.

•Cambio de mirada

El AT e está conectado con la idea de tratar al paciente dentro de su ámbito, de hecho en el


año 2010 se promueve una nueva Ley de Salud Mental, que justamente tiende a evitar las
internaciones. En la década del 60 aparece ya un primer proceso de ‘desmanicomialización’,
cuando se empieza a conceptualizar la enfermedad desde otro lugar. Entonces Kalina se
plantea la posibilidad de cambiar la mirada sobre lo que es la locura. Y junto con eso diseñar
un dispositivo que permitiera que esos pacientes que habían sido internados pudieran ser
externalizados. La función del acompañante, así, estaba ligada a un trabajo “extra muros”,
realizando actividades relacionadas con la contención en momentos de crisis. Este enfoque se
fue consolidando con el tiempo.

Se interna al paciente cuando es peligroso para sí mismo y para terceros. Pero si no están
presentes esos condicionantes, se permite la externalización. El acompañante es esa figura que
sostiene emocionalmente al otro. Lo apuntala. Lo escucha, presta oído a su angustia, a su
padecer, y también a sus alegrías.

El profesional de cabecera que en este caso podría ser un psicólogo, un psiquiatra o un médico
clínico. Ellos llevan adelante con el equipo la definición de la estrategia en función de cada
caso en particular, en relación con la historia clínica y el tipo de patología. En este contexto se
incorpora el acompañante como una estrategia posible. Cuando hablo de equipo me refiero a
que intervienen otros profesionales, como psicoterapeutas, trabajadores sociales, y demás.

El trabajo del acompañamiento terapéutico sirve para sostener a un sujeto en sus actividades
diarias. Se busca permitir que el paciente continúe o retome sus actividades laborales, sus
estudios y sostener su inserción social en la medida en que esto sea posible.
•Tipos de intervenciones

- La esfera de acción incluye las adicciones de todo tipo.

El acompañamiento terapéutico se ubica en relación a pacientes con distintos problemas


vinculadas a la salud mental: con riesgos suicidas, adictos, anoréxicos, bulímicos, depresivos,
psicóticos, ludópatas, ancianos socialmente aislados o pacientes que presentan dificultades en
su tratamiento

El acompañante se reinventa a cada momento. Está todo el tiempo repesando su acción.


Independientemente de la perspectiva teórica desde la que aborda su trabajo, está
considerando todo el tiempo caminos a seguir según las particularidades del paciente y las
circunstancias que se presentan.

•Ejemplo tipo de intervención

– Paciente con depresión y psicopatías. Estaba en su casa y todos los vínculos con la familia
eran vínculos conflictivos. Vivía prácticamente encerrado en su habitación, aislado de todo.
Sufría crisis reiteradas, que implicaban por un lado un desgaste importante para la familia y
después reinternaciones. En un mismo año podía tener entre siete u ocho internaciones.
Luego de que se lo compensaba, volvía a la casa. En este caso, el acompañante debía tratar de
rearmar los lazos y ponerse en una actitud de escucha permanente. Se trataba de potenciar,
en el fondo, aquellas habilidades que tienen que ver con la construcción de un proyecto de
vida sostenible.

•Riesgo de dependencia del acompañante

El profesional se plantea objetivos para su abordaje. Es un encuadre que tiene que ver con la
organización horaria. Hay que ir ajustando el tiempo con vistas a la ‘despedida’. Esto tiene que
ver con la desligación. Es cuando el paciente logra sostenerse por sí solo

Caso: paciente que estuvo internada en un hospital psiquiátrico de Buenos Aires. Su situación
era de aislamiento, no hablaba con nadie, no deseaba tener contacto con nadie. Los
profesionales que la trataban habían perdido la esperanza de hacer algo por ella. Cuando se
propone la incorporación del acompañante, éste se sitúa en ese lugar de espera y de escucha.
Es decir su trabajo se concentró en el orden simbólico. Lo que hacía básicamente era llevar el
mate, con el propósito de establecer algún vínculo. Al principio no fue fácil. Al mate se lo
tomaba él solo. Pero su presencia estaba operando. Ese estar ahí abrió las puertas. Porque en
un momento el paciente quiso tomar mate. Fue la respuesta que todos esperaban.

•Patologías, en el ámbito de la salud mental


-drogodependencia -trastornos alimenticios -trastornos de ansiedad

- enfermedad de Alzheimer.

El acompañante es básicamente sostenimiento emocional. Inclusive en enfermedades en las


que ya no hay más nada por hacer. Enfermedades terminales. Esto tiene que ver con la
elaboración del proceso de duelo. El acompañante trabaja a nivel familiar entendiendo que se
incorpora en la cotidianeidad de la vida del paciente. Ya sea que esa cotidianeidad se dé en su
casa, en el espacio de internación o en las instituciones hospitalarias. Es, por otro lado, una
fuente importante de información para aquel que está a cargo del tratamiento. Al estar cerca
del paciente puede aportar una visión empírica de su situación.

•La Ley N°26.657 postula que la persona con alguna patología mental debe “ser reconocida
como sujeto de derecho, y a que se presuma su capacidad”.

En la parte atinente a la atención, habla de que “debe ser desarrollada preferentemente fuera
del ámbito de la internación, en el marco de un abordaje interdisciplinario e intersectorial”.

La internación sólo debe llevarse a cabo “cuando aporte mayores beneficios terapéuticos que
el resto de las intervenciones realizables en el entorno familiar y comunitario”.

Debe ser “lo más breve posible” y nunca se debe prescribir o prolongar “para resolver
problemáticas sociales o de vivienda”.

Debe tenderse a “mantener los vínculos y la comunicación con familiares, allegados, y el


entorno laboral y social”.

En cuanto a la internación involuntaria, la ley habla de que “sólo se aplica de modo


excepcional, sólo cuando a criterio del equipo de salud exista situación de riesgo cierto e
inminente en el caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios”Información General

•DEFINICIONES DE SALUD MENTAL

Para la OMS:
Salud mental: un estado de bienestar (Diciembre de 2013)

La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de


sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de
forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

La dimensión positiva de la salud mental se destaca en la definición de salud que figura en la


Constitución de la OMS: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y
no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».

SALUD MENTAL EN LA LEY NACIONAL

La nueva Ley de Salud Mental, sancionada y promulgada en 2010, abre las puertas al
movimiento de desmanicomialización, es una ley con una mirada integradora, que considera a
las personas como sujetos de derechos, que puede leerse en su texto las nociones de inclusión
social y laboral, , vínculos y comunicación, propios de un posicionamiento bio-psico-social;
estableciendo no solo derechos para las personas con padecimientos mentales, sino una
amplitud laboral para los profesionales de la salud mental, como también como corresponde,
controles, lineamientos de trabajo y responsabilidades para los profesionales, sin dejar de lado
en esto a la figura del Estado.

La mirada jurídica de una ley, tiene que ver con dar herramientas para quien está inmerso en
el tema de la salud mental, y poder defender los derechos propios o de terceros. El psicólogo
social o AT, no solo debe tener teoría y praxis sobre la problemática, sino, conciencia de
protección además en el ámbito normativo, son recursos valiosos, que pueden hacer la
diferencia a la hora de defender la salud mental de las personas. No es necesario llamar un
abogado para realizar una denuncia en el Órgano Revisor de la ley, o para reclamar a la obra
social algunas prestaciones que contempla la ley y que no todos cumplen.est

En la estructura de la norma se establecen los derechos y garantías de las personas, de define


como dije anteriormente la salud mental, establece el ámbito de aplicación , establece
parámetros para los equipos interdisciplinarios, habla en detalle sobre las internaciones, que
deben ser con carácter restrictivo, contemplando las breves, voluntarias e involuntarias,
responsabilidades, derivaciones de tratamientos ambulatorios o internaciones, establece la
autoridad de aplicación (Ministerio de Salud de la Nación) y el órgano de revisión, para velar
por el cumplimiento de dicha ley.

La nueva ley, tiene una mirada desde un sujeto bio-psico -social, que tiene derechos, que se los
reconoce desde el Estado, quien tutela su salud mental, y que lo hace desde el marco
regulatorio de los derechos humanos. Tiene una mirada integral e inclusiva. Se postula desde
una corriente de desmanicomialización, y que años antes de esta ley, se comienza con las
externalizaciones.

Tanto las internaciones voluntarias como involuntarias, están debidamente contempladas en


todo su proceso, el cual, leyendo esta ley, una persona ya está sabiendo por ejemplo, cómo y
en qué condiciones debe ser la misma para una persona pasible de ser internado.

Crea deberes al estado y a los profesionales de la salud mental, debiendo hacer cumplir las
normas en el primer caso, y en el segundo, debiendo denunciar si sabe de algún trato indigno.

Se crea un órgano de revisión, encargado de hacer cumplir todo lo expuesto en la ley. Que
recién se implementa tres años después.

Se reforma un código de fondo como es el código civil, teniendo en cuenta las declaraciones de
incapacidad e inhabilitación; y la libertad personal, que no debe coartarse.

Rol del AT desde la mirada de la ley Nº26.657

El Artículo 1 establece el Bien Jurídico Protegido: La salud mental de todas las personas con
padecimiento mental *1que habitan el territorio nacional. Como también la subsidiariedad, es
decir, si hay una ley más beneficiosa se aplicará ésta.

*1 Entiéndese por padecimiento mental a todo tipo de sufrimiento psíquico de las personas
y/o grupos humanos, vinculables a distintos tipos de crisis previsibles o imprevistas, así como a
situaciones más prolongadas de padecimientos, incluyendo trastornos y/o enfermedades,
como proceso complejo determinado por múltiples, componentes, de conformidad con lo
establecido en el artículo 3° de la Ley Nº 26.657. (Decreto reglamentario de la ley de salud
mental 603/2013)

El artículo 3, establece tres puntos importantes en este nuevo paradigma:

•Una nueva definición y concepción de salud mental.

“Se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos,
socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento
implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos
humanos y sociales de toda persona.”
Presunción de capacidad. Siempre se considera capaz a la persona, no al revés, hasta que
mediante juicio de insania pruebe lo contrario.

Factores excluidos y prohibidos para realizar un diagnóstico:

a) Status político, socio-económico, pertenencia a un grupo cultural, racial o religioso;

b) Demandas familiares, laborales, falta de conformidad o adecuación con valores morales,


sociales, culturales, políticos o creencias religiosas prevalecientes en la comunidad donde vive
la persona;

c) Elección o identidad sexual;

d) La mera existencia de antecedentes de tratamiento u hospitalización.

Con respecto a la modalidad de abordaje, el artículo 8 establece a cargo de quien estará la


promoción de la atención en salud mental, entra aquí la figura del AT. “…esté a cargo de un
equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores
capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente. Se incluyen las áreas de
psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas o
campos pertinentes.” Esta última parte de la redacción nos indica que las profesiones que
enumera, no son taxativas, es decir, que deja abierta la posibilidad de enmarcar dentro de esta
normativa, otras disciplinas que no se tuvieron en cuenta en el articulado, así como se aclara
en el decreto reglamentario de la ley “Los integrantes de los equipos interdisciplinarios
asumen las responsabilidades que derivan de sus propias incumbencias profesionales en el
marco del trabajo conjunto. Las disciplinas enumeradas en el artículo 8° de la Ley Nº 26.657 no
son taxativas. Cada jurisdicción definirá las características óptimas de conformación de sus
equipos, de acuerdo a las necesidades y particularidades propias de la población.”

El ámbito de abordaje de la intervención del AT en general siempre será fuera del hospital o la
internación, puesto que el espíritu de esta ley es justamente progresivamente, abandonar el
contexto de encierro, en el tratamiento para padecimientos mentales graves, si hablamos del
acompañamiento de estas patologías. Sabemos, que el AT, puede realizar un acompañamiento
en contextos institucionales, como una escuela por ejemplo. O en internaciones breves, según
el caso y el cuadro clínico. Por eso, el artículo 9 de la Ley, nos habla de que “El proceso de
atención debe realizarse preferentemente fuera del ámbito de internación hospitalario y en el
marco de un abordaje interdisciplinario e intersectorial, basado en los principios de la atención
primaria de la salud. Se orientará al reforzamiento, restitución o promoción de los lazos
sociales.”
El AT establece responsabilidades a los integrantes, profesionales y no profesionales de los
equipos de salud, y esto está muy claro en el artículo 29, que si bien se encuentra en el
capítulo que contempla todo lo referente a las “internaciones”, no significa que no se deba
extender a todos los ámbitos en los cuales el abordaje interdisciplinario este presente, o sea,
que no esté sujeto al cumplimiento de esta norma el AT en cualquier intervención que realice.
Siempre en miras de evitar tanto el menoscabo de los derechos del acompañado (paciente)
como para resguardo por cualquier indeseado futuro problema legal.

•Nuevo paradigma

En el marco de las nuevas leyes de salud mental -las cuales proponen todo un proceso de
desmanicomialización-, urge la necesidad de contar con los acompañantes terapéuticos, que
son una figura clave en las externaciones de los pacientes. El profesional tiene la posibilidad de
prevenir internaciones o segregaciones en la vida cotidiana de los pacientes.

Las nuevas leyes de salud mental son un avance grande para entender al sujeto que padece
dolencias subjetivas a los fines de evitar el confinamiento. En ese contexto, el acompañante
terapéutico es un dispositivo privilegiado porque posibilita que el tratamiento sea realizado en
la casa del paciente, sin necesidad de restituirlo permanentemente a la internación.

El AT puede ser parte integrante como fundamental de los llamados equipos


interdisciplinarios, donde nuestra labor consiste en ser parte del ámbito cotidiano, aspectos de
los cuales se nutren o deberían hacerlo, los demás profesionales de la salud.

Desde el aspecto de la inclusión del sujeto acompañado, que marca y subraya mucho esta ley,
somos los AT una pieza fundamental, para ser ese nexo, el puente entre aquello a alcanzar
dentro de los parámetros de salud, y esa persona a acompañar.

La Ley vigente de salud mental, al desalentar la internación en instituciones psiquiátricas e


impulsar las internaciones domiciliarias y el vínculo entre el paciente y sus grupos de
pertenencia y las actividades sociales y laborales habituales, demandan una red de servicios de
atención integral, que incluye a estos profesionales.

Los acompañantes terapéuticos que antes eran una posibilidad sólo para pacientes que
contaban con recursos para contratarlos, hoy se han convertido en una necesidad en los
tratamientos interdisciplinarios

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