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Acompañamiento Terapéutico (concepto de terapéutico, diferencia con cuidador, encuadre, supervisión,

funciones)

Material de Clase Acompañante Terapéutico

Muchas veces en nuestra profesión podemos encontrarnos con gente que no reconoce nuestra
labor profesional y surge la pregunta: “¿tu trabajo es cuidar al enfermo?”. En este trabajo, voy
a desarrollar quien es el acompañante terapéutico, cuál es su función, y todo aquello que nos
permita fundamentar nuestra profesión.
Comenzaremos por conocer el significado de dos términos muy importantes: acompañamiento
y terapéutico.
La relación con al término acompañar deriva del latín cumpanis, compañeros que se reunían
para elaborar una materia prima, el pan. A partir de la inclusión del sufijo "a", la palabra cambia
y su transformación indica la presencia de otro compañero y un destino común en ellos. Su
origen global se relaciona con los fracasos de los tratamientos clásicos en la psiquiatría, como
así también el auge de los tratamientos de abordaje múltiple en salud mental y patologías
médicas complejas.
Acompañamiento es el acto y resultado de acompañar: encontrarse en compañía de otros
individuos o añadir algo a una cosa diferente.
A partir de estas concepciones, es posible utilizar el concepto de acompañamiento en diferentes
contextos. El acompañamiento de una persona pueden ser sujetos que, en cierto momento, la
están acompañando. El apoyo o sostén que se le brinda a algo o a alguien también recibe el
nombre de acompañamiento.
Terapéutico es un concepto que procede de la lengua griega y que alude a aquello vinculado a
la rama de la medicina que se encarga de la difusión de las pautas y del suministro de remedios
para tratar problemas de salud.
En concreto podemos determinar que es una palabra que se genera a partir de la duma de dos
componentes griegos como son estos:
-El verbo “therapeuein”, que puede traducirse como “cuidar”.
-El sufijo “tico”, que es el equivalente a “relativo a”.
Se denomina terapéutica, por lo tanto, a la especialidad medicinal encargada de los medios para
el tratamiento de dolencias y afecciones con la finalidad de lograr la curación o minimizar los
síntomas.
Una vez que ya hemos conocido el significado de ambas palabras, vamos a explicar que es un
acompañante terapéutico.
El AT es un agente de la salud, académicamente formado y con experiencia vivencial en el rol,
con alto grado de vocación asistencial, que trabaja junto a un equipo terapéutico especializado,
con una concepción dinámica y compleja de las enfermedades humanas, con el fin de asistir
cotidianamente e intensivamente a personas que sufren de trastornos graves que afectan su
salud física-mental y su adaptación a la vida familiar-laboral-social, que realizan tratamiento
interdisciplinario, teniendo en cuenta su singularidad, su problemática y sus circunstancias.
(Fernández D'Adam, 1991).
El AT requiere para desarrollar su trabajo la continencia de la red humana terapéutica (Equipo)
que le permita el acompañamiento en que comparte simétricamente vivencias cotidianas,
ayudando a decodificarlas asimétricamente, intentando favorecer la claridad al aparato psíquico
del paciente en un marco de reparentalización, que actuará como soporte representacional,
recreando el escenario vincular distorsionado por la enfermedad (G. Fernández D'Adam-Julio
Cano-Comunidad Terapéutica Infantil de Don Torcuato, 1985).
El Acompañamiento Terapéutico como “dispositivo” (Michell Foucault), parece referir al
entramado de una serie de prácticas y de mecanismos con el objetivo de hacer frente a una
urgencia y de conseguir un efecto con tres aspectos fundamentales: la naturaleza estratégica
del dispositivo, su heterogeneidad y su funcionamiento en red. El concepto de dispositivo ha
permitido redimensionar el acompañamiento en tanto hoy es mucho más que una herramienta
terapéutica. Se trata de un proyecto de conceptualización que, apoyado en las categorías
fundamentales del psicoanálisis, ha ido conquistando nuevos territorios y campos de aplicación.
Se trata también de un posicionamiento ético frente a la enfermedad y su implementación se
teje con enunciados, discursos e instituciones que la regulan (Susana Kuras de Mauer -
Acompañantes terapéuticos. Actualización teórico - clínica, 2013).
El acompañamiento, cuando se considera necesario incluirlo en un tratamiento
psicoterapéutico, es terapéutico sólo en la medida en que se construye con cada paciente,
contemplando la particularidad clínica y social del mismo, no habiendo a priori un protocolo de
tareas o actividades a realizar prefijadas, ya que éstas dependerán de cada caso particular. El
acompañamiento es un dispositivo que está al servicio de una intervención clínica, por lo tanto,
no es el tratamiento en sí mismo, ni tampoco implica una técnica de control o vigilancia del
paciente, ni es un dispositivo acabado, sino que se incluye dentro de un tratamiento y está sujeto
a la estrategia de éste y de quien lo dirige y coordina (Carlos Ledesma Lara, Tesis Doctoral,
Madrid, 2013).
Diferencia entre AT y Cuidador/Asistente
Acompañante terapéutico es un profesional de la salud capacitado que pone el foco de su
actividad en lo terapéutico, es un dispositivo flexible que puede implementarse en diferentes
ámbitos: institución, domicilio, ambulatorio. Dicha tarea la realiza un agente de salud que
trabaja en forma interdisciplinaria con los profesionales que atienden al paciente. Lo hace
integrando criterios y logrando intervenciones que tengan potencialidad y coherencia. Es un
trabajo coordinado, con orientación a objetivos y donde se pone el foco en la particularidad y
singularidad de la problemática de cada paciente dentro de un equipo interdisciplinario.
Constituye un rol de múltiples funciones: actúa como soporte, genera el restablecimiento de
lazos, contiene al paciente y a su familia en situaciones de crisis, ofrece un espacio de dialogo
donde la problemática a resolver puede encausarse a través de la palabra, estimula, comparte,
sostiene al paciente en su escolaridad, promueve la reinserción social por medio de diferentes
actividades recreativas, etc. LOS CUIDADORES / ASISTENTES. Realizan otro tipo de tareas más
relacionadas con el bienestar y confort del paciente, especialmente en discapacidad y geriatría.
Se encargan de asistir a la persona para comer, movilizarse, higienizarse, promover
entretenimiento, etc. Básicamente se trata de un servicio de cuidados, destinado a la contención
y asistencia, para personas que estén atravesando una situación crítica médica (quirúrgicos,
oncológicos, gerontes, etc.). Asisten al paciente para su mejor bienestar. Su formación sanitaria
es reducida y muchas veces producto de la experiencia de la actividad. (Haciendo Caminos 3.
Guillermo Fernández D´Adam).
Encuadre
La clínica del acompañamiento terapéutico es singular ya que se desarrolla en un territorio
diferente, se inserta en lo cotidiano, la calle, el cine, un bar... cualquier lugar de la ciudad, del
barrio, de la casa; lugares de circulación de otros, nuestros, de nuestros pacientes; son lugares
ajenos, distintos al de un consultorio, quizás por ello el encuadre se convierte en una
herramienta de mucho valor que funciona como brújula, como protección y como sostén de la
estrategia.
El encuadre es un concepto técnico que viene del psicoanálisis.
Siguiendo a Bleger para entender el un proceso debemos tener un no-proceso. El encuadre sería
un “no-proceso” en el sentido de que es constante, dentro de cuyo marco se da “el proceso”.
Así, “el encuadre serían las constantes de un fenómeno, un método o una técnica y el proceso al
conjunto de variables. Refiere que “para que se comprenda un proceso solo puede ser
investigado si se mantienen las mismas constantes (encuadre)”.
El encuadre delimita el marco que permitirá apreciar la forma en que se da un proceso en un
trasfondo constante. Bleger en su artículo dirá: “… dentro del encuadre psicoanalítico incluimos
el rol del analista, el conjunto de factores de espacio (ambiente) temporales y la parte técnica
(en la que se incluye el establecimiento y mantenimiento de horarios, honorarios, interrupciones
regladas, etc.)”.
En el acompañamiento no hay un entorno que nos ampare en su estructura; cuando trabajamos
como at estamos solos en los espacios de circulación del paciente, ya sea su casa, la calle y en
diferentes situaciones. El encuadre se convierte en una herramienta fundamental que nos
protege principalmente de la arbitrariedad del deseo, de la buena voluntad, de los embates de
la transferencia y la contratransferencia; imprime una condición de profundo respeto por el
otro, por la subjetividad y por el proceso terapéutico.
El encuadre, una vez delimitado, marcara el contexto en el que se desarrollara el vínculo. Cuando
el encuadre habla, cuando se rompe, lo invisible se vuelve visible develando distintas situaciones
de la trama vincular at-paciente. Podremos entender esas rupturas como el idioma en que se
expresa el vínculo y en ese contexto podremos interpretar lo sucedido ya sea como un acting out, como
resistencia, como síntoma a ser develado, etc.
Cuando el encuadre se mantiene estable para que se desarrolle el proceso. Bleger sostiene: “La
simbiosis de la madre (la inmovilización del no-yo) permite al niño el desarrollo de su yo; el
encuadre tiene la misma función: nos sirve de sostén, de marco, pero solo le alcanzamos a ver
_por ahora- cuando cambia o se rompe.”
El encuadre pone un límite tanto al acompañante como al paciente en el respeto al otro, este
límite también debe ser pensado en la singularidad de cada caso.
El encuadre no solo es protector, también es promotor de la tarea; crea el escenario adecuado
para que el acompañamiento suceda, para que sea posible un proceso.
(Acompañantes. Conceptualizaciones y experiencias en A.T. Pablo A. Dragotto, María Laura
Frank).

Supervisión
La supervisión es un proceso mediante el cual una persona procesadora de un caudal de
conocimientos y experiencias, asume la responsabilidad de dirigir a otras para obtener con ellos
resultados que les son comunes.
El espacio de supervisión del A.T. es imprescindible para poder enmarcar el trabajo realizado
por el grupo terapéutico o interdisciplinario. Una supervisión directa es un espacio de trabajo
para analizar los ejes centrales del día a día del acompañamiento, como lo son el manejo de la
transferencia y contratransferencia, las situaciones temidas y las dificultades cotidianas en el
desempeño de las funciones terapéuticas, etc. La supervisión y evaluación de la cotidianeidad
del AT y su acompañado, permite analizar la tarea e intervenciones, y que estrategias son
tomados en consideración para la continuidad o reelaboración del accionar terapéutico. La
demanda de Supervisión puede surgir a partir de la necesidad del acompañante de compartir
experiencias, despejar dudas en relación a su caso, fundamentalmente aquellas referidas a su
rol, y a la articulación entre teoría y praxis. Buscamos habilitar un encuentro para que, desde el
despliegue de las particularidades de cada caso singular, se trabajen las expectativas y lugares
de frustración de quien supervisa en relación con el mismo, los puntos ciegos, esclareciendo los
alcances y limitaciones de sus intervenciones. Cada supervisión es única e irrepetible. Cada
acompañado ser pensado en singularidad. el dispositivo de Supervisión implica un corte y
detención en la práctica, la puntuación de insistencias y rarezas; favorece la producción de
nuevos sentidos, la apertura de nuevos interrogantes en relación con lo que se trae como ya
sabido y la inauguración de una escucha y reflexión sin censura. La supervisión, además, es un
espacio donde los Acompañantes Terapéuticos pueden elaborar escenas temidas, generando de
esta manera confianza al desempeñar su rol. La supervisión en los procesos de la orientación y
el desarrollo personal es un espacio para maduración ética y profesional mediante la reflexión y
la creación compartida. La supervisan en las practicas del AT, debe ser una instancia profesional,
que siempre esté presente en el hacer de los equipos interdisciplinarios y de los ámbitos de
pertenencia del AT.

Marco teórico
El acompañamiento terapéutico, desde los años 70 hasta la actualidad, ha tenido un gran
desarrollo, tanto en su difusión como en la construcción de un marco teórico propio. En aquellos
comienzos los primeros acompañantes fueron estudiantes avanzados de psicología, que, ante la
demanda de algún psicólogo o psiquiatra, se embarcaron en la tarea de acompañar. En la
actualidad, nadie pone en duda que para desempeñar el rol de acompañante es imprescindible
transitar por una formación adecuada en acompañamiento terapéutico. La capacitación del
acompañamiento terapéutico debe ser especifica ya que el rol es diferente a cualquier otro.
La formación del acompañante terapéutico debe estar basada en un proceso de enseñanza y no
de aprendizaje. La enseñanza del “arte de acompañar” no puede ignorar la importancia de la
transmisión, del valor de la experiencia, del cuestionamiento, del posicionamiento ético, de la
duda como motor y herramienta del conocimiento. Es por eso que resulta relevante que quienes
enseñen acompañamiento terapéutico sean o hayan sido acompañantes. Esto no siempre es
posible, en lugares donde el acompañamiento terapéutico está comenzando y aun no cuentan
con este recurso.
Al referirse a la duda como motor, se refiere a la transmisión de una lectura crítica de los textos
que permita que los alumnos puedan cuestionarlos, tomar posición, aplicar los contenidos
teóricos a situaciones reales.
Es necesario un trabajo centrado en la posibilidad de pensar al otro como otro, semejante pero
diferente; uno debe sentir empáticamente con el otro sin quedar atrapado en la red de la
transferencia y la contratransferencia. La formación consiste en acompañar a un sujeto para que
puede devenir acompañante de otro sujeto que sufre.
Una formación fiel al origen del acompañamiento terapéutico debe estar orientada a generar
un vínculo subjetivante que sea respetuoso de la subjetividad y cree posibilidades.
En agosto de 2010, la asamblea de la Asociación Argentina de Acompañantes Terapéuticos de
la República Argentina (AATRA) aprobó el Código de Ética para los acompañantes asociados. En
este código hay un artículo que expresa:
Art.14.- Es responsabilidad inherente al ejercicio profesional del acompañamiento terapéutico:
a) La actualización periódica y permanente de sus conocimientos como garantía de
responsabilidad e idoneidad que contribuya al prestigio de la práctica.
b) La supervisión del trabajo realizado con periodicidad.
c) Se sugiere que el acompañante pase por la experiencia de la psicoterapia personal como
garantía del servicio que brinda.
Funciones
El Acompañamiento Terapéutico no tiene funciones preestablecidas. El At es convocado por un
profesional del equipo tratante, para lograr determinados objetivos. El At puede tomarse un
tiempo para poder ir definiendo con el equipo, y en función de lo que el escucha, observa, en su
acompañado cuál será la estrategia a seguir. Se deben establecer los objetivos y el encuadre. Si
en algún momento se decide dejar el acompañamiento, se debe asegurar que el paciente
continúe con otro acompañante y que se le facilite a éste estrategias de trabajo.
Algunas funciones del acompañamiento terapéuticos que se pueden mencionar:
• Motivar la continuidad de los tratamientos.
• Acompasando los vaivenes emocionales del paciente.
• Haciendo presente la lógica del tratamiento en lo cotidiano del acompañado.
• Promoviendo la resiliencia humana y la planificación de la esperanza.
• Favorecer el intercambio con el medio social, funcionando como un semejante con quien
compartir actividades recreativas, laborales y/o educativas.
• Ofreciendo presencias en los lugares donde el acompañado desarrolla sus actividades
cotidianas.
• Realizando salidas a la vía pública.
• Creando nuevos contextos de desarrollo para el paciente.
• Ofrecer un espacio de diálogo donde lo subjetivo se pueda expresar a través de la palabra.
• Acompañando con una escucha empática.
• Otorgando una palabra subjetivante.
• Acompañar al paciente y a su familia en sus cuadros afectivos.
• Reforzando sus propios esquemas de contención y regulación.
• Mediando en posibles situaciones de conflicto, apuntando o generar convergencia.
• Promover calidad y estilo de vida.
• Reduciendo factores de riesgo.
• Potenciando factores protectores.
• Fomentar la capacidad creativa del paciente.
• Favoreciendo una adaptación activa.
• Aportándole una vía de expresión.
• Favorecer el desarrollo de las potencialidades sanas del paciente.
• Potenciando las posibilidades y capacidades del sujeto.
• Apoyando en lo anímico y lo concreto la realización de actividades.
• Cooperar con la construcción de una cotidianeidad y un vínculo beneficioso para el paciente.
• Otorgando un espacio más de producción subjetiva.
• Facilitar las condiciones que le permitan el diseño de hábitos sanos.
• Limitar en situaciones interpersonales en donde el paciente pueda resultar perjudicado.
• Oficiar de terceridad en los vínculos.
• Contener al paciente.
• Ofrecerse como referente.
• Aportar una mirada ampliada del mundo objetivo del paciente.
• Habilitar un espacio para pensar.
Lic. Verónica Fernández

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