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CANCIÓN…
Cuando tenemos turbia la vista, cuando los ojos se nublan, necesitamos ir a la luz. Y
Cristo ha dicho: “yo soy la luz del mundo”. Y añade: el que me sigue no camina a
oscuras, sino que tendrá la luz de la vida.
Danos, Señor, la inquietud del corazón que busca tu rostro, que me decida a arrancar,
mediante la penitencia, la triste careta que me he forjado con mis miserias... Entonces,
sólo entonces, por el camino de la contemplación y de la expiación, mi vida irá
copiando fielmente los rasgos de tu vida. Nos iremos pareciendo más y más a Ti.
“Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios”. Es normal que
sintamos impotencia para modificar el rumbo de la historia. Pero apoyémonos en la
fuerza de la oración. Sin el Señor, todos los esfuerzos por pacificar los corazones son
insuficientes. Al mismo tiempo, pensemos que la paz es un continuo quehacer: ser
protagonistas de esta bienaventuranza implica llevar la paz en la propia familia, en el
trabajo, en la vida social, pues Dios desea que cada uno de nosotros sea guardián de
nuestros hermanos y hermanas.
Sigamos implorando a Dios, y a nuestra Madre Reina de la Paz muchas veces al día,
con confianza de hijos, el don de la paz. La oración y la experiencia del ayuno nos
acercan a las personas que están sufriendo privaciones y angustia, y cuyo futuro se
hace incierto.
Canción: Cristo calla.
Reflexión: por segunda vez vemos a Jesús tendido en el suelo por el peso de la
indiferencia, esa indiferencia que solemos tener ante la necesidad del prójimo, no solo
de quien tenemos al lado, sino también de aquel a quien no conocemos su nombre
pero sabemos que se encuentra desorientado y sin paz. Esa paz que solo se logra
cuando el amor de Dios es quien guía nuestra vida.
Oración: Señor te pedimos perdón por ser indiferentes ante el dolor de nuestros
hermanos, enséñanos a ver en la oración el arma más poderosa contra la guerra y así
con tu amor lograr la verdadera paz.
MÚSICA…
Dramatización: (Un grupo de niños se colocan frente a Jesús que es despojado de sus
vestiduras o sobre el camión, llevan chalecos de papel con palabras: Dignidad –
Educación-Trabajo – Patria Paz – Vida) Cuando se despoja a Jesús de sus vestiduras,
también se rompen, se rasgan y despojan a estos niños adolescentes de sus chalecos -
vestiduras. Cuando se termina. Levantan la túnica que quedó de una sola pieza y que
dice…. Hijos de Dios.
Jesús, despojado de todo, teje para cada uno de nosotros, la túnica sin costuras, que no
se puede romper, que no se ha rasgado, la túnica de “Hijos de Dios” que nos da desde
lo alto de la cruz. (Cuando se termina. Levantan la túnica que quedó de una sola pieza
y que dice…. Hijos de Dios).
SILENCIO…
Reflexión:
Jesús en el calvario nos representa a todos. Sobre la cruz nos ha enseñado a amar.
Jesús, mirándote allí arriba en la cruz, también nosotros, como familia, hermanos,
amigos, padres e hijos estamos aprendiendo a amarnos y amar, a cultivar entre
nosotros aquella paz que les diste a tus discípulos en tu despedida y cuan reconfortado
estaban ellos al escucharte.
Pero muchas veces somos nosotros mismos los que crucificamos a Jesús y nos
encargamos de apartar la paz de nuestros corazones; cuando no vamos a misa, cuando
mentimos, cuando lo negamos, cuando envidiamos a nuestro hermano o nos enojamos
con nuestro prójimo.
Sin Dios no se puede vencer el mal, solo su amor nos conforta dentro, solo su amor
nos da esa paz para limpiar nuestros corazones; para llegar a esto es necesario
reconciliarnos con nuestro Padre a través de la confesión, que nos ayuda a sacar el
peso de nuestras almas, esas piedras que me han impedido actuar de la forma en la que
Él nos enseña. Con su ayuda vamos a poder dejar las piedras atrás y poder poner en su
lugar esa paz y tranquilidad de saber que nos sigue aceptando, nuevamente, como
hijos suyos.
Oración: Señor, que te has dejado clavar en esa cruz, llena nuestros corazones de
amor y nuestras almas de paz y que atraídos por tus heridas y sufrimiento sepamos
tratarnos como hermanos de un mismo Padre.
SILENCIO…
12ª ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ (Jóvenes de la
city)
-Te adoramos Cristo y te bendecimos.
-Porque con tu santa cruz redimiste al mundo
Lectura: Marcos 15, 33-37
Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús
exclamó en alta voz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Algunos
de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: “Está llamando a Elías”. Uno corrió a
mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber,
diciendo: “Vamos a ver si Elías viene a bajarlo”. Entonces Jesús, dando un grito,
expiró.
Reflexión:
Jesús, 3 horas colgado, en ese tiempo reza por quienes lo matan, promete el paraíso al
ladrón arrepentido y entrega a su Madre bendita al cuidado de san Juan. Con todo ya
cumplido inclina la cabeza y entrega su espíritu.
Jesús se entregó por completo, obediente a lo que su Padre le pidió por amor. Así,
también Dios nos invita a entregarnos por enteros a Él, con los dolores que cada uno
trae en el corazón. Aceptando nuestra cruz surge la paz, porque uniendo nuestros
dolores a ella, completamos lo que le falta a la pasión del Señor y nos hacemos
conforme a su imagen.
Oración: Te pedimos Señor que, con la ayuda de tu gracia, podamos huir de las
tentaciones, aceptar nuestras cruces cotidianas, ser constantes en la oración y morir al
pecado para que Tu no hayas muerto en la cruz por nosotros en vano.
Canción: El martillero.
Reflexión:Todos se han marchado, son pocos los que se han quedado contigo. El
dolor avanza y la noche parece interminable. El dolor nos perturba y nos quita la paz.
La angustia no nos deja ser. Vivimos, Señor, intranquilos y poco a poco todo nos
molesta. Nos hemos vueltos intolerantes e incapaces de entender el sufrimiento como
medio para seguirte. Tú sufrimiento se vuelve en vano cuando no somos capaces de
acoger y entender al hermano. El extraño dejo de ser humano, el desconocido dejó de
ser mi hermano porque el miedo se apodero de mí.
Devuélveme la capacidad de amar, vos amas, ese amor que lleva a la vida. El amor
que se entrega sin medida, ni condiciones.
Que este silencio en el que contemplamos a Jesús en el sepulcro nos invita a unirnos
en oración. Esta oración que proclamamos nos invita a abrir los ojos a los demás y
pronto ponernos al servicio. Al servir podemos amarte en el que es distinto,
desconocido e incluso a aquel que nos ha hecho daño. Al amarte, Señor, descubrimos
la paz que necesitamos. Siendo portadores de la paz llevamos la luz, que hoy
encendemos, a nuestros hijos, familiares y a todas las personas que nos rodean.
Ahora los invitamos a disponer sus corazones y prender las velas que tienen en sus
manos desde la vela que representa la Luz de Cristo. Y de esa manera poder llevarnos
la luz como símbolo de la paz a nuestros hogares…
MÚSICA…