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DE LA ESCATOLOGÍA
La venida del Señor en la gloria:
Escatología final
a) Dimensión cristológica
a) Dimensión cristológica
En su apartado cristológico, el Símbolo Niceno-
Constantinopolitano presenta a Cristo como aquel
«por quien todo fue hecho». A este punto inicial
de la Creación corresponde el punto final,
presente también en el Credo: «y de nuevo vendrá
con gloria para juzgar».
Reviste particularmente un carácter de misterio,
pero implica claramente el cristocentrismo de la
Creación que llega a su consumación y la
culminación del poder que el Señor ejerce desde
la derecha del Padre.
1) La revelación de la Parusía
• Vocabulario.
La fórmula más frecuente en el NT es «el día del
Señor», de fuerte eco veterotestamentario. Se habla
también de la «venida del Hijo del hombre». Se suele
favorecer como palabra técnica «parusía», término
bíblico de origen helénico, que indicaba la visita festiva
de un soberano (con carácter cultual) o un funcionario
de alto nivel. Aplicado a Cristo el término en los
Sinópticos aparece sólo en Mt 24, 3.27.37.39 y en los
escritos joánicos en 1 Jn 2, 28; en cambio, los escritos
paulinos lo usan profusamente. En las cartas pastorales
es sustituido por la expresión «epifanía».
Contenido central
Contenido central de esta noción es la
venida al final de los tiempos de Cristo
como juez definitivo de la humanidad y de
la historia. (Cf. en general: Mt 24, 3.27.37.39;
1 Tes 2, 19; 4, 13-18; 3, 13; 5, 23; 2 Tes 2, 1.8;
1 Co 15, 23-28; 2 Pe 3, 4.12). Se trata del
evento que desencadena todo el proceso de
consumación.
La fórmula «día del Señor»
La fórmula «día del Señor» (cf. 1 Tes 5, 2; 2 Tes 2, 2; 1
Co 5, 5...) es una trasposición cristológica del «día
de Yahveh» (Lc 17, 24; Jn 8, 56) que hace patente la
continuidad intertestamentaria así como la novedad
cristológica. Elemento central de este acento es la
idea del juicio escatológico (cf. 1 Co 1, 8; 3, 13; 5, 5;
Flp 1, 10; 2, 16; 2 Tim 1, 18...). Se emparenta
obviamente con la noción de consumación de la obra
salvífica ya presente (Flp 1, 6; 2 Tim 4, 8) y con su
manifestación triunfal (Lc 17, 24) que ha de ser
esperada con expectación gozosa (2 Co 1, 14; Rm 13,
12; Hb 10, 25).
La expresión sinóptica «venida del Hijo del
hombre» rescata también un tema
veterotestamentario (Dn 7) evocando
igualmente el juicio y subrayando su carácter
glorioso y poderoso. Este testimonio nos
permite garantizar la antigüedad del tema,
contra quienes afirman que es invención
paulina. Destacan las afirmaciones de los
discursos escatológicos de los Sinópticos (Mt
24, 1-25.46; Mc 13, 1-37; Lc 21, 5-36).
El término «parusía»
Mayor importancia adquiere el término
«parusía» en las cartas paulinas, en conexión
con la cristología del Kyrios y la expectativa de
un regreso inminente que genera esperanza por
su día (1 Tes 1, 3; 2, 19; 3, 13; 4, 15-17; 5, 23; 2 Tes
1, 7-8; 2, 2), matizado posteriormente por el
término epifanía (de origen análogo a parusía y
vinculado siempre a él, cf. 2 Tes 2, 8), que oscila
entre la humilde venida del Señor en la carne y
su ulterior manifestación gloriosa (cf. 1 Tim 6,
14; 2 Tim 1, 10; 4, 1.8; Tt 2, 11.13).
La expresión aramea marana tha
Notables serán los ecos de esta fe en la
expresión aramea marana tha (1 Co 6, 22;
Ap 22, 20), que muy probablemente en
contexto eucarístico rescataba el aspecto
festivo de la esperada venida del Señor,
vinculado con su presencia misteriosa en la
celebración de la comunidad.
2) La Parusía en la tradición de la Iglesia
Didaché:
Didaché: presenta el maranathá del culto (10,6) y
se cierra con evocación de la venida del Señor. Sólo
la Carta a Diogneto y el Pastor de Hermas utilizan
el término técnico parusía. Ignacio lo usa para
indicar la encarnación así como Justino, aunque
este último conoce también el significado técnico
de «venida gloriosa» .Para distinguirlos, es el
primero en usar las expresiones
«primera/segunda venida» «venida sin gloria/en
gloria» (1 Apol. 33, 8; 52, 3; Dial. 14, 8; 49, 2.7; 53, 1;
54, 1), distinción que se mantendrá en Ireneo (Adv.
hær. IV, 22, 1-2; 33, 11).
Símbolos Antiguos de la fe
El tema aparece también en los Símbolos de la fe,
desde los más antiguos. La más antigua expresión
«vendrá a juzgar» podía perder para quien no
conociera el lenguaje bíblico la dimensión
epifánica, de modo que se añadió «con gloria», y
se dio la tendencia al desarrollo del juicio como
tema propio, especialmente en su dimensión
personal. Esta tendencia generó como
consecuencia el paso de una visión esperanzadora
sobre la Parusía a un franco temor.
San Agustín
Notable es la purificación con que el tema de la
Parusía aparece en San Agustín. En su carta 199 se
manifiesta cauteloso sobre los temas del momento
de la Parusía y los signos que la preceden,
acusando de temeridad a quien se pronuncie al
respecto.
La esperanza de la Parusía se ha conservado de
modo claro en las diversas liturgias eucarísticas.
Desarrollo posterior de la Parusía
El tema, sin embargo, tendió a neutralizarse. La
Edad Media conoce sólo dos documentos del
Magisterio que lo tocan, y sólo como alusiones
rutinarias: IV Letrán (DH 801) y la profesión de
Miguel Paleólogo (DH 852).
Su perspectiva ha sido rescatada por el
Vaticano II: LG 48 y 49; GS 39; AG 9 y SC 8.
El documento de la CDF de 1979 desplaza la
aparición del Señor en la gloria de la situación
del hombre inmediatamente después de la
muerte.
3) Reflexiones sistemáticas
Un sólido elemento de la fe
La lectura e interpretación de los textos
bíblicos así como del testimonio de la
Tradición nos obligan a reconocer la verdad
de la segunda venida del Señor como un
sólido elemento de la fe. La realidad de
dicha venida ha de ser afirmada como
verdad de fe, aunque su momento
permanezca oculto.
Elementos constitutivos de esta verdad
de fe parecen ser los siguientes:
La existencia de un telos de la Creación, de la
humanidad y de la historia.
El triunfo de Cristo sobre los poderes adversos, así
como la valoración desde Cristo de la humanidad.
El carácter salvífico de dicho evento. (Objeto de
esperanza).
La obligación de orientar la existencia cristiana en
vida y oración en la línea de dicha consumación.
(Motor de caridad).
Elemento constitutivo la realidad del
juicio
En su origen, la fe en la Parusía incluye como
elemento constitutivo la realidad del «juicio». Se
ha dado una pérdida del sentido glorioso de la
Parusía en cuanto la predicación con frecuencia
ha puesto el acento sobre la realidad del juicio
entendido no sólo como discriminación de la
historia bajo la ley de Cristo, sino como castigo y
amenaza. En realidad, la concepción de Cristo
como juez definitivo debe entenderse en la
perspectiva de su condición como único salvador.
El «retraso de la Parusía».
Un tema que se ha desarrollado ampliamente en los
tiempos recientes ha sido una lectura de las
primeras comunidades marcadas por una ansiosa
espera de la Parusía que se fue durmiendo ante su
retraso. Es cierto que Cristo predicó la inminencia
de su venida, y así lo entendió la comunidad. Pero
también predicó la ignorancia sobre el momento.
Más allá de los problemas cristológicos (la ciencia
de Jesús) y de historia de las primeras
comunidades, el recurso literario profético nos da
un indicador respecto al sentido de dichas
expresiones: la realidad de su venida y la urgencia a
una vigilancia continua.
signos que anuncian la inminencia de la
Parusía
La tradición teológica ha presentado con frecuencia
una reflexión sobre los signos que anuncian la
inminencia de la Parusía: la predicación del Evangelio
en todo el mundo, la conversión del pueblo elegido,
la gran apostasía (el Anticristo) y el estado caótico del
mundo. Fundamento de esta reflexión es la misma
predicación de Cristo testimoniada por los
Evangelios. El cumplimiento de las profecías de
Cristo, sin embargo, puede ser reconocido no sólo en
referencia al momento último de la historia, sino a
una cualificación que acompaña a la Iglesia a lo largo
de todo su peregrinar histórico.
b) Dimensión antropológica
1) Resurrección de los muertos
En el Credo, el «espero la resurrección de
los muertos» no es sino una extensión
antropológica de la fe fundamental del
cristianismo en la resurrección de
Jesucristo.
Revelación bíblica
espíritus);
la intercesión de los santos,