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Metztli Tonantzin Alvear Vázquez

Calif: 10, buen trabajo!

Análisis del libro “Demian: Historia de la juventud de Emil Sinclair”

El siguiente trabajo tiene como objetivo analizar el libro “Demian: Historia de la juventud de Emil
Sinclair” de Hermann Hesse (1919), teniendo como elemento principal de análisis la transición de
la etapa infantil hacia la adolescencia del protagonista, Emil Sinclair.

La historia comienza con el protagonista como narrador, describiendo que creció entre “dos
mundos”, uno que incluye a la familia, la casa paterna, lo limpio y lo puro, mientras que el “otro
mundo”, que también partía desde su casa, era más oscuro, peligroso y a la vez, atractivo. Él sabía
cómo gozar de ambos mundos, pero vivir más dentro de uno que de otro dependía de qué tan
tranquila estaba su conciencia o si era dominado por la ira. Así mismo, interpretaba el regreso al
hogar paterno como algo redentor y grandioso, pues así lo veía con personas que habían pisado el
“otro mundo” y habían vuelto al hogar, sin embargo, también llegaba a sentir pena por ellos. En lo
anterior, podemos observar a la escisión entrar en juego. La escisión consiste en mantener separados
de manera activa dos sistemas de identificación de valencia opuesta independientemente de su
acceso a la conciencia. En este caso, la escisión funge como un elemento organizador, ya que se
está presentando en la etapa de la pubertad y a su vez, va favoreciendo el crecimiento yoico
(Kernberg, 1979).

En una ocasión, Sinclair se ve involucrado en un evento que lo deja marcado. Franz Kromer, un
compañero de la escuela que es mayor que él, lo escucha contar una historia fantasiosa en donde
declaraba haber hurtado, lo cual era falso, pero lo quería expresar para sentirse incluido con el resto
de los chicos. Kromer cree esta historia y lo amenaza con denunciarlo, a menos que Sinclair haga
trabajos para él, para compensar la recompensa que piden por la persona que había robado. Tras
esto, Emil deja de sentirse como parte del mundo de sus padres, pierde su tranquilidad y alegría, era
un lugar del cual su madre no podía salvarlo. Un elemento importante que caracteriza a la
adolescencia es la reinserción social o cambio de status y, en las sociedades en donde no está
regulado de manera clara la transición del mundo infantil al mundo adolescente, se hacen presente
“actos” irreflexivos con connotaciones destructivas que permiten aliviar angustias por estar
experimentando cambios que no se comprenden; estos actos permiten descargar de manera física y
en este caso, vemos como Emil recurre a la mentira para sentirse parte de un grupo, no es una
mentira cualquiera, miente acerca de la transgresión de alguien real y sus bienes y se pone a él
como protagonista, además de jurar constantemente que no estaba mintiendo, sin embargo, no es
capaza de reflexionar las consecuencias que puede traer consigo este acto (Tubert, 2000).
Metztli Tonantzin Alvear Vázquez

Después de que Kromer lo amenaza, Sinclair entra a su casa y su padre, al verlo, le reprocha por
traer las botas mojadas. Al principio, esto lo tranquiliza por sentir que lo regañaba por algo tan
banal, pero después, sintió desprecio por él, por ignorar la pesadez que estaba viviendo. En este
momento experimenta el primer “desquebrajamiento” del lugar divino en el que tenía a su padre y
el primer golpe a su niñez.

Cuando tenía once años, llega un nuevo compañero a la ciudad, Max Demian, un chico seguro y
decidido que daba un aire de ser mayor y que, inmediatamente, llama la atención de Sinclair.
Demian se le acerca para charlar sobre la historia bíblica de Caín y Abel y de cómo siempre pueden
ser analizadas las cosas desde perspectivas diferentes y, específicamente, como Caín era portador de
una señal que podría ser interpretada no de manera literal, si no, como una señal de valor y carácter.
Esta plática incomoda a Emil, pero a la vez le hace mucho sentido, pues ve una analogía entre esta
historia y su nueva interpretación de la relación con su padre, por quien se sintió desenmascarado y
despreciado, ahora se sentía marcado, pero al mismo tiempo, y como a modo de distinción, ahora se
sentía superior a él y a su mundo por su maldad y su nueva desgracia. La adolescencia,
culturalmente, es considerada como un periodo “peligroso” que tiene como fuentes de ansiedad y
rechazo a elementos subjetivos, intergeneracionales y culturales. Dentro de los elementos
intergeneracionales, se presenta la oposición intergeneracional y el adolescente se convierte a los
ojos del adulto como un portador de los deseos prohibidos y que, en este caso se presenta como
competencia y rivalidad con el padre (Tubert, 2000).

Los maltratos de Kromer y cómo lo hacía cometer crímenes, lo llevaron a soñar que él mismo
mataba a su padre con un cuchillo, esto lo aterrorizó, pero el sueño se repitió, sólo que ahora era
Demian quien estaba en lugar de Kromer y ahora, el terror también se vivía como placer y temor,
después, el sueño regreso con Kromer en su lugar. Gutton (1994) clasifica a cierto tipo de sueños
como “escenas pubertarias” y, este sueño corresponde al movimiento parricida en relación con la
figura parental del mismo sexo, es una de las dos fantasías fundamentales. Las escenas pubertarias
constituyen una reviviscencia de las escenas edípicas infantiles y, a la vez, son escenas
organizadoras de lo pubertario.

En una ocasión, Demian da cuenta del miedo que Emil le tiene a Kromer, así que lo invita a
confrontarlo, pero el protagonista está demasiado espantado para eso, así que, un día, Kromer
simplemente se dejó de aparecer en la vida de Emil y no logra entender por qué, al parecer, Demian
le dijo algo para que dejara a Emil en paz. Esto nunca lo habla Emil con Demian, nunca le agradece
ni lo platican, se sentía débil e infantil por haber sido rescatado y esto, con el tiempo, lo hace
alejarse de Demian por un tiempo.
Metztli Tonantzin Alvear Vázquez

Más adelante, Emil empieza a interesarse por el sexo, pero lo ve como un enemigo destructor, como
la tentación y lo prohibido, como el pecado y a donde lo llevaba su curiosidad y sus sueños, el
placer y el miedo, aquello se puede ver como el “gran misterio de la pubertad”, algo que no
encajaba con la felicidad que da la paz infantil y aquí es en donde podemos ver como en la
construcción de la pubertad hay una constante presencia de elementos contradictorios, además, el
ver al sexo como un “enemigo destructor”, podría entenderse como el reconocimiento de la
mortalidad que se presenta de manera paralela del re despertar de la sexualidad con la organización
de la genitalidad. En referencia a “el gran misterio de la pubertad”, Gutton (1994), habla sobre la
sexualidad infantil como enigmática y es por esto que se construyen teorías sexuales infantiles, con
la esperanza de que este enigma sea resulto más adelante, en la adolescencia, pero es una esperanza
a la que se tiene que renunciar. Aquí también puede vislumbrarse otra escena pubertaria, la que
pone en escena al adolescente en un estado de excitación genital (Gutton, 1994; Tubert, 2000).

Su conciencia habitaba en el mundo familiar y permitido que negaba al nuevo mundo que surgía,
mientras que, de manera paralela, vivía en sueños, instintos y deseos que poco a poco se acercaban
a la conciencia ya que el mundo infantil se iba desmoronando; además, sus padres no parecían
colaborar con el entendimiento de los nuevos instintos que se le iban despertando y, más bien,
parecía que se mantenían en la negación de la realidad para seguir viviendo en el mundo infantil
que se iba viendo como irreal y falso. Aquí los elementos contradictorios siguen presentes
expresados en la escisión como un mecanismo para poder tramitar el paso de la vida infantil a la
pubertad y lo pubertario, es decir, la reedición de lo edípico (Gutton, 1994), además, la negación se
mantiene presente tanto en Emil como en sus padres para seguirse aferrando al mundo infantil,
pues, como menciona Freud (1925), con ayuda de la negación se anula que el contenido de la
representación tenga acceso a la conciencia, el yo primitivo regido por el principio del placer quiere
introyectarse todo lo bueno y expulsar de sí todo lo malo para evitar angustias. Tubert (2000) dice
que, cuando existe dificultad en los padres para tolerar y facilitar el proceso de desprendimiento,
esto puede conducir a intentos patológicos de ruptura con significación autodestructiva, lo cual se
refleja más adelante con el alcoholismo que presenta el protagonista.

Sinclair está pasando por lo que nombra Gutton (1994) como “la crisis de la adolescencia”, en
donde, como el joven se sintió abandonado por tanto tiempo en la ignorancia respecto a la
sexualidad de sus padres, ahora se siente con derecho a saber, de resolver el enigma y pondrá en
marcha la reedición de lo edípico desde su nuevo potencial genital, esto es lo pubertario.

Un día que Emil coincide con Demian, se le queda mirando fijamente y ve en su rostro la cara de un
niño y la de un hombre a la vez, con algo femenino que lo hace atractivo pero que no sabe si en
Metztli Tonantzin Alvear Vázquez

realidad le gustaba o lo repelía, siempre veía en él algo que admiraba, su forma de ser, de
expresarse, actuar y pensar, aunque estos pensamientos amenazaran a su sistema de creencias.
Durante el desarrollo del libro, se puede ir interpretando que Sinclair y Demian son la misma
persona, y Demian es quien lo ayuda a transitar de la etapa infantil a la adolescencia. En esta parte,
cuando Sinclair se queda impresionado con la imagen de Demian viéndolo tanto como niño como
hombre, se representa la auto seducción de la que habla Gutton (1994), el cual menciona que,
cuando el niño se convierte en púber y la zona sexual cambia, el resto del cuerpo permanece por un
tiempo infantil y las prácticas masturbatorias se quedan a la merced de una dualidad corporal que no
será permanente, pues, eventualmente, el cuerpo genital adulto terminará seduciendo al cuerpo
infantil y así es como el adolescente alcanzará su identidad genital.

Emil decide confesarle a Demian sobre su manera de crecer entre “los dos mundos” y como esto lo
había aquejado por tanto tiempo y Demian le da réplica expresando que es algo que aqueja a la
humanidad en general y platican sobre lo entendible de crear a un Dios que incluyera a Dios y al
diablo; esto le da cierta tranquilidad, pero a la vez, lo encierra en responsabilidad por darle una
despedida definitiva a la infancia, le da muerte a la infancia. Después de esto, todo cambia a su
alrededor, sus padres ahora lo miraban desconcertados, sus hermanas le resultaban extrañas y, como
Demian estaba de viaje, se sentía solo. Lo anterior describe como Emil se separa de manera
simbólica de su pasado dándole “muerte” al niño para resucitar en una nueva forma y darle paso a la
adolescencia como un segundo nacimiento (Tubert, 2000).

Emil empezó a estudiar en un colegio lejos de casa y la despedida del hogar no le requirió un gran
esfuerzo. Solía dar paseos en donde lo invadía la melancolía y el desprecio hacia el mundo y hacia
sí mismo. Esto lo hizo encontrar cierto refugio en las tabernas y el alcohol, aunque en realidad no le
gustara del todo, en donde sentía que el amor y el cariño que sus padres le había dado, se iba
destrozando, pero al mismo tiempo, estos sentimientos tormentosos parecían dar cierto placer y
alivio, pues al menos le permitían sentir algo. Constantemente se encontraba con el anhelo de la
infancia y con el deseo de amor, además de sentir un rencor contante contra Demian. Aquí Sinclair
ejemplifica a las llamadas “patologías del acto” a través de su alcoholismo, el cual funge como acto
que es claramente autodestructivo, hasta cierto punto le permite aliviar sus angustias y al mismo
tiempo es una manera de lidiar con su transición (Tubert, 2000).

Un día en un parque ve a una mujer que empezó a ocupar sus fantasías pues, tenía características
que él admiraba, como que tuviera un rostro inteligente, casi como el de un muchacho. Este culto
hacia ella la lleva a pintar y un día, pinta un rostro que le es familiar, podría ser Beatrice, pero no,
así que da cuenta que es Demian, pero, después de un tiempo, se mira a sí mismo en la pintura.
Metztli Tonantzin Alvear Vázquez

Aquí vemos como se de aun paso de los objetos parentales a los objetos exogámicos, pero que, al
mismo tiempo, este objeto exogámico lleva consigo elementos de objetos parentales inadecuados
que están siendo reprimidos (Gutton, 1994).

Dentro de la historia, Sinclair relata varios de sus sueños, pero en uno de los más importantes se
veía a sí mismo regresando a su casa, se encuentra con su madre la mira alta y fuerte, parecida a
Demian y a su dibujo, lo atraía y lo acogía de manera amorosa. Él sentía una mezcla de placer y
espanto en donde de traspasaban las leyes del respeto, pero se sentía muy bien. Este sueño le traía
felicidad, miedo mortal, conciencia atormentada y el sentimiento de haber cometido un terrible
pecado. Este es otro sueño en donde se inserta la escena pubertaria de una relación incestuosa con el
padre del sexo apuesto (corresponde a la segunda fantasía fundamental), además, de nuevo se ve a
Sinclair como portador de deseos prohibidos y con un anhelo infantil de permanecer pegado a la
madre que es defendido de manera violenta, al mismo tiempo que busca su autonomía (Gutton,
1994; Tubert, 2000).

Un día se siente atraído por un organista de iglesia, Pistorius, y por la música que tocaba; la música
le gusta porque la considera amoral y la moral lo hace sufrir. Con Pistorius se acerca más al
conocimiento de Abraxas, un Dios en donde converge la dualidad del bien y el mal y con quien
reflexiona que, en el momento en que el tenga la primera chispa de conciencia, se convertirá en
hombre y podrá dar un nuevo paso hacia sí mismo.

A sus dieciocho años se percibía como un chico precoz en ciertos aspectos y desorientado en otros.
En ese entonces, otro sueño importante era uno en donde entraba a su viaja casa y quería abrazar a
su madre, pero en su lugar estaba una mujer grande, medio hombre, medio madre que le inspiraba
miedo y le causaba gran atracción, aquí nuevamente se presenta una escena pubertaria de una
relación incestuosa con el padre del sexo apuesto (Gutton, 1994).

Reflexionando con Pistorius sobre Abraxas, éste le dice que el hombre a quien uno quiere matar
nunca es esa persona, es sólo un disfraz y lo que se odia de un hombre en realidad, es lo que se odia
de uno mismo, además, consideran que la misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo. Esto
representa un conflicto para Emil, pues, la adolescencia refiere al proceso relacionado entre el
sujeto y el lugar social que se le asigna, es decir, hay una asunción de los modelos propuestos por la
cultura que puede llevar al joven a ocultarse detrás de una identidad alineada mientras encuentren
reconocimiento por ser lo que los demás esperan de él, es decir, se pone en juego el ideal del yo y
los deseos no suelen corresponder con los ideales (Tubert, 2000).
Metztli Tonantzin Alvear Vázquez

Un día que Emil pasa por la vieja casa de Demian, se acerca a preguntarle a una quien ahora vivía
ahí sobre el paradero de su amigo, así que ella le muestra unas fotos de su madre y es ahí donde
Emil da cuenta que esta mujer es a quien siempre sueña, masculina y parecida a su hijo. Al poco
tiempo vuelve a dar con Demian, quien le dice ver en él el estigma de Caín ahora más pronunciado
y le dice que a su madre le dará gusto verlo. Por primera vez siente que su mundo interior coincide
con el exterior. Cuando asiste a casa de Demian, siente una sensación de consumación de todo lo
que había vivido hasta ahora y que volvía como respuesta, como aceptación, afirmación y
aprobación. En esta parte, considero que Sinclair logra revivir y reelaborar experiencias anteriores;
hay elementos que todavía se mantienen, pero ahora se presentan modificados, lo antiguo es
transformado para darle una nueva significación en el presente (Tubert, 2000).

Su encuentro con la madre de Demian trae consigo mucha paz, ve en ella a alguien muy parecida a
Demian, atemporal, cálida. Sabía de él muchas cosas, casi las mismas que Demian y le hace
reflexionar que crecer, “salir del cascarón”, es muy difícil, pero que no sólo es eso, si no, también es
hermoso una vez que aparece el sueño, un sueño que va siendo sustituido por uno nuevo y que
nunca debe ser retenido, además, decide confesarle su nombre, Frau Eva. A partir de ese momento,
Emil, Demian y Frau Eva comienzan a acercarse más al conocimiento desde otros puntos de vista
con personas con distintas creencias. La atracción de Emil por Frau Eva es cada vez mayor, pero
ella le dice que ese deseo no podrá ser consumado nunca si, al mismo tiempo de desearla, siente
culpa y contradicción, sólo podrá tenerla una vez superados estos miedos. Sentía que su único
motivo para vivir era ella, aunque cambiara día con día, se transformaba en cada uno de sus
pensamientos y sus pensamientos se transformaban en ella. Esta incapacidad para poder consumar
su amor, así como el conflicto constante en él que vive Emil entre amar y sentir que es incorrecto
ese sentimiento, es entendido desde lo que explica Freud (1994) que, para que uno pueda sentirse en
verdadera libertad para amar y por lo mismo, ser feliz, debe de haberse rebasado el respeto hacia la
mujer y haberse familiarizado con la representación del incesto en la madre, cosa que él, no puede
tolerar.

Cuando llega la guerra, tienen que separarse. Un día que Sinclair estaba en el frente, ve a Frau Eva
sacar muchas estrellas de ella y esto coincide con una explosión a la que él sobrevive. Al despertar
está Demian quien se despide de él y le dice que ya no lo podrá ver de manera tangible, pero, que, si
lo busca, lo encontrará en su propio interior, además, le deja un beso que Frau Eva le había enviado.
Desde ese momento, cada vez que intentaba encontrar respuestas, viajaba a su interior en donde su
imagen coincidía también con la de su amigo, quien había sido su guía. Esto refleja lo que dice
Gutton (1994), que la pubertad condensa todos los traumas infantiles, en donde pareciera que el
Metztli Tonantzin Alvear Vázquez

niño, al convertirse en púber sufriera una especie de resumen de todas las seducciones de las que se
había sido objeto hasta ahora y que parecen condensarse en estos tres personajes.

Bibliografía:

Freud, S. (1925). La negación. Obras completas, 19, 249-257.

Freud, S. (1994). Contribuciones a la psicología del amor I. Sobre un tipo particular de elección de
objeto en el hombre. Obras Completas. Tomo XI. Argentina. Ed. Amorrortu.

Gutton, P. (1994). Nuevas aportaciones a los procesos puberales y de la adolescencia. Memorias del


coloquio de la Asociación Mexicana para el estudio del retardo Mental y la Psicosis del, 1.

Hesse, H. (1919). Demian: Historia de la juventud de Emil Sinclair. Obras clásicas de siempre.

Kernberg, O. F., & Abreu, S. (1979). La teoría de las relaciones objetales y el psicoanálisis clínico.

Tubert, S. (2000). Un extraño en el espejo. Una crisis adolescente. La Coruña: Ludus.

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