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Principios Generales del Derecho de Familia

Los principios generales del proceso de familia


Por Osvaldo Pitrau
El Código Civil y Comercial introduce un Título VIII en el Libro II dedicado a los
Procesos de Familia que se desarrolla a partir del art.705. Se trata de un conjunto de
normas procesales que incluye algunas muy generales que establecen principios
rectores, y otras muy específicas que regulan aspectos como la competencia y la
prueba. En orden a ello, no resulta de buena técnica legislativa incluir regulaciones
procesales en un código de fondo, aun cuando las normas que establecen principios
procesales pueden resultar más aceptables, en tanto se vinculan directamente con las
instituciones familiares. Uno de los casos más evidentes de esta tendencia histórica de
incluir normas procesales es la regulación del divorcio, desde el art. 67 bis de la Ley
de Matrimonio Civil, pasando por el célebre art. 236 introducido en el Código Civil por
la Ley 23515, para llegar a nuestro controvertido art. 438 del Código Civil y Comercial.
Un aspecto interesante de este capitulo procesal consiste en la identificación legal de
un proceso de familia que distingue a la normativa familiar del resto de las
regulaciones del código que, a excepción del capitulo de Proceso Sucesorio (Titulo VII
de Libro V) no ha previsto normas procedimentales para el resto de los institutos
civiles o comerciales. En ese sentido, esta diferenciación de principios y reglas
procesales en el código de fondo, sirve de fuerte sustento para la elaboración de un
código procesal de familia. El art. 706 establece los principios generales del proceso
de familia y afirma que “debe respetar los principios de tutela judicial efectiva,
inmediación, buena fe y lealtad procesal, oficiosidad, oralidad y acceso limitado al
expediente”.
1. La tutela judicial efectiva es un concepto procesal amplio y complejo que abarca
diversos aspectos: a. El derecho a acceder a los jueces y tribunales en defensa de los
derechos e intereses legítimos. Este aspecto se encuentra reforzado en el inciso a) del
mismo art.706 cuando establece que “Las normas que rigen el procedimiento deben
ser aplicadas de modo de facilitar el acceso a la justicia, especialmente tratándose de
personas vulnerables, y la resolución pacífica de los conflictos”. b. El derecho a tener
oportunidad de alegar y probar las propias pretensiones en un proceso legal y en
régimen de igualdad con la parte contraria sin sufrir indefensión. c. El derecho a
obtener una respuesta razonada y fundada en derecho dentro de un plazo razonable.
El tiempo de la resolución es esencial en cuestiones de derecho de familia, en especial
en relación con los niños, ya que hay cuestiones relativas a su cuidado personal y
alimentos que no pueden esperar. En este punto, y en paralelo hay que desarrollar
normas de proceso monitorio y otras de naturaleza cautelar que resuelvan las
afectaciones con la mayor celeridad posible. d. El derecho a ejercitar los recursos
establecidos frente a las resoluciones que se consideren desfavorables. e. El derecho
a obtener la ejecución del fallo judicial, ya que si no fuera así las decisiones judiciales
y los derechos que en ella se reconocen no serían otra cosa que meras declaraciones
de intenciones sin alcance práctico ni efectividad alguna. Esto significa que el
cumplimiento de una resolución judicial debe estar acompañado por conjunto de
medidas y pautas que posibilitarán su posterior cumplimiento. A esta cuestión del
cumplimiento del decisorio proponemos que se incorpore un procedimiento de
seguimiento de la aplicación de la sentencia, que puede combinarse con otro principio
procesal como el de oficiosidad. La tutela judicial efectiva es uno de los derechos
reconocidos con el rango de fundamental por el artículo 24.1 de la Constitución
Española. La legalización del principio de la tutela judicial efectiva que aparece en este
artículo, es muy alentadora y significa un gran avance en material procesal. Con la
aplicación de este principio se trata de obtener decisorios que proporcionen resultados
útiles, concretos y perceptibles, que beneficien a los integrantes de la familia. Sin
embargo, serán necesarias normas con mecanismos eficientes e instrumentos de
ejecución, pues sino solo tendremos un principio sin operatividad.
2. El principio de Inmediación consiste en que el juzgador tenga el mayor contacto
personal con los sujetos y la prueba de la causa durante el trámite y a los fines de la
mejor resolución del conflicto. El principio de inmediación se exterioriza a través del
deber del juzgador de oír de manera personal, según las circunstancias del caso, a las
partes, a los niños, niñas y adolescentes y a todos aquellos que conforman la familia o
que poseen vinculación con ella, sean personas o instituciones. En la actualidad se
habla también de otras formas de inmediación, aplicable a las audiencias de prueba,
que acompañan y complementan a la inmediación física, como es el caso de la
inmediación virtual o sensorial que resulta de la video filmación de las audiencias de
vista de causa y que regulan normas procesales de nuestro país, de España y
Alemania. La video filmación de las audiencias de vista de causa permite al juez
preservar gran parte de los beneficios de la inmediación en la prueba, en especial en
la prueba de testigos. Por otra parte, tal como lo destaca Mabel De los Santos, ello
permite también una adecuada valoración de las pruebas recibidas en audiencia por
parte del tribunal de alzada, teniendo en cuenta que se trata de procesos que deben
estar estructurados en dos instancias. Por último, en cuanto a este principio
proponemos una nueva forma de inmediación que signifique el acercamiento del juez
al centro de vida del niño, a través de la realización de diligencias procesales en el
hogar familiar con presencia del Juez o funcionarios del juzgado para conocer la
realidad de una familia que, muchas veces solo llega a exponerse mediatamente en
los escritos, informes periciales o en las presentaciones orales de una audiencia.
3. Los principios de lealtad y buena fe procesal consisten en la adecuación de las
conductas de las partes a la justicia y al respeto entre sí, debiendo evitar cualquier
acción fraudulenta o dilatoria del proceso. En los procesos de familia, las actitudes
conflictivas, obstruccionistas, dilatorias, excesivamente formalistas conspiran contra la
necesidad de obtener una solución a un diferendo que afecta a toda la familia. En
estos juicios no existen ganadores o perdedores, se debe buscar conjuntamente una
solución justa coincidente con el bien común familiar, por ello la lealtad procesal y la
buena fe son indispensables para obtener ese objetivo.
4. El principio de oficiosidad o de impulso procesal de oficio implica el deber que pesa
sobre el tribunal de impulsar o continuar con el proceso, independientemente de la
actividad de los justiciables. Por lo tanto, una vez instado inicialmente el procedimiento
por las partes, es el órgano jurisdiccional el encargado de impulsarlo hacia su final
natural, que es la sentencia. Este principio resulta particularmente aplicable a las
cuestiones familiares en tanto existen muchas normas de orden público que ameritan
el accionar del juez de forma oficiosa, en especial en relación con los derechos de los
niños y su interés superior.
5. El Principio de Oralidad. El principio de oralidad consiste en realizar los actos
procesales a viva voz, normalmente en una audiencia de vista de causa y reduciendo
las piezas escritas a lo estrictamente indispensable. Actualmente la oralidad aparece
acompañada por la filmación de las audiencias, que permite, a partir de la
digitalización de esas grabaciones, un acceso directo a las diversas piezas procesales
del juicio de una forma más práctica. Finalmente, en torno a este principio se
encuentra la oralidad virtual donde la participación no escrita no necesariamente debe
implicar la presencia física de las partes o testigos, sino que se produce a través de
diversos medios de comunicación virtual, facilitando muchas veces la integración de
prueba inmediata cuando existen razones de distancia o cuestiones de salud que
impiden la comparecencia física. 6. Principio de acceso limitado al expediente.
Consiste en el resguardo de intimidad que corresponde al proceso familiar, en especial
por la afectación de derechos de los niños. En este sentido, sólo tendrán acceso a las
actuaciones las partes, sus representantes y letrados y los auxiliares designados. A
partir de este principio, deberá implementarse un mecanismo informático que prevea la
debida confidencialidad para las cuestiones familiares que forman parte del juicio.

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