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Julio Obst Camerini

1. TEORÍA DEL APEGO.

• SEGÚN BOWLBY

La tendencia del niño a formar un vínculo fuerte y fundamental con una figura materna forma
parte de una herencia arcaica, cuya función es la supervivencia de la especie y que es relativamente
independiente de la oralidad o la alimentación.

El apego es una conducta instintiva, activada y modulada en la interacción con otros significativos
a lo largo del tiempo. Define el apego como un sistema de control, un mecanismo que adapta la
conducta a la consecución de fines determinados por las necesidades del momento. Así el deseo del
niño de proximidad o contacto con la figura de apego no es constante, sino que depende de factores
endógenos y exógenos (miedo del niño, o situaciones potencialmente peligrosas). Si el niño se siente
amenazado, buscará la seguridad que le brinda la proximidad de su figura de apego; si no, se dedicará
a explorar el ambiente.

Cada individuo construye en su interior modelos operativos del mundo y de sí mismo y, con su
ayuda, percibe los acontecimientos, pronostica el futuro y construye sus planes. En ese modelo
operativo del mundo que todos construyen, una característica clave es la noción de cuán aceptable o
inaceptable aparece ante los ojos de sus figuras de apego.

• CONCEPTOS BÁSICOS

El apego es un sistema comportamental innato que perdura toda la vida, aunque tenga distintas
manifestaciones y consecuencias en diversas etapas de la misma. Así mismo tendrá características
individuales distintas acordes a las experiencias de cada persona, especialmente las de los primeros
años de vida..

Mikulincer y Shaver (2007) definen el apego como un sistema de comportamiento innato y


regulador con importantes consecuencias para desarrollo de la personalidad y la conducta social. Este
sistema es activado ante la percepción de peligros o amenazas, haciendo que el sujeto busque la
cercanía de otra persona que cumple el rol de protectora. Alcanzar este objetivo genera sentimientos
de alivio y seguridad, así como representaciones mentales positivas con respecto a sí mismo y sus
relaciones. Como el funcionamiento saludable y exitoso del apego genera relajación y seguridad y
abriendo el interés en actividades ajenas al apego, contribuye al desarrollo de perspectivas,
habilidades y potenciales capacidades personales.

Aunque el apego es un sistema que opera a nivel cortical no consciente de forma relativamente
refleja automática vemos que:
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(a) La percepción de peligro o amenaza, aunque originalmente definida biológicamente, está
influida por las experiencias de cada persona y, por lo tanto es aprendida, subjetiva y
diferente para cada persona.
(b) Las estrategias para lograr su objetivo también están determinadas por las experiencias
anteriores o aprendizaje. En este caso hablamos de todas las formas de aprendizaje: clásico,
operante y social (Bandura, 1977). Las estrategias que desarrolla cada persona son un
importante tema de estudio dentro del tema del apego.

FIG.1.1. Esquema tomado de Mikulincer y Shaver (2007), pag.31. Traducido al español por J.Obst.
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Aunque estas representaciones de sí mismo, de los otros, de la realidad y de los objetivos y las
conductas para lograrlos tienen una manifestación conciente, también es cierto que la práctica en gran
parte las hizo automáticas o no concientes. En consecuencia, estos sistemas cognitivos son
modificadores frecuentemente no concientes de la percepción de los acontecimientos y las personas.

En conclusión, el apego puede analizarse desde la biología, desde las neurociencias, desde la
psicología de la personalidad, desde la psicología social y desde la psicopatología.

Un sistema comportamental es un programa neuronal común a todas las especies desarrollado


biológicamente que origina conductas destinadas a aumentar las probabilidades de supervivencia y
reproducción a pesar de los inevitables peligros y requerimientos del ambiente.

Un abordaje empleado para el análisis del apego es el reconocimiento de los denominados


"sistemas comportamentales".

Por ejemplo, conductas tales como verbalizar un malestar, buscar la proximidad, apoyarse en un
protector y relajarse cuando se obtiene la proximidad y protección se pueden atribuir a un "sistema
comportamental de apego" (SCA).

De igual manera, las reacciones o conductas del protector ante las señales de malestar y apego del
otro se pueden atribuir a un "sistema comportamental de cuidador" (SCC).

Bowlby pudo conceptualizar los vínculos entre estos sistemas y las propiedades funcionales y
disfuncionales de los mismos en una amplia variedad de situaciones vitales y en todas las etapas de la
vida dividiendo los sistemas motivacionales en clases de funciones como apego, protección (cuidado),
exploración, afiliación, alimentación y sexo. Al conceptuar cada sistema como un proceso innato,
funcional y orientado a un objetivo, Bowlby pudo analizar cómo se desarrolló, qué función cumple en
el contexto de la supervivencia y la reproducción, y cómo es activado, gobernado y desactivado en
cada situación.

Las conductas generadas por estos sistemas no son rígidamente innatas sino que pueden
adaptarse (más o menos, según el organismo) a los cambios de las circunstancias ambientales para no
desviarse mucho del ámbito de adaptabilidad evolutiva del organismo.

El modelo de Bowlby es diferente al psicoanalítico y se puede insertar en una mirada más acorde a
los modelos actuales, basados en la evidencia, de base biológica, genética, neurofisiológica, sistémica,
comportamental y cognitiva. Por ejemplo, para Freud la conducta es activada por una carga de energía
que, una vez incrementada hasta cierto nivel, necesita descargarse, mientras que para Bowlby la
conducta es activada por condiciones, tanto internas como externas, cuando la función que cumple es
requerida.

Un sistema comportamental tiene seis componentes:

(1) Una función biológica específica que aumenta la probabilidad de supervivencia o reproducción
del organismo dentro del ámbito de adaptabilidad evolutiva del mismo.
En el SCA la función es proteger a la persona de los peligros asegurándole la proximidad con otros
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seres protectores (figuras de apego) (cuidadores más fuertes e inteligentes).


La oxitoxina juega un importante rol en esta función.
El nivel de cortisol es elevado en personas que han sufrido una separación o simplemente la
recuerdan.
Para Bowlby la dependencia afectiva de otros no es patológico ni inmaduro a ninguna edad y el
duelo por una perdida tampoco es patológico ni indeseable. Nosotros coincidimos con él en
considerar que la autonomía adulta, conveniente y deseable, se logra por internalización de las
interacciones positivas con las figuras de apego y también por la creación de figuras internas de
apego.
Por otra parte es conveniente diferenciar el concepto aquí desarrollado de apego, del concepto
frecuentemente utilizado y popularizado que corresponde a una forma disfuncional del mismo y
que suele definirse como "un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o a una
persona determinada sostenido por la creencia de que sin eso no se puede ser feliz". Esta forma
disfuncional del apego es una de las causas de algunos trastornos de la relación de pareja.

(2) Un conjunto de disparadores (activadores).


Los disparadores del SCA son las situaciones de peligro para la supervivencia pero también de
peligro para el ser querido o el bienestar desde cualquier punto de vista subjetivo y todas aquellas
que sugieren esa posibilidad, que las evocan de alguna manera o son asociadas así
(condicionamiento clásico: estímulos condicionados) por la persona.
Aquí también es conveniente recordar el concepto básico original del modelo cognitivo: "No son los
hechos sino lo que una persona piensa sobre ellos lo que genera las reacciones". Más radical sería el
concepto constructivista que afirma que toda "realidad" es interna y hay tantas realidades como
personas.
También importa tener presente que el umbral de activación va aumentando con la edad por
cuanto la persona ha descubierto y desarrollado nuevos recursos y habilidades para afrontar los
peligros, así como nuevas formas de auto-apoyo.

(3) Un conjunto de comportamientos funcionalmente equivalentes e intercambiables que


constituyen la estrategia primaria del sistema para lograr un determinado objetivo.
El aprendizaje a través de la vida permite a cada persona elegir las conductas destinadas a lograr la
proximidad y protección buscadas. Mejor que el condicionamiento operante, el concepto del
aprendizaje social (A. Bandura) es el aplicable para explicar las conductas elegidas por cada persona
y en cada situación para lograr el objetivo. También es importante tener presente que el adulto
puede sustituir esa proximidad y protección reales por imágenes internas que finalmente
constituyen los recursos simbólicos de protección.

(4) Un objetivo específico: La modificación de la relación entre la persona y su entorno que finalice la
activación del sistema.
Por ejemplo, en el SCA, el objetivo es la sensación de protección y de seguridad. Una vez lograda
esa sensación la persona puede dedicarse a otros objetivos. Al sentirse querida, valorada y segura la
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persona puede inclusive tomar riesgos adicionales, sabiendo que la ayuda está inmediatamente
disponible.
Aquí es donde se puede equilibrar y compatibilizar la búsqueda de protección y seguridad con la
búsqueda de libertad e independencia. Cuando las relaciones de apego funcionan bien, la persona
puede usar la distancia y la autonomía en forma equilibrada y perfectamente compatible con la
proximidad y la confianza en los otros.
En este punto no hay que olvidar que puede haber muchas figuras cuidadoras, más allá de los
padres, en diversas situaciones sociales, y que habitualmente estas figuras se pueden ordenar por
importancia o jerarquía (capacidad de proteger y seguridad que brindan).
Y también, nuevamente, recordemos que las personas pueden desarrollar figuras imaginarias y
figuras internas.
Se puede establecer una compatibilidad funcional de autonomía y dependencia porque el sistema
comportamental de apego, existente durante toda la vida, no implica necesariamente una
personalidad dependiente.

(5) El proceso cognitivo implicado en la activación y guía de los comportamientos del sistema.
Cuando el SCA ha sido usado varias veces en contextos relacionales incluye las representaciones de
las respuestas de la figuras de apego así como de los propios resultados. De acuerdo a Bowlby el
SCA opera de una forma flexible, orientada y corregida de acuerdo a los resultados para lograr una
secuencia conductual más eficaz. Esto requiere por lo menos 3 operaciones cognitivas (Mikulincer &
Shaver, 2007) características de todo sistema auto-regulatorio: (a) Procesar la información sobre la
relación persona-entorno que incluye los acontecimientos amenazantes y el propio estado interno.
(b) Observar y evaluar las respuestas de la figura de apego a los intentos de proximidad y
protección. (c) Observar y evaluar la utilidad de las conductas elegidas en un determinado contexto
para poder hacer un ajuste de las mismas para aumentar su eficacia acorde con las condiciones de
cada situación.
Bowlby señaló que la naturaleza del comportamiento de apego corregido por el objetivo requiere
un archivo de datos importantes como representaciones mentales de las transacciones entre la
persona y el entorno que denominó modelos operativos. Estos incluyen las representaciones de las
respuestas de las figuras de apego (modelos operativos de otros) y de la eficacia y validez, o no, de
las propias (modelos operativos propios).

(6) Vínculos neuronales específicos excitadores o inhibidores de otros sistemas comportamentales.


Tres tipos de estímulos disparan el miedo en los niños: (A) Lo desconocido (B) Claves (señales) de
peligro adquiridas culturalmente. (C) La ausencia de figuras de apego. Las dos respuestas: Huir del
peligro y correr hacia una figura de apego son conductas gobernadas por sistemas distintos.
La activación del SCA habitualmente desactiva o inhibe a los otros sistemas. En situaciones peligro
las personas se vuelcan a otros como proveedores de protección y bienestar, y no pueden hacerlo
con fines de afiliación, sexuales u otros. Al encontrar la protección pueden nuevamente activar los
otros sistemas.
La interrelación del SCA con otros sistemas puede entenderse en base a las teorías motivacionales
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que diferencian los motivos de prevención de los de promoción. El SCA frente a los peligros o
estresores puede ser visto como un sistema motivacional de prevención. Pero también, al generar
la cercanía de otros y la sensación de seguridad puede ser visto como un sistema motivacional de
promoción de las operaciones de los otros sistemas comportamentales (exploración, afiliación,
sexo). Por lo tanto el SCA puede ser visto como un sistema activador que permite el desarrollo de
habilidades y el desarrollo personal (Mikulincer & Shaver, 2007).

• DIFERENCIAS INDIVIDUALES:

A través del tiempo, al operar reiteradamente en un mismo entorno relacional, el sistema


comportamental de cada persona resulta adaptado a determinados compañeros vinculares, por lo cual
la terapia del apego es en cierta manera una teoría de las diferencias individuales en el desarrollo de la
personalidad y las orientaciones o estilos de vinculares.

Las fuentes o causas de las diferencias individuales se deben en gran parte a la calidad de las
interacciones con las figuras de apego en momentos de necesidad. Por ejemplo si estas figuras están
habitualmente disponibles y son sensibles ante los intentos de proximidad en momentos de necesidad
la persona desarrollará una sensación de seguridad, percibiendo al mundo como un lugar seguro,
posible de ser explorado y donde es posible relacionarse beneficiosamente con otras personas. En
cambio si las figuras de apego no resultaron disponibles en momentos de necesidad, o fueron
incapaces de brindar alivio o un lugar de seguridad, la persona tendrá dudas sobre la seguridad del
mundo o la posibilidad de contar con el apoyo de otros.

Las interacciones negativas con las figuras de apego le indican a la persona que el sistema de
búsqueda de proximidad no puede cumplir con sus objetivos y por consiguiente debe ser modificado y
deberá adoptar otras estrategias alternativas. Frecuentemente se han destacado dos alternativas
principales:
(1) Hiperactivación del sistema de apego – HSA -. (2) Desactivación del sistema de apego – DSA -.
La primera (HSA) suele desarrollarse cuando la insistencia algunas veces ha tenido éxito. La segunda
(DSA) suele desarrollarse frecuentemente si los intentos de apego han sido desaprobados o castigados,
por lo cual los mejores resultados se han obtenido al no mostrar, necesidades, debilidades ni intentos
de proximidad y tratar de afrontar solo los obstáculos y peligros.

La consecuencia a largo tiempo de las interacciones de apego es el almacenamiento de recuerdos


de las mismas que adoptan la forma de modelos operacionales que le permiten a la persona predecir
interacciones futuras y ajustar sus conductas de aproximación automáticamente. Estos modelos
pueden verse como esquemas sociales y guiones cognitivos en la psicología social o también como
representaciones en el nivel esquemático del modelo de Leventhal (1984) de procesamiento de las
emociones.

Las reiteradas interacciones de apego generan también representaciones cada vez más
permanentes de uno mismo, del otro y de las relaciones. Estos son creencias nucleares en el paradigma
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de las terapias cognitivas, por lo que adquieren gran importancia predictiva de cogniciones, emociones
y comportamiento ante diversas situaciones.

Una concepción similar se puede encontrar en el modelo de la terapia de los esquemas (J.Young,
J.Klosko & M.Weishaar, 2003) donde éstos se encuentran relacionados con el “parenting” (estilo de
relación de los padres con la persona). La fortaleza (resistencia al cambio) o flexibilidad de cada
modelo operativo dependerá de la edad en que se vivieron las experiencias, la cantidad y frecuencia de
las mismas, la carga emotiva involucrada y la cantidad de figuras de apego que la hayan protagonizado,
lo que también fué observado para los esquemas descriptos por J.Young en su modelo.

• ESTILOS DE APEGO

El estilo de apego de una persona muestra sus modelos de procesamiento más habitualmente
accesibles y el funcionamiento de su sistema de apego en una relación determinada o en sus
relaciones en general. Cada estilo de apego está ligado a determinados modelos de procesamiento y es
resultado de acción organizadora de estrategias particulares de apego (primarias o secundarias,
hiperactivadoras o desactivadoras).

Hazan y Shaver (1987) estudiaron los estilos de apego en base a 3 opciones descriptas con los
siguientes estilos de pensamientos:

• Seguro:
"Me resulta relativamente fácil acercarme a otras personas y estoy cómodo dependiendo de ellas o
siendo ellas dependientes de mí. No temo ni ser abandonado ni que alguien se aproxime demasiado
a mí."
• Evitativo:
"Siento cierto malestar si estoy muy cerca de alguien. Me resulta difícil confiar plenamente en otros,
difícil permitirme depender de ellos. Me pongo nervioso cuando alguien se me acerca demasiado y
cuando quieren que yo intime más de lo que me resulta confortable."
• Ansioso:
"Siento que los otros no quieren estar tan cerca como yo deseo. A veces pienso que mi compañero
realmente no me ama o no quiere seguir estando conmigo. Yo deseo un gran cercanía con mi
compañero y eso a veces hace que la gente se aleje (huya)."

Bartholomew y Horowitz ( 1991) en una reciente aportación identificaron dos componentes


dentro de los modelos operativos internos:

• La imagen de los otros, relacionada con la evaluación de la figura de apego como alguien
disponible y en quien se puede confiar
• La imagen del self, o evaluación de uno mismo como alguien que vale o no la pena y
suscita, o no, el interés de los demás.

Desde este enfoque se distinguen cuatro tipos de apego:


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1. Seguro, que aúna una idea positiva de sí mismo y una idea positiva de los demás
2. Evitativo-rechazante, con una idea positiva de sí mismo y una idea negativa de los demás
3. Preocupado, con una idea de sí mismo negativa y positiva de los demás
4. Evitativo-temeroso, con una idea tanto del self como de los otros negativa.

Los estudios han determinado que algunas características que se presentan en las relaciones
íntimas que establecen las personas tienen mucho que ver con sus estilos de apego individuales
(Simpson, J. 1990).

Las personas con estilo seguro tienden a desarrollar modelos mentales de sí mismos como
amistosos, afables y capaces, y de los otros como bien intencionados y confiables; encuentran
relativamente fácil intimar con otros, se sienten cómodos dependiendo de otros y que otros dependan
de ellos, y no se preocupan acerca de ser abandonados o de que otros se encuentren muy próximos
emocionalmente.

Las personas con estilos ansiosos tienden a desarrollar modelos de sí mismos como poco
inteligentes, inseguros, y de los otros como desconfiables y reacios a comprometerse en relaciones
íntimas; frecuentemente se preocupan de que sus parejas no los quieran y sienten temor al abandono.

Los de estilo evasivo, desarrollan modelos de sí mismos como suspicaces, escépticos y retraídos, y
de los otros como desconfiables o demasiado ansiosos para comprometerse en relaciones íntimas; se
sienten incómodos intimando con otros y encuentran difícil confiar y depender de ellos.

2. NEUROFISIOLOGÍA DEL AMOR


• CEREBRO, NEUROTRANSMISORES Y HORMONAS

El funcionamiento del cerebro puede dividirse en 3 partes: (a) el cerebro primitivo, (b) el cerebro
emocional y (c) el cerebro pensante.

(a) El cerebro primitivo de ocupa de las funciones vitales básicas (circulación, digestión, sueño,
excitación, etc.).

(b) El cerebro emocional (Sistema Límbico)

Entre otras funciones, regula las hormonas sexuales, el miedo y el placer. Aquí se originan dos
factores importantes del amor: La atracción sexual y la alianza profunda. Aquí está la amígdala lista
para disparar la alarma (lucha o huída) y ayudar a decidir si una experiencia es buena o mala, si debe
ser repetida o evitada.

Cuando uno está experimentando placer una vía (área tegmental ventral -->> núcleos accumbens)
evalúa cuán buena es una experiencia y envía esa evaluación a otras partes del circuito de
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recompensas (incluyendo la amígdala y la corteza prefrontal. Cuanto más satisfactoria es la experiencia


más probable que el cerebro quiera repetirla.

El sexo y el amor activan la poderosa recompensa de la dopamina. Inundando el sistema con


dopamina es como el sexo se hace sentir tan placentero y hace querer volver por más. En parte por
eso el amor es adictivo.

Luego del orgasmo, la importante liberación de oxitoxina (hormona de la confianza y el apego)


contribuye a estimular los lazos y el amor duraderos, transformando el reflejo de la lujuria en afectos
durables. Esta misma hormona es liberada en la relación de madre e hijo, generando esa sensación de
confianza y apego.

También nuestro deseo de contacto puede estar fomentado por la actividad de las neuronas
espejo que pueden ser responsables en parte de la habilidad de comprender a otros, la empatía y el
altruísmo.

Por las neuronas espejo, partes de nuestro cerebro se activan cuando vemos las acciones y
emociones de otros, como si las hiciéramos y sintiéramos nosotros. Por eso podemos experimentar lo
que otros hacen o sienten. También estas neuronas desempeñan un rol importante en permitirnos
percibir las intenciones de otros. Y no solo las expresiones faciales de otros generan similares
experiencias en nosotros, sino también nuestras propias expresiones faciales nos generan las
correspondientes emociones. Asimismo la pornografía se apoya en la función de las neuronas espejo.

(b) El cerebro pensante (Sistema Cognitivo)

El amor activa también partes del sistema cognitivo, por lo que nos es una simple emoción, ni
tampoco una simple adicción. Así mimo el sistema cognitivo con la imaginación puede incentivar,
modificar o regular las respuestas del sistema límbico.

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Bibliografía
Bartholomew, K. & Horowitz, L. (1991). Journal of Personality and Social Psychology, Vol. 61, No. 2,
226-244 0022-3514/91

Bowlby, J. (1969/ 1982). Attachment and Loss. Vol. 1. Attachment (2nd.ed). New York: Basic Books.

Bowlby, J. (1973). Attachment and Loss. Vol. 2. Separation: Anxiety and anger. New York: Basic Books.

Bowlby, J. (1980). Attachment and Loss. Vol. 3. Sadness and depression. New York: Basic Books.

Bowlby, J. (1988). Clinical Applications of Attachment Theory. London: Routledge.

HazanC. & Shaver, P.R. (1987) Romantic Love Conceptualized as an Attachement Process. Journal of
Personality and Social Psychology, 52, 511-524.
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Horstman, J. (2012). The Scientific American Book of Love, Sex and the Brain. San Francisco: John Wiley
& Sons.

Leventhal, H. (1984) A Perceptual Motor Theory of Emotion En: Berkowitz (ed) Advances in
Experimental Social Psychology. New York: Academic.

Mikulincer, M. & Shaver, Ph. (2007). Attachment in Adulthood. Structure, Dynamics and Change. New
York: Guilford Press

Young, J., Klosko J. & Weishaar M. (2003). Schema Therapy. A practitioner's guide. New York: Guilford
Press.

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Pere Estupinya

Serotonina, oxitocina y el amor engañoso


Si esa noche, por lo que sea, tus niveles de testosterona se encuentran más elevados de lo normal,
tu apetito sexual se verá incrementado. Seguro que tendrás más predisposición a encontrar alguna
aventura amorosa. Pero si no tienes éxito, no te inquietes. La testosterona sube y baja rápidamente sin
mayores repercusiones y, al día siguiente, todo empieza de cero otra vez.

En caso de que sí hayas tenido sexo satisfactorio con alguien, habrás notado el subidón de
dopamina, la hormona del placer. Si realmente ha sido bueno te habrá gustado tanto que querrás
repetirlo a casi toda costa. ¡Pero que la dopamina no te engañe! En el fondo, a ella le da igual si
vuelves con la misma pareja o no; incluso te permite sentirte enamorada/o de dos personas a la vez.
De acuerdo, de acuerdo… si ha estado tan bien, quizás hayan bajado un poco los niveles de serotonina,
experimentarás un estado de desorientación y pensarás que esa persona es especial, tiene algo.
Empezarás a enamorarte.

Quizás tras varios picos de dopamina notes cierta sensación de adicción. Puedes relajarte y
disfrutarlo con tranquilidad: en este estadio la testosterona y la dopamina no forman parte relevante
de la historia. Desdecirse no sería traumático todavía. Lo serio de verdad llega cuando la oxitocina
aparece en escena. Tu cerebro la segrega a grandes cantidades en cada orgasmo, y es la responsable
del sentimiento de apego, de unirte definitivamente a tu nueva pareja. Si hubiera una hormona del
amor, esta sería la oxitocina. Cuando están juntos, la oxitocina les reduce el estrés y el miedo, mientras
les aumenta la confianza, la generosidad, la sensación de bienestar en cada abrazo. Es la esencia
química del afecto. Y lo más importante: hace que te sientas feliz cuando observas a tu pareja feliz. Su
satisfacción pasa a ser más importante que la tuya propia. Ahora sí que puedes decir honestamente “te
quiero”, en lugar del “te deseo” propio de la etapa dominada por la dopamina.

De todas formas no te confíes. Asegúrate de mantener los niveles de oxitocina altos a base de
orgasmos, para evitar que vayan decreciendo hasta perder el apego. Si esto les ocurriera a los dos a la
vez, tampoco sería tan grave. La tristeza de la separación daría paso rápidamente a una sensación de
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alivio. Lo peligroso, desdichado, insano, funesto, devastador sucede cuando, por cualquier motivo, la
relación se rompe mientras los niveles de oxitocina están al máximo. Entonces la química cerebral se
vuelve loca. La serotonina baja por los suelos: te deprimes, te desesperas, pierdes la cordura, dudas
constantemente de qué es correcto y qué incorrecto, y aparece la ansiedad, la obsesión.

Te separas y de repente tus neuronas encargadas del placer ya no segregan nada de dopamina.
Notas un síndrome de abstinencia brutal. Tu cerebro pide a gritos sinápticos volver a ver a tu amor. No
deberías hacerlo; sería un suicidio, hormonalmente hablando. Recaerás como el alcohólico que en el
momento de más debilidad piensa “será sólo una copa”. Dale tiempo a tu química cerebral para que
restablezca sus niveles normales. Además, allí ya no hay amor verdadero. Bueno, quizás sí lo hay, pero
queda ofuscado por el deseo egoísta de sentirte mejor, de aliviar tu propio sufrimiento. En esos
momentos no estás pensando en qué es lo mejor para él o ella.

“Quiero continuar siento tu amiga/o” puede decir el que haya salido más o menos ileso de la
desdichada ruptura. Científicamente, esto es absurdo. Es como si pretendieras curar al alcohólico
diciéndole: “Debes dejar de beber. Pero puedes continuar yendo a los mismos bares, no hace falta que
tires las botellas de tu casa, y dale un inocente beso al vino cada cierto tiempo”. Los neurocientíficos
expertos en adicciones saben que eso no lleva a ningún sitio. Si respetáramos su conocimiento, la
terapia del desamor incluiría borrar teléfonos, mails, y tirar fotos a la basura, por muy doloroso que
sea.

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