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Título I
La administración del Estado
como complejo organizacional
52. El análisis de la materia, tradicionalmente conocida como organización admi-
nistrativa, se inicia con una introducción que apela a su importancia (capítulo 1) y un
capítulo sobre su regulación jurídica, bajo la denominación de “competencia organi-
zacional” (capítulo 2). El corazón de la organización se halla en un número reducido
de categorías dogmáticas fundamentales (capítulo 3), cuyo entendimiento hace posi-
ble una explicación de la fisonomía de la administración en Chile (capítulo 4).
Capítulo 1
Importancia de la materia
53. Se aprecia a tres respectos: importancia jurídica, científica y política.
Capítulo 2
Competencia organizacional
57. ¿A quien corresponde definir la organización de la administración del Es-
tado? La organización administrativa siempre supone articulación de oficinas u
otras estructuras administrativas. En una dimensión importante, esa articulación
se desarrolla en el mundo puramente material (pues para echar a andar una ofi-
cina se requiere espacio físico, personal y algunos recursos materiales), pero para
su reconocimiento oficial se requiere de operaciones formales mediadas por el
derecho.
Con la rúbrica “potestad organizatoria” de la administración, la doctrina de-
signa los modos de creación o configuración de las unidades administrativas del
Estado, sea que estén radicados en el legislativo o en la propia administración.
En buenas cuentas, no se trata de una auténtica potestad pública, sino de una
denominación cómoda de una diversidad de cuestiones emparentadas temática-
mente, en torno a las cuales el sistema constitucional distribuye competencias
normativas.
En el derecho comparado no hay recetas uniformes sobre estas materias. Al-
gunos regímenes son bastante flexibles, permitiendo al gobierno o a organismos
administrativos determinar, dentro de ciertos límites, su propia configuración. Así,
por ejemplo, en países como Francia o España el jefe de gobierno puede deter-
minar los ministerios con que pretende gobernar (mediante operaciones admi-
nistrativas, no por ley). En contraste, el modelo chileno se caracteriza por una
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mayor rigidez, toda vez que la organización se define por ley. La distribución de
competencias normativas respecto de esta materia tiene por telón de fondo la
tensión entre la necesidad de una gestión administrativa ágil y la participación de
las minorías parlamentarias en la definición de lineamientos básicos de la acción
pública, del tamaño del aparato del Estado y del gasto público.
Para el mejor entendimiento de la materia, conviene analizar separadamente el
papel de la ley, el que ha desempeñado en Chile la Ley de Bases de la Administra-
ción del Estado, que opera como una especie de ley general de organización admi-
nistrativa, y el rol que cabe a la misma administración en su propia organización.
(b) La LOCBGAE
59. En principio, el legislador es soberano para determinar la configuración
orgánica de las instituciones administrativas. Sin embargo, la Constitución prevé
que “la organización básica de la Administración Pública” sea determinada por
ley orgánica constitucional (art. 38, inc. 1); esa ley es la Ley 18.575, Orgánica
Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado.
La LOCBGAE es uno de los primeros cuerpos legales que abordaran la admi-
nistración del Estado desde una perspectiva conjunta, sometiéndola a estándares
comunes. Eso explica que varias de sus disposiciones tengan un radio de acción
transversal a los distintos cuerpos administrativos del Estado; así ocurre con los
títulos I (“Normas generales”), III (“De la probidad administrativa”) y IV (“De la
participación ciudadana en la gestión pública”), que definen principios generales
aplicables tanto a la organización como al funcionamiento de los órganos admi-
nistrativos.
El título II de la LOCBGAE encierra diversas reglas sobre organización admi-
nistrativa, que contribuyen a delinear una fisonomía similar para los organismos
administrativos más comunes (dejando a salvo a aquellos que se rigen por normas
especiales, como las autonomías constitucionales, las Fuerzas Armadas y de Or-
den y Seguridad Públicas, los Gobiernos Regionales, el Consejo para la Transpa-
rencia y las empresas públicas creadas por ley). Estas reglas comunes determinan
la estructura jerarquizada de las oficinas administrativas, los modos de organiza-
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