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Reconceptualizando la Ciudad Latinoamericana desde el Terreno


Autor: Sergio Montero - Cider, Universidad de Los Andes

ABSTRACT – RESUMEN

Es práctica común entre estudiantes de pregrado y maestría en


temas urbanos hacer proyectos de investigación en los que se reali-
zan estancias cortas de varios días o semanas “en campo” para ela-
borar un estudio de caso. En este contexto, las ciudades y barrios
informales de América Latina se han convertido en un destino
favorito para hacer trabajo de campo,tanto para estudiantes lati-
noamericanos como de otras regiones. Dado el corto período de
tiempo de estos ejercicios, los estudiantes suelen llegar al terreno a
recopilar datos con una metodología usualmente basada en teorías
urbanas que frecuentemente han sido diseñadas para la realidad
de las ciudades del Norte global. Este texto trata sobre la impor-
tancia de utilizar metodologías de investigación que permitan to-
ENTRE DATOS Y TEORÍAS:

mar en serio los datos recogidos en campo como una herramienta


para generar nuevos conceptos que reflejen las dinámicas propias
de la ciudad latinoamericana. El texto da también algunas pistas
metodológicas sobre cómo construir conceptos y relaciones entre
variables desde el terreno a través de dos estrategias. La primera
estrategia es que cuando se presenta una disonancia importante
entre la teoría dominante y el estudio de caso latinoamericano, se
contemple la posibilidad de que sea la teoría, y no necesariamente
el caso, la anomalía y, por tanto, usar la anomalía como un campo
productivo de generación de nuevas teorías y conceptos. La segun-
da estrategia consiste en ir más allá del estudio de caso y adoptar
metodologías que enfatizan el rol interpretativo del investigador y
su capacidad de convertir las observaciones y datos recogidos en
campo en nuevos conceptos como la etnografía, la teoría anclada y
el pensamiento de diseño.
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Introducción

América Latina es una de las regiones más urbanizadas del planeta. Más del 80% de
su población vive actualmente en ciudades. Las ciudades son espacios generadores de
riqueza, creatividad y diversidad cultural pero también son espacios de desigualdad, se-
gregación y contaminación. Las últimas décadas de urbanización rápida y descontrolada
en América Latina han dado lugar a un modelo de ciudad disperso y segregado, con baja
calidad de vivienda, altos porcentajes de informalidad, con equipamientos urbanos y es-
pacios públicos insuficientes, una infraestructura de transporte cada vez más centrada en
el automóvil y con altos índices de contaminación e inseguridad. La necesidad de inter-
venir para mejorar la ciudad latinoamericana es hoy día insoslayable.

Sin embargo, para poder intervenir en la ciudad es necesario contar con un andamiaje
teórico y conceptual que nos permita entender cuáles son los principales retos que enfren-
ta la ciudad latinoamericana y de qué manera podemos atacarlos.

En nuestra era del big data y las “buenas prácticas” a veces pareciera que la solución a los
problemas urbanos es una cuestión técnica y que, gracias a la disponibilidad de acceso a
datos urbanos que nos prometen las nuevas tecnologías, el problema de la planeación ur-
bana va a lograr ser finalmente resuelto. Pero hoy en día, las ciudades necesitan líderes no
sólo con habilidades técnicas sino también con herramientas interdisciplinarias de análisis
crítico que les permitan entender las diversas causas, relaciones de poder e imaginarios
que influyen en la manera en la que se organiza y vive la ciudad. Contar con una serie de
teorías y conceptos que nos ayuden a comprender estas dinámicas es un paso importante
para poder cambiar la ciudad.

En las últimas décadas, varios autores en estudios urbanos han puesto de manifiesto la
necesidad de “descentrar” la manera en que pensamos y teorizamos sobre ciudades. En
un mundo en el que las ciudades del Sur global son ya las más pobladas 1, las teorías so-
bre ciudad y planificación urbana siguen, paradójicamente, dominadas por conceptos y
relaciones causales basados en la experiencia de las ciudades de Estados Unidos y Europa
(Robinson, 2002; Pradilla en Delgadillo, 2013). En este contexto, varias voces críticas
han hecho hincapié en la necesidad de encontrar nuevas formas y “nuevas geografías”
desde donde producir teoría sobre ciudades (Roy, 2009) como un primer paso para po-
der atender los retos y realidades específicas de las ciudades del Sur (Watson, 2009). El

1. Por ejemplo, las ciudades más grandes del planeta en la actualidad están en Asia. La primera ciudad no asiática en
la lista de ciudades más grandes es Nueva York, con 20 millones de habitantes, que aparece en el puesto 9. Le siguen
Guangzhou, Sao Paulo y Ciudad de México, con 20 millones de habitantes también. La primera ciudad europea, París,
no aparece hasta el puesto 29. Datos: http://www.demographia.com/db-megacity.pdf (accedido 25 de mayo de 2017)
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urbanista mexicano Emilio Pradilla Cobos, por ejemplo, ha argumentado que una de
las problemáticas más importantes en la investigación actual sobre estudios urbanos en
América Latina es la “importación indiscriminada y acrítica de conceptualizaciones que
se construyeron para explicar otras realidades económico-sociales y que se han impuesto
a la realidad latinoamericana” (Pradilla en Delgadillo, 2013: 188). Para Pradilla, la rela-
ción actual en la que los países hegemónicos del Norte producen teoría y conceptos sobre
ciudades y las ciudades de América Latina sólo sirven como material empírico para pro-
barlas muestra un “colonialismo intelectual autoasumido” por los propios investigadores
latinoamericanos (Pradilla en Delgadillo, 2013: 188).

Muchos urbanistas y estudiosos de la ciudad latinoamericana hemos visto con buenos


ojos esta crítica poscolonial al urbanismo. Hoy día, no es difícil hacer el argumento de que
es necesario repensar o reteorizar el urbanismo “desde el Sur” o “desde América Latina.”
Lo díficil es, sin embargo, hacerlo. Muchos de nosotros -y nuestros estudiantes- nos pre-
guntamos constantemente cómo hacer que nuestros estudios puedan ser generalizables y
tomados en serio no sólo como producción de evidencia empírica sino también como ge-
neradores de teorías y conceptos que reflejen la realidad específica de las ciudades latinoa-
mericanas y puedan, tal vez además, explicar aspectos de otras ciudades en África, Asia,
Europa o en el mundo anglosajón. Este texto no pretende hacer un llamado a la elabora-
ción de grandes teorías que quieran explicar la ciudad como un todo, reconstruidas esta
vez desde la realidad latinoamericana. Más bien, en esta breve reflexión, me gustaría dar
algunas pistas metodológicas de algo más modesto pero igualmente importante: ¿cómo
construir conceptos basados en datos empíricos pero que también sean capaces de ayudar
a explicar dinámicas de otras ciudades, en América Latina y más allá?

En ese sentido, al escribir este texto tengo en mente no a los grandes pensadores de la ciu-
dad latinoamericana sino a estudiantes de pregrado o maestría interesados en el urbanis-
mo y la planificación urbana, que realizan trabajo de campo de varios días o semanas en
una ciudad, barrio o territorio latinoamericano. ¿Cómo aprovechar esos cortos períodos
de tiempo para no simplemente amoldar la realidad de esos lugares a la teoría y concep-
tos dominantes? ¿Cómo utilizar los datos recogidos durante el trabajo de campo no sólo
para probar y amoldar teorías del urbanismo de los países del Norte sino para innovar
produciendo nuevas ideas y conceptos de lo urbano a partir de la experiencia de la ciudad
latinoamericana? En otras palabras, ¿cómo podemos dejar hablar al territorio?

La teoría como (potencial) anomalía

En la difícil tarea de pensar en “cómo” reconceptualizar la ciudad y la planeación urbana


desde la realidad latinoamericana, es importante clarificar y distinguir entre datos, con-
ceptos y teoría. En proyectos de investigación “tradicionales,” por llamarlos de alguna
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manera, los estudiantes suelen comenzar por una revisión de literatura para situar su
análisis dentro de lo que ya se ha escrito sobre el tema. En la práctica, esto se traduce
en identificar las principales teorías existentes sobre un problema y sintetizar los prin-
cipales debates y hallazgos teóricos que se han encontrado hasta el momento. Esta es la
razón por la que muchos de los primeros semestres de una maestría se dediquen a clases
y seminarios que introducen al estudiante en las principales teorías existentes sobre un
tema o una problemática. Pero es justamente en estos seminarios donde frecuentemente
se reproducen las teorías dominantes que se generan en los países del Norte. En el caso
de América Latina, la mayoría de las universidades requieren profesores con un título de
doctorado y, muy frecuentemente, estos profesores suelen conseguir sus doctorados en
universidades europeas o norteamericanas. Es ahí donde el profesor mismo se convierte
en un actor clave en la circulación y reproducción Norte-Sur de teorías, al transmitirle
a sus estudiantes las enseñanzas que él o ella aprendió durante su etapa de formación e
investigación. Este profesor, además, se ve obligado a trabajar con estas teorías ya que, en
la mayoría de ocasiones, su promoción dentro de la universidad está asociada a la publica-
ción en revistas académicas de alto impacto, la mayoría de las cuales son en inglés. De esta
manera, muchos estudiantes de pregrado, maestría e incluso doctorado en universidades
latinoamericanas comienzan sus procesos de investigación y comprensión de la ciudad
con autores e interpretaciones teóricas de autores como Henri Lefebvre, David Harvey,
Saskia Sassen, Jane Jacobs, Manuel Castells o Jordi Borja, autores todos influyentes en
estudios urbanos pero que también tienen en común haber pensado la ciudad desde la
realidad del Norte.

En esta lógica de ideas, una vez adoptado el marco conceptual de alguno de estos grandes
teóricos del urbanismo, el siguiente paso es buscar unos conceptos o categorías de análisis
que permitan profundizar en el estudio de un caso particular. Estos conceptos y categorías
suelen además derivarse del marco teórico escogido por el estudiante. De esta manera,
una vez los estudiantes llegan a campo a realizar su “estudio de caso,” éstos suelen dedi-
carse a probar cómo su caso encaja o no dentro de esta teoría. Este ejercicio es válido y, de
hecho, puede producir resultados y recomendaciones interesantes, especialmente cuando
el análisis usa el marco teórico de una manera flexible y deja que el “caso” hable por sí
mismo y presente contradicciones y anomalías frente a la teoría. Cuando esa anomalía
se ve como algo teóricamente productivo, el análisis se vuelve capaz de generar nuevos
conceptos que transforman la teoría. En otras palabras, el estudiante debe contemplar
la posibilidad de que la teoría, y no necesariamente el caso, pueda ser la anomalía. No
obstante, son numerosas las veces en que el cinturón teórico con el que el estudiante llega
al campo y el escaso tiempo de recolección de datos y su transformación en un informe,
lleva al estudiante a concluir que su caso es una anomalía frente a la teoría, es decir, el caso
no da la talla “suficiente” en comparación con sus vecinos del Norte.
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Un ejemplo para ilustrar esta dinámica es la teoría de las ciudades globales, cuyo mayor re-
ferente teórico es el libro The Global City: New York, London, Tokyo de la socióloga urbana
Saskia Sassen (2001). Según la teoría de la ciudad global, la economía global se controla
y gestiona cada vez más desde un conjunto de ciudades que Saskia Sassen denomina
“ciudades globales.” Sassen se basa en la idea de que, a pesar del avance de las tecnologías
de comunicación en las últimas décadas, las sedes de las empresas de servicios financieros
avanzados que manejan los flujos financieros de capital global se concentran cada vez
más en ciertas ciudades y, más específicamente, en ciertas partes de la ciudad como, por
ejemplo, la City de Londres o Manhattan en Nueva York. Esto crea lo que ella llama una
“nueva geografía de centros y márgenes” que hace que partes de estas ciudades estén más
conectadas a redes globales de capital financiero que a la propia ciudad misma. Varios
autores han extendido esta teoría y argumentado que no son sólo las ciudades globales
sino las “ciudades-región globales” (Scott, 2001) las que se están convirtiendo en espacios
clave para el desarrollo y la competitividad territorial en el contexto de la globalización
(Scott & Storper, 2003). Bajo esta visión, Silicon Valley es frecuentemente referido como
ejemplo paradigmático para toda aquella ciudad que aspire a ser una ciudad-región global
“de verdad” (Henton, 2001).

El problema de universalizar la relación teórica entre ciudad y globalización de esta ma-


nera es que se crean rankings de ciudades globales con base en la capacidad de ciertas ciu-
dades de atraer y controlar flujos financieros. Esto puede llevar a investigaciones con con-
clusiones del tipo: “Recife (o Quito o Bogotá) no cuenta con los mecanismos apropiados
para ser una ciudad global e incorporase a los circuitos internacionales ya que el número
de sedes de bancos multinacionales es muy bajo.” Siguiendo esta teoría, la recomendación
de política entonces para alcaldes o tomadores de decisiones que quieren que sus ciudades
se conviertan en “ciudades globales” es que logren atraer a grandes empresas de servicios
avanzados o sedes corporativas de grandes bancos. En este sentido, García et al. (2017:
1) han argumentado que “en un contexto de implantación de políticas neoliberales, los
rankings [de ciudades globales] están siendo utilizados, con una narrativa que enfatiza el
puesto que ocupa la ciudad, como forma de promoción urbana.”

Un artículo crítico con la teoría de la ciudad global, que ya se ha convertido en un clá-


sico en la crítica poscolonial a la planeación urbana, es el artículo de la teórica urbana
sudafricana Jennifer Robinson Global and World Cities: A View from Off the Map. En
él, Robinson (2002) critica la teoría de las ciudades globales porque coloca en la cima
de la jerarquía urbana global a ciudades como Nueva York, Londres o Tokio (las tres
ciudades en las que Saskia Sassen se basa para realizar su teoría) y deja fuera del mapa de
ciudades globales a la mayoría de ciudades del Sur a pesar de representar estas la mayoría
de población urbana del planeta. Según Jennifer Robinson, la teoría urbana ha estado
tradicionalmente dividida entre un Norte moderno y un Sur en desarrollo que reifica y
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continúa los estereotipos de las ciudades del Norte como verdaderas ciudades y las del Sur
como mega-ciudades caóticas “en desarrollo” donde nada funciona del todo bien y donde
la idea de desarrollo se convierte, en realidad, en una aspiración a replicar la realidad de
las ciudades del Norte.

Una alternativa a esta concepción universalista de ciudad y globalización es el trabajo de


Abdoumaliq Simone sobre redes informales y globalización en varias ciudades africanas.
En su libro, For the City Yet to Come, Simone habla de globalización en África pero no para
concluir que las ciudades africanas no son lo suficientemente globales sino para reconcep-
tualizar la relación entre globalización y ciudades. Por ejemplo, en su análisis de la política
urbana en cuatro ciudades africanas, Simone (2004) pone de manifiesto la importancia
de las redes sociales informales en el funcionamiento de las ciudades en África. En ese sen-
tido, en lugar de partir del criterio de circulación de flujos de capital financiero, Simone
muestra cómo la globalización también ocurre a través de redes informales de personas y
cómo, de hecho, muchas ciudades africanas están conectadas a otros lugares del mundo
a través de la construcción de formas informales de colaboración local. A partir de esta
reconceptualización de la relación entre ciudad y globalización, Simone (2002) critica los
esquemas de gobernanza y planeación urbana participativa que varios organismos interna-
cionales han intentado imponer en África. Para él, la aplicación de estos mecanismos suele
fallar porque no están diseñados teniendo en cuenta la importancia de las redes sociales
informales que predominan en las ciudades africanas. En esta reflexión, Simone concluye
que la aplicación de ideas y mecanismos formales de participación ciudadana pensados
desde otras latitudes no sólo no funcionarán sino que seguirán acelerando los procesos
informales que caracterizan las formas de gobernanza urbana en África.

Los textos de Robinson (2002) y Simone (2002, 2004) son sólo un ejemplo de la manera
en la que uno puede partir de teorías dominantes provenientes del Norte, como la teoría
de la ciudad global, para mostrar que hay dinámicas diferentes que esas teorías no pueden
explicar. De esta manera se muestra, por tanto, que la anomalía no es el caso sino la propia
teoría, la cual necesita ser expandida para recoger la realidad y dinámicas urbanas de las
ciudades del Sur.

Reconceptualizando la ciudad latinoamericana “desde el terreno”

Otra manera de dejar que los datos empíricos recogidos en campo hablen sin subyugarlos
al cinturón de las grandes teorías es ir más allá del “estudio de caso” y adoptar metodo-
logías de investigación abiertas que ponen el énfasis en la observación e interpretación
por parte del investigador de los fenómenos que ocurren en el terreno. En el caso de
los estudios urbanos hay varios ejemplos inspiradores de cómo desarrollar conceptos y
metodologías para teorizar las dinámicas contemporáneas del urbanismo desde la expe-
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riencia de las ciudades latinoamericanas. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, la idea
de “imaginarios urbanos” (Silva, 1992, García Canclini, 1997) o los conceptos de “ciu-
dad de muros” (Caldeira, 2007), “política de los pobres” (Auyero, 2001) o “ciudadanía
insurgente” (Holston, 2008). En esta sección proponemos explorar tres metodologías de
investigación que pueden ayudar al estudiante a usar los datos recogidos en campo de una
manera abierta a la innovación conceptual: la etnografía, la teoría anclada y el pensamien-
to de diseño. Aunque muy diferentes en su enfoque, estas tres metodologías enfatizan el
rol interpretativo del investigador y su capacidad de convertir las observaciones y datos re-
cogidos en campo en nuevos conceptos. No trataré aquí de describir de manera extensiva
cada una de estas metodologías; ya hay una literatura importante académica que se dedica
a discutir cada una de ellas.2 Más bien, el objetivo en este breve ensayo es dar algunas
pistas metodológicas de cómo estas metodologías nos pueden ayudar en la ardua tarea de
construir conceptos “desde el terreno.”

En los últimos años, la etnografía ha ganado popularidad en los estudios urbanos. La


etnografía es un método de recolección e interpretación de datos que consiste en la obser-
vación de las prácticas cotidianas de una comunidad a través de la participación activa del
investigador en las mismas. El etnógrafo suele registrar y reflexionar sobre su observación
e interacción con la cotidianidad de una comunidad en un diario de campo (Rabinow,
2007). Esta observaciones y reflexiones son complementadas con entrevistas abiertas o
semi-estructuradas. El investigador-etnógrafo debe permanecer el tiempo suficiente en
la comunidad para dejar emerger y dejarse sorprender por las contradicciones que suelen
existir en el estudio de comportamientos humanos. En el campo de los estudios urbanos,
son varios los ejemplos de autores que han logrado con éxito crear nuevos conceptos para
explicar la ciudad latinoamericana a través del método etnográfico. Por ejemplo, basada
en su etnografía sobre São Paulo, la antropóloga brasileña Teresa Caldeira (2007) acuñó
el término “ciudad de muros” para hablar del incremento de espacios amurallados en las
ciudades contemporáneas y cómo este esquema crea un nuevo paradigma de segregación
urbana basado en muros y sistemas de vigilancia para separar a pobres y ricos sin que ne-
cesariamente haya distancia geográfica. La idea de “ciudad de muros” ha servido a investi-
gadores de América Latina y de todo el mundo para analizar procesos contemporáneos de
segregración urbana y sus consecuencias en la cotidianidad de los ciudadanos.

A pesar de que la etnografía urbana ha tendido a concentrarse en el estudio de barrios o


zonas particulares de la ciudad, el antropólogo George Marcus (1995) apunta a las posi-
bilidades de usar la etnografía para estudiar procesos globales a través de lo que él llama
etnografía multi-sitiada. En este tipo de etnografía el objeto de análisis deja de ser un

2. Para etnografía, ver Velasco & De Rada 1997 o Marcus 1995; para teoría anclada ver Clarke 2003 o Allan 2003; y
para pensamiento de diseño o design thinking, ver Buchanan 1992 o Brown & Wyatt 2010.
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lugar o una comunidad específicas y pasa a ser un proceso, el cual puede observarse en di-
ferentes sitios. La labor del etnógrafo-investigador se centra entonces en seguir, observar y
teorizar sobre las infraestructuras y prácticas cotidianas que permiten la circulación global
de flujos de dinero, gente o ideas. Un ejemplo son los análisis de Montero (2017a, 2017b)
sobre el rol de conferencias, expertos y viajes de estudio en la construcción y circulación
global de Bogotá como “buena práctica” urbana.

No obstante, y dado que este texto está dirigido a estudiantes que van a pasar máximo un
par de semanas en el terreno, una de las principales dificultades de utilizar una metodo-
logía etnográfica es la necesidad de pasar un período de tiempo lo suficientemente largo
en el lugar que uno quiere analizar. Normalmente los estudios etnográficos tienen lugar
a través de un compromiso no sólo de meses si no, a veces, de años con una comunidad.
Varios autores han intentado adaptar la etnografía a períodos cortos de tiempo, como por
ejemplo la idea de etnografía rápida (Handwerker, 2001; Millen, 2000) o la cuasi-etno-
grafía (Silva y Burgos, 2011). No obstante, muchas han sido las voces críticas y el debate
sigue abierto sobre si es posible hacer etnografía en situaciones en que los estudiantes
emplean apenas varios días o semanas en el campo (Jeffrey y Troman, 2004).

Otro método que puede permitir un acercamiento a la generación e innovación de nue-


vos conceptos y teorías con base en los datos recogidos en campo es la teoría anclada o
grounded theory (Glaser y Strauss, 1967; Clarke 2003). La característica principal de esta
metodología es que el investigador debe llegar a campo sin ninguna hipótesis o marco
conceptual y, más bien, desarrollar una teoría y unos conceptos y categorías relacionados
con base en la observación y entrevistas llevadas a cabo durante el trabajo de campo. A
continuación, se detallan brevemente los pasos en los que normalmente se lleva a cabo una
metodología de teoría anclada3. En primer lugar, el investigador formula una pregunta de
investigación sobre un problema y hace una selección de sujetos, objetos y documentos
relevantes que necesita revisar y analizar para dar respuesta a la pregunta. Después de este
proceso, el investigador se desplaza al terreno y realiza observación y entrevistas que son
luego transcritas. Es aquí donde comienza la labor de creación de conceptos y teorías. Pri-
mero, el investigador debe codificar sus entrevistas, es decir, buscar un código de palabras
que le ayuden a organizar las principales ideas que se dijeron en las entrevistas realizadas.
A pesar de que codificar entrevistas puede ser un proceso largo, este paso es importante
a la hora de buscar coincidencias o divergencias entre los entrevistados sobre un tema o
proceso del territorio. Después, se analizan los códigos y se agrupan bajo temas comunes.
Estos temas comunes son los que ayudan a generar conceptos y categorías de análisis, los
cuales serán parte esencial de la nueva teoría generada. Como afirma Allan (2003: 3)

3. Para más detalle, consultar Clarke 2004 o Allan 2003.


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“Son estos conceptos y categorías los que llevan a la aparición de una teoría. Si los datos
han sido analizados sin una teoría o hipótesis preconcebida, entonces la teoría generada
está realmente anclada en los datos porque no vino de ningún otro sitio”.
Es importante tener en cuenta que los conceptos y la teoría no tienen por qué emerger
siempre al final de este proceso. Estos pueden surgir al principio en la primera entrevista
y, si así es el caso, el proceso debe adaptarse para explorar estos conceptos y categorías
emergentes en subsiguientes entrevistas (Allan ,2003).

Finalmente, el pensamiento de diseño o design thinking puede ser también una herra-
mienta interesante en nuestro objetivo de pensar nuevos conceptos y categorías de análisis
desde el terreno. La característica principal del pensamiento de diseño es que pone al
usuario en el centro del proceso de investigación (Brown y Wyatt, 2010). Esta metodolo-
gía estaba inicialmente dirigido a diseñadores, los cuales tenían que responder de manera
creativa e innovadora a los requerimientos y necesidades específicas de sus clientes. No
obstante, en los últimos años, el pensamiento de diseño se ha generalizado para ir más allá
de la relación cliente-diseñador y adaptar estas herramientas de investigación centradas en
el usuario para aportar soluciones innovadoras a problemas sociales complejos. Por ejem-
plo, son ya numerosas las universidades que aplican métodos de pensamiento de diseño
para la solución de problemas urbanos. Si bien su uso todavía suele limitarse a facultades
de diseño y arquitectura, cada vez más otras disciplinas como la ingeniería o la planifica-
ción urbana y regional se están acercando a estos métodos.

La metodología de pensamiento de diseño suele dividirse en varias etapas. En primer lu-


gar, hay una etapa de comprensión del problema que el diseñador-investigador quiere so-
lucionar. En esta etapa, el pensamiento de diseño enfatiza el uso de herramientas similares
a la etnografía y la teoría anclada: inmersión en la comunidad donde ocurre el problema,
observación participativa, realización de entrevistas abiertas o semi-estructuradas y, tal vez
lo más importante, desarrollar empatía con los principales actores que experimentan el
problema. La idea es entender el problema desde la realidad de quienes lo experimentan.
Posterior a esta etapa viene una etapa en la que el diseñador-investigador trata de definir la
complejidad del problema buscando temas, patrones y conexiones entre los datos recopi-
lados. Se trata éste de un paso parecido al de creación de conceptos y categorías emanadas
del análisis de entrevistas que propone la teoría anclada. En este ejercicio de recopilación
de hallazgos es particularmente importante dotar de contenido a conceptos y categorías
que hayan surgido durante la etapa de recolección de información. Después de este pro-
ceso, viene un proceso en el que el diseñador-investigador genera posibles soluciones al
problema y crea un prototipo de la solución más interesante. Este prototipo puede ser
un objeto, pero también una innovación en un proceso, un proyecto, etc. Posteriormente
sigue un proceso de testeo del prototipo en el que el diseñador-investigador prueba el pro-
totipo en el lugar donde se enmarca el problema y lo modifica de acuerdo a las peticiones
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de la comunidad. Finalmente, una vez ajustado, el prototipo se implementa como una


solución co-creada con la comunidad al problema inicialmente identificado.

Conclusiones

Si las ciudades más pobladas y representativas del siglo XIX y XX fueron París, Londres
o Nueva York, el siglo XXI es el siglo de las ciudades de Asia, África y América Latina. Y,
sin embargo, las teorías y conceptos dominantes sobre ciudades siguen basadas mayori-
tariamente en la experiencia de las ciudades del Norte global. Como se ha puesto de ma-
nifiesto en este texto, existe un importante debate actual en los estudios urbanos sobre la
necesidad de “descentrar” o “provincializar” la teoría urbana dominante e innovar nuevos
conceptos y relaciones entre variables para explicar procesos urbanos en las ciudades del
Sur. Muchos estudiosos de la ciudad latinoamericana hemos visto con buenos ojos esta
crítica poscolonial al urbanismo. Sin embargo, la pregunta clave es: ¿cómo hacerlo? En
otras palabras, ¿cómo podemos dejar hablar al territorio?

Dado que este texto está dirigido a estudiantes de pregrado y maestría que realizan estan-
cias cortas de trabajo de campo no se pretende aquí hacer un llamado a la elaboración de
nuevas grandes teorías de la ciudad o de lo urbano. Más bien el objetivo es ofrecer varias
pistas metodológicas que nos permitan ser innovadores y respetuosos con las dinámicas
locales para dejar que los datos recopilados en campo nos hablen y se reflejen en los infor-
mes y proyectos finales que suelen ser producto de estos ejercicios de campo. Para lograr
esto, una de las claves que se ha subrayado a lo largo del texto es la importancia de llegar al
campo con la mente abierta y con una actitud crítica frente a las teorías recibidas en clase.
Teniendo como objetivo la generación de conceptos para describir la compleja realidad de
los procesos urbanos contemporáneos en América Latina, en este texto se exploraron dos
estrategias que pueden ser útiles para estudiantes de la ciudad latinoamericana a la hora
de aproximarse al trabajo de campo.

La primera estrategia es pensar en las teorías dominantes como un punto de partida para
elaborar nuestro estudio de caso pero estar abierto a la posibilidad de que la teoría –y no
necesariamente nuestro caso- sea la anomalía. Conocer los principales debates teóricos y
hallazgos en la literatura académica sobre un tema es importante porque nos da una sólida
base sobre la que empezar nuestra investigación. La revisión de literatura nos aporta ideas,
conceptos y relaciones entre variables que otros investigadores ya han probado y también
nos ayuda a pensar qué tipo de preguntas y metodologías pueden aplicarse al problema
que nos preocupa resolver. No obstante, el hecho de que la teoría urbana dominante esté
basada en la experiencia de las ciudades del Norte puede llevarnos a perpetuar la relación
colonial de estereotipar las ciudades del Norte como verdaderas ciudades y las del Sur
como mega-ciudades caóticas “en desarrollo.” Es por ello importante que cuando el es-
tudiante ponga en relación los datos recogidos en campo con las teorías que informan su
investigación se eviten conclusiones simplistas sobre la incapacidad de la ciudad latinoa-
mericana de “dar la talla.” El objetivo es tratar la anomalía entre teoría y datos empíricos
como un campo fértil para recomponer la teoría y generar nuevos conceptos explicativos.

La segunda estrategia para dejar que los datos empíricos recogidos en campo hablen es ir
más allá del estudio de caso y adoptar metodologías como la etnografía, la teoría anclada
o el pensamiento de diseño. Estas metodologías enfatizan la observación e interpreta-
ción propia del investigador como elementos clave en la comprensión del problema. Es
por ello que suelen usar métodos similares como son la inmersión del investigador en la
comunidad donde ocurre el problema, la observación participativa de la cotidianidad
de la comunidad estudiada, el registro y reflexión de las impresiones del investigador en
campo en un diario, o la realización de entrevistas abiertas o semi-estructuradas con los
principales actores que experimentan el problema. El objetivo es que el investigador sea
capaz de entender el problema desde la realidad de quienes lo experimentan y reflejar la
complejidad de las características propias de la comunidad o lugar sobre el que se escribe.
Para realizar esto es importante experimentar con nuevos conceptos, si bien muchas veces
esta innovación es tan simple como recoger ideas y términos que ya están en circulación
en esta comunidad, desarrollarlos como conceptos con capacidad de explicar procesos
urbanos e introducirlos en los debates teóricos del urbanismo y la planificación urbana y
regional.
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2017, Giancarlo Mazzanti y Carlos Medellín

EQUIPO EDITORIAL:

Concepto General: Carlos Medellín


Edición: Giancarlo Mazzanti , Carlos Medellín y Ángela Parra
Concepto Editorial y diseño gráfico: María Mazzanti y María Camila Parra
Corrección de estilo y adaptación de textos: Carolina Sánchez
Traducciones: María Mercedes Salgado

Textos de: Giancarlo Mazzanti , Carlos Medellín, Ángela Parra, Felipe Robayo, Ayesha
Ghosh, Brigitte Lucey, Chuxue Wang, Dasylva Bolton, Keren Bao, Rui Guan, Ruomeng
Wang, Siyu Zhang, Yuyang Wang, Zhe Cao, Zhengmeng Dong y Zhengyang Yue.

Especial agradecimiento a las contribuciones de:

El Equipo Mazzanti: de la construcción comunitaria al Juego


Geografía Urbana: Desarrollo más local
Nicolás Paris: Ejercicios para pensar espacios o hacer lugares
Jaime Abello: Barranquilla sabe cantar y trabajar
Mirtha Buelvas: Barranquilla espacio en el Carie
Jaime Pumarejo: La ciudad del río
Sergio Montero: Entre datos y teorías
Quilian Riano: Juegos!
Raymund Ryan: El juego es el tema
Alejandro Echeverry: Medellín re escribe sus barrios

Financiado por La Financiera para el desarrollo Territorial - FINDETER


Bogotá, 2017

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