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Entre Datos y Teorías - Montero - Final
Entre Datos y Teorías - Montero - Final
ABSTRACT – RESUMEN
Introducción
América Latina es una de las regiones más urbanizadas del planeta. Más del 80% de
su población vive actualmente en ciudades. Las ciudades son espacios generadores de
riqueza, creatividad y diversidad cultural pero también son espacios de desigualdad, se-
gregación y contaminación. Las últimas décadas de urbanización rápida y descontrolada
en América Latina han dado lugar a un modelo de ciudad disperso y segregado, con baja
calidad de vivienda, altos porcentajes de informalidad, con equipamientos urbanos y es-
pacios públicos insuficientes, una infraestructura de transporte cada vez más centrada en
el automóvil y con altos índices de contaminación e inseguridad. La necesidad de inter-
venir para mejorar la ciudad latinoamericana es hoy día insoslayable.
Sin embargo, para poder intervenir en la ciudad es necesario contar con un andamiaje
teórico y conceptual que nos permita entender cuáles son los principales retos que enfren-
ta la ciudad latinoamericana y de qué manera podemos atacarlos.
En nuestra era del big data y las “buenas prácticas” a veces pareciera que la solución a los
problemas urbanos es una cuestión técnica y que, gracias a la disponibilidad de acceso a
datos urbanos que nos prometen las nuevas tecnologías, el problema de la planeación ur-
bana va a lograr ser finalmente resuelto. Pero hoy en día, las ciudades necesitan líderes no
sólo con habilidades técnicas sino también con herramientas interdisciplinarias de análisis
crítico que les permitan entender las diversas causas, relaciones de poder e imaginarios
que influyen en la manera en la que se organiza y vive la ciudad. Contar con una serie de
teorías y conceptos que nos ayuden a comprender estas dinámicas es un paso importante
para poder cambiar la ciudad.
En las últimas décadas, varios autores en estudios urbanos han puesto de manifiesto la
necesidad de “descentrar” la manera en que pensamos y teorizamos sobre ciudades. En
un mundo en el que las ciudades del Sur global son ya las más pobladas 1, las teorías so-
bre ciudad y planificación urbana siguen, paradójicamente, dominadas por conceptos y
relaciones causales basados en la experiencia de las ciudades de Estados Unidos y Europa
(Robinson, 2002; Pradilla en Delgadillo, 2013). En este contexto, varias voces críticas
han hecho hincapié en la necesidad de encontrar nuevas formas y “nuevas geografías”
desde donde producir teoría sobre ciudades (Roy, 2009) como un primer paso para po-
der atender los retos y realidades específicas de las ciudades del Sur (Watson, 2009). El
1. Por ejemplo, las ciudades más grandes del planeta en la actualidad están en Asia. La primera ciudad no asiática en
la lista de ciudades más grandes es Nueva York, con 20 millones de habitantes, que aparece en el puesto 9. Le siguen
Guangzhou, Sao Paulo y Ciudad de México, con 20 millones de habitantes también. La primera ciudad europea, París,
no aparece hasta el puesto 29. Datos: http://www.demographia.com/db-megacity.pdf (accedido 25 de mayo de 2017)
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urbanista mexicano Emilio Pradilla Cobos, por ejemplo, ha argumentado que una de
las problemáticas más importantes en la investigación actual sobre estudios urbanos en
América Latina es la “importación indiscriminada y acrítica de conceptualizaciones que
se construyeron para explicar otras realidades económico-sociales y que se han impuesto
a la realidad latinoamericana” (Pradilla en Delgadillo, 2013: 188). Para Pradilla, la rela-
ción actual en la que los países hegemónicos del Norte producen teoría y conceptos sobre
ciudades y las ciudades de América Latina sólo sirven como material empírico para pro-
barlas muestra un “colonialismo intelectual autoasumido” por los propios investigadores
latinoamericanos (Pradilla en Delgadillo, 2013: 188).
En ese sentido, al escribir este texto tengo en mente no a los grandes pensadores de la ciu-
dad latinoamericana sino a estudiantes de pregrado o maestría interesados en el urbanis-
mo y la planificación urbana, que realizan trabajo de campo de varios días o semanas en
una ciudad, barrio o territorio latinoamericano. ¿Cómo aprovechar esos cortos períodos
de tiempo para no simplemente amoldar la realidad de esos lugares a la teoría y concep-
tos dominantes? ¿Cómo utilizar los datos recogidos durante el trabajo de campo no sólo
para probar y amoldar teorías del urbanismo de los países del Norte sino para innovar
produciendo nuevas ideas y conceptos de lo urbano a partir de la experiencia de la ciudad
latinoamericana? En otras palabras, ¿cómo podemos dejar hablar al territorio?
manera, los estudiantes suelen comenzar por una revisión de literatura para situar su
análisis dentro de lo que ya se ha escrito sobre el tema. En la práctica, esto se traduce
en identificar las principales teorías existentes sobre un problema y sintetizar los prin-
cipales debates y hallazgos teóricos que se han encontrado hasta el momento. Esta es la
razón por la que muchos de los primeros semestres de una maestría se dediquen a clases
y seminarios que introducen al estudiante en las principales teorías existentes sobre un
tema o una problemática. Pero es justamente en estos seminarios donde frecuentemente
se reproducen las teorías dominantes que se generan en los países del Norte. En el caso
de América Latina, la mayoría de las universidades requieren profesores con un título de
doctorado y, muy frecuentemente, estos profesores suelen conseguir sus doctorados en
universidades europeas o norteamericanas. Es ahí donde el profesor mismo se convierte
en un actor clave en la circulación y reproducción Norte-Sur de teorías, al transmitirle
a sus estudiantes las enseñanzas que él o ella aprendió durante su etapa de formación e
investigación. Este profesor, además, se ve obligado a trabajar con estas teorías ya que, en
la mayoría de ocasiones, su promoción dentro de la universidad está asociada a la publica-
ción en revistas académicas de alto impacto, la mayoría de las cuales son en inglés. De esta
manera, muchos estudiantes de pregrado, maestría e incluso doctorado en universidades
latinoamericanas comienzan sus procesos de investigación y comprensión de la ciudad
con autores e interpretaciones teóricas de autores como Henri Lefebvre, David Harvey,
Saskia Sassen, Jane Jacobs, Manuel Castells o Jordi Borja, autores todos influyentes en
estudios urbanos pero que también tienen en común haber pensado la ciudad desde la
realidad del Norte.
En esta lógica de ideas, una vez adoptado el marco conceptual de alguno de estos grandes
teóricos del urbanismo, el siguiente paso es buscar unos conceptos o categorías de análisis
que permitan profundizar en el estudio de un caso particular. Estos conceptos y categorías
suelen además derivarse del marco teórico escogido por el estudiante. De esta manera,
una vez los estudiantes llegan a campo a realizar su “estudio de caso,” éstos suelen dedi-
carse a probar cómo su caso encaja o no dentro de esta teoría. Este ejercicio es válido y, de
hecho, puede producir resultados y recomendaciones interesantes, especialmente cuando
el análisis usa el marco teórico de una manera flexible y deja que el “caso” hable por sí
mismo y presente contradicciones y anomalías frente a la teoría. Cuando esa anomalía
se ve como algo teóricamente productivo, el análisis se vuelve capaz de generar nuevos
conceptos que transforman la teoría. En otras palabras, el estudiante debe contemplar
la posibilidad de que la teoría, y no necesariamente el caso, pueda ser la anomalía. No
obstante, son numerosas las veces en que el cinturón teórico con el que el estudiante llega
al campo y el escaso tiempo de recolección de datos y su transformación en un informe,
lleva al estudiante a concluir que su caso es una anomalía frente a la teoría, es decir, el caso
no da la talla “suficiente” en comparación con sus vecinos del Norte.
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Un ejemplo para ilustrar esta dinámica es la teoría de las ciudades globales, cuyo mayor re-
ferente teórico es el libro The Global City: New York, London, Tokyo de la socióloga urbana
Saskia Sassen (2001). Según la teoría de la ciudad global, la economía global se controla
y gestiona cada vez más desde un conjunto de ciudades que Saskia Sassen denomina
“ciudades globales.” Sassen se basa en la idea de que, a pesar del avance de las tecnologías
de comunicación en las últimas décadas, las sedes de las empresas de servicios financieros
avanzados que manejan los flujos financieros de capital global se concentran cada vez
más en ciertas ciudades y, más específicamente, en ciertas partes de la ciudad como, por
ejemplo, la City de Londres o Manhattan en Nueva York. Esto crea lo que ella llama una
“nueva geografía de centros y márgenes” que hace que partes de estas ciudades estén más
conectadas a redes globales de capital financiero que a la propia ciudad misma. Varios
autores han extendido esta teoría y argumentado que no son sólo las ciudades globales
sino las “ciudades-región globales” (Scott, 2001) las que se están convirtiendo en espacios
clave para el desarrollo y la competitividad territorial en el contexto de la globalización
(Scott & Storper, 2003). Bajo esta visión, Silicon Valley es frecuentemente referido como
ejemplo paradigmático para toda aquella ciudad que aspire a ser una ciudad-región global
“de verdad” (Henton, 2001).
continúa los estereotipos de las ciudades del Norte como verdaderas ciudades y las del Sur
como mega-ciudades caóticas “en desarrollo” donde nada funciona del todo bien y donde
la idea de desarrollo se convierte, en realidad, en una aspiración a replicar la realidad de
las ciudades del Norte.
Los textos de Robinson (2002) y Simone (2002, 2004) son sólo un ejemplo de la manera
en la que uno puede partir de teorías dominantes provenientes del Norte, como la teoría
de la ciudad global, para mostrar que hay dinámicas diferentes que esas teorías no pueden
explicar. De esta manera se muestra, por tanto, que la anomalía no es el caso sino la propia
teoría, la cual necesita ser expandida para recoger la realidad y dinámicas urbanas de las
ciudades del Sur.
Otra manera de dejar que los datos empíricos recogidos en campo hablen sin subyugarlos
al cinturón de las grandes teorías es ir más allá del “estudio de caso” y adoptar metodo-
logías de investigación abiertas que ponen el énfasis en la observación e interpretación
por parte del investigador de los fenómenos que ocurren en el terreno. En el caso de
los estudios urbanos hay varios ejemplos inspiradores de cómo desarrollar conceptos y
metodologías para teorizar las dinámicas contemporáneas del urbanismo desde la expe-
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riencia de las ciudades latinoamericanas. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, la idea
de “imaginarios urbanos” (Silva, 1992, García Canclini, 1997) o los conceptos de “ciu-
dad de muros” (Caldeira, 2007), “política de los pobres” (Auyero, 2001) o “ciudadanía
insurgente” (Holston, 2008). En esta sección proponemos explorar tres metodologías de
investigación que pueden ayudar al estudiante a usar los datos recogidos en campo de una
manera abierta a la innovación conceptual: la etnografía, la teoría anclada y el pensamien-
to de diseño. Aunque muy diferentes en su enfoque, estas tres metodologías enfatizan el
rol interpretativo del investigador y su capacidad de convertir las observaciones y datos re-
cogidos en campo en nuevos conceptos. No trataré aquí de describir de manera extensiva
cada una de estas metodologías; ya hay una literatura importante académica que se dedica
a discutir cada una de ellas.2 Más bien, el objetivo en este breve ensayo es dar algunas
pistas metodológicas de cómo estas metodologías nos pueden ayudar en la ardua tarea de
construir conceptos “desde el terreno.”
2. Para etnografía, ver Velasco & De Rada 1997 o Marcus 1995; para teoría anclada ver Clarke 2003 o Allan 2003; y
para pensamiento de diseño o design thinking, ver Buchanan 1992 o Brown & Wyatt 2010.
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lugar o una comunidad específicas y pasa a ser un proceso, el cual puede observarse en di-
ferentes sitios. La labor del etnógrafo-investigador se centra entonces en seguir, observar y
teorizar sobre las infraestructuras y prácticas cotidianas que permiten la circulación global
de flujos de dinero, gente o ideas. Un ejemplo son los análisis de Montero (2017a, 2017b)
sobre el rol de conferencias, expertos y viajes de estudio en la construcción y circulación
global de Bogotá como “buena práctica” urbana.
No obstante, y dado que este texto está dirigido a estudiantes que van a pasar máximo un
par de semanas en el terreno, una de las principales dificultades de utilizar una metodo-
logía etnográfica es la necesidad de pasar un período de tiempo lo suficientemente largo
en el lugar que uno quiere analizar. Normalmente los estudios etnográficos tienen lugar
a través de un compromiso no sólo de meses si no, a veces, de años con una comunidad.
Varios autores han intentado adaptar la etnografía a períodos cortos de tiempo, como por
ejemplo la idea de etnografía rápida (Handwerker, 2001; Millen, 2000) o la cuasi-etno-
grafía (Silva y Burgos, 2011). No obstante, muchas han sido las voces críticas y el debate
sigue abierto sobre si es posible hacer etnografía en situaciones en que los estudiantes
emplean apenas varios días o semanas en el campo (Jeffrey y Troman, 2004).
“Son estos conceptos y categorías los que llevan a la aparición de una teoría. Si los datos
han sido analizados sin una teoría o hipótesis preconcebida, entonces la teoría generada
está realmente anclada en los datos porque no vino de ningún otro sitio”.
Es importante tener en cuenta que los conceptos y la teoría no tienen por qué emerger
siempre al final de este proceso. Estos pueden surgir al principio en la primera entrevista
y, si así es el caso, el proceso debe adaptarse para explorar estos conceptos y categorías
emergentes en subsiguientes entrevistas (Allan ,2003).
Finalmente, el pensamiento de diseño o design thinking puede ser también una herra-
mienta interesante en nuestro objetivo de pensar nuevos conceptos y categorías de análisis
desde el terreno. La característica principal del pensamiento de diseño es que pone al
usuario en el centro del proceso de investigación (Brown y Wyatt, 2010). Esta metodolo-
gía estaba inicialmente dirigido a diseñadores, los cuales tenían que responder de manera
creativa e innovadora a los requerimientos y necesidades específicas de sus clientes. No
obstante, en los últimos años, el pensamiento de diseño se ha generalizado para ir más allá
de la relación cliente-diseñador y adaptar estas herramientas de investigación centradas en
el usuario para aportar soluciones innovadoras a problemas sociales complejos. Por ejem-
plo, son ya numerosas las universidades que aplican métodos de pensamiento de diseño
para la solución de problemas urbanos. Si bien su uso todavía suele limitarse a facultades
de diseño y arquitectura, cada vez más otras disciplinas como la ingeniería o la planifica-
ción urbana y regional se están acercando a estos métodos.
Conclusiones
Si las ciudades más pobladas y representativas del siglo XIX y XX fueron París, Londres
o Nueva York, el siglo XXI es el siglo de las ciudades de Asia, África y América Latina. Y,
sin embargo, las teorías y conceptos dominantes sobre ciudades siguen basadas mayori-
tariamente en la experiencia de las ciudades del Norte global. Como se ha puesto de ma-
nifiesto en este texto, existe un importante debate actual en los estudios urbanos sobre la
necesidad de “descentrar” o “provincializar” la teoría urbana dominante e innovar nuevos
conceptos y relaciones entre variables para explicar procesos urbanos en las ciudades del
Sur. Muchos estudiosos de la ciudad latinoamericana hemos visto con buenos ojos esta
crítica poscolonial al urbanismo. Sin embargo, la pregunta clave es: ¿cómo hacerlo? En
otras palabras, ¿cómo podemos dejar hablar al territorio?
Dado que este texto está dirigido a estudiantes de pregrado y maestría que realizan estan-
cias cortas de trabajo de campo no se pretende aquí hacer un llamado a la elaboración de
nuevas grandes teorías de la ciudad o de lo urbano. Más bien el objetivo es ofrecer varias
pistas metodológicas que nos permitan ser innovadores y respetuosos con las dinámicas
locales para dejar que los datos recopilados en campo nos hablen y se reflejen en los infor-
mes y proyectos finales que suelen ser producto de estos ejercicios de campo. Para lograr
esto, una de las claves que se ha subrayado a lo largo del texto es la importancia de llegar al
campo con la mente abierta y con una actitud crítica frente a las teorías recibidas en clase.
Teniendo como objetivo la generación de conceptos para describir la compleja realidad de
los procesos urbanos contemporáneos en América Latina, en este texto se exploraron dos
estrategias que pueden ser útiles para estudiantes de la ciudad latinoamericana a la hora
de aproximarse al trabajo de campo.
La primera estrategia es pensar en las teorías dominantes como un punto de partida para
elaborar nuestro estudio de caso pero estar abierto a la posibilidad de que la teoría –y no
necesariamente nuestro caso- sea la anomalía. Conocer los principales debates teóricos y
hallazgos en la literatura académica sobre un tema es importante porque nos da una sólida
base sobre la que empezar nuestra investigación. La revisión de literatura nos aporta ideas,
conceptos y relaciones entre variables que otros investigadores ya han probado y también
nos ayuda a pensar qué tipo de preguntas y metodologías pueden aplicarse al problema
que nos preocupa resolver. No obstante, el hecho de que la teoría urbana dominante esté
basada en la experiencia de las ciudades del Norte puede llevarnos a perpetuar la relación
colonial de estereotipar las ciudades del Norte como verdaderas ciudades y las del Sur
como mega-ciudades caóticas “en desarrollo.” Es por ello importante que cuando el es-
tudiante ponga en relación los datos recogidos en campo con las teorías que informan su
investigación se eviten conclusiones simplistas sobre la incapacidad de la ciudad latinoa-
mericana de “dar la talla.” El objetivo es tratar la anomalía entre teoría y datos empíricos
como un campo fértil para recomponer la teoría y generar nuevos conceptos explicativos.
La segunda estrategia para dejar que los datos empíricos recogidos en campo hablen es ir
más allá del estudio de caso y adoptar metodologías como la etnografía, la teoría anclada
o el pensamiento de diseño. Estas metodologías enfatizan la observación e interpreta-
ción propia del investigador como elementos clave en la comprensión del problema. Es
por ello que suelen usar métodos similares como son la inmersión del investigador en la
comunidad donde ocurre el problema, la observación participativa de la cotidianidad
de la comunidad estudiada, el registro y reflexión de las impresiones del investigador en
campo en un diario, o la realización de entrevistas abiertas o semi-estructuradas con los
principales actores que experimentan el problema. El objetivo es que el investigador sea
capaz de entender el problema desde la realidad de quienes lo experimentan y reflejar la
complejidad de las características propias de la comunidad o lugar sobre el que se escribe.
Para realizar esto es importante experimentar con nuevos conceptos, si bien muchas veces
esta innovación es tan simple como recoger ideas y términos que ya están en circulación
en esta comunidad, desarrollarlos como conceptos con capacidad de explicar procesos
urbanos e introducirlos en los debates teóricos del urbanismo y la planificación urbana y
regional.
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