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Inteligencia artificial para los colegios:

¿“amenaza” o ayuda?

Camilo Camargo

¿La inteligencia artificial(IA) nos va a reemplazar? La respuesta es no.


Quienes nos van a reemplazar son las personas que sepan usar la
inteligencia artificial. Por eso es clave perderle el miedo y no pretender
prohibir ni esconderla de nuestros estudiantes. Lo que tenemos que hacer
los educadores es no solo mostrarles a los estudiantes lo que la IA puede
hacer por ellos, sino desarrollar en ellos habilidades para que la
combinación humano + máquina lleve a la mejor solución posible. La IA
no funciona sola. Solo cuando le damos los comandos correctos es que
podemos perfeccionarla.

En estos días, reflexionamos con varios profesores sobre el uso de la IA,


en particular sobre el reciente chatbot ChatGPT, un software que salió en
noviembre de 2022 que simula una conversación real con una persona
sobre prácticamente cualquier tema y logra estructurar un texto gracias a
que revisa millones de textos relacionados para producir desde respuestas
sencillas, comunicados, resúmenes, cartas, canciones, ensayos y hasta
tesis doctorales. Esto quiere decir que un estudiante podría usar ChatGPT
para resolver casi cualquier tarea escolar. Con esto en mente, ¿qué
debemos hacer en los colegios?

Una de las profesoras con la que hablaba decía que lo que estamos
viviendo hoy con esta aplicación, es similar a lo que vivieron los
profesores con la llegada de la calculadora portátil en los años 70. Los
profesores pensaron en su momento que el pensamiento matemático
estaba en riesgo y resultó que no. Los profesores tuvieron que idear
maneras para que lo importante fuera el proceso y no solo el resultado y,
de esa manera, pudieron perfeccionar la enseñanza del pensamiento
matemático con y sin calculadora. Así pasó también cuando llegaron los
motores de búsqueda como Google, cuando llegó Wikipedia con
respuestas para todo y cuando llegó el Google Translate. Pensamos que
la capacidad de investigar se había acabado y que nadie iba a volver a
consultar bibliotecas o a aprender idiomas. ¿Qué hicimos en todos estos
momentos los profesores? Adaptar nuestros métodos de enseñanza para
sacar provecho de las nuevas tecnologías y desarrollar en los estudiantes
nuevas habilidades.

Lo mismo va a ocurrir con ChatGPT y con las otras aplicaciones de IA


que desde diferentes disciplinas están logrando producir lo que antes era
impensable para una máquina. Hoy en día tenemos aplicaciones que
producen imágenes a partir de una descripción, que hacen presentaciones
con algunas frases, que programan con código, inclusive que hacen
estrategias de mercadeo en fracción de segundos. En muy poco tiempo
veremos una explosión de tecnologías que usan IA para muchas tareas
cotidianas.

Lo que he descubierto en particular con ChatGPT es que solo cuando se


tiene una buena conversación, cuando se hacen buenas preguntas es que
la aplicación logra producir buenos textos, los cuales tampoco son
perfectos, pero si son una excelente base para poner el toque personal.
Esto es aplicable para los docentes, quienes pueden ayudarse con el chat.
Pueden solicitar que les ayude a planear su clase, que les de ideas de
preguntas para repasar el material con estudiantes y también que les
produzca rúbricas y que les ayude a calificar respuestas de estudiantes
con retroalimentación. Bien usada, la aplicación puede ser maravillosa en
muchas de las tareas de cada profesor.

Para estudiantes los usos también son increíbles. Estudiantes lo pueden


usar para comparar textos, para predecir qué sería una buena respuesta,
para sacar preguntas de estudio para un examen, para lograr un texto
sólido a través de una conversación. Pero hay temor de que los
estudiantes lo usen para hacer sus trabajos en vez de desarrollar las
habilidades. Esto depende mucho del tipo de trabajo que los docentes
están diseñando. Hay que ser muy enfáticos en el propósito de cada
desempeño y lo que queremos que cada estudiante haga, definiendo si es
apropiado usar una herramienta de IA o no.

Si ponemos a los estudiantes a trabajar en grupo, siempre van a poder


discutir sobre lo que piensan y llegar a un resultado, independientemente
de las herramientas que usen. Cuando ponemos a prueba sus
conocimientos, no a través de exámenes que tienen que ver con la
memorización sino con las habilidades de pensamiento, nos vamos a dar
cuenta de lo que están aprendiendo. Tenemos que cambiar entonces
también la manera de evaluarlos. Un reto para los educadores, sin duda,
pero seguro que vamos a poder sacar mayor provecho del fin último de la
educación que es llenarlos de habilidades para la vida. Habilidades de
hacer preguntas, de autogestión, de pensamiento crítico. Acá el contenido
no es importante porque está allá afuera en las aplicaciones que ya
conocemos y en las que van a seguir desarrollando.

La ética va a cobrar mayor importancia ahora y como educadores


tenemos la labor de que nuestros estudiantes crean en el poder de la
honestidad por encima de todo. La confianza también juega un papel
importante en la educación de los estudiantes de hoy. Darles la
tranquilidad de que equivocarse está bien y es parte del proceso e irlos
acompañando para que su resultado sea cada vez mejor. Si dañamos la
confianza de nuestros estudiantes, ellos dejarán de creer en ellos mismos
y les será más fácil dejar de intentarlo e ir a ChatGPT para encontrar una
rápida satisfacción con un resultado mejor del que creen que pueden
producir.

Sin duda, la solución no es prohibir sino abrazar esta nueva tecnología.


Aprender a usarla y motivar que los jóvenes también la usen cuando es
apropiado. No se trata de ser policías para que los estudiantes no se
copien, sino promover el amor por el conocimiento y que este se dé
usando todas las herramientas que tengamos a la mano.

En conclusión, es importante que los estudiantes conozcan y usen la IA a


su favor y que no sientan que tenemos miedo de lo que la tecnología es
capaz de hacer por ellos. Todo lo contrario. Entre más transparente sea
para todos, mejores habilidades en el mundo de la IA van a tener ellos y
nosotros. Lo importante es no perder de vista lo que la IA no les puede
brindar: aprender del error, el valor del esfuerzo, la ética y las
interacciones humanas.

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