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Cuando los filósofos se han decidido a explicar las cosas del mundo, de la naturaleza, del
hombre; en fin, de todo cuanto nos rodea, se han visto forzados a hacer distinciones.
Nosotros mismos constatamos que existen cosas, objetos que son materiales, que podemos
ver y tocar. Pero también hay otras que no vemos y que no podemos tocar, ni medir, como
nuestras ideas.
De ahí que clasifiquemos las cosas de este modo: por una parte, por ejemplo, las que son
materiales; por otra las que no son materiales y que son propias del dominio del espíritu,
del pensamiento, de las ideas.
De suerte que es así como los filósofos se han hallado en presencia de la materia y del
espíritu.
Acabamos de ver, de una manera general, que las cosas han llegado a clasificarse como
materia o espíritu. Sin embargo, debemos indicar con justeza que ese distingo se hace en
distintas formas y distintas palabras.
Es así como, en vez de hablar del espíritu, hablamos del pensamiento, de nuestras propias
ideas, de nuestra conciencia, de nuestra alma, exactamente igual que, hablamos de la
naturaleza, o del mundo, o de la tierra, o del ser, nos referimos a la materia.
De ahí que cuando los filósofos se refieren a las relaciones entre el ser y el pensamiento, o
entre el espíritu y la materia, o entre la conciencia, y el cerebro, etc., todo esto es
exactamente lo mismo y quiere decir: ¿cuál es, entre la materia o el espíritu, entre el ser o
el pensamiento, el más importante, el que en definitiva domina, en fín, el que rugió
primero? Seguramente es lo que se llama: materia.
Seguro que cada uno de nosotros se ha preguntado: ¿En qué nos convertimos después de
la muerte? ¿De dónde proviene el mundo? ¿Cómo se ha formado la tierra? Y, no obstante,
nos es difícil admitir que siempre ha existido algo. Se tiene la inclinación a pensar que en
determinado momento no había nada. De ahí que sea más fácil creer lo que afirma la
religión: “El espíritu planeaba por encima de las tinieblas… después fue la materia.” He aquí,
pues, que del mismo modo uno se pregunta dónde se encuentran nuestros pensamientos
y he aquí planteado también el problema de las relaciones que existen entre el espíritu y la
materia, entre el cerebro y el pensamiento. También por otra parte, hay muchas otras
formas de plantear la cuestión. Por ejemplo: ¿cuáles son las relaciones que hay entre la
voluntad y el poder? Aquí la voluntad es el espíritu, el pensamiento, y el poder es aquello
que es posible, el ser, la materia. Y, en efecto, también tenemos la cuestión de las relaciones
entre la “existencia social” y la “conciencia social”.
Aquí hallamos, por tanto, que la cuestión fundamental de la filosofía se manifiesta bajo
diferentes aspectos y se nota muy bien qué importante es conocer siempre la forma como
se plantea esa cuestión delas relaciones entre la materia y el espíritu, porque sabemos que
sólo puede haber allí dos respuestas para la cuestión:
IDEALISMO Y MATERIALISMO
Es así, en efecto, como los filósofos se han visto precisados a tomar una posición en esta
trascendente cuestión.
Como ya hemos dicho, los primeros hombres, absolutamente ignorantes, por no poseer
ningún conocimiento del mundo y de ellos mismos, achacaban a seres sobrenaturales la
responsabilidad de cuanto les impresionaba. En su torpe imaginación excitada por los
sueños, donde creían ver vivir a sus amigos y a ellos mismos, llegaron a la conclusión de que
cada uno de nosotros tiene una doble existencia. Obnubilados (nivel difuso o reducido de
conciencia) por la idea de ese “doble”, llegaron a creer que sus pensamientos y sus
sensaciones “…no eran funciones de su cuerpo, sino de un alma especial, que moraba en
ese cuerpo y lo abandonaba al morir”.
Posteriormente surgió la idea de la inmortalidad del alma y la creencia de una vida posible
del espíritu fuera de la materia.
En efecto, los hombres necesitaban muchos siglos para llegar a descifrar el problema de esa
manera. Empero, sólo desde la filosofía griega (y, en particular, desde Platón, hace ya
alrededor de veinticinco siglos), han llegado a oponer abiertamente la materia y el
pensamiento.
Hacía mucho tiempo, sin duda, que mantenían la suposición de que el hombre continuaba
viviendo después de la muerte en forma de “alma”, pero imaginaban a esta alma como una
especie de cuerpo transparente, ligero y no en forma de pensamiento puro.
Por la misma causa, creían en dioses, seres más poderosos que los hombres, pero los
suponían en forma de hombres o de animales, es decir como cuerpos materiales. Fue más
tarde, cuando las almas y los dioses (después el Dios único que ha reemplazado a los dioses)
los concibieron como puros espíritus.
Y así fue como se llegó entonces a imaginar que hay en la realidad espíritus que tienen una
vida absolutamente específica, totalmente independiente de la de los cuerpos, y que no
necesitaban cuerpos para existir.
Pasando el tiempo, esta cuestión se planteó de una forma más precisa con respecto a la
religión, de esta manera:
“…¿el mundo fue creado por Dios, o existe desde toda una eternidad? Los filósofos se
dividían en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta pregunta”.
Aquellos que, adoptando la explicación no científica, admitían la creación del mundo por
Dios, afirmaban que el espíritu había sido creador de la materia, formaban en el campo del
idealismo.
Los otros, aquellos que trataban de dar una explicación científica del mundo y creían que la
naturaleza, o sea la materia, era el elemento principal, pertenecían a las diferentes escuelas
del materialismo.
Más adelante se verán las pruebas de esta afirmación, pero podemos afirmar, desde ahora,
que se comprueba bien en la experiencia que existen cuerpos sin pensamiento, tales como
las piedras o los metales y la tierra, pero que, sin embargo, no se descubre nunca la
existencia del espíritu sin cuerpo.
A manera de conclusión sin equívoco, vemos que las respuestas a esta cuestión: ¿por qué
piensa el hombre? Solo pueden ser dos, del todo diferentes y totalmente opuestas:
Según nos decidamos por una u otra respuesta ofrecemos soluciones distintas a los
problemas que derivan de estas cuestiones. La cuestión consiste en saber si el cerebro ha
creado el pensamiento o si el pensamiento es un producto del cerebro. De acuerdo con
nuestra respuesta, seremos idealistas o materialistas.
EL MATERIALISMO
Ya hemos visto que, para contestar a este problema: “¿Cuáles son las relaciones entre el ser
y el pensamiento?”, solo puede haber dos respuestas, opuestas y contradictorias.
Ya hemos descrito la filosofía, de manera general, como un intento para explicar el mundo,
el universo. Pero sabemos que, de acuerdo con el estado en que se encuentran los
conocimientos humanos, sus definiciones han cambiado y que, en el transcurso de la
historia de la humanidad, dos posiciones han tratado de explicar el mundo: una
anticientífica, que se apoya en uno o en diversos espíritus superiores, en fuerzas
sobrenaturales; otra, científica que se apoya en hechos y en experiencias.
Una de esas posiciones es sostenida por los filósofos idealistas; la otra, por los materialistas.
La primera idea que debía sustentarse del materialismo, consiste en que esta filosofía
representa la “concepción científica del universo”.
A la inversa de lo que pretenden los que combaten esta filosofía, y que afirman que esta
doctrina no ha adelantado nada desde hace veinte siglos, la realidad es que la historia del
materialismo, actualmente nos muestra esta filosofía como algo vivo y siempre en
movimiento evolutivo.
Con el paso de los siglos, los conocimientos científicos de los hombres han avanzado. Pues
en los comienzos de la historia del pensamiento, en la antigüedad griega, los conocimientos
científicos eran casi nulos; de suerte que los primeros sabios eran a la vez filósofos porque,
en esta época, la filosofía y las ciencias nacientes constituían un todo, ya que una era la
prolongación de las otras. Pero en adelante, como las ciencias centraban sus precisiones en
la disquisición (Examen o explicación minuciosa, detallada y rigurosa sobre una
materia) de los fenómenos del mundo, las cuales trataban y hasta se hallaban en
contradicción con las de los filósofos idealistas, surgió un antagonismo entre la filosofía y
las ciencias. Y como las ciencias estaban en plena contradicción con la filosofía oficial de
esta época, fue necesario que se separan.
“…nada es más apremiante para ellos que desprenderse del fárrago (Mezcla de cosas
desordenadas o inconexas) filosófico y dejar a los filósofos las múltiples hipótesis para
tomar contacto con problemas restringidos, o sea, aquellos que están maduros para una
próxima solución. Es entonces cuando se produce esa distinción entre las ciencias… y la
filosofía”.
Pero el materialismo nacido con las ciencias, vinculado a ellas y dependiente de ellas ha
progresado y evolucionado con ellas; para así llegar, con el materialismo moderno –el de
Marx y Engels-, a reunir de nuevo la ciencia y la filosofía en el materialismo dialéctico.
El materialismo y las ciencias están vinculados, uno a las otras y que el materialismo
depende en absoluto de la ciencia.
Para contestar a esta pregunta hay que regresar a la cuestión fundamental de la filosofía, la
de las relaciones entre el ser y el pensamiento: ¿cuál de los dos es el principal?
Los materialistas afirman en primer lugar que hay una cierta relación entre el ser y el
pensamiento, entre la materia y el espíritu. Pues para ellos, el ser, la materia, es el elemento
primordial, la cosa primera, y el espíritu es la cosa secundaria posterior, dependiente de la
materia.
Para los materialistas, pues, no es el espíritu o Dios quienes han creado el mundo y la
materia; sino el mundo, la materia, la naturaleza, los que han creado el espíritu:
¿Por qué piensa el hombre?, los materialistas contestan que el hombre piensa porque tiene
cerebro y que el pensamiento es el producto del cerebro. Es decir, que para ellos, no puede
haber pensamiento sin materia, sin cuerpo:
Por consiguiente, para los materialistas, la materia, el ser, son algo absolutamente real,
existente fuera de nuestro pensamiento y, por tanto, no necesitan del pensamiento ni del
espíritu para existir. De igual manera, como el espíritu no puede existir sin materia, no existe
alma inmortal e independiente del cuerpo.
Contrariamente a lo que afirman los idealistas, las cosas que nos rodean existen
independientemente de nosotros; son precisamente ellas las que nos dan nuestros
pensamientos; y nuestras ideas no son otra cosa que el reflejo de los objetos en nuestro
cerebro:
“¿Qué relación tienen nuestros pensamientos respecto del mundo que nos rodea con este
mismo mundo? ¿Es nuestro pensamiento capaz de conocer el mundo real? ¿Podemos
nosotros, en nuestras ideas y conceptos acerca del mundo real formamos una imagen
refleja exacta de la realidad? En el lenguaje filosófico, esta pregunta se conoce con el
nombre de problema de la identidad entre el pensar y el ser, y es contestada
afirmativamente por la gran mayoría de los filósofos.”
Y los materialistas afirman: ¡Sí!, podemos conocer el mundo; y las ideas que nos hemos
formado de este mundo son cada vez más ciertas y exactas, puesto que nos es dado
estudiarlo con ayuda de las ciencias, y puesto que éstas os demuestran continuamente, por
la experiencia, que las cosas que nos rodean tienen, sin duda alguna, una vida que les es
propia, independientemente de nosotros, y que los hombres pueden, en parte, reproducir
estas cosas.
Para resumir, diremos que los materialistas ante la cuestión fundamental de la filosofía
afirman:
1. Que la materia es la que produce el espíritu y que desde todo punto de vista
científico, no existe espíritu sin materia.
2. Que la materia existe fuera de todo espíritu y que no necesita del espíritu para
existir, por cuanto tiene una existencia que le es independiente y que, por
consiguiente, contrariamente a lo que dicen los idealistas, no son nuestras ideas las
que crean las cosas, sino, por el contrario, son las cosas las que nos dan las ideas.
3. Que somos capaces de conocer el mundo, que las ideas que nos formamos acerca
de la materia y del mundo son cada vez más exactas, puesto que, con ayuda de la
ciencia podemos explicar lo que ya conocemos y descubrir lo que ignoramos.
PREGUNTAS
¿Es verdad que son nuestras ideas las que crean las cosas?