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Universidad Católica de Chile


Facultad de Derecho
Departamento de Derecho Privado
Apuntes de clases y para el estudio
Profesor
Jorge Baraona González

Marzo de 2023
(circulación restringida)

TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO

1.- Aproximación General

La teoría del acto o negocio jurídico, como otras


instituciones del Derecho Civil Moderno, no viene del Derecho Romano, sino
que constituye un esfuerzo de sistematización y abstracción
desarrollado a en el S. XIX por la doctrina alemana (pandectística) y que fue
recogida particularmente en el derecho italiano y alemán1.

Aunque los alemanes y los italianos hablan más bien del


“negocio jurídico”, en Chile, siguiendo la doctrina francesa, se habla de “acto
jurídico”.

Este esfuerzo doctrinal nace con el propósito de buscar un


cuerpo dogmático que permitiera un estudio conjunto de los contratos con actos
de mera liberalidad como las donaciones, y también los testamentos (actos
mortis causa). La influencia del liberalismo reinante hacía poner a la voluntad
humana en el centro del sistema jurídico civil o privado.

1
Sobre esta materia puede verse GUZMÁN BRITO, Alejandro, “Para la historia de la formación de la Teoría
General del Acto o Negocio Jurídico y del Contrato, IV: Los orígenes históricos de la noción general de Acto
o Negocio Jurídico”, en Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, 26 (2004) (pp. 187-254). El autor explica que
los términos actus y negotium sí son romanos, pero carecieron del sentido técnico que, sólo en el S. XIX, vino
a darle la pandectística alemana, como expresión de voluntad con la intención de crear extinguir relaciones
jurídicas. Confluyen aquí dos vertientes doctrinales, por un lado la de la acción humana, desarrollada por el
iusnaturalismo racionalista y la de los efectos contractuales, inserta en la tradición propiamente romana.

1
2.- El acto jurídico en nuestro Código Civil

En nuestro Código Civil no aparece un desarrollo particular


de los actos jurídicos, como tampoco lo hacen otros cuerpos legislativos (Code
francés, Codice italiano). El BGB (Código Civil Alemán, 1900), reguló el acto
jurídico, fue el primero en hacerlo en el siglo XX; lo propio hizo el Código Civil
Portugués de 1966.

No obstante lo anterior, el Código Civil chileno al regular


en el Libro denominado "De las Obligaciones en General y de los Contratos",
el T. II se denomina "De los Actos y Declaraciones de Voluntad", lo cual
demuestra que Andrés BELLO conocía perfectamente la terminología y de
alguna manera la incorporó en nuestra legislación. De hecho, en muchos
artículos se refieren a los actos y declaraciones de voluntad: art. 1445, art. 1470,
art. 1681, 1686, 2468, etc. Por lo mismo, existe consenso en la doctrina y
jurisprudencia chilenas que las normas de generales de los contratos también
son aplicables a los actos jurídicos, salvo que estén limitadas por la ley o por su
propia naturaleza, sólo a las convenciones o contratos.

3.-La autonomía de la voluntad o modernamente


“autonomía privada” 2.
3.1.- Aproximación general

Se sostiene que la autonomía privada es uno de los pilares de contratación


moderna, y es efectivo.

Históricamente con la irrupción cultural del liberalismo, la voluntad de las


personas cobró fuerza, y en el Derecho se manifestó al consagrarse el principio
de la autonomía de la voluntad como uno de los pilares del sistema jurídico
civil.

Al fin, si a las personas se les consideraba libres, debían serlo integralmente lo


que debía manifestarse en que la fuerza vinculante del Derecho debía tener un
origen fundamental en la voluntad individual de las personas. Sólo así se podría
respetar la libertad personal, que es el presupuesto de un orden social
auténticamente liberal.

2
Sobre este punto, conviene revisar el apartado "La autonomía privada", SAAVEDRA, Teoría del
Consentimiento, cit., pp. ., 69-92.

2
Este entusiasmo por la voluntad como fuerza creadora del Derecho, se estrechó
con los movimientos de corte socialista, y en particular con la revolución
marxista ocurridas a principios del siglo pasado. Con ellas se desconocía al
individuo y se lo disolvía en un agregado social, por lo que la voluntad
individual, para estas ideologías, ya no tendría ninguna importancia. Lo que
verdaderamente debía buscarse eran los objetivos sociales, y el Derecho debería
ser funcional a tales objetivos. Esta visión socialista del Derecho no sólo
estructuró el sistema jurídico de los países marxistas, sino que también ejerció
fuerte influencia en las naciones occidentales, especialmente europeas,
haciéndolas desarrollar un importante cuerpo legislativo de inspiración social.
Se explica así el nacimiento del derecho del trabajo, la regulación estricta del
contrato de arrendamiento, la regulación y fiscalización estricta del crédito y de
la tasa de interés, el desarrollo de la de previsión social, el incremente del
derecho administrativo como expresión del sistema normativo del Estado, que
crecía como ente regulador del sistema nacional.

Desde hace unos años, parece que el sistema cultural ha vuelto a mirar la
libertad con buenos ojos, y ello necesariamente causa impacto en el sistema
jurídico, que vuelve a abrir espacio a la libertad humana y su fuerza creadora.
Asistimos a una época en que se vuelve a confiar en la iniciativa individual.

En lo que se refiere estrictamente al Derecho Civil, lo cierto es que la


Codificación del S. XIX, como tal es un esfuerzo fijador de inspiración liberal,
y por ello, el sistema civil que de ella derivó está empapado de los principios de
la autonomía de la voluntad. Nuestro Código Civil no es ajeno a esta realidad.

Como traducciones concretas de este principio, está el clásico adagio de que en


derecho privado puede hacerse todo aquello que la ley no prohíbe, y por lo
mismo la ley no es la fuente generadora del Derecho de los particulares, sino
que cumple una función limitadora de los excesos de la contratación.

De allí arranca la idea de la libertad de contratación y la autonomía para fijar


el contenido de los contratos, la fuerza vinculante de los contratos como
expresión suprema de la voluntad, la interpretación de los contratos conforme
a la intención de los contratantes, la posibilidad de renunciar libremente a los
derechos, la imposibilidad de obligarse eficazmente por un acto de voluntad, si
tal voluntad no se expresa y lo hace sin vicios, la relevancia del consensualismo
contractual. Todos estos elementos, quedaron recogidos en el Código Civil
francés, y también en el nuestro.

3
Modernamente es la idea de la autonomía privada la que viene a constituirse en
un esfuerzo superador del aquel racionalismo abstracto de la idea de voluntad
como fuente creadora del Derecho, y del socialismo asfixiante e irreal, que hace
del Derecho una simple expresión normativa funcional a la fuerza que impone
el devenir social.

Hoy debe entenderse que sujeto de la autonomía privada no es la voluntad


humana, sino la persona como tal. Su poder de autodeterminación no vienen
dado por el sistema jurídico sino por su propia naturaleza, y tiene ciertamente
su sentido relativo porque está funcionalizado al bien común, lo cual permite
considerar admisibles las limitaciones que le pueden venir desde afuera.

Así lo central será entender que la persona está dotada de un poder de


constitución de relaciones jurídicas, y de reglamentación del contenido de las
mismas, con límites objetivos que impone el sistema jurídico, básicamente en
protección del derecho de los terceros y del orden social.

3.2.- La autonomía de la voluntad en el Código Civil Chileno

Como se dijo, nuestro Código, hijo del liberalismo decimonónico, recogió en


muchas de sus disposiciones el principio de la autonomía de la voluntad que se
proclamaba como dogma en esa época. A saber:

a) art. 12 CC, que permite renunciar a los derechos conferidos por las
leyes, con tal que sólo miren al interés personal del renunciante y no
esté prohibida su renuncia
b) El art. 1445 CC, que prescribe los requisitos que deben cumplirse para
que una persona se obligue otra por una acto o declaración de
voluntad, en donde aparece como central, la que la voluntad (el
consentimiento) es fuente creadora de obligaciones.
c) El art. 1545 CC, que dispone que un contrato legalmente celebrado es
ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por
consentimiento mutuo o por causas legales.
d) El art. 1560, sobre interpretación contractual. Dispone que conocida
claramente la intención de los contratantes debe estar ella más que a
lo literal de las palabras. Confirma esta norma la importancia de la
voluntad (consentimiento) como fuerza creadora del Derecho.

4
Pero el Código reconoce límites a la autonomía de la voluntad que vienen dados
por la ley, en cuanto tutela el interés general, las buenas costumbres y el orden
público. Así el art. 1.461 del CC exige que el objeto de los contratos debe ser
moralmente posible, entiendo por moralmente imposibles los contratos
supongan un objeto que sea contrario a las leyes, o al orden público, o a las
buenas costumbres. Por su parte el art. 1.467 CC, declara como causa ilícita a
la prohibida por la ley, o la contraria a las buenas costumbres o al orden público.

3.3.- La autonomía privada y la Constitución

Algunos creen que el principio de la autonomía privada en nuestro país tiene un


rango constitucional, y se recoge en el estatuto de los derechos constitucionales,
art. 19 de nuestra Carta. Así el art. 19 n° 23, que consagra la libertad para
adquirir el dominio de toda clase de bienes, sin perjuicio de las limitaciones que
admite; el art. 19 n° 21 sobre el derecho de las personas a desarrollar cualquier
actividad económica, que no sea contraria a la moral, al orden público o a la
seguridad nacional; y el art. 19 n° 24 que asegura el derecho de propiedad 3.

Se consagra al más alto nivel normativo la autonomía económica de las


personas, por la cual pueden libremente tener la iniciativa que les parezca en el
campo económico, con la sola limitación que la misma Constitución contempla:
moral, el orden público y la seguridad nacional.

Es posible afirmar que en nuestro país la autonomía privada tiene rango


constitucional, porque la garantía de la libre iniciativa en materia económica es
el sustrato básico del derecho civil patrimonial, cuyo núcleo es la autonomía
privada que se manifiesta con nitidez y preponderancia en la autonomía de
contratación. Estimo que un contrato tiene claramente un núcleo económico: es
una operación de carácter económica.

3.4.- Las limitaciones del Código Civil a la autonomía privada

Como se ha visto las limitaciones que el CC impone a la autonomía privada,


son las siguientes: la ley, el orden público, y las buenas costumbres.

a) La ley como limitación de la autonomía privada

3
LECAROS, El acto jurídico..., cit., pp.37 y 38

5
La ley constituye el primero y más importante límite a la potestad que se les
confiere a los particulares para contratar y darle contenido a las relaciones que
constituyen.

Conforme con el art. 10 del Código, los actos que la ley prohíbe son nulos y de
ningún valor, a menos que la ley designe otro efecto para el caso de
contravención. El art. 1466 CC, confirmando esta prescripción, declara que
tienen objeto ilícito los actos prohibidos por las leyes, y el art. 1461 declara
como moralmente imposibles los actos prohibidos por las leyes.

Para la doctrina, las prohibiciones que conducen a esta nulidad son las normas
imperativas, es decir los actos que prohíben absolutamente un acto.

b) Las buenas costumbres

Ciertamente no es fácil desentrañar el concepto de buenas costumbres como


limitador de la autonomía privada.

En opinión de algunos, son los principios moralmente predominantes en una


determinada época 4. Se relaciona con un sentido ético de corrección mínima.
Constituyen un elemento de hecho que deben apreciar los jueces del fondo.

c) El orden público

Tampoco es una noción precisa, más aún en esta época en que surge con fuerza
la noción de orden público económico, referido a la regulación del sistema
público económico.

Por orden público, puede entenderse como la organización considerada como


esencial y necesaria para el buen funcionamiento general de la sociedad 5.

Muchas veces la ley dicta normas que las considera de orden público, ello
significa que son indisponibles por los particulares.

No debe considerarse la noción de orden público que actúan como límite a la


autonomía privada, con las normas de Derecho Público.

4
Ibíd., p. 40.
5
Véase VIAL DEL RÍO, Víctor, Teoría general del acto jurídico, quinta edición actualizada, Editorial jurídica
de Chile, Santiago, 2003, p. 60; SAAVEDRA GALLEGUILLOS, Francisco Javier, Teoría del consentimiento,
Conosur, Santiago, 1994, p. 82: CA de Valparaíso, Rol 129-298 (Lexinexis N° 22.806).

6
Existen ciertas instituciones actuales que claramente están influidas por es idea
de orden público, es el caso de la limitaciones a la contratación impuesta por la
ley de abusos del consumidor, y que claramente tiene un sustento en la
necesidad de proteger al contratante débil que en este caso es el consumidor. En
nuestro país la ley 19456, contienen normas en este sentido

Existen áreas completas del derecho informadas por el principio de normas de


orden público como es el caso del derecho del trabajo, cuyas normas por lo
general son indisponibles.

3.5.- Orden público económico6

Este es un concepto que se ha introducido con fuerza por el constitucionalismo


de los últimos 40 años, y que en Chile cobra particular interés a partir de la
Carta de 1980, y se funda en ciertos principios de organización económico-
social que se recogen en la Constitución de 1980: a) libertad en la actividad
económica; b) propiedad privada; c) subsidiariedad económica del Estado; d)
autonomía de la política monetaria respecto de la política fiscal; e) disciplina
del gatos fiscal; f) revisión jurisdiccional de los actos de la autoridad,
particularmente en materia económica (interdicción de la arbitrariedad).

Naturalmente la noción de orden público económico es huidiza, pues desde las


primeras formulaciones doctrinales en nuestro país, de la década de 1960, hasta
las más modernas, con influencia liberal, y amparadas en la Carta de 1980, hay
diferencias. Mientras con las primeras parecía que el orden público económico
autorizaba a la intervención del los contratos, en razón de valores superiores
(solidaridad social, función social de la propiedad, etc). Así en la aproximación
de AIMONE “el orden público económico consiste en lograr la conciliación de
la realización de los fines de las personas y los fines subsidiarios del Estado. Es
el Derecho Público Económico la rema del derecho que, por medio de la técnica
de establecer y reconocer derechos fundamentales, de estructurar y delimitar
funciones de los organismos a través de los cuales el Estado actúe, consigue
este coordinación de finalidades que hemos designado como orden público
económico”7.

6
Sobre este tema, FERMANDOIS, Arturo, Derecho Constitucional Económico, T. I, Ediciones Universidad
Católica de Chile, segunda edición, 2004.
7
AIMONE GIBSON, Enrique, Concepto y contenido del Derecho Público Económico, ponencia en las Terceras
Jornadas de Derecho Público, en Revista de Derecho y Ciencias Sociales,, U. de Concepción (1964) (pp. 138-
155).

7
Las definiciones las más modernas, de corte liberal, apuntan a un contenido
intrínseco del orden público económico, que buscan una relación económica
entre los distintos actores con respecto a las libertades individuales. Así
FERMANDOIS lo define como “el adecuado modo de realización de todos los
diversos elementos de naturaleza económica presentas en la sociedad, que
permita a todos los agentes económicos, en la mayor medida posible y en un
marco subsidiario, el disfrute de sus garantías constitucionales de naturaleza
económica, de forma de contribuir al bien común y a la plena realización de la
persona humana”8.

El orden público puede reconocerse en dimensiones distintas.

Por un lado el orden público de dirección que busca organizar el tráfico


jurídico estableciendo por un las reglas básicas de validación normativa, es
decir que permitan la celebración de un contrato válidamente, y por otro fija el
marco normativo (los límites) dentro del cual las partes pueden ejercer su
autonomía normativa. En este sentido, el orden público constituye un límite a
la autonomía contractual. Desde el punto de vista de la economía, el orden
público de dirección permite al Estado fijarse objetivos económico-sociales, a
los cuales deben subordinarse los actores económicos.

El orden público de protección, cuya función básica es disponer de reglas que


protejan al contratante más débil que concurre en una negociación y en general
participa del tráfico jurídico. Tradicionalmente las reglas de protección vienen
dadas por las normas sobre capacidad; hoy día también emergen normas que se
inspiran en este valor, en razón de los problemas que presenta la contratación
en masa.

El orden público de coordinación, que busca básicamente ensamblar la


actuación de los particulares con los fines del Estado.

3.5.- Las condiciones generales de la contratación y la autonomía privada

Como forma de evitar que en los actos y contratos que celebran los particulares
se hagan injusticias y abusos por parte de los contratantes más fuertes en contra
de los más débiles, y de la irrupción impresionante de la “contratación en masa”
el Derecho moderno conoce lo que se denominan las condiciones generales de
la contratación, que, generalmente recogidas por medio de normas de orden

8
FERMANDOIS, Derecho Constitucional Económico, cit., p. 58.

8
público, se imponen a las partes en la celebración de contratos de adhesión 9 a
fin de evitar abusos (cláusulas abusivas) respecto de la parte que está en
posición de imponer los términos del contrato. En especial se conocen estas
normas en materia del derecho del consumo, que en Chile están reguladas en la
Ley 19.49610, (modificada por la Ley 19.955 de 2004 11), en particular en los
artículos 16 y 17 de la citada ley.

3.6.- Contenido de la libertad contractual

La libertad contractual que muchos confunden con el principio de la autonomía


de la voluntad no es más que una manifestación de este último en materia
contractual. Este principio dice relación con la formación del contrato.

Este principio puede desglosarse a su vez en dos subprincipios:

a) Libertad de contratar: según LÓPEZ SANTA MARÍA se llama “libertad de


conclusión”. Consiste en que las partes son libres para celebrar o no los
contratos que estimen convenientes, celebrarlos cuando quieran, con quien
quieran, y como regla, bajo la forma que quieran.

Por ello la norma del artículo 1545 del CC, que dispone que todo contrato
“legalmente” celebrado es una ley para los contratantes, lo que supone que el
contrato se haya celebrado de acuerdo con la ley. A este respecto es importante
la norma del artículo 1445, que es aplicable muy especialmente a los contratos,
pues supone la primera exigencia para que una persona pueda resultar
obligación, por un acto o declaración de voluntad (los contratos también lo son
y de una manera principalísima): a) que sea legalmente, b) que consienta en
dicho acto o declaración de voluntad y que su consentimiento no adolezca de
vicios; c) que recaiga sobre un objeto lícito, y d) que tenga una causa lícita.
Junto a esa norma debe tenerse presenta las reglas generales sobre nulidad,
absolua o relativa, que en nuestro criterio, impiden que una persona celebre un
contrato con la eficacia que el artículo 1545 propone. En efecto, cada vez que
el acto o contrato adolece de un requisito o formalidad que la ley ha establecido
como necesario para el valor de dicho acto o contrato, sea en consideración de

9
Sobre este tema Vid. TAPIA, Mauricio y VALDIVIA, José Miguel, Contrato por adhesión Ley 19.496,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1999.
10
Vid. SANDOVAL LÓPEZ, Ricardo, Derecho del Consumidor, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2004.
11
Para una revisión de esta reforma puede verse AA. VV, La protección de los derechos de los consumidores,
Aspectos sustantivos y procesales luego de la reforma contenida en la Ley 19.955 de 2004, Cuadernos de
Extensión Jurídica 12, Universidad de los Andes, 2006 (Jorge Baraona y Osvaldo Lagos, editores).

9
la naturaleza del acto o contrato, o bien de la calidad o estado de las personas
que las personas que los ejecutan o celebran.

b) Libertad de configuración interna: es un principio en virtud del cual las


partes son libres para determinar el contenido interna de la relación contractual,
es decir del conjunto de derechos (intereses) y obligaciones (deberes) que las
partes convienen. Las partes pueden celebrar contratos típicos, ajustándose
íntegramente a la regulación legal, incluyendo o excluyendo cláusulas
especiales o naturales, pero siempre con respeto de las normas imperativas o
prohibitivas según el caso. También las partes pueden optar por la celebración
de un contrato atípico, y por lo mismo que de alguna manera su reglamentación
que entregada íntegramente a las cláusulas que las partes han convenido o que
se deriven del uso corriente en el tráfico para ese tipo de cláusulas. El artículo
1463 inciso segundo, dispone que “las cláusulas de uso común se presumen
aunque no se expresen”.

Junto con la celebración inicial del contracto y del derecho de configurar


internamente el mismo, las partes pueden modificar de común acuerdo los
contratos celebrados por ellas y pueden también dejarlos sin efecto, conforme
con lo que dispone el artículo 1545 de CC.

4.- Hecho y acto jurídico

Es tradicional distinguir entre simple hecho de la


naturaleza o material, hecho jurídico y acto jurídico, aunque no siempre
existe precisión a la hora de distinguir entre estas nociones.

Siguiendo la doctrina que es tradicional en Chile, usaremos


el término de hecho material, natural o simple hecho de la naturaleza, para
designar a aquellos hechos que constituyen fenómenos naturales, y que pueden
tener o no importancia o significación para el Derecho. Serán hechos jurídicos,
los hechos que tienen relevancia para el Derecho, es decir que como
consecuencia de ellos se producen efectos o consecuencias jurídicas,
generalmente por la vía de la creación, modificación, o extinción de derechos
subjetivos (ej. la lluvia que causa daños en una sementera, si el dueño del
sembradío lo tenía asegurado contra los riegos de lluvia). Serán simples hechos
naturales aquellos que no acarrean consecuencias en el sistema jurídico (ej.la
salida del sol)

10
Dentro de los hechos jurídicos es posible distinguir, a su vez, a los
hechos del hombre, que son aquellos en los que el hombre ha tenido una
participación determinante (compra de un caballo, asesinato, etc.) de los
hechos jurídicos propiamente tales, en los que el hombre no participa o su
participación es sólo pasiva (nacimiento, muerte, mayoría de edad, demencia,
etc.).

Los hechos del hombre, a su vez, pueden distinguirse entre los


actos jurídicos, que son aquellos hechos del hombre de carácter voluntario, es
decir producidos con intención de causar efectos jurídicos (ej. un contrato de
compraventa), de los meros actos humanos, en donde la voluntad humana no
se ha dirigido a producir los efectos jurídicos (ej. un accidente del tránsito).

5.- Noción de “acto jurídico”

Conforme con lo que se ha dicho, el acto jurídico es un hecho del


hombre, pero que tiene una particular característica, en él ha participado su
voluntad con el fin preciso de alcanzar el efecto jurídico que se ha causado, y
ese fin se ha logrado porque la voluntad humana así lo ha querido. Incluso por
algunos se señala que la voluntad humana alcanza ese efecto jurídico, porque el
derecho reconoce (sanciona) tal manifestación de voluntad.

Tres son los aspectos, entonces, que deben concurrir para


que estemos frente a un acto jurídico:

Que una persona manifieste su voluntad


Lo propio del acto jurídico es que es un acto humano, y lo que caracteriza a
un acto verdaderamente humano es que él es motivado por la voluntad
humana, que se exterioriza.

Que esa voluntad esté dirigida a producir efectos jurídicos


En el acto jurídico, la voluntad humana tiene un propósito preciso y
determinado: producir efectos jurídicos. Como se ha dicho, se entiende que
se producen efectos jurídicos cuando se crean, modifican o extinguen
derechos subjetivos. En el acto jurídico la voluntad humana del autor o de
las partes debe dirigirse precisamente a crear, modificar o extinguir esos
derechos subjetivos que se han producido.

11
Que el Derecho reconozca o sancione esa manifestación de voluntad, que
está orientada a producir efectos jurídicos, y por ello admite que los efectos
jurídicos queridos por el autor o las partes del acto jurídico se produzcan.

El profesor Víctor VIAL define de la siguiente manera al acto jurídico: "la


manifestación de voluntad hecha con el propósito de crear, modificar, o
extinguir derechos, y que produce los efectos queridos por su autor o por
las partes, porque el derecho sanciona dicha manifestación de voluntad"12.

6.- Clasificación de los actos jurídicos en unilaterales, bilaterales o


plurilaterales

Los actos jurídicos admiten diversas clasificaciones atendiendo a


diferentes puntos de vista.

Actos jurídicos unilaterales o bilaterales, según el número de personas o partes


que manifiestan la voluntad necesaria para nacer a la vida del Derecho.

Así, se califican como actos jurídicos unilaterales, a los actos que sólo
suponen la manifestación de voluntad de una sola persona o parte. Ej. un
testamento, el reconocimiento del un hijo extramatrimonial, o la manifestación
de la oferta, en la formación del consentimiento.

La clasificación de los actos jurídicos en unilaterales y bilaterales es


estrictamente objetiva: atiende sólo al número de partes, independientemente
del número de personas que manifiestan su voluntad. Así, por ejemplo, la
renuncia de varios usufructuarios al derecho de usufructo es un acto jurídico
unilateral. En dicho acto hay una sola parte, aunque ella está constituida por
más de una persona.

En doctrina los actos unilaterales se clasifican, a su vez, en simples y


complejos.

Acto unilateral simple es el que emana de la voluntad de una sola


persona. Por ejemplo, el testamento.

Acto unilateral complejo es aquel que procede de varias personas


físicas que, no obstante, están manifestando una voluntad común. Por ejemplo,
12
VIAL DEL RÍO, Víctor, Teoría general del Acto Jurídico, quinta edición actualizada, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 2003, p. 26.

12
la oferta que hacen varias personas de venta de una casa, de la cual son
propietarios en común. Dicha oferta es un acto jurídico unilateral, pues a pesar
de existir más de un interesado en su formulación, todos están manifestando una
voluntad común, sin que se observen intereses antagónicos o contrapuestos.

Se llama autor o autores a la persona o personas cuya voluntad


es necesaria para dar nacimiento al acto jurídico unilateral.

El término partes se reserva para aquellas personas que teniendo


intereses antagónicos o contrapuestos, se ponen de acuerdo para dar
nacimiento a un acto jurídico bilateral.

Acto jurídico bilateral, se entiende a aquel acto en que para


nacer a la vida jurídica requieren de la manifestación de voluntad de dos
personas o partes, con intereses contrapuestos. Ej. la compraventa, en que
exige la concurrencia de la voluntad del vendedor y la voluntad del
comprador. Estos actos reciben el nombre de convenciones. Es decir las
convenciones son actos jurídicos bilaterales, que tienen por efecto crear,
modificar o extinguir derechos.

No debe confundirse esta clasificación que hemos hecho de los


actos jurídicos, entre unilaterales o bilaterales, con la clasificación similar
que establece el Código para los contratos en el art. 1439 CC. En efecto, en
dicha norma dispone nuestro Código: "El contrato es unilateral, cuando una
de las partes se obliga para con otra que no contrae obligación alguna; y
bilateral, cuando las partes contratantes se obligan recíprocamente".

Es decir, para los contratos, la clasificación entre uni o


bilaterales atiende a si ambas o sólo una de las partes resulta obligada, y
siempre supone la existencia de un contrato, es decir una acto jurídico
bilateral.

La doctrina moderna a la clasificación clásica, que distingue


entre actos jurídicos unilaterales y bilaterales, agrega los actos jurídicos
plurilaterales, que son aquellos que para nacer requieren la manifestación
de voluntad de más de dos partes.

Un ejemplo de acto jurídico plurilateral lo encontramos en


la novación por cambio de acreedor, que requiere la manifestación de

13
voluntad de tres partes: del deudor; del tercero que acepta la nueva
obligación que contrae en su favor el deudor y del acreedor que consiente en
liberar de la obligación primitiva al deudor (art. 1631 Nº 2 CC).

7.- El contrato

Se define como el acto jurídico bilateral que tiene por objeto crear
obligaciones; es la convención generadora de obligaciones.

El CC lo define en el artículo 1438.

Art. 1438. “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga
para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o
muchas personas.”

Crítica a este artículo

Se le critica porque hace sinónimos de contrato y convención, en circunstancia


que la convención es el género y el contrato la especie. Una convención es el
acto jurídico bilateral que tiene por objeto crear, modificar y extinguir derechos
y obligaciones. En cambio el contrato es la convención que tiene por objeto
crear derechos y obligaciones. Esta crítica no tiene mucha importancia, porque
el estatuto jurídico por el cual se rige el contrato y la convención es exactamente
el mismo. Por otra parte, el muchos países la noción de contrato supera la sola
idea de acto que genera derechos y obligaciones 13.

8.- Clasificación de los actos jurídicos y de los contratos

Pueden agruparse en dos grupos, la clasificación que hace nuestro CC y la que


hace la doctrina.

Clasificaciones que hace el CC.

1) Unilaterales y bilaterales. Artículo 1439


2) Gratuitos y onerosos. Artículos 1440, 1441
3) Principales y accesorios. Artículo 1442
4) Reales, consensuales y solemnes. Artículo 1443

13
Así el Anteproyecto de Código Europeo de Contratos (Grupo Gandolfi), dispone “El Contrato es el acuerdo
de dos o más partes destinado a crear, reglar, modificar o extinguir una relación jurídica que puede incluir
obligaciones y otros efectos aunque sea a cargo de una sola de las partes”.

14
Clasificaciones que se agregan por la doctrina

1) Típicos (nominados) y atípicos (innominados)


2) Individuales y colectivos
3) De libre discusión y de adhesión
4) De ejecución instantánea, de ejecución diferida y de tracto sucesivo
5) Preparatorios y definitivos

8.1. Clasificación que hace el CC.

Contratos unilaterales y bilaterales:

Art. 1439. El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga para con
otra que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes
se obligan recíprocamente.

Los contratos de donación, mutuo, depósito, comodato, fianza son unilaterales


y el de compraventa es bilateral.

El contrato es siempre un acto jurídico bilateral, pero a su vez puede ser


unilateral o bilateral.

Hay algunos que dicen que el contrato de sociedad queda fuera de esta
clasificación, por ser contratos plurilaterales los cuales son voluntades de hecho,
que actúan en distinto sentido en busca de distintos intereses y que se
entrecruzan para formar el consentimiento.

Según la doctrina, también existen los llamados contratos sinalagmáticos


imperfectos, que son aquellos que nacen como contratos unilaterales, pero a lo
largo de su vida dan origen a obligaciones que van a afectar a la parte que no se
obligó al momento de perfeccionarse el contrato, en términos tales que ambas
partes van a resultar obligadas. Por ej: el contrato de depósito (puede que el
depositario incurra en gastos en la conservación de la cosa, entonces el
depositante debe reembolsarle estos gastos). Sin embargo, en nuestro concepto,
esta categoría no existe en nuestro derecho, pues hay que atender al momento
de perfeccionarse el acto

Importancia de esta clasificación

15
- En la condición resolutoria tácita
- En la excepción del contrato no cumplido
- En la teoría de los riesgos

a) En la condición resolutoria tácita: sólo se aplica en los contratos bilaterales.

Art. 1489. En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno de los
contratantes lo pactado.
Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la resolución o el cumplimiento del contrato, con
indemnización de perjuicios.

b) Excepción del contrato. no cumplido (la mora purga la mora): Conforme con el artículo 1552 CC, “[e]n
los contratos bilaterales ninguno de los contratantes está en mora dejando de cumplir lo pactado, mientras
el otro no lo cumple por su parte, o no se allana a cumplirlo en la forma y tiempo debidos”.

c) Teoría de los riesgos: que solo opera en los contratos bilaterales. Siempre se habla del riesgo de la cosa y
del riesgo del contrato. Conforme con el artículo 1550 CC “[e]l riesgo del cuerpo cierto cuya entrega se
deba es siempre a cargo del acreedor; salvo que el deudor se constituya en mora de efectuarla, o que se
haya comprometido a entregar una misma cosa a dos o más personas por obligaciones distintas; en
cualquier de estos casos, será de cargo del acreedor el riesgo de la cosa, hasta su entrega”.

Contratos gratuitos y onerosos. artículos 1440, 1441 CC

“Art. 1440. El contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por


objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen; y oneroso,
cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno
a beneficio del otro”

“Art. 1441. El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes
se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra
parte debe dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste en una contingencia
incierta de ganancia o pérdida, se llama aleatorio”.

La regla general es que los contratos bilaterales sean onerosos y los unilaterales
sean gratuitos, sin embargo puede suceder que no sea tan así. Por ej: el contrato
de depósito es un contrato unilateral gratuito, pero puede ser oneroso si se
faculta al depositario para usar la cosa; el mutuo también es unilateral y gratuito,
pero puede ser oneroso si se estipulan intereses (mutuo civil); también en el
caso del comodato, que puede ser oneroso cuando se estipula remuneración a
favor de ambas partes (si sólo se hace a favor de una degenera en arrendamiento
de servicios); un caso de contrato bilateral gratuito lo podemos encontrar en el
mandato cuando las partes estipulan que el mandatario no va a recibir
remuneración.

Importancia de esta clasificación

16
a) Es importante para determinar si el contrato puede ser o no alcanzado por la acción pauliana, conforme
con el artículo 2468 del CC. Si el contrato que se impugna es gratuito, para que pueda verse alcanzado por
la acción se requiere, parte de de haya perjuicios, que exista fraude pauliano únicamente en el deudor.
Pero, si el contrato es oneroso, además del perjuicios, el fraude pauliano debe concurrir tanto en el deudor
como en el con quien celebra el contrato.

b) Para determinar de qué grado de culpa responde el deudor.

Según lo que dispone el artículo 1547 CC, para determinar el grado de culpa de que responde el deudor
de una obligación civil, hay que determinar en beneficio o utilidad de cuál de las partes se ha celebrado el
contrato.

Si el contrato se ha celebrado en “beneficio recíproco” de ambas partes, responderá el deudor de la


culpa leve; si sólo “son útiles al acreedor” responderá de la culpa grave; y, responderá de la levísima, en los
contratos en que el deudor es el único que reporta beneficio

En el mandato el deudor siempre responderá de culpa leve, sea gratuito u oneroso, pero el juez tiene la
facultad de graduar en cierto modo la culpa leve (2129, 1929, 2085 CC).

c) Los contratos gratuitos son generalmente intuito personae (en que el error en la persona vicia el
consentimiento). Los contratos onerosos por regla general no son intuito personae, salvo el mandato y la
transacción. 2456 CC.

d) El saneamiento de la evicción sólo procede en los contratos onerosos. Hay evicción en contrato de
compraventa (arts. 1837 y ss.), transacción, sociedad (art. 2085), etc.

e) Es importante para ver si el adquirente de una cosa esta o no obligado a respetar el arrendamiento de la
misma. Si adquirió a título gratuito, lo estará, pero si adquirió a título oneroso no está obligado a respetar
el arriendo a menos que este conste por escritura pública y se inscriba en el registro de hipotecas y
gravámenes del Conservador de bienes raíces, conforme con el artículo 1962 del CC.

Los contratos onerosos pueden ser a su vez:

i) Conmutativos: “cuando cada una de las partes se obliga a dar o hacer una
cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a
su vez”, según reza el artículo 1441 CC. Ej, la compraventa (a menos que se
exprese, o que de la naturaleza del contrato aparezca que se ha comprado la
suerte)14.

ii) Aleatorios: si “el equivalente consiste en una contingencia incierta de


ganancia o pérdida”. Ej. el contrato de seguro15; el juego; la apuesta; la renta
vitalicia; la cesión de derechos litigiosos, y en general cuando aparece en el
contrato que se ha comprado la suerte. Art. 2228 CC.

14
Véase LÓPEZ SANTA MARÍA, Los Contratos, cit., pp. 122-127, con agudas críticas a este criterio que ofrece
nuestro Código para calificar la conmutatividad de un acto o contrato.
15
Aunque en realidad no lo es, porque las compañías de seguro actúan sobre la base de cálculos actuariales
que determinan la eventualidad estadística del siniestro, y en función de ello aplican la prima o precio.

17
Importancia de esta distinción:

En la lesión enorme: Como regla, sólo se aplica a los contratos onerosos, conmutativos: Ej. Compraventa de
bienes raíces (arts. 1888, 1889 CC); permuta de bienes raíces (art. 1900 CC); mutuo con interés, cuando
éste es superior al máximo convencional (art. 2206 CC); cláusula penal, cuando la pena es superior al
doble de la obligación (arts. 1535, 1544 CC); en la partición de bienes (art. 1348 CC); en la aceptación de
una herencia o legado (art. 1234 CC).

La teoría de la imprevisión, se plantea en los contratos onerosos, conmutativos, de ejecución diferida o de


tracto sucesivo.

Contratos principales y accesorios

De acuerdo con el artículo 1442 CC “[e]l contrato es principal cuando subsiste


por sí mismo sin necesidad de otra convención, y accesorio, cuando tiene por
objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal, de manera que no
pueda subsistir sin ella”.

Es importante hacer notar que se ha dicho que el acto principal es tal cuando
no necesita de otro para subsistir y no para nacer, porque bien puede un acto
accesorio existir antes del principal, pero imperiosamente éste último deberá
aparecer en el futuro, para la subsistencia del acto accesorio. La regla general
es que los actos y contratos sean principales, y sólo excepcionalmente
existen actos que tienen el carácter de accesorios.

Los actos accesorios, como se ha dicho, no pueden subsistir sin uno


principal. Es el caso de la constitución de una hipoteca, que nada impide que
se constituya para garantizar obligaciones futuras (art. 2.413 CC), pero es
evidente que no podrá tener eficacia si las obligaciones garantizadas no
llegan a existir. Otro típico acto accesorio es el pacto de separación de
bienes, permitido por el Código, y en general las capitulaciones
matrimoniales, actos que requieren que celebre el matrimonio para tener
eficacia y subsistir en el tiempo.

Los actos accesorios pueden ser de dos clases, actos de garantía, que son
aquellos que nacen para asegurar una obligación principal. (Ej. las cauciones
o actos de garantía en general); pero también pueden existir actos accesorios
dependientes, que aunque no nacen para asegurar el cumplimiento de otra
obligación, sí están de tal manera vinculados a otro acto que no pueden

18
subsistir sin el acto principal al cual acceden y de los cuales verdaderamente
dependen.

Contratos reales, consensuales y solemnes (clasificación que atiende a su


perfeccionamiento). Artículo 1443 CC.

a) Contrato real: Es aquel que para ser perfecto, “es necesaria la tradición
(entrega) de la cosa a que se refiere”. Al definir el CC los contratos reales, cae
en una imprecisión, pues habla de “tradición”, pero debió decir “entrega”. Esta
clasificación es criticada (no se justifica) por que:

 No tienen porque constituir una categoría distinta a los contratos


consensuales o solemnes. Es perfectamente posible que pueda existir una
obligación de restituir sin que haya entrega de una cosa, por ejemplo, en el
arrendamiento (contrae la obligación en el momento en que se perfecciona
el contrato). Lo mismo sucede en las operaciones de crédito de dinero, en
que una parte se obliga a restituir a la otra una cierta cantidad de dinero en
un momento distinto de aquel en que se efectúa la convención (cfr. artículo
1° ley 18010).
 Si el contrato real fuera consensual, se evitaría, en algunos casos, realizar
contratos anteriores para obligar a la parte a celebrar otro. Por ej: celebrar un
contrato de promesa para celebrar un contrato de mutuo.

b) Contrato consensual: Es aquel que se perfecciona “por el solo


consentimiento”. Son regidos por el principio del consensualismo contractual
(cfr. 1545 CC), sin perjuicio que el grueso de los contratos consensuales se
celebren por escritura pública o privada, pero sólo para los efectos de poder
probarlos (cfr. arts. 1708, 1709 CC).

c) Contratos solemnes: Son aquellos que están sujetos “a la observancia de


ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no producen ningún
efecto civil. Ej. la compraventa de bienes raíces (cfr. art. 1801), el contrato de
promesa de celebrar un contrato (art. 1554 N° 1), etc.

8.2. Clasificación doctrinal de los contratos


1) Contrato típico y atípico:

a) Típico: es el que se encuentra reglamentado por la ley, como la compraventa, el mutuo, el depósito, etc. Sea
típico o atípico al contrato le es aplicable el 1545 CC.

19
b) Atípico: no está reglamentado por la ley y es una consecuencia de la autonomía de la voluntad. Por ejemplo:
el contrato de “transferencia” de un jugador de fútbol profesional, etc16.

2) Individual y colectivo

Contrato individual: es aquel que obliga únicamente a aquellos que le dieron nacimiento a través de su
consentimiento.

Contrato colectivo: es aquel que obliga a grupos o colectividades que no han intervenido con su consentimiento
a la celebración del contrato. Son una verdadera excepción al efecto relativo de los contratos. Por ejemplo:
convenio judicial en la quiebra; contrato colectivo de trabajo.

3) De libre discusión y de adhesión

a) De libre discusión: las partes son libres para discutir los términos del contrato.

b) Contrato de adhesión17: es aquel en que una de las partes impone a la otra los términos del contrato y la
otra parte es libre para celebrarlo o no. Si no consiente, no hay contrato, y si consiente surge el contrato y
adhiere a los términos impuestos por la otra parte. Estos contratos, por lo común, tienen por finalidad ser
aplicados a una generalidad de casos, por lo que son corrientes en las contrataciones masivas propias del
derecho del consumo.

El contrato de adhesión se encuentra definido en la ley de protección al consumidor, Nº 19496, de 7 de Marzo


1997. Para los efectos de esta ley, que tiene por objeto regular las relaciones entre proveedores y consumidores,
se entiende por contrato de adhesión “aquel cuyas cláusulas han sido propuestas unilateralmente por el
proveedor, sin que el consumidor, para celebrarlo pueda alterar su contenido”.

Hay dos reglas de interpretación que son propias de los contratos de adhesión:

a) La regla de interpretación contra el que redactó la cláusula, que consagra el art. 1566 inciso 2º del CC.
b) La regla de preferencia de la cláusula manuscrita por sobre la cláusula impresa. 1560 CC.

4) De ejecución instantánea, de ejecución diferida y de tracto sucesivo

a) Contrato de ejecución instantánea: es aquel en que las obligaciones de las partes se cumplen
inmediatamente, después de nacer el contrato. ej: la compra de un paquete de cigarrillos.

b) Contratos de ejecución diferida: Son contratos de ejecución instantánea, pero la obligación de una de
las partes o de ambas, se va a cumplir por parcialidades en distintos plazos o épocas. Ej: compra de un
bien en cuotas mensuales.

En estos contratos de ejecución diferida tiene gran importancia la caducidad del plazo o la cláusula de
aceleración del plazo, que consiste en que las partes estipulan que el no pago de una cuota hará exigible la
totalidad de la deuda.

c) Contratos de tracto sucesivo: son aquellos en que las obligaciones de las partes van naciendo y
extinguiéndose a través del tiempo. Ej: contrato de arrendamiento, de sociedad, de trabajo.

Importancia de esta clasificación

16
Sobre este punto vid. VERDUGO BRAVO, Ismael “La relación entre la autonomía privada y los contratos
atípicos”, en Revista de Ciencias Jurídicas, Universidad Católica del Norte, N° 3, (2003) (pp. 71 y ss.).
17
Sobre este tema TAPIA, Mauricio y VALDIVIA, José Miguel, Contrato por Adhesión, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 2002.

20
a) La resolución opera con efecto retroactivo en los contratos de ejecución instantánea y en los de ejecución
diferida, pero en los de tracto sucesivo la resolución del contrato va a operar siempre hacia el futuro. Por
ej: si se deja sin efecto un contrato de arrendamiento, por el no pago de la renta, esta resolución opera
hacia el futuro y toma el nombre de terminación, ya que no se puede dejar sin efecto el goce de la cosa
que ha hecho el arrendatario.

b) El los contratos de tracto sucesivo existe una excepción a la regla del art. 1545 CC, ya que el contrato
puede terminar por la voluntad unilateral de una de las partes, la cual se llama “desahucio”.

c) La teoría de la imprevisión se plantea únicamente en los contratos bilaterales, onerosos, conmutativos,


de ejecución diferida o de tracto sucesivo.

5) Preparatorios y definitivos

Contrato preparatorio: es aquel que las partes estipulan que en el futuro celebrarán otro contrato. que de
momento no pueden convenir. Ej: contrato. de promesa, de opción (ej: el de leasing que es un contrato de
arrendamiento con opción de compra), pacto de retroventa.

Contrato definitivo: Es aquel que se celebra en cumplimiento de la obligación generada en un contrato.


preparatorio.

9.- Otras clasificaciones de los actos jurídicos

Atendiendo a contenido del acto o contrato: patrimoniales y de familia.

Si se atiende al contenido del acto o contrato, podemos clasificarlos en actos patrimoniales o de familia.
Son actos patrimoniales los que tienen por objeto relaciones pecuniarias, es decir pretenden la producción
de efectos jurídicos relativos a bienes (cosas) apreciables en dinero. Los actos de familia, en cambio, se
refieren al estado civil de las personas y a las relaciones de un individuo con los demás miembros de su
familia. (ej. el reconocimiento de un hijo no matrimonial).

Atendiendo a si el contrato precisa de la muerte del autor o de las partes para producir efectos: actos entre vivos
y actos mortis causa o por causa de muerte.

Por actos entre vivos debemos entender aquellos que no requieren de la muerte del autor o de las partes
para producir sus efectos. Lo corriente es que los actos jurídicos produzcan sus efectos sin esperar que el
autor o las partes fallezcan.

Pero los actos mortis causa, que son los menos corrientes, para producir en plenitud sus efectos jurídicos,
quedan sujetos al fallecimiento del autor o de una de las partes. El caso más típico de acto mortis causa es
el testamento que no produce sus efectos sino una vez muerto el testador (artículo 999 CC). Otro acto de
este tipo son las donaciones revocables que no se confirman sino con la muerte del donante (art. 1142 CC),
pero la donación revocable puede tener efectos entre vivos si hay entrega de la cosa (artículo 1140 CC).

Atendiendo a si el acto produce sus efectos de inmediato y sin limitaciones, podemos distinguirlos entre actos
y contratos puros y simples y sujetos a modalidad.

Los actos puros y simples son aquellos que producen sus efectos de inmediato y sin limitaciones, en cambio
los actos sujetos a modalidad son aquellos cuyos efectos que están subordinados a una modalidad.

Las modalidades, que estudiaremos más adelante, son determinadas maneras de ser de los actos o contratos,
en virtud de las cuales los efectos normales de un acto jurídico se ven alterados, generalmente como
consecuencia de pactos especiales que acuerdan las partes.

21
Atendiendo a la finalidad que un acto tiene, en el sentido si pretende conservar un patrimonio, o hacer
salir bienes del mismo, puede distinguirse entre actos de enajenación o disposición y actos de mera
administración.

Por actos de mera administración debemos entender aquellos actos que tienen por finalidad mantener el
patrimonio de un a persona en su conjunto, y que la actuación tiene por finalidad mantener o conservador
lo bienes, obteniendo las ventajas que por su propia naturaleza están llamados a generar. En cambio, por
los actos de disposición o enajenación, se hacen salir determinados bienes del patrimonio de una persona.
Esta disposición tiene importancia para el estudio de los actos que ejecutan personas en representación de
otras, como mandatarios o tutores y curadores, que muchas veces están limitados a la mera administración
de bienes (art. 391 CC, y 2132 CC).

j) Actos causales y actos abstractos

Esta clasificación se desarrollará al estudiarse la causa como elemento de los actos jurídicos.

10.- Estructura o elementos del acto o contrato

Conforme con el criterio que hemos dado, de que muchas disposiciones del
Código referidas a los contratos son de aplicación general, la doctrina
entiende que el art. 1444 CC es aplicable todos los actos jurídicos.

Dice esta disposición:

“Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son
de su naturaleza y las puramente accidentales. Son de la esencia de un
contrato, aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno o degenera
en otro contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las que no
siendo esenciales en él, se entiende pertenecerle, sin necesidad de una
cláusula especial; y son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial
ni naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas
especiales”.

Es una trilogía que se tomó de POTHIER, quien a su vez señala que vienen
desde el S. XVI18.

a) Cosas esenciales. Según la definición del Código, son de dos tipos,


aquellas sin las cuales el contrato no produce efecto alguno, o bien
degenera en otro diferente. Son, cosas las cosas necesarios y
suficientes para la constitución de un acto jurídico (Stolfi).

18
POTHIER, Robert J, Tratado de las obligaciones, Editorial Heliastra S.F.-L., versión de la edición francesa
de 1824, Buenos Aires, 1993, p. 14.

22
Se distinguen cosas esenciales comunes a todos los actos jurídicos, sin
las cuales el acto no podrá producir efecto alguno. Es el caso de los requisitos
generales a todo acto jurídico, y que se estudian a continuación: la voluntad, el
objeto, la causa.

Además existen cosas esenciales especiales a determinados actos om


contratos, y que su ausencia impedirá que se produzca el acto específico
querido por el autor o por las partes, degenerando en otro acto o contrato
diferente. Ej. para que exista compraventa es preciso, entre otros requisitos, que
exista cosa y precio que debe pactarse en dinero, si el precio consiste en una
especie distinta al dinero habrá permuta (cfr. arts. 1793, 1794 y 1897 CC).

Cosas de la naturaleza o elementos naturales: Según la definición


legal, los que no siendo esenciales a un contrato, se entiende pertenecerle,
sin necesidad de cláusulas especiales.

Aquí hay un cambio de sentido en el art. 1444 CC, porque mientras los
elementos esenciales parecen estar refiriéndose por una parte a aquellos
presupuestos que si no se dan no hay acto o contrato, o al menos el acto no
produce efectos o estos son distintos al querido por el autor o las partes, y por
lo mismo son requisitos o exigencias previas y necesarias para producir efectos.
En cambio, cuando el Código habla de las cosas de la naturaleza apunta a
consecuencias o efectos derivados, es decir a derechos u obligaciones que
siempre que se derivan del acto o contrato. No puede decirse que estas cosas de
la naturaleza sean verdaderamente elementos del acto, por ello es correcto que
el Código se haya referido a cosas, para describir los distintos aspectos que
aparecen en un contrato (presupuestos o consecuencias).

Un ejemplo de cosa de la naturaleza, es la condición resolutoria tácita


que contempla el Código en el art. 1489, y que va envuelta en todo contrato
bilateral, de no cumplirse por una de las partes de pactado. Es un efecto natural
de los contratos bilaterales, porque se entiende pertenecerle sin necesidad de
cláusula especial, pero que las partes pueden eficazmente excluirla renunciando
a la misma, y acordar que el contrato no estará expuesto a resolverse si una de
ellas no cumple con lo convenido.

Cosas accidentales: conforme al la norma en estudio, son aquellas que no


pertenecen al contrato ni esencial ni naturalmente, pero que las partes las pueden
incorporar por medio de cláusulas especiales. Tampoco estamos frente a un
elemento del acto, entendido esto como presupuesto del mismo, sino de efectos,

23
en este caso que no vienen incorporados por la ley, sino que las partes los
agregan por efecto de un pacto.

Dentro de los efectos accidentales de los contratos, los más conocidos son
las modalidades convencionales, es decir la condición, el plazo, el modo,
libremente pactadas, y que por su incorporación en él alteran sus efectos
normales (naturales).

Pero no todas las modalidades se incorporan al acto por medio de pactos o


cláusulas especiales, y por lo mismo, no siempre las modalidades se reconocen
como cosas accidentales de un contrato. Existen modalidades que pertenecen a
la naturaleza de determinados actos, como es la condición resolutoria tácita en
los actos jurídicos bilaterales. Incluso se reconocen modalidades como
elementos de la esencia del acto: es el caso de la condición que pertenece a la
estructura de toda propiedad fiduciaria (art. 738 CC) y el plazo en el usufructo
(art. 770 CC).

24
25
LOS REQUISITOS DE LOS ACTOS JURÍDICOS Y DE LOS
CONTRATOS.

1.- Requisitos o presupuestos de los actos o contratos

La doctrina ha perfilado el concepto de los requisitos (o presupuestos) de


los actos o contratos, que son aquellos elementos que deben concurrir en todo
acto jurídico o contrato, y que son indispensables para que a la vida del Derecho,
o al menos son imprescindibles para que reúna las exigencias necesarias para
ser considerado plenamente válido.

Del concepto anterior se distingue entre requisitos de existencia y requisitos


(presupuestos) de validez. Por los primeros entendemos aquellos presupuestos
indispensables para que el acto nazca a la vida del Derecho. Por presupuestos
de validez, entendemos aquellos requisitos que la ley considera necesarios para
que el acto o contrato no esté expuesto a ser anulado, y por lo mismo pueda ser
considerado plenamente eficaz.

1.1. Requisitos de existencia

No trata directamente el Código los requisitos de existencia de los contratos


jurídicos. Para determinarlos se deben hacer un estudio combinado de los arts.
1444 y 1445 del CC. El primero, como se vio, trata de los distintos elementos
que pueden reconocerse en los actos jurídicos, dentro de los cuales están las
cosas de la esencia, que presupuestos imprescindibles para que el acto produzca
efectos. Por su parte el art. 1445 dispone que para que una persona se obligue a
otra por un acto o declaración de voluntad (precisamente el supuesto de todo
acto contrato, una declaración de voluntan que produce efectos jurídicos), es
necesario:

1.- Que sea legalmente capaz;


2.- Que consienta en dicho acto y su consentimiento no adolezca de vicio;
3.- Que recaiga sobre un objeto lícito;
4.- Que tenga una causa lícita.

Combinando ambas disposiciones la doctrina chilena concluye que serían


requisitos esenciales de todo acto o contrato, aquellos que aparecen como
imprescindibles para la existencia del mismo, conforme al art. 1445 CC, y tales
son:

26
El consentimiento (la voluntad)
El objeto
La causa
Las solemnidades de existencia, en razón que, en algunos casos, como el art.
1701 CC, la falta de estas solemnidades hace que el acto se tenga por no
celebrado o ejecutado, es decir por inexistente, según la opinión de algunos, o
al menos como absolutamente nulo.

1.2. Requisitos de validez.

Los requisitos de validez del acto jurídico, son aquellos presupuestos que
deben cumplir los actos jurídicos, sin los cuales el acto nace, pero nace viciado,
expuesto a ser declarado nulo. Es un acto que adolece de una forma de ineficacia
jurídica.

Recurriendo a la misma norma del art. 1445 CC, puede concluirse que
son requisitos de validez los siguientes:

La voluntad (consentimiento) sin vicios.


El objeto lícito
La causa lícita
La capacidad
Las solemnidades que no sean consideradas de existencia, y cuya omisión
la ley les reserva la sanción de nulidad.

27
2.- La Voluntad (El consentimiento)19

2.1. Generalidades

La voluntad es una potencia del alma, por la por la cual buscamos el bien.

Se ha dicho que la noción de acto jurídico descansa en la idea de


manifestación de voluntad, por lo cual es sustrato básico de todo acto jurídico
debe ser una manifestación de voluntad, ya sea del autor o de las partes, en un
acto jurídico bilateral, a la que denominaremos consentimiento.

Para que la voluntad en un acto humano produzca efectos jurídicos debe


cumplir al menos con dos condiciones básicas.

Por una parte, debe ser manifestarse y por otra debe ser seria.

a) Manifestación de la voluntad

Que la voluntad se manifieste significa que debe exteriorizarse, es decir


salir del fuero interno de la persona para ser conocida por las otras personas.

Son distintas las vías de exteriorización de la voluntad, pero la doctrina


tiende a clasificarlas en dos alternativas básicas: expresa y tácita.

Manifestación de la voluntad expresa: es aquella que se hace de manera


explícita y directa, es decir el contenido de la declaración de voluntad se conoce
por el lenguaje, o por medio de gestos o indicaciones cuya comprensión resulta
inequívoca para el resto de las personas 20. Incluso pesa sobre el declarante el
deber de expresarse claramente; un ejemplo de ello, lo tomamos del art. 1.556
CC, inciso segundo, que sanciona al declarante en un contrato que redacta una
cláusula ambigua, por faltarle una explicación que ha podido darse.

19
Para esta materia es útil como consulta el libro del profesor LEÓN HURTADO, AVELINO, La voluntad y la
capacidad en los actos jurídicos, Editorial Jurídica de Chile, Cuarta Edición, Santiago, 1991.
20
Se habla también que constituyen exteriorizaciones de la voluntad, los hechos consumados, que suponen
una conducta que social y legalmente se tiene como el contenido de un negocio, como es el caso de pagar el
precio. También se admite como una exteriorización el principio de ejecución idóneo, es decir una conducta
que tiene inequívocamente a la consumación de un acto negocial, como es el hecho de ponerse detrás de una
caja en el supermecado. Cfr. SAAVEDRA GAGUELLIGOS, FRANCISCO JAVIER, Teoría del Consentimiento,
Editorial Jurídica Conosur, Santiago, 1994, p. 143.

28
Manifestación de voluntad tácita: se desprende inequívocamente del
comportamiento del sujeto, y del cual la ley permite desprender un querer
determinado21.

La manifestación de voluntad expresa o tácita, como regla tienen el


mismo valor, y así se desprende de una serie de artículos de nuestro Código
Civil y de Comercio:
a) art. 1241, respecto de la aceptación de la herencia
b) art. 2124 para aceptación del mandato
c) el art. 103 del C. Comercio (en adelante C.Co) da el mismo valor a la
aceptación expresa o tácita de una oferta

Sin embargo, en ciertos casos la ley no admite la manifestación tácita de


voluntad, por ejemplo, en el pacto de solidaridad que debe ser expreso conforme
con el art. 1511 CC, o la voluntad de testar en el testamento cerrado.

b) La voluntad debe ser seria

Es decir debe exteriorizarse con el fin de producir el efecto que el


instrumento utilizado (lenguaje, gestos, comportamiento), representan. Por ello,
no pueden ser consideradas manifestaciones serias, las que se formulan por
mera cortesía, en broma, o en representación de una ficción.

2.2. El silencio como manifestación de voluntad

El silencio en el consentimiento, supone que una persona no exteriorice


de manera alguna su voluntad, con lo cual no hay forma de saber lo que
realmente quiere. Por lo mismo como regla el Derecho no puede darle valor al
silencia como vía idónea de expresar la voluntad.

Con todo en ciertas circunstancias, tanto la ley, como las partes, e incluso
el juez pueden darle al silencio una manifestación de voluntad en un sentido
determinado

La ley

En nuestro Código Civil al menos podemos encontrar dos normas que


dan al silencio el valor de manifestación de voluntad. Es el caso del art. 1233
21
En opinión de VIAL, Actos jurídicos..., cit., p. 46, siguiendo a BETTI, la voluntad tácita no va dirigida a un
destinatario, no lo que no nos parece, porque siempre la voluntad negocia debe tener un destinatario.

29
CC, dentro de las reglas de la apertura de la sucesión, que dispone que si una
persona está en mora de manifestar si acepta o repudia una asignación, se
entenderá que la repudia. La otra norma, aplicable a nuestra profesión, es el art.
2125, que dispone en materia de mandato, que las personas que por su profesión
u oficio se encargan de la gestión de negocios de ajenos, deben responder lo
más pronto posible si aceptan o no el encargo que uno ausente les hace, de lo
contrario, transcurrido un tiempo razonable, "su silencio se mirará como
aceptación".

Las partes

Nada impide que en sus arreglos particulares, las partes atribuyan en un


contrato, que el silencio deba tener el sentido de manifestación de voluntad. El
caso más clásico es el de la tácita reconducción en el contrato de arrendamiento.

El Juez

También se admite que al silencio se le confiera una determinada


manifestación de voluntad por parte del juez, es el caso de lo que doctrinalmente
se denomina el silencio circunstanciado. Definido por don Avelino León como
aquel que "va acompañado de antecedentes o circunstancias externas que
permitan atribuir al silencio, inequívocamente, el valor de manifestación de
voluntad"22.

3.- El consentimiento

3.1. Noción y formación del consentimiento

En los actos jurídicos bilaterales la voluntad se llama


consentimiento, que podemos entender como el acuerdo de voluntades de
las partes con el propósito de producir efectos jurídicos.

Nuestro CC no contempla normas sobre formación del


consentimiento, como no las contenía el Code. Sí tiene reglas sobre formación
del consentimiento el Código de Comercio en sus arts. 97 a 108. Sus reglas
tienen cabida también en materia civil, porque no obstante estar contenidas en
un Código especial, son por su naturaleza generales y deben, por lo tanto, tener
una aplicación general, conforme al principio según el cual el alcance de las
22
LEÓN, La Voluntad..., cit, p.35. Para este autor en silencio circunstanciado no es más que una forma de
manifestación presunta de la voluntad.

30
disposiciones lo fija la propia naturaleza de ellas y no la ubicación que las
mismas tienen en un determinado Código o ley, y, justamente, las reglas sobre
la formación del consentimiento que establece nuestro Código de Comercio son
de naturaleza general, y no especial o excepcional. De la misma manera lo
entendió el Mensaje con que el Presidente de la República presentó el Proyecto
de Código de Comercio al Congreso Nacional. Ese documento que forma parte
de la historia de la ley, expresa que en lo relativo a la formación del
consentimiento el Código de Comercio viene a llenar un “sensible vacío de
nuestra legislación comercial y civil”. Otros agregan también como argumento
la analogía.

Para formación del consentimiento se precisa que concurran


dos actos sucesivos: la oferta y la aceptación.

La oferta

Suele definirse oferta, policitación o propuesta como "un acto jurídico


unilateral por el cual una persona propone a otra la celebrar una
determinada convención, bastando para que ésta quede perfecta la sola
aquiescencia de la persona a quien fue dirigida"23

No convence la idea de que la oferta sea un acto jurídico unilateral,


porque indica una suerte de obligación unilateral y que la oferta tendría una
cierta autonomía, en el sentido de que con sólo manifestarla el destinatario de
la oferta adquiriría un derecho potestativo a la convención, es decir incorporaría
en su patrimonio un derecho a celebrar el contrato, una suerte de opción. No
parece ser ése el sentido de una oferta, sino más bien la voluntad de convenir
un contrato, sobre la base que el otro acepte. No es una opción, sino una
invitación a convenir algo 24. En los contratos solemnes y los reales, la idea de
oferta como acto jurídico unilateral parece aún más difícil de aceptar.

"La manifestación de voluntad de una persona por la cual le propone


a otra la celebración de una determinada convención".

La oferta aparece así como una declaración que, para cumplir con su
finalidad, debe al menos reunir dos requisitos:

23
LECAROS, El acto jurídico..., cit., p. 42.
24
Piénsese que el art. 101 C Co. establece que la oferta pierde vigencia por la retractación del oferente, por su
muerte o por su incapacidad, ocurridas antes de la aceptación.

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a) Ser seria, en términos que el oferente debe tener una voluntad real de
obligarse en caso de que el destinatario de la oferta la acepte en los términos
propuestos.

b) Además debe ser completa, es decir, reunir todos los elementos


necesarios de la convención propuesta, de forma que sólo baste la mera
aceptación del destinatario para que el consentimiento quede formado.

Clasificaciones de la oferta

La oferta puede clasificarse atendiendo a diversos aspectos:

a) Expresa: es la que se formula en términos explícitos y directos.

b) Tácita: la que se desprende de comportamientos del oferente que hace


inequívoca su intención de celebrar la convención.

c) Hecha a persona determinada: aquella que va dirigida a una o


muchas personas singularizados, y no al público en general

d) Hecha a persona indeterminada: aquellas ofertas que se hacen al


público para quien quiera aceptarla.

El art. 105 del C. Co. reconoce esta última clasificación, y declara que las
ofertas hechas a personas indeterminadas que se hacen en prospectos, catálogos,
notas de precios, circulares o en cualquiera otra clase de anuncios, no son
obligatorias para el que las hace. Esto significa que el oferente no quedará
obligado, si alguien acepta. No se formará consentimiento por la aceptación.

En cambio, las ofertas que se hacen a personas determinadas, conforme


al inciso 2° del art. 105 C Co. "llevan siempre la condición implícita de que al
tiempo de la demanda no hayan sido enajenados los efectos ofrecidos, de que
no hayan sufrido alteración en su precio, y de que existan en el domicilio del
oferente" Esto significa, si la persona a quien se le dirigió la oferta la acepta,
sólo se formará el consentimiento en la media que se cumplan las condiciones
que el Código impone.

La oferta puede emanar del futuro acreedor o del futuro deudor.

La aceptación

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La aceptación es el asentimiento del destinatario de la oferta, a la
proposición de convención que se le ha hecho, y dada pura y simplemente
produce el consentimiento.

Clases

a) expresa: el destinatario de la oferta la acepta en términos explícitos


y directos
b) tácita: se desprende la oferta de un comportamiento inequívoco del
destinatario, como por ejemplo si el mandatario comienza a cumplir
el encargo.
c) pura y simple: es la que el destinatario de la oferta manifiesta su
conformidad en los mismos términos que se le hicieron, sin agregar
nuevos elementos,
d) condicionada: es aquella en que el destinatario de la oferta sólo la
acepta parcialmente o le introduce cambios.

Conforme con el art. 102 del C. Co., la aceptación condicionada de la


oferta, constituye una nueva propuesta, y por lo mismo exige que sea aceptada
pura y simplemente por el primer oferente, para que se forme el consentimiento.

Requisitos que debe reunir la oferta para que se forme el


consentimiento

a) Que sea pura y simple: conforme con el art. 101 C. Co., dada la
contestación, si en ella se aprobare pura y simplemente la propuesta,
el contrato queda en el acto perfeccionado y produce todos sus efectos
legales, a menos que antes de darse la respuesta, ocurra la muerte, la
incapacidad legal o la retractación del oferente.
b) Darse en tiempo oportuno, esto es que esté vigente el plazo fijado
por el oferente o por la ley

El tiempo de duración de la oferta lo determina el propio oferente, en


subsidio, la ley establece reglas a este respecto en los arts. 97 y 98 del C.Co.

Si nada ha dicho el oferente, las reglas que aplica el C.Co., depende de


dos factores, por un lado si la oferta se formula oralmente o por escrito, y por

33
otro, si el destinatario de la oferta se encuentra en el mismo lugar que el oferente
o en otro lugar diferente.

Si la oferta se hace oralmente, el destinatario de aceptarla “en el acto de


ser conocida”, es decir contestarla tan pronto la conozca, inmediatamente.
En cambio si la oferta se hace por escrito, el destinatario de la oferta
debe dar su respuesta en el plazo de 24 horas, si reside en el mismo lugar, y a
“vuelta de correo”, si reside en un lugar diverso. Llamamos la atención de que
el C. Co. habla de 24 horas, para el caso de la oferta escrita a persona que se
encuentre en el mismo lugar, es decir es un plazo de horas y no de un día. A
esta oferta se le denomina “oferta entre presentes”.

Las nociones de “residir mismo lugar”, y “vuelta de correo”, deben ser


determinadas judicialmente.

Transcurridos que sean estos plazos, la oferta deja de estar vigente, y por
lo mismo si el destinatario de la oferta la acepta no se habrá formado el
consentimiento, pues se habrá aceptado inoportunamente la oferta. Así lo
dispone el art. 98 Co, inciso 2 °. Pero el inciso 3° impone una carga al oferente
que recibe una aceptación inoportuna, cual es informar al destinatario de la
oferta que la ha dado en tiempo inadecuado, pues, de otra manera se hace
responsable por los daños y perjuicios. El Código habla que “deberá dar pronto
aviso de su retractación”, y lo cierto que en este caso no hay retractación del
oferente sino aceptación inoportuna del destinatario, lo que ha impedido la
formación del consentimiento.

c) la aceptación debe ser dada mientras la oferta esté vigente

La vigencia de la aceptación se pierde por tres causas: retractación,


muerte de proponente e incapacidad legal sobreviniente.

1) Retractación (arrepentimiento): El art. 99 del C.Co. permite al


oferente retirar (“arrepentirse”) su oferta, antes de que ésta haya sido
aceptada, lo que demuestra, en nuestra opinión, que la oferta no es una
acto jurídico que obligue al oferente, como se pretende, de otra
manera no se entiende que se le permita retractarse..

Excepcionalmente el oferente, conforme con el art. 99 C.Co. no podrá


arrepentirse, cuando se ha comprometido a esperar a respuesta, o a no

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disponer del objeto sino después de desechada la oferta o de
transcurridos determinado plazo.
De esta norma podemos distinguir una retractación tempestiva de una
intempestiva. Retractación tempestiva de la oferta es aquella que
se hace dentro de los marcos que autoriza el art. 99 del C.Co.. Es decir,
antes de que se haya aceptado la oferta, o después de transcurridos los
plazos. Será intempestiva, en cambio, la que se hace una vez que la
oferta se ha aceptado, o mientras transcurre el plazo que se ha
concedido para aceptarla.
El efecto de toda retractación tempestiva es impedir la formación
del consentimiento, pero obliga la oferente a indemnizar los perjuicios
que el destinatario de la oferta haya tenido, o a cumplir con la oferta
en caso contrario (supone dejar sin efecto el arrepentimiento). Todo
conforme con el art. 100 C.Co.

2) la muerte del proponente

3) la incapacidad legal del proponente

En estos últimos dos ambos casos, la oferta deja de estar vigente, y de


darse la aceptación luego de ambos hechos, el consentimiento no se
habrá formado.
En mi opinión esta norma conforma lo que se ha dicho en el sentido
de que la oferta no es una acto jurídico unilateral, porque si lo fuera
no habría razón para que la muerte del oferente pusiera término a la
oferta, toda vez que los herederos del oferente deberían hacerse cargo
de la misma, conforme al principio de la sucesión general de las
deudas.

Naturaleza de la responsabilidad

Se ha visto que las disposiciones transcritas contienen normas sobre


responsabilidad, que los autores la califican como de responsabilidad
precontractual25, por cuanto se derivan de actos que se realizan con anterioridad
a la celebración de un contrato, distinguible de la responsabilidad contractual
por en su fuente, porque no hay todavía un contrato. Sería una forma de
responsabilidad extracontractual, pero con ciertas características propias, por
cuanto aparte del daño, como elemento desencadenante de la responsabilidad,
25
Por todos ROSENDE ÁLVAREZ, Hugo, Responsabilidad Precontractual, Ediciones Universitarias de
Valparaíso, Valparaíso, 1979.

35
aparece como un factor adicional la violación de una situación de confianza que
entre las partes se ha dado. Para mantener los criterios generales, IHERING, se
habla de culpa in contrahendo.

3.2. Momento y lugar en que se forma el consentimiento

Con relación al momento en que se forma en consentimiento, pueden


perfilarse doctrinalmente varias opciones:
1.- Teoría de la aceptación o de la declaración: Es aquella que sostiene
que el consentimiento se forma cuando el destinatario de la oferta declara su
aceptación a la oferta. Esta es la doctrina que informa a las normas del C Co.
En efecto, el art. 99 del C. Co. permite al oferente la retractación hasta que el
destinatario la "aceptación", y por otra parte el art. 101 C.Co. dispone que "dada
la contestación, si en ella se aprobare pura y simplemente la propuesta, el
contrato queda en el acto perfeccionado, y produce todos sus efectos legales...".
Por excepción en el Código Civil existen normas que no siguen ese
criterio doctrinal, como es el art. 1.412 en materia de donación entre vivos,
porque para que se forme el consentimiento en estos actos, es preciso no sólo la
aceptación del donatario, sino además que esta aceptación sea notificada al
donante. Mientras ello no ocurra el donante la puede revocara su arbitrio.
2.- teoría de la expedición: se forma el consentimiento cuando el
destinatario de la oferta despacha al oferente la carta que contiene la aceptación.
3.- teoría del conocimiento: sostiene que el conocimiento se forma
cuando el oferente toma conocimiento de la aceptación dada por el destinatario
de la oferta. Es el criterio legal que emana del art. 1.412 del CC.
4.- teoría de la recepción: el consentimiento se forma cuando el
destinatario de la oferta recepciona el sobre que la contiene, sin importar si la
ha conocido efectivamente o no.

3.3. Importancia de la determinación del momento en que se forma el


consentimiento

1.- Para determinar la capacidad de las partes contratantes, por lo general


habrá que atender al momento en que se forma el consentimiento.

2.- Para determinar si un acto recae o no sobre un objeto lícito, deberá


atenderse al momento en que se forma el consentimiento.
3.- Para establecer el momento desde el cual produce efectos el contrato.
Los actos consensuales tienen plena eficacia desde que e se forma el
consentimiento.

36
4.-. En cuanto a las leyes que deben regular el acto, conforme con art. 22
de la Ley sobre efecto retroactivo de las leyes, en todo contrato se entenderán
incorporadas las leyes vigentes a su celebración.

En cuanto a la importancia que tiene determinar el lugar en que se forma


el consentimiento, ello se justifica por cuanto:
1.- Determina la legislación aplicable. Como regla se debe aplicar la ley
del lugar de la celebración de un contrato. Por ello, el art. 104 del C. Co.
prescribe que si el consentimiento se ha formado entre personas ausentes, se
entiende celebrado el contrato en el lugar que se dio la aceptación que formó el
consentimiento, es decir el del lugar del que aceptó la propuesta primitiva o la
propuesta modificada.
2.- También tiene importancia para los efectos de determinar
competencia, conforme con el art. 135 n° 1 del Cód. Orgánico de Tribunales.

3.- Es importante determinar el lugar en que se forma el consentimiento,


cuando conforme con la ley, debe aplicarse la costumbre del lugar, tal cual lo
ordena el art. 1.940 CC, en materia de contrato de arrendamiento.

3.4. El consentimiento en los contratos de adhesión

Contrato de adhesión o por adhesión es aquel en que uno solo de los dos
posibles contratantes preestablece las cláusulas, de modo que el otro no puede
modificarlas, sino limitarse a aceptarlas o no celebrar el contrato.

Ejemplos de esta clase de contratos son los de transporte, los de las


empresas que proporcionan gas, energía eléctrica, servicio telefónico, de correo,
las asociaciones encargadas de las prestaciones de salud, las que administran
fondos previsionales, seguros, etc.

Se ha cuestionado el carácter de contratos a los llamados de


adhesión.

Algunos autores han sostenido que se trata de un acto unilateral de


voluntad; pero ha prevalecido la opinión de que son verdaderos contratos
porque para calificar un acto jurídico de contrato civil basta que haya encuentro
de dos voluntades, exentas de vicios, sobre un objeto de interés jurídico, de
cualquiera manera que se le haya fijado.

37
La particularidad esencial de estos contratos, el de no ir precedidos
de una libre discusión de las cláusulas, que se encuentran definitivamente
establecidas con antelación por uno solo de los posibles contratantes, da margen
a abusos de éste, que son generalmente grandes empresas dedicadas a satisfacer
necesidades primordiales. De ahí que el legislador se vea en la necesidad de
regularlos, en mayor o menor grado, a fin de evitar al menos los excesos de los
redactores de los contratos de adhesión.

3.5. El consentimiento en los autocontratos

Autocontrato o contrato consigo mismo es aquel en que la


actividad y la declaración de una sola parte en dos calidades diversas basta para
formar el contrato.

En este caso una misma persona asume simultáneamente, en una


misma relación, las calidades de oferente y aceptante.

El Código Civil alemán prohíbe la autocontratación, salvo


autorización en contrario (art. 181). Nuestro Código Civil no contiene en esta
materia ninguna regla general expresa; pero contempla casos en que admite la
posibilidad del autoconsentimiento y casos en que no lo permite o lo permite
con restricciones. Al respecto, regulando el contrato de mandato, dice “no podrá
el mandatario, por sí ni por interpuesta persona, comprar las cosas que el
mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo al mandante lo que éste
le ha ordenado comprar, si no fuere con aprobación expresa del mandante” (art.
2144). Por su lado, otra disposición establece “encargado (el mandatario) de
tomar dinero prestado, podrá prestarlo el mismo al interés designado por el
mandante, o a falta de esta designación, al interés corriente; pero facultado para
colocar dinero a interés, no podrá tomarlo prestado para sí sin aprobación del
mandante” (art. 2145).

Resulta claro que en las normas citadas aparece que el


consentimiento puede ser prestado por una misma persona, actuando al mismo
tiempo como vendedor y comprador, o como mutuante y mutuario. Hay, pues,
un contrato consigo mismo o autocontrato, en que el consentimiento se forma
por la declaración de una sola parte que asume las calidades de ambas.

En otras disposiciones se prohíbe el contrato consigo mismo o se


lo somete a restricciones (arts. 410, 412, 1800). Así, por ejemplo “por regla
general, ningún acto o contrato en que directa o indirectamente tenga interés el

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tutor o curador, o su cónyuge, o cualquiera de sus ascendientes o
descendientes.., o de alguno de sus socios de comercio, podrá ejecutarse o,
celebrarse sino con autorización de los otros tutores o curadores generales, que
no estén implicados de la misma manera, o por el juez en subsidio” (art. 412).

El autocontrato es viable a través de la representación, porque el


representante puede actuar, por un lado, como parte por sí mismo, por sus
propios intereses, y, por otro lado, en nombre y por cuenta del representado, por
los intereses de éste. Se habla de un autoconsentimiento del representante en
razón de que las dos voluntades que forman el consentimiento las declara por sí
solo.

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