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El triunfo del Estado como ente social por excelente con su estructura jurídica
regulativa no ha podido apartar u obviar la importancia de la autonomía de la
voluntad del individuo como fuente creadora de obligaciones, y por lo tanto
regulativa de las relaciones jurídicas, por lo que en cierta forma, la autonomía de la
voluntad es una fuente normativa.
Lo que se discute es los sujetos pueden dictar “normas autónomas”. Como señala
Leyva Saavedra si: “la persona que puede decidir libremente como proyectar,
1
DE CASTRO Y BRAVO, Federico. El negocio jurídico. Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Madrid,
1971.
2
PUIG BRUTAU, José. Compendio de Derecho Civil. Volumen II. Ed. Bosch, Barcelona, 1987. Pág.169.
3
LEYVA SAAVEDRA, José. “Autonomía privada y contrato”. Revista Oficial del Poder Judicial: Año 4 - 5,
N° 6 y N.° 7 / 2010-2011. Pág. 267.
perseguir y alcanzar sus propios objetivos, pero dentro de los límites señalados por
cada ordenamiento jurídico4”. El problema nos retrotrae a la fundamentación
constitucional de la autonomía privada en base a la libertad de acción en sentido
positivo-material, y se enlaza con el concepto moderno de “autonomía privada”,
como potestad de autogobierno de las relaciones privadas, y por lo tanto su
reconocimiento como fuente del derecho5. Por ello, se considera a la autonomía de
las partes o de la voluntad (por ejemplo, el testamento, las declaraciones
unilaterales de reconocimiento de obligaciones o de institución de situaciones
jurídicas, como el reconocimiento de la filiación, por citar algunos ámbitos jurídicos
donde son eficaces), como auténtica fuentes normativa.
4
Ibíd. Pág. 269.
5
Loc. Cit, citando a Alterini – López Cabana. La autonomía de la voluntad en el contrato moderno. Buenos
Aires, 1989, p. 7 ss.; Barassi. Instituciones de derecho privado. Barcelona, 1955, vol. II, p. 217; Carbonnier.
Droit civil. Barcelona, 1960, t. II, vol. I, p. 127 ss.; Díez-Picazo. Fundamentos del derecho civil patrimonial.
Madrid, 2007, vol. I, p. 143 ss.; Weill – Terré. Droit civil. Les obligations. Paris, 1986, p. 48 ss.
6
Ibíd. Pág. 274.
7
ÁNGEL, L. K. “Autonomía de la voluntad ¿Decadencia o auge?”. Revista Verba Iuris, 11(36). 2016. Págs.
71- 91.
establecía que: “On ne peut déroger par des conventions particulières, aux lois qui
intéressent l’ordre public et les bónnes mœurs”,
Los límites legal y doctrinariamente señalados son la licitud del negocio jurídico
pretendido, el respeto al orden público y las buenas costumbres, y las formalidades
intrínsecas del negocio jurídico, tales como la normas prohibitivas de los contratos
y actos jurídicos. Como se señala: “Con estas disposiciones se busca proteger el
ordenamiento interno, a través de la consideración de sus normas positivas y sus
valores políticos, jurídicos, económicos y morales, que están en la base misma de
su organización jurídica y económica8.” Dominguez Martínez, define orden público
como “el conjunto de principios, normas y disposiciones legales en que se apoya el
régimen jurídico para preservar los bienes y valores que requieren de su tutela, por
corresponder estos a los intereses generales de la sociedad, mediante la limitación
de la autonomía de la voluntad, y hacer así prevalecer dichos intereses sobre los de
los particulares9”. Los valores fundamentales de una sociedad se encuentran
regulados en la Constitución Política de la República como bienes jurídicos
tutelables por el Estado, aún en las relaciones jurídicas-privadas, y sirven de límite
último de la libertad de acción, en el ámbito social.
8
LEYVA SAAVEDRA, José, Op. Cit. Pág. 273.
9
DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, Jorge Alfredo. “Orden Público y autonomía de la voluntad”. Biblioteca
Jurídica Virtual. Instituto de Investigaciones Jurídicas. Pág. 83.Disponible en www.biblio.juridicas.unam.mx
10
ÁNGEL, L. K . Op. Cit. Pág. 77 y ss.
BREVES CONCLUSIONES.