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Fue una época de movimientos obreros en los núcleos industriales inspirados por ideas
marxistas y anarquistas y de la aparición de los nacionalismos catalán, gallego y vasco. Otro
problema fue el movimiento independentista de Cuba, que llevó a la guerra con EE.UU. y la
pérdida de ésta junto a Puerto Rico y Filipinas, derrota que conllevó la Crisis del 98, que
ocasionó un clima de pesimismo entre intelectuales y políticos, llevando a una crítica del
sistema y al surgimiento de la idea de regeneración del país.
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Temario de Oposiciones a Secundaria. Especialidad: Música.
España en el siglo XIX experimentó un atraso musical respecto al resto de Europa, por
causas de la guerra. También hay culpas en lo que respecta a la música religiosa, para las
desamortizaciones y otras causas externas. También está el hecho de la incomprensión, por
parte de la sociedad de todos los talentos individuales que pudieron surgir, hecho éste que
ha sido y es frecuente en nuestro país.
El Romanticismo español no se puede enjuiciar ni valorar con la misma escala que se usa
para el Romanticismo europeo. A principios del siglo XIX, Arriaga pertenece al Clasicismo y
luego no se suelen citar nombres españoles a excepción de los compositores líricos, hasta los
tiempos de Albéniz o Granados, a los que se debe adscribir al movimiento espiritual
romántico. Lo que diferencia fundamentalmente al Romanticismo español del que se
desarrolla en el resto de Europa es que ahí se hace lo que puede llamarse Música de salón.
En los primeros años del siglo XIX hay músicos españoles vivos y activos que ejercen su
función artística dentro y fuera de España. Sin embargo, nos atrae especialmente la figura de
JUAN CRISÓSTOMO ARRIAGA, fundamental en la historia de la música española. Hasta
los cuartetos de Arriaga no escribe ningún músico español música de cámara a nivel
europeo.
Tras el estreno de su ópera Los esclavos felices, Arriaga fue enviado a París por su padre,
ingresando en el Conservatorio, donde estudió violín, armonía y contrapunto con Baillot y
Fétis, respectivamente. A los 18 años se le consideraba como un notable virtuoso y un
compositor de primer orden y fue elegido como profesor auxiliar en el Conservatorio. De
esta época son tres cuartetos y una Sinfonía en Re Mayor. En comparación con los cuartetos
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Tema 49.- La música en el Siglo XIX en España.
de Arriaga, tiene poca importancia la música de cámara compuesta por españoles en el siglo
XIX. Habría que esperar a Bretón, cuya música es más importante de lo que se ha dicho, y
Chapí, para encontrar páginas, de este género, a tenerse en cuenta.
Después de Arriaga no nos encontramos el primer intento serio de una actividad sinfónica
hasta 1859. La primera organización de conciertos con un verdadero acierto y
responsabilidad estuvo a cargo de la Sociedad Artístico-Musical de Socorros Mutuos,
fundada en 1860 y la Sociedad de Conciertos, fundada en 1866, compuesta por más de
noventa músicos y un coro de unas ochenta voces. Ese mismo año se fundó en Barcelona una
Sociedad de Conciertos Clásicos. También hubo algunas actividades sinfónicas y
camerísticas en otras regiones.
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Temario de Oposiciones a Secundaria. Especialidad: Música.
Como compositor, su catálogo cuenta con unas 60 composiciones entre obras vocales,
para orquesta y para violín y orquesta. Su estilo es clásico, aunque con un cierto toque de
romanticismo de salón. Su obra más conocida es la fantasía Adiós a la Alhambra, de
inspiración árabe y de gran influencia en nuestra música sinfónica.
Dejó 54 obras con número de opus, más algunas sin numerar. Utilizó en muchas ocasiones
motivos folklóricos españoles y en otras, algunas melodías inspiradas en giros populares que
abrían el camino al nacionalismo español. Destacan su famoso Zapateado y Aires gitanos.
Piano y órgano.
El piano, rey del Romanticismo, tuvo especialistas en España durante el siglo XIX que han
obtenido menos atención de la que merecen. Las giras de algunos virtuosos del piano, como
Listz, contribuyeron de manera eficaz a desarrollar en España el gusto por el instrumento. La
música española para piano en el siglo XIX está más atenta al lucimiento técnico que a la
verdadera música, y por otra parte, muy influenciada por la música de salón. Al final de
siglo, con Albéniz y Granados, el panorama cambia completamente.
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Tema 49.- La música en el Siglo XIX en España.
Independencia, en la que tomó parte con el bando napoleónico, marcha a París, y luego a
Inglaterra y Rusia, donde compone óperas, ballets y obras para guitarra, pero sin gran
difusión. Destaca el ballet Hércules y Onfalia, para la coronación del zar Nicolás I.
Su Gran método de Guitarra, publicado en Londres y París, obtuvo una enorme difusión e
influyó en toda Europa. Su personalidad es fundamental en la historia de este instrumento,
tanto desde el punto de vista de la composición como de la interpretación. Entre su obra
guitarrística, destacamos estudios, fantasías, alguna sonata y las Variaciones sobre un tema
de la Flauta Mágica
La obra de Sor es superior a la de Aguado, pero por el contrario, el trabajo didáctico del
último resulta más importante. En cuanto a la técnica guitarrística también hay diferencias:
Aguado prefiere una sonoridad brillante, clara y luminosa, obtenida con la uña, mientras que
Sor se inclina por la ejecución profunda y de sonido aterciopelado que se obtiene con el uso
de la yema de los dedos.
Entre los mejores guitarristas de la época, podemos encontrar a Francisco de Borja Tapia,
Julián Arcas y José de Ciebra.
A principios del siglo XIX, MADRID disponía de tres teatros que competían entre sí: el
Teatro de la Cruz, el del Príncipe y el de los Caños del Peral. Este último, construido en 1704,
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acabó siendo demolido, por su ruinoso estado, en 1818 y en ese mismo lugar se construyó el
actual Teatro Real.
Desde 1839, hubo muchos más teatros que dieron acogida a representaciones de ópera y
zarzuela, entre los que destaca el Teatro Apolo, principal lugar de representación del Género
chico. A mediados de siglo muchos de estos teatros cambian de nombre como consecuencia
de la reforma que tuvo lugar en la reglamentación general de los teatros.
En el RESTO DE ESPAÑA, la actividad de los teatros líricos fue viva, como muestra la
existencia del Teatro del Campillo en Granada, el Teatro Principal de Cádiz, el Palacio del
Duque de Gandía en Valencia o el Teatro de San Fernando en Sevilla.
Ópera.
A principios de siglo se escuchaban en Madrid óperas italianas y francesas traducidas al
castellano, pues un decreto de 1801 prohibía a los extranjeros actuar en los escenarios, lo que
favoreció a los cantantes españoles. A partir de 1816 la ópera volvió a florecer tras la
abolición de dicho decreto, con el dominio operístico italiano y, sobre todo, de Rossini.
Con la revolución de 1820 hubo un nuevo paréntesis para, en 1826 volver con una acogida
entusiasta, pero de nuevo en 1831, el furor italianista empezó a decrecer. En la segunda
mitad del sigo XIX, tres son los operistas a destacar. En primer lugar está Ramón Carnicer,
quien dominó los estilos imperantes de la época y llegó a convertirse en un fiel epígono de
Rossini. Estrenó óperas como El convidado de piedra, con texto en italiano y también
escribió oberturas para óperas de Rossini.
Otro compositor de óperas es José Melchor Gomis, que debió poseer más ingenio que
verdadero temperamento dramático y que se equivocó al confiar en la inclusión de temas
populares para dar carácter a una obra teatral. Por último hemos de desatacar a Baltasar
Saldoni, autor de óperas italianas. Más tarde pensó en componer óperas con texto en
español, como Guzmán el bueno, por lo que abandonó la composición para el teatro,
dedicando sus últimos años a la redacción de su Diccionario de enfemérides de músicos
españoles.
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Tema 49.- La música en el Siglo XIX en España.
La ópera nacional fue defendida con ardor, pero no llegó a cuajar en ningún caso. Entre
los compositores que escribieron óperas españoles encontramos a Arriaga, Arrieta y Chapí.
Se ha atribuido la razón del fracaso de la ópera española a la flojedad de los libretos.
Zarzuela.
Su principio general y específico es la alternancia de escenas cantadas con otras habladas,
pero la diferencia más importante entre ópera y zarzuela reside en su carácter típicamente
español. El españolismo de la zarzuela procede en general del folklore campesino e incluso
en el género chico se puede hablar de un folklore urbano, representado por la esencia
casticista del madrileñismo.
Pero este género fue vapuleado por los críticos, considerándolo un género menor. No son
pocos los que reclaman que debía haberse llamado ópera cómica. La zarzuela, tal y como la
entendemos ahora, nació en el segundo tercio del siglo XIX. La historia seria del género
comienza con Gaztambide, del que partió la idea de conformar una Sociedad Artística, para
desarrollar la actividad del género en el Teatro del Circo. Gaztambide, como creador y
director, es figura fundamental en la zarzuela durante todo el siglo XIX en España. Los
ritmos de nuestra música popular eran para él artículo de primera necesidad en la
composición de sus zarzuelas. Manejaba el oficio con soltura. Su sentido de la armonía, de la
forma y de la instrumentación era suficiente para unas obras en las que, lo que importa es la
ligera invención melódica y el culto al ritmo.
Emilio Arrieta recibió influencia de los italianos. Su inspiración, muy italiana, pero
personal y ajena al tema popular en muchos momentos, tenía que causar efecto. Los motivos
populares no fueron para Arrieta un fin, sino un medio: los utilizó, pero siempre como
elemento de color.
Podemos dividir su evolución en tres etapas: de 1880 a 1890, etapa de formación; de 1890
a 1900, etapa de plenitud y de 1900 a 1910, etapa de decadencia. Entre los compositores para
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este género encontramos a Tomás Bretón, con La verbena de la paloma, donde la belleza de
su melodía se mantiene sobre una estructura musical, armónica y contrapuntística.
Otro compositor es Ruperto Chapí. Entre sus títulos más destacados encontramos El
tambor de Granaderos y La revoltosa. Su técnica es precisa, clara y siempre eficaz. Su poder
de creación melódica no puede dar ninguna duda. Era un músico escénico, con un superior
talento para las situaciones dramáticas.
Por otro lado tenemos a Federico Chueca, que estuvo siempre en contacto con el pueblo,
con las gentes honradas y con mendigos, golfos y chulos. Poseía unas dotes naturales
extraordinarias. Durante toda su vida consideró muy molesto y muy difícil escribir música.
Fue uno de los creadores de la música madrileña. No compuso más que sainetes y revistas,
que reflejan la vida en el Madrid decimonónico, firmando más de cien obras. Su música ha
sido criticada a veces por su facilidad y rápida popularización. Entre sus obras destaca La
canción de la Lola; La Gran Vía; Cádiz; Agua, azucarillos y aguardiente y su último éxito: El
bateo.
En último lugar tenemos a Gerónimo Giménez, definido como el músico del garbo. En
París arrebató a Debussy el premio fin de carrera y entre sus obras hemos de desatacar El
baile de Luís Alonso; La boda de Luís Alonso, siendo su obra más completa La tempranica.
En cuanto a los libretos hemos de destacar, que conservan en el género chico toda su
frescura. Por el valor testimonial de un lenguaje que sigue subyaciendo en el habla popular.
La canción y música coral.
El lied representa una de las grandes creaciones musicales del Romanticismo, sin
embargo, en España, el lied es desconocido por el retraso en recibir la música alemana.
Nuestros compositores, en general, van a cultivar durante el siglo XIX la romanza o la
canción populista, directamente emparentada con la zarzuela.
Pero en la base de este nacionalismo encontramos a FELIPE PEDRELL, que con sus obras
musicales y literarias estimuló la creación de una escuela basada en la tradición musical
española. Su principal estudio es el Cancionero musical popular español, donde recoge
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Tema 49.- La música en el Siglo XIX en España.
canciones folklóricas de todas las regiones españolas y las armoniza. También es muy
importante destacar su edición de las obras completas de Tomás Luís de Victoria. En cuanto
a su obra como compositor, su música es muy numerosa. Pedrell se fundaba en un
nacionalismo romántico, procedente de varias fuentes: la canción popular, la tradición
musical nacional anterior al siglo XVIII y ciertos principios del arte sonoro escénico que
tienen mucho que ver con los fundamentos wagnerianos. Entre su obra destaca la trilogía
Los Pirineos, un poema para coro y orquesta, la Sinfonía Jubilar y obras corales, canciones y
páginas pianísticas.
ISAAC ALBÉNIZ es el artista que abre las puertas del mundo a la música española
moderna, debido en parte, a que él mismo salió de España para conocer el arte internacional.
Fue un pianista al que acompañó el éxito y fue conocido y valorado como compositor. En
toda su carrera, compuso, frecuentemente para el piano. A los últimos años pertenece la obra
que marca la culminación de la genialidad albeniziana: la Suite Iberia, donde se suceden una
serie de cuadros que seducen por la riqueza de sus ritmos, la gracia exótica de sus melodías,
realzadas con armonías llenas de sabor impresionista. En esta música, Albéniz dio la medida
de su poder creativo, y demostró fecunda originalidad. La dificultad de esta música no es
algo añadido, pues nace de la propia concepción sonora.
Entre su producción para orquesta, son muy conocidas las orquestaciones de Fernández
Arbós de varias piezas de la Suite Iberia, pero en la producción original del compositor hay
que destacar, por su calidad, Catalonia. En cuanto a la música escénica, es de menor factura.
Para él, el arte era un medio de expresión íntimo y sus páginas para piano tienen un aire
de improvisación, como las piezas breves del Romanticismo alemán. Fue un intérprete
maravilloso. Su inspiración se nutre de la savia procedente de distintas regiones españolas.
El piano es fundamental en su producción.
Dentro de la obra pianística de Granados destacan dos conjuntos o suites. Las doce
danzas españolas y Goyescas. Mientras las danzas conservan una clara influencia de la
música de salón, Goyescas se ha equiparado a las últimas obras de Albéniz por su fuerza
creadora y su maestría técnica. Más tarde se convertiría en ópera sin demasiado éxito. Por
último, también otra obra escénica: María del Carmen, obra de inspiración libre y de aliento
sinfónico, se fundamenta en los motivos folklóricos de la huerta murciana.
A raíz del éxito de Goyescas en París, surgió el proyecto de convertir la obra pianística en
una ópera pensada para ser estrenada en esta ciudad, pero el inicio de la Gran Guerra, obligó
a que el estreno se produjera en el Metropolitan de Nueva York en 1916. A la vuelta, el barco
en que viajaban Granados y su esposa, fue torpedeado por un submarino alemán, muriendo
ambos en el naufragio.
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Temario de Oposiciones a Secundaria. Especialidad: Música.
Mientras Albéniz entra de lleno en los nuevos procedimientos sin renunciar por ello a
nada de lo que lleva dentro, Granados se complace en recoger la esencia más íntima del
nacionalismo posromántico.
La primera va desde 1800 a 1835 y se caracteriza por el indudable respeto a las antiguas
tradiciones, la segunda se inicia con la desamortización de Mendizábal en 1836 donde se
cerraron conventos y capillas y la tercera se inicia en plena decadencia.
Hilarión Eslava trajo un nuevo aire con sus magnas publicaciones. En sus obras se
recogían numerosas obras maestras de los músicos que trabajaron en años de esplendor y
también las más estimables entre sus contemporáneos, a juicio del recopilador. Como
compositor, no pudo salir del ambiente normal en la época.
Entre los muchos compositores que se dedicaron a la música religiosa, tenemos a Mariano
Rodríguez de Ledesma y Federico Olmeda, anclados en la tradición e investigadores
incansables.
6.- BIBLIOGRAFÍA.
Casares Rodicio, Emilio y González Celsa, Alonso. La música española en el
siglo XIX. Universidad de Oviedo. Servicio de Publicaciones. 1995.
García Franco, Manuel y Regidor Arribas, Ramón. La zarzuela. Ed. Acento.
Madrid. 1997.
Gómez Amat, Carlos. Historia de la música española. Vol. 5. El siglo XIX.
Alianza Música. Madrid. 1984.
Salazar, A. La música de España. Alianza. Madrid. 1986
Subirá, José. Historia de la música universal.
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