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TEMA 49.

- LA MÚSICA EN EL SIGLO XIX EN


ESPAÑA.
1.- INTRODUCCIÓN.
El siglo XIX fue en España un siglo de profundos cambios que condujeron a la
modernización del país y al comienzo de la Edad Contemporánea. Esta transformación se
debió a la Revolución Industrial, gracias a la cual surgió una industria moderna. La
monarquía absoluta fue sustituida por otra de carácter parlamentario y constitucional.
Desaparece la Inquisición y los derechos señoriales, dando lugar a una sociedad de clases. El
sector económico fundamental es la agricultura, modernizada.

El siglo, que comenzó con la proclamación de la constitución liberal de las Cortes de


Cádiz, fue época de enfrentamientos armados de carácter civil entre absolutistas y liberales
burgueses, que desembocaron en la caída de la monarquía y el establecimiento de la Primera
República, que finaliza con la instauración de la Restauración de los Borbones con Alfonso
XII, desprestigiándose el sistema parlamentario hasta el siglo XX, bajo el reinado de Alfonso
XIII.

Fue una época de movimientos obreros en los núcleos industriales inspirados por ideas
marxistas y anarquistas y de la aparición de los nacionalismos catalán, gallego y vasco. Otro
problema fue el movimiento independentista de Cuba, que llevó a la guerra con EE.UU. y la
pérdida de ésta junto a Puerto Rico y Filipinas, derrota que conllevó la Crisis del 98, que
ocasionó un clima de pesimismo entre intelectuales y políticos, llevando a una crítica del
sistema y al surgimiento de la idea de regeneración del país.

En cuanto al pensamiento, arte y cultura, España se acercó a Europa, participando en el


desarrollo de sus actividades culturales con la incorporación de los nuevos avances
científicos, la extensión de la enseñanza pública, el crecimiento de la prensa y el desarrollo de
movimientos ideológicos y artísticos. Sin embargo, no se alcanzaron las mismas cotas de
desarrollo que en el resto de Europa.

La literatura experimentó un resurgimiento. Madrid fue un importante centro que reunía


en sus tertulias a escritores, artistas y poetas. Este resurgimiento está representado por
Espronceda y Larra. Los nacionalismos fueron reivindicados en la obra de Jacinto Verdaguer
y Rosalía de Castro. La creación literaria experimenta un importante giro a mediados de
siglo con la aparición de la novela realista, que se basa en la observación directa de la
realidad, constituyendo una fuente de primera mano para conocer la vida social del
momento. Destacan Leopoldo Alas “Clarín” y Benito Pérez Galdós, quien en sus novelas
hace una verdadera crónica de la España del siglo XIX. A finales de siglo, la crisis origina la
aparición de un grupo de escritores que se plantean la necesidad de regenerar la sociedad
española. Es la Generación del 98, grupo heterogéneo, unido por la idea de un nacionalismo
europeo visto desde la óptica castellana, al que pertenecen Unamuno, Maeztu, Ortega y
Gasset, Pío Baroja..
Situación general de la música.

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Temario de Oposiciones a Secundaria. Especialidad: Música.

España en el siglo XIX experimentó un atraso musical respecto al resto de Europa, por
causas de la guerra. También hay culpas en lo que respecta a la música religiosa, para las
desamortizaciones y otras causas externas. También está el hecho de la incomprensión, por
parte de la sociedad de todos los talentos individuales que pudieron surgir, hecho éste que
ha sido y es frecuente en nuestro país.

Tras el breve desarrollo de la música instrumental en el siglo XVIII, en España reinó la


ópera italiana y el afán se encuentra en la creación de un género operístico español. Se
abandona la música instrumental para encasillarse solo en lo lírico. Otra de las razones por
las que nuestra música estuvo en un segundo plano es que la educación era una asignatura
pendiente de los distintos regímenes y gobiernos. Solo en el último tercio del siglo, con el
auge del liberalismo, se asiste a un mayor nivel musical, con Albeniz, Granados y Sarasate,
entre otros.

El Romanticismo español no se puede enjuiciar ni valorar con la misma escala que se usa
para el Romanticismo europeo. A principios del siglo XIX, Arriaga pertenece al Clasicismo y
luego no se suelen citar nombres españoles a excepción de los compositores líricos, hasta los
tiempos de Albéniz o Granados, a los que se debe adscribir al movimiento espiritual
romántico. Lo que diferencia fundamentalmente al Romanticismo español del que se
desarrolla en el resto de Europa es que ahí se hace lo que puede llamarse Música de salón.

El Romanticismo llega a España a través de Francia, con las obras de Chateubriand y


Víctor Hugo en la década de los 30 del siglo XIX. En cuanto a la música, el movimiento
romántico se daría a conocer en nuestro país gracias a los viajes que por causas políticas, o
para buscarse el sustento o la formación, llevaban a cabo músicos españoles. Durante
muchos años, el apelativo de romántico tuvo un matiz despectivo por parte de la sociedad
burguesa. Romántico era sinónimo de extravagante, caprichoso, etc.

2.- MÚSICA INSTRUMENTAL.


Cuando críticos y musicólogos hablan del retraso de la música en España a lo largo del
siglo XIX, se refieren sobre todo a la música sinfónica y camerística. Si dejamos a un lado la
ópera y la zarzuela, la gran música sinfónica y de cámara no empieza a florecer hasta bien
entrada la segunda mitad del siglo. Para el desarrollo de esta música instrumental, son
fundamentales la fundación de la Sociedad de Cuartetos y la Sociedad de Conciertos. Gracias
a ellas, el ambiente musical cambiará de manera decisiva y se favorecerá la producción
sinfónica. La música camerística no salió nunca de las minorías y de los ámbitos reducidos.

En los primeros años del siglo XIX hay músicos españoles vivos y activos que ejercen su
función artística dentro y fuera de España. Sin embargo, nos atrae especialmente la figura de
JUAN CRISÓSTOMO ARRIAGA, fundamental en la historia de la música española. Hasta
los cuartetos de Arriaga no escribe ningún músico español música de cámara a nivel
europeo.

Tras el estreno de su ópera Los esclavos felices, Arriaga fue enviado a París por su padre,
ingresando en el Conservatorio, donde estudió violín, armonía y contrapunto con Baillot y
Fétis, respectivamente. A los 18 años se le consideraba como un notable virtuoso y un
compositor de primer orden y fue elegido como profesor auxiliar en el Conservatorio. De
esta época son tres cuartetos y una Sinfonía en Re Mayor. En comparación con los cuartetos

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Tema 49.- La música en el Siglo XIX en España.

de Arriaga, tiene poca importancia la música de cámara compuesta por españoles en el siglo
XIX. Habría que esperar a Bretón, cuya música es más importante de lo que se ha dicho, y
Chapí, para encontrar páginas, de este género, a tenerse en cuenta.

Después de Arriaga no nos encontramos el primer intento serio de una actividad sinfónica
hasta 1859. La primera organización de conciertos con un verdadero acierto y
responsabilidad estuvo a cargo de la Sociedad Artístico-Musical de Socorros Mutuos,
fundada en 1860 y la Sociedad de Conciertos, fundada en 1866, compuesta por más de
noventa músicos y un coro de unas ochenta voces. Ese mismo año se fundó en Barcelona una
Sociedad de Conciertos Clásicos. También hubo algunas actividades sinfónicas y
camerísticas en otras regiones.

Barbieri, como fundador de la Sociedad de Conciertos, habiendo asegurado la


continuidad de las sesiones sinfónicas, tuvo el firme propósito de estimular a los
compositores nacionales.

En años posteriores, se ofrecieron obras de Obiols y R. Chapí, junto a dos mujeres:


Soledad Bengoechea y Ascensión Martínez. Del valor estético de estas obras poco se puede
decir. Se mantuvieron en el repertorio mientras los conciertos fueron una especie de cajón de
sastre, en el que figuraban las sinfonías de Beethoven y de los más grandes.

Dentro de este movimiento sinfónico se distinguió Pedro Miguel Marqués, autor de


marchas, oberturas u otras obras de menor importancia. Si se examinan hoy sus sinfonías,
entramos en una continua búsqueda de los recursos que podían hacer más efecto en el
público de la época. Bretón también compuso música sinfónica, como el poema sinfónico Los
galeotes y Chapí compuso una Sinfonía en Re menor.
El violín.
Ya había alcanzado sus cotas de madurez cuando el pianoforte era un experimento
italiano. El nombre propio ligado a este instrumento es Niccolo Paganini, conocido por su
virtuosismo. En España destacan Jesús de Monasterio y Pablo Sarasate. Son muy distintos los
dos personajes. Mientras Sarasate desarrolla una fulgurante carrera internacional,
Monasterio sabe renunciar al esplendor personal y a la fortuna para permanecer en Madrid.

JESÚS DE MONASTERIO fue iniciado al violín por su padre y a corta edad es


presentado en Palacio, en presencia del General Espartero. A partir de aquí, se inician sus
estudios en Madrid y más tarde en Bruselas, donde estudia composición con Fétis y fue
premio extraordinario, desarrollando una importante carrera internacional como
instrumentista. En 1857 vuelve a Madrid, donde ocupa un puesto en la Capilla Real y recibe
el nombramiento de profesor de violín en el conservatorio, cargo que compagina con
actuaciones fuera de España. Se le deben los estrenos de las sinfonías primera y cuarta de
Beethoven y la interpretación de otras obras de éste.

En 1863 funda la Sociedad de Cuartetos de Madrid. En este aspecto divulgativo y en el


pedagógico es donde la actividad de Monasterio es especialmente relevante. En 1873 creó la
sección de música de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Como compositor,
mostró su radical clasicismo. Además, creó una escuela violinística española, sabiendo
respetar a los maestros en cuanto a sus indicaciones en la partitura.

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Temario de Oposiciones a Secundaria. Especialidad: Música.

Como compositor, su catálogo cuenta con unas 60 composiciones entre obras vocales,
para orquesta y para violín y orquesta. Su estilo es clásico, aunque con un cierto toque de
romanticismo de salón. Su obra más conocida es la fantasía Adiós a la Alhambra, de
inspiración árabe y de gran influencia en nuestra música sinfónica.

PABLO SARASATE es la figura antagónica a Monasterio. Fue un artista que llegó, en


vida, a la leyenda. Si las obras de Monasterio se olvidaron, las de Sarasate se mantienen en el
repertorio, por ser las preferidas de los violinistas. Fue un niño prodigio, tocando en la corte
y recibiendo pronto una pensión para permitir sus estudios. En 1856 Sarasate entra en el
Conservatorio de París, obteniendo al año siguiente un premio en solfeo y violín. En 1859
inicia una brillantísima carrera internacional como intérprete. De su estilo interpretativo cabe
destacar la pureza y dulzura del sonido y su soberbia técnica.

A menudo se le ha tachado de efectista, buscado más asombrar al público con su técnica


más que con su sensibilidad, aunque hay documentos que dicen mucho a favor de un
Sarasate preocupado por las ricas esencias de la música y no solo por su lucimiento como
virtuoso.

Dejó 54 obras con número de opus, más algunas sin numerar. Utilizó en muchas ocasiones
motivos folklóricos españoles y en otras, algunas melodías inspiradas en giros populares que
abrían el camino al nacionalismo español. Destacan su famoso Zapateado y Aires gitanos.
Piano y órgano.
El piano, rey del Romanticismo, tuvo especialistas en España durante el siglo XIX que han
obtenido menos atención de la que merecen. Las giras de algunos virtuosos del piano, como
Listz, contribuyeron de manera eficaz a desarrollar en España el gusto por el instrumento. La
música española para piano en el siglo XIX está más atenta al lucimiento técnico que a la
verdadera música, y por otra parte, muy influenciada por la música de salón. Al final de
siglo, con Albéniz y Granados, el panorama cambia completamente.

De la primera época hemos de destacar a SANTIAGO DE MASARNAU, que inició su


carrera fuera de España. Amigo de Rossini, Bellini, Meyerbeer y de Chopin. Como
compositor, tiene un estilo claramente romántico, menos influido por el aire amable de la
música de salón como la colección de nueve valses titulada El parnaso. También escribió
obras religiosas y canciones. Es el primer editor, en España, de Beethoven a través de su obra
Tesoro del pianista, de carácter pedagógico.

El segundo de los compositores pianistas que responden a un aspecto del Romanticismo


español es MARCIAL DEL ADALID, que cultivó, sobre todo, el piano, siendo interesante
también su labor como folklorista. Su producción pianística muestra una clara influencia de
Chopin.
Guitarra.
Heredera de la vihuela, tenía una historia como instrumento al comenzar el siglo XIX.
Destacan Fernando Sor y Dionisio Aguado. En cuanto a FERNANDO SOR, se inició pronto
en la música, estudiando en la escolanía del Monasterio de Montserrat. Empezó a trabajar en
la música instrumental tomando como modelos a Haydn y Pleyel. Escribió sinfonías,
cuartetos, páginas religiosas y canciones de carácter popular español. Tras la guerra de la

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Tema 49.- La música en el Siglo XIX en España.

Independencia, en la que tomó parte con el bando napoleónico, marcha a París, y luego a
Inglaterra y Rusia, donde compone óperas, ballets y obras para guitarra, pero sin gran
difusión. Destaca el ballet Hércules y Onfalia, para la coronación del zar Nicolás I.

Su Gran método de Guitarra, publicado en Londres y París, obtuvo una enorme difusión e
influyó en toda Europa. Su personalidad es fundamental en la historia de este instrumento,
tanto desde el punto de vista de la composición como de la interpretación. Entre su obra
guitarrística, destacamos estudios, fantasías, alguna sonata y las Variaciones sobre un tema
de la Flauta Mágica

Por su parte, DIONISIO AGUADO se inicia en la guitarra como pasatiempo y recibe


lecciones del Padre Basilio. Fue un gran virtuoso de este instrumento, amigo de Sor en París
y conoció a celebridades como Rossini, Paganini y Hertz. La principal aportación de Aguado
se centra en el terreno pedagógico y didáctico. Es autor de una Colección de estudios para
guitarra, dejando como mejor obra el método titulado Escuela de Guitarra.

La obra de Sor es superior a la de Aguado, pero por el contrario, el trabajo didáctico del
último resulta más importante. En cuanto a la técnica guitarrística también hay diferencias:
Aguado prefiere una sonoridad brillante, clara y luminosa, obtenida con la uña, mientras que
Sor se inclina por la ejecución profunda y de sonido aterciopelado que se obtiene con el uso
de la yema de los dedos.

Entre los mejores guitarristas de la época, podemos encontrar a Francisco de Borja Tapia,
Julián Arcas y José de Ciebra.

FRANCISCO TÁRREGA llegó a modificar la técnica del instrumento y a él se debe su


auge en el siglo XX. En Barcelona ejerce de maestro y concertista. Durante los últimos años
de su vida, estuvo en contacto con los músicos más prestigiosos, como Albéniz, Chapí,
Bretón y Pedrell. En cuanto a su producción, basta recordar Recuerdos de la Alhambra,
además de preludios, estudios, variaciones y muchas otras páginas breves. Debemos a
Tárrega la creación de la moderna escuela guitarrística española. Ennobleció el instrumento y
descubrió recursos y efectos nuevos con la guitarra.

En el campo de los INSTRUMENTOS DE VIENTO, destacan los clarinetistas Pedro


Broca y Antonio Romero, creador de un nuevo sistema para el clarinete. En el oboe tenemos
a José Álvarez García, como flautista a Cayetano Gil, en el trombón a Francisco Fuentes y en
la trompeta a José de Juan Martinez.

3.- MÚSICA VOCAL.


Los teatros.
Desde el siglo XVII, el auge del teatro en España ha sido un hecho. El interés por el mismo
desarrolló la construcción, primero de corrales de comedias y luego de verdaderos teatros.
Con el florecimiento dieciochesco de las representaciones operísticas, los teatros acogieron
tales espectáculos y se adaptaron a los mismos. Pero esta aceptación del género lírico por
parte del gran público ha de considerarse un fenómeno del siglo XIX.

A principios del siglo XIX, MADRID disponía de tres teatros que competían entre sí: el
Teatro de la Cruz, el del Príncipe y el de los Caños del Peral. Este último, construido en 1704,

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Temario de Oposiciones a Secundaria. Especialidad: Música.

acabó siendo demolido, por su ruinoso estado, en 1818 y en ese mismo lugar se construyó el
actual Teatro Real.

Al Teatro Real siguió en importancia el Teatro de la Zarzuela por sus condiciones


acústicas, comodidad y aforo. Su construcción se debió a la iniciativa de una sociedad
artístico económica a la que pertenecieron Oudrid, Gaztambide, el libretista Olona, Barbieri y
el cantante Salas. Se inauguró en 1856 y fue el principal escenario de la zarzuela.

Desde 1839, hubo muchos más teatros que dieron acogida a representaciones de ópera y
zarzuela, entre los que destaca el Teatro Apolo, principal lugar de representación del Género
chico. A mediados de siglo muchos de estos teatros cambian de nombre como consecuencia
de la reforma que tuvo lugar en la reglamentación general de los teatros.

En BARCELONA existía, durante el siglo anterior, un único teatro para espectáculos


líricos, el teatro de Santa Cruz, que después se llamaría Teatro Principal. En 1838 se inauguró
el Liceo filarmónico-dramático barcelonés de Doña Isabel II, con las cátedras de música vocal e
instrumental y declamación. Pronto se consideró necesaria la construcción de un edificio que
albergara la actividad pedagógica del Liceo, dando lugar al Teatro del Liceo, alrededor del
cual se desarrolló una importante actividad operística, siendo un activo centro de
wagnerianismo en España.

En el RESTO DE ESPAÑA, la actividad de los teatros líricos fue viva, como muestra la
existencia del Teatro del Campillo en Granada, el Teatro Principal de Cádiz, el Palacio del
Duque de Gandía en Valencia o el Teatro de San Fernando en Sevilla.
Ópera.
A principios de siglo se escuchaban en Madrid óperas italianas y francesas traducidas al
castellano, pues un decreto de 1801 prohibía a los extranjeros actuar en los escenarios, lo que
favoreció a los cantantes españoles. A partir de 1816 la ópera volvió a florecer tras la
abolición de dicho decreto, con el dominio operístico italiano y, sobre todo, de Rossini.

Con la revolución de 1820 hubo un nuevo paréntesis para, en 1826 volver con una acogida
entusiasta, pero de nuevo en 1831, el furor italianista empezó a decrecer. En la segunda
mitad del sigo XIX, tres son los operistas a destacar. En primer lugar está Ramón Carnicer,
quien dominó los estilos imperantes de la época y llegó a convertirse en un fiel epígono de
Rossini. Estrenó óperas como El convidado de piedra, con texto en italiano y también
escribió oberturas para óperas de Rossini.

Otro compositor de óperas es José Melchor Gomis, que debió poseer más ingenio que
verdadero temperamento dramático y que se equivocó al confiar en la inclusión de temas
populares para dar carácter a una obra teatral. Por último hemos de desatacar a Baltasar
Saldoni, autor de óperas italianas. Más tarde pensó en componer óperas con texto en
español, como Guzmán el bueno, por lo que abandonó la composición para el teatro,
dedicando sus últimos años a la redacción de su Diccionario de enfemérides de músicos
españoles.

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Tema 49.- La música en el Siglo XIX en España.

La ópera nacional fue defendida con ardor, pero no llegó a cuajar en ningún caso. Entre
los compositores que escribieron óperas españoles encontramos a Arriaga, Arrieta y Chapí.
Se ha atribuido la razón del fracaso de la ópera española a la flojedad de los libretos.
Zarzuela.
Su principio general y específico es la alternancia de escenas cantadas con otras habladas,
pero la diferencia más importante entre ópera y zarzuela reside en su carácter típicamente
español. El españolismo de la zarzuela procede en general del folklore campesino e incluso
en el género chico se puede hablar de un folklore urbano, representado por la esencia
casticista del madrileñismo.

Pero este género fue vapuleado por los críticos, considerándolo un género menor. No son
pocos los que reclaman que debía haberse llamado ópera cómica. La zarzuela, tal y como la
entendemos ahora, nació en el segundo tercio del siglo XIX. La historia seria del género
comienza con Gaztambide, del que partió la idea de conformar una Sociedad Artística, para
desarrollar la actividad del género en el Teatro del Circo. Gaztambide, como creador y
director, es figura fundamental en la zarzuela durante todo el siglo XIX en España. Los
ritmos de nuestra música popular eran para él artículo de primera necesidad en la
composición de sus zarzuelas. Manejaba el oficio con soltura. Su sentido de la armonía, de la
forma y de la instrumentación era suficiente para unas obras en las que, lo que importa es la
ligera invención melódica y el culto al ritmo.

Emilio Arrieta recibió influencia de los italianos. Su inspiración, muy italiana, pero
personal y ajena al tema popular en muchos momentos, tenía que causar efecto. Los motivos
populares no fueron para Arrieta un fin, sino un medio: los utilizó, pero siempre como
elemento de color.

Francisco Asenjo Barbieri, músico a quien se le debe una magnífica contribución a la


historia de nuestra música. Supo compaginar la erudición con un refinado gusto por lo
popular, que le llevó a fundarse en los aires castizos de la tonadilla para lograr obras
inmortales. Entre sus obras teatrales, descuellan dos zarzuelas: Pan y toros y El barberillo de
Lavapiés, que reflejan los caracteres rítmico-melódicos de la canción y de la danza española a
fines del siglo XVIII y principios de XIX. Barbieri eleva el nivel de la zarzuela al dotarla de un
nacionalismo, siempre con una sencillez en la estructura musical.
Género Chico.
A la zarzuela grande sucedió, en interés y popularidad, el Género Chico, denominado así
porque constaba de un solo acto y representaba una manifestación artística más puramente
nacional y de mayor valor absoluto. Se ha dicho que el género chico se puede subdividir en
tres clases: una especie de zarzuela en un acto cuyo argumento podría ser desarrollado; el
sainete, caracterizado por la acción sencilla y el cuadro costumbrista y, en tercer lugar, un
espectáculo sin verdadero desarrollo argumental, pero con una línea o hilo conductor que le
da unidad.

Podemos dividir su evolución en tres etapas: de 1880 a 1890, etapa de formación; de 1890
a 1900, etapa de plenitud y de 1900 a 1910, etapa de decadencia. Entre los compositores para

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Temario de Oposiciones a Secundaria. Especialidad: Música.

este género encontramos a Tomás Bretón, con La verbena de la paloma, donde la belleza de
su melodía se mantiene sobre una estructura musical, armónica y contrapuntística.

Otro compositor es Ruperto Chapí. Entre sus títulos más destacados encontramos El
tambor de Granaderos y La revoltosa. Su técnica es precisa, clara y siempre eficaz. Su poder
de creación melódica no puede dar ninguna duda. Era un músico escénico, con un superior
talento para las situaciones dramáticas.

Por otro lado tenemos a Federico Chueca, que estuvo siempre en contacto con el pueblo,
con las gentes honradas y con mendigos, golfos y chulos. Poseía unas dotes naturales
extraordinarias. Durante toda su vida consideró muy molesto y muy difícil escribir música.
Fue uno de los creadores de la música madrileña. No compuso más que sainetes y revistas,
que reflejan la vida en el Madrid decimonónico, firmando más de cien obras. Su música ha
sido criticada a veces por su facilidad y rápida popularización. Entre sus obras destaca La
canción de la Lola; La Gran Vía; Cádiz; Agua, azucarillos y aguardiente y su último éxito: El
bateo.

En último lugar tenemos a Gerónimo Giménez, definido como el músico del garbo. En
París arrebató a Debussy el premio fin de carrera y entre sus obras hemos de desatacar El
baile de Luís Alonso; La boda de Luís Alonso, siendo su obra más completa La tempranica.

En cuanto a los libretos hemos de destacar, que conservan en el género chico toda su
frescura. Por el valor testimonial de un lenguaje que sigue subyaciendo en el habla popular.
La canción y música coral.
El lied representa una de las grandes creaciones musicales del Romanticismo, sin
embargo, en España, el lied es desconocido por el retraso en recibir la música alemana.
Nuestros compositores, en general, van a cultivar durante el siglo XIX la romanza o la
canción populista, directamente emparentada con la zarzuela.

La canción es un género fácil y agradecido, como la pequeña pieza de piano. El principal


autor de este género es Manuel García. También hemos de citar las colecciones de cantos
populares armonizados, con acompañamiento pianístico, que enriquecieron el repertorio. En
Cataluña hubo un movimiento liederístico con características particulares, que fue
promovido por Pedrell. El mismo Pedrell fue autor de canciones y de armonizaciones de
melodías populares en su cancionero.

4.- EL NACIONALISMO ESPAÑOL.


El Nacionalismo es una característica propia del Romanticismo tardío, como un intento,
de los países que no contaban con una tradición, de innovaciones musicales para
desmarcarse de las pautas establecidas por Alemania, Francia o Italia. Esto lo conseguían
echando mano de las melodías, ritmos y armonías propias de cada país, es decir, del folklore.
Se van a iniciar una serie de estudios y recopilaciones asegurando definitivamente la
fidelidad de los estudios folklóricos de España. Destaca José Inzenga con Ecos de España y
Julián Calvo, con Alegrías y tristezas de Murcia.

Pero en la base de este nacionalismo encontramos a FELIPE PEDRELL, que con sus obras
musicales y literarias estimuló la creación de una escuela basada en la tradición musical
española. Su principal estudio es el Cancionero musical popular español, donde recoge

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Tema 49.- La música en el Siglo XIX en España.

canciones folklóricas de todas las regiones españolas y las armoniza. También es muy
importante destacar su edición de las obras completas de Tomás Luís de Victoria. En cuanto
a su obra como compositor, su música es muy numerosa. Pedrell se fundaba en un
nacionalismo romántico, procedente de varias fuentes: la canción popular, la tradición
musical nacional anterior al siglo XVIII y ciertos principios del arte sonoro escénico que
tienen mucho que ver con los fundamentos wagnerianos. Entre su obra destaca la trilogía
Los Pirineos, un poema para coro y orquesta, la Sinfonía Jubilar y obras corales, canciones y
páginas pianísticas.

ISAAC ALBÉNIZ es el artista que abre las puertas del mundo a la música española
moderna, debido en parte, a que él mismo salió de España para conocer el arte internacional.
Fue un pianista al que acompañó el éxito y fue conocido y valorado como compositor. En
toda su carrera, compuso, frecuentemente para el piano. A los últimos años pertenece la obra
que marca la culminación de la genialidad albeniziana: la Suite Iberia, donde se suceden una
serie de cuadros que seducen por la riqueza de sus ritmos, la gracia exótica de sus melodías,
realzadas con armonías llenas de sabor impresionista. En esta música, Albéniz dio la medida
de su poder creativo, y demostró fecunda originalidad. La dificultad de esta música no es
algo añadido, pues nace de la propia concepción sonora.

Sin abandonar en ningún momento la inspiración española, Albéniz encontró, no sólo el


punto culminante de su arte, sino uno de los más felices episodios de la Historia de la Música
española. La escritura de Iberia, con el empleo de la técnica de manos cruzadas, notas
añadidas, contrastes inesperados y una armonía audaz, fue poco comprendida por los
compositores de su época, pero es muy apreciada por músicos posteriores, como Messiaen.

Entre su producción para orquesta, son muy conocidas las orquestaciones de Fernández
Arbós de varias piezas de la Suite Iberia, pero en la producción original del compositor hay
que destacar, por su calidad, Catalonia. En cuanto a la música escénica, es de menor factura.

Muy distinto es el arte de ENRIQUE GRANADOS, que representa el Romanticismo al


modo de Chopin o Schumann. Estudió en Barcelona y París y fue discípulo de Pedrell.

Para él, el arte era un medio de expresión íntimo y sus páginas para piano tienen un aire
de improvisación, como las piezas breves del Romanticismo alemán. Fue un intérprete
maravilloso. Su inspiración se nutre de la savia procedente de distintas regiones españolas.
El piano es fundamental en su producción.

Dentro de la obra pianística de Granados destacan dos conjuntos o suites. Las doce
danzas españolas y Goyescas. Mientras las danzas conservan una clara influencia de la
música de salón, Goyescas se ha equiparado a las últimas obras de Albéniz por su fuerza
creadora y su maestría técnica. Más tarde se convertiría en ópera sin demasiado éxito. Por
último, también otra obra escénica: María del Carmen, obra de inspiración libre y de aliento
sinfónico, se fundamenta en los motivos folklóricos de la huerta murciana.

A raíz del éxito de Goyescas en París, surgió el proyecto de convertir la obra pianística en
una ópera pensada para ser estrenada en esta ciudad, pero el inicio de la Gran Guerra, obligó
a que el estreno se produjera en el Metropolitan de Nueva York en 1916. A la vuelta, el barco
en que viajaban Granados y su esposa, fue torpedeado por un submarino alemán, muriendo
ambos en el naufragio.

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Temario de Oposiciones a Secundaria. Especialidad: Música.

En cuanto a su influencia, fue muy duradera a través de la Academia Granados, que él


mismo fundó y donde fue profesor. Su estilo interpretativo se prolongó a través de sus
discípulos: Frank Marshall, Alicia de la Rosa y Rosa Sabater.

Mientras Albéniz entra de lleno en los nuevos procedimientos sin renunciar por ello a
nada de lo que lleva dentro, Granados se complace en recoger la esencia más íntima del
nacionalismo posromántico.

5.- MÚSICA RELIGIOSA.


El siglo XIX español, en cuanto atañe a la música religiosa, muestra, por un lado, un
retraso general, mientras que por otro, ofrece el valor de algunos esfuerzos aislados. Falta un
movimiento extenso y profundo, pero existen individualidades que permiten seguir su curso
a la música. Podemos ver tres etapas:

La primera va desde 1800 a 1835 y se caracteriza por el indudable respeto a las antiguas
tradiciones, la segunda se inicia con la desamortización de Mendizábal en 1836 donde se
cerraron conventos y capillas y la tercera se inicia en plena decadencia.

Hilarión Eslava trajo un nuevo aire con sus magnas publicaciones. En sus obras se
recogían numerosas obras maestras de los músicos que trabajaron en años de esplendor y
también las más estimables entre sus contemporáneos, a juicio del recopilador. Como
compositor, no pudo salir del ambiente normal en la época.

Entre los muchos compositores que se dedicaron a la música religiosa, tenemos a Mariano
Rodríguez de Ledesma y Federico Olmeda, anclados en la tradición e investigadores
incansables.

6.- BIBLIOGRAFÍA.
 Casares Rodicio, Emilio y González Celsa, Alonso. La música española en el
siglo XIX. Universidad de Oviedo. Servicio de Publicaciones. 1995.
 García Franco, Manuel y Regidor Arribas, Ramón. La zarzuela. Ed. Acento.
Madrid. 1997.
 Gómez Amat, Carlos. Historia de la música española. Vol. 5. El siglo XIX.
Alianza Música. Madrid. 1984.
 Salazar, A. La música de España. Alianza. Madrid. 1986
 Subirá, José. Historia de la música universal.

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