REPORTAJE

Clarinetistas-compositores:
El clarinete en España desde 1800
hasta nuestros días (I)
Por Pedro Francisco Rubio Olivares

Con el articulo de éste número comenzamos una serie de cuatro,

cuyo objetivo es mostrar el panorama de la música en España
desde el punto de vista del clarinete. Veremos la biografía de los
más grandes clarinetistas de cada periodo histórico y su contexto
musical. En primer lugar Antonio Romero, a continuación Miguel
Yuste, en tercer lugar Julián Menéndez y para finalizar Carmelo
Bernaola y Jesús Villa Rojo.

Antonio Romer o y la música del siglo XIX en España.

No existe todavía un estudio que nos diga cuando llegó el
clarinete a España. El instrumento fue inventado a principios del
siglo XVIII en Alemania y pronto aparece en las obras de los com-
positores de ese país. Poco después lo hace en Italia, Francia y las
Islas Británicas. Haendel, Vivaldi, Telemann y Rameau son algunos
de los compositores más conocidos que lo usaron en sus obras.
Muchos compositores de ópera italianos en estos primeros años
lo usan con frecuencia y debido a la fuerte influencia italiana en la
corte española es muy probable que llegara a España a través de
las compañías de ópera. La primera actuación de una de estas
compañías está documentada en 1703 y en torno a 1780 se tiene
constancia del uso por primera vez de clarinetes en una orquesta.

Clarinetes Sistema Romero.

Como veremos, esta influencia italiana tendrá desafortunadamente

un efecto destructor en el desarrollo de la música española.
El siglo XIX empieza con la peor experiencia posible. Con la
excusa de invadir Portugal, las tropas de Napoleón entran en el
país en 1808 y toman el poder por sorpresa. Inmediatamente la
monarquía es depuesta y José Bonaparte es nombrado Rey de Es-
paña. El descontento es general y la Guerra de la Independencia
comienza. Hasta 1813 el país es campo de batalla entre ingleses,
españoles y franceses. Como consecuencia, el XIX fue un periodo
de constante confusión y el país además se arruinó con la pérdida
de las colonias americanas.
Esta inestabilidad aparta a España de su glorioso pasado musical
con nombres como Tomás Luis de Victoria, Francisco Guerrero, Cris-
tóbal de Morales o Antonio de Cabezón, los polifonistas de los
siglos XVI y XVII.
La pobreza musical del XIX español musical también tiene sus

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raíces en el siglo XVIII. Como dijimos antes,
la influencia italiana fue enorme. Italianos
como Domenico y Alessandro Scarlatti, Luigi
Boccherini y Farinelli il castrato ocupaban
los puestos más importantes tanto en la
Corte como en la Iglesia.
A pesar de todo la España del XVIII
aporta al mundo de la música figuras
como Vicente Martín y Soler, Gaspar
Sanz, Fernando Sor, Manuel García
y el Padre Antonio Soler.
El Conservatorio de Madrid se
funda en 1830 y su primer director
es Piermarini, un italiano. Esta institu-
ción consolida, aún más si cabe, la
hegemonía de la música italiana.
Aparte de Rossini y Donizetti, el pú-
blico no tiene idea de qué estaba pa-
sando fuera del país.
El país está dominado además por
la zarzuela, género que se lleva las ener-
gías de los mejores compositores del
momento como Chapí, Arrieta o Barbieri.
España vive las corrientes musicales con 50
años de retraso. Hasta 1864 no se escu-
cha una sinfonía de Beethoven completa.
Sólo al final del siglo compositores e inter-
pretes como Pablo de Sarasate, Ricardo
Viñes, Isaac Albéniz, Enrique Granados y
Manuel de Falla cogen el tren de la moder-
nidad.
Es asombroso cómo dentro de este con-
texto Antonio Romero consiguiera, como va-
mos a ver, hacer tantas cosas y tan diferen-
tes, superando infinidad de dificultades con
el clarinete, un instrumento carente de la
popularidad del piano o de la guitarra en
la sociedad española del XIX.
El clarinetista Antonio Romero y Andía
(1815-1886) nace en el seno de una mo-
desta familia en Madrid y queda huérfano
de padre a los tres años. Muy pronto mos-
tró talento musical y su madre lo mandó a
estudiar clarinete con Antonio Piriz continuan-
do poco después con Valero Ruiz, un músi-
co militar.
Desde muy joven empieza a tocar con
las compañías de teatro en las cercanías
de Madrid. Estudia además oboe con Pe-
dro Soler y composición con José Guelbenzu
e Hilarión Eslava los nombres más impor-
tantes de la época en estas materias. Llegó
a adquirir con el oboe casi la misma maes-
tría que con el clarinete. Fue primer oboe
de la Orquesta del Teatro Circo y profesor
de oboe en el Conservatorio de Madrid de
1857 a 1876.
Fue primer clarinete de la Guardia Real
de 1833 a 1840, de la que en 1841 es
nombrado director. Desde 1844 fue músi-
co de la Real Capilla. Y fue además clari-
nete solista de la Orquesta del Teatro Real y
profesor de clarinete del Conservatorio de
Madrid desde 1847 hasta su retiro en
1876.
Como docente Romero reformó radical-
mente el estudio del clarinete en España es-
cribiendo tres métodos para el instrumento,
Antonio Romero.
-los primeros que se escriben después de
casi 100 años de presencia del clarinete
en el país-. Aparecen en 1845, 1860 y
1866. Además introdujo los métodos y es-
tudios de los más importantes clarinetistas
europeos. Su método todavía se estudia en
los conservatorios españoles gracias a la
modernización que hizo Julián Menéndez
en 1954.
Hasta aquí su faceta como clarinetista
y profesor. Pero Romero ha pasado a la
historia de la música en España por mu-
chas más cosas.
Hoy en día Romero es conocido fuera
de nuestro país sobre todo como inventor
de un sistema de clarinete que lleva su nom-
bre. Él fue el responsable de introducir en
España el sistema Boehm desarrollado en
París por Klosé y el fabricante de instrumen-
tos Buffet a medidos de siglo. Pero debido
a los problemas de afinación que tenía en
un principio su entusiasmo inicial decae y
desarrolla su propio sistema en 1853. En
1866 es el instrumento con en el que se
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estudia en el Conservatorio de Madrid.
Básicamente era un instrumento Boehm con
numerosas mejoras. Su mecanismo era bas-
tante complicado y debido a esto y otras
causas, pocos clarinetistas lo adoptaron.
Otra faceta de Romero es la de editor.
Funda una editorial y almacén de músi-
ca en 1856 y en pocos años el nego-
cio prospera rápidamente. Casa Ro-
mero se convierte en el más importan-
te editor de Madrid y por extensión
del país. Publicó más de 9000 parti-
turas y hoy en día está considerado
como el editor más importante de la
España del siglo XIX.
También podemos considerarlo el
padre de la nueva pedagogía para
los instrumentos de viento en España
por sus obras Instrucción Musical Com-
pleta y los diferentes tratados de ense-
ñanza diseñados por él para casi todos
los instrumentos de viento. Ejerció, ade-
más, una gran influencia sobre los profeso-
res de mayor renombre de su época para
que compusieran y crearan sus propios tra-
tados de enseñanza.
Como parte activa de la vida cultural de
Madrid funda en 1884 el Salón Romero,
una lujosa sala de conciertos. De inmediato
se convierte en auditorio más importante de
la ciudad y el lugar donde los mejores artis-
tas del momento actuaban. Fue el lugar don-
de en 1886 hizo su debut en Madrid Isaac
Albéniz.
Dentro de su faceta de compositor, Ro-
mero tiene numerosos dúos para dos clari-
netes y dos piezas para clarinete y piano.
El Primer Solo de Concierto y La Fantasía
sobre motivos de Lucrecia Borgia de
Donizetti.
Antonio Romero fue un personaje de vital
importancia para el desarrollo musical de
España en el siglo XIX y fundador de lo que
podemos denominar la Escuela Española
de Clarinete, una tradición didáctica que
como veremos continuarán sus sucesores.
Su alumno más importante fue Manuel
González, primer clarinete en el Teatro Real
desde 1856 y profesor de clarinete en el
Conservatorio de Madrid desde 1883 has-
ta su muerte en 1909. Alumno de González
fue Miguel Yuste, clarinetista que trataremos
en el siguiente articulo.
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