Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
-1-
Tema 49.- La música en el siglo XIX en España.
Tras el estreno de su ópera Los esclavos felices, Arriaga fue enviado a París por su Padre,
ingresando en el Conservatorio, donde estudió violín, armonía y contrapunto. A los 18 años
se le consideraba como un notable virtuoso y un compositor de primer orden y fue elegido
como profesor auxiliar en el conservatorio. De esta época son tres cuartetos y una sinfonía en
Re Mayor. En comparación con los cuartetos de Arriaga, tiene poca importancia la música de
cámara compuesta por españoles en el siglo XIX. Habría que esperar a Bretón, cuya música
es más importante de lo que se ha dicho, y Chapí, para encontrar páginas, de este género, a
tenerse en cuenta.
Después de Arriaga no nos encontramos el primer intento serio de una actividad sinfónica
hasta 1859. la primera organización de conciertos con un verdadero acierto y responsabilidad
estuvo a cargo de la Sociedad Artístico-Musical de socorros mutuos, fundada en 1860 y la
Sociedad de Conciertos, fundada en 1866, compuesta por más de noventa músicos y un coro
de unas ochenta voces. Ese mismo año se fundó en Barcelona una Sociedad de Conciertos
Clásicos. También hubo algunas actividades sinfónicas y camerísticas en otras regiones.
Barbieri, como fundador de la Sociedad de Conciertos, habiendo asegurado la continuidad
de las sesiones sinfónicas, tuvo el firme propósito de estimular a los compositores nacionales.
En años posteriores, se ofrecieron obras de Obiols y R. Chapí, junto a dos mujeres:
Soledad Bengoechea y Ascensión Martínez. Del valor estético de estas obras poco se puede
decir. Se mantuvieron en el repertorio mientras los conciertos fueron una especie de cajón de
sastre, en el que figuraban las sinfonías de Beethoven y de los más grandes.
Dentro de este movimiento sinfónico se distinguió Pedro Miguel Marqués, autor de
marchas, oberturas u otras obras de menor importancia. Si se examinan hoy sus sinfonías,
entramos en una continua búsqueda de los recursos que podían hacer más efecto en el público
de la época. Bretón también compuso música sinfónica, como el poema sinfónico Los
galeotes y Chapí compuso una Sinfonía en Re menor.
A continuación vamos a hacer un análisis de la música instrumental a través de los
instrumentos que pujaron con más fuerza. El primero de ellos es el violín, que ya había
alcanzado sus cotas de madurez cuando el pianoforte era un experimento italiano. El nombre
propio ligado a este instrumento es Niccolo Paganini, conocido por su virtuosismo. En
España destacan Jesús de Monasterior y Pablo de Sarasate. Son muy distintos los dos
personajes. Mientras Sarasate desarrolla una fulgurante carrera internacional, Monasterio
sabe renunciar al esplendor personal y a la fortuna para permanecer en Madrid.
Monasterio fue iniciado al violín por su padre y a corta edad es presentado en palacio, en
presencia del General Espartero. A partir de aquí, se inician sus estudios en Madrid y más
tarde en Bruselas. En 1857 vuelve a Madrid, donde ocupa un puesto en la Capilla Real y
recibe el nombramiento de profesor de violín en el conservatorio, cargo que compagina con
actuaciones fuera de España. Se le deben los estrenos de las sinfonías primera y cuarta de
Beethoven y la interpretación de otras obras de éste.
En 1873 creó la sección de música de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Como compositor, mostró su radical clasicismo. Además, creó una escuela violinística
española, sabiendo respetar a los maestros en cuanto a sus indicaciones en la partitura.
-2-
Tema 49.- La música en el siglo XIX en España.
Sarasate es la figura antagónica a Monasterio. Fue un artista que llegó, en vida, a la
leyenda. Si las obras de Monasterio se olvidaron, las de Sarasate se mantienen en el
repertorio, por ser las preferidas de los violinistas. Fue un niño prodigio, tocando en la corte y
recibiendo pronto una pensión para permitir sus estudios. En 1866 Sarasate entra en el
Conservatorio de París, obteniendo al año siguiente un premio en solfeo y violín. A menudo
se le ha tachado de efectista, buscado más asombrar al público con su técnica más que con su
sensibilidad. Hay documentos que dicen mucho a favor de un Sarasate preocupado por las
ricas esencias de la música y no solo por su lucimiento como virtuoso.
Dejó 54 obras con número de opus, más algunas sin numerar. Utilizaó en muchas
ocasiones motivos folklóricos españoles y en otras, algunas melodías inspiradas en giros
populares que abrían el camino al nacionalismo español.
Por otro lado, tenemos el piano y el órgano. El piano, rey del romanticismo, tuvo
especialistas en España durante el siglo XIX que han obtenido menos atención de la que
merecen. Las giras de algunos virtuosos del piano, como Listz, contribuyeron de manera
eficaz a desarrollar en España el gusto por el instrumento. La música española para piano en
el siglo XIX está más atenta al lucimiento técnico que a la verdadera música, y por otra parte,
muy influenciada por la música de salón. Al final de siglo, con Albéniz y Granados, el
panorama cambia completamente.
De la primera época hemos de destacar a Santiago de Masarnau, que inició su carrera
fuera de España. Amigo de Rossini, Bellini, Meyerber y de Chopin. Como compositor, tiene
un estilo claramente romántico, menos influido por el aire amable de la música de salón
como la colección de nueve valses titulada El parnaso. También escribió obras religiosas y
canciones.
El segundo de los compositores pianistas que responden a un aspecto del romanticismo
español es Marcial del Adalid, que cultivó, sobre todo, el piano, siendo interesante también
su labor como folklorista. Su producción pianística muestra una clara influencia de Chopin.
Otro instrumento que va a ser importante es la guitarra, que era heredera de la vihuela y
tenía una historia como instrumento al comenzar el siglo XIX. Destacan Fernando Sor y
Dionisio Aguado. En cuanto a Fernando Sor, se inició pronto en la música, estudiando en la
escolanía del Monasterio de Montserrat. Empezó a trabajar en la música instrumental
tomando como modelos a Haydn y Pleyel. Escribió isnfonías, cuartetos, páginas religiosas y
canciones de carácter popular español. Tras esta guerra, en la que tomó parte con el bando
napoleónico, marcha a París, y luego a Inglaterra y Rusia, donde compone óperas, ballets y
obras para guitarra, pero sin gran difusión. Su Gran método de Guitarra, publicado en
Londres y París, obtuvo una enorme difusión e influyó en toda Europa.
Por su parte, Dionisio Aguado se inicia en la guitarra como pasatiempo y recibe lecciones
del Padre Basilio. Es autor de una Colección de estudios para guitarra, dejando como mejor
obra el método titulado Escuela de Guitarra.
La obra de Sor es superior a la de Aguado, pero por el contrario, el trabajo didáctico del
último resulta más importante.
-3-
Tema 49.- La música en el siglo XIX en España.
Entre los mejores guitarristas de la época, podemos encontrar a Francisco de Borja Tapia,
Julián Arcas y José de Ciebra.
Francisco Tárrega llegó a modificar la técnica del instrumento y a él se debe su auge en el
siglo XX. En Barcelona ejerce de maestro y concertista. Durante los últimos años de su vida,
estuvo en contacto con los músicos más prestigiosos, como Albéniz, Chapí, Bretón y Pedrell.
En cuanto a su producción, basta recordar Recuerdos de la Alhambra, además de preludios,
estudios, variaciones y muchas otras páginas breves. Debemos a Tárrega la creación de la
moderna escuela guitarrística española. Ennobleció el instrumento y descubrió recursos y
efectos nuevos con la guitarra.
En el campo de los instrumentos de viento, destacan los clarinetistas Pedro Broca y
Antonio Romero, creador de un nuevo sistema para el clarinete. En el oboe tenemos a José
Álvarez García, como flautista a Cayetano Gil, en el trombón a Francisco Fuentes y en la
trompeta a José de Juan Martinez.
-4-
Tema 49.- La música en el siglo XIX en España.
Pero este género fue vapuleado por los críticos, considerándolo un género menor. No son
pocos los que reclaman que debía haberse llamado ópera cómica. La zarzuela, tal y como la
entendemos ahora, nació en el segundo tercio del siglo XIX. La historia seria del género
comienza con Gaztambide, del que partió la idea de conformar una Sociedad Artística, para
desarrollar la actividad del género en el Teatro del Circo. Gaztambide, como creador y
director, es figura fundamental en la zarzuela durante todo el siglo XIX en España. Los
ritmos de nuestra música popular eran para él artículo de primera necesidad en la
composición de sus zarzuelas. Manejaba el oficio con soltura. Su sentido de la armonía, de la
forma y de la instrumentación era suficiente para unas obras en las que, lo que imparta es la
ligera invención melódica y el culto al ritmo.
Emilio Arrieta recibió influencia de los italianos. Su inspiración, muy italiana, pero
personal y ajena al tema popular en muchos momentos, tenía que causar efecto. Los motivos
populares no fueron par Arrieta y fin, sino un medio: los utilizó, pero siempre como elemento
de color.
Francisco Asenjo Barbieri, músico a quien se le debe una magnífica contribución a la
historia de nuestra música, supo compaginar la erudición con un refinado gusto por lo
popular, que le llevó a fundarse en los aires castizos de la tonadilla para lograr obras
inmortales. Entre sus obras teatrales, descuellan dos zarzuelas: Pan y toros y El barberillo de
Lavapiés, que reflejan los caracteres rítmico-melódicos de la canción y de la danza españolas
a fines del siglo XVIII y principios de XIX. Barbieri eleva el nivel de la zarzuela al dotarla de
un nacionalismo, siempre con una sencillez en la estructura musical.
En tercer lugar, en cuanto a la música vocal, tenemos el GÉNERO CHICO. A la zarzuela
grande sucedió en interés y popularidad el género chico, denominado así porque constaban de
un solo acto y representaba una manifestación artística más puramente nacional y de mayor
valor absoluto. Se ha dicho que el género chico se puede subdividir en tres clases: una
especie de zarzuela en un acto cuyo argumento podría ser desarrollado; el sainete,
caracterizado por la acción sencilla y el cuadro costumbrista y, en tercer lugar, un espectáculo
sin verdadero desarrollo argumental, pero con una línea o hilo conductor que le da unidad.
Podemos dividir su evolución en tres etapas: de 1880 a 1890, etapa de formación; de 1890
a 1900, etapa de plenitud y de 1900 a 1910, etapa de decadencia. Entre los compositores para
este género encontramos a Tomás Bretón, con La verbena de la paloma, donde la belleza de
su melodía se mantiene sobre una estructura musical, armónica y contrapuntística.
Otro compositor es Ruperto Chapí. Entre sus títulos más destacados encontramos El
tambor de Granaderos y La revoltosa. Su técnica es precisa, clara y siempre eficaz. Su poder
de creación melódica no puede dar ninguna duda. Era un músico escénico, con un superior
talento para las situaciones dramáticas.
Por otro lado tenemos a Federico Chueca, que estuvo siempre en contacto con el pueblo,
con las gentes hornadas y con mendigos, golfos y chulos. Poseía unas dotes naturales
extraordinarias. Durante toda su vida consideró muy molesto y muy difícil escribir música.
Fue uno de los creadores de la música madrileña. No compuso más que sainetes y revistas,
que reflejan la vida en el Madrid decimonónico, firmando más de cien obras. Su música ha
sido criticada a veces por su facilidad y rápida popularización. Entre sus obras destaca La
-5-
Tema 49.- La música en el siglo XIX en España.
canción de la Lola; La Gran Vía; Cádiz; Agua, azucarillos y aguardiente y su último éxito:
El bateo.
En último lugar tenemos a Gerónimo Giménez, definido como el músico del garbo. En
París arrebató a Debussy el premio fin de carrera y entre sus obras hemos de desatacar El
baile de Luís Alonso; La boda de Luís Alonso, siendo su obra más completa La tempranica.
En cuanto a los libretos hemos de destacar, que conservan en el género chico toda su
frescura. Por el valor testimonial de un lenguaje que sigue subyaciendo en el habla popular.
Por último, en cuanto a música vocal, hemos de hacer mención de la canción y música
coral. El lied representa una de las grandes creaciones musicales del Romanticismo, sin
embargo, en España, el lied es desconocido por el retraso en recibir la música alemana.
Nuestros compositores, en general, van a cultivar durante el siglo XIX la romanza o la
canción populista, directamente emparentada con la zarzuela.
La canción es un género fácil y agradecido, como la pequeña pieza de pieano. El principal
autor de este género es Manuel García. También hemos de citar las colecciones de cantos
populares armonizados, con acompañamiento pianístico, que vinieron a enriquecer el
repertorio. En Cataluña hubo un movimiento liederístico con características particulares, que
fue promovido por Pedrell. El mismo Pedrell fue autor de canciones y de armonizaciones de
melodías populares en su cancionero.
-7-
Tema 49.- La música en el siglo XIX en España.
BIBLIOGRAFÍA. Historia de la música española de C. Gómez Amat, La música de
España de A. Salazar e Historia de la música universal de J. Subirá.
-8-