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La /s Posición/es del coordinador.

Diana Markwals

Pensar en la coordinación de grupos es pensar en un oficio artesanal que se


va tejiendo con diferentes lanas. Se va tejiendo una posición, ya que creo que más
que un rol, se trata de una posición. Posición que remite a posicionamiento
subjetivo y no desde una exterioridad.
La posición se va delineando con los otros, pero sin obviar la
responsabilidad que nos cabe.
Responsabilidad que no se decreta sino que se ejerce.

Silvia Duschazky en su libro “Maestros en escena” dice: “… El lugar que


ocupamos en una escena, puede jugarse con otras reglas que las del rol. La idea de
posición remite a una lógica distinta, lleva inscripta una dinámica relacional. La
posición implica una perspectiva que varía según el emplazamiento que adopten
las personas en cada situación”.
Esto nos permitirá más adelante preguntarnos si podemos pensar en
diferentes modalidades que puede adoptar la posición del coordinador según el
momento y la situación grupal.

De la construcción de la posición del coordinador.

Según mi experiencia como coordinadora y como supervisora de


coordinadores estos ingredientes ayudan a ir armando la posición de coordinador:

-La disponibilidad: un coordinador disponible de ir al encuentro de un campo


grupal donde la propuesta sea interrogar al otro, dejarse interrogar, escuchar al
otro, confrontar con el otro. Estar disponible, no se trata de una cuestión de
buena voluntad sino que surgirá producto del “trabajarse”. El estar disponible
también tiene que ver con lo que Graciela Jasiner en su libro “Coordinando
grupos” plantea “Ir haciendo habitable el espacio grupal, hospitalario” A lo cual
yo sumo: Si hay que hacerlo hospitalario es porque puede no serlo.
Años atrás escribí un trabajo sobre la ley de hospitalidad y tomo un recorte
“¿Cómo se podría pensar que la ley de hospitalidad se juega en un grupo para
cada uno de los sujetos?”.
Creo que no podría ubicarse solamente en la realización de una tarea que
al final representara el Bien Común.
Deberíamos pensar que en la realización de esa tarea se pueda encontrar
una forma de satisfacción compartida que incluya la particularidad de cada uno.
Que incluya el rasgo propio de cada cual y no un modo de satisfacción única igual
para todos.
Ahora, ¿de qué se trata esta ley de hospitalidad que como bien decía
Derrida es cualquier cosa menos fácil y serena?
Siguiendo los derroteros que propone Derrida en su libro La Hospitalidad,
planteo a la hospitalidad en su paradoja y tomo la relación entre hospitalidad y
extranjero, o lo extranjero en tanto ajeno.
Lo extranjero, lo otro nos cuestiona, nos pregunta. Nos cuestiona en
nuestros supuestos saberes, en nuestras certezas, en nuestras legalidades.
La pregunta es lo esencial de lo extranjero. La pregunta puede o no ser
acogida, hospedada.
Ser alojado bajo las leyes de la hospitalidad crea un lazo especial, un
enlace, a tal punto que hay una palabra en griego que lo nombra: ta xenia que
quiere decir “contraer relaciones de Hospitalidad”.
La experiencia de hospitalidad produce una transformación de los
implicados en ella. Tanto el huésped como el anfitrión son afectados por la
presencia del otro.
La hospitalidad permite entender como aquel que se cree dueño de su
propia casa está siempre habitado por los otros.
En este sentido es la disponibilidad del coordinador a ser afectado por los
otros que forman parte del entramado grupal.

-La capacidad de observar: El observar no es solo en ciertas ocasiones un rol


adjudicado, sino una posición interna. No se puede observar sin detenerse. Paul
Bowles en “El cielo protector” dice “El no se consideraba un turista, él era un
viajero….Mientras el turista se apresura por lo general a regresar a su casa, el
viajero se desplaza con lentitud”.
Para ser observador viajero hay que estar disponible a detenerse, mirar y
mirarse.

-Reconocer la propia implicación en el campo grupal: El coordinador es un


elemento del campo, lo modifica y se modifica. La idea de implicación vino a
oponerse a la idea de neutralidad.
La implicación es un nudo de relaciones. No es ni “buena” (uso
voluntarista) ni “mala” (uso jurídico-policial).
Lo que es útil o necesario, no es la implicación (por otro lado siempre
presente) sino el análisis de la implicación ya presente en nuestras adhesiones o
no adhesiones, nuestras referencias y no referencias, nuestras participaciones y no
participaciones, nuestras motivaciones y desmotivaciones, nuestras investiduras y
no investiduras libidinales.
El análisis de la implicación permite cuidar la distancia entre el
coordinador y el grupo, ni tan lejos que haga invisible al objeto ni tan cerca que se
confunda con el mismo.
Marcelo Percia dice: “Implicarse significa ser afectado por la tensión
dramática grupal, estar envuelto en lo propio y enredado en lo del otro”.

-Reconocer la complejidad del campo donde se opera: El pensamiento


complejo (propuesta que tiene como exponentes máximos a Edgar Morin, Ilya
Prigoyine, etc) es aquel que vino a cuestionar el paradigma de la simplicidad, el
de las verdades absolutas.
Según esta propuesta todo el universo físico ya no puede ser visto hoy
como una maquinaria de un reloj sino como una inmensa “red de interacciones”
donde nada puede definirse de manera absolutamente independiente.
El pensamiento complejo no es el pensamiento omnisciente. Por el
contrario es el pensamiento que sabe que siempre es local, ubicado en su tiempo
y en su momento.
Esto plantea una concepción diferente del tiempo y el espacio. Ya no es el
tiempo independiente de las cosas, el tiempo absoluto sino el tiempo de los
procesos y la emergencia de lo nuevo. Tampoco es el ámbito neutro.
Para Prygoyine -que fue Premio Nobel de Química- dice que los cambios
de paradigma son el resultado de contradicciones entre los problemas teóricos y
los datos experimentales. Es cuando los supuestos teóricos ya no nos alcanzan
para comprender los fenómenos que se nos presentan.
¿Cuáles son los viejos paradigmas fuertemente cuestionados? El de las
certezas y el de las estabilidades y así poder dar entrada a la complejidad, a lo
diverso, al azar ya no como defectos despreciables sino como elementos del
campo.
Edgar Morín dice que el desafío de la complejidad es el de pensar
complejamente como metodología de acción cotidiana. Se trataría de ir
trabajando una actitud. Una actitud de apertura que nos permita soportar que
existen cosas en cada momento que son incognoscibles y que irrumpen y nos
obligan a reorganizar nuestro entendimiento.
Esta es la idea de azar, como aquello que está fuera de la lógica de lo
previsible.
Según Prigoyine, “un pensamiento incierto es también un pensamiento de
la novedad, de la utopía”.

-Poder sostener una tensión: El desafío en lo grupal en la medida que se


incluye la complejidad como parte del campo, es darle lugar a lo múltiple, lo
diverso, lo azaroso, y esto necesariamente nos obliga a sostener una tensión. Esto
nos requerirá salir de la comodidad de lo binario, del blanco o negro. Es allí
donde muchas veces el grupo convoca al coordinador para que los ayude a no caer
en la inercia dilemática y que pueda complejizar el intercambio.
Muchas veces es el propio coordinador quien tiene que cuestionarse su
mirada “simple” especialmente cuando cree tener el sentido único y último de lo
que allí acontece.
Debemos estar advertidos que la contradicción que enfrentamos es entre
un modo de saber cerrado, compartimentado y los problemas a enfrentar que son
diversos.

-Evitar la necesidad de rápidamente entenderlo todo: Sostener la tensión


implica estar disponible a no crear rápidos sentidos, a no significar
inmediatamente todos y cada uno de las situaciones que van aconteciendo.
I. Prigoyine dice: “Un mundo imprevisible totalmente sería inhabitable
para seres vivientes y un mundo totalmente estable sería insoportable para seres
conscientes”.
Pero este “entretiempo”, el de no entender, puede ser generador de
angustia tanto para los integrantes como para el coordinador.

-Disponer de una oreja bien abierta: Corremos el riesgo de siempre escuchar


lo mismo o lo que queremos escuchar.
En el libro “Escuelas en Escena”, de Silvia Duschatzky, plantea:… la
interpretación propone soluciones acordes a su modo de plantear el problema.
Desde esta perspectiva se intenta preservar el estado de cosas en las coordenadas
de un estilo instituido de funcionamiento, corrigiendo los comportamientos
disfuncionales….. La diferencia en el modo de percibir un dato, siempre efecto de
una construcción de sentido, revierte las soluciones habilitadas”.
En otro momento del libro dice: “El problema de los falsos problemas es
que su formulación no impulsa a ningún tipo de invención o intervención que
sume nuevas cualidades, nuevos modos de expresión, solo se remiten a juzgar los
hechos, categorizarlos a partir de valores preestablecidos. La cuestión no es
aplicar un pensamiento preexistente.”
Escuchar siempre lo mismo o escuchar solo lo que queremos escuchar, nos
cierra nuestra capacidad de entendimiento, nos hace ser cómplices de la simple
repetición y nos cierra las puertas a lo nuevo.

-Sostener las preguntas, ponerlas a trabajar: Claudia Salazar Villaba, colega


mexicana, da cuenta de esto cuando dice que poner a trabajar las preguntas
quiere decir que a veces, hay preguntas que sólo se formulan para no saber nada,
para ocultarlo todo, para calmar los ímpetus guerreros. Sin embargo hay otras
preguntas que se trabajan como lo hace un escultor con las piedras, con paciencia
y socavando.

-Evitar un pensamiento dogmático: Aquí vuelvo a rescatar a Edgar Morín


cuando dice: “Una teoría no es el conocimiento, permite el conocimiento. Una
teoría no es una llegada, es la posibilidad de una partida. Una teoría no es una
solución, es la posibilidad de tratar un problema”.
La teoría debe servir para abrevar en ella pero no como una posición de
defensa narcisística que no nos permita pensar.
También en este sentido Fernando Ulloa utilizando una expresión muy
poética nos dice: “Marchar con el equipaje ligero, eficaz y desprejuiciado,
manteniendo la mayor lealtad a lo que ahí acontece y poca fidelidad a lo que la
tradición presupone debe acontecer”.

-Valorar la heterogeneidad como una virtud de lo grupal: En el libro “Una


subjetividad que se inventa”, Marcelo Percia dice: “ No todos piensan lo mismo.
No todos aprenden lo mismo. No todos piden lo mismo. No todos entienden lo
mismo. No todos gustan de lo mismo. No todos, es el principio de la no
uniformidad, de la no homogeneización. No todos, quiere decir que cada uno
trata de ser el que puede. Coordinar grupos es dejarse in-coordinar por un no
todos que conjuga tensiones, diferencias y simpatías”.
Ya Pichón Riviére nos estimulaba a valorar la heterogeneidad como la
mayor riqueza para llevar adelante una tarea.
Heterogeneidad de saberes, de historias que en la medida que puedan
desplegarse harán posible un entramado grupal que no aplaste las singularidades.
En un artículo periodístico Esther Díaz planteaba dos preguntas que tocan
medularmente este punto. “¿Cuál sería la ventaja de que todos adoptáramos la
misma manera de pensar? Y ¿Cuál sería el peligro de que convivan varios
pensamientos diferentes?”.

-Tener capacidad de asombro: En el libro de Silvia Duschasky antes


mencionado, encontré un modo interesante de hablar del asombro en términos
de perplejidad “…. La experiencia de la perplejidad. Pensamos la perplejidad como
un estado de suspensión. La perplejidad nace del desconcierto, de la
imposibilidad de arribar a un fácil entendimiento. La perplejidad es una
disposición a pensar. La perplejidad tiene el sutil tono de una experiencia cuando
observamos que quien mira desde allí ha dejado atrás una posición arropada de
certeza y adicciones interpretativas para ensayar nuevos umbrales de experiencia”.
Tener capacidad de asombro nos permite tener una mirada y una escucha
abierta, sin pretender que lo que acontezca allí, sea solo lo que hubiéramos
imaginado o deseado.

Diferentes modalidades de la posición del coordinador.

Para introducir este tema me valdré de un pequeño recorte del libro de


Graciela Jasiner donde dice: “No se interviene solo con palabras. El coordinador
presta algo de su cuerpo, de sus emociones para sostener la escena grupal. La
presencia irá cambiando sus modos en los diferentes tiempos de un grupo” y de
un artículo de Eduardo Pavlosky y Hernan Keselman que se llama: “Dos estares
del coordinador”. Es un trabajo interesante, compacto, que necesita abrirse para
desarmar los diferentes conceptos que trabajan que tienen como referente a Gilles
Deleuze.

Dos estares: estar molecular y estar molar y toman a Nieztche y la idea de


la dosis necesaria para evitar la sobredosis. Pareciera estar diciéndonos que los
estares exigen de la prudencia y de la dosis necesaria para lograr spinozianamente
un buen encuentro entre el coordinador y el grupo. “No se puede andar a
martillazos, sino con una lima muy fina”.
Dicen los autores: “Ambas, molar y molecular, se entrecruzan
permanentemente en el quehacer del coordinador, pero es necesidad del
coordinador saber instalarse en ambos “estares”.
Luego, van desplegando cada uno de los estares. Así hablan del estar
molecular: “ir percibiendo las diferentes líneas que se van trazando. El cuerpo del
coordinador debiera dejarse atravesar sin resistencia por estas líneas de ensayos,
bocetos que van surgiendo sin verdadera significación, sin verdaderos sentidos.
Son las redes que luego construirán la malla intersticial de sentidos. Pero para
permitir la fluidez de la gestación en boceto se debe aceptar ser atravesado sin
resistir, devenir cuerpo sin órganos… De eso se trata el estar molecular del
coordinador. No hay lugar para segmentariedad dura porque el estar molecular
implica un coordinador “cuerpo sin órganos” que permite ser atravesado por
líneas, bocetos y escenas.”
Pasemos en limpio estas ideas: Deleuze habla en términos de líneas y de
planos. Las líneas pueden ser duras, flexibles o de fuga y los planos pueden ser de
organización y de consistencia.
Y también nos habla del Cuerpo sin órganos. ¿De qué se trata? El Cuerpo
sin órganos no es un artificio, es una lógica, se trata de nuevas conexiones. El CsO
no es una metáfora para designar al cuerpo humano. Es la posibilidad abierta a
cualquier tipo de conexiones.
No hay que creer que Deleuze y Guattari apuestan solamente a las líneas
de fuga. Las líneas de fuga pueden conducir a la muerte. Hace falta siempre algo
de sedimentación o estratificación para transformarla. El CsO es ese “orden en el
caos”.
Uno podría preguntarse: ¿Cómo puede el cuerpo del coordinador devenir
CsO? Y allí tomaría dos ideas de Suely Rolnik, discípula de Guattari que piensa en
términos de cartografía (mezcla de líneas) y dice que “El criterio del cartógrafo es
el grado de apertura para la vida: su límite, el límite de lo soportable en cada
momento” y en otro texto habla del “cuerpo vibrátil”. Este cuerpo es aquel que,
poroso a los signos, se deja alterar por aquello que lo inquieta, abriéndose a si
mismo su capacidad de afectar. Como ven, en otras palabras, aquí estamos
retomando la idea de capacidad de asombro, de disponibilidad, de implicación de
uno en el campo a coordinar.
En cambio, en el estar molar, según Pavlosky y Keselman, “el coordinador
está más pendiente de los cortes desde donde pueda intervenir y las líneas que en
un primer momento podían bocetarse sin orientación de sentido alguna, ahora
intentar ordenarse, según líneas de sentido posible.
….. Se ordenan campos de caos.
En el estar molar hay hipótesis y conceptos que el coordinador procesa en
sus intervenciones y demostraciones”.
El desafío es estar atento a qué posición requiere un grupo para poder
avanzar en su proceso, para lograr seguir desplegando la tarea, que es su razón de
ser.
Quiero terminar este artículo y en sintonía con el espíritu del mismo, traer
algo de los orígenes de la palabra coordinar que puede dar cuenta al interior de la
misma, de estos estares del coordinador.
ORDINO: (del latín) ordenar, encuadrar los soldados, regular, organizar, dar
forma a la organización de las ciudades, consagrar a una persona para diversos
oficios sagrados. También disponer las cosas metódicamente.

CON (del latín Cum) cooperación, compañía, reciprocidad, participación.

Bibliografía.

-Graciela Jasiner: Coordinando grupos. Una lógica de los pequeños grupos.

-Diana Markwald: Clases sobre Pensamiento Complejo.

-Edgar Morín: introducción al pensamiento complejo.

-Silvia Duschatzky y otros: Escuelas en escena.

-Diana Markwald: La ley de hospitalidad en las instituciones presentada en la


mesa “¿De qué se trata intervenir?” Marzo 2006.

-Claudia Salazar Villaba: Trabajo sobre lo negativo.

-Jacques Derrida: La hospitalidad.

-Eduardo Pavlosky y Hernan Keselman: Los estares del coordinador.

-Marcelo Percia. Una subjetividad que se inventa.

-Trosman, Nora: Interlocutores filosóficos de Lacan. Editorial Letra Viva, de


reciente aparición.

CUADERNOS DE  CAMPO GRUPAL, REVISTA DIRIGIDA POR ROMÁN


MAZZILLI; NRO. 14, NOVIEMBRE 2013; NÚMERO DEDICADO A LA
COORDINACIÓN DE GRUPOS.

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