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Isidore Lucien Ducas, conocido como Conde de Lautréamont, fue un poeta francés nacido en Montevideo que ganó fama póstuma como precursor del surrealismo por sus obras Los cantos de Maldoror y Poésies. En Los cantos de Maldoror, publicado de forma póstuma en 1868, ensalza el mal y la violencia a través de la figura demoníaca de Maldoror, que reniega de Dios y la humanidad. Los surrealistas rescataron la obra de Lautréamont del olvido y lo consideraron uno
Isidore Lucien Ducas, conocido como Conde de Lautréamont, fue un poeta francés nacido en Montevideo que ganó fama póstuma como precursor del surrealismo por sus obras Los cantos de Maldoror y Poésies. En Los cantos de Maldoror, publicado de forma póstuma en 1868, ensalza el mal y la violencia a través de la figura demoníaca de Maldoror, que reniega de Dios y la humanidad. Los surrealistas rescataron la obra de Lautréamont del olvido y lo consideraron uno
Isidore Lucien Ducas, conocido como Conde de Lautréamont, fue un poeta francés nacido en Montevideo que ganó fama póstuma como precursor del surrealismo por sus obras Los cantos de Maldoror y Poésies. En Los cantos de Maldoror, publicado de forma póstuma en 1868, ensalza el mal y la violencia a través de la figura demoníaca de Maldoror, que reniega de Dios y la humanidad. Los surrealistas rescataron la obra de Lautréamont del olvido y lo consideraron uno
El 4 de abril de 1846 nacía Isidore Lucien Ducas, también conocido
como Conde de Lautréamont (en francés, Comte de Lautréamont), fue un poeta francés nacido en Montevideo y que vivió 11 años allí. Póstumamente ganó estatus como un «poeta de culto» con sus obras Los cantos de Maldoror, sus Poesías (en francés Poésies) y su prematura muerte que lo convirtieron en un mito en la historia de la poesía francesa moderna que prefiguró a la aparición del surrealismo. Desconocido durante toda su corta vida, llevó a extremos inéditos el culto romántico al mal y, aunque se le suele clasificar entre los poetas decadentistas, es considerado uno de los precursores del surrealismo. En Los cantos de Maldoror ensalza el asesinato, el sadomasoquismo, la violencia, la blasfemia, la obscenidad, la putrefacción y la deshumanización. Los surrealistas lo rescataron del olvido e hicieron de él uno de los precursores de su movimiento. Maldoror es una figura demoníaca suprema que aborrece a Dios y a la humanidad. El personaje central de Los cantos de Maldoror (en francés «Mal d'Aurore», «Mal de la aurora») es una figura que reniega ferozmente de Dios y del género humano. En un libro en el que resuenan «los cascabeles de la locura», la crueldad y la violencia, Maldoror encarna la rebelión adolescente y la victoria de lo imaginario sobre lo real: su odio hacia la realidad (eso que llama «El Gran Objeto Exterior») lo separa de sus congéneres, y por este motivo sufre. Aun así, su orgullo (diríamos miltoniano) es más poderoso. Lo grotesco, el espanto y lo ridículo en Los cantos recuerdan a la obra de otro gran antecedente del surrealismo, el Bosco. No por casualidad fue Lautréamont motivo de inspiración para escritores como Alfred Jarry, Louis Aragon, André Breton o Benjamin Péret, y artistas plásticos como René Magritte, Salvador Dalí, Amedeo Modigliani, y Man Ray. El tono que caracteriza a la obra es fuertemente apelativo, de interpelación y de sorpresa permanente al lector desprevenido. Los Cantos de Maldoror obedecen a una estructura a la que el autor intenta ser fiel, a pesar de que su evolución testimonia lo contrario. La publicación de 1868 (sólo el primer canto) presentaba algunas partes dialogadas con indicaciones escénicas que fueron suprimidas en los siguientes. Es una obra inspirada en el Manfred de Lord Byron, el Konrad de Adam Mickiewicz y el Fausto de Goethe. De estas figuras retendrá, sobre todo, la idea de un héroe negativo, satánico, en lucha abierta contra Dios, aunque el estilo elegido finalmente participa de la literatura épica; de ahí la división en estrofas de cada uno de los Cantos, con excepción del sexto y último, en el que la construcción de una pequeña novela de una veintena de páginas cambia el estilo hasta entonces adoptado. Considerada por muchos una obra “maldita” se convirtió en una obra de culto y en un arcano cuyo secreto debía alejarse de ojos profanos. El Canto I fue publicado en agosto de 1868, en Bruselas con dinero de su padre; firmó la obra con tres asteriscos, lo mismo que la segunda edición, la cual apareció en una publicación colectiva titulada "Parfums de l´âme" ("Perfumes del alma") en 1869. En la primavera del 1869, Ducasse entrega al editor Lacroix el manuscrito completo de la obra, que nunca llegará a las librerías y de la cual sólo unos pocos ejemplares son encuadernados y entregados al autor. Entre sus obras también figuran unos poemas publicados poco antes de su muerte. Su famosa comparación «bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas» configura uno de los rasgos más distintivos del irracionalismo surrealista: la conjunción de realidades inconexas, dislocadas o incluso contradictorias.