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Guía mortuoria de mitos, héroes y semidioses

Ilustración de Odisea. ULISES CULEBRO

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Carlos García Gual explica en su última obra, La muerte de los
héroes cómo, dónde y por qué terminó la gloria de diferentes
personajes míticos griegos.
MARTA RÓZPIDE
Martarozpide
27/12/2016 17:48
La mitología no es una cultura muerta, pero los héroes también
mueren. Lo confirma Carlos García Gual con su última obra, La
muerte de los héroes (Turner Noema). Se trata de una narración
hecha con relatos cortos donde García Gual cuenta la muerte de
Píndaro, Apolo, Antígona, Paris o Casandra. El escritor, profesor y
traductor recoge en menos de 200 páginas el final, a veces trágico y
otras irónico, de 25 héroes y heroínas. Lo hace diferenciándolos en
tres capítulos distintos: Los héroes míticos, Los héroes
homéricos y Tres heroínas trágicas. Mas allá de la filosofía, estas
estampas ilustran de forma sencilla, no simple, la condición humana
de aquellas figuras de culto con poesía y sin barroquismos.
El destino fatal de la efímera condición humana, al contrario que la
inmortalidad de los dioses, sirve para adentrar al lector en una
reflexión sobre la antigua Grecia y sus leyendas. El también
articulista, crítico y dos veces Premio Nacional de Traducción, se
detiene con mimo en cómo, dónde y por qué mueren los héroes. Algo
que descubre, incluso para el mismo autor, anécdotas y aspectos de
algunos personajes con los que ya llevaba tratando medio siglo. Lo
hace en un mundo moderno que "sufre un total desprestigio de las
humanidades", en el que sería "raro ver a un político español con un
libro en las manos" y en el que "se piensa en que hay que educar a la
gente sólo para que produzca y consuma". Pero Carlos García Gual es
optimista: los niños todavía quieren escuchar la historia de Ulises o la
guerra de Troya.
En La muerte de los héroes aborda el encuentro de la muerte de
héroes y heroínas. Algo que hasta ahora, no había sido motivo de un
libro.
Con estos textos caí en la cuenta de que la muerte de los héroes, las
muertes sueltas digamos, pintorescas en muchos casos, no estaban
reunidas en ningún libro. Las historias de los héroes tratan de las
grandes hazañas, los amores, los logros, pero dejan aparte la muerte
porque no contribuye tanto a su gloria, sino que es el final de ella.
Entonces se me ocurrió la idea de reunirlos.
¿Cuál fue la que más llamó su atención?
Hay alguna muerte que está contada en una tragedia, por ejemplo la
muerte de Edipo, ya viejo, solitario y sin patria; y la muerte de
Heracles (en latín, Hércules). Ésta es quizá una de las más trágicas,
porque se muere al ponerse una túnica envenenada que le envía su
mujer sin saber que estaba contaminada. De manera que, cuando el
héroe regresa a su casa tras muchas batallas, cuando piensa que ya
va a descansar junto a la persona que más le quiere y a quien quiere,
se encuentra con esta trampa mortal que es terrible para él y para
ella, que acabará suicidándose.
La muerte es algo propio de la condición humana. Festejada y
respetada en algunas culturas y temida en otras. En Occidente parece
incluso estar hasta prohibida. No se permite envejecer. ¿No es un
poco grotesca esta actitud?
Bueno, creo que la gente tiende a olvidarse de la muerte con
gusto. Es verdad que algunos filósofos decían que la vida es una
preparación para la muerte, pero creo que esa es ya una idea del
pasado. Las culturas antiguas sí pensaban en eso, pero la cultura
actual tiende a distraernos de la muerte.
¿Es la literatura clásica una cultura muerta?
Curiosamente, la mitología griega sigue teniendo cierto atractivo. Hay
muchos niños y jóvenes que cuando se encuentran a estos héroes y
personajes sienten por ellos una especial simpatía. Es algo común
encontrar a niños que quieran escuchar la historia de Ulises o
la guerra de Troya. Creo que tiene mucha más vigencia la
mitología que, por ejemplo, la hagiografía con los relatos de
los santos. Eso sí que ha desaparecido totalmente de nuestra
cultura. Ahora incluso en las universidades de letras se vuelve a
estudiar mitología, que hace años que no se estudiaba.
¿A qué cree que se debe?
Primero porque es muy atractiva. Y luego porque está en las bases de
muchas obras literarias clásicas.
España lidera el ranking en consumo de antidepresivos. La gente
busca respuestas sobre su existencia día a día, pero no las encuentra.
¿Puede ser que tenga algo de relación el haber dejado aparcado y
denostado el mundo de las humanidades?
Creo que vivimos en una sociedad de consumo y de consumo
desenfrenado. Es verdad que las humanidades cada vez están más
olvidadas, en general todas las letras. Este es un país de
futbolistas y cocineros. Pasa lo mismo en toda Europa, lo diferente
es que en España la capa culta es mucho más delgada
tradicionalmente. En Francia o Alemania las humanidades en el siglo
XVIII o el XIX van a tener un peso enorme en la cultura. En España
no, el siglo XIX es un siglo culturalmente muy pobre. Ha habido
una época durante la última mitad del siglo XX en la que se ha vuelto
a las humanidades en universidades y el mundo de las clásicas ha
tenido una cierta vigencia.
¿Y ahora?
Ahora estamos en una clara decadencia, en un ocaso general de las
humanidades. Se piensa sólo que lo importante es lo rentable. La
gente cree que hay que educar sólo para lo que sea rentable,
para que se gane dinero, y una vez que se gane dinero, la
cultura no tiene importancia. Estamos en un sitio donde se da
más importancia, como se ve en la tele, a la cocina, a la gastronomía
y al fútbol. La capa cultural que había en la ilustración europea en
España fue muy pobre y ahora está en un mal momento.
¿Peor incluso?
Sí, en los últimos años hay un retroceso, se ve en los estudios de
bachillerato y en el nivel de las universidades de letras. Hay un
desprestigio total de las humanidades.
¿Qué le parece que quieran retirar como obligatoria la asignatura de
Filosofía en Bachillerato?
Es un reflejo más. Hoy en día se piensa en que hay que educar a la
gente sólo para que produzca y consuma. No se educa en cosas que
estimulen la reflexión, la lectura, el teatro... Todo eso no es rentable.
Eso y que la sociedad española ha sido educada por la religión y nada
más.
¿Por qué cree que nuestros políticos no reconocen las letras?
En general los políticos españoles en ese aspecto son poco cultos. Si
uno compara como hablan los políticos franceses con los españoles se
da cuenta de que la diferencia es inmensa. Es muy raro ver a un
político español con un libro en las manos. Empezando por el
Presidente del Gobierno que lee, al parecer, cosas de
deportes. No parece que lea otra cosa. Pero vamos, es una
característica normal.
¿Cuáles serían los problemas más graves a los que se enfrentarían
esos jóvenes que desconozcan a Sócrates, Aristóteles o Platón?
Mucha gente vive sin saber nada de filosofía y no le pasa nada. A la
gente es fácil acostumbarla a los usos o las modas corrientes. Es
bastante feliz aunque sólo se le de fútbol o gastronomía
mientras se le permita vivir de un sueldo. Luego de ganarse la
vida, orientarla hacia la reflexión, las artes es un camino que parece
que no interesa ahora, por lo menos a los políticos.
Fue profesor durante seis años en el Instituto Beatriz Galindo de
Madrid. ¿Cómo estaba el panorama entonces?
Lo recuerdo como una etapa muy agradable. Debo decir que el
nivel que tenían mis alumnas al acabar el preuniversitario es
parecido al que tienen ahora mis alumnos en el tercer año de
universidad.
¿De verdad?
Sí, había un ambiente cultural mucho mejor que el de ahora. En
general lo había en Madrid. Mucho más teatro, más de todo. Es
conocido cuántas librerías han cerrado los últimos años. Ahora hay
mucha más televisión, la gente vive pendiente de pantallas
más grandes o más pequeñas. Hay más música de consumo, pero
leer ha dejado de ser un entretenimiento para parte de nuestros
alumnos.
¿Qué papel ha jugado internet en todo eso?
Internet pone al alcance de todo el mundo una información general
de casi todo de forma inmediata. En cambio, la literatura invita a una
cierta reflexión a formarse como persona individual con criterio
propio. Yo creo que es verdad el título ese que pusieron a uno de mis
artículos, Los clásicos nos hacen más críticos. Eso internet no lo da,
más bien lo destruye.
Comenzó a interesarse por el mundo de los clásicos gracias a la
biblioteca familiar y a sus profesores de instituto. ¿Cuánta
importancia tiene lo que se lee en casa?
Yo me formé como lector en la biblioteca de mi abuelo. No se
necesita que sea una gran biblioteca. Hay una gran diferencia
entre los alumnos que vienen de una familia donde leían libros
en los y aquellos que vienen de una casa donde no leían libros.
La influencia que pueden tener a veces los profesores es un tanto
secundaria respecto a la inclinación que ya tienen los alumnos. Ni el
instituto ni la universidad pueden formar del todo. La formación tiene
que estar relacionada también en el ambiente, en la casa, en los
amigos. Si una persona pasa seis horas delante del televisor no
será unos grandes críticos nunca.
¿Qué lecturas recomendaría a alguien que quiere bucear por primera
vez en la cultura clásica?
Algún libro clásico que sea fácil, como la Odisea, o alguna tragedia
griega como Edipo rey, Antígona. También antología de poetas
antiguos. La gente así joven que se inicia puede descubrir que esos
poetas antiguos, como Safo, son tremendamente jóvenes y actuales.
Yo creo que los griegos son muy fáciles de leer. Algunos, no todos.
¿Es este un libro difícil para principiantes en la mitología?
Algunos libros sí son fáciles. Éste no lo es tanto. Tiene muchos
nombres propios, las historias que se cuentan son un poco abreviadas
a veces. Creo que requiere una cultura ya un poco avanzada. Se da
por descontado que el lector ya conoce a los personajes. Otros serían
más fáciles, como mi libro Historia mínima de la mitología es más
fácil, porque cuando hablo de los dioses explico sus historias y no
hace falta saberlo previamente. Muchas veces hay que conocer mejor
a los personajes para degustar mejor el relato.
Ha sido Premio Nacional de Traducción dos veces. ¿Es muy difícil el
proceso de traducción del griego clásico?
Traducir a los antiguos no es mucho más difícil que a los modernos.
Requiere una previa cultura. Las instituciones son otras, la ciudad
griega no era como la moderna, pero no es muy difícil. Además en
España hemos tenido suerte. Hay muy buenos traductores, jóvenes
en general que han hecho una labor de traducción excelente. En los
últimos 50 años se ha traducido toda la literatura clásica como
no se había hecho nunca. Ha habido una época dorada de la
traducción, eso ahora está frenando, pero ya está hecha.
Lleva también al menos 50 años tratando con Homero, por ejemplo.
¿Sigue descubriendo cosas con sus obras?
Sí, cuando vuelvo a releer textos siempre descubro algo. Por
ejemplo éste es un libro curioso porque he descubierto ciertas
anécdotas y he redescubierto a ciertos personajes que conocía
mal. Se da uno cuenta de que la mitología griega es un mundo muy
humano. Es fácil entender sus pasiones, mucho más que en cualquier
otra mitología.
Y nosotros ahora, ¿son cada vez menos humanos?
No lo creo, hay un progreso clarísimo en muchos aspectos de la vida:
la medicina y el transporte actuales. Pero el progreso es también un
progreso de sensibilidad, de sensibilidad por el dolor ajeno. Es curioso
como mientras los estados son muy cicateros en las ayudas a los
demás, existen ONG, existen esos jóvenes que van al tercer
mundo. Hay una cierta sensibilidad por los demás muy
superior. Lo que pasa es que no es la dominante. Son una
minoría dentro de una masa dominada por el consumo y una
torpeza para entender a los demás. Esa minoría es la mejor parte
de la sociedad y es algo nuevo, muy moderno.
Y la literatura contemporánea, ¿ha llegado a sorprenderle
(gratamente) algún escritor?
Sorprender ahora es muy difícil. Soy un lector voraz de literatura
moderna. De hecho fui de los primeros que escribió sobre Borges,
sobre García Márquez. Creo que hay grandes poetas
como Szymborska. Pero es difícil sorprenderse. Hay tanta literatura
y tan rica, que uno lo que siente es no tener más tiempo. Lo difícil es
a veces elegir entre tanta literatura.

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