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Curso: 1°
Cuando hablamos de las relaciones entre educación y cultura nos situamos ciertamente
frente a un debate permanente y una problemática histórica en probablemente el resto
del mundo. En este debate, nuestra posición desde las ideas, las políticas y las prácticas
vendrá condicionada por la relación que establezcamos entre, justamente, los tres
conceptos que articulan este monográfico: la verdad, la ética y la estética.
En todo entorno de aprendizaje hay una cultura predominante que influye sobre todos
los otros componentes del entorno. En la mayoría de los entornos de aprendizaje, la
cultura se toma por sentado o puede estar más allá de la conciencia de los alumnos y
aún de los profesores. Intentaré demostrar por qué los profesores, instructores y
maestros deberían prestar especial atención a los factores culturales, de modo de tomar
decisiones consientes sobre cómo implementar los diferentes componentes de un
entorno de aprendizaje. Aunque el concepto de cultura pueda ser un poco abstracto en
este punto, veremos que es muy importante para el diseño de un entorno eficaz de
aprendizaje online.
En cada entorno de aprendizaje, sin embargo, habrá elementos culturales que dominan
los otros componentes del entorno. Por este motivo, he considerado que la cultura es el
soporte para todos los otros componentes de un entorno de aprendizaje como en la
figura a continuación.
OBJETIVOS DE LA INVESTIGACION
OBJETIVO GENERAL
OBJETIVOS ESPECIFICOS
1. ¿QUÉ ES LA CULTURA?
Para Grimson (2008) el primer concepto de cultura surgió para oponerse a la idea de
que hay gente con “cultura” e “incultos”, los que tienen esa “Alta Cultura” que define
un grupo en concreto – minoría por cierto – de la gran masa “sin cultura” – ni media ni
baja –. Pues debemos recordar que en el siglo XVIII estamos ante la visión de que una
persona “culta”, es una persona leída, sensible a las artes – ópera, teatro –, con ciertas
costumbres que le identifican con un grupo pudiente.
Si bien Tylor (Grimson, 2008) en 1871 planteó un concepto de cultura asociado a todo
aquel conocimientos, tradición, costumbre y hábito inherente a la persona dentro de una
sociedad, al ser perteneciente de esta.
Grimson (2008) prosigue en incluir, por ende, todas las actividades y pensamientos
humanos dentro de la susodicha cultura. Poniendo el relieve en que hay diferentes y
múltiples culturas siendo el denominador común que la humanidad es un ente cultural.
De hecho, a partir de Boas (Harris, 2011) nos encontramos con el relativismo cultural
que permitió abordar el estudio de las diferentes culturas evitando un enfoque
etnocéntrico, haciendo hincapié en la evolución particular de cada sociedad; igualando
las culturas al ponerlas en el mismo nivel de complejidad, sin inferiores ni superiores.
Según nos dice Wright (2004) es una de las palabras más complicadas del idioma inglés
– y aquí por extensión podemos añadir del castellano, catalán… - detallando que en los
años 50, Kroeber y Kluckhohn habían encontrado alrededor de 164 definiciones para
“Cultura”. Relevante por sí mismo.
2. CULTURA Y EDUCACION
La cultura escolar la forman las creencias, percepciones, actitudes y reglas que influyen
en todos los aspectos de una escuela. Sin embargo, la importancia de la cultura escolar
va más allá de las reglas y actitudes, incluye la diversidad estudiantil, su bienestar e
incluso el orden dentro de las aulas y áreas comunes.
La cultura es fundamental para la tarea educativa, porque ella es una meta, una
condición para nuestro desarrollo y uno de sus factores primordiales. Pensar que la
finalidad del proceso político y económico de nuestras naciones está en la economía
misma es ver las cosas con miopía.
El desarrollo con la finalidad de más desarrollo no es otra cosa que un círculo vicioso,
que en su descuido atenta en contra de los valores más preciados del ser humano.
Mientras más culta es una sociedad, más firmes son sus principios democráticos.
Muchas veces se dice que el asentamiento de los valores en un país depende de su
proceso educativo. Pero, ¿de qué educación se trata? ¿En qué se educa? ¿Hacia qué se
educa? ¿Cuáles son los contenidos valóricos que se transmiten a través del proceso
educativo?
La respuesta a una buena parte de estas preguntas, es la cultura, que proporciona en gran
medida los contenidos de la educación, esos que no son meros conocimientos ni puro
adiestramiento en técnicas y habilidades, sino esos que llevan dentro de sí valores,
hábitos y costumbres; las metas de una sociedad.
3. TRANSMISION DE LA CULTURA
Desde el inicio de las civilizaciones, así, el centro del propósito educativo va a ser el de
la transmisión de la cultura: garantizar que esta no se disperse u olvide y que las nuevas
generaciones se integren de manera efectiva a la estructura establecida y mantenida por
las generaciones anteriores.
Preguntas alrededor de qué es lo que interesa para poderse desarrollar –de la mano de
cuál es el concepto de desarrollo que se tenga–, qué valores interesa transmitir a las
nuevas generaciones para conservar la cultura, así como qué herramientas o
instrumentos deben brindarse para que la sociedad funcione de acuerdo a la visión
establecida, son algunas de las que llevan a definir un programa educativo. Y es así
como ha funcionado a lo largo de la historia occidental, sobretodo a partir del siglo XVI
o la modernidad.
Podemos decir que la educación es el resultado de tres aspectos de la evolución histórica
que se alimentan entre sí: el fondo cultural y social, las teorías filosóficas y
pedagógicas, y la efectividad de la práctica educativa. El propósito definitivo de la
educación, lógicamente, ha ido cambiando en la historia, pues los tres aspectos
mencionados no son permanentes ni compartidos por la gran diversidad de culturas que
las sociedades han conformado. Las preguntas que las sociedades se hacen en los
distintos puntos de la historia modifican lo que se busca y lo que se considera
importante de transmitir. Entender cómo ese propósito ha cambiado nos puede ayudar a
comprender mejor el proceso educativo por un lado, y a través del proceso educativo de
cada época, comprender a la sociedad que lo desarrolló.
La educación, como otras disciplinas que de esta se irán desplegando, es una manera de
entender el mundo. La disciplina interpreta y de-codifica el mundo a su modo a la vez
que es un reflejo de las preocupaciones y la visión del momento histórico. Tiene el reto
de estar a la altura de su tiempo y de saber dar respuestas a los retos que a continuación
se presentan.
Cada cultura se caracteriza por creencias, costumbres y artefactos específicos que hacen
que la vida dentro de esta sea eficiente para sus integrantes y que dicho grupo humano
pueda sobrevivir. Lo mismo aplica para culturas consideradas por la lente occidental
como menos civilizadas. La única diferencia está en las distinciones en los modos de
vivir y el contenido de las creencias. Los modos de vida incluyen técnicas y
comportamientos definidos por normas justificadas en las creencias mismas. Sin
embargo todos esos elementos no son innatos a los seres humanos como su potencial
cognitivo, por lo que deben aprenderse.
Desde el inicio de las civilizaciones, así, el centro del propósito educativo va a ser el de
la transmisión de la cultura: garantizar que esta no se disperse u olvide y que las nuevas
generaciones se integren de manera efectiva a la estructura establecida y mantenida por
las generaciones anteriores. En ese sentido podemos decir que a lo largo de la historia la
educación ha consistido primordialmente en un proceso de adiestramiento para que los
nuevos integrantes de un grupo social alcancen un grado esperado. Pero la educación
presenta dos retos: el de conservar y transmitir los elementos culturales reconocidos
como válidos e indispensables, y a la vez renovarlos y corregirlos continuamente, dando
paso al desarrollo o progreso.
Con el avance de la historia y el camino hacia el llamado progreso, la educación fue
adquiriendo dos caracteres: la educación cultural, por un lado, que transmite los saberes
ligados a las creencias, los valores y las costumbres sociales; y la educación
institucional, que busca trasmitir las técnicas requeridas por la sociedad (occidental). En
sociedades no occidentales, a la educación se le adjudica un carácter sacro. En ese
sentido resulta de gran interés analizar las culturas y los momentos históricos a través de
la forma y el contenido de lo que se enseña.
Es por ello que en la época moderna el problema de la educación se enfrentó más que
todo al reto de ser un generador de progreso. Nuevos valores y posturas buscaron definir
una nueva cultura, de la mano de una nueva política y una nueva epistemología. Sin
embargo, en una sociedad como la nuestra este reto sería aún más complejo pues el
concepto de progreso, un concepto importado, no respondía tan claramente a nuestro
contexto y a nuestras necesidades. Educar para el progreso significó por lo tanto un
proceso contradictorio de experimentación.
La llegada a Hispanoamérica de las ideas progresistas de la Ilustración se enfrentó a un
ambiente donde la filosofía aristotélica-tomista aún tenía un papel importante a las
nuevas ciencias y por lo tanto fue muy difícil que dichas ideas se hicieran espacio,
creando al inicio una combinación de escolasticismo, racionalismo y empirismo en los
discursos para dar paso poco después a la edad de oro de la universidad
hispanoamericana. Una edad de oro en la que la profesionalización docente quedó
pendiente, imperando la improvisación y siendo las técnicas didácticas dominantes la
repetición, la memorización y el verbalismo, junto a un sistema que enfatizaba el
deletreo, la recitación y la copia. La ausencia de autonomía intelectual se profundizaba
con el uso de castigos y estímulos que se limitaban a la emulación. La Ilustración hizo
así su intento pero entre la resistencia de las poblaciones que luchaban por conservar su
cultura y el interés de las esferas de poder de no darle acceso a todos a la instrucción
constituyeron límites para dicha empresa. Por otro lado, el papel de la educación en la
introducción de nuevas creencias políticas, nuevos valores y nuevas necesidades
significaba una ruptura radical con el orden anterior, que se había mantenido por
trecientos años sin mayor cambio, enfrentándose a una sociedad fundamentada en los
valores religiosos del medioevo. Esto dio lugar a momentos de tensión entre gobiernos
liberales y la sociedad conservadora o entre políticas conservadoras y la influencia de
ideas modernas pero más que todo a un sistema educativo, desde el inicio,
prácticamente caduco.
4. ENCULTURACION
El término enculturación proviene del inglés enculturation y fue utilizado por primera
vez en 1948 por el antropólogo Melville Herskovits.
Lo esperado es que los individuos asimilen las normas y las pongan en práctica. Y que
una vez aprendidas, sean ellos quienes las transmitan a otros integrantes del grupo social
en el que se desenvuelven.
Sin embargo, aunque la intención de los procesos de enculturación sea establecer reglas
que sobrevivan a través del tiempo, la realidad es que cada generación introduce aportes
de acuerdo al contexto histórico, político, económico, social y cultural que le toca vivir.
5. SOCIALIZACION
Escuela. Es el agente de socialización con el que los individuos se relacionan a una edad
muy temprana. En este contexto la persona comienza a relacionarse con sus pares y
maestros, lo que implica conocer reglas, aceptar nuevas opiniones y normas de
convivencia. Además, la escuela contribuye al desarrollo cognitivo del niño y estimula
capacidades como el habla y la comunicación.
Amistad. Es el agente de socialización que puede darse a partir de la niñez o
adolescencia y a través de varias etapas de desarrollo de la persona. Las amistades
generan influencia en los individuos (que puede ser tanto negativa como positiva).
Socialización primaria. Es aquella que recibe el individuo durante los primeros años de
vida, en su niñez e infancia, al relacionarse con su entorno más cercano que, en la
mayoría de los casos, es la familia. El círculo familiar es fundamental en el infante tanto
para su desarrollo cognitivo y psíquico, como para su desenvolvimiento social.
6. CRIANZA INFANTIL
La crianza de los niños implica brindarles el soporte material y afectivo adecuado para
que puedan desarrollar plenamente sus capacidades. Los chicos necesitan un
acompañamiento por parte de los adultos para subsistir en la infancia y llegar a la
madurez de forma saludable y plena.
Es importante mencionar que no existe una única forma de crianza: puede ser permisiva,
autoritaria, democrática, etc. Hay padres, en este marco, que otorgan mucha libertad a
los niños, mientras que otros se decantan por la sobreprotección.
Como en cualquier otro tema relacionado con las emociones humanas, los extremos no
son saludables, aunque en un primer momento parezcan la opción más «justa». Por
cuestiones que hacen a nuestra propia naturaleza, nuestro organismo necesita muchos
años de desarrollo antes de alcanzar un estado de total autonomía en el cual pueda tomar
todas las decisiones concernientes con su seguridad y su crecimiento. Esto nos lleva a
pensar que una crianza basada en la total libertad puede resultar muy nociva para un
niño.
Claro que durante la etapa de desarrollo, en momentos muy puntuales, la libertad genera
una respuesta aparentemente positiva: ¿qué niño se opondría a decidir dónde irá de
vacaciones toda la familia o qué cosas comprar con el dinero que sus padres han
ahorrado todo el año? Seguro que la posibilidad de tomar estas y otras decisiones
dibujará una sonrisa en su rostro, pero a medida que se acerque a su adultez,
comenzarán los problemas de adaptación a la sociedad, donde su influencia es ínfima en
comparación con la que tenía en su hogar.
Por otro lado, una crianza basada en la sobreprotección puede parecer opuesta a simple
vista pero las consecuencias no son tan diferentes. Durante el desarrollo de un niño,
tener a sus mayores siempre a su lado, acompañando cada uno de sus pasos y
advirtiéndole acerca de lo peligroso que es el mundo exterior puede resultarle
reconfortante; sin embargo, cuando finalmente le sueltan la mano y se ve solo frente al
resto de la sociedad, descubre que no tiene las herramientas necesarias para vivir por su
cuenta.
En los últimos años se produjo un auge de la llamada crianza con apego, que sostiene la
necesidad de establecer un vínculo emocional muy fuerte con el niño durante su
infancia para que el pequeño luego pueda desarrollar una personalidad independiente y
segura. La crianza con apego invita a fomentar el contacto materno todo el tiempo que
sea posible y a responder con sensibilidad a cada una de las necesidades del bebé.
7. ADQUISICION CULTURAL
Así, el sabor de la comida, el lenguaje y sus localismos típicos, las costumbres sociales
y familiares (el modo de comportarse), la religión, mitos…, desde la etapa de la niñez
los asimilamos paulatinamente pero para toda su vida.
Si por acaso sufrimos un evento anormal, el trauma que éste nos ocasiona perdurará por
mucho tiempo, aunque podemos superarlo.
El temor al insulto o a la humillación personal, hacer las cosas a tiempo, respetar los
compromisos, desear el prestigio y la perfección moral, son normas que generalmente
tratan de imponerse en la sociedad occidental. Y este cúmulo de normas, principios
morales, leyes y convecciones que hemos asimilado, constituyen el componente de la
personalidad conocido como “súper yo”. Cuando el “súper yo” ha sido aceptado a través
de una actitud emotiva compuesta de temor, respeto y amor, se dice que hemos
asimilado plenamente la cultura moral de su sociedad.
8. ACULTURACION
De esta manera y por diversas causas muchos individuos o grupos sociales han
modificado o adaptado diversos elementos culturales propios por otros, poniendo en
peligro de pérdida su cultura.
Por lo general, son adoptados los rasgos de las culturas dominantes sobre las más
débiles. Es decir, se imponen los cambios pero de manera asimétrica, porque aunque
puede existir un intercambio mutuo de culturas, una siempre va a sobresalir y dominar
en la otra.
Se puede apreciar como claros ejemplos de aculturación todos aquellos casos de pueblos
colonizados, en los cuales las costumbres externas fueron más dominantes y, en algunos
casos destructivas, sobre aquellas que modificaron o alteraron.
9. CEREMONIAS DE INICIACION
Los símbolos y los rituales han sido temas centrales para la Antropología desde
mediados del siglo XIX, a fin de comprender las culturas, las religiones y el orden
social. Robertson Smith (1969) estableció dos niveles para analizar los rituales en las
religiones, el nivel de las creencias y el nivel de la conducta. Fue, sin embargo, Frazer
(1992) quien definió a los ritos de iniciación como “ritos de pubertad” y abordó las
ceremonias de admisión en las sociedades y cultos secretos. Por su parte, Durkheim
(1982) se interesó por las relaciones entre el ritual y la sociedad, señalando una
distinción entre las creencias y los ritos, en tanto las primeras consistían en estados de
opinión y en simbolismos, mientras que los segundos constituían modos de actuación.
Durkheim (1982:38) señala que los ritos son representaciones que expresan realidades
colectivas, modos de actuar que nacen al interior de grupos destinados a suscitar, a
mantener o a renovar ciertos estados mentales. Más allá de la influencia de Durkheim
(1982) y Frazer (1992) sobre estos temas, las tesis más conocidas sobre rituales fueron
elaboradas por Van Gennep (1986) y Turner (1980, 1988).
De acuerdo con Turner (1980), los “ritos de paso” indican y establecen transiciones
entre estados distintos, es decir, entre situaciones relativamente estables y fijas,
incluyendo en ello constantes sociales como el status legal, la profesión, el oficio, el
rango y el grado. Para este autor, la “transición” es un proceso, un “llegar a ser” y, en el
caso de los ritos de paso, constituye incluso una transformación. El término “rito”
resulta más adecuado cuando se lo aplica a formas de la conducta religiosa asociadas a
“transiciones sociales”, mientras que el término “ceremonia” tiene un sentido más
ajustado a conductas religiosas asociadas a “estados sociales” y en las que las
instituciones político-legales tienen una mayor importancia. Por ello, para Turner (1980)
el ritual es transformatorio mientras que la ceremonia es confirmatoria.
Para Van Gennep (1986), los ritos de paso acompañan a cualquier tipo de cambio de
lugar, de posición social, de estado o de edad. No se encuentran, sociológicamente
hablando, restringidos a cambios entre status adscritos. Además, se usan para marcar el
acceso a un nuevo estado adquirido, tanto si se trata de una posición política, de la
pertenencia a un club o a una sociedad secreta. Los ritos de paso pueden servir para
marcar la admisión de una persona en un determinado grupo religioso, que no abarca al
conjunto de la sociedad o para cualificar a alguien en el desempeño de los deberes de un
culto y pueden escalonarse en una serie de ritos graduados.
Para Van Gennep (1986), los ritos de paso incluyen tres fases: “separación”, “margen” o
“liminalidad” y “agregación”. La primera fase supone una conducta simbólica que
signifique la separación del grupo o del individuo de su anterior situación dentro de una
estructura social o de un conjunto de condiciones culturales o estado. Durante el período
liminal, segunda fase, el estado del “sujeto del rito” o “pasajero”, es ambiguo, puesto
que atraviesa un espacio en el que encuentra muy pocos atributos del estado pasado y
del venidero. En la tercera fase, el paso ya se ha consumado. El “sujeto del rito”,
individual o colectivo, alcanza un nuevo estado a través del rito. En virtud de ello, el
sujeto adquiere derechos y obligaciones de tipo estructural y claramente definidos,
esperando que se comporte de acuerdo con ciertas normas y patrones éticos.
Por su parte, Bourdieu (1993) denomina a los ritos de paso como ritos de consagración
o de legitimación, enfatizando la separación que se produce entre quienes participan del
ritual y aquellos que nunca lo harán. En este sentido, la función esencial del rito es
“instituir una diferencia duradera entre aquellos a los que atañe el rito y a los que no les
atañe” (Bourdieu 1993:113).
Finalmente, se incluye una definición geertziana de símbolo entendido como cualquier
“objeto, acto, hecho, cualidad o relación” (Geertz 2006:90) que sirve para vehiculizar
ideas y significarlas. Así, los símbolos constituyen objetos que representan o recuerdan
algo, ya sea por la posesión de cualidades análogas o por asociación de hecho o de
pensamiento. Entre los distintos símbolos observados en los grupos scouts, se analizarán
objetos, insignias, actividades, ceremonias y ritos que constituyen la unidad última de la
estructura específica en el contexto ritual (Turner 1980).
El presente artículo aborda el origen, los valores y las creencias de los miembros del
escultismo católico argentino e indaga en los principales símbolos, ceremonias de
ingreso y ritos de paso presentes en las ramas etarias de SAAC. Estos elementos
constituyen marcos para interpretar hechos sociales significativos para los/las miembros
del movimiento y para orientar sus acciones.
10.ENSEÑANZA
Pueden ser mencionadas otras instituciones, como religiosas o clubes y también fuera de
las mismas, sea en familia, actividades culturales, con amigos etc. En estos últimos
casos la enseñanza deja de ser estrictamente planificada, para tomar una forma mucho
más improvisada. Sin embargo, esto no significa que no puede tener efectos
trascendentales sobre aquella persona que reciba las enseñanzas.
La enseñanza implica la interacción de tres elementos: el profesor, docente o maestro; el
alumno o estudiante; y el objeto de conocimiento. La tradición enciclopedista supone
que el profesor es la fuente del conocimiento y el alumno, un simple receptor ilimitado
del mismo. Bajo esta concepción, el proceso de enseñanza es la transmisión de
conocimientos del docente hacia el estudiante, a través de diversos medios y técnicas.
11.TRANSCULTURACIÓN:
12.ADAPTACIÓN SOCIOCULTURAL
A pesar de que la palabra “cultura” tiene una presencia común y usual en el lenguaje
diario de las personas, a veces resulta complicada su definición y delimitación. Barrera
(2013) dice que es un término en sí mismo extraño, distante a la vez que familiar, que
encierra en sí mismo aquello intangible que define al grupo. Se trata de un concepto
nebuloso, pues todas las definiciones comparten algún atributo, pero ninguna todos
(Páez, González, Aguilera & Zubieta, 2000). El término de “cultura” tiene varias
definiciones conceptuales a través de diferentes disciplinas, y dentro de cada una de
ellas desde distintos enfoques teóricos (Noriega, Carvajal & Grubits 2009), por ejemplo
desde la antropología se puede entender como las prácticas y significados asociados
a manifestaciones artísticas, cotidianas, tecnológicas y folklóricas, mientras que en
el cotidiano se le asocia con costumbres y creencias.
Autores como Octavio Paz (Prieto, 1984) la definen como un conjunto de actitudes,
creencias, valores, expresiones, gestos, hábitos, destrezas, bienes materiales, servicios y
modos de producción que caracterizan a un conjunto de una sociedad, es todo aquello
en lo que se cree. Por su parte, Eagleton (2001) comparte puntos de vista al decir que la
cultura es un conjunto de valores, costumbres, creencias y prácticas que constituyen la
forma de vida de un grupo específico, sin olvidar que se trata de un sistema de
información y significados que se transmite a través de las generaciones (Matsumoto &
Juang, 2007, en Frías, Díaz-Loving & Shaver, 2012). Noriega et al. (2009) dicen que
desde la perspectiva psicológica, la cultura describe la manera en la que la narrativa
biográfica adquiere sentido a través de las relaciones con colectivos e instituciones que
cuentan con un sistema de reglas y normas de inclusión y exclusión que en diferentes
épocas permiten, a través de diferentes valores, aumentar las posibilidades de
supervivencia y bienestar. A su vez, la cultura tiene como una de sus funciones
principales el prevenir el caos y mantener el orden social a través de directrices sobre el
pensar, sentir y actuar en un contexto social específico (Matsumoto el tal., 2008 en Frías
et al., 2012). Relacionado con esto, el contacto entre personas de culturas diversas se ha
convertido en un aspecto frecuente, pues en la actualidad los individuos de otras
culturas, con regularidad visitan otras naciones con distintas finalidades, tanto laborales,
de vacacionales, estudios y demás. Si bien las migraciones son fenómenos antiguos, se
han elevado exponencialmente en las últimas décadas debido a los avances tecnológicos
y de las comunicaciones (Castro & Lupano, 2013). Particularmente la globalización ha
favorecido el contacto entre diferentes culturas, pero también ha provocado el choque
entre distintos sistemas de valores, creencias y costumbres que genera situaciones de
confusión e incluso malestar en los individuos (Furnham & Bochner, 1986).
Berry (1997) propone que la adaptación está influenciada por la distancia cultural. A
su vez, otra serie de fenómenos relacionados a la cultura tienen importancia en este
proceso. De manera similar, algunos autores que han trabajado con el ajuste cultural
mencionan que los valores personales que se acercan a los valores de la nueva cultura
permiten y facilitan el proceso de aculturación (Caldwell- Harris & Ayçiçegi, 2006;
Fulmer, Gelfand, Kruglanski, Kim-Prieto, Diener, Pierro, Higgins, 2010; Ward &
Chang, 1997).
Los valores son elementos que han sido utilizados para examinar la variabilidad
cultural de un grupo o población (Gouveia, Milfont, Vione & Santos, 2015). Los valores
pueden comprenderse como categorías de orientación que son deseables, basados en
necesidades humanas y las condiciones previas para satisfacerlas, son adoptados por los
actores sociales y pueden variar en su magnitud y en sus elementos constitutivos
(Gouveia, 2003). Sin embargo mucha de esta investigación ha dejado de lado la
explicación de las funciones que cumplen en la vida de las personas, a pesar de que son
aspectos psicológicos de relevancia. A través de la literatura se han identificado dos de
ellas: 1) guían las acciones (tipo de orientación), y 2) representan las necesidades
humanas (el tipo de motivador) (Gouveia, 2003).
Como guías de la conducta, los valores pueden diferenciar tres tipos de orientación,
existiendo tres posibilidades: social (hacen énfasis en el grupo), central (mixtos) y
personal (énfasis en sí mismos); como representación de las necesidades pueden
clasificarse en dos: materialistas (pragmáticos, priorizan la supervivencia individual) o
humanitarios (idealistas, son inespecíficos y abstractos) (Gouveia, Santos, Milfont,
Fischer, Clemente & Espinosa, 2010).
13.PERSONALIDAD
La personalidad puede ser clasificada por las actitudes o por la parte subjetiva de la
salud mental del individuo, bien sea por el autoestima, el juicio que realiza el individuo
así propio, el bienestar que presenta, entre otros puntos.
Con respecto a este tema, a partir del siglo XX, la personalidad ha sido objeto de
estudio por los psicólogos.
Considerar que la cultura puede ser una buena o una mala influencia para un
entorno de aprendizaje, dependerá de si se comparten o se rechazan los valores y las
creencias de la cultura dominante.
Sin embargo, los resultados para la mayoría de los niños que asistían a esas
escuelas eran desastrosos, los responsables (el estado y la iglesia juntos) creían
realmente que estaban haciendo lo correcto. Aún se piensa en Canadá que se está
“haciendo lo correcto” con la educación aborigen, pero ninguna solución exitosa debe
tener en cuenta a las culturas aborígenes, ni tampoco a las culturas predominantes de la
cultura occidenteal.
La cultura en las instituciones de educación superior es tal vez más nebulosa, sin
embargo aún tiene una fuerte influencia, que difiere no sólo entre las instituciones sino
también entre los departamentos académicos de la misma institución.
BIBLIOGRAFIA