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Una virtud es una cualidad que permite a quien la posee tomar y llevar a

término las opiniones correctas en las situaciones más difíciles para su


vida
, pero la primera a la parte del alma que se ocupa de razonar, mientras que la
segunda a la

, pero es capaz de seguir a la razón.

Las virtudes intelectuales se dividen a su vez en dos tipos: las que son propias del
razonamiento teorético (esto es: dirigido al conocimiento) y las que lo son propias
del razonamiento práctico.

Cuando se habla de virtudes tales como el coraje y la templanza se está hablando


de virtudes del carácter.

Cuando se habla de virtudes tales como el coraje y la templanza se está hablando


de virtudes del carácter.

Las Virtudes

En el Bautismo Dios infunde en el alma, sin ningún mérito nuestro, las virtudes, que son
disposiciones habituales y firmes para hacer el bien. Las virtudes infusas son teologales y morales.
Las teologales tienen como objeto a Dios; las morales tienen como objeto los actos humanos
buenos. Las teologales son tres: fe, esperanza y caridad.

Las morales, que se llaman también virtudes humanas o cardinales, son cuatro: prudencia, justicia,
fortaleza y templanza.

Cuenta también el cristiano con los dones del Espíritu Santo, que facilitan el ejercicio más perfecto
de las virtudes.

Con relación a la virtud teologal de la caridad, o sea, del amor, hay que tener en cuenta que el
amor a Dios y el amor al prójimo son una misma y sola cosa de modo que uno depende del otro;
por esto, tanto podremos amar al prójimo cuanto amemos a Dios; y, a la vez, tanto amaremos al
Dios cuanto de verdad amemos al prójimo.

¿Qué es la virtud?

La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien.

¿Cuántas clases de virtudes hay?

Hay dos clases de virtudes: las virtudes teologales y las virtudes humanas o morales.

¿Cuántas son las virtudes teologales?

Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y caridad.

¿Qué es la fe?

La fe es la virtud teologal por la cual creemos en Dios, en todo lo que El nos ha revelado y que la
Santa Iglesia nos enseña como objeto de fe.

¿Qué es la esperanza?

La esperanza es la virtud teologal por la cual deseamos y esperamos de Dios, con una firme
confianza, la vida eterna y las gracias para merecerla, porque Dios nos lo ha prometido.

¿Qué es la caridad?

La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo
como a nosotros mismos por amor de Dios, con el amor filial y fraterno que Cristo nos ha
mandado.

¿Por qué debemos amar a Dios sobre todas las cosas?

Debemos amar a Dios sobre todas las cosas, porque sólo Dios es infinitamente amable y porque
nos ha creado para el Cielo.

¿Por qué debemos amar al prójimo?

Debemos amar al prójimo porque todos los hombres somos hermanos, hijos del mismo Padre
celestial, redimidos con la Sangre de Jesucristo y destinados a ir al Cielo.

¿Qué son las virtudes humanas?

Las virtudes humanas, llamadas también virtudes morales, son disposiciones estables del
entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían
nuestra conducta según la razón y la fe.

¿Cuántas son las virtudes humanas?


Las virtudes humanas o morales son muchas, pero pueden agruparse en torno a cuatro
principales, llamadas virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

¿Qué es la prudencia?

La prudencia es la virtud que dispone de razón práctica para discernir, en toda circunstancia,
nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.

¿Qué es la justicia?

La justicia es la virtud que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo
que les es debido.

¿Qué es la fortaleza?

La fortaleza es la virtud que asegura la firmes y la constancia en la práctica del bien, aun en las
dificultades.

¿Qué es la templanza?

La templanza es la virtud que modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la
moderación en el uso de los bienes creados.

Definición de los valores


Los valores son principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de
realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir,
apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro.
También son fuente de satisfacción y plenitud.

Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos.
Reflejan nuestros intereses, sentimientos y convicciones más importantes.
Los valores se refieren a necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones,
con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos
injustos la justicia sigue teniendo valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad.

Los valores valen por sí mismos. Son importantes por lo que son, lo que significan, y lo que
representan, y no por lo que se opine de ellos. Valores, actitudes y conductas están
estrechamente relacionados. Cuando hablamos de actitud nos referimos a la disposición de
actuar en cualquier momento, de acuerdo con nuestras creencias, sentimientos y valores.

Los valores se traducen en pensamientos, conceptos o ideas, pero lo que más apreciamos es
el comportamiento, lo que hacen las personas. Una persona valiosa es alguien que vive de
acuerdo con los valores en los que cree. Ella vale lo que valen sus valores y la manera
cómo los vive.

Pero los valores también son la base para vivir en comunidad y relacionarnos con las demás
personas. Permiten regular nuestra conducta para el bienestar colectivo y una convivencia
armoniosa.

Quizás por esta razón tenemos la tendencia a relacionarlos según reglas y normas de
comportamiento, pero en realidad son decisiones. Es decir, decidimos actuar de una manera
y no de otra con base en lo que es importante para nosotros como valor. Decidimos creer en
eso y estimarlo de manera especial.

Al llegar a una organización con valores ya definidos, de manera implícita asumimos


aceptarlos y ponerlos en práctica. Es lo que los demás miembros de la organización esperan
de nosotros.

En una organización los valores son el marco del comportamiento que deben tener sus
integrantes, y dependen de la naturaleza de la organización (su razón de ser); del propósito
para el cual fue creada (sus objetivos); y de su proyección en el futuro (su visión). Para ello,
deberían inspirar las actitudes y acciones necesarias para lograr sus objetivos.

Es decir, los valores organizacionales se deben reflejar especialmente en los detalles de lo


que hace diariamente la mayoría de los integrantes de la organización, más que en sus
enunciados generales.

¿Por qué se debilitan los valores?


Hay muchas razones, pero quiero destacar tres que constituyen una especie de círculo
vicioso de deterioro de valores.

1. Las necesidades pueden presionar más que los valores

Los valores en sí mismos no se deterioran. Lo que en realidad se debilita es nuestra propia


capacidad de creer en determinados principios y su pertinencia, como producto de la
presión que ejerce sobre nosotros el manejo de ciertas necesidades.

Esta realidad, a su vez, nos remite a valores básicos de subsistencia individual.

Por ejemplo, cuando irrespetamos “las colas” (en el tráfico o a la espera de ser atendidos)
es porque consideramos que nuestra necesidad individual tiene más valor que la de los
demás. Con en este tipo de consideración personal, pierde sentido la “honestidad” como un
valor que nos vincula con los demás.

Algo parecido ocurre en los colegios u organizaciones similares, cuando los maestros o
supervisores sienten que su necesidad de “controlar” a su grupo tiene más valor que el
“respeto” y la “dignidad” de los integrantes, y hacen uso de la “autoridad” para imponerles
orden. Seguro que no les va a resultar nada fácil obtener “respeto” como respuesta.

2. Es mucho más fácil transmitir otros valores

El verdadero significado de los valores en las organizaciones se basa en las acciones y


actitudes de sus integrantes, y nuestro comportamiento se traduce en los detalles de lo que
hacemos en el día a día: Imagine a un padre enseñado a su hijo la importancia de la verdad
o la responsabilidad. Un instante después, el hijo le dice al padre que lo llama por teléfono
un cobrador, y el padre le responde con naturalidad: “Dile que no estoy”.

Imagine algo que cada día sucede más en las empresas: No quitamos la vista de la
computadora mientras hablamos con compañeros de trabajo que “respetamos”, y decimos
cosas como: “No te estoy mirando, pero te estoy poniendo atención”.
3. Existe mucha presión social a favor de “anti-valores”

En una sociedad que sobre-estimula el consumo y la propiedad, los ciudadanos terminamos


siendo valorados más por lo que tenemos que por lo que somos como personas. En
consecuencia, la apariencia o el poder muchas veces se convierten en valores superiores a
la responsabilidad. Así terminamos proclamando que “el fin justifica los medios”.

En las organizaciones se necesita un poco más de humildad a la hora de hablar de


formación de valores o de exigirlos. Los valores están en los detalles de todos los
comportamientos de sus integrantes, y muchos de esos comportamientos son habituales y,
en ocasiones, inconscientes.

En este sentido, los valores pueden ser mucho más útiles como guías de acción para los
integrantes de un equipo de trabajo o de una familia, cuando se definen como
comportamientos deseados concretos.

algunos retos que plantean los valores

En primer lugar, los valores están íntimamente relacionados con nuestras emociones y
sentimientos. Por ejemplo, si valoramos la honestidad, nos molesta y nos hiere la
deshonestidad. Igual nos pasa con la sinceridad, el respeto, la responsabilidad o cualquier
otro valor.

Como todos sabemos, casi siempre resulta difícil explicar los sentimientos. En
consecuencia, como comunidad u organización también suele ser difícil ponernos de
acuerdo sobre el significado práctico de un valor.
En segundo lugar, cada quien tiene sus propias creencias, convicciones y principios de vida,
con su propia jerarquía.

Cada uno construye su propia escala de valores personales. Los aprendemos desde la
infancia y cada quien le otorga su propio sentido, de acuerdo con sus experiencias,
conocimientos previos y desarrollo como persona.

En tercer lugar, los valores pueden tener significados relativos, dependiendo de la posición
de la persona que lo pone en práctica.

Por ejemplo, ¿la honestidad justifica que una persona delate a alguien que le dio
información confidencial y privada? Sobre esta clase de dilema no es fácil llegar a un
consenso, lo que a su vez genera mucha polémica acerca de la universalidad de ciertos 
principios.

En cuarto lugar, los valores y su jerarquía varían con el tiempo. Surgen con un significado
especial y cambian a lo largo de la vida, porque están relacionados con los intereses y
necesidades individuales.

Cuando somos niños, en buena medida, nuestros valores son definidos por necesidades de
subsistencia y por la búsqueda de la aprobación de los padres. Durante la adolescencia nos
guían valores derivados de la necesidad de experimentación e independencia. Ya de adultos
nos planteamos otras prioridades.

Esto permite explicar los obstáculos que existen para llegar a acuerdos sobre principios y
creencias entre diferentes personas, en distintos momentos de la vida.

En quinto lugar, los valores están estrechamente relacionados con la moral y la ética.
Ambos son conceptos filosóficos densos y complejos, y es difícil ponernos de acuerdo
sobre sus significados prácticos.

Por esta razón, dentro de las organizaciones y comunidades tiende a difuminarse el sentido
y la utilidad de los principios que sirven para proporcionarles sentido de unidad.

Cuando hacemos “una lista de valores” en las organizaciones, generalmente se pone énfasis
en las definiciones teóricas. Logramos un consenso general sobre las ideas, pero sin
suficientes expresiones prácticas de las conductas que implican.

Tenemos el reto de traducir los valores en listas de comportamientos muy específicos,


relacionados con el día a día. De esta manera nutriremos mejor la relación entre los
miembros de nuestros equipos y lograremos mejor nuestros objetivos.

90 Virtudes y valores humanos imprescindibles, que los empresarios tienen que


conocer y practicar, para intentar tener éxito en los negocios: 
1. Abnegación. Se requiere hacer muchos sacrificios voluntarios o involuntarios,
incluso muchas veces hacerlos por altruismo. Lo contrario es comodidad.
2. Agradecimiento. Se debe sentir y mostrar gratitud por el trabajo que le hacen y por
los beneficios que recibe. Lo contrario es egoísmo.
3. Amabilidad. Tiene que ejercitar y comportarse siendo afable, complaciente y
afectuoso. Lo contrario es descortesía.
4. Aprender. Siempre tiene que estar dispuesto a seguir aprendiendo, en una
educación continua y escuchando todas las sugerencias que le hagan. Cuanto más
sepa, más prosperará. Lo contrario es mantenerse o aumentar la ignorancia.
5. Aprovechar. Tiene que saber aprovechar muy bien las oportunidades, su tiempo y
el de sus colaboradores, sacando el mejor provecho a los recursos humanos,
financieros y materiales. Lo contrario es derrochar.
6. Arrepentimiento. Tiene que saber arrepentirse, privada o públicamente de los
errores cometidos, bien sean propios o motivados por él. Lo contrario es el orgullo.
7. Autodisciplina. Junto con el autodominio, son dos de las virtudes más importantes,
para saber actuar sin dejarse llevar por los vicios contrarios, como son la pereza, la
holgazanería, etc. Lo contrario es el desorden.
8. Ayudar. Debe saber hacer el esfuerzo para cooperar, auxiliar o socorrer, cuando los
demás lo necesitan o incluso adelantándose. Lo contrario es negar, abandonar o
estorbar.
9. Bien común. Tiene que intentar que su empresa aporte algo positivo, para
mejorar la sociedad, bien sea en productos o servicios. Lo contrario, hará que
fácilmente caiga en el mal o en la indiferencia, hacia la sociedad.
10. Carácter. Le permitirá mantener que su si, es si, y que su no, es no, lo que le
distinguirá positivamente de los demás y lo transmitirá a sus productos, servicio y a
los demás. Lo contrario es flaqueza e ineficacia.
11. Coherencia.  Para mantener la buena relación de unas cosas con otras, en una
actitud lógica y consecuente, sabiendo distinguir entre lo importante y lo
urgente. Lo contrario es incongruencia y caos.
12. Colaboración. Dándola y pidiéndola para formar buenos equipos, que
naveguen todos y siempre en el mismo rumbo empresarial. Lo contrario es
individualismo y egoísmo.
13. Conciencia. Debe conocerse a si mismo, interna y externamente y reflexionar sobre
el bien y el mal de sus actividades. Lo contrario es insensibilidad.
14. Confianza. Teniéndola sobre si mismo y sobre lo que está haciendo, para que le
de fuerza el hacer las cosas. Los negocios deben hacerse, la mayoría de las
veces en función de la mutua desconfianza. Lo contrario es inseguridad.
15. Conocimiento. Es imprescindible e indispensable, estar al día a través de la
educación continua, de todo lo relacionado con el negocio. Activando el
entendimiento, la inteligencia y la razón natural. Lo contrario es ignorancia.
16. Constancia. Debe ser firme y perseverante en los objetivos, resoluciones y
propósitos acordados. Lo contrario es flaqueza e inestabilidad.
17. Control. Para los propios actos personales y los internos y externos del negocio,
desarrollado en todos los niveles, para evitar que las cosas se vayan de las manos.
Lo contrario es negligencia o descuido.
18. Cooperación. Es la base para formar equipos con el personal, proveedores y
clientes y conseguir los objetivos. Ofrecer antes de recibir. Lo contrario es egoísmo
e inhibición. 
19. Cortesía. Es una de las demostraciones de la buena educación, al manifestar
atención, respeto o afecto hacia otras personas, máxime cuando no se lo merecen.
Lo contrario es tosquedad y ordinariez.
20. Criterio. Una de las virtudes más difíciles de demostrar diariamente y en todos los
actos del negocio. Es la norma que con juicio y discernimiento, permite conocer la
verdad. Lo contrario es insensatez e inmadurez.
21. Decisión. Pero siempre acompañada del conocimiento. Acelerarse conduce a
errores. Apuntar bien, pero disparar cuando haya certidumbre. Lo contrario es
flaqueza y apatía.
22. Desprendimiento. Obrar con despego, largueza y desinterés por las cosas, aunque
suponga saber perder. Lo contrario es tacañería, avaricia y egoísmo.
23. Dialogar. Hablar y escuchar alternativamente como las personas de bien, las ideas
de cada uno, buscando la avenencia coherente. Lo contrario es falta de
comunicación.
24. Diligencia. Hacer las cosas bien con prontitud, cuidado y agilidad. No es
conveniente hacer las cosas mal, pero deprisa. Lo contrario es pereza.
25. Disciplina. Hacer las cosas siempre de acuerdo con el orden establecido. Es uno de
los principales cimientos, donde se asientan muchas de las otras virtudes y valores.
Lo contrario es desorden.
26. Discreción. Relacionada con la sensatez, la prudencia, y la reserva para formar
opiniones y tener mucho tacto al hablar u obrar. Lo contrario es imprudencia
pudiendo ser temeraria.
27. Educación.  Tanto en la formación profesional, como en la manera de de
comportarse con los colaboradores, proveedores, clientes y socialmente. Lo
contrario es grosería o zafiedad.
28. Ejemplo. Para que otros se sientan inclinados a imitar lo realizado, si es bueno y
honesto, o para que eviten caer en lo opuesto. Lo contrario es escándalo.
29. Entrega.  Hay que tener pasión sana, por lo que se hace o se quiere hacer, poniendo
mucha atención, interés y esfuerzo.  Lo contrario es pasar o abandonar.
30. Entusiasmo.  Hacer las cosas que admire o cautive, con exaltación y fogosidad de
ánimo, de forma fervorosa, que le mueva a favorecer los objetivos. Lo contrario es
apatía y desánimo.
31. Escuchar. Prestando atención a lo que le dicen intentando entenderlo.
Escuchar bien, suele ser mas difícil que hablar. Lo contrario es ignorar.
32. Esfuerzo. Es necesario aplicar toda la posible energía, vigor, ánimo y valor para
vencer las dificultades y conseguir lo propuesto. Lo contrario es dejadez o desistir.
33. Espíritu crítico. Las críticas principales tienen que llegar de la propia persona,
las del exterior puede que no le lleguen. Es bueno cuestionarse y cuestionar,
todas las acciones personales y las realizadas para el negocio. Lo contrario es
pusilanimidad.
34. Estudio. Hay que dedicar muchas horas semanales a la formación y a la
educación continua, para estar al tanto de lo que hay y de lo que se avecina. Lo
contrario es descuidarse o abandonarse.
35. Examen interno. Hacerlo con un sistema, que no deje resquicios a los olvidos  o
a la pereza de enfrentarse a situaciones propias, por muy desagradables que
sean. Lo contrario es irreflexión o despreocupación.
36. Ética. Las acciones, productos y servicios si son hechos bajo esta premisa moral,
siempre darán buenos frutos. Donde falta la ética entran los problemas. La ética
siempre paga buenos dividendos, Lo contrario es Corrupción.
37. Familia. El principal objetivo de un negocio es la mejora de la familia, por lo que
no puede ser un obstáculo, para que la familia se destruya. Hay que equilibrar muy
bien el negocio con la familia. Lo contrario es abandono familiar.
38. Fidelidad. Es muy importante ser leales con las personas e incluso con las empresas
relacionadas. La fidelidad también paga buenos dividendos. Lo contrario es
deslealtad o traición.
39. Formación. Juntamente con el estudio y la educación, deben ser valores para tener
muy presentes, si se pretende que la empresa funcione y prospere. Lo contrario es
ignorancia.
40. Fortaleza. Esta virtud humana sirve para que con la fuerza y vigor que
produce, poder vencer el temor y saber huir de las malas tentaciones morales y
profesionales. Lo contrario es debilidad o flaqueza.
41. Generosidad. Tiene que ir con largueza delante o al lado de la caridad, nunca
detrás, pues se antepone a la utilidad y al interés. Lo contrario es tacañería,
mezquindad o egoísmo.
42. Gratitud. Dicen que ser agradecidos es de bien nacidos, pero hay que
demostrarlo y comunicarlo. Si es posible, devolver a otros los beneficios que
gratuitamente hemos recibido. Lo contrario es deslealtad.
43. Honestidad. La forma de hacer negocios, que estén relacionados con la
honradez, el recato, la justicia, la razonabilidad, la rectitud y la decencia. Lo
contrario es inmoralidad, maldad o desvergüenza.
44. Honor. Mantenido en la palabra dada y en la reputación, para cumplir con los
compromisos y deberes del prójimo y de uno mismo. Lo contrario es vileza, bajeza
o indecencia.
45. Honradez. Tanto en el trabajo realizado, en el precio y plazo acordado, en los
salarios pagados y en el beneficio obtenido. Lo contrario es inmoralidad o
deshonra.
46. Humildad. Para conocer las propias limitaciones y debilidades y obrar en
consecuencia, sin que sea falsamente, para no engañar a los empleados, clientes y
proveedores. Lo contrario es soberbia, altanería u orgullo.
47. Imagen. Tratar de mantenerla buena, ante la sociedad que le rodea, en el aspecto
personal, familiar, social y profesional. Lo contrario es abandono o dejación.
48. Justicia. Dando a cada uno lo que le corresponde o pertenece, en función de su
derecho, la equidad o la razón. Lo contrario es parcialidad o arbitrariedad.
49. Lealtad. Soportada en la fidelidad, en el honor, en la hombría de bien, en el
amor, en la legalidad, en la verdad y en la gratitud. Lo contrario es traición,
hostilidad o animosidad.
50. Liderazgo. Demostrándolo continuamente, para dar ejemplo y arrastrar hacia otras
virtudes y valores humanos a los colaboradores, clientes, proveedores y a la
sociedad. Lo contrario es subordinación, sumisión o dependencia.
51. Madurez. Demostrando continuamente la plenitud vital indispensable, sensatez,
buen juicio y prudencia. Lo contrario es inexperiencia.
52. Moderación. Haciendo que las palabras y las acciones sean con cordura, discreción
y templanza. Lo contrario es desenfreno, abuso o exceso.
53. Obediencia. Practicándola por jerarquía, cortesía o reconocimiento, sin que
suponga sometimiento. Lo contrario es indisciplina.
54. Objeción de conciencia. Derecho irrenunciable que tienen todos los
empresarios, para no realizar negocios que vayan en contra de la moral, de la
ética, de las leyes o de las buenas costumbre. Lo contrario es aprobación o
conformidad.
55. Objetivos determinados. A los que deben ajustarse todas sus acciones, para evitar
distracciones o desviaciones no previstas. Lo contrario es irreflexión o ligereza.
56. Optimismo. Actitud y propósito para ver y juzgar con realismo las cosas en su
aspecto más agradable. Lo contrario es negativismo.
57. Orden. Haciendo primero lo primero, y en el lugar que a cada cosa le corresponde.
Pero sabiendo lo que se hace, se dicta, se obedece y se ejecuta. Lo contrario es
anarquía.
58. Paciencia. Teniendo que padecer o soportar algo sin alterarse, sabiendo esperar,
aunque sea pesado o minucioso. Lo contrario es atolondramiento.
59. Palabra de honor. Demostrando que el si es si y el no es no en las acciones,
testimonios, promesas u ofertas. Lo contrario es engañar o decepcionar.
60. Perdón. Sabiéndolo otorgar aunque duela, si previamente ha habido una
razonable petición e intención de restitución. Lo contrario es castigo, venganza
o represalia.
61. Perfección. Intentando continuamente hacer lo mejor posible las cosas, con
superación y eficacia. Algunas veces pudiera ser enemiga de lo mejor. Lo contrario
es fealdad o “yavalismo”
62. Perseverancia. Intentando mantenerse constante en una actitud u opinión que se ha
comenzado. Lo contrario es abandono o inconstancia.
63. Prever. Intentado ver con anticipación lo que posiblemente pueda suceder,
estudiando las señales, indicios, estadísticas, etc. y poder así tomar las
correspondientes medidas. Lo contrario es despreocupación o desconocimiento.
64. Prójimo. Considerando al colaborador, cliente y proveedor con  solidaridad
humana. El mercado es la suma de muchos prójimos, a los que hay que tratar como
si fuera uno mismo. Lo contrario es distante o desconocido.
65. Prudencia. Para discernir y distinguir lo que es bueno o malo, y así poder
seguirlo o huirlo. Está relacionada con la templanza, la cautela y la
moderación. Lo contrario es desenfreno.
66. Puntualidad. Teniendo en cuenta que el tiempo es oro, armonía familiar y social,
para uno mismo y para los demás. Nadie tiene derecho a robar impunemente el
tiempo ajeno. Lo contrario es informalidad, abuso, desconsideración.
67. Rectitud. Haciendo y diciendo las cosas con justicia, exactitud, razón, justificación
y conocimiento. Lo contrario es arbitrariedad, parcialidad o desequilibrio.
68. Reflexión. Para poder tomar más sabiamente las decisiones y para persuadir o
convencer a los colaboradores, clientes y proveedores. Lo contrario es negligencia.
69. Respeto. Haciendo todos los negocios y manteniendo las relaciones personales
con miramiento, consideración y deferencia. Lo contrario es insolencia o
descortesía.
70. Responsabilidad. Asumiéndola en las duras y en la maduras, principalmente
en las acciones realizadas voluntariamente, aunque hayan salido mal. Lo
contrario es inmadurez, imprudencia o insensatez.
71. Sabiduría. Intentando alcanzarla a través del estudio, que profundice en el
conocimiento necesario, lo que le permitirá realizar los negocios de forma prudente.
Lo contrario es ignorancia, desconocimiento o ineptitud.
72. Sacrificio. No huir de la abnegación que pueda suponer el esfuerzo que demanda el
negocio, incluso pensando en la recompensa por el trabajo bien hecho. Lo contrario
es comodidad.
73. Salud. Intentando mantenerse en perfectas condiciones físicas, mentales y
espirituales, para poder realizar con plenitud todas las tareas necesarias para el
negocio. Lo contrario es desarreglo, desorden o ruina.
74. Secreto. Sabiendo conservar, reservar y ocultar, cuidadosamente y con sigilo, los
conocimientos relacionados con el negocio. Lo contrario es imprudencia, descuido
o  locuacidad.
75. Sencillez. Intentar hacer los negocios de forma natural, sin ostentación, doblez, ni
engaños. Evitando la ostentación y los adornos. Lo contrario es soberbia o
exageración.
76. Sensatez. Haciendo las cosas con prudencia y buen juicio, siempre de acuerdo con
las normas, usos y costumbres del negocio, para no poner en riesgo el patrimonio, ni
a los empleados, proveedores y clientes. Lo contrario es irreflexión, dislate o
candor.
77. Seriedad. Demostrándola de forma real y sincera, en la forma de proceder en todas
las acciones del negocio, sin que haya engaños, burlas o dobleces. Lo contrario es
irresponsabilidad, ligereza o frivolidad.
78. Servicio. Entendiendo que es una de las características, que más aprecian los
empleados y clientes y que puede definir el ser o no ser del negocio. Lo contrario es
desamparo, desidia o indolencia.
79. Sinceridad. Expresándose con sencillez y verdad, sin fingir en lo que se dice o
se hace. La verdad hace libre al empresario, no las medio verdades o medio
mentiras. Lo contrario es hipocresía, doblez o malicia.
80. Solidaridad. Sabiendo aplicar esta variante de la caridad, en las inquietudes o
problemas de los empleados, clientes y proveedores. Hoy por ti, mañana por mí. Lo
contrario es egoísmo o indiferencia.
81. Sufrimiento. Llevando con paciencia, conformidad y tolerancia, los malos
momentos del negocio, pero sin desviarse por ellos de los objetivos propuestos,
pues siempre habrá momentos que hay que superar. Lo contrario es insolencia o
intransigencia.
82. Templanza. Moderando los apetitos y el mal uso de los sentidos, sujetándolos a
la razón con sobriedad y continencia. Lo contrario es desenfreno, exceso o
abuso.
83. Tiempo. Buscando un equilibrio entre el dedicado a la familia, al negocio, al
esparcimiento y a la formación profesional y religiosa. Todos tenemos 24 horas y
las podemos administrar. Lo contrario es descontrol o egoísmo.
84. Tolerancia. Respetando y sufriendo con paciencia las ideas, creencias u
opiniones de los empleados, aunque sean diferentes o contrarias a las propias.
Lo contrario es tiranía, intransigencia o terquedad.
85. Trabajo. Procurando dignificarlo religiosa y socialmente, en beneficio propio y de
los empleados. Lo contrario es holgazanear o vaguear.
86. Trato. Procurando el buen comportamiento con los empleados, clientes y
proveedores, demostrando una buena educación. Lo contrario es hostilidad o
brusquedad.
87. Valor. Demostrando mucha entereza de ánimo, para cumplir los deberes con los
empleados, clientes y proveedores, sin arredrarse por asumir los riesgos bien
estudiados. Lo contrario es cobardía, timidez o temor.
88. Verdad. Mantener siempre lo que se dice, siente o piensa, aunque cueste
disgustos. Lo contrario es mentira, falacia o engaño.
89. Vergüenza. Tener el pundonor de reconocer, interna o externamente por las faltas
cometidas, o por acciones  deshonrosas, propias o ajenas. Lo contrario es descaro,
impudor o cinismo.
90. Voluntad. Ejercitar el libre albedrío, para decidir la propia conducta, sin dejarse
presionar por las circunstancias o por terceros. Lo contrario es indiferencia,
debilidad o desgana.

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Diferencias Entre Virtudes Y Valores
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Enviado por daniela190609, mayo 2012 | 11 Páginas (2536 Palabras) | 175 Visitas

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DIFERENCIAS, SEMEJANZAS Y CLASIFICACION DE


VIRTUDES Y VALORES

Las virtudes nos llevan a la perfección, pues disponen todas nuestras potencias, todas
nuestras cualidades, nuestra personalidad entera, para estar en armonía con el plan de Dios;
orientan toda nuestra persona, no sólo nuestros actos, hacia el bien.

Los valores humanos son un bien que la inteligencia humana toma como tal. En sí mismos so
neutros, y dependen del uso que les demos. Puestos en práctica los valores nos hacen crecer
como personas.

Para entender mejor la diferencia entre valor y virtud analicemos cómo cambia un valor de
acuerdo con las circunstancias que lo rodean. Son diferentes:

* Una persona que cuida a su tía enferma porque quiere su herencia.


* Una persona que cuida a su tía enferma porque esta le cae muy bien.
* Una persona que siempre está dispuesta a cuidar a cualquier enfermo, aún sin conocerlo,
por amor a Dios al prójimo.
Aunque la acción es la misma en los tres casos, solamente la tercera es una virtud, por ser
habitual y permanente. En los otros dos casos la persona vive el valor del servicio. En el
tercero, la persona tiene la virtud del servicio.
Las habilidades están orientadas a “hacer el bien” algo específico. Nos hacen ser mejores en
algo, pero no mejores como personas.

CONCEPTOS

LA VIRTUD
Las virtudes con acciones que nacen del corazón y están orientadas directamente a un bien
espiritual. Estas nos hacen crecer como personas, a imagen de Dios.

Las virtudes están orientadas a cumplir el plan de Dios. Su fin es hacer siempre el bien,
independientemente de las circunstancias. Nos hacen crecer como personas, nos
perfeccionan, nos santifican y edifican la sociedad por ser algo habitual y permanente.
Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan la facultad del
hombre a la participación de la naturaleza divina.”

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