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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS CENTRALES “RÓMULO

GALLEGOS”

ÁREA DE CIENCIAS POLÍTICAS Y JURÍDICAS

PROGRAMA MUNICIPALIZADO EN FORMACIÓN DE DERECHO

UNIDAD CURRICULAR: TEORIA GENERAL DEL PROCESO.

TEMAS 16,17 Y 18.

FACILITADOR: PARTICIPANTES:
ABG. IVONNE BELISARIO. LIANNY GÓMEZ C.I: V- 21.337.789

3ER AÑO SECCIÓN 9

SAN JUAN DE LOS MORROS NOVIEMBRE DEL 2022.

ÍNDICE DE CONTENIDO.
pp.

PORTADA…………………………………………………………………………. 1

ÍNDICE DE CONTENIDO……………………………………………………….. 2

INTRODUCCION…………………………………………………………………. 4

LA PERENCION DE LA INSTANCIA…………………………………………… 6

CARACTERÍSTICAS DE LA PERENCIÓN…………………………………….. 10

ANALOGÍAS Y DIFERENCIAS……………………………………………....... 11

CRITERIOS PARA DECLARAR LA PERENCIÓN……………………………. 12

EFECTOS DE LA PERENCIÓN………………………………………………..... 14

LA SENTENCIA JUDICIAL Y SU FUNDAMENTO LEGAL……………………. 19

PARTES DE LA SENTENCIA…………………………………………………….. 19

CLASIFICACIÓN DE LAS SENTENCIAS………………………………………... 20

REQUISITOS DE FONDO DE LA SENTENCIA…………………………………. 22

VICIOS DE LA SENTENCIA……………………………………………………….. 23

REFORMA Y REVOCATORIA DE LA SENTENCIA……………………………… 23

DIFERIMIENTO DE LA SENTENCIA………………………………………………. 24

PUBLICIDAD DE LA SENTENCIA………………………………………………….. 24

LA COMPETENCIA SUBJETIVA……………………………………………………. 24

FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL………………………………………………… 25

COMPETENCIA SUBJETIVA Y DEBIDO PROCESO…………………………….. 25

COMPETENCIA SUBJETIVA Y LA GARANTÍA DEL JUEZ NATURAL………… 26

LA INHIBICIÓN……………………………………………………………………….. 26
CARACTERÍSTICAS…………………………………………………………………. 27

CAUSAS O MOTIVOS DE INHIBICIÓN…………………………………………… 28

EN ATENCIÓN A LA VINCULACIÓN SUBJETIVA………………………………. 29

EN ATENCIÓN A LA VINCULACIÓN OBJETIVA O DE INTERÉS…………….. 30

PROCEDIMIENTO………………………………………………………………….. 34

EL ALLANAMIENTO………………………………………………………………… 34

LA INCIDENCIA DE INHIBICIÓN…………………………………………………. 35

SANCIÓN DISCIPLINARIA………………………………………………………… 36

FORMA Y OPORTUNIDAD………………………………………………………… 38

LA INCIDENCIA DE LA RECUSACIÓN…………………………………………… 39

COSTAS Y SANCIONES……………………………………………………………. 40

DECISIÓN Y RÉGIMEN DE IMPUGNACIÓN…………………………………….. 42

MOTIVOS DE INADMISIBILIDAD DE LA RECUSACIÓN………………………. 42

CONCLUSIONES………………………………………………………………… 44

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS…………………………………………… 46

INTRODUCCION.
Tal como se ha venido estudiando a lo largo de la historia, la Teoría General
del Proceso puede considerarse como la base del Derecho procesal y estudia,
principalmente, las instituciones, principios y conceptos que les son comunes a
todo tipo de procesos. Aunque, en apariencia reciente, la Teoría General del
Proceso estudia las diferentes figuras procesales que se conformaron a partir del
derecho romano, canónico y germánico.

Ahora bien, dentro de dicha materia se observan temas de vital importancia


para la carrera de Derecho como por ejemplo, la perención, cabe destacar que
esta es considerada como la extinción del proceso por el transcurso de un año sin
haberse ejecutado ningún acto de procedimiento por las partes, es decir, que la
perención o caducidad de la instancia ha sido calificada como un modo anormal
de terminación de proceso que se produce cuando el mismo se ha paralizado
durante cierto tiempo, debido a que no se realizan actos procesales de parte. La
ley entonces autoriza que, transcurrido cierto término de inactividad, el juez la
declare de oficio o a petición de la parte interesada.

Otro punto resaltante en dicha materia, es todo lo referente a la sentencia


judicial, y es que la misma forma parte fundamental en el proceso judicial, ya que,
esta es considerada como aquel acto jurídico procesal que dirime un conflicto,
reconoce, declara o extingue una situación jurídica con implicaciones sociales
directas a través de un representante de un poder del Estado obligado a respetar
la legalidad, seguridad jurídica y los derechos fundamentales del hombre dentro
de un marco normativo establecido.

Concatenado con lo anterior, la sentencia no es un acto aislado, es la llave que


cierra el proceso, y este acto judicial esta sostenido y dirigido por una o varias
manos que conforman un tribunal único o colegiado, que debe elaborarse en
forma razonable y humana, cubriendo las lagunas y zonas grises de la ley,
convirtiendo con su accionar natural al que no puede negarse por mandato de la
misma ley a alegar ignorancia o dejadez para fallar, en un contrapoder útil a los
inevitables conflictos sociales propios de la materia laboral y los operadores de la
misma.
Por último, se abordara de forma extensa el concepto de la competencia
subjetiva, sus características, fundamentos, entre otros aspectos esenciales de
estudiar en esta materia, entendiendo así, que la competencia subjetiva consiste
en que el titular del Tribunal facultado para el conocimiento de determinado litigio,
ha de encontrarse en una situación propia de juicio, que permita proceder y juzgar
con serenidad, imparcialidad y completo desinterés, cumpliendo así su delicada
función de impartir justicia.

LA PERENCION DE LA INSTANCIA Y REQUISITOS PARA QUE ESTA OPERE.


A los fines de la mejor comprensión y ubicación del tema de la perención de la
instancia, es preciso tener en cuenta la naturaleza jurídica de dicha institución, así
mismo es necesario, como punto previo,  hacer referencia al carácter de la
perención en el Código de Procedimiento Civil de 1916, ya que como antecedente
histórico inmediato tiene un valor referencial importante y ayuda al entendimiento
pleno de la verdadera intención del legislar cuando estatuyó y reguló de mejor
manera la perención en el Código Procesal Civil  vigente.

El artículo 201 del Código derogado establecía que la  instancia se extinguía
por el transcurso de tres (3) años sin haberse ejecutado durante ellos ningún acto
de procedimiento.  Sin embargo, el mismo Código disponía que la perención aun
cuando se verificada de derecho, sin embargo, era renunciable. En efecto, el
artículo 203 así lo preveía cuando establecía que:

“La perención se verifica de derecho y cuando se quiera continuar la instancia,


quien pretenda aprovecharse de la perención debe proponerla expresamente
antes que cualquier otro medio de defensa, entendiéndose que la ha renunciado si
no lo hiciere así.”

Difiere respecto de lo antes señalado la concepción del Código de


Procedimiento Civil vigente, como veremos seguidamente, lo cual a su vez,
conduce a importantes diferencias y conclusiones.

En efecto, se trata la perención, sin duda alguna, de una institución netamente


procesal desde que  constituye uno de los medios de terminación del proceso
distintos a la sentencia. Sin embargo, a diferencia de otros medios  de terminación
unos bilaterales (transacción y desistimiento del procedimiento después de
contestada la demanda) otros unilaterales  (desistimiento de la acción)-, este no
está vinculado a la voluntad de las partes ni del Juez sino a condiciones objetivas
fundamentalmente fácticas que deben confluir a los fines de su materialización.

El artículo 267 del Código de Procedimiento Civil vigente al regular la perención


de la instancia lo hace en los siguientes términos: “Toda instancia  se extingue por
el transcurso de un año sin haberse ejecutado ningún acto de procedimiento por
las partes. La inactividad del Juez después de vista la causa, no producirá
perención….”

En concordancia con dicha norma, el artículo 269 eiusdem determina  que la


perención se verifica de derecho y no es renunciable por las partes. Puede
declararse de oficio por el Tribunal y la sentencia que la declare es apelable
libremente.

Tradicionalmente ha sido considerada la perención como un medio de


terminación del proceso bajo la presunción de abandono o pérdida de interés en el
juicio fundamentado en la falta de impulso procesal por parte de los sujetos de la
relación procesal al no instar el procedimiento, manteniéndolo paralizado por un
tiempo determinado por la ley.

En ese sentido, Rengel Romberg al definir la perención de la instancia señala


que es «la extinción del proceso por el transcurso de un año sin haberse ejecutado
ningún acto de procedimiento por las partes.»

Señala el eminente procesalista en referencia que para que la perención se


materialice  que la inactividad debe estar referida a las partes,  que «debiendo
realizar los actos de procedimiento no los realizan;  pero no del juez, porque si la
inactividad del juez pudiese producir la perención, ello equivaldría a dejar al
arbitrio de los  órganos del Estado la extinción del proceso. (Negrillas nuestras).

Citando el criterio de Chiovenda, resalta Rengel Romberg que el eximio


procesalista italiano considera que la actividad del juez «basta para mantener en
vida el proceso, pero su inactividad no basta para hacerlo desaparecer, cuando
durante su inactividad las partes no están obligadas a cumplir actos de desarrollo
del proceso.»

Desde el punto de vista de sus efectos, la perención de la instancia, produce a


tenor de lo dispuesto en el artículo 282 eiusdem,  la extinción del proceso,
aclarando el legislador que ello no impide proponer nuevamente la demanda, pero,
para ello existe una imposibilidad pro tempore, ya que el demandante no podrá
demandar en ningún caso,  antes de transcurrido el lapso de 90 días continuos
después de verificada la perención.

Otro aspecto a considerar es que la perención decretada en segunda instancia


produce que la sentencia apelada adquiera la firmeza de la cosa juzgada material
273 CPC, salvo en el caso de las sentencias que tienen consulta legal, ya que en
estos casos no hay lugar a la perención. Caso típico sería en materia de amparo
constitucional en donde la sentencia tiene ex lege, revisión de oficio por ante el
Tribunal Superior con independencia de que se proponga o no el recurso de
apelación. Una vez declarada con lugar la perención de la instancia no se
generarán  costas procesales (vid. 283 CPC).

De lo señalado puede concluirse que desde el punto de vista de la naturaleza


jurídica de la perención de la instancia esta ha sido reconocida como una
institución eminentemente sancionatoria desde que está predeterminada a la
extinción del proceso y a impedir además que pueda demandarse nuevamente
hasta que transcurra el lapso de 90 días.

Es de naturaleza irrenunciable por las partes, lo cual hace que ocurridos los
supuestos objetivos de procedencia, ella opere de pleno derecho sin que se pueda
convalidar por acto posterior alguno.

El juez puede decretarla de oficio, para lo cual sólo bastará que concurran las
circunstancias que rigen la materia.

Para que la perención se materialice que la inactividad debe estar referida a


las partes,  que debiendo realizar actos de procedimiento no los ejecutan.

No puede imputarse al juez el hecho objetivo que genera la perención, ya que


si la inactividad del juez pudiese producir la perención, ello equivaldría a dejar al
arbitrio de los órganos del Estado la extinción del proceso.

Para que la perención se materialice la inactividad debe estar referida a las


partes, que debiendo realizar los actos de procedimiento no los realizan, pero no
del juez, porque si la inactividad del juez pudiese producir la perención, ello
equivaldría a dejar al arbitrio de los órganos del Estado la extinción del proceso.

La actividad del Juez basta para mantener la vida del proceso, pero su
inactividad no basta para hacerlo desaparecer cuando durante su inactividad las
partes no están obligadas a cumplir actos de desarrollo del proceso, cabe destacar
que los orígenes de la perención de la instancia, algunos autores lo hacen
remontar al derecho antejustiniano, otros sostienen que tiene su fuente en el
antiguo derecho francés y otros en la célebre Constitución Properandum,
emanada de Justiniano en el año 530, que dispone: “no podrá prolongarse el juicio
por más de tres años, imponiendo al Juez la obligación de resolverlo en tal plazo,
y dictando normas para evitar los obstáculos que la parte pudiera oponer para
impedir la decisión”. (p.189)

Así mismo, para Romberg (1992), la perención de la instancia “es otra figura
afín que extingue el proceso, no ya por un acto de parte sino por la inactividad de
las partes prolongada por un cierto tiempo.” (p.370) es decir, la define como la
extinción de la demanda por la inacción de las partes durante el período
determinado por la ley, siendo que este lapso lo fija la Ley adjetiva en un año por
lo que un juicio que tenga más de un año inactivo, se extingue la instancia y por
ende se produce la perención.

Seguidamente, Pedro León Pineda citado por González (1989:p.85) agrega


otro aspecto en el concepto de perención: Ella supone la inactividad procesal
durante un largo espacio de tiempo y es, como han dicho algunos procesalistas,
una presunción de consentimiento de las partes de querer dejar las cosas en el
estado que ha alcanzado la relación jurídica procesal y muchos aspectos hasta sin
que se efectúe el acto trascendente del proceso que es la sentencia definitiva.
Borjas, citado por González (1989:p.85) establece que la perención “se basa en la
presunción de que los litigantes han querido abandonar la instancia.”
Devis (1985:p.584) la considera como “una sanción al litigante
moroso”, y responde a un principio de economía procesal y de certeza jurídica,
para impulsar la terminación de los pleitos.

Por su parte, Echandia (1985:p.584), establece que la perención es una


sanción al litigantes moroso y responde a un principio de economía procesal y de
certeza jurídica, para impulsar la terminación de los pleitos, razón por la cual se
aplica inclusive cuando se trate de menores e incapaces, y no obstante que el
Juez y su secretario tienen el deber de impulsar de oficio el trámite, por la cual el
segundo incurre en falta si deja el expediente en secretaría. La perención es la
extinción o anulación del procedimiento por falta de instancia o gestión del actor
durante un cierto tiempo prefijado por la ley (Ramírez y Garay, XXVIII, 161) Tanto
en los antiguos como en los modernos tiempos, ha sido reconocida la necesidad
de evitar que los litigios se prolonguen indefinidamente y que perdure así la
incertidumbre respecto del dominio y de los demás derechos que tiene el hombre
sobre las cosas.

Características de la perención.

Duque Corredor (2000:p.469), sintetiza la perención en las siguientes


características:

 Se produce ipso iure, es decir en pleno derecho por el vencimiento del


plazo de un año de inactividad procesal, salvo los casos de perenciones
breves y no desde el día que es declarada (artículo 269).
 Es irrenunciable por las partes, porque ocurre siempre una vez producida,
no puede eliminarse aunque antes de su declaración, las partes o el Juez
hayan realizado actos procesales. Ni las partes ni el Juez pueden
subsanarla.
 Es interrumpible, porque se detiene cuando las partes o el Juez realizan
actos de verdadero impulso procesal.
 Procede en contra de la Nación de los Estados, de las Municipalidades, de
los establecimientos públicos, de los menores y en contra de cualquiera
otra persona que no tenga la libre administración de sus bienes, de acuerdo
al artículo 268 del CPC. Ello porque su fundamento no es
la negligencia culpable, sino el hecho objetivo de la inactividad procesal.

Analogías y diferencias entre la Prescripción y la Perención.

La perención hoy día tiene por fundamento la presunción juris de que los
litigantes han querido dejar el juicio en el estado que tenía cuando cesaron de
activar su curso, renunciando, por implícito acuerdo, a la instancia en que ha
ocurrido la paralización.

Existen puntos de semejanza entre las dos instituciones así como


trascendentales diferencias en cuanto a su objeto y al modo de obrar, al tiempo
que requieren para consumarse y a las personas entre las cuales pueden hacerse
valer una y otra.

La perención puede cumplirse en cualquier estado y grado del procedimiento,


mientras la sentencia definitiva no haya sido dictada, la perención podrá
efectuarse en la Primera Instancia; pero después, ya no podrá sino en los
Tribunales Superiores o de apelación. Las sentencias definitivas son imperimibles,
porque los derechos que ellas declaran no pueden desvanecerse sino por el
medio de la prescripción; no así las interlocutorias, que pueden caer en perención
por la descontinuación de los actos procesales que de ellas emanen, salvo que
pertenezcan al rango de las interlocutorias con fuerza de definitivas. (Martínez,
1981: p.435)

La perención extingue únicamente la instancia; la prescripción cuando es


extintiva, recae sobre el derecho y destruye la acción que de él nace, aunque sólo
con relación a las cosas que son prescriptibles; al paso que, como toda instancia,
sin excepción, es perimible, la perención extingue aún aquellas referentes a
acciones que no pueden ser prescritas.

La perención es una institución de derecho adjetivo y la prescripción del


derecho sustantivo. Respecto a los lapsos la de una y la otra pueden ser
interrumpidos, pero únicamente los de la prescripción son susceptibles de
suspensión, paralizándose su curso por determinadas circunstancias, para
continuar corriendo una vez que ellas cesen. Así por ejemplo son imprescriptibles
los bienes que no están en el comercio, y por tanto los del dominio público, que
son inalienables, y no corre la prescripción contra los menores no emancipados, ni
contra los entredichos; en tanto que la instancia perime aun cuando las partes
sean la Nación, Los Estados o las Secciones de éstos, o bien menores y
cualesquiera otras personas que no tengan la libre administración de sus bienes, o
se trate de juicios referentes a bienes del dominio público.

Criterios para declarar la perención.

El Código de Procedimiento Civil, establece en su art. 267 el lapso de


perención a un año sin haberse ejecutado ningún acto de procedimiento por
las partes, acotando que la inactividad del Juez después de vista la causa no
producirá la perención.

Según Chiovenda (1922), el fundamento de la perención de la


instancia se apoya en dos distintos motivos: de un lado, la presunta intención
de las partes de abandonar el proceso que se muestra en la omisión de todo
acto de impulso; y de otro, el interés público de evitar la pendencia indefinida
de los procesos por el peligro que esto conlleva para el principio de la
seguridad jurídica.

En este sentido, para que se configure el supuesto o hipótesis cuya


materialización determina la aplicación de la perención ordinaria, conforme al
art. 267 del CPC, es preciso que la detención del proceso por el prescrito
lapso de un año sea el resultado de la abstención de actividad procesal de
litigantes. Por contraste, cuando la detención anual del proceso no esté
determinada por la inactividad de las partes, por no corresponderles a esta
actuación procesal alguna, sino que tal detención es consecuencia de la
omisión del órgano jurisdiccional, tal circunstancia en modo alguno aparejará
la perención anual u ordinaria.
Analizando esta materia, el comentarista Marcano Rodríguez, expresa
que la perención puede cumplirse en cualquier estado y grado del
procedimiento. Mientras la sentencia definitiva no haya sido dictada, la
perención podrá efectuarse en la Primera Instancia; pero después, ya no
podrá sino en los Tribunales Superiores o de apelación. Las sentencias definitivas
son imperimibles, porque los derechos que ellas declaran no
pueden desvanecerse sino por el medio de la prescripción; no así las
interlocutorias, que pueden caer en perención por la descontinuación de los
actos procesales que de ellas emanen, salvo que pertenezcan al rango de
las interlocutorias con fuerza de definitivas. (Martínez, 1981: p.435)

Respecto a lo que establece el art. 267, de la “inactividad del juez


después de vista la causa, no producirá perención”, es que la paralización o
detención del proceso, si bien per se, esto es, considerada aisladamente, no
constituye una causal suficiente de perención anual, no hay dudas de que si
es una condición necesaria para su determinación.

En sentencia del 28 de enero de 1983, se decreta la perención de la


instancia, por haber transcurrido más de tres años de inactividad procesal,
después de “Vistos”. Para la Sala, la perención no obedece al concepto de
sanción por la falta subjetiva de una o ambas partes en impulsar el proceso;
sino es un criterio objetivo, inspirado en la seguridad y certeza procesales,
para que no se eternicen los pleitos, por lo que el simple transcurso de un
trienio sin actividad alguna en el expediente, es suficiente para que la
perención se verifique de derecho, y puede proponerla expresamente
cualquiera de las partes que pretenda aprovecharse de ella.

Para el criterio objetivo, poco importa en qué etapa o grado del


proceso adviene la inactividad, ni si esta es de las partes o del órgano
jurisdiccional que no actúa durante el dicho trienio, y así la falta de actuación
del Tribunal sea la de no efectuar el alto procesal por excelencia que es
sentencia. La perención constituye un expediente práctico sancionatorio de la
conducta omisiva de las partes que propenden a garantizar el
desenvolvimiento del proceso hasta su meta natural que es la sentencia.

Efectos de la perención.

Considerando la perención de la instancia como una institución


procesal de carácter sancionatorio, genera efectos procesales y materiales de la
sentencia que la declara.

En relación con los efectos derivados de la declaratoria de perención, la norma


rectora de la materia es el artículo 270 del CPC, el cual, dispone:

“Artículo 270: La perención no impide que se vuelva a proponer la demanda, ni


extingue los efectos de las decisiones dictadas, ni las pruebas que resulten de los
autos; solamente extingue el proceso.

Cuando el juicio en que se verifique la perención se halle en apelación, la


sentencia apelada quedará con fuerza de cosa juzgada, salvo que se trate de
sentencias sujetas a consulta legal, en los cuales no habrá lugar a perención.”

Como la perención no tiene una función compositiva del litigio y es sólo un


modo de terminación del proceso, los efectos de las decisiones dictadas y las
pruebas que resulten de los autos solamente extingue el proceso, pero no
extingue la pretensión, ni destruye las decisiones dictadas, ni priva de su valor
jurídico a las pruebas recogidas, las cuales, individualmente consideradas, tendrán
valor en un proceso futuro que origine el nuevo ejercicio de la demanda.

De manera que al estudiar los efectos procesales de la declaratoria de la


perención de la instancia, estos se pueden concretar en los siguientes:

 Efectos procesales: La norma es clara al garantizar que la declaratoria de


perención de instancia no impide que se intente nuevamente la misma
pretensión entre las mismas partes. De allí que los efectos procesales de la
decisión que se pronuncia sobre la perención, se tengan como cosa
juzgada formal en los términos que lo establece el artículo 272 del CPC.
 Se establece como efecto la limitación de interponer una nueva demanda
fundada entre los mismos sujetos procesales, idéntico objeto y basada en el
mismo título jurídico, hasta tanto no hayan transcurrido 90 días continuos
contados a partir de la verificación de la perención de la instancia.
 Otro efecto procesal es el hecho de que las decisiones interlocutorias que
se hubieren dictado antes de verificada la perención, mantienen plenos
efectos al igual que las pruebas de autos.

En sentencia del 21 de mayo de 1986 (J.A. Tiles contra Licores Brunetti), la


decisión recurrida es una sentencia interlocutoria, pues la misma se contrae a
acordar la perención de la instancia, pero diferentemente a lo establecido por el
sentenciador, no se trata de una interlocutoria que no ponga fin al juicio, al
contrario, la misma pone fin al juicio e impide su continuación, ello en virtud de que
acordada la perención, el proceso no puede continuar.

 En el caso de las medidas preventivas en las causas perimidas, la Sala de


Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, mediante sentencia del 20
de diciembre de 2001, expresó:

De acuerdo con lo establecido en los artículos 585 y 588 del CPC, las medidas
cautelares son una garantía judicial que sólo puede ser decretada en un proceso
pendiente, pues su objeto es evitar que se haga ilusoria la ejecución del fallo de
mérito debido al carácter de instrumentalidad de las mismas. Esta característica
hace que las medidas cautelares sólo puedan decretarse cuando exista un juicio
en el que puedan surtir efectos, a fin de anticiparse y garantizar lo resuelto en la
sentencia definitiva, lo que es hipotético porque supone que lo dispuesto en el
referido fallo será a favor del que ampara la medida.

En sentencia N° 82 de fecha 19 de diciembre de 1991, sobre medidas


cautelares, expresa lo siguiente:

“...sobre este punto es oportuno establecer que cuando se declara perimida la


instancia o extinguido el proceso, conforme a los artículos 267 y 354 del Código de
Procedimiento Civil, o el demandante desiste voluntariamente de la demanda o el
proceso de acuerdo a los artículos 263 y 265 ejusdem, deben suspenderse los
efectos de las medidas preventivas decretadas por no existir pendencia de la litis.
En otras palabras, la perención pone fin al proceso, y la decisión que la declara
tiene carácter de sentencia definitiva, lo que implica que es apelable libremente e
incluso tiene casación de inmediato.

En consecuencia si el proceso se extingue, las medidas dictadas con ocasión de


ese proceso deben ser suspendidas, porque no puede existir una medida cautelar
sin proceso pendiente...”

Por tanto, la incidencia de medidas cautelares es accesoria del proceso


principal, aun cuando goza de autonomía en lo que se refiere a su tramitación, ya
que no suspende el curso de la demanda principal y el procedimiento se sigue
mediante cuaderno separado.

La instrumentalidad de las medidas cautelares conlleva, a su vez, el carácter


de provisoriedad de las mismas, de ello resulta que los efectos de las medidas
cautelares tiene relación directa y dependen de la vigencia del juicio principal,
pues si la causa se extingue, bien sea porque se declaró judicialmente la
perención de la instancia o porque el accionante desistió, las medidas decretadas
pierden su eficacia y desaparecen junto con el proceso incoado, al no poder
cumplir con su finalidad que es la de asegurar la ejecutoriedad de la sentencia
definitiva. (Cuenca, 2002:p.55)

Se establece también como efecto procesal derivado de la perención de la


instancia, la presunción de inexistencia de la citación del deudor por mandato del
ordinal 1°, artículo 1972 del Código Civil. En cuanto a las Costas como efecto
procesal del juicio, bajo el postulado del vencimiento total que es la tesis
imperante en el CPC, se establece con claridad una exención de condenatoria en
costas bajo el supuesto de que en verdad no ha ocurrido un vencimiento total, ya
que la presunción de abandono del juicio comprende a las partes en general,
quienes debiendo impulsar el proceso no lo hicieron de manera idónea y oportuna.
El artículo 283 del CPC así lo dispone de manera clara al señalar que “la
perención de la instancia no causará costas en ningún caso”. (Cuenca, 2002:p.57)
En sentencia del 18 de octubre de 1990, la Sala observa de la interpretación de
los artículos 283 y 281 del CPC, que indistintamente señalan que la perención de
instancia no causará costas en ningún caso y que debe condenarse en las costas
del Recurso a quien haya apelado de una sentencia que sea confirmada en todas
sus partes.

Por consiguiente, ante dos normas aparentemente antinómicas en el mismo


CPC, la Sala, en primer lugar, asienta que en materia de costas en general, por
imponer sanciones al litigante perdidoso, las normas que la rigen deben ser de
interpretación restrictiva y solamente aplicables a los distintos casos concretos y
específicos a los cuales se refiere cada una de ellas en particular.
Conforme a esta interpretación restrictiva, la eximente de costas contenida en el
artículo 283 del CPC, destinada a los casos de declaratoria de consumación de la
perención, es aplicable a todas las situaciones que en la materia puedan
presentarse, tanto por lo que respecta a declaratorias de perención en decisiones
de primera instancia, como las confirmatorias o no dictadas por la alzada, no sólo
por el amplio sentido gramatical empleado en la redacción de la norma, sino
porque el propio legislador, en esa disposición legal, no solamente se ocupó de no
hace discriminaciones entre las diversas situaciones por las cuales puede
declararse la consumación de la perención, sino que además, para que no hubiera
duda alguna, aclaró suficientemente que en “ningún caso” procedería tal
condenatoria.
Por tanto, la disposición especial del artículo 283, no cede en modo alguno
ante la disposición general de la condenatoria en costas del recurso, contenida en
el artículo 281 del CPC; antes bien, es aquella de preferente aplicación en la
materia de perención, por cuanto constituye la especialidad.

Efectos sustanciales: Al establecerse en el artículo 270 del CPC que cuando el


juicio se hallare en segunda instancia, el efecto que se derivará de la declaratoria
de perención será el carácter de cosa juzgada de la sentencia apelada, está
refiriéndose el legislador a la cosa juzgada material prevista en el artículo 273
ejusdem, que le reconoce a la sentencia el carácter y efectos de ley Inter Partes,
siendo vinculante en todo proceso futuro.

Este efecto sustancial abarca la relación subyacente entre las partes, al punto
de vincularlas con la severidad y eficacia de la cosa juzgada material, la cual
encuentra regulación en el ordinal 7°, del artículo 49 de la Constitución (1999)
“ninguna persona podrá ser sometida a juicio por los mismos hechos en virtud de
los cuales hubiese sido juzgada anteriormente”.

Se trata de la garantía del non bis in ídem que nos presenta como presunción
en la ley sustantiva ex artículo 1394 y ordinal 3ero, del artículo 1395 del Código
Civil según el cual:

Artículo 1394. Las presunciones son las consecuencias que la Ley o el Juez
sacan de un hecho conocido para establecer uno desconocido.

Artículo 1395. La presunción legal es la que una disposición especial de la Ley


atribuye a ciertos actos o a ciertos hechos. Tales son: ...Omissis...
3° La autoridad que da la Ley a la cosa juzgada... Estos efectos no se generan en
el caso de procedimientos que tienen establecido como regla de procedimiento,
consulta obligatoria de la sentencia dictada en primera instancia por ante el Juez
superior en grado, respecto de los cuales, se pude afirmar, no corre perención.
Es decir, la sentencia queda firme y con efecto de cosa juzgada y allí radica y
estriba la diferencia entre los efectos de la perención en la primera instancia que
sólo hace nulo el procedimiento, pero queda el mismo latente, se puede volver a
ejercer la acción, en tanto que en la segunda instancia; como el expediente se
encuentra en virtud de haber sido ejercido el recurso de apelación, queda con
fuerza de definitiva, toda vez que perime la apelación, la cual queda como no
efectuada. En este caso existe una sola excepción, la cual está contenida en el
mismo artículo, y se trata de las sentencias, que están sujetas a la consulta legal,
en las cuales no es procedente la perención. (Balzán, 1986)
Las sentencias sometidas a consulta no producen perención la inactividad
procesal en la Alzada, como lo dispone el último aparte del artículo 270 ejusdem,
en razón de que las sentencias consultables no son propiamente tales hasta tanto
no se completan con la sentencia de segundo grado. Por esta razón, la doctrina
las califica de sentencias sometidas a un estado de pendencia o intermedio, que
requiere un fallo ulterior para que se conviertan en una verdadera y propia
sentencia. (Rengel Romberg, citado por Duque Corredor, 2000:p.475)
LA SENTENCIA JUDICIAL Y SU FUNDAMENTO LEGAL.

La sentencia es un acto procesal exclusivo del Juez, quien estudia y analiza los
hechos narrados por la parte actora y los alegatos de la parte demandada,
subsumiendo dichos hechos a derecho. El Juez se encuentra amarrado al
principio dispositivo, ya que no puede ir más allá, es un «tema decidendum». El
Juez hace una creación de la sentencia. Se aplica el principio «Jura Novit Curia»
(el juez conoce el derecho) en la sentencia dictada por el Juez, por eso se dice
que la sentencia es una creación del Juez.

Es así, que la sentencia es definida como el acto por el cual el Juez cumple la
obligación jurisdiccional derivada de la acción y del derecho de contradicción de
resolver sobre las pretensiones del demandante y las excepciones de mérito o de
fondo del demandado.

PARTES DE LA SENTENCIA.

La sentencia consta de tres partes:

1. Parte narrativa: en esta parte se narran todos los hechos ocurridos en el


proceso, los alegatos sostenidos por el actor y la defensa contenida en los
alegatos del demandado, el señalamiento de las partes, el objeto de la
acción y de una manera general, todo cuanto haya ocurrido en el proceso.
2. Parte motiva: en esta parte el Juez valora los hechos con vista a las
probanzas traídas a los autos, a los fines de dictar la decisión pertinente. En
esta parte igualmente se mantienen los fundamentos de la decisión. En
esta parte se expresan los motivos que tuvo en Juez para dictar su
decisión, y así lo señala el Art. 243 CPC, al exigir que la sentencia contenga
los fundamentos en que se apoye.
3. Dispositiva o Resolutoria: esta parte es la que viene a definir el problema
que se discute y donde consta en verdad la decisión que declara sin lugar o
con lugar la demanda. El Art. 243 establece que esa decisión debe ser
expresa, es decir, formalmente manifestada; positiva, es decir que no esté
sujeta a condición ni modalidad de ninguna especie y precisa, que se
comprenda sin duda alguna.

CLASIFICACIÓN DE LAS SENTENCIAS.

La importancia de la clasificación de las sentencias radica en el hecho de


conocer si dicha sentencia tendrá o no apelación.

Clasificación de la Sentencia:

 Sentencias definitivas: las que resuelven el fondo del asunto, ponen fin al
juicio, el juez se pronuncia respecto del derecho sustantivo que se discute
en el proceso, haciendo de esta forma concreta la norma abstracta.
 Sentencias interlocutorias: Resuelven controversias, pero no ponen fin al
juicio ni tocan el fondo de éste, son de la naturaleza del juicio, y han de ser
resueltas en forma previa e incidental. Las sentencias interlocutorias no son
apelables, salvo aquellas que causen un gravamen irreparable en la
sentencia definitiva.
 Sentencias definitivas y definitivamente firmes:
 Sentencias definitivas: son aquellas que se pronuncian sobre el mérito de
la causa, tanto en primera como en segunda instancia y contra la cual cabe
ejercer los recursos ordinarios y extraordinarios que señala la ley.
 Sentencias definitivamente firmes: aquellas donde se ha agotado la
función jurisdiccional, y no cabe ejercer ninguna clase de recursos en su
contra.
 Sentencias absolutorias y condenatorias: esta clasificación está en
función de que sea favorable o no a las partes la decisión que se ha
dictado. En la primera el Juez declara sin lugar en todas sus partes y en la
segunda se la declara con lugar, por cuanto el Juez está obligado a
condenar en todo o en partes, conforme al Art. 243 y no puede absolver la
instancia.
 Sentencias constitutivas, declarativas y de condena:
 Sentencia constitutiva: en la sentencia constitutiva el Juez lo que hace es
reconocer un derecho en la persona que lo tenía, y es por eso que en esta
clase de sentencias el Juez lo que hace es reconocer un derecho abstracto
que tienen las partes. Ejemplo típico de estas sentencias son las de
divorcio.
 Sentencia declarativa: aquí la función jurisdiccional se agota con la simple
declaración de la existencia o no de un derecho subjetivo preexistente.
 Sentencias de condena: en estas sentencias el juez declara la existencia
del derecho y ordena el cumplimiento de una obligación.
 Sentencias de Primera y Segunda Instancia: En las primeras la decisión
la dicta por el Tribunal de la causa (Tribunal A-Quo) o sea el Tribunal ante
quien se intentó la acción; y en las segundas, la decisión la pronuncia el
Tribunal de Alzada, que conoce de la apelación que ha sido interpuesta por
la parte que ha sido perjudicada por el fallo o a quien no se ha concedido
todo cuanto ha sido pedido en el libelo de la demanda, Tribunal A-Quem.
 Sentencias de reposición: esta sentencia no se pronuncia sobre el fondo
del asunto de la cuestión debatida, sino que se pronuncia sobre los vicios
que afectan al proceso. El Art. 245 CPC hace referencia a este respecto al
Art. 209 CPC, en este sentido la nulidad de la sentencia definitiva dictada
por el Tribunal de la instancia inferior que se halle viciada por los defectos
que indica el Art 244 CPC, sólo pueden hacerse valer, mediante recurso de
apelación, acorde con las reglas propias de este medio de impugnación.

REQUISITOS DE FONDO DE LA SENTENCIA O INTRÍNSECOS.

Además de los seis requisitos de fondo que contempla el Art. 243 CPC, la
sentencia comporta un requisito más, que se refiere a las tres partes esenciales
que debe contener toda sentencia que son: a)la narrativa, b) Motiva y c)
Dispositiva.

En cuanto a la narrativa, ahora debe ser una síntesis clara, precisa y lacónica
de los términos en que ha quedado planteada la controversia, sin transcribir en
ella los actos del proceso que consta en autos. El texto legal dice así: «Toda
sentencia debe contener:

1. La indicación del Tribunal que la pronuncia.


2. La indicación de las partes y de sus apoderados.
3. Una síntesis clara, precisa y lacónica de los términos en que ha quedado
planteada la controversia, sin transcribir en ella los actos del proceso que
constan de autos.
4. Los motivos de hecho y de derecho de la decisión.
5. Decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida y
a las excepciones o defensas opuestas, sin que en ningún caso pueda
absolverse de la instancia.
6. La determinación de la cosa u objeto sobre que recaiga la decisión.

REQUISITOS DE FORMA DE LA SENTENCIA O EXTRÍNSECOS.

Los tribunales no podrán usar providencias vagas u oscuras en ningún caso, y


la sentencia debe expresar la fecha en que se haya dictado y se firmará por todos
los miembros del Tribunal, pero los que hayan disentido respecto de lo dispositivo
podrán salvar su voto, el cual se extenderá a continuación de la sentencia firmada
por todos (Art. 246 CPC). Si el fallo está formado por todos los jueces, y si falta la
firma de uno de ellos, el fallo no tiene carácter de tal.

La conferencia que tengan los Jueces para sentenciar y la redacción del fallo
se hará en privado (Art. 24 CPC)

De conformidad con lo dispuesto por el Art. 247 CPC «Las sentencias


definitivas se publicarán agregándose al expediente, en el cual se pondrá
constancia del día y la hora en que se haya hecho la publicación».

Según el Art. 248 CPC, de toda sentencia se dejará copia certificada en el


Tribunal que la haya pronunciado.
VICIOS DE LA SENTENCIA.

Los Arts. 243 y 244 CPC señalan los vicios en que el Juez puede incurrir, y por
ende dispone, que la decisión debe ser expresa, positiva y precisa. La decisión
debe ser con arreglo a las acciones intentadas y a las excepciones y defensas
opuestas, para evitar la indecisión, como es caso de que los Jueces absuelvan la
instancia, entendiéndose por absolver de la instancia en que el Juez declare que
no procede la demanda por falta de elementos probatorios, pero pudiéndose
intentar nuevamente y con posterioridad, y aun prosperar, si se trajeran esos
elementos probatorios. El Juez no declara con o sin lugar la demanda, no resuelve
la controversia y por consiguiente no cumple con su función de decidir.

También constituye un vicio de la sentencia:

 Que los términos del fallo sean contradictorios, de modo que no pueda
ejecutarse o no puede saberse que es lo decidido;
 Que el fallo sea condicional;
 Cuando tenga ultrapetita, es decir se dé más de lo que se pide; extrapetita;
cuando el juez decide sobre algo que no se le ha solicitado; minuspetita, el
juez decide menos de lo que se le ha solicitado , en este caso, no existe
vicio, sólo que el juez sólo dio la razón en parte;
 Carecer de parte motiva;
 El juez al dictar su fallo puede incurrir en dos tipos de errores: el error in
judicatum, que se da cuando el juez aplica mal una disposición de la ley
sustantiva; y el error in procedendo, se da cuando el juez aplica mal una
disposición de la ley adjetiva.

Todos estos vicios de la sentencia hacen que se considere viciado el fallo.

REFORMA Y REVOCATORIA DE LA SENTENCIA.

Las sentencias son invariables para el Tribunal que las dictó y por ello no
pueden ser revocadas ni reformadas por el tribunal que las dictó. Sin embargo a
esta regla se exceptúan las interlocutorias no sujetas a apelación, las cuales
pueden serlo a solicitud de parte o de oficio, siempre que no se haya dictado
sentencia definitiva. Sin embargo, el Tribunal podrá, a solicitud de parte, aclarar
los puntos dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de
referencias o de cálculos numéricos que aparecieren de manifiesto en la misma
sentencia, o dictar ampliaciones, dentro de tres días, después de dictada la
sentencia, con tal de que dichas aclaraciones y ampliaciones las solicite alguna de
las partes en el día de la publicación o en el siguiente. (Art. 252 CPC).

DIFERIMIENTO DE LA SENTENCIA.

El pronunciamiento de la sentencia no podrá diferirse sino por una sola vez, por
causa grave sobre la cual el Juez hará declaración expresa en el auto de
diferimiento, y por un plazo que no excederá de treinta días. La sentencia dictada
fuera del lapso de diferimiento deberá ser notificada a las partes sin lo cual no
correrá el lapso para interponer los recursos.

Presentados los informes, o cumplido que sea el auto para mejor proveer, o
pasado el término señalado para su cumplimiento, el Tribunal dictará su fallo
dentro de los sesenta días siguientes. Este término se dejará transcurrir
íntegramente a los efectos de la apelación. Los Jueces procurarán sentenciar las
causas en el orden de su antigüedad.

PUBLICIDAD DE LA SENTENCIA.

Las sentencias definitivas se publicarán agregándose al expediente, en el cual


se pondrá constancia del día y la hora en que se haya hecho la publicación.

LA COMPETENCIA SUBJETIVA.

La competencia subjetiva se refiere a la idoneidad o aptitud de una persona


para fungir de tercero imparcial en una contienda o en cualquier asunto que le
corresponda, por su oficio, tratar, conocer y decidir.
Para que los justiciables puedan controlar esas características establecidas en el
artículo 26 de la Constitución vigente, con respecto de la actividad jurisdiccional se
ha diseñado, entre otros, un mecanismo específico: la recusación; no obstante, se
le permite al juez o cualquiera de los funcionarios o auxiliares de justicia, la
posibilidad (establecida como una potestad - deber) de la inhibición.

Todo gravita sobre la idoneidad de la justicia, es decir, lo adecuado y apropiado


para lograr la justicia. De tal manera que, al hablar de la competencia subjetiva, el
primer elemento es, justamente, la aptitud y la idoneidad. No obstante, el autor
Rafael Ortiz expresa:

“Con el término competencia subjetiva se quiere aludir a la aptitud formal y


subjetiva, y la idoneidad que deben reunir los funcionarios judiciales (jueces,
secretarios, peritos, expertos, etc.) para cumplir de manera imparcial e
independiente las respectivas funciones que tienen atribuidas por la ley, en un
proceso judicial determinado o específico” (s/p).

Es así, que la competencia subjetiva se define así, como la absoluta idoneidad


personal del juez para conocer de una causa concreta, por la ausencia de toda
vinculación suya con los sujetos o con el objeto de dicha causa.

Fundamento constitucional.

El fundamento de la incapacidad personal para juzgar (incompetencia subjetiva


hoy día), voluntaria o involuntaria, se encuentra en el hecho de que si bien es
cierto que la ley atribuye al juez el poder de administrar justicia e inmuniza este
poder de toda influencia mediante el escalafón judicial, la inamovilidad, la carrera
judicial, etc., a fin de que no se convierta en abuso de autoridad con menoscabo
de la debida imparcialidad que el juez y todo funcionario deben mantener en su
actuación, también la ley protege a las partes otorgándoles un medio para eliminar
al funcionario sospechoso de parcialidad.

Competencia subjetiva y debido proceso.

El fundamento de la competencia subjetiva tiene rango y jerarquía


constitucional, concretamente sobre dos aspectos: a) la garantía de ser juzgado
por un juez natural (art. 49, Ord.: 4º CRBV) y b) la garantía que debe ofrecer el
Estado de una justicia imparcial, idónea, transparente, equitativa (art.: 26 CRBV)
Y, sobre todo, un deber ético que el Estado y, dentro de esta noción del Poder
Público en todas sus manifestaciones, debe constituir como base de su
ordenamiento y de su actuación (art.: 2 CRBV).

Competencia subjetiva y la garantía del juez natural.   

La garantía constitucional al debido proceso constituye una tutela genérica (in


genere) respecto de la intervención jurisdiccional, ahora bien, la competencia
subjetiva se conecta con otra garantía concreta: la que poseen todos los
justiciables de ser juzgados por sus jueces naturales, salvaguardando con ello un
derecho fundamental, un derecho humano.

La Inhibición.

Se trata de una potestad cuya esencia es la de constituir un poder-deber tal


como lo afirmaba Carnelutti (citado por Ortiz). Es decir, tiene el carácter de
facultad que no puede ser exigido por ninguna de las partes y, al mismo tiempo,
tiene implícito un deber e incluso una verdadera obligación.

Concatenado con lo anterior, la inhibición es el acto del juez de separarse


voluntariamente del conocimiento de una causa concreta, por encontrarse en una
especial posición o vinculación con las partes o con el objeto de ella, prevista por
la ley como causa de recusación. La inhibición es aquella manifestación unilateral
y espontánea principalmente del juez, pero en general, de cualquier funcionario
judicial, que consiste en tener razones que le restan imparcialidad, objetividad o
cualquier otra circunstancia que de alguna forma impidan o alteren la idoneidad de
la función jurisdiccional que desempeñan.

Lo que se preserva con esta institución es la garantía de la función


jurisdiccional. Resulta obvio que cualquier persona que tenga una tarea en esa
función jurisdiccional está en la situación de inhibirse, tales como los jueces,
indudablemente también el secretario, asociados, alguaciles, jueces
comisionados, asesores, peritos, prácticos, intérpretes y demás funcionarios
ocasionales. Base legal de esta institución: Artículos 84 y 90 del vigente Código de
Procedimiento Civil (CPC). 

Características.

1)  Carácter jurisdiccional:

Para el Dr. Rengel Romberg “es un acto judicial y no de parte, porque lo realiza
el juez y produce su efecto en el proceso, originando una crisis subjetiva del
mismo, que se traduce en la separación del juez del conocimiento del asunto”. Sin
embargo, para el Dr. Ortiz Ortiz se trata de una institución que tiende a hacer
posible la transparencia, imparcialidad e independencia de los órganos
jurisdiccionales con base en el fundamento constitucional y alejándolo desde el
único punto de vista del deber por parte del juez.

2) Naturaleza potestativa:

Aunque es un deber del juez, las partes no tienen facultad de requerir su


inhibición, pues la ley no da a las partes semejante gestión procesal. Es un acto
voluntario del juez o del funcionario respectivo que se vea involucrado en una
causal o motivo de inhibición pues dicha institución “no” puede ser “exigida” por
ninguna de las partes, y mucho menos, de terceros intervinientes en la causa o
proceso judicial.

3) Carácter procesal y procedimental:

Posee un carácter procedimental porque la inhibición es una figura procesal


común a los procedimientos jurisdiccionales como a los correspondientes
procedimientos administrativos. El Capítulo II “De las inhibiciones” del Título II,
correspondiente a regular “la actividad administrativa” de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos (LOPA).

En cuanto a su carácter procesal, la inhibición origina un incidente en la causa


concreta sometida al conocimiento del juez inhibido, cuya sola finalidad es resolver
la crisis subjetiva del proceso creada con la separación del juez del conocimiento
de la causa. Es decir, su carácter procesal se deriva del hecho de que su
planteamiento genera un incidente procesal, que debe ser decidida previamente a
la sentencia de mérito.

4) Carácter de orden público:

No está resuelto el punto de lo que ocurre cuando, a pesar de la existencia de


una causal de inhibición, sin embargo, el funcionario a cuyo cargo esté la
obligación no se separe del conocimiento de la causa. A juicio del Dr. Ortiz Ortiz,
habrá que distinguir de cuál funcionario se trata:

a) Si se trata de cualquier funcionario cuya labor no hubiese sido determinante en


la decisión de mérito, entonces, no se habrá quebrantado derecho procesal alguno
(la inhibición es de orden público relativo).

b) Si se trata del juez que dictó la sentencia de mérito o de los asociados, peritos,
prácticos o cualquier otro funcionario cuya función haya sido determinante en la
decisión de fondo, se quebranta el derecho constitucional al debido proceso y la
garantía de ser juzgado por sus jueces naturales, y la sentencia devendría nula
por fraude procesal, lo cual pudiera hacerse valer por vía del procedimiento de
amparo constitucional, si se cumplen los requisitos para ello (la inhibición es de
orden público absoluto).

Causas o motivos de inhibición.

Deben existir fundadas razones calificadas por la ley, de manera taxativa (no
enunciativa), para que proceda la inhibición o la recusación. Recordemos que el
principio básico de cualquier ordenamiento procesal es establecer (como una
verdadera obligación) que los jueces deben dictar sentencias, resolver los asuntos
que le competan sin que, por ningún motivo, puedan absolver la instancia.

Si ello se consagra como un “deber”  es lógico suponer que los motivos por los
cuales un juez pueda no decidir, es decir, apartarse de su cumplimiento, deben
estar expresamente previstos en la ley procesal; para el Estado siempre queda el
deber de administrar justicia por lo cual, el asunto o la causa, debe ser remitido a
“otro juez” para que dicte la decisión correspondiente.

Identificación de las causales.

Las causales de inhibición y recusación son numerosas en nuestro Derecho


procesal y están previstas en el Artículo 82 del vigente Código de Procedimiento
Civil. Es decir, son exactamente las mismas previstas para que las partes o los
terceros intervinientes en un proceso puedan “recusar” a un funcionario judicial. Se
trata de veintidós (22) circunstancias establecidas en dicha normativa y que se
prevén como motivos de falta de idoneidad e ineptitud en la administración de
justicia, por lo que se aplica por igual al juez, secretarios, peritos y otros.

Clasificación.

Los diferentes motivos de inhibición y recusación se pueden clasificar


atendiendo a dos (2) criterios muy generales:

a)    Aquellos que se refieren a la relación del juez  o el funcionario con alguna de
las partes o con ambos; y

b)    Aquellos que se refieren a la vinculación de los mismos funcionarios con lo


que es el objeto de la sentencia o el interés jurídico sustancial cuya tutela se pide
en el proceso.

En atención a la vinculación subjetiva.        

Es la vinculación que pueda tener el funcionario judicial con respecto de una o


ambas partes en un proceso determinado, que haga presumir a cualquier persona
que la decisión que tome el juez o que la participación de cualquier otro
funcionario será para favorecer o perjudicar a la parte respectiva, en perjuicio de la
objetividad e imparcialidad que deben tener quienes presten tan noble función
pública.
a) Vinculación de unión con alguna de las partes: Es decir, se trata de causas
fundadas en una excesiva unión del juez con alguna de las partes o con un
tercero. Esta vinculación excesiva puede ser, a su vez, de dos (2) tipos:

Vinculación de unión de índole jurídica: Los motivos de íntima vinculación son


de índole jurídico. Cuando existe un parentesco de consanguinidad o de afinidad
en las líneas y grados indicados en la norma adjetiva (art. 82, ordinales 1º, 2º y
3º); que sea, el recusado tutor, curador, heredero presunto o donatario de alguno
de los litigantes (art. 82, ordinal 11º), que haya fallado la causa un ascendiente,
descendiente o hermano del recusado (art. 82, ordinal 22º).

Vinculación de unión de índole social: Esta clase de vinculación se fundamenta


en alguna circunstancia de carácter eventual o social, entre otros, la amistad
íntima con alguno de los litigantes o sociedad de intereses con él (art. 82, ordinal
12º); haber recibido el recusado servicios que empeñen su gratitud o ser comensal
de alguno de los litigantes (art. 82, ordinales 11º y 13º); ser el recusado o su
cónyuge deudores de plazo vencido de alguno de los litigantes o de su cónyuge
(art. 82, ordinal 6º), o haber recibido dádiva de alguno de los litigantes, después de
comenzado el pleito (art. 82, ordinal 21º).

b) Vinculación de distancia:

Es la relación que se presenta por una situación de distancia excesiva o de


enfrentamiento entre el funcionario y las mismas personas, lo que pudiera hacer
deducir que la decisión que se tome o la participación que se haga sean
perjudiciales a los intereses de las partes. Esto, con independencia de las razones
que se puedan alegar, pues la decisión no se toma con base en la justicia sino en
la falta de idoneidad.

 Vinculación de distancia de índole jurídica: Los motivos de excesivo


distanciamiento personal que generan una falta de idoneidad del
funcionario, sustentados sobre aspectos jurídicos, son la existencia de un
pleito civil pendiente entre el recusado o alguno de sus parientes y el
recusante, si se ha principiado antes de la existencia en que ocurre la
recusación (art. 82, ordinal 10º); la existencia de un pleito pendiente en que
el recusado, su cónyuge o sus hijos sean parte, ante un tribunal en el cual
el litigante sea juez (art. 82, ordinal 7º), haber intentado contra el juez
recurso de queja que se haya admitido, aunque se le haya absuelto,
siempre que no hayan pasado doce meses de la determinación (art. 82,
ordinal 17º). Si en los años precedentes se ha seguido juicio criminal entre
una de las mismas personas y uno de los litigantes, su cónyuge o hijos (art.
82, ordinal 8º).
 Vinculación de distancia de índole social: Este tipo de vinculación se
reduce a la enemistad, demostrada por hechos que, sanamente apreciados,
hagan sospechable la imparcialidad del recusado (art. 82, ordinal 18º). La
agresión, injurias o amenazas entre el recusado y alguno de los litigantes,
ocurridas dentro de los doce meses precedentes al juicio (art. 82, ordinal
19º), o hechas por el recusado a alguno de los litigantes, aun después de
principiado el pleito (art. 82, ordinal 20º).

En atención a la vinculación objetiva o de interés.

Se trata de la vinculación de los funcionarios judiciales con respecto del interés


sustancial o material que se debate en el proceso. Los siguientes aspectos son
motivos de vinculación objetiva o de interés:

a) Interés directo en el pleito por parte del recusado, su cónyuge o alguno de sus
consanguíneos o afines dentro de los grados indicados (art. 82, ordinal 4º),

b) Interés en cuestión idéntica que deba decidirse en otro pleito (art. 82, ordinal
5º),

c) Ser el recusado administrador de cualquier establecimiento público o particular


relacionado directamente con el pleito (art. 82, ordinal 14º),

d) haber intervenido el recusado en el pleito, bien como defensor; prestando su


patrocinio o dando recomendación (art. 82, ordinal 9º),

e) ya como testigo o experto (art. 82, ordinal 16º),


f) o bien haber emitido opinión sobre lo principal del pleito antes de la sentencia,
siendo el recusado juez en la causa (art. 82, ordinal 15º).

Aspectos procesales.

Nos corresponde analizar lo relativo a algunos aspectos de carácter procesal


que determinan con mayor precisión la institución de la inhibición en nuestro
ordenamiento jurídico, estos son: la legitimación y la oportunidad y forma.

Legitimación.

La legitimación alude a quién puede solicitar la inhibición y quién tiene el deber


de inhibirse. Esto sólo puede analizarse recordando una de las características de
la inhibición: su carácter potestativo, es decir, constituye ciertamente un deber de
los funcionarios judiciales pero, al mismo tiempo, ni las partes ni los terceros están
facultados para exigirlo.

De tal forma que la legitimación, para el supuesto de la inhibición, sólo está


referida al agente, es decir, a las personas que tienen el deber de tal inhibición.

¿Cuáles son esas personas legitimadas para inhibirse en un caso concreto?

La respuesta la encontramos en el artículo 84 del vigente Código de


Procedimiento Civil:

1) En primer lugar los jueces, quienes tienen deberes generales y concretos de


imparcialidad.

2) El secretario de tribunal;

 3) Jueces asociados, alguaciles, jueces comisionados, asesores, peritos,


prácticos, intérpretes y demás funcionarios ocasionales.

En general, puede decirse que cualquier funcionario o persona auxiliar de


justicia tiene el deber de abstenerse de participar en un proceso cuando su tarea o
su labor se vean comprometida por algún vínculo con las partes e impida o
menoscabe la objetividad e idoneidad de su ejercicio.
Oportunidad y forma.

La oportunidad y la forma de la inhibición están reguladas en el Código de


Procedimiento Civil en su artículo 84.

La oportunidad para realizar la inhibición es el mismo momento en que el


funcionario tenga conocimiento de que existe algún motivo, por ello la oportunidad
varía dependiendo del funcionario (si se trata de peritos, prácticos, alguaciles,
etc.).

En cuanto a la forma, la declaración tiene que hacerse en un acta en la cual el


impedido deberá expresar claramente las circunstancias de hecho relativas a
tiempo, lugar y modo que cualifican la situación, así como de aquellas que impiden
su actuación en un proceso determinado.

Procedimiento.

  La inhibición tiene carácter procesal porque implica la existencia de un


procedimiento que se inicia con el acta de inhibición y continúa con el allanamiento
y la decisión.

El allanamiento.

“El allanamiento es el acto por el cual la parte contra quien obra el


impedimento, o ambos litigantes, aceptan expresamente y por escrito, que el
funcionario continúe interviniendo en el pleito” (rectius: proceso). (Ricardo
Henríquez La Roche). Base legal: Artículos 85 y 86 del vigente Código de
Procedimiento Civil.

En resumen, podemos especificar las características centrales de la figura del


allanamiento:

a) Tanto el allanamiento como la contradicción deben hacerse dentro de los dos


(2) días siguientes a la declaración de la inhibición del funcionario (art. 86 CPC).
b) Debe manifestarse en acta firmada ante el secretario del tribunal (arts. 86 y 106
CPC); en caso de que el inhibido sea el secretario, el acta debe ser levantada con
la firma del juez de la causa.

C) El allanamiento puede ser manifestado por la parte o por el apoderado, pues


éstos no requieren de autorización especial para prestar su consentimiento en
este casi (art. 85 in fine del CPC).

La contradicción.

Es la manifestación de voluntad de la parte frente a la cual obra la inhibición de


no estar conforme con la declaración del funcionario, sea por falsedad de tal
declaración o por inexistencia de algún motivo que justifique la separación del
funcionario.

La diferencia central entre el allanamiento y la contradicción radica en que el


allanamiento supone la voluntad de la parte contra quien obra la causal de que el
funcionario continúe interviniendo en la causa y en tal caso se acepta la existencia
del motivo invocado por el inhibido, mientras que la contradicción, supone un
rechazo a la causa invocada por el funcionario para inhibirse.

El allanamiento inverso.

Consiste en la prohibición a un abogado o cualquier representante de


presentarse en una causa o litigio, frente a quienes ya se hubiesen pronunciado
con lugar una recusación o una inhibición con anterioridad en otro juicio. Base
legal: Artículo 83 del vigente Código de Procedimiento Civil.

La norma prevé dos (2) situaciones diferentes:

1) La prohibición para que un representante (judicial o no) sea admitido para


actuar en nombre de alguna de las partes en un tribunal concreto, donde ya se
declaró la existencia de una causal de inhibición o recusación con el juez de la
causa; y
2) La prohibición para que un representante se presente a juicio, después de la
contestación de la demanda, si se ha declarado previamente una causal de
inhibición o recusación con respecto del juez de la causa, en aquellos lugares
donde haya un único tribunal competente.

Esta prohibición que recoge el artículo 83 del Código de Procedimiento Civil


tiene que decretarla el mismo juez de la causa donde se presenta, nuevamente, el
abogado con el cual lo vincula una causal de recusación.

La incidencia de inhibición.

Frente al allanamiento, el funcionario allanado puede manifestar que no está


dispuesto a seguir conociendo del asunto, y si no lo hace, queda obligado a
continuar conociendo de la causa; siempre y cuando no se encuentre en la
limitación que establece la última parte del artículo 85 del Código de
Procedimiento Civil.

Esta manifestación debe hacerla el funcionario en el mismo día o en el día


siguiente; en todo caso, planteada la inhibición, el juez debe dejar transcurrir los
dos (2) días para que las partes puedan manifestar su allanamiento o
contradicción.

Planteada la falta de allanamiento, sea por manifestación expresa o por haber


transcurrido el lapso para ello, se inicia formalmente el incidente; si la recusación
es contra el juez de la causa, operan inmediatamente dos (2) consecuencias:

1) El expediente principal pasa a un juez de la misma categoría y competencia del


juez inhibido por cuanto, como lo establece el artículo 93 del CPC, “ni la
recusación ni la inhibición detienen el curso de causa cuyo conocimiento pasará
inmediatamente, mientras se decide la incidencia, a otro tribunal de la misma
categoría, si lo hubiere en la localidad, y en defecto de éste, a quien deba suplirlo
conforme a la Ley”.

2) Las copias certificadas donde conste la inhibición y la negativa de allanamiento,


si la hubiere, pasa al funcionario que deba decidir la incidencia conforme a la Ley
Orgánica del Poder Judicial. Nada impide, en este sentido, que el juez acompañe
las pruebas necesarias para la demostración del impedimento que ha indicado
como motivo de su inhibición.

Dispone el artículo 89 del CPC que la resolución de la incidencia deberá


dictarse dentro de los tres (3) días siguientes al recibo de las actuaciones, con lo
cual surge la duda si existe o no oportunidad de pruebas.

El artículo 91 del CPC establece el número de recusaciones que pueden


intentarse en una causa (sólo dos recusaciones) y en su parte final, la norma
establece: “para los efectos de este artículo, se entenderá por una recusación la
que no necesite más de un solo término de pruebas, aunque comprenda a varios
funcionarios”, por lo cual pareciera que tal “oportunidad de pruebas” debe
establecerse por vía de analogía procedimental en aplicación del artículo 96 del
CPC. En este sentido, la ley pretende limitar el número de recusaciones
estableciendo sólo dos en cada instancia, a diferencia del código derogado que
permitía tres (3) recusaciones.

Sanción disciplinaria.

La ley dispone como única sanción: Multa que podrá alcanzar hasta mil
bolívares (Bs. 1.000,00), al funcionario que incurso en una causal de inhibición no
se separe de la causa (no lo haga) o retarde el pronunciamiento respectivo.
Artículo 84, primer aparte del CPC. En otras palabras, si el juez retrasare su
inhibición y con ello hiciere más gravosa la situación de la parte, ésta podrá pedir
al Juzgado Superior que le imponga la multa que señala esa disposición legal. 

Esta consecuencia puntual por el incumplimiento del deber de inhibición es


independiente de la responsabilidad patrimonial, administrativa o penal en que
incurra el funcionario de que se trate.

Decisión y efectos

La decisión corresponde a los funcionarios que indique la Ley Orgánica del


Poder Judicial en su artículo 48.
También se regula el supuesto en que la inhibición la planteen otros
funcionarios judiciales. Artículo 88 del CPC.

Efectos: Lo que se decida sobre la inhibición no tiene efectos formales sobre la


posibilidad de recusación aunque resulte paradójico que, habiéndose declarado
sin lugar una inhibición, pueda proponerse recusación por el mismo motivo.

La Recusación

Es la segunda forma para asegurar la idoneidad del juez, y en general, de los


funcionarios judiciales. “Es el acto de la parte por el cual exige la exclusión del
juez del conocimiento de la causa, por encontrarse en una especial posición o
vinculación con las partes o con el objeto de ella y no haber dado cumplimiento a
su deber de inhibición” (Rengel Romberg).

Las causas o motivos de recusación son exactamente las mismas que operan
como motivo de inhibición, la diferencia está en que la inhibición es un acto
unilateral del funcionario judicial y la recusación es un derecho de las partes.

Características.

a) La recusación tiene en común con la inhibición, el hecho de generar un


incidente en la causa concreta sometida a conocimiento del funcionario recusado,
la cual debe decidirse previamente a la decisión de fondo si se trata del juez, pero
si se trata de algún otro funcionario, el juez debe decidirlo dentro del proceso;

b) La recusación tiene los mismos límites subjetivos y objetivos que la inhibición,


porque está referida a los funcionarios judiciales, sean ordinarios, accidentales,
especiales y se funda en las mismas causales expuestas en la ley (arts. 82 y 84
CPC);

c) La recusación persigue el mismo efecto que la inhibición, esto es, la exclusión


del funcionario respectivo de la sustanciación o decisión de la causa por las
circunstancias anotadas;
d) Es un acto procesal de parte, y no un acto judicial, como la inhibición, pues la
recusación se inicia a instancia de parte, mediante un acto de la misma, que tiene
su eficacia en el proceso y está sometido a requisitos o condiciones de forma
establecidos en la ley.

Cuestiones procesales. Legitimación

A diferencia de la inhibición en donde la legitimación se restringe a determinar


quién podía inhibirse; en el caso de la recusación sí se plantea el tema de la
legitimación activa (las personas que pueden ejercer el derecho de recusación) y
la legitimación pasiva (los funcionarios frente a quienes se intenta la recusación).

La legitimación activa corresponde a las partes en el proceso (demandante,


demandado) y respecto de los terceros que intervienen en la causa de manera
voluntaria o forzosa (art. 170 CPC).

Mientras que la legitimación pasiva, esto es, contra quién puede interponerse la
recusación, coincide con la legitimación activa de la inhibición, es decir, contra
todos los funcionarios judiciales que pueden intervenir en una causa concreta, sea
en la sustanciación como en la decisión de la misma.

Forma y oportunidad.

Forma: La recusación debe realizarse a través de una diligencia que se presenta


directamente ante el juez recusado. Artículo 92 del CPC.

Oportunidad:

1) La recusación de los jueces y secretarios sólo podrá intentarse, bajo pena de


caducidad, antes de la contestación de demanda, pero se establecen las
siguientes situaciones excepcionales:

a) Si el motivo de la recusación fuese sobrevenido a esta oportunidad, entonces


se propondrá hasta el día en que concluya el lapso probatorio;
b) Si se trata de los impedimentos contenidos en la última parte del artículo 85 del
CPC (que el recusad o sea cónyuge, ascendiente, descendiente o hermano de
alguna de las partes o tener interés directo en el pleito), la recusación podrá
proponerse hasta el día en que concluya el lapso probatorio;

c) Si no hay lugar al lapso probatorio, conforme al artículo 389 del CPC, la


recusación podrá proponerse dentro de los cinco (5) primeros días del lapso
previsto para el acto de informes (art. 391 del CPC); los jueces y secretarios
sobrevivientes al proceso deberían ser recusados dentro de los tres (3) días
siguientes.

2) La recusación de otros funcionarios, tales como asociados, alguaciles, jueces


comisionados, asesores, peritos, prácticos e intérpretes entre otros, podrán ser
recusados dentro de los tres (3) días siguientes al nombramiento, en el caso de
los jueces comisionados o de la aceptación en los demás casos. Efectuada la
recusación mediante diligencia y directamente ante el juez, comienza la incidencia
de la recusación.

La incidencia de la recusación. Procedimiento

El órgano que decide la recusación es exactamente el mismo que decide la


inhibición.

Se dan dos (2) situaciones en caso de que la recusación se dirija contra el juez de
la causa:

a) En primer lugar, el juicio principal no se paraliza sino que su conocimiento pasa


a otro juez de la misma categoría y competencia en el mismo estado en que se
encontraba, paralizándose sólo en el estado de sentencia, en espera de la
decisión de la recusación;

b) En segundo lugar, se envía copia certificada de la diligencia de recusación


junto con el informe que debe presentar el recusado, si lo ha hecho, ante el
funcionario que debe decidirla.
El informe del recusado.

Formulada la recusación, si el recusado es el juez de la causa deberá extender


su informe a continuación de la diligencia de recusación, de manera inmediata o al
día siguiente; si se trata de cualquier otro funcionario, el recusado deberá informar
ante el secretario, indicando lo que considere conveniente para la averiguación de
la verdad. Artículos 90 y 96 del CPC.

Posteriormente, la documentación necesaria (diligencia de recusación, informe


del recusado y los elementos probatorios que se hubiesen hecho valer), pasan al
juez que debe decidir la recusación.

Llegados los autos ante el funcionario judicial que debe resolver la recusación,
éste deberá oír, dentro de un lapso de tres (3) días siguientes, las observaciones
que quieran formular las partes y, si alguna de éstas lo pidiere, abrirá una
articulación probatoria de ocho (8) días y decidirá dentro de los tres (3) días
siguientes.

Costas y sanciones.

El autor Mario Pesci Feltri define las costas como “aquella porción de gastos
procesales, cuyo pago recae sobre las partes que intervienen en un proceso
determinado y reconocen a este proceso como causa inmediata o directa de su
producción”. (s/p)

Más concretamente, el autor Pesci Feltri nos ofrece su propia definición al


concluir que por costas “debe entenderse todo gasto, erogación o desembolso de
carácter económico causado por el hecho de la iniciación, desarrollo y terminación
del proceso”.

Siguiendo lo expuesto por Ortiz Ortiz, las normas del CPC reguladoras de la
incidencia de recusación no prevén la imposición de “costas” pero sí el sistema de
multas (es decir, sanciones). Sin embargo, de lo establecido en la parte final (in
fine) del artículo 98 del CPC cabe preguntarse: ¿coexiste el sistema de multas con
las costas? ¿A favor de quién proceden las costas: a favor del juez recusado, en
beneficio de la otra parte o, en definitiva, a favor del Estado?

En ese orden de ideas, el Prof. Ortiz Ortiz nos ofrece dos conclusiones
diferentes y contradictorias:

1) Como regla general no procederían las costas en la incidencia de recusación


porque esta institución fue sustituida por un sistema de multas; esto se infiere de
la expresa disposición del artículo 98 in fine (CPC), que establece la procedencia
de costas cuando la causa fuere criminosa. Con base en esta primera posición se
afirmará también que las costas proceden a favor de las partes sólo cuando se
hayan causado gastos y costos en la tramitación de la incidencia.

2) Las costas proceden siempre porque, como regla general, toda incidencia y
todo aquel que provoque una incidencia sin razón, debe ser condenado a resarcir
los gastos ocasionados por la otra “parte” en la incidencia; lo que establece el
artículo 98 in fine (CPC) es la posibilidad de acumular costas con el sistema de
multas cuando se hubieren causado. Con base en esta posición se afirmará que
las costas no benefician a la parte procesal y material del juicio principal sino a la
parte del incidente que es la finalidad natural de las costas.

La posición más congruente es esta última, máxime si se conecta con las


reglas generales de las costas en incidencias, vale decir, artículos 274 y 285 del
CPC.

En atención a ello, es perfectamente admisible que en la incidencia de


recusación se condene a la parte perdidosa a las costas de la incidencia,
entendiendo que las “partes” a que se ha hecho alusión son el recusante y el
recusado, porque se trata de una incidencia autónoma que se da en el marco de
un juicio entre otras partes.

Por último, el sistema de multas para este tipo de incidencia lo establece el


artículo 98 del vigente Código de Procedimiento Civil.
Decisión y régimen de impugnación.

La decisión corresponde al funcionario llamado a ello según lo dispuesto en la


Ley Orgánica del Poder Judicial y en lapso previsto en el artículo 98.

En cuanto al contenido de la decisión, la misma debe establecer la procedencia


o no de la recusación, asimismo, la imposición de las respectivas sanciones y las
costas en caso de aceptarse su admisibilidad en este tipo de incidencias.

Según el artículo 101 del CPC, no se oirá recurso alguno contra las sentencias
que se dicten en la incidencia de recusación e inhibición. La Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia desaplicó este artículo por resultar
lesivo a la garantía del debido proceso y el derecho a la defensa (violación al
principio de la doble instancia).

Motivos de inadmisibilidad de la recusación.

En principio, debemos tener claro que con la “inadmisibilidad” no se revisan las


razones alegadas ni la pertinencia o veracidad de los motivos; cuestión que es
totalmente distinta con la “procedencia”, ya que se revisa el mérito o el fondo de
los motivos alegados como causas de impedimento. Artículo 102 del CPC.

Con base en la anterior disposición legal, pueden identificarse varios supuestos


de inadmisibilidad de la recusación:

a) Recusación sin motivo legal: Los motivos para intentar la recusación son
taxativos y previstos en el artículo 82 del CPC, fuera de los cuales cualquier
circunstancia que se pueda aducir es irrelevante para provocar la separación del
funcionario judicial de su intervención en la causa.

b) Recusación extemporánea: Se produce cuando se intenta la recusación fuera


de la oportunidad que la ley dispone para hacerlo. Artículo 90 del CPC.

c) Recusación de funcionarios que no conocen del asunto: Resulta obvio que un


funcionario que no interviene en la causa o que ha dejado de intervenir, no puede
ser objeto de ninguna recusación.
d) Número de recusaciones por instancia: A las partes y terceros sólo se les
permiten (máximo) dos recusaciones por instancia, bien verse sobre el asunto
principal, bien sobre alguna incidencia.

e) Por no haber pagado la multa: Tampoco se permite la recusación por parte de


alguna persona, que habiendo recusado una primera vez, hubiese sido
sancionado con el pago de una multa o se lo hubiere impuesto de una orden de
arresto y no hubiese cancelado la multa o no hubiese cumplido la sanción de
arresto.

Contra la negativa de inadmisibilidad es posible el recurso de apelación porque


se aplican las reglas generales de impugnabilidad de los fallos y, sobre todo,
porque se trata de una decisión que puede producir un gravamen irreparable.

Por último, se entiende por interés sustancial o material la aspiración o


querencia en orden a la satisfacción de una necesidad, jurídicamente tutelada, y
que representa para una persona la realización de una situación jurídica alterada
por la conducta de otra persona o por la situación de hecho objetivamente
existente. Se trata de un interés que nace por fuerza de la cotidianidad y, cuando
son jurídicamente relevantes, debe enfocarse bajo la óptica de un interés material
o sustancial. Se trata de una necesidad sobre un bien de la vida. 
CONCLUSIONES.

La perención, es considerada como aquella institución procesal calificada


como medio afín a la sentencia de terminación del proceso. Pero es diferente de
esta, porque por regla general, la perención no produce cosa juzgada, salvo
cuando ocurre en segunda instancia, en cuyo caso la sentencia apelada se hace
firme, como lo dispone el último aparte del artículo 270 del C.P.C. Frente a la
tendencia de eliminar esta institución, los proyectistas del Código vigente se
inclinaron por mantenerla, pero modificando sustancialmente su antiguo régimen.
En efecto, en el nuevo régimen, la perención aparece conectada con el hecho
objetivo de la inactividad de las partes, pero también al introducir otras causas o
motivos de perención, basados en plazos más breves y perentorios para el
cumplimiento de ciertos actos procesales.

No obstante, con relación a la sentencia judicial, la misma es una resolución de


carácter jurídico que expresa una decisión definitiva sobre un proceso que puede
ser penal o civil, es decir, la sentencia judicial da por finalizado un  litigio o pleito,
cada uno de estos temas analizados a lo largo de este trabajo son de vital
importancia para el aprendizaje en la carrera de Derecho, ya que, son términos
utilizados en el ejercicio de la misma.

Seguidamente, dentro de este orden de ideas surge la competencia subjetiva,


la cual se refiere al sujeto titular de la función jurisdiccional, es decir el Juez o
Magistrado, el cual no debe tener un interés en el negocio como el de las partes,
sino aplicar el derecho de una forma imparcial, así mismo, dentro de este proceso
se ubican la inhibición y la recusación, la primera es la abstención voluntaria del
juez, del fiscal del Ministerio Publico o de cualquier otro funcionario judicial o
auxiliar de intervenir en un determinado juicio. La inhibición no es una simple
facultad, sino más bien es un verdadero deber que le impone la ley al funcionario
que tenga conocimiento de la existencia de una causal que le impida participar en
el asunto. El funcionario judicial al percatarse que sobre su persona existe un
causal de recusación, está obligado a declararla, mientras que la recusación se
pretende que un funcionario judicial no siga conociendo una controversia por estar
incurso en causa legal invocada por la parte, en conclusión, en la inhibición el
funcionario voluntariamente se abstiene de seguir conociendo el asunto. Pero en
la recusación, esa abstención es forzada por la iniciativa de las partes. En este
caso la actividad de la parte está dirigida a separar del juicio al funcionario
incapacitado legalmente, por alguna causal que a criterio del legislador pueda
comprometer su imparcialidad en el asunto.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

 Rengel-Romberg, A. “Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano”. 

Editorial Ex Libris, Caracas, 1991.

 https://derechovenezolano.wordpress.com/2016/02/29/la-perencion-de-la-

instancia/

 https://derechovenezolano.wordpress.com/2013/11/04/la-sentencia-en-el-

proceso-civil-venezolano/

 https://www.conceptosjuridicos.com/ve/sentencia/

 Luis Aquiles Mejía. Amparo Constitucional y Cosa Juzgada. Revista de

Derecho Público Nº 49, enero-marzo 1992. Editorial Jurídica Venezolana.

Caracas. Págs. 27-39.

 http://www.venezuelaprocesal.net/cosajuzgadasistemavenezolano.htm

 “Teoría General del Proceso”. Autor: Rafael Ortiz Ortiz. Págs.: 260 y 261.

 https://uamderechojahl.blogspot.com/2015/10/universidad-arturo-michelena-

facultad_18.html

 “Teoría General del Proceso”. Autor: Rafael Ortiz Ortiz. Págs.: 297 y 298.

  

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