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Para iniciar esta explicación es claro mencionar que tiene por objeto el amparo de todos los

derechos fundamentales que no puedan ser protegidos a través de una garantía específica,
esta es de naturaleza claramente tutelar, es decir que para que proceda se tiene que haber
vulnerado un derecho, cabe mencionar que esta no prescribe por lo tanto no se requiere de
inminencia o inmediatez, ya que no es cautelar.

La legitimación activa es una de las bases para interponer una acción de protección, se debe
señalar que se sigue la regla general en materia de garantías jurisdiccionales, en virtud de la
cual el accionante no necesariamente debe ser la victima de la violación de derechos, por lo
tanto, cualquier persona podrá proponer una acción de protección, correspondiéndole al juez,
notificar y contar con la victima de la violación.

Por otro lado, las garantías jurisdiccionales siempre se han caracterizado por ser mecanismos
para la tutela de los derechos que han sido vulnerados, individualizándose evidentemente por
tutelar distintos derechos. En este sentido es que surge la acción de protección, como una más
de las garantías jurisdiccionales, aunque con ciertas y muy puntuales diferencias que hacen de
esta, una muy especial. Comenzando por el hecho que se presume tutelar los derechos que no
sean protegidos o amparados por las demás garantías, y considerando que estas últimas se
encargan de tutelares derechos específicos y en condiciones concretas, de modo que la acción
de protección ha de caracterizarse por ser una garantía que vela por varios derechos y es
procedente en diversas situaciones.

Su campo de acción es determinado por la ley, estipulando que ha de aplicarse cuando hayan
sido vulnerados derechos constitucionales en contextos relacionados a actos u omisiones de
autoridades públicas, o en su defecto de algún particular tomando en cuanta ciertas
condiciones fijadas por la legislación. En primera instancia tenemos los actos u omisiones de
autoridad pública no judicial, tomando en cuenta que dicha condición no hace referencia a
todos y cada uno de los órganos que comprenden la función judicial, sino que únicamente han
de ser excluidas las decisiones jurisdiccionales, en función de que existe otra garantía que
aplicable en dichos casos, ergo, no se encuentran amparados por la acción de protección;
asimismo es menester aclarar que con omisiones, se hace referencia específicamente a las
inacciones por parte de las autoridades que desenvuelvan una clara afectación a los derechos
de terceros.

Seguidamente tenemos los actos administrativos, normativos y demás formas en que la


administración pública haga manifiesto de su voluntad, siempre y cuando estos cumplan con
una condición específica y determinante, la cual resulta bastante obvio que se trata de una
violación de los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución y los instrumentos
internacionales de derechos humanos, incluso no se limitaría exclusivamente a los
mecanismos por sí solos, sino a las diligencias e intervenciones que se den dentro de los
mismos, y que den como resultado, no solo una afectación a nivel administrativo, sino también
a nivel de restringir el alcance de los derechos ya enunciados previamente. Aquí, cabe
mencionar que también entran aquellas personas que operan como prestadores de los
servicios de interés públicos y que obviamente en este proceso se lleven por encima los
derechos o garantías constitucionales.

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