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Lectio Divina – V Domingo de Pascua

1. Oración inicial
Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo,
Inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia Santificación.
Espíritu Santo,
Dame agudeza
para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar
dirección al progresar
y perfección al acabar.
2. Lectura del Texto: Jn 14, 1-12
a) Una clave de lectura:
Mientras haces la lectura, intenta escuchar como si estuvieras presente en aquel encuentro
último de Jesús con sus discípulos. Escucha sus palabras como dirigidas a ti, hoy, en este
momento.
- Puedes apuntar el versículo qué más te haya marcado. (Pedir que en voz alta se diga la
frase o el versículo).
3. Un momento de silencio orante.
4. Reflexión
Para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
Ego sum via, veritas et vita, Yo soy el camino, la verdad y la vida. Con estas inequívocas
palabras, nos ha mostrado el Señor cuál es la vereda auténtica que lleva a la felicidad
eterna. Ego sum via: Él es la única senda que enlaza el Cielo con la tierra. Lo declara a
todos los hombres, pero especialmente nos lo recuerda a quienes, como tú y como yo, le
hemos dicho que estamos decididos a tomarnos en serio nuestra vocación de cristianos, de
modo que Dios se halle siempre presente en nuestros pensamientos, en nuestros labios y en
todas las acciones nuestras, también en aquellas más ordinarias y corrientes.

Jesús es el camino. Él ha dejado sobre este mundo las huellas limpias de sus pasos, señales
indelebles que ni el desgaste de los años ni la perfidia del enemigo han logrado
borrar. Iesus Christus heri, et hodie; ipse et in sæcula. ¡Cuánto me gusta recordarlo!:
Jesucristo, el mismo que fue ayer para los Apóstoles y las gentes que le buscaban, vive hoy
para nosotros, y vivirá por los siglos. Somos los hombres los que a veces no alcanzamos a
descubrir su rostro, perennemente actual, porque miramos con ojos cansados o turbios.
Ahora, al comenzar este rato de oración junto al Sagrario, pídele, como aquel ciego del
Evangelio: Domine, ut videam!, ¡Señor, que vea!, que se llene mi inteligencia de luz y
penetre la palabra de Cristo en mi mente; que arraigue en mi alma su Vida, para que me
transforme cara a la Gloria eterna.
- Canto
4. Algunas preguntas
1. Para ayudarnos en la reflexión personal.
2. ¿Qué palabras de Jesús te han llegado más al corazón? ¿Por qué?
3. ¿Qué te dicen estos versículos sobre nuestra relación con Jesús y con el Padre?
4. Jesús dice: "En la casa de mi Padre hay muchas mansiones". ¿Qué significan estas
afirmaciones hoy para nosotros?
5. ¿Cómo podemos aplicar el texto a nuestra formación?

6. Contemplación
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del
Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«Yo soy el camino, la verdad y la vida»

7. Oración personal

8. Acción
Por ejemplo, recordar todo el pasaje y sentir que el Señor me lo está diciendo a mí
directamente. En mi vida voy a buscar a alguna persona que por algún motivo yo pueda
saber que está fuera del camino, y me propongo ser un discípulo misionero con esta
persona. Visitarla, atenderla, ocuparme de sus necesidades e ir presentándole a Cristo,
Camino, verdad y vida.
Amen

1. Para ayudarnos en la reflexión personal.

2. ¿Qué palabras de Jesús te han llegado más al corazón? ¿Por qué?

3. ¿Qué te dicen estos versículos sobre nuestra relación con Jesús y con el
Padre?

4. Jesús dice: "En la casa de mi Padre hay muchas mansiones". ¿Qué


significan estas afirmaciones hoy para nosotros?

5. ¿Cómo podemos aplicar el texto a nuestra formación?

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