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https://es.catholic.net/op/articulos/17011/cat/658/invitacion-a-orar-con-la-lectio-
divina.html#modal
2. Lee… muy despacio el texto bíblico. Vuelve a leerlo. Lee también algún
comentario que te ayude a conocer mejor el sentido del texto. Dale tiempo al
Señor y escucha el mensaje que Él quiere darte en esta Palabra.
3. Medita… qué te dice la Palabra que has leído lentamente. Una vez que hayas
captado el sentido del texto, entonces puedes hacerte esta pregunta: qué me dice
esta Palabra.
Si eres fiel a la oración con y desde la Palabra de Dios, tu vida irá cambiando. La
Palabra te hará confrontar tus criterios, valores, sentimientos, actitudes y conducta
con lo que ella misma te vaya inspirando. Ama la Palabra, estúdiala, déjala que
moldee tu personalidad. Te lo deseo vivamente.
https://www.ucsc.cl/blogs-academicos/lectio-divina-un-metodo-de-oracion-con-la-palabra-que-
genera-el-encuentro-personal-y-comunitario-con-cristo/
el proceso de la lectio divina son cuatro actitudes básicas del creyente que desea
seguir a Cristo conociendo su Palabra (Lectura), aprendiendo a vivir como Él vivió
(Meditación), suplicando fuerza y luz para sus pasos (Oración) y trabajando por el
advenimiento del Reino (Contemplación).
https://www.diocesismalaga.es/prioridades-pastorales/2013100106/pasos-para-hacer-la-lectio-
divina/
https://www.santuariodivinamisericordia.pe/discipulos-de-emaus/
https://sanjuandelacruzparroquia.wordpress.com/2020/04/25/las-ensenanzas-de-jesus-el-
metodo-de-emaus-una-ensenanza-en-cinco-pasos/
https://es.catholic.net/op/articulos/14709/los-discpulos-de-emas.html#modal
Lectio Divina sobre el pasaje de los discípulos de Emaus - Pbro. David Pérez
Pazo
https://www.youtube.com/watch?v=ov1jrGDbYgQ
https://www.youtube.com/watch?v=IJRjvkLBZr0
https://www.youtube.com/watch?v=anTq_QryMQk
1. INVOCA
Oxigena mi sangre
al ritmo de la Palabra
para que no me muera de aburrimiento.
Sopla fuerte, limpia el polvo,
llévate lejos todas las hojas secas
y todas las flores marchitas
de mi propio corazón.
2. LEE LA PALABRA DE DIOS (Lc 24, 13-35) (Qué dice la Palabra de Dios)
Contexto
Los relatos de Pascua que describen los evangelistas, hay que entenderlos, más
que nada, como descripciones de experiencias de fe en el Resucitado. Son
catequesis para describir y descubrir quién es Jesús, qué propone a los discípulos,
y cuál debe ser el itinerario que éstos han de seguir para realizar su misión de
apóstoles o evangelizadores.
Este relato de Emaús es una bellísima enseñanza en torno a dos puntos:
dónde se presenta el Resucitado y
cómo encontrarlo en la realidad de la vida.
Texto
1. El Desconocido se manifiesta
La presencia de Dios en mi vida la tengo que descubrir desde la fe. Aun en los
momentos de sufrimiento, me han de mantener la fe y la confianza en el
Resucitado, pues Él camina conmigo, aunque no le vea, aunque no le descubra.
¿Con qué mirada veo y leo los acontecimientos de cada día, sobre todo aquellos
que me hacen sufrir más y que me hacen nublar mi fe? ¿Cómo leo la historia
personal, familiar, social, eclesial? ¿Con esperanza o desilusión?
¿Trato de hacer oración con la Palabra de Dios? Cuando celebro la Eucaristía
¿me doy cuenta que el Señor Resucitado se hace Palabra y Pan para que
comulgue con toda su Persona?
Al regresar a la casa, terminada la Misa, ¿pienso que soy enviado a proclamar,
con mi conducta, que Jesús vive con nosotros y nos envía a ser testigos de su
resurrección?
Quédate con nosotros, Señor. Porque sin Ti nuestro camino quedaría sumergido
en la noche. Quédate con nosotros, Señor Jesús, para llevarnos por los caminos
de la esperanza que no muere, para alimentarnos con el Pan de los fuertes, que
es tu Palabra.
Quédate con nosotros hasta la última noche, cuando, cerrados nuestros ojos,
volvamos a abrirlos ante tu rostro transfigurado por la gloria y nos encontremos
entre los brazos del Padre en el Reino del divino resplandor.
5. CONTEMPLA
6. ACTÚA
http://www.homiletica.org/fidelonoro/fidelonoro0182.htm
Pistas para la Lectio Divina...
Lucas 24, 13-35: Encuentro con el Resucitado (III): Emaús, un itinerario de vida y
esperanza. “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos
hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”
Cuando se dice que son dos “de ellos” se muestra que se trata del alejamiento
discreto de la comunidad de Jesús, una comunidad que –sin el Maestro- ya no
significa nada para ellos.
Jesús se acerca y camina junto con los discípulos, pero éstos no lo reconocen.
“Sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran” (24,16). Es su modo
de ver la Pasión lo que les impide reconocer a Jesús resucitado.
Valga decir en este punto que a veces a nosotros nos pasa lo mismo: en nuestra
vida hay situaciones duras, contradictorias, incluso muy dolorosas; si nos
encerramos en nuestro dolor, en nuestra decepción y no vemos sino el lado
negativo de las cosas, nunca vamos a poder darnos cuenta de la presencia de
Jesús que está ahí caminando a nuestro lado, dispuesto a darle sentido y
esperanza a nuestras penas. Cierro paréntesis.
Jesús comienza a educar a los dos peregrinos. Primero los hace hablar con
él: “¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?” (24,17ª). La
primera reacción de los discípulos no es muy amable (224,18). Entonces cuentan
lo que pasó: una esperanza frustrada, no ven el sentido positivo de la Pasión.
En sus palabras se nota el desgano. Todos los sueños se vinieron abajo, todo
acabó.
Jesús se sitúa al mismo nivel en el que están ellos y luego los va conduciendo
gradualmente hasta el nivel de comprensión que Él tiene. Jesús desciende hasta
el escándalo de la cruz que los discípulos tienen aún vivo: “se pararon con aire
entristecido” (24,17b). Jesús los comienza a atraer hacia su experiencia de
resurrección dejando que ellos expongan los acontecimientos pascuales de esa
misma mañana, no importa que concluyan que “no lo vieron”.
A lo mejor los discípulos conocían esos textos de la Biblia, pero les pasaba comos
pasa a nosotros muchas veces. Sucede con frecuencia que hemos recibido toda
una formación, que sabemos las enseñanzas de la Biblia y de la Iglesia, pero
cuando llega el momento, no sabemos ponerlas en práctica. A veces le ofrecemos
todo al Señor, los sufrimientos incluidos, pero cuando nos vemos en situaciones
penosas nos enredamos en nuestros sentimientos negativos, nos ofuscamos,
protestamos, no vemos cómo encaja eso en la experiencia de Dios.
(3) Jesús acepta el hospedaje que le ofrecen los dos discípulos y se les da a
conocer (24,28-31)
Jesús no sólo comparte la casa de ellos sino también su mesa. Allí les renueva el
gesto de la última cena. Los discípulos lo reconocen en la fracción del pan, o sea,
en el gesto del don que revela el sentido positivo de la pasión: la generosidad de
Jesús hacia nosotros, su amor que llegó hasta el extremo de dar la vida y que ha
transformado su sentido (la muerte como donación de sí mismo). Y fue ahí, en el
sentido positivo de su pasión, donde lo reconocieron.
Con el corazón ardiente, con el rostro de Jesús impregnado en sus retinas, con
una nueva visión de la cruz, con una nueva fuerza –después de que primero
andaban tristes- los discípulos transformados recorren el camino inverso: regresan
a Jerusalén, al mismo lugar de la Pasión, que tanta frustración les trajo. Este es
también el lugar de la comunidad a la que le habían perdido el gusto, y allí
reemprendieron su camino de fe.
https://www.diocesisdetexcoco.org/diocesisdetexcoco/index.php/recursos/lectio-divina/1499-
lectio-divina-del-30-de-abril-de-2017
LECTIO DIVINA
30 de abril de 2017
Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues
fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando
que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo.
Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían
dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón
para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el
Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?". Y comenzando por
Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la
Escritura que se referían a Él. Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo
como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros,
porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos.
Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les
desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía,
mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!" Se levantaron
inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once
con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se
le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el
camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor. Palabra
del Señor.
Pistas de reflexión
Contexto bíblico
El Evangelio de san Lucas fue escrito hacia finales del primer siglo I. En ese
tiempo, la mayoría de la Iglesia se componía de cristianos que no habían conocido
a Cristo en carne y hueso. Pero este relato se parece a la historia de la aparición
de los ángeles a Abrahán y a Sara en Mamre (Gen 18:1-15). En ambas historias,
los anfitriones fallan en reconocer el significado de sus huéspedes, pero aun así
les ofrecen su hospitalidad. En ambas historias, la hospitalidad los dirige a la
revelación y a la bendición.
Esta historia incorpora un alto nivel de lenguaje litúrgico “Tomo el pan lo bendijo, y
partió, y les dio” (v. 30); “Ha resucitado el Señor verdaderamente” (v. 34); y “al
partir el pan” (v. 35). El Cristo Resucitado se revela al contar la historia, al
interpretar la Escritura, y al partir el pan.
Texto bíblico
“El mismo día de la resurrección iban dos de los discípulos hacia a un pueblo
llamado Emaús situado a unos once kilómetros de Jerusalén (v. 13). Emaús
(Griego koiné: Ἐμμαούς, en latín: Emmaus, en hebreo: חמתHammat, significa
"primavera templada", en árabe: ِع مواسImwas) fue el lugar donde más tarde se
situó la localidad de 'Imuas', a 11 km al noroeste de la actual ciudad de Jerusalén.
Jesús comienza a acompañarlos a caminar con ellos. Que un hombre puede
compartir con otro hombre, cualquiera que éste sea, es hacer un camino que,
según la fe cristiana, tiene que desembocar en la fraternidad. Jesús caminaba
junto a dos hombres que sólo iban a Emaús. Jesús les enseña el camino del
hombre, y de todo hombre hacia el Reino de Dios. Dos que regresaban con una
desesperanza, pero Jesús comienza a caminar con ellos. Acompañarlos en su
dolor.
Él les preguntó ¿De qué cosas vienen hablando tan llenos de tristeza? (v 17) “Y
respondió uno de ellos que se llamaba Cleofás, le dijo. Tú eres el único forastero
que no sabe lo que ha pasado en Jerusalén.” (v. 18). Tú vienes acompañarnos y
no sabes la gran tragedia. Pero Cleofás resume en finas palabras el Evangelio en
estos versículos diciendo que: Jesús era “un profeta, poderoso en obra y en
palabra delante de Dios y del pueblo” Ahora Cleofás describe a Jesús como
“varón profeta, poderoso en obra y en palabra” (v. 19). Pero dice: Los “Los
príncipes de los sacerdotes lo han condenado a muerte, y lo crucificado” (v. 20).
Así Lucas mantiene que los líderes judíos son los responsables por la muerte de
Jesús. “Más nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (v.
21). “Esperábamos.” Éstas son palabras tristes esperando en el tiempo pasado
esperanza convertida en desesperanza. Cleofás dice “Hoy es el tercer día que
esto ha acontecido” (v. 21). El que pensábamos ya no existe ya se murió. Y sigue
diciendo: algunas mujeres de los nuestros nos han espantado al decir que “habían
visto visión de ángeles, los cuales dijeron que él vive” (v. 23). El relato de las
mujeres les produjo sorpresa no fe. Y se les acaba la esperanza, ya no tienen
más alternativa que todo se terminó.
"¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo
anunciado por los profetas!” (v. 25). Jesús regaña a los dos discípulos por no creer
a los profetas (v. 25). “¿No era necesario que el Mesías padeciera todo esto, y así
entrara en su gloria?” (v. 26). Jesús implica que Dios mandó el sufrimiento al
Mesías antes de que entrara en su gloria. Mientras que esto no era evidente para
los primeros discípulos, los discípulos de Emaús han identificado a Jesús como un
profeta, recordándonos que los profetas eran perseguidos (6:23-26) y matados
(11:47-49; 13:34) las propias palabras de Jesús. Y comenzó a explicarles: “Y
comenzando por Moisés, y siguiendo con todos los profetas, les explico todos los
pasajes de la Escritura que se referían a él” (v. 27). Es verdad que los profetas
sirvieron de modelo para la crucifixión y para el servicio humilde y de sacrificio
que Dios espera de nosotros. Y Jesús les fue enseñando el camino poderoso para
llegar a Él son las La Escrituras. Los cristianos debiéramos ser guiados y
fortalecidos por las Escrituras.
“Ya cerca del pueblo a donde se dirigían” (v. 28). Esto suena como si los
discípulos de Emaús han llegado a su casa. Jesús se adelanta para dejarles.
Costumbre requiere que ellos le inviten a Jesús a cenar, y costumbre requiere que
Jesús se niegue a no ser que ellos insistan. Pero Jesús acepta. “Cuando estaba
en la mesa, tomo un pan, pronuncio la bendición, lo partió y se lo dio” (v. 30).
Éstas son casi las mismas palabras que Lucas usó para describir las acciones de
Jesús durante la Última Cena (22:19). Normalmente, el anfitrión cumpliría estas
acciones en una casa y el celebrante las cumpliría en un servicio de veneración.
Jesús, el huésped, se convierte en ambos, el anfitrión y el celebrante en esta
mesa. “Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron” (v. 31).
“¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras él nos hablaba por el camino y nos
explicaba las Escrituras!” (v. 32). En ese momento, estos dos discípulos no
comprendieron lo que estaba pasando, pero Jesús les estaba preparando para la
revelación que vendría con el partir del pan. “Se levantaron inmediatamente y
regresaron a Jerusalén (v. 33). Los discípulos de Emaús se apresuran para
compartir su historia con los discípulos en Jerusalén. Eran siete millas de camino
para regresar a Jerusalén y era tarde, pero no importaba no podían quedarse sin
compartir las buenas noticias. Y ustedes saben las ansias que tenían de
comunicar esta gran noticia.
“De varas ha resucitado el Señor, y se le ha aparecido a Simón” (v. 34). Una vez
que los discípulos llegan a Jerusalén, encuentran a los once apóstoles y a sus
compañeros discutiendo la aparición de Jesús a Pedro. Y los discípulos
legitimándolo como autentica cabeza de la comunidad de testigos (cf. 22:31-34).
“Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y como lo habían
reconocido al partir el pan” (v. 35). Los discípulos de Emaús comparten su
testimonio solo con otros discípulos. Y principalmente con los discípulos cercanos
al Señor, que constatan y renuevan su fe en el Maestro.
¿Con qué mirada veo y leo los acontecimientos de cada día, sobre todo
aquellos que me hacen sufrir más y que me hacen nublar mi fe?
¿Trato de hacer oración con la Palabra de Dios?
Cuando celebro la Eucaristía o participo en ella, ¿me doy cuenta que el Señor
Resucitado se hace Palabra y Pan para que comulgue con toda su Persona?
Te pedimos perdón por las veces que no hemos sabido acompañar a nuestros
hermanos en el camino de la vida, por las veces que no te hemos reconocido
como el pan vivo y verdadero que nos alimenta, y por las ocasiones que no hemos
sido fieles a tus enseñanzas, por eso te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón
Señor.
A ti mismo, que caminas vacilante y con dudas, hasta que te encuentras con el
Resucitado.
La intención general del apostolado de la oración del Papa para el mes mayo es:
Por los cristianos de África, para que den un testimonio profético de reconciliación,
de justicia y paz, imitando a Jesús Misericordioso.
Personal: Que en mi relación con los demás dé un testimonio claro y veraz de que
el Señor vive y me invita a ser y a compartir su amor y su Palabra en mí alrededor.
1.-Oración introductoria.
Señor, en esta oración quiero que me enseñes una cosa: la diferencia de una
comunidad que todavía no se ha encontrado con el Resucitado y la comunidad
que ha tenido la suerte de encontrase con El. Te pido que esta experiencia de
Jesús con los de Emaús sea modelo de mi experiencia personal contigo hoy.
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba
sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había
pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se
acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le
conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?»
Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió:
«¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días
han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el
Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de
todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a
muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a
Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El
caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron
de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta
habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también
algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían
dicho, pero a él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón
para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo
padeciera eso y entrara así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y
continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las
Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir
adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque
atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que,
cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió
y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él
desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro
corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las
Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron
reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El
Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo
que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
5.- Propósito: Que en este día se note que estamos en Pascua: sonreír y poner
buena cara
Señor, te doy gracias por este rato de oración contigo. Te diré que eres fantástico.
Me encanta esa manera tan humana de presentarte a los amigos que dejaste tan
tristes y desconcertados con tu reciente muerte. Ahora estás lleno de vida, de
ilusión, de alegría. Y también de buen humor. !Gracias Señor!
http://noviciadomar.blogspot.com/2017/04/lectio-divina-iii-domingo-de-pascua.html
CONTEXTO
Los relatos de Pascua que describen los evangelistas, hay que entenderlos,
más que nada, como descripciones de experiencias de fe en el Resucitado.
Son catequesis para describir y descubrir quién es Jesús, qué propone a los
discípulos, y cuál debe ser el itinerario que éstos han de seguir para realizar su
misión de apóstoles o evangelizadores.[1]
Lucas escribe hacia el año 85 para la comunidad de Grecia y del Asia Menor
que vivían en una difícil situación, tanto interna como externa.
Dentro existían tendencias divergentes que hacían difícil la convivencia: por los
fariseos que querían imponer la ley de Moisés, grupos estrechamente vinculados a
Juan el Bautista que no habían oído hablar del Espíritu Santo, judíos que se
servían del nombre de Jesús para expulsar demonios, existían los que se
llamaban discípulos de Pedro, otros que eran de Pablo, otros de Apolo, otros de
Cristo (1Cor 1,12).
Lucas escribe para estas comunidades, para que reciban una orientación
segura en medio de las dificultades y para que encuentren la fuerza y la luz en lo
vivido desde la fe en Jesús. Uno de los objetivos específicos es el de mostrar,
mediante la historia tan bella de Jesús con los dos discípulos de Emaús, cómo la
comunidad debe leer e interpretar la Biblia. [2]
TEXTO
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista
sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había
pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y
caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Él
les dijo: «¿De qué discutís por el camino?» Ellos se pararon con aire entristecido.
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único residente en
Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?» Él les dijo:
«¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros
sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas
estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas
mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al
sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una
aparición de ángeles que decían que él vivía. Fueron también algunos de los
nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no
le vieron.»
Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que
dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así
en su gloria?» Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les
explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
Al leer hoy tu evangelio, Señor, puedo mirar tu gran bondad con aquellos
que amas, con aquellos en quienes confías.
¿Cuántas veces he dudado de que tu resucitaste y que por lo tanto habitas en mí,
que estás en mi corazón y en mis hermanos que comparten conmigo en la
cotidianidad?
https://www.iglesiaenaragon.com/lectio-divina-7-de-abril-de-2021
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba
sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había
pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se
acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le
conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?»
Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió:
«¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días
han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el
Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de
todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a
muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a
Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El
caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron
de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta
habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también
algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían
dicho, pero a él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón
para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo
padeciera eso y entrara así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y
continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las
Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir
adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque
atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que,
cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió
y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él
desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro
corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las
Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron
reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El
Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo
que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
Meditación-Reflexión
San Lucas, en una espléndida catequesis, nos hace ver la situación de una
comunidad que no se ha encontrado vitalmente con Jesucristo y otra que ha
experimentado la fuerza y el poder del Señor Resucitado. Y nos habla de cuatro
presencias del Resucitado.
4.– En la Comunidad. Con la muerte de Cristo viene la dispersión del grupo y los
discípulos de Emaús van huyendo del grupo de Jerusalén porque allí sólo se habla
de muerte y de fracasos. Si somos capaces de desandar el camino de
desesperación y decepción, por una experiencia de encuentro gozoso con el
Señor, es claro que en esa comunidad alegre, hermanada, con ganas de salir a
contar lo que hemos vivido, está presente el Señor.
5.- Propósito: Que en este día se note que estamos en Pascua: procuraré sonreír
y poner buena cara
Señor, te doy gracias por este tiempo de oración contigo. Te diré que eres
fantástico. Me encanta esa manera tan humana de presentarte a unos amigos a
quienes tanto desconcertó tu muerte. Te presentaste de una manera arrolladora
con tu cuerpo resucitado: con capacidad de diálogo, de sorpresa, de novedad.
Fuiste capaz de llenar de entusiasmo y ardor unos corazones fríos y
desesperanzados. ¡Qué grande eres, Señor!
Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del
hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas
dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes
cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente
encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un
pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del
coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos
fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén
https://padreseudistas.com/domingo-3-ciclo-a-el-camino-de-los-discipulos-de-emaus/
Ambientación
Continúa la Pascua. Sigue el Cirio encendido y las flores y los cantos y los
aleluyas. Y, sobre todo, el pueblo cristiano se siente «renovado y rejuvenecido en
el espíritu«, con la «alegría de haber recobrado la adopción filial» (oración
colecta), «renovado con estos sacramentos de vida eterna» (Oración después de
la comunión), «exultante de gozo porque en la resurrección de tu Hijo nos diste
motivo para tanta alegría» (oración sobre las ofrendas).
Amén.
Hch. 2, 14. 22-33: «No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio»
El salmo 16(15) es uno de los más bellos del Salterio. Y podríamos definirlo así:
El salmista nos hace esta bella profesión de fe: yo sólo me he refugiado en Dios.
No me he refugiado ni en las instituciones, ni en los amigos. Sólo en Dios. ¡Y me
ha ido muy bien!…
San Pedro nos hace una lectura del Antiguo Testamento al estilo de Cristo en el
camino de Emaús. Lo acontecido obedece a un plan de Dios ya conocido en el
texto antiguo (Salmo 16) que san Pedro lee legítimamente, no como concerniente
al autor del salmo, que para él es el rey David, quien murió y permanece muerto
según lo confirma su sepulcro, sino como referido ya desde antiguo a Jesucristo.
Sin saberlo, el autor del salmo, sea David o quien sea, estaba hablando no de sí
mismo y su esperanza, sino del misterio de la Pascua de Jesús. Más allá de la
caducidad y fragilidad del hombre está la permanente fidelidad de Dios. Mil años
separan a David de Cristo y esa palabra adquiere plena y total vigencia siglos
después en el Cristo que vive resucitado.
Evangelio de Lucas
11) y la visita de Pedro al sepulcro (24,12), que dan pie al pasaje de Emaús: 24,
13-35:
b) Texto
El texto está muy bien construido en dos grandes partes («Y sucedió
que»: vv. 15 y 30), precedidas ambas por sendas introducciones.
28-35: Parecería que llegamos al final del relato. Pero, de inmediato sigue otra
introducción (vv. 28-29) que conduce a la segunda sección, la estancia en la
posada, donde se produce la fracción del pan, y la vuelta de los dos
discípulos a Jerusalén (vv. 30-35).
Luego el relato pone en escena esa situación. Este maravilloso relato de los
discípulos de Emaús, es una pedagogía de la fe en Cristo resucitado.
c) Comentario:
Comparar con Hch. 8, 26–40: las dudas e indecisiones iniciales quedan resueltas
por la instrucción. Los dos relatos concluyen con una acción sacramental.
vv. 13-14:
Salir de Jerusalén, en la mente del evangelista, parece significar una huida: los
discípulos huyen de lo sucedido ahí; huyen de una fe que no comprendían.
vv. 15-24:
La fe no cambia la realidad de lo que ocurre, pero «obliga» a leer esa realidad con
otras claves. ¿Cómo es tu lectura de la realidad? ¿Demasiado «realista»? ¿Qué
papel juega tu fe a la hora de analizar y valorar las cosas que ocurren, como
esta pandemia del coronavirus y sus consecuencias?
vv. 25-27:
Primero oye, luego con profundidad y calor muestra tener una lectura nueva del
plan salvador de Dios. Recorre la Palabra de Dios, la interpreta desde un punto
luminoso, el de la verdadera misión del Mesías y comunica con ardor su lectura.
Jesús les explica las Escrituras.
«¿No era que el Mesías padeciera esto para entrar en la gloria?» Superada la
muerte, se abre el espacio de la vida en Dios que la Biblia llama la «gloria». En
24, 6 encontramos el término propio del lenguaje empleado para hablar de la
resurrección: ἠγέρθη (eguerte = del verbo ἐγείρω (egueiro) = «Despertar-
levantarse»). Es dejar el estado de muerte para asumir el compromiso de la
vida.
vv. 28-29:
Este signo, con el que identifican a Jesús, no podía ser más sencillo. No había
casa en todo Israel en que no se hiciera algo parecido, pero es en algo tan
ordinario que lo reconocen: al ponerse a la mesa con ellos, tomar el pan,
bendecirlo, partirlo y darlo. Tuvo que haber algo más en ese signo que provocó en
ellos que «se les abrieran los ojos», tal como lo dice el v. 31. Signo que les
refrescaba la memoria de lo que había dicho y hecho Jesús, y por lo que había
entregado su vida, para sentarse como hermanos, compartir, superar barreras que
les ayudara a comprender su vida comunitaria presente.
Los discípulos sienten que arde su corazón mientras lo escuchan, cuando les
explica las Escrituras (cfr. v. 32). ¿Lees a menudo la Biblia, en especial los
Evangelios? ¿Oras con ellos? ¿Has experimentado alguna vez que la Palabra de
Dios te ha infundido una fuerza y esperanza que no tenías?
vv. 33-35:
Los discípulos viven, en el proceso del relato, una gran transformación: antes
abatidos y desalentados: al final, «levantándose» (v. 33: ἀναστάντες = del
verbo ἀνίστημι, que significa «levantarse, ponerse en pie», pero también significa
«resucitar»), ellos entran en un camino nuevo, realmente «resucitan», porque
dejan atrás un mundo de tristeza, angustia y desesperación y entran en un
«mundo nuevo» de una experiencia gozosa que debe ser compartida.
Todo esto significa que el proceso del encuentro con la Palabra (vv. 25-27) y
con la Eucaristía (vv. 30-32) transforma, levanta, alienta, moviliza sus pasos,
hace sentir la necesidad de contar a Jesús, anunciar lo que han visto y
oído (cfr. v. 35): esto es «evangelizar». ¿Te sucede a ti lo mismo cada vez que
participas en el encuentro orante de la Palabra o en la Eucaristía?
En cuanto a «los Once», reunidos en Jerusalén (v. 34), Lucas los reconoce
como testigos de un suceso propio y diferente a la manifestación que refieren los
recién llegados de Emaús. «¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a
Simón!» (v. 34), es la confesión de su fe y la confianza de que eso es verdad.
Aún más: el confinamiento a que nos ha sometido la pandemia del Covid19, que
no nos permite (hasta nueva orden) reunirnos en el templo para la celebración del
culto, nos urge a saber descubrir la presencia de Dios de otra manera, en otras
partes, en la familia, en lo cotidiano, en el hermano enfermo, en quien sufre, es
decir, en el prójimo, que, ahora más que nunca, se convierte en sacramento de
Dios para los demás.
Emaús en la cuarentena
¿Será posible que, como les sucedió a los dos discípulos de Emaús, no nos
percatemos de su presencia junto a nosotros durante todo el camino en esta
cuarentena del confinamiento producido por la pandemia del coronavirus?
Durante todo este tiempo, por muchos medios y de muchas maneras (aunque, por
la emergencia sanitaria, no podamos celebrar públicamente la Eucaristía), el
Señor Jesús se acerca y se mete en nuestro camino, hace suyo nuestro problema,
nos da la oportunidad de desahogarnos cuando nos pregunta qué nos pasa, y
también «nos explica las escrituras» y «parte para nosotros el Pan» ¡en Casa!
Quédate con nosotros, Señor, porque atardece; que el camino es arduo, y fuerte el
cansancio.
Quédate para decirnos tus palabras vivas que serenan la mente y remueven el
alma.
Aviva el rescoldo de nuestro pobre corazón, disipa las dudas y quita el miedo.
Quédate y purifica rostro y entrañas; abrasa nuestra tristeza;
Quédate con nosotros, Señor, que el día ya decae, que el camino es arduo, y
fuerte el cansancio.
Amén.
Los dos discípulos conocían bien a Jesús, porque habían hablado y comido con
él y resumen perfectamente su vida (hay que ver los términos en los que resumen
la vida del Maestro que son muy parecidas a los discursos de Pedro en los
Hechos de los Apóstoles (compárese Lc. 24,19 con Hch. 2, 22; 3, 22; 10, 38 y Lc.
24, 20 con Hch. 3, 13-14; 4, 10; 5, 30)… De la misma manera, nosotros, muchas
veces, pensamos que «sabemos» mucho de Él.
Y así como los dos discípulos no lo reconocen, pues su conocimiento de Jesús es,
sobre todo, intelectual, del mismo modo, nosotros no lo vemos ni encontramos
porque tenemos un conocimiento demasiado racional que no basta para
encontrarlo. Cualquier manera de comprender a Jesucristo a nuestro antojo impide
un auténtico encuentro con Él. Precisamente para el encuentro con Jesucristo no
sea incompleto, el texto que meditamos nos ofrece cuatro lugares donde
podemos descubrirlo:
Los dos discípulos tenían sus planes, pero eran los suyos, los que ellos se habían
hecho y que los bloqueaban, cegándolos e impidiéndoles reconocerlo; estos
planes se habían cumplido, aunque de manera diferente a como ellos se lo
imaginaban, en este «extranjero» que en ese momento caminaba con ellos.
Hablaban a Jesús, pero tal y como ellos se lo imaginaban, y por ello no lo
reconocen.
Pidamos a Dios que nunca olvidemos las causas por las que entregó su vida.
Pidamos perdón a Jesús por hacer de su resurrección un evento a nuestra
conveniencia sin comprometernos con lo que Él dijo e hizo. Por ello,
preguntémonos:
http://lectiodivinacamo.blogspot.com/2014/04/lectio-divina-domingo-4-de-mayo-2014.html
Lectio Divina
UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá
una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada
Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a
través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le
responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que
la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Lectio Divina:
En el camino de Emaús
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la
luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que
parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y
resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura,
en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos
de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los
otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de
justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al
Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una clave de lectura: Leamos el texto en el que Lucas nos presenta a Jesús
que interpreta las Escrituras. Durante la lectura tratemos de descubrir cuáles son
los diversos pasos del proceso de interpretación seguido por Jesús, desde el
encuentro con sus discípulos en el camino hacia Emaús, hasta el reencuentro de
los discípulos con la comunidad de Jerusalén.
b) Una división del texto para ayudar a la lectura:Lc 24,13-24: Jesús trata de
averiguar la realidad que hace sufrir a los discípulos
Lc 24,25-27: Jesús ilumina la realidad de los dos discípulos con la luz de la
Escritura
Lc 24,28-32: Jesús comparte el pan y celebra con los discípulos
Lc 24,33-35: Los dos discípulos regresan a Jerusalén y comparten su experiencia
de la resurrección con la comunidad.
13-24: Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista
sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había
pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y
caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Él
les dijo: «¿De qué discutís por el camino?» Ellos se pararon con aire entristecido.
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único residente en
Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?» Él les dijo:
«¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros
sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas
estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas
mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al
sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una
aparición de ángeles que decían que él vivía. Fueron también algunos de los
nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no
le vieron.»
25-27: Él les dijo: «¡Oh
insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era
necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?» Y,
empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que
había sobre él en todas las Escrituras.
28-32: Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y
el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con ellos. Sentado a la mesa con
ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se
les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista. Se dijeron
uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos
hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
33-35: Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron
reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El
Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo
que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan.
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
* Lucas escribe para estas comunidades, para que reciban una orientación
segura en medio de las dificultades y para que encuentren la fuerza y la luz
en lo vivido desde la fe en Jesús. Lucas escribe una única obra en dos
volúmenes: el Evangelio y las Actas con el mismo objetivo general: "poder verificar
la solidez de las enseñanzas recibidas" (Lc 1,4). Uno de los objetivos específicos
es el de mostrar, mediante la historia tan bella de Jesús con los dos discípulos de
Emaús, cómo la comunidad debe leer e interpretar la Biblia. En realidad, los que
caminaban por el camino de Emaús eran las comunidades (y somos todos
nosotros). Cada uno de nosotros y todos juntos, somos el compañero o la
compañera de Cleofás (Lc 24,18). Junto a él, caminamos por los caminos de la
vida, buscando una palabra de apoyo y orientación en la Palabra de Dios.
La Biblia, por sí sola, no abre los ojos, pero ¡hace arder el corazón! (Lc 24,32). Lo
que abre los ojos y hace descubrir a los amigos la presencia de Jesús es el
compartir el pan, el gesto comunitario. En el momento en que es reconocido,
Jesús desaparece. Y ellos mismos experimentan la resurrección, renacen y
caminan solos. Jesús no se apropia del camino de sus amigos. No es paternalista.
Resucitados, los discípulos son capaces de caminar por sus pies.
El tercer paso es éste: saber crear un ambiente orante de fe y fraternidad, donde
el Espíritu pueda obrar. Es el Espíritu el que hace descubrir y experimentar la
palabra de Dios en la vida y nos lleva a entender el sentido de las palabras que
Jesús dice (Jn 14,26; 16,13). Y es sobre todo en este punto de la celebración, en
el que la práctica de las comunidades eclesiales de base, sostenidas por las
esparcidas por el mundo, nos ayudan a nosotros religiosos y religiosas a encontrar
de nuevo el antiguo pozo de la Tradición para beber su agua.
* Y así, hojeando las fotografías del Antiguo Testamento, la gente del tiempo
de Jesús, se hace la idea de un Dios muy distante, severo, de difícil acceso,
cuyo nombre no puede ser pronunciado. Pero las palabras y los gestos de
Jesús, nacidos de la experiencia de Hijo, sin siquiera cambiar una letra (Mt 5,18-
19), cambiaron todo el sentido del Antiguo Testamento. El Dios que parecía tan
distante y severo, adquiere los rasgos de un Padre lleno de ternura, siempre
presente, pronto a acoger y ¡a liberar! Esta Buena Noticia de Dios, comunicada
por Jesús, es la nueva clave para releer todo el Antiguo Testamento. El Nuevo
Testamento es una relectura del Antiguo Testamento, hecha a la luz de la nueva
experiencia de Dios, revelada en Jesús. Este modo diverso de iluminar la vida con
la luz de la palabra de Dios, le causa muchos conflictos, porque vuelve críticos a
los pequeños y por consiguiente, incomoda a los grandes.
* Al interpretar la Biblia para el pueblo, Jesús muestra los rasgos del rostro
de Dios, la experiencia que Él mismo tenía de Dios como Padre. Revelar a
Dios como Padre era la fuente y el objetivo de la Nueva Noticia de Jesús. En su
actitud Jesús manifiesta el amor de Dios hacia los discípulos, tanto hombres como
mujeres. Revela al Padre ¡lo encarna en el amor! Jesús podía decir: "Quien me ve,
ve al Padre" (Jn 14,9). Por esto, el Espíritu del Padre estaba también con Jesús
(Lc 4,18) y en todo le acompañaba, desde la encarnación (Lc 1,35), al comienzo
de su misión (Lc 4,14), hasta el final, en la muerte y resurrección (Ac 1,8).
6. Salmo 23 (22)
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la
voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos
comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que
nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner
en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu
Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.