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¿EN QUE MEDIDA EL ADN NOS HACE DIFERENTES?

En diciembre de 1949, casi cuatro años antes de James Watson y Francis Crick publicaran su modelo
de ADN, comenzando la revolución de la biología moderna el matemático y diseñador de
computadoras, John von Neumann, dio una conferencia explicando cómo podría reproducirse una
máquina. Todo lo que necesita, dijo, es una descripción de sí misma. Una máquina con un núcleo
magnético no puede reproducir el núcleo magnético haciendo un molde. Sin embargo, si tuviese una
descripción que dijera: "núcleo magnético: cable de electricidad enrollado alrededor de una barra
metálica 500 veces, etc.” y dispusiese del material necesario, podría seguir las instrucciones y construir
el núcleo magnético. La máquina “hija” podría reproducirse, a su vez, si la máquina hiciese una copia
de la descripción de sí misma e insertara esa copia en cada máquina nueva. Contando con los
materiales necesarios, las máquinas continuarían produciendo copias de sí mismas. Esta descripción de
la máquina de von Neumann es análoga al ADN encontrado de los seres vivos. Como la máquina
descrita, el ADN contiene la descripción codificada del organismo y es responsable de su capacidad
para reproducirse.

 VIDA E INFORMACIÓN

Nuestra vida depende de la información. Frente a esta frase podemos tomar dos actitudes: dejarla
pasar como una frase más, o detenernos unos instantes para reflexionar sobre su significado. Con esta
monografía haremos lo último. Cuando pensamos en información, vienen a nuestra cabeza ideas de
periódicos, televisión, radio, computadoras y otros medios de comunicación, pero olvidamos otros
sistemas que damos por sentado, a menos que carezcamos de alguno de ellos. Pensemos, por
ejemplo, en los cinco sentidos: vista, oído, de las gusto, olfato y tacto nos ponen en contacto con toda
la información que proviene de nuestro exterior. Vendo nos enteramos de imágenes, formas, luces y
colores. El oído nos transmite informaciones sonoras diversas. A través del gusto podemos saborear
información relacionada con distintos sabores. Aromas variados llegan a nuestro cerebro a través del
olfato y, tocando, recibimos información que nos da idea de texturas.

Pero, aun así, estamos dejando de lado muchos otros sistemas de información internos en nuestro
organismo. Sistemas que reciben y retransmiten información entre los distintos órganos y tejidos o,
más aún, entre las mismas células. Sin embargo, si nos detenemos en este nivel de información,
estamos perdiendo el sistema informativo más importante, sin el cual ningún otro sistema de
información existiría.

 
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Hablamos del sistema que concentra y transmite toda la información necesaria para la formación de
una célula, de los distintos órganos y tejidos, de un nuevo organismo vivo. Es el sistema que encierra
en sí mismo la información que será transmitida de padres a hijos: la herencia genética.

Nos referimos al ácido desoxirribonucleico (ADN), encerrado en el núcleo de células eucariotas (que
poseen núcleo pido verdadero), o disperso en células más primitivas (procariotas, en decir sin núcleo).

Este es, precisamente, el sistema informativo que analizaremos a continuación.

Para entender mejor del proceso de transmisión de la información genética y su almacenamiento,


comenzaremos con una analogía con la transmisión oral y escrita.

En toda transferencia de información, es necesario que exista un informante y un recipiente (receptor)


de esa información. También es necesario que ambos conozcan el mismo código, de lo contrario será
necesaria la presencia de un traductor o decodificador.

En el caso de la información oral y escrita, el alfabeto es el centro de ese código. La mezcla de letras
diferentes, según un código predeterminado, dará origen a las palabras con algún significado. La
combinación de estas palabras en un cierto orden formará frases las que, a su vez, cuando
organizadas en una forma conveniente darán lugar a una conversación o un escrito que será
transmitido a otra persona. Este “receptor” de la información, conociendo las reglas y el código
utilizados, será capaz de entender esta información y, a su vez, retransmitirla a otro individuo.

Si hemos entendido este proceso de transmisión de información, hemos comenzado a entender la


manera en que una célula transmite la información genética a sus hijas o la herencia genética que se
pasa de padre a hijos. Pensemos que toda información que codifica a un ser humano se encuentra,
desde el comienzo, en esa célula que se originó cuando un espermatozoide fertilizó a un óvulo. En el
caso de un ser humano, esa información tarda nueve meses en expresarse en forma casi completa,
dando lugar a la formación de un individuo capaz de vivir fuera del ambiente materno, aunque aún en
forma relativa.

Ello que sigue el texto, ahondaremos en este proceso y analizaremos los distintos componentes que
forman este sistema complejo que es el de la maquinaria genética.
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UN POCO DE HISTORIA

Alrededor del año 1860, la mayoría de los biólogos aceptaba la idea que todas las plantas y animales
estaban formados por células. Se sabía que las células originaban células nuevas mediante la división
celular. Sin embargo, nadie podía explicar cómo se dividían las células.

El ADN fue descubierto en 1869 por Frederick Miescher, a los 25 años de edad.

Meischer era hijo de un médico muy conocido en Basel. En 1869, se encontraba en Tubingen
estudiando la química de los glóbulos blancos sanguíneos con el bioquímico F. Hoppe-Seyler. Obtenía
las células de vendajes quirúrgicos puros. Al agregar ácido clorhídrico al pus, obtenía núcleos puros. Si
agregaba álcali a los núcleos y, luego, ácido se formaban un precipitado gris. Este precipitado no se
parecía a las sustancias orgánicas conocidas. Como provenía de los núcleos, se lo denominó nucleína.
Hoy se lo conoce como ADN.

Poco tiempo después del descubrimiento de Miescher, se desarrollaron nuevas técnicas de tinción que
revelaron estructuras tipo “bandas”, que se coloreaban muy intensamente, en el núcleo de las células.
En 1879, Walter Flemming introdujo el término cromatina (del griego croma: color) para describir el
material que se teñía tan intensamente en el núcleo. En 1881, E. Zacharía encontró que la cromatina
reaccionaba frente al ácido y al álcali tal como lo hacía la nucleína de Miescher. Concluyó que nucleína
y cromatina eran lo mismo. La cromatina observada en 1880 es lo que hoy conocemos como
cromosomas, los portadores de genes que son la base de la herencia.

 LA MOLÉCULA DEL ADN

 El ácido desoxirribonucleico es un polímero formado por una sucesión de moléculas (monómeros) que
reciben el nombre de nucleótidos. Afortunadamente, solamente existen cuatro nucleótidos distintos en
la molécula de ADN. Estos nucleótidos están, a su vez, formados por una molécula de azúcar
(desoxirribosa), un grupo fosfato y una base nitrogenada. Es esta base nitrogenada la que marca la
diferencia entre los nucleótidos. Estos cuatro nucleótidos son equivalentes a las letras del alfabeto.
Será la combinación de estas “letras” la que dará origen a las “palabras” y “frases”, cuando la
información genética sea transmitida.

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 Los nucleótidos reciben sus nombres de las bases nitrogenadas que los componen: Adenina (A),
Timina (T), Citosina (C) y Guanina (G).

Una única molécula de ADN puede contener miles de estas bases, combinadas de manera diferente, lo
que provee la diversidad de la información.

La unión entre los distintos nucleótidos se establece a través de enlaces fosfato y una molécula
completa de ADN que se forma cuando dos cadenas polinucleotídicas (significando muchos
nucleótidos) se entrelazan.

Para que la información contenida en esta macromolécula de ADN pueda ser transmitida de una célula
a sus hijas, es necesario que esta molécula pueda duplicarse. De esta manera, luego de una
replicación exacta, cada célula hija recibirá la misma información. Fue, precisamente, el entender la
estructura de la molécula de ADN y la forma en que ésta podía replicarse, lo que les valió a James
Watson y Francis Crick el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, compartido, en 1962.

Cada una de las cadenas que conforman la molécula de ADN posee una configuración idéntica, con un
grupo fosfato en un extremo y un grupo hidroxilo (OH) libre en el otro extremo. Por convención,
precisamente para que todos podamos entender el mismo código, se llama 5’ al extremo con el fosfato
y 3’ al que presenta el hidroxilo libre. Si escribiésemos en un papel la secuencia de una de las cadenas,
pondríamos por convención el extremo 5’ a la izquierda y el 3’ a la derecha. Si, ahora, escribiésemos la
otra cadena debajo de la primera, deberíamos hacerlo en forma antiparalela, es decir, con el extremo
3’ hacia la izquierda y el 5’ hacia la derecha, porque así es como ambas cadenas se orientan en la
realidad: en forma antiparalela.

Esta orientación da como resultado que la molécula de ADN se disponga en el espacio en forma de
hélice doble.Pero la característica realmente importante en la combinación de ambas cadenas es que
ellas son complementarias. Es decir, que siempre a una A se le opondrá una T y a una C le
corresponderá una G en la otra cadena. Como regla mnemotécnica los tangueros podrán utilizar Anibal
Troilo y Carlos Gardel; los más progresistas Charly García y Tori Amos, o Antonio Tarragó para los más
autóctonos. Ambas cadenas se mantienen unidas por fuerzas intermoleculares llamadas puente de
hidrógeno (dos en el caso A-T y tres para C-G, lo que hace más fuerte a esta última unión).

Para la replicación, ambas cadenas deben separarse y los nucleótidos, reclutados del   interior celular,
se dispondrán en forma complementaria a cada cadena para, luego de establecida la unión fosfato

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entre ellos, dar lugar a dos cadenas hijas idénticas a la progenitora. Así dicho, el proceso parece
sencillo pero no lo es. Trataremos de analizarlo paso a paso.

ORGANIZACIÓN DEL ADN EN CELULAS PROCARIOTAS Y EUCARIOTAS

En las células procariotas, la molécula de ADN se encuentra libre en el interior de la célula, en contacto
con el resto del citoplasma. Una única molécula de ADN, generalmente de forma circular (es decir que
no existen extremos 5’ y 3’ libres) es la encargada de llevar la información.

Por el contrario, en las células eucariotas, el ADN se localiza en el núcleo y no consiste en una
molécula única sino en varias (lo que dará lugar a los cromosomas durante la duplicación celular).
Dado que la información necesaria para una célula más evolucionada como la eucariota es mucho más
compleja, más larga será la molécula correspondiente. Por ejemplo: en una bacteria muy común, como
la Escherichia coli, el ADN es circular y está constituido por 4.700.000 pares de bases (longitud total,
1.360 micrones, 1 micrón = 0,000001 metros); por el contrario, en el ser humano, la información se
guarda en 23 pares de cromosomas y está constituido por 2.900.000.000 pares de bases (longitud
total, 990.000 micrones). Sin embargo, no creamos que el ser humano posee la supremacía en cuanto
a cantidad de pares de bases y longitud de ADN, el pez pulmón sudamericano posee 102.000.000.000
pares de pases, con una longitud de 34.700.000 micrones. Sin consideramos estos datos, si el ADN del
ser humano se estirase en forma continua, mediría entre 1,6 a 8,32 cm, bastante más que las células
de nuestro organismo.

Dado que todas las moléculas de ADN, cada una conteniendo millones de nucleótidos, deben ser
contenidas en un volumen muy pequeño como es el núcleo, éstas deben compactarse al máximo.

Para conseguir esto, el ADN se enrolla alrededor de proteínas básicas (que poseen muchos
aminoácidos con residuos amino) formando estructuras que se denominan nucleosomas. Esta
estructura compleja de ADN y proteínas se llama cromatina. Un nivel de compresión mayor se consigue
al superenrollarse el ADN sobre sí mismo. Este tipo de superenrollamiento es similar al que se obtiene
al enrollar una bandita elástica sobre sí misma, hasta que una hélice se forma hacia un costado. El
término superenrollamiento se utiliza porque el enrollamiento se produce sobre el enrollamiento
natural de la hélice de ADN.

DUPLICACIÓN DEL ADN

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La duplicación del ADN se dice que es semiconservativa porque, al duplicarse, cada una de las
moléculas hijas contiene una cadena de la molécula progenitora. ¿Cómo se produce la duplicación? Es
importante hacer nota que éste es un proceso altamente controlado y que depende de la acción
coordinada de varias proteínas, muchas de ellas con actividad enzimática.

Veamos paso a paso cómo se duplica la molécula de ADN.

El primer paso consiste en ubicar el sitio de origen para la duplicación. Esto se consigue con proteínas
especiales cuya denominación varía según el organismo (por ejemplo: en E. Coli, dnaA, RNAP; virus
Herpes, UL9; virus SV40, factor antígeno T, etc.). El origen de la replicación puede ser múltiple, es
decir que una molécula comienza a duplicarse en varios puntos (como es el caso de cromosomas
eucariotas). La ubicación de alguna de estas proteínas sirve como punto de anclaje al complejo
enzimático que tendrá a su cargo la duplicación del ADN, tal como veremos a continuación.

Mencionamos que la molécula de ADN se encuentra súper enrollada en la cromatina. El primer paso
consiste en distender la molécula tensionada para relajar la estructura. Enzimas especiales, llamadas
topoisomerasas (porque cambian la topología de la molécula), se encargarán de cortar una de las
cadenas, permitir un poco de relajación y volver a unir para impedir que toda la molécula se
desenrolle, como ocurriría si se cortase una cadena sin una ligación posterior. Volvamos al símil de la
bandita elástica súper enrollada e imaginemos que cortamos una de las cadenas, inmediatamente el
resto de la bandita se desenrollaría hasta quedar en forma lineal.

Una vez distendida una cierta porción de la molécula de ADN, deberá procederse a la separación de las
cadenas para permitir su copiado.

Una enzima, llamada helicasa, se interpondrá entre las hebras del ADN, un monómero unido a cada
cadena y, a la manera de un cierre relámpago, se moverá hacia un extremo separando las cadenas
complementarias (con gasto de ATP). Es esta complementariedad la que presentará un problema
adicional porque las cadenas, así separadas, tenderán a reasociarse. Es por esto que unas proteínas
con capacidad de unirse a cadenas simples de ADN se asociarán a las hebras recién separadas,
impidiendo que se reasocien. Tengamos en cuenta que, a medida que el ADN se va desenrollando
aumenta la tensión en la estructura. Es necesario que vuelvan a actuar las topoisomerasas para ir
“relajando” las tensiones formadas que, de lo contrario, provocarían la finalización temprana de la
duplicación.
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Es recién en este momento en que las cadenas de ADN están preparadas para ser copiadas.

Una enzima será la encargada de tomar nucleótidos del entorno, buscando mantener la
complementariedad (es decir utilizando la cadena que se va a copiar como un molde o “templado”) y
generar una cadena hija mediante la  unión de nucleótidos consecutivos.

Pero un nuevo inconveniente surge como resultado de las propiedades de la enzima. Esta proteína se
conoce como ADN polimerasa y requiere, para poder copiar, la presencia de un extremo 3’-OH libre. Si
las hebras a copiar están separadas, no existe tal extremo sino al final de cada cadena. Una nueva
enzima viene al auxilio para generar un trozo pequeño de ácido nucleico, conocido como “iniciador”
(“primer” en inglés). Este trozo iniciador posee características especiales. No se trata de ADN sino de
otro tipo de ácido nucleico, llamado ribonucleico (ARN). A diferencia del ADN, el azúcar constituyente
de los nucleótidos es la ribosa, en lugar de la desoxirribosa y, en lugar de timina, una nueva base,
uracilo, toma su lugar apareándose con la adenina.

Es así que esta enzima, llamada primasa, sintetiza una cadena pequeña de ARN, complementaria a la
cadena de ADN correspondiente, dando origen a una porción doble cadena de un híbrido ADN-ARN.
Esta pequeña porción de ARN provee el extremo 3’-OH requerido por la ADN polimerasa para
comenzar a extender la copia. Desde este extremo 3’-OH hacia delante se sintetizará ADN, copia fiel
del “templado” o molde (hebra antigua). La ADN polimerasa posee una restricción más: solamente
puede copiar elongando en la dirección 5’-3’, es decir que la síntesis prosigue por adición de
nucleótidos a extremos 3’-OH libres. Esta restricción presenta un inconveniente para la síntesis de la
segunda cadena.

Trataremos de visualizar la situación producida. En el momento en que ambas hebras se han separado,
se ha formado una especie de burbuja delimitada por ambas cadenas a los costados y por los puntos
que aún no se han separado, en los extremos. La primasa ha sintetizado el ARN iniciador en forma
antiparalela a una de las hebras dejando, de esta manera, un extremo 3’-OH libre. Para la otra cadena,
la primasa no pudo copiar otro iniciador exactamente a la misma altura porque, de hacerlo así y, por la
necesidad de tener ambas cadenas antiparalelas, no quedaría lugar para extender una de ellas por
encontrarse el 3’-OH libre cerca de uno de los extremos. Es por este motivo que, en la otra caena, la
primasa sintetizará el iniciador en el otro extremo de la burbuja, sin violar las restricciones de
antiparalelismo y dirección de extensión 5’-3’.

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La elongación continuará hasta alcanzar los extremos, punto en que será necesario desenrollar la
hélice un poco más para que la síntesis continúe.

El proceso se repetirá tal como indicáramos, con la topoisomerasa, helicasa, etc., desenrollando las
cadenas como un cierre relámpago, siguiendo la misma dirección.

Una vez expandida la burbuja, la situación con que nos encontramos es la siguiente. Las cadenas que
se han formado se encuentran, ahora, enfrentadas, con la burbuja abriéndose hacia uno de los
extremos. Para que la síntesis continúe, una de las cadenas presenta un extremo 3’-OH libre que la
ADN polimerasa puede utilizar. La otra cadena, por el contrario, muestra el 3’-OH apuntando hacia uno
de los extremos y, por lo tanto, incapacitado para servir como punto de anclaje para la elongación de
la cadena correspondiente. Para que esta cadena continúe, es necesario que la primasa sintetice una
nueva cadena iniciadora, hacia el extremo opuesto de la burbuja. A partir de este punto, se repite el
proceso tal como se indicara anteriormente.

El híbrido ADN-ARN que ha quedado en varios puntos será hidrolizado y la ADN polimerasa llenará los
huecos que se han formado, para completar la molécula. La ADN polimerasa posee otras dos
actividades enzimáticas, además de la principal que es la de polimerasa. Es una exonucleasa, es decir
que corta desde los extremos, en dirección 5’-3’ y 3’-5’. Al reconocer el híbrido, lo degrada dejando
vacíos que serán llenados por la misma enzima, siguiendo el templado.

Esta forma de replicación hace que una cadena se duplique en forma constante, mientras que la otra
parece duplicarse de a poco.

En este proceso de replicación hemos dejado de lado a una enzima que juega un papel muy
importante: la ADN ligasa. Una vez que la polimerasa ubica los nucleótidos en el lugar que les
corresponde, según la complementariedad de bases, es la ADN ligasa la encargada de producir la
unión entre nucleótidos contiguos.

De esta manera, gracias al trabajo coordinado de una variedad de proteínas, muchas de ellas con
actividad enzimática, se asegura la copia fiel del ADN, macromolécula donde se encuentra la
información genética.

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HERENCIA Y GENES

Hasta ahora nos hemos referido al proceso de síntesis de nuevas moléculas de ADN y mencionamos
que es en esta macromolécula donde reside el bagaje hereditario que será transmitido de padres a
hijos. Pero, aún no hemos definido esta carga hereditaria y cómo se ubica en la molécula de ADN.

En cada molécula de ADN, formada por millones de esas “letras”, que llamamos nucleótidos, debemos
tratar de ubicar las palabras y frases que darán lugar a la información a transmitir.Esta información
representa el mensaje para la síntesis de todas las proteínas (estructurales, enzimas, hormonas, etc.)
que serán las responsables de construir los distintos elementos que constituyen la célula. Color de
ojos, tipo de cabello, sexo, grupo sanguíneo, etc., vienen codificados en el material genético recibido
de los padres.

El mensaje para la síntesis de cada una de estas proteínas se encuentra ubicado en zonas del ADN que
se denominan genes. En general, un gen posee la información para una proteína o cadena peptídica y,
en una misma molécula de ADN, pueden contarse miles de genes, separados entre sí por porciones de
ADN sin función aparente.

La diferenciación entre las distintas células no estará dada por el tipo de información que ellas posean
sino por la información que ellas expresen. Proviniendo todas las células de un mismo organismo de
aquel “huevo”, producto de la fertilización de un óvulo por espermatozoide (en el caso de los animales
superiores), resulta que todas las células (a excepción de las sexuales: espermatozoides y óvulos),
poseen la misma información genética. Sin embargo, no toda la información se expresa en todas las
células. Aquí es donde surgen las diferencias. En teoría, tomando cualquier célula del organismo (a
excepción de las sexuales) podríamos, a partir del material genético allí encontrado, duplicar (clonar) el
organismo de donde provino, reproduciéndolo en forma exacta.

En un ser humano, todo el material genético se encuentra distribuido en 23 pares de cromosomas (22
somáticos, es decir que llevan información para las características físicas y orgánicas y un par sexual,
es decir que lleva la información para la diferenciación sexual del individuo). Estas estructuras que
llamamos cromosomas no son más que moléculas de ADN, combinadas con proteínas, como vimos al
definir cromatina, que se condensan para adquirir la forma distinguible y clásica en un momento
particular de la duplicación celular. El resto del tiempo en el ciclo vital de la célula, se encuentran
dispersos en el núcleo sin poder ser individualizados.

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Dado que todo el material genético se halla en esas moléculas de ADN, es lógico suponer que el
proceso de duplicación será un proceso muy controlado y con varios mecanismos correctores en caso
de ocurrir un error.

El proceso de transferencia de información desde el ADN hasta la proteína madura, será motivo de otra
monografía, pero terminar la explicación del mecanismo en este punto sería equivalente a quedarnos
con las letras sin saber cómo formar las palabras y las frases. Veamos brevemente cómo finaliza la
comunicación del mensaje.

Si recordamos la estructura de la molécula de ADN y la de una proteína, podemos observar de


inmediato que ambas son muy diferentes. Mientras que el ADN está constituido por nucleótidos, la
proteína está formada por aminoácidos. A simple vista es semejante a que deseen comunicarse un
español y un japonés; será imposible a menos que ambos sepan los dos idiomas o que exista un
intérprete. En el mecanismo de transferencia de información genética existe un intérprete.

Como el ADN posee toda la información, para sintetizar una sola proteína necesitamos tomar del
conjunto solamente aquella información que corresponda a esta proteína. Esto se consigue copiando
(transcribiendo) el gen correspondiente a otra molécula de ácido nucleico, el ácido ribonucleico o ARN.
En el caso de una célula eucariótica, este ARN (llamado mensajero) saldrá del núcleo y se dirigirá al
citoplasma, más específicamente hacia los ribosomas. Es en los ribosomas donde se encuentra el lugar
físico para la síntesis de una proteína. Pero esta molécula de ARN mensajero sigue siendo ácido
nucleico. ¿Cómo traducimos esta información en una frase proteica?

La molécula de ARN posee la información codificada de la manera siguiente: a partir de un punto


inicial, cada secuencia de tres nucleótidos representa una palabra (aminoácido) y es la sucesión de
estas secuencias (tripletes) lo que indica la información total (frase = proteína). La molécula
“traductora” consiste en una molécula de ARN especial (ARN de transferencia) que lleva en uno de sus
extremos, el aminoácido correspondiente al triplete en cuestión. El reconocimiento de este triplete se
realiza, tal como vimos antes, por complementariedad de bases. Será el agregado de los aminoácidos,
uno a continuación del otro, según la información contenida en los tripletes (codones) lo que
determine la secuencia de la proteína. A esta molécula de ARN de transferencia se la llama molécula
traductora porque, de la misma manera que ocurre con un traductor de idiomas, conoce ambos
idiomas: el de ácido nucleico y el proteico. El agregado secuencial de aminoácidos es específico, de lo

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contrario la frase resultante no tendría sentido. El conjunto de todas las proteínas sintetizadas en una
célula será equivalente al libro, conversación o “herencia genética”

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