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1) El código genético 

Es el conjunto de reglas que define la traducción de una secuencia de


nucleótidos en el ARN a una secuencia de aminoácidos en una proteína, en todos
los seres vivos. El código define la relación entre secuencias de tres nucleótidos,
llamadas codones, y aminoácidos. De ese modo, cada codón se corresponde con
un aminoácido específico.
La secuencia del material genético se compone de cuatro bases
nitrogenadas distintas, que tienen una función equivalente a letras en el código
genético: adenina (A), timina (T), guanina (G)y citosina (C) en el ADN y adenina (A),
uracilo (U), guanina (G) y citosina (C) en el ARN.
Durante muchos años el hombre se ha interesado por descubrir los secretos
de la herencia. Mediante largos y difíciles estudios se descubrió la existencia
del ADN y ARN y su importancia para la genética; al hablar de los mismos se hace
referencia a la síntesis de las proteínas que van a determinar las características
genotípicas y fenotípicas del organismo. A través del desarrollo del
presente trabajo estudiaremos el proceso de la sintetización de proteínas y la
transferencia del código genético.
Hemos visto como Watson y Crick realizaron brillantemente la tarea de
dilucidar la estructura del ADN y la forma en que este se duplica. Pero si el ADN es
responsable de la transmisión de la información genética, debe ser capaz, no solo
de reproducirse, con lo cual se consigue conservar esta información de padres a
hijos sino también debe poder transmitirla. ¿Cuál es el mecanismo por el que el
ADN dirige la síntesis de las sustancias del organismo? En particular ¿Cómo
controla la síntesis de las proteínas, las más complicadas e importantes de todas?
Se pensó primero en algún tipo de mecanismo similar al de la auto duplicación
del ADN, pero no fue posible encontrar una adecuación fisicoquímica satisfactoria.
Las relaciones entre el ADN y las proteínas eran aparentemente más complicadas.
Si las proteínas con sus 20 aminoácidos, fueran el "lenguaje de la vida" -para utilizar
'la metáfora de los años 40- la molécula del ADN, con sus cuatro bases
nitrogenadas, podía imaginarse como un tipo de código para este lenguaje.
Así comenzó a usarse el término "código genético". Como se demostró más
adelante, la idea de un "código de la vida" fue útil, no sólo como una buena
metáfora, sino también como una hipótesis de trabajo.

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Los científicos, que buscaban comprender de qué manera el ADN, tan
ingeniosamente almacenado en el núcleo, podían ordenar las completamente
distintas de moléculas de proteínas, atacaron el problema con los métodos
utilizados por los criptógrafos para descifrar códigos. Hay 20 aminoácidos
biológicamente importantes y hay 4 nucleótidos diferentes, si cada nucleótido
"codificara" un aminoácido, sólo podrían estar codificados cuatro.
Si dos nucleótidos especificaran un aminoácido, podría haber un número
máximo, utilizando todas las posibles ordenaciones, de 42, o sea, 16; todavía no
son suficientes. Por consiguiente, cada aminoácido debe estar especificado por al
menos 3 nucleótidos, siguiendo la analogía del código. Esto proporcionaría 43 ó 64
combinaciones posibles.
El código genético se transfiere desde el núcleo hasta el citoplasma a través
del ARN y ARNt donde se producen las proteínas específicas que determinan al
organismo, se hicieron muchas investigaciones en el año 1961, y se descubrieron
todos los trinucleótidos y su importancia. Finalmente se pudo establecer la teoría de
un gen, una enzima que establece que cada gen en determinado organismo regula
la producción de una enzima especifica.
De allí la importancia del código genético en la determinación de todas las
características de los organismos. Luego, del descubrimiento de los trabajos de
Mendel, son Walter Sutton, simultáneamente y en trabajos independientes con
Theodor Boveri. Quienes le dieron consistencia a la herencia mendeliana a
comienzos del siglo XX.

2) Trabajos de Sutton y Morgan Walter Stanborough


El primero fue un biólogo estadounidense cuya contribución más importante
para la biología fue su TEORÍA de que las LEYES MENDELIANAS de la herencia
podían ser aplicadas a los cromosomas a nivel celular. Fue el primer científico que
probó válidas las Leyes Mendelianas de segregación y clasificación independiente
con el uso de cromosomas de SALTAMONTES, donde demostró que el sexo está
determinado por los cromosomas.
Sutton sugirió que la asociación de cromosomas paternos y maternos en
pares y su separación subsecuente durante la división de reducción, puede
constituir la base física de las leyes mendelianas de la herencia. Thomas Hunt

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Morgan MORGAN reconoció la presencia de los cromosomas sexuales y de lo que
se conoce en genética como “herencia ligada al sexo”. Demostró que los factores
mendelianos (los genes) se disponían de forma lineal sobre los cromosomas. Los
experimentos realizados por Morgan y colaboradores revelaron también la base
genética de la determinación del sexo. Morgan continuó sus experimentos y
demostró en su TEORÍA DE LOS GENES que los genes se encuentran unidos en
diferentes grupos de encadenamiento, y que los alelos (pares de genes que afectan
al mismo carácter) se intercambian o entrecruzan dentro del mismo grupo.
Sutton trabajo con cromosomas de saltamontes y observo que los
cromosomas se hallaban en pares, y que no había cromosomas pares en las células
sexuales, así que debía haberse separado. Y se comportaban como Mendel había
predicho, así que propuso que las “partículas” mendelianas se hallaban en los
cromosomas y las denomino genes. También determino que había cromosomas que
no estaban relacionados con la determinación del sexo y otros que sí. A los
primeros los denominó autosomas y a los segundos los llamo cromosomas
sexuales.

Trabajos de Thomas Morgan.


Thomas Morgan trabajo con la mosca de la fruta (drosophila melanogaster),
debido a que su tamaño es pequeño, su ciclo de vida es rápido, su gran cantidad de
descendencia y su fácil mantenimiento, además de tener pocos cromosomas (cuatro
pares) con características bien definida. Determinó que había características ligadas
al sexo, ya que los genes q la codificaban estaban en los cromosomas sexuales.
En 1915 Morgan amplio la propuesta de Sutton, los cromosomas poseen
varios genes dispuestos linealmente; determinó que el grado de ligamento depende
de la distancia de genes en los cromosomas. Para comprobar su teoría, cruzo
sucesivamente varia generaciones de mosca de la fruta salvaje y observo que: de
vez en cuando, se presenta una mosca mutante con los ojos blancos, que siempre
era macho; tomó una cepa de hembras homocigotas salvajes y las cruzo con
machos mutantes obteniendo una F1 de moscas salvajes, pero la F2 tenía muchos
de ojos blancos, por lo que el gen mutante era recesivo y estaba ligado al sexo.

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4) MODELO DE WATSON Y CRICK
A mediados del siglo pasado, los científicos desconocían cuáles eran los
mecanismos moleculares que permiten a cada individuo poseer rasgos propios y
que éstos se transmitan de una generación a otra. En 1953, Watson y Crick
propusieron el modelo que establece las bases de la molécula responsable de
contener la información genética de todo ser vivo, una estructura tridimensional
denominada ácido desoxirribonucleico (ADN). Contribución que celebra este año su
cincuenta aniversario y que festeja especialmente la biología molecular.
Si bien los científicos ya habían establecido de tiempo atrás que la información
genética está contenida en el ADN, desconocían a ciencia cierta su estructura
molecular. De esta manera, la doble hélice propuesta por James Watson y Francis
Crick, permitió dar respuesta a las interrogantes de la estructura y los mecanismos
de la herencia. El ADN está formado por unidades químicas (nucleótidos)
coloquialmente denominadas A, T, G y C; estos nucleótidos se alinean y se acoplan
con otra cadena para formar la doble hélice (A se acopla con T y G con C).
La importancia del orden de los nucleótidos es tal que determina a las
proteínas, responsables de la estructura y funcionamiento de cada célula de un ser
vivo. Cuando se separan, cada una de las cadenas sirve de molde para la
construcción de otra complementaria; así, una molécula de ADN dividida puede
generar dos de su mismo tipo. Con esta duplicación de cadenas, la información
genética ese transmite a las siguientes generaciones.
Cabe señalar que el modelo de la doble hélice propuesto originalmente fue
totalmente teórico e incluso hubo datos que no pudieron descifrarse directamente de
experimentos, y he aquí el enorme mérito de Watson y Crick. Para definir el modelo
integraron datos dispersos y consideraron las famosas reglas de Chargaff sobre la
composición cuantitativa de nucleótidos en los ácidos nucleicos y construyeron un
modelo compatible con los datos de difracción de rayos X obtenidos por Rosalind
Franklin.
Por ello ambos científicos son ya figuras centrales de la disciplina que hoy
llamamos biología molecular; participaron de manera importante en la elucidación
del código genético y han publicado diversos artículos y libros científicos,
impactando a generaciones de biólogos e investigadores. A partir de la doble hélice
comprendimos fenómenos biológicos como la replicación, transcripción, traducción y

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regulación de la expresión génica. Sobre estas bases, se apoyan los avances más
potentes y trascendentes de la biología de los últimos 50 años. La ingeniería
genética, la clonación molecular, y la terapia génica se derivan directamente de la
definición de la molécula.
Asimismo las extensiones teóricas, básicas y aplicadas parecen no tener fin,
como por ejemplo la genómica, encargada de determinar completamente la
información contenida en el DNA de los genomas de diversos organismos, incluido
el hombre. Como consecuencia de la propuesta de Watson y Crick, se ha abierto
una nueva y amplísima rama de la biología que abarca aspectos evolutivos antes
apenas sospechados. Las historias evolutivas que hoy podemos contar gracias al
DNA, nos hablan de quienes somos, de dónde venimos y tal vez a dónde vamos.
La adquisición de este nuevo conocimiento, nos presenta nuevas alternativas
que apuntan a horizontes aún más lejanos. Somos las primeras generaciones de
seres humanos en enfrentar estos retos y, desde luego, tenemos que estar
preparados. Sydney Brenner, gran biólogo molecular contemporáneo de Watson y
Crick y Premio Nobel 2002, equiparaba desde el punto de vista conceptual a la
genómica con el momento en que Galileo usó el telescopio para observar el
firmamento. Pocos momentos en la historia han tenido tanto impacto en la
percepción que el hombre tiene de la naturaleza y de sí mismo, y pocos
descubrimientos científicos han tenido tantas implicaciones, ni nos han abierto
tantas puertas al presente y al futuro.
En el recorrido que estamos haciendo de las ideas que conforman la moderna
teoría de la evolución hemos examinado uno de los pilares que sirven de soporte a
dicha teoría: las ideas expuestas en el “Origen de las especies” sobre las pequeñas
variaciones y la selección natural. El otro importante pilar son las ideas publicadas
en 1866 por el monje agustino nacido en Heinzendorf (entonces en territorio
austriaco y actualmente perteneciente a la republica Checa), Gregor Johann Mendel
(1822-1884). Aunque en su trabajo exponía los principios fundamentales de la
moderna genética, la importancia de su contenido no se reconoció hasta principios
del siglo XX.
Mendel obtuvo los principios de la herencia experimentando con determinadas
plantas de guisantes que mostraban una serie de caracteres bien determinados:
tamaño y color de la flor, forma y color de la semilla, etc. Realizó cruces entre

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plantas con diferentes caracteres y cuantificó e interpretó los resultados obtenidos
en el cruce de varias generaciones de plantas; llegó a una serie de conclusiones
que fueron conocidas más tarde como las leyes de Mendel y que mantienen hoy su
vigencia. También distinguió entre carácter y factor, los caracteres eran las
propiedades visibles que manifestaban las plantas: color, forma, etc. La
manifestación de los diversos “caracteres” dependía de un conjunto de “factores”
independientes y discretos que estaban presentes en las plantas [Curtis-Barnes
1996: 207 y ss.].
La primera ley de Mendel lleva por nombre “principio de segregación” y
establece la hipótesis de que cada individuo lleva pares de factores para cada
carácter, y que los factores de cada pareja se segregan o separan el uno del otro
cuando se forman los gametos (las células germinales o reproductoras). De esta
manera, en la descendencia, al unirse los gametos paterno y materno, un factor de
la nueva pareja es heredado de la planta padre y el otro de la planta madre. Más
tarde, estos factores fueron llamados genes, las unidades de la herencia, y las
variedades que presentaban dichos factores o genes se llamaron alelos.
El resultado de los experimentos realizados por Mendel le llevó a concluir que
uno de los dos factores del par es siempre “dominante” respecto del otro, que
entonces se llama recesivo. Es decir, cuando en la planta estaban presentes el
factor dominante y el recesivo, el carácter presentado por la planta era siempre el de
la variante del factor o alelo dominante.
La segunda ley de Mendel se llama “principio de transmisión independiente”.
Dicho principio establece que cuando se forman los gametos, los alelos de un gen
se segregan independientemente de los alelos de otro gen. Por tanto, las
combinaciones posibles de los distintos caracteres al cruzar diversas plantas debían
ser también independientes. Es decir, el carácter color, por ejemplo, no estaba
vinculado al carácter tamaño sino que en la reproducción se podían combinar
independientemente tamaños y colores.
Estas leyes eran la interpretación de la distribución de caracteres que Mendel
obtuvo al cruzar experimentalmente las distintas plantas de guisantes. Dicha
interpretación conseguía cuantificar perfectamente los resultados de las
proporciones de caracteres obtenidos en los experimentos.

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Para algunos, el esquema propuesto por Mendel constituía un logro para la
Biología incluso de mayor importancia que la misma propuesta de Darwin. Se puede
decir que dicho esquema introducía a la Biología en el ámbito de la cuantificación,
que constituye el ideal al que aspira toda ciencia que pretende apoyarse en la
experimentación.
Como hemos indicado, el trabajo de Mendel paso desapercibido hasta que en
el año 1900 fue redescubierto simultáneamente por tres botánicos. Los tres
reconocieron la propuesta de Mendel como predecesora de sus propios trabajos. En
el comienzo de siglo el zoólogo William Bateson (1861-1926) se erigió como el
mayor defensor de las leyes de Mendel. Bateson protagonizó una nueva polémica
que le enfrentó a evolucionistas darwinianos del momento como Karl Pearson y, en
especial, al zoólogo Walter Frank Raphael Weldon (1860-1906).
Bateson pensaba que se ajustaba más al descubrimiento de Mendel que las
variaciones que daban lugar a la evolución fueran discontinuas y no pequeñas
variaciones como hipotizaba la teoría darwinista. De hecho no creía que la evolución
tuviera lugar siguiendo el esquema presentado por Darwin. Por otro lado Pearson y
Weldon pensaban que las leyes de Mendel sólo funcionaban en casos muy
excepcionales.
También rechazaron la distinción entre carácter y factor mendeliano y
formularon un conjunto de leyes que omitían esta distinción y se basaban sólo en
los caracteres externos presentados por los individuos. Weldon intentó la
construcción de una teoría estadística de la evolución que se ajustara a las ideas de
Darwin. El enfrentamiento entre Bateson y Weldon terminó con la muerte de Weldon
en 1906, pero no acabó la disputa entre los mendelianos y los llamados
“biometristas”. Los primeros destacaban, en contra de la teoría de Darwin, la
importancia de la discontinuidad en los cambios transmitidos por herencia. Los
segundos eran fieles a la evolución de tipo darwinista que destacaba la gradualidad
en los cambios de los caracteres. Mendel contribuyó, por tanto, a debilitar más aún
la confianza en las tesis darwinistas en los primeros años del siglo XX.

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