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El argumento de la igualdad:
Existen dos opiniones o doctrinas diferenciadas:
Los defensores de derechos específicos en función de un grupo, ya sea minorías étnicas y
nacionales insisten que estos derechos asignados a grupos determinados son
imprescindibles para asegurar una verdadera igualdad, ¿esto que quiere decir? Que para
que haya una igualdad genuina en derechos en un estado multicultural o multinacional hay
que darles derechos específicos a aquellos que se encuentran en desventaja, o en un
desbalance en comparación con las mayorías, porque como sabemos las minorías
culturales son vulnerables a injusticias significativas a manos de la mayoría, en la opinión
de los defensores de esta doctrina la acomodación de las diferencias constituye la esencia
de la verdadera igualdad. Y para acomodar estas diferencias es necesario entonces los
derechos específicos en función del grupo.
Pero en realidad, el reconocimiento de estos derechos específicos a los grupos no crea más
desigualdad, si no que la elimina, sin la existencia de estos derechos las minorías étnicas y
nacionales se ven injustamente perjudicados, como por ejemplo en la toma de decisiones
al tomar una decisión siempre se va a beneficiar a la mayoría y por lo tanto los recursos y
las políticas cruciales para la supervivencia de dichas minorías nacionales pueden ser
subestimadas o infravaloradas, esto lleva a un problema grande de desigualdad que
únicamente se corregirá con el reconocimiento de derechos diferenciados que eviten estas
injusticias haciendo que estas culturas minoritarias ya no sean vulnerables ante las
decisiones de la mayoría.
Todo esto nos deja una duda: ¿Cuál sería entonces la manera de conseguir una verdadera igualdad
para las minorías étnicas y nacionales? La respuesta es mediante la creación un derecho específico
para estas minorías, para así compensar las circunstancias desiguales que hacen que estas culturas
minoritarias estén en desventaja. La verdadera igualdad exige no solo un tratamiento idéntico, si
no un tratamiento diferencial que permita acomodar necesidades diferenciadas, para asegurarnos
que las minorías tengan las mismas prestaciones y oportunidades.
Como señala Richard Falk, “la diversidad societal mejora la calidad de vida, enriqueciendo nuestra
experiencia y ampliando los recursos culturales”.
Se dice que la diversidad cultural es valiosa, porque crea un mundo más interesante y porque nos
ayuda a adaptar modelos alternativos de organización social que nos pueden ser útiles. Como por
ejemplo el estilo de vida indígena que proporciona un modelo de relación sostenible con el
entorno, a diferencia de nuestra relación con el entorno, que es destructiva.
Cuando un Estado alberga dos o más culturas, se amplían la diversidad y con ella las posibilidades
de elección de los individuos, es decir, el valor de la diversidad en cultura reside en que crea más
opciones para cada individuo y amplía así su ámbito de elección, pero proteger a las minorías
nacionales dándole derechos específicos no amplía en el mismo sentido el ámbito de elección
accesible a los miembros de la mayoría. ¿Por qué es esto?
La decisión de abandonar la propia cultura es muy diferente a cambiar dentro de la propia cultura.
Abandonar nuestra cultura propia es muy triste y difícil para la mayoría de las personas, por eso
mismo muy pocas personas pertenecientes a la cultura mayoritaria optan por asimilarse a una
cultura minoritaria, ya que no ven una necesidad, esto es diferente al caso de las minorías, porque
en muchos casos estas se ven obligadas integrarse y a contribuir a la diversidad de la cultura
dominante y es por eso que las medidas para proteger a las minorías nacionales pueden reducir la
diversidad en el seno de la cultura mayoritaria, por que ya verían necesidad de integrarse a la
cultura dominante, sino que se desarrollaría el individuo en su propia cultura.
Uno de los problemas es que la diversidad cultural sólo beneficia a la mayoría de una manera
superficial y general.