Está en la página 1de 4

PRIMERA FORMACIÓN MINISTERIO DE LITURGIA

TEMA 1: Del Culto en General

NOCIÓN DE LA LITURGIA
Liturgia, según el sentido etimológico ληιτον έργον (publicum opus, munus,
ministerium), en el uso corriente de los clásicos griegos entraña el concepto de una obra
pública llevada a cabo en bien del interés de todos los ciudadanos.
En las ciudades griegas, y especialmente en Atenas, los que poseían un censo
superior a tres talentos estaban encargados por turno, lo mismo en la paz que en la guerra,
de un conjunto de diversas prestaciones (λειτουργίαι), los cuales, mientras se hallaban
investidos de honores y de cargas, redundaban en beneficio de todos los ciudadanos. Así
eran, por ejemplo, la organización de una fiesta pública (χορηγία), la representación oficial
de la ciudad en los grandes juegos nacionales (γυμνασιαρχία), las consultas oficiales en el
oráculo· de Belfos, etc.
En seguida, el término λειτουργία, del concepto de un servicio llevado a cabo para
la colectividad y en favor de ella, pasó a designar el conjunto de servicios que constituían el
culto de los dioses. Pero en esta última significación la obra del interés común no queda a
cargo del individuo privado, sino de todos los ciudadanos. Aristóteles escribía a este
respecto: “Los gastos des-tinados al culto de los dioses son comunes a todas las ciudades.
Es necesario, pues, que una parte de los fondos públicos sirva para pagar los gastos del
culto de los dioses” (εις τας προς τους θεούς λειτουργίας).

En este sentido esencialmente religioso introdujeron los LXX en la versión de la


Biblia los términos λειτουργείν y λειτουργία, para indicar el ministerio sagrado que los
sacerdotes y los levitas debían desempeñar en el tabernáculo en nombre y en favor del
pueblo: Et ipsi ministrabunt (λειτουργέαουαιν) ίη eo. En el Nuevo Testamento, el término
λειτουργία no sólo se sigue usando para indicar el servicio de los sacerdotes en el templo,
sino que designa también los actos del eterno sacerdocio de Cristo, mucho más excelente
que el sacerdocio levítico, así como el servicio eucarístico de la Nueva Ley. Los Hechos de
los Apóstoles, acudiendo indudablemente al sacrificio de la misa que ofrecían los apóstoles,
dice: Minístrantibus (λειτουργούντων) autem ifcsis Do-mino. Expresiones análogas se
encuentran en la Didaché y en San Clemente. El término liturgia viene a ser así sinónimo
de sacrificio, la acción sagrada por excelencia del culto cristiano. En el siglo IV, los
concilios de Ancira (314, c. 2), de Antioquía (341, c. 4), de Laodicea (c. 475), los Padres
griegos y las Constituciones Apostólicas la emplean corrientemente con este significado.
Por lo demás, la misa en la Iglesia antigua no era solamente la principal de las acciones
sagradas, sino el centro en el que convergían todas ellas y con las cuales iban más o menos
unidas.
En Occidente, al cesar la lengua griega, también el término liturgia decayó del uso
común. San Agustín apenas lo recordó en su significado sagrado. Hablando del ministerium
en el servitium religionis, añade: Quod graece liturgia oel latría dicitur. Los escritores
eclesiásticosmedie-vales decían en su lugar ojficia divina, mínisteríum divinum o
ecclesiasticum. Fueron los humanis-tas primero, y después los eruditos del 600, los que
sacaron a la luz el antiguo vocablo para designar el conjunto de las formas históricas de un
determinado rito.
DEL CULTO
De la total y absoluta dependencia en que se encuentra el ser humano respecto de
Dios, su supremo principio y último fin, nace un complejo de deberes que le unen
estrechamente a Él y constituyen el objeto material de la virtud de la religión.
La persona, en efecto, criatura de Dios y elevado al estado sobrenatural, debe al
Creador el homenaje de la adoración, es decir, el reconocimiento humilde y sincero de la
propia dependencia de él; enriquecido gratuitamente con dones maravillosos, le debe el
tributo del reconocimiento; pecador por la fragilidad de su naturaleza y malicia de la
voluntad, tiene la obligación de satisfacer a la Majestad divina ultrajada; débil e impotente,
debe implorar con súplicas los auxilios naturales y sobrenaturales que le son indispensables
para conseguir el propio fin. Los actos con que el ser humano cumple este cuádruplo deber
de adoración-agradecimiento-satisfacción-petición, constituyen el culto religioso
privado. El cual, uno en sí mismo, puede considerarse bajo un doble aspecto: interior, que
dimana radicalmente de las facultades espirituales características del ser humano, la
inteligencia y la voluntad; exterior, cuando los sentimientos internos del alma se
manifiestan visiblemente mediante los actos materiales del cuerpo.
No es nuestro propósito demostrar la necesidad y la conveniencia del culto externo.
El ser humano es una naturaleza mixta, porque al alma espiritual va unido un cuerpo,
creado por Dios, que participa de los beneficios divinos y que, por desgracia, se pone
frecuentemente al servicio de la voluntad para cometer el pecado. Todo esto lleva consigo,
también para el cuerpo, el deber de asociarse al alma en los actos de la religión, no
olvidando que si por ley natural todo movimiento del alma repercute en el cuerpo, el
sentimiento religioso, que es ciertamente de los más fuertes y profundos, tiene necesidad de
manifestarse al exterior. La historia religiosa de todos los pueblos nos ofrece una
demostración ineludible.

Pero la persona no fue hecha para vivir solo. Dios lo ha creado para vivir en sociedad;
es un ser social. Por consiguiente, la sociedad humana, por las mismas razones (data
proporcione) que valen para el individuo, tiene a su vez la obligación de dar a Dios, su
autor, un culto público y social.
Este culto, cuya organización Dios podía dejar a la libre voluntad de los jefes de la
sociedad, quiso organizarlo El mismo en el mundo por divina revelación: primero,
mediante el culto mosaico, y más tarde, mediante el culto cristiano, que, establecido por
Cristo y sus apóstoles en líneas esenciales, se desarrolló admirablemente a través de los
siglos por la obra asidua y clara de la Iglesia católica.
El término culto, por lo tanto, que en sentido genérico significa toda expresión de
sentimiento religioso, designa, en sentido objetivo, aquel conjunto fijo y ordenado de
normas por el cual se halla organizada la religión exterior correspondiente a una
determinada sociedad. Tendremos así un culto pagano, un culto hebreo, un culto cristiano.
En éste segundo caso, culto viene a ser, como veremos, sinónimo de liturgia, y a este
término nos atendremos preferentemente según el uso más común de los escritores
modernos.
Muy agudamente observa San Agustín: Orantes de membris sui corporis faciunt
quod supplicantibus congruit, cum genua figunt, cum extendunt manus, vel etiam
prosternuntur solo, et si quid aliud visioiiiter faciunt, quamvis eorum invisibilis voluntas et
cordis intentio Deo nota sit, nec Ule indigeat his indiciis, ut humanus ei pandatur animus;
sed hiñe magis seipsum excitat homo ad orandum gemendumque humilius ac ferventius. Et
nescio quomodo, cum hi motus corporis fien nisi motu animi praecednte non possint,
eisdem rursus exterius visibviter foctis Ule interior invisibilis, qui eos fecit, augetur; ac per
hoc cordis affectus, qui ut fierent ista praecessit, quia facta sunt crescit (De cura gerenda
pro mortuis: PL 40,597).

También podría gustarte