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1. El binomio civilización-progreso:
La palabra civilización fue empleada por primera vez en 1757. Prontamente, el vocablo
designara algo más que un proceso creciente de refinamiento de las costumbres, para formar
dos acepciones. Por un lado el concepto que indicar el “movimiento” o proceso por la cual la
humanidad había salido de la barbarie original hacia el perfeccionamiento ininterrumpido.
Idea asociada al progreso. Por el otro lado, apuntara a definir un estado de civilización, un
hecho actual que era dable observar en ciertas sociedades europeas.
Bárbaro es así un vocablo a través del cual no se define al otro, sino se lo califica,
estigmatizándolo por aquel que se sitúa desde na civilización comprendida como valor
legitimante. La civilización se legitimará por la estigmatización de su contrario. Portadora de un
“valor incontestable”. La filosofía del progreso y la civilización dará sustento a una ideología de
la colonización.
A partir del siglo 19, el etnocentrismo sentara las nuevas bases a la política colonial, desde la
cual diferentes países europeos, en nombre de la unidad de género humana, realizaran una
“misión civilizadora” sobre los pueblos juzgados de menos evolucionados.
La oposición entre civilización y barbarie, es ejemplificada también por el contraste entre vida
rural y vida citadina. Civilizacion remite directamente al termino urbanización.
En efecto, para aquellos que criticaban la revolución, el enemigo era definido desde la barbarie
que implicaba: la inversión del orden, la violencia del populacho, el terror de Robespierre, los
atentados contra la propiedad, la religión y la cultura.
La Rev. Francesa introduce la idea de que la barbarie se halla dentro del continente. En los
avatares internos de la propia revolución, no había ninguna duda que ellos eran los nuevos
portadores de la civilización y es por eso que durante la época del terror se introduce la noción
de enemigo interno. La función primordial de la burguesía que se consolida en el poder es
autorrepresentarse como unida detentadora del Progreso; en tanto que cada vez más el
pueblo es reducido a una sola función, la de legitimar la república y por lo tanto su poder.
A lo largo del siglo 19 dicho sentimiento de la burguesía hacia las clases populares se
generaliza y se impone la era de defender la nueva sociedad contra el pueblo excluido. La
prensa burguesa los añade nuevos epítetos, nómades, salvajes, pupulacho.
El peligro de la descomposición social parece amenazar por todas partes con invertir el signo
de las nuevas conquistas. La “recurrencia bárbara” constituye la traducción de un sentimiento
de fragilidad de lo social, ella se muestra en la ambigüedad del hecho democrático, en la
conciencia de que el mismo entraña una indeterminación que puede estar al servicio del bien
o del mal. Tras el mito de la barbarie, emerge también el fantasma de disolución del nuevo
orden social.
- Desacreditar al adversario
- Legitima a la burguesía ascendente que se postula portadora de esos valores
- Este binomio muestra el fantasma de la degradación social y se revela en ello como
una representación de lo social.
1. El legado de la colonia
2. Progreso y Civilización
El progreso fue la palabra mágica que marco el centro de preocupaciones de los pesadores
latinoamericanos durante el siglo 19.
En América, la imagen nació a la vez como representación literaria y como lectura social de la
realidad, producto de las experiencias política. Dicha imagen tenía una doble exterioridad: - la
del otro en tanto fuerza social real y amenazante y – el otro en tanto ideal reformador que,
dada la presencia inestable en América, era encarnado sobre todo por Europa y los Estados
Unidos. Por otro lado, la imagen no traducía todavía un rechazo hacia la consideración de la
“cuestión social” porque las sociedades se encontraban en construcción luego de las guerras
de la independencia y la entrada del capitalismo se realizó después de culminadas estas.
Como en Europa, la desconfianza se extiende a las clases populares y mas que nunca se
argumenta en favor de un “poder civilizatorio” de las clases ilustradas. La realidad de las
guerras civiles les ayudo así al proceso de desencantamiento en relación el pueblo.
En la primera mitad del siglo 19 se asiste a la emergencia de las dictaduras. Son momentos en
que más que nunca se percibe la barbarie dentro y la civilización fuera.