Está en la página 1de 4

Maristela Svampa – El dilema argentino: civilización o barbarie

CAP 1. - Las funciones de civilización y barbarie en Europa:

1. El binomio civilización-progreso:

La palabra civilización fue empleada por primera vez en 1757. Prontamente, el vocablo
designara algo más que un proceso creciente de refinamiento de las costumbres, para formar
dos acepciones. Por un lado el concepto que indicar el “movimiento” o proceso por la cual la
humanidad había salido de la barbarie original hacia el perfeccionamiento ininterrumpido.
Idea asociada al progreso. Por el otro lado, apuntara a definir un estado de civilización, un
hecho actual que era dable observar en ciertas sociedades europeas.

El progreso, implica el pasaje de la trascendencia a la inmanencia, la emancipación del devenir


humano a todo imperativo trascendente. Esta idea halla sus fuentes en el desarrollo de la
ciencia moderna, el racionalismo y la lucha por la libertad política y religiosa. Generalizada por
las luces, se fundara una filosofía donde el hombre era definido como no como animal
racional, sino como animal perfectible.

El progreso condensara así: la creencia en la perfectibilidad humana y con ello la creencia de


que las leyes y las instituciones podrían moldear el carácter de los hombres. La unidad del
género humano, expresada en la idea de cooperación entre los hombres (cuya traducción
será solidaridad económica y aún más el dogma de la división internacional del trabajo).

Estos dos conceptos eran europeos.

2. Civilización contra barbarie

El reverso de la civilización, la barbarie. Bárbaro proviene de los griegos, para designar a un


extranjero. También lo fueron las tribus invasoras al imperio romano. Para el siglo 18 el
término fue utilizado para indicar la existencia anterior, en el cual permanecían las culturas
contrapuestas a la europea, es decir era utilizado para designar la alteridad.

Bárbaro es así un vocablo a través del cual no se define al otro, sino se lo califica,
estigmatizándolo por aquel que se sitúa desde na civilización comprendida como valor
legitimante. La civilización se legitimará por la estigmatización de su contrario. Portadora de un
“valor incontestable”. La filosofía del progreso y la civilización dará sustento a una ideología de
la colonización.

A partir del siglo 19, el etnocentrismo sentara las nuevas bases a la política colonial, desde la
cual diferentes países europeos, en nombre de la unidad de género humana, realizaran una
“misión civilizadora” sobre los pueblos juzgados de menos evolucionados.

La oposición entre civilización y barbarie, es ejemplificada también por el contraste entre vida
rural y vida citadina. Civilizacion remite directamente al termino urbanización.

El deslizamiento al plano político y social de la imagen de la barbarie, contrapuesta a los


valores del binomio civilización-progreso, fue configurando las funciones básicas de la
oposición en el seno mismo de las sociedades europeas, que hacen referencia a dos hitos de la
modernidad, la Rev. Francesa y la Rev. Industrial.
En la Rev. Francesa la burguesía se apodero del estado con ayuda de las clases populares. Para
los revolucionarios de 1789 la barbarie designaba tanto la tiranía como la ignorancia, la
arbitrariedad y el no-saber características del Antiguo Régimen. Sin embargo, será contra la
Rev. Que se evocara el recuerdo de la invasión de los barbaros. Se descubre así tras la lucha
entre revolucionarios y contrarrevolucionarios, un nuevo objetivo, la defensa de la civilización.

En efecto, para aquellos que criticaban la revolución, el enemigo era definido desde la barbarie
que implicaba: la inversión del orden, la violencia del populacho, el terror de Robespierre, los
atentados contra la propiedad, la religión y la cultura.

La Rev. Francesa introduce la idea de que la barbarie se halla dentro del continente. En los
avatares internos de la propia revolución, no había ninguna duda que ellos eran los nuevos
portadores de la civilización y es por eso que durante la época del terror se introduce la noción
de enemigo interno. La función primordial de la burguesía que se consolida en el poder es
autorrepresentarse como unida detentadora del Progreso; en tanto que cada vez más el
pueblo es reducido a una sola función, la de legitimar la república y por lo tanto su poder.

El siglo 19 confirmara así la puesta en escena de un nuevo mecanismo de legitimación por


parte de la burguesía, tanto dentro de las mismas sociedades donde ella ha alcanzado el
poder, como ante sus colonias. En Francia se presentara en dos aspectos, la fuente del poder
legítimo será la voluntad popular, por otro la experiencia de la Rev. Francesa incorporaría la
perspectiva de la caída, en toda civilización podía desencadenarse un proceso de corrupción
que, desde su mismo interior, provocara una decadencia inevitable. Es el dogma del
perfeccionamiento ininterrumpido del hombre que es puesto en cuestión a través de la idea
de la existencia de etapas de regresión. No obstante, a pesar de los ciclos de florecimiento y
caída parecía que dar siempre un progreso.

Si la Rev. Francesa había postulado la idea de un bárbaro interior, la Rev. Industrial, va a


reforzar este fantasma, manifiesto en el incipiente proletariado urbano, enemigo que yace en
lo profundo de las sociedades civilizadas.

A lo largo del siglo 19 dicho sentimiento de la burguesía hacia las clases populares se
generaliza y se impone la era de defender la nueva sociedad contra el pueblo excluido. La
prensa burguesa los añade nuevos epítetos, nómades, salvajes, pupulacho.

La burguesía no solo se esfuerza por monopolizar ciertos valores de la modernidad, el dicterio


bárbaro cumple la unción de reductor, dado que expresa el rechazo por reconocer la
conflictividad social. La aceleración creciente de la vida moderna, la construcción y destrucción
de valores, evidenciaran la precariedad de los lazos sociales, el miedo a recaer en un estado de
desorden.

El peligro de la descomposición social parece amenazar por todas partes con invertir el signo
de las nuevas conquistas. La “recurrencia bárbara” constituye la traducción de un sentimiento
de fragilidad de lo social, ella se muestra en la ambigüedad del hecho democrático, en la
conciencia de que el mismo entraña una indeterminación que puede estar al servicio del bien
o del mal. Tras el mito de la barbarie, emerge también el fantasma de disolución del nuevo
orden social.

3. La disputa en torno a la imagen de civilización


A la experiencia cuasi-bárbara de los obreros ludistas le siguió la elaboración de una ideología
que afirmaba que el proletariado era el agente último del progreso, al mismo tiempo que se
fundaba una filosofía de la historia que aseguraba la inevitabilidad de ese mismo proceso.

Así, la respuesta anticapitalista, a cargo de los teóricos revolucionarios que rechazaban la


imagen que la burguesía había construido del proletariado. Por otra parte, las ideologías
revolucionarias compartían el mismo espacio de creencias que la burguesía “civilizadora”: la
Razón, La Ciencia y el Progreso. Estos teóricos planteaban la superación y realización de un
estado más elevado que aquel presentado por el mundo burgués. El socialismos marxista
elaboraban así una contra utopía que disputaba a la burguesía el monopolio de aquellos
valores de los cuales ella se presentaba como portadora exclusiva, sin abandonar el terreno
de lo humanístico clásico y el ideal liberal, pero difiriendo en cuanto a los métodos para
realizarlos.

Civilización - barbarie / socialismo - barbarie.

Funciones de la asociación Civilización-Progreso y su relación con la Barbarie:

- Desacreditar al adversario
- Legitima a la burguesía ascendente que se postula portadora de esos valores
- Este binomio muestra el fantasma de la degradación social y se revela en ello como
una representación de lo social.

CAP 2. – Civilización y Barbarie en el siglo XIX latinoamericano.

1. El legado de la colonia

Ejes principales del pensamiento hispanoamericano del sigo 19.

2. Progreso y Civilización

El progreso fue la palabra mágica que marco el centro de preocupaciones de los pesadores
latinoamericanos durante el siglo 19.

3. El nuevo sentido de la dicotomía.

En América, la imagen nació a la vez como representación literaria y como lectura social de la
realidad, producto de las experiencias política. Dicha imagen tenía una doble exterioridad: - la
del otro en tanto fuerza social real y amenazante y – el otro en tanto ideal reformador que,
dada la presencia inestable en América, era encarnado sobre todo por Europa y los Estados
Unidos. Por otro lado, la imagen no traducía todavía un rechazo hacia la consideración de la
“cuestión social” porque las sociedades se encontraban en construcción luego de las guerras
de la independencia y la entrada del capitalismo se realizó después de culminadas estas.

Como en Europa, la desconfianza se extiende a las clases populares y mas que nunca se
argumenta en favor de un “poder civilizatorio” de las clases ilustradas. La realidad de las
guerras civiles les ayudo así al proceso de desencantamiento en relación el pueblo.

En la primera mitad del siglo 19 se asiste a la emergencia de las dictaduras. Son momentos en
que más que nunca se percibe la barbarie dentro y la civilización fuera.

En el momento de consolidación de la burguesía, la imagen de sarmiento toma otro alcance,


cuando la barbarie se expresa menos como el temor a la precariedad de las fronteras sociales,
y se expresa más como una estrategia para acceder al poder, dentro de la cual la alternativa
sarmientina de Civilización o Barbarie comporta la introducción de un nuevo mecanismo
legitimador del orden.

El proceso es muy diferente al registrado en Europa. En América latina la situación es


diferente: las guerras civiles se habían sucedido casi naturalmente a la independencia, y
durante esas luchas lo que se disputaba era el control político entre fuerzas contrapuestas
ideológicamente. Ciudad y campaña, burguesía urbana y caudillos provinciales, republicanos y
conservadores, se confrontarían luego de derrumbe del orden colonial. En Argentina toma el
control un caudillo que provocaría la emigración de los pensadores más ilustres.

Lo que en todo caso se percibe no es tanto el temor de la burguesía ante el peligro de la


descomposición de la sociedad, sino más bien la voluntad de imponer un proyecto de cambio.
La imagen refleja una estrategia de lucha a través de la cual, Sarmiento, desde el exilio,
pronostica la caída inevitable del tirano y ofrece un programa de acción gubernamental.

También podría gustarte