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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

Maestría en Historia Social Argentina y Latinoamericana


Año 2022
Trabajo de “Historia Social Latinoamericana”
Profesor: Boholaski, Ernesto
Estudiante: Montini, Lucía
1)

Roberto Schwarz propone que la independencia de Brasil fue lograda en nombre de ideas
francesas, inglesas y americanas. Luego hace referencia a la esclavitud, explicando como Brasil
queda fuera del sistema dominante. La independencia de los esclavos cuando fue lograda, se
ejecutó en nombre de la ideología europea como ser la igualdad ante la ley y de modo general el
universalismo pero la explotación en el trabajo continuaba. La continuidad de la esclavitud,
señalaba la inadecuación de las ideas liberales.

El latifundio esclavista había sido desde sus comienzos un emprendimiento del capital
comercial, donde el lucro como prioridad subjetiva, es común a las formas anticuadas de capital
y a las más modernas.

A continuación, en su propuesta, hace referencia a lo qué se puede decir que la colonización


produjo, a partir del monopolio de la tierra en tres clases de población: el latifundista el esclavo
y el hombre libre, en realidad dependiente. Su acceso a la vida social y a sus bienes dependía
materialmente del favor, indirecto o directo de un grande.

El favor era el mecanismo a través del cual se reproducía cada una de las grandes clases de la
sociedad. El favor atravesaba y afectaba el conjunto de la existencia nacional, por su intermedio
se salvaguardaba siempre la relación productiva de base, asegurada por la fuerza de producción.

Estaba presente en todos lados, se combinaba con variadas actividades más o menos afines
como la administración, la política, la industria, el comercio, la vida urbana, la corte etc.

Así como el profesional dependía del favor para el ejercicio de su profesión, el pequeño
propietario dependía de él para la seguridad de sus propiedades y el funcionario para la de su
puesto. El favor era una mediación casi universal.

Mientras que, esclavitud desmentía las ideas liberales, el favor las absorbía. En el proceso de su
afirmación histórica la civilización burguesa, postulaba la autonomía de la persona, la
universalidad de la ley, la cultura desinteresada, la remuneración objetiva y la ética del trabajo
contra las prerrogativas del antiguo régimen.
El favor (punto por punto) sacaria eso practica la dependencia de la persona, la excepción a la
regla, la cultura interesada, la remuneración y los servicios personales.

Se entiende a la colonización como un hecho del capital comercial y en el campo de los


argumentos adoptaba los que la burguesía europea había elaborado contra la arbitrariedad y la
esclavitud, mientras que en la práctica el favor sustentado en el latifundio reafirmaba sin
descanso los sentimientos y nociones que implicaba.

Lo mismo en el plano de las instituciones que aún regidas por el clientelismo proclamaban las
formas y teorías del estado burgués moderno, la coexistencia transcurría en ese antagonismo.

De esta manera y con esta descripción queda en evidencia que se le atribuía independencia a la
dependencia, mérito al parentesco como así y también, igualdad al privilegio.

La esclavitud de la que las dos partes se beneficiaban y respecto de la cual marcaban su


diferencia, este reconocimiento es una connivencia sin límites, multiplicada por el uso del
vocabulario burgués de la igualdad, del mérito, del trabajo, de la razón.

Durante el siglo XIX la transformación atendía el cambio de costumbres y formas de


comportamiento, los estratos sociales que más beneficios obtenían de un sistema económico
basado en la esclavitud y dirigidos exclusivamente a la producción agrícola, procuraban crear
para su uso, artificialmente, ambientes con características urbanas y europeas, cuya operación
exigía el alejamiento de los esclavos y donde todo o casi todo era producto de importación.

Las ideas liberales como impracticables pero necesario hacer uso de ellas para demostrar la
modernidad como fue el abolicionismo, la distinción, el autor refiere a que era como ropa pero
que le quedaba ajustada a Brasil. Parte de la idea de que en Brasil la dependencia económica es
un factor determinante en las relaciones de producción.

Silviano Santiago se refiere al entre lugar en lugar de a las ideas fuera de lugar. Parte del
análisis del encuentro de dos culturas completamente diferentes, la Europea católica y la de los
indios de Brasil explicando que lo que pretendían los primeros era unificar la representación
religiosa pero en en lenguaje europeo; trabajo al que se dedicaron jesuitas y conquistadores a
partir de la segunda mitad del siglo XVI en Brasil.

Con el paso del tiempo se consolidó la fuerza de los blancos y los indios perdieron su lenguas,
sus construcciones sobre lo sagrado a cambio de los componentes religiosos y del lenguaje
europeo. Pasaron a creer en un solo Dios, a tener un solo rey, una sola lengua.

La expansión del Renacimiento colonialista en sí un producto del Renacimiento que tuvo lugar
en Europa se apropia del espacio socio cultural del nuevo mundo y lo inscribe por conversión en
el contexto de la civilización occidental, atribuyéndole además el estatus familiar y social de
primogénito.

En el pensamiento planteado por Silviano Santiago, a diferencia de Schwarz, hablar y escribir


significan: hablar contra y escribir contra.

También se distancia respecto al estudio de las fuentes y las influencias pero para ello intento
colocarlos en su verdadero lugar entendiendo que por ejemplo; el escritor latinoamericano para
poder combatir a la metrópoli primero tiene que aprender su lengua y hacer público su escrito y
afirmarlo como una escritura sobre otra escritura.

Silviano Santiago toma como ejemplo a Julio Cortázar el personaje principal de 62 Modelo para
armar, de nacionalidad argentina, ve diseñada en el espejo del restaurante parisiense en el que
entró para cenar esta mágica frase en francés, pero en lugar de reproducir la frase en su lengua
original la traduce al español y esa traducción del significante lleva un nuevo significado.

La obra invisible es la paradoja del segundo texto que desaparece completamente dando lugar a
su significación más evidente: la situación cultural, social y política en la que el segundo autor
está situado. La originalidad del proyecto de Pierre Menard su parte visible y escrita, es
consecuencia del hecho de que el rechazó aceptar la concepción tradicional de la invención
artística porque él mismo niega la libertad total del artista.

Este escritor latinoamericano nos explica que es preciso liberar la imagen de una América
Latina sonriente, feliz de carnaval, fiesta, colonia vacacional para turismo cultural. En el lugar
que aparenta estar vacío, allí ingresa la literatura latinoamericana, en ese entre lugar.

2)

Las corrientes historiográficas de las décadas de 1960/1980 instalaron la Historia Económica y


la Historia Social en América Latina, emergiendo luego de las revoluciones culturales de 1968,
como es el caso del Mayo Francés. En este contexto surgieron las corrientes marxistas y se
produjo una clara recuperación y aclimatación de las lecciones principales de la mal llamada
“Escuela de los Annales” francesa, también se creó la teoría de la dependencia desde América
Latina. En torno a estas corrientes intelectuales se analizan e interpretan temas y problemas de
la historia económica y social, que se popularizó e instaló, de pleno derecho, en muchos de los
países de América Latina, y más aún en las historiografías de México, Brasil, Argentina,
Colombia y Perú. Debe considerarse que serían desiguales los ritmos de receptividad y
despliegue de las consecuencias de las revoluciones culturales de 1968 dentro de las
historiografías latinoamericanas floreciendo las corrientes vertientes del marxismo y de las
distintas reinterpretaciones de Annales durante las décadas de ‘70 y ‘80.
En esas décadas circulaban obras de Marc Bloch, Braudel, Pirenne y Marx.
Luego de la caída del Muro de Berlín, se impone con mayor fuerza la nueva historia política y la
nueva historia cultural, a partir de esto, se comienzan a recuperar los trabajos de Michel
Foucault, Antonio Gramsci y Edwar Thompson.
En América Latina, entre 1970 hasta 1990, los soportes teóricos y metodológicos eran los de
tradición marxista.
Respecto a los conceptos, el estudio de aspectos de la vida humana, la cultura de grupo y los
deseos de los individuos, basados en la experiencia de los seres humanos como un síntoma del
giro cultural.
Como resultado del giro lingüístico y la influencia de las Ciencias Sociales norteamericanas, las
visiones posmodernas intentando negar las verdades históricas y científicas como resultado del
trabajo de investigación. Esta perspectiva tuvo presencia en Brasil pero no logró prosperar por
sus limitaciones, con planteos acríticos como es el de cuestionamiento a la práctica de los
historiadores latinoamericanos como meros imitadores de los modelos historiográficos europeos
intentando proclamar el fin del marxismo, una historiografía del norte para el sur intentando
subyugar a América Latina a los intereses políticos y económicos de los Estados Unidos y de las
corporaciones multinacionales a favor del capitalismo, y a la extensión del modelo de
democracia propuesto por Norteamérica al resto del mundo, dicho proceso, concluiría con la
globalización .
Jurandir Malerba realiza aportes de su mirada vinculada al pensamiento antieurocentrista en la
que deja de manifiesto que caer en esa postura le saca legitimidad incluso al propio marxismo y
los pensamientos latinoamericanos son buenos por ser de aquí. En ese caso, la teoría de la
dependencia sería lo ideal.
Realiza un aporte vinculado a la importancia de la historia totalizante, globalizante, el desarrollo
de la historia crítica dentro de los estudios que se realizan en la historiografía.
Destaca la importancia de la teoría para el desarrollo crítico de la historiografía actual.
Considera que no es por la vía de la fragmentación y del encerramiento de las nuevas
identidades, que fragmentan también a la teoría y pretenden convertirla en diferentes teorías
regionales o locales, que podrán descifrarse los tan complejos problemas de la historia
latinoamericana, tampoco se podría hacer recayendo en un empirismo descriptivo.
Lo que se le presenta ahora a la historiografía latinoamericana, según Jurandir en relación a sus
preocupaciones es el enorme reto de incorporarse, en condiciones de igualdad total, al debate
historiográfico mundial en curso; poder hacerlo sin renegar de los inmensos aportes del
pensamiento social crítico europeo, pero sin quedarse tampoco limitadamente en ellos, sino
siendo capaz de trascenderlos creativa y heurísticamente. Pero, también, sin caer en las ridículas
posiciones fundamentalistas antieurocéntricas del pensamiento poscolonial, aunque no renuncie
a la necesaria y legítima crítica de ciertas expresiones y manifestaciones de ese eurocentrismo
intelectual.
Y todo esto desde una clara asunción de una perspectiva al mismo tiempo crítica y global. Es
decir, desde una postura que rescata todas aquellas visiones que han intentado marchar en contra
del pensamiento histórico dominante. Propone que la historiografía latinoamericana tiene que
ser capaz de trascender de manera creativa el pensamiento social crítico europeo sin restarle el
gran aporte a la historiografía latinoamericana desde una perspectiva crítica y global abriendo
nuevas miradas, problemas, territorios y paradigmas historiográficos con el abordaje de
problemas en el contexto que le dan sentido. Para lo cual, será siempre esencial el rol de la
teoría en general y de las teorías generales en particular.
El texto de Jurandir Malerba tiene aspectos coincidentes con los textos de Reguera y Águila
como es el caso de la fuerte influencia que las corrientes historiográficas europeas han tenido
para el análisis de la realidad social de América Latina vinculando los años 60 y 70 con la
Historia Social y la Historia Económica .
Andrea Reguera en su texto, coincide con Jurandir Malerba en el estudio de la burguesía a
través de las relaciones sociales que contribuye al estudio de la clase dominante teniendo su
origen, en el clima intelectual del mayo francés de 1968 y, influenciado por las problemáticas
sobre el poder de Michel Foucault y la influencia de la Escuela de Annales.

Otra coincidencia puede pensarse vinculada a que Andrea Reguera refiere a que los nuevos
estudios historiográficos se orientan a darle mayor valoración a las experiencias, lo que puede
relacionarse con el texto de Malerba que apunta luego de la caída del Muro de Berlín a la vuelta
al uso en la historiografía de autores como Edwar Thompson.

Por su parte, Gabriela Águila sostiene que la historia y la historiografía sobre América Latina no
sucede por fuera de las corrientes de la historiografía europea y mundial.

La producción historiográfica sobre Latinoamérica en diferentes ámbitos académicos se


relaciona de manera eficiente con los avances y transformaciones en el campo de la Historia
Económica y la Historia Política, en los desarrollos de la Historia y la teoría social, en las
investigaciones sobre Historia regional o los estudios en clave comparada. Estas producciones
enriquecen los abordajes y la comprensión de los procesos históricos que acontecen en
Latinoamérica.

3)

Los principales cambios producidos en el campo de las ideas en América Latina en los años ‘20
y de las redes intelectuales implican distintas prácticas que llevaron a darle sustento material,
entre ellos y de gran impacto dando un importante rol, fue la Reforma Universitaria (1918) que
tuvo una fuerte idea latinoamericanista para los jóvenes intelectuales de la época en el
continente. La guerra hispano americana dejó en evidencia el poder de EEUU y en oposición a
estos surgieron los antiimperialismos latinoamericanos y a esto se añade Ariel (1900), el ensayo
de José Rodó dirigido a la juventud latinoamericana para eso debían defenderse de los intereses
del norte, desarrollando un discurso latinoamericanista que tuvo distintas manifestaciones
floreció porque estuvo apuntalado por una serie de prácticas y formas de sociabilidad
intelectual.

También, previo a la reforma del 18, se realizaron distintos congresos con perspectiva
latinoamericana como el congreso Centro Americano de Estudiantes Universitarios. Este tipo de
actividades generaba intercambios a nivel continental, un ejemplo es el vínculo entre
intelectuales de diferentes partidos políticos (socialistas, anarquistas, de redes espiritistas y
Teósofas, entre otros).

Con el movimiento universitario reformista emergió un nuevo sujeto en el continente, la


juventud constituida por estudiantes universitarios. Estos sujetos materializaron su accionar con
cartas, revistas, viajes de alcance transnacional que dieron un gran impulso al ideario
latinoamericanista en la década del ‘20 que también se vincularon con los sectores subalternos,
con nociones derivadas del marxismo gestándose una ruptura en relación al alcance y
participación de los sujetos dado que, anteriormente dicha participación estaba limitada a los
oligarcas.

Un referente para estos sujetos fue José Ingenieros. En sus escritos planteaba la idea de que las
Universidades Latinoamericanas eran inactuales porque conservaban parte de la cultura
medieval, consideraba que la reforma era necesaria, le asignaba un sentido social y político en
el que manifestaba que América Latina tenía que realizar los cambios necesarios en las
universidades dado que el continente europeo la había abandonado.

Dentro de las practicas llevadas adelante y de gran importancia en este contexto son la
correspondencia, las cartas como espacios en los que estos jóvenes tramitan no solo se
vincularon en el ámbito privado sino a través del cual intercambiaban información y diseñaban
planes conjuntos en pos de fortalecer la organización estudiantil.

Las revistas de estos jóvenes reformistas fueron un soporte muy importante para la concreción
de vínculos transnacionales y conexiones continentales como una nueva forma de militancia.
Entre otras, se pueden nombrar revistas latinoamericanas vinculadas al movimiento estudiantil:
la revista Sagitario de la ciudad de La Plata, la revista Ariel de Montevideo como órgano del
centro universitario del mismo nombre y dirigida por Carlos Quijano.

Otra práctica han sido los viajes que llevaban adelante en pos de vincularse con otros, con otras
culturas, los militantes universitarios de la década del 20 eran hombres y mujeres de gran
dinamismo y curiosidad. Con todas estas prácticas se gestaron relaciones y vínculos a nivel
continental, con la idea de que era realmente necesario concentrar la unidad continental y los
jóvenes universitarios tenían un papel clave en esa tarea.

A partir de esos viajes de intercambio cultural, se gestaron movimientos como el Arielismo, el


juvenilismo y el vanguardista. Se produjo una nueva mirada estética en la coyuntura de los años
‘20, en América latina la popularización del vanguardismo pictórico incluyó el muralismo, la
salida de los pintores a las calles, la participación de los artistas en las protestas sociales, la
articulación definitiva con proyectos políticos que cuestionaban las relaciones entre la cultura y
la sociedad.

El concepto de vanguardia ligado a las transformaciones sociales en las transformaciones de las


relaciones intelectuales, asumiendo como propia la cuestión social americana que, en los
diferentes países, se plasmaba en desiguales formas de insurgencia.

Una vanguardia que avanzaba en el plano ideológico bajo el concepto de libertad, en un


territorio estético político que se distinguía con los sujetos de la nueva generación pero que
tenían en común su oposición al orden oligárquico.

El vanguardismo se concretó en las esferas estético políticas, creían que el cambio social era
posible e intentaban plasmarlo en lo colectivo mediante el reclamo estético y la lucha política,
eran grupos que pretendían articular la producción artística por medio de revistas culturales
para manifestar rupturas estéticas y protestas sociales por lo que muchos se vincularon con
proyectos políticos de los estudiantes, movimientos obreros y rebeliones indígenas.

Por su parte, el movimiento antropofágico, surgido en Brasil, generaba una renovación de la


imagen del indio, fundiendo arte e ideas modernas con temas indígenas con la intención de
trascender el arte y confluir en un proyecto revolucionario que culminará con la transformación
social en el que el idioma iba a ser renovado.

Dentro de los pensadores vinculados al problema del idioma de la época, Ricardo Rojas fue un
intelectual argentino que promovió la creación de una cátedra en la Universidad la Filología, le
ocupaba la identidad nacional y el legado incaico.

Durante este período emergieron grandes intelectuales que discutían en torno a la paz
considerando que el indio ocupaba un lugar importante en la cultura de occidente ya que
representaban una cultura pura que era negada por la cultura europea y se convertía en una
amenaza. En este contexto surgió el movimiento indigenista integrado por criollos, blancos y
mestizos que reflexionaban acerca de la población indígena, un pionero fue Manuel González
Prada.

Los indigenistas tenían la preocupación la incorporación de la población indígena como


condición necesaria para la modernización de la sociedad por lo que defendían los derechos de
esta población en pos de lograr terminar con el poder de la iglesia pero las poblaciones
indígenas no eran personas que formaban parte activa de estas ideas sino que tomó un tinte
paternalista en el que esta población para modernizarse debía estar sujeta al mando de las elites
criollas acabando con las posibilidades de que ellos mismos puedan defenderse.

Dentro de este movimiento, José Carlos Mariátegui, considerado como el fundador del
materialismo latinoamericano, proponía que la población india debía ser la que introdujera la
reivindicación de lo autóctono para generar cambios radicales en oposición a la restauración de
la civilización incaica. Estas propuestas habían sido realizadas por él mientras se encontraba en
Paris.

Se incluyó a la población indígena mediante la denuncia de la dependencia económica y política


en la producción y el debate intelectual con perspectiva emancipadora pero desde una mirada
europea.

4)

Según Katrhyn Sikkink, las trayectorias del desarrollismo en Argentina y Brasil han sido
disímiles, durante y pasada la Segunda Guerra Mundial se comenzaron a fabricar productos que
con anterioridad se importaban en ambos países pero, las posturas de estos dos ante la guerra
fueron diferentes. Por su parte Argentina tomó una postura neutral mientras que Brasil había
colaborado con los aliados (Estados Unidos,), durante el conflicto por lo que fue recompensado
económicamente.

La decisión Argentina le limitó el acceso del país a los mercados de exportación, al crédito y
todo tipo de importaciones y provisiones durante la guerra y la posguerra lo que empeoró la
situación económica del país como así también el contacto con los Estados Unidos y Europa.

Este modelo económico y político, capitalista e internacional, proteccionista en relación a la


industrialización encausada por Brasil y por Argentina basado en que se concreten en
industrialización a gran escala y obras públicas de gran envergadura en tiempo record tuvo su
particularidad en cada país.

En el caso de Brasil, al mando del presidente Kubitchek, promovía desde su gobierno el apoyo a
la iniciativa privada como promoción del desarrollo, con una mirada positiva en cuanto a la
planificación, Argentina por su parte, con el presidente Arturo Frondizi tenía encima el peso de
los males de la burocracia y la carga financiera de la administración pública, por lo que su
fuerza estaba puesta en la racionalización administrativa más que en el intercambio equilibrado
entre el Estado y el sector privado.

El desarrollismo en este contexto se caracterizaba por la industrialización vertical


intensiva por sustitución de importaciones cuyo centro eran los sectores industriales
básicos prioritarios, la rápida acumulación de capital tanto extranjeras como públicas y
la participación del Estado para canalizar la iniciativa privada hacia las áreas
prioritarias. Estaba compuesto por los cosmopolitas que apostaban a las grandes
inversiones extranjeras y a las iniciativas privadas a su vez había otro grupo, el de los
nacionalistas que proponían menos inversión externa y más intervención del estado en
relación a la producción como así también en lo concerniente a la asistencia social.

En Brasil, desarrollistas cosmopolitas y nacionalistas apoyaron al presidente para que pudiera


implementar su programa desarrollista mientras que en Argentina la alianza duro poco menos de
un año lo que dificultaba la concreción del plan sumado a que militares, industriales y
algunos radicales no apoyaban esta iniciativa.

Las consecuencias de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial llevaron a


tomar como modelo al desarrollismo en ambos países. En Argentina el peronismo condicionó
mucho más la curva de las representaciones de la época y al propio desarrollismo que lo que
puede observarse para el caso brasilero. En ambos países se fundó en reacción a los gobiernos
anteriores como lo fue Getúlio Vargas en Brasil y Juan Domingo Perón en Argentina pero a este
se suma también la crítica a los gobiernos conservadores de los años treinta.

La crítica negativa fuerte en torno al gobierno de Perón giraba en torno a la falta de gestión de
industria pesada rescatando el trabajo hecho en relación al desarrollo de la industria nacional y
las coaliciones entre empresarios nacionales y trabajadores.

La crítica negativa fuerte en torno al gobierno de Perón giraba en torno a la falta de gestión de
industria pesada rescatando el trabajo hecho en relación al desarrollo de la industria nacional y
las coaliciones entre empresarios nacionales y trabajadores.

Aunque cabe destacar que de Perón vieron tanto lo positivo (la industrialización, la
coalición entre empresarios nacionales y trabajadores), como lo negativo (la falta de
industria pesada básica), poco había de unión entre desarrollismo y peronismo,
antagónico fue el caso de Brasil entre los gobiernos de Vargas y Kubistschek., ya que
existió una continuidad y una ruptura para el caso de Argentina.
Tanto Getúlio Vargas como Juan Domingo Perón se convirtieron en líderes carismáticos
que llevaron adelante proyectos de país que contemplaban más derechos para la clase
obrera por medio de leyes, por el fortalecimiento y ampliación del mercado interno, el
desarrollo de la industria nacional y el fuerte carácter antiimperialista.

Respecto a la ingerencia de los intelectuales en el Estado Novo y en el peronismo, las


experiencias han sido bien diferentes respecto a la construcción de proyecto de país. En
el caso del primero, los intelectuales fueron convocados para participar de la puesta en
marcha del proyecto de país moderno en el que la cultura se convertía en una cuestión
del Estado.

Los intelectuales brasileros, que poseían distintas construcciones ideológicas,


participaban en revistas más allá de las diferencias e incluso aportaban ideológicamente
al movimiento varguista para diseminar la cultura por todo Brasil.

El caso de los intelectuales en el gobierno peronista no coincide con el de la experiencia


de Brasil. La mayoría de los intelectuales decidieron no involucrarse mientras que un pequeño
grupo lo apoyó lo que les representó a estos el alejamiento de los vínculos intelectuales.

Este grupo que apoyaba al peronismo a su vez se diferenciaba en otros dos, por un lado los
nacionalistas populares y, por otro los nacionalistas de derecha. Ambos coincidían e desde el
principio en que eran antiimperialistas y antiliberales.

Perón no demostraba interés respecto de este grupo, le era indiferente ya que los consideraba
como miembros de la cultura de la élite, su interés se apoyaba fuertemente en la construcción de
la cultura popular, para las masas, con la identidad en los obreros y el pueblo como fuente final
de inspiración del movimiento que lidera. Su discurso era antiintelectual, contra la oligarquía
que era considerada por este como antidemocrática

A Perón le sobraba legitimidad popular mientras que a Vargas le faltaba y eso podía
demostrarse con las victorias del peronismo en lo electoral.

5)

El problema del desarrollo en América Latina fue planteado en términos de la “pobreza” en el


tercer mundo, según los parámetros del Banco Mundial (países pobres con ingresos inferiores a
100 dólares per cápita) y su posible solución era el “desarrollo”. En dicho contexto, la pobreza
se convirtió en un problema en términos conceptuales que debía ser problematizado.

En las décadas de 1950 y 1960, los cambios en la estructura de la producción de los países
desarrollados requerían realizar alianzas con los países subdesarrollados por los avances del
comunismo, el deterioro de las condiciones de vida y el aumento de la población. Los países
ricos contaban con los recursos financieros y tecnológicos para que los países pobres pudieran
desarrollarse.

Los pobres del mundo se convirtieron en el blanco de prácticas cada vez más sofisticadas y de
una multiplicidad de programas aparentemente ineludibles. Desde las nuevas instituciones de
poder en Estados Unidos y Europa, desde las oficinas del Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento y de las Naciones Unidas, desde La invención del Tercer Mundo, las
universidades, centros de investigación y fundaciones norteamericanas y europeas, y desde las
oficinas de planeación recién establecidas en las grandes capitales del mundo subdesarrollado,
promoviendo el desarrollo.

En el discurso del desarrollo aparecía la “modernización” con eje sustancial mediante la


industrialización y la urbanización proporcionando grandes capitales a los países pobres para
concretarla pero para ello, tanto los gobiernos como las organizaciones internacionales debían
cumplir un papel activo en la promoción y organización para superar el atraso general y el
subdesarrollo económico. De esta forma, los países pobres son conocidos, definidos e
intervenidos.

El desarrollo vinculado a la profesionalización de las Ciencias Sociales, se crearon planes de


estudios del desarrollo en muchas Universidades del mundo desarrollado; se profesionalizó
también en el tercer mundo en pos de que puedan producirse conocimientos científicos para
corroborar los requerimientos sociales.

Cuando la Organización de las Naciones Unidas creó la Comisión Económica para América
Latina (CEPAL) con el objetivo de fomentar el desarrollo en los países subdesarrollados, crear
un campo de reflexión y difusión de las ciencias sociales y sedes de los debates políticos de la
región en torno a los ejes centro y periferia, la cuestión del desarrollo y su consecuente proceso
de industrialización, logrando amalgamar muy fuertemente pensamiento y política.
Raúl Prebisch fue quien ejerció la Secretaría de la Comisión Económica para América Latina
entre 1950 y 1961, elaboró una explicación sobre los resultados del crecimiento desigual de la
periferia latinoamericana y discutió con las ideas de la economía referidas al comercio
internacional. Cuestionaba la idea de la división internacional del trabajo y planteó la necesidad
de una política de planteamiento racional que garantizase inversión en infraestructura para
acelerar el crecimiento económico.

La imagen de Prebisch representaba a los gobiernos conservadores del período 1930- 1943.
Luego del golpe de 1955, este cepalino intervino públicamente presentando un informe
económico que abrió polémicas, en particular con el intelectual peronista Arturo Jauretche
quien manifestaba que al poner el acento en el impulso la producción agraria, el documento
tenía un fuerte sesgo anti industrialista y suponía volver al país agrario anterior al peronismo.
Los PCs aportaban una interpretación de las sociedades en términos de feudalismo versus
capitalismo llevando a un diagnóstico sobre la necesidad de la revolución por etapas
democrático burguesa en una primera instancia y revolución socialista en un segundo momento
como era el caso de Rodolfo Ghioldi, Galo Gonzalez, Luis Carlos Prestes.
La coyuntura crítica de mediados de 1950 demandaba la búsqueda de nuevos caminos
económicos y políticos, se produjo así el despliegue de las ideas sobre el desarrollo que se dio
junto a la creciente institucionalización de las Ciencias Sociales en América Latina,
visiblemente ocurrió en la universidad Sao Paulo, la Universidad Buenos Aires, la Universidad
de México, la Universidad de Chile y la Universidad del Uruguay. Por su parte, la creación de
la Asociación Latinoamericana de Sociología en 1950 y la Facultad de Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO), en 1957 contribuyeron a la institucionalización de las ciencias
sociales latinoamericanas.
En Brasil y en Argentina la sinergia entre el desarrollismo y el nacionalismo fue más evidente
que en otros países, debido a la experiencia populista previa de estos países. Los gobiernos
desarrollistas posteriores heredaron la estructura económica, cultural y política que les habilitó
la posibilidad de iniciar el proyecto desarrollista. En el plano político, los populismos lograron
un modo de hacer política basado en el esquema de alianzas en y desde el estado con sectores
urbanos de las clases dominadas y con trabajadores.
Brasil tuvo un papel importante en relación al surgimiento de las Teorías de la Dependencia y el
imperialismo ya que para 1960 Florestan Fernandez y luego Fernando Enrique Cardoso, en la
Universidad de Psicología de San Pablo habían comenzado a plantear una mirada crítica,
política y académica a la CEPAL.
Es real que el golpe de estado brasileño contribuyó a dar discusiones en la posguerra; el campo
de la izquierda cuestionó la inacción del PCB en el momento del golpe y, en segundo momento
se planteó una discusión que no era nueva pero que tras la evidencias del golpe militar mostraba
la herida abierta: cuál era el verdadero papel de la burguesía.
El libro de la Escuela de Sociología sostenía que la burguesía aliada los intereses de Estados
Unidos no tenía ningún carácter nacional. Frustrado el modelo nacionalista desarrollista de los
años cincuenta y tras la revolución cubana la burguesía, había afianzado sus articulaciones con
los Estados Unidos en la lucha anticomunista lo cual se demostraba todavía más con el golpe de
1964. El trabajo de Enrique Cardoso, “Empresariado industrial y desenvolvimiento económico”,
fue clave en la consolidación de esta postura ya que ponía en evidencia la vinculación del
empresariado brasileño con el imperialismo.
En Chile, desde una perspectiva trotskista el historiador Marcelo Segall
Desarrollo del capitalismo en Chile en su libro Cinco ensayos dialécticos, reconstruye el conflicto
social y la lucha de clases desde el siglo XIX para probar los orígenes de una ideología
combativa y revolucionaria dentro del proletariado nacional.
La izquierda, luego de la Revolución Cubana con la repercusión de la Revolución China y los
procesos de descolonización de Asia y África veía ampliar su repertorio de opciones
revolucionarias.

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